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Accidente automovilístico.

Capitulo 55.

Esto había comenzado como un hermoso sueño pero había terminado transformándose en una dolorosa pesadilla de la que solo quería despertar. ¿Donde habían quedado todas esas palabras lindas? ¿esos sentimientos que decían ser ciertos? ¿donde había quedado el jodido amor que salieron de sus labios? Nada era verdad y eso era lo que lastimaba más, saber que nada era cierto. ¡Después de todo lo que le había dicho los últimos días! 

Pasé por todos los pasillos que podía, no escuchaba nada, solo el latir de mi maldito corazón sufriendo, podía ver a todo el mundo en cámara lenta mientras que Colby me seguía, podía ver como movía su boca pero no escuchaba palabras, necesitaba llegar afuera y pronto, me importaba muy poco el saber que había dejado mis cosas en ese lugar. Solo quería salir e irme muy lejos, hasta que recordé que no había traído mi auto. Maldije en voz baja, al revisar mis bolsillos me di cuenta que tenía las llaves del auto de Colby.

—¡Violett, para por favor! —me gritó al acercarse a mi, estaba tratando abrir la puerta.

—¡¿Qué quieres de mi ahora?! —limpié mis lágrimas, pero estas no paraban de bajar descontroladas haciendo que mis ojos ardieran.

—No es lo que crees —su rostro estaba arrepentido y sus ojos brillaban.

—¡Ya basta de mentirme, Lopez! —le grité logrando abrir la puerta—. ¡Me has lastimado todo el tiempo! No sé como pude creer que esta vez serías diferente. ¡Tú jamás vas a cambiar!

—Fue un mal entendido, realmente no fue lo que viste —trató de detenerme al subir, pero lo empujé y subí de todos modos cerrando la puerta—. ¡Violett, por favor baja de ahí! —golpeó la ventana incontables veces—. ¡Escúchame, por favor! —rogó al borde de las lágrimas, solo hice sonar el motor y arranqué lo más rápido de ahí dejándolo atrás. Mi rostro se humedeció completo, mis lágrimas no querían césar y no lo hicieron por ningún momento.

—¡Imbécil! —apreté el acelerador con toda mi fuerza—. ¡Como puedes ser tan imbécil, Violett! —tomé mi cabello en ambas manos, olvidándome por un momento del maldito camino. Solo quería detener ese desagradable dolor que atravesaba mi pecho y hacia fluir mis lágrimas—. ¡Imbécil! —grité a todo pulmón y miré a donde me dirigía, pero en aquel momento ya era tarde... un camión venía contra mi.






Colby Lopez.

¡Por qué rayos tenía que ver eso! ¡por qué el maldito mundo tenía que jugarme en contra! ¡todo era tan injusto!

—¡Mierda! —golpeé el suelto varias veces con mis zapatos. Luego volví a entrar, pero al solo cruzar la entrada la mano de Reigns impactó contra mi cuello estamparme contra la pared, no me dejaba respirar.

—¡Qué le has hecho ahora! —me gritó enfurecido, daba miedo.

—¡Solo fue un mal entendido! —traté de hablar, pero el oxigeno empezó a ausentarse—. ¡Cómo quieres que te explique si no me sueltas! —le dije con el poco aire que me estaba dejando.

—¡Qué le has hecho! —habló Ambrose a su lado al momento en que Reigns me volvía a poner en el suelo.

—¡No tengo porque darles explicaciones! —tosí, aún me costaba respirar.

—Oh no, tú no te vas de aquí hasta contarnos —dijo otra vez impidiéndome la pasada, Reigns hacia sonar su cuello.

—Bueno, la cosa fue que Violett me vio recibiendo dinero de parte de Ziggler y ella pensó que solo estuve saliendo con ella por el dinero... incluso —suspiré—. Incluso cuando compartimos intimidad... —pasé una mano por mi cabello enojado—. Pero solo le había pedido dinero prestado para comprarle un anillo a Violett porque quería pedirle que fuese mi novia.

—Oh no —Ambrose hizo una mueca esta vez, al parecer había comprendido—. ¿A dónde fue ahora?

—¡No lo sé! ¡mientras pierdo mi tiempo contándoles la situación ella puede estar en cualquier otro lugar haciendo que! —pasé entre medio de ellos, pero me siguieron—. ¿No tienen algo mejor que hacer?

—Sé como rastrearla —comentó Reigns.

—Y yo tengo auto —continuó Ambrose encogiéndose de hombros.

—Muy graciosos —sonreí con falsedad—. Esto no es un reencuentro de The Shield —volví a estar serio.

Déjate de idioteces y deja que ayudemos, lo único que importa es Violett, luego puedes irte a la mierda —respondió Ambrose sacando su celular y tocando la pantalla, luego se lo llevó a la oreja—. Lo tiene apagado o no quiere contestar —se lo quitó rápidamente. Pero el mío comenzó a sonar, era ella.

—¿Aló? —respondí de inmediato.

—¿Es usted familiar de la señorita Violett Henry? —habló un hombre.

—Es Hardy, su apellido es Hardy —corregí—. Si, ¿quién es usted?

—Lamento informarle que la señorita Violett se encuentra en el Hospital, tuvo un accidente automovilístico y esta en un estado grave, se le recomienda venir enseguida.

¿Ac-Accidente? —mi voz se cortó.

—Así es señor, si es familiar de ella se le recomienda venir ahora mismo.

—Voy para allá —colgué antes de que mis ojos explotaran en llanto, pero aún así lo hicieron. cubrí mi rostro con ambas manos.

—¿Quién era? —preguntó Ambrose, solo lo abracé. Me importaba un pepino quien era él, solo quería un maldito abrazo—. Quien era Seth, no nos asustes —palmeó mi espalda.

—Violett esta en el Hospital —susurré.

—¿Qué? —se alarmó Reigns, pero solo asentí.

—Tranquilo, ahora iremos —Ambrose me alentó y sobó mi espalda. Primera vez que lo veía conservando la compostura sin volverse loco.

—Gracias —me alejé de él y limpié mis lágrimas—. Solo me dijo que estaba en el Hospital... debo suponer que debido al número del cual llamó se trata del Hospital de la ciudad.

—Perfecto —me sonrió de lado—. Roman quédate aquí, yo lo llevaré —lo miró, Reigns solo asintió y nos dejó marchar.

Nos dirigimos al estacionamiento, subió a su asiento y por dentro le sacó el pestillo al otro asiento, cuando lo hizo me subí y Ambrose con rapidez me llevó al Hospital.

—¿Qué más te dijo? —preguntó.

—Que está en un estado grave —limpié mi nariz pero Dean me entregó un pañuelo, le agradecí. No era tan mala persona como lo pensaba después de que el equipo entre nosotros se acabó, era una buena persona, tenía que admitirlo.

Al llegar allí, ambos salimos corriendo del auto y nos acercamos al Hospital, habían muchísimas personas con la muchacha que atendía en la entrada, Ambrose se hizo paso entre todos los demás y me jaló del brazo para acercarme.

—Disculpa cielo, pero nos llamaron hace menos de cinco minutos, ¿sabes donde se encuentra Violett Hardy?

—Oh, si... —se sonrojó, si que tenía encantos con las mujeres—. En el pabellón cinco, acaban de entrar varios médicos —miró su computadora—. Al parecer había dejado de respirar.

—Gracias —le respondió él. Mi garganta estaba hecha un nudo y mis lágrimas se habían activado nuevamente, esto era terrible, ¡no! ¡no podía morirse ahora!

Ambrose corrió por el pasillo aún jalándome del brazo, pero mi cuerpo estaba en shock.

—¡Por favor Seth! ¡no te congeles ahora! —me jaló con más fuerza, pero terminó cargándome sobre su hombro. Era un maldito manojo de nervios y llanto.

—¡La paciente no reacciona ante las descargas de corriente! —gritó un medico pasando por nuestro lado, necesitaba saber que no hablaba de ella. De ella no por favor.
Ambrose se frenó y me bajó, pero aún así me  tomó de ambas manos. Cuando me di cuenta, estábamos afuera del cuarto, no podíamos entrar pero él sabia que eso no me detendría del querer verla. Todo estaba sucediendo en cámara lenta, veía como todos se desesperaban y yo solo respiraba mirando. Como si estuvieran intentando apagar un incendio delante de mi y yo no lo entendiera porque se trataba de mi lugar seguro, mi hogar. 

—No Seth —apretó más su agarré al notar que trataba de soltarme.

—¡No puedo quedarme aquí y no hacer nada! —grité reaccionando. Intenté todas las veces que pude, pero fue imposible—. ¡Debo hacer algo! —grité otra vez, caí al suelo envuelto en lágrimas—. Debo hacer algo...

—No puedes, amigo —limpió una de sus mejillas y me ayudó a levantarme, luego nos sentamos en aquellas incómodas sillas que estaban detrás de nosotros—. No puedes... —repitió y me abrazó.

—No puedo creer que mis últimas palabras hacia ella fueron "Escúchame, por favor" —me desahogué—. No puedo aceptarlo, todo fue mi culpa.

—No te culpes, eso empeorará las cosas —sobó mi espalda.

—Todo fue mi culpa, siempre tengo que lastimar a quienes solo quieren ser felices a mi lado, siempre soy un idiota insensible. Tuve que irme a la mierda, como ella me lo dijo... pero no, Colby Lopez se quedó para terminar matándola. —el llanto salió directo de mi corazón.

—Ella estará bien, ella no morirá Colby.

—Como desearía creerte —me reincorporé en mi lugar y limpié mi rostro.

Esperamos varios minutos más, pero cada minuto que pasaba era una completa agonía para mi desesperación y culpabilidad. Ya no podía soportar otro segundo más estando sentado como estúpido con los brazos cruzados sabiendo que la persona a quien más amaba en todo el mundo estaba a punto de morir en esa camilla.

—¿Familiares de Violett? —salió el médico por fin.

—Hermanos —mintió Dean.

—Hay una noticia buena, y una mala —sacó su mascarilla—. ¿Cuál quieren escuchar?

—La buena —respondió Dean.

—Después de tanto insistir con los electrochoques... —suspiró—. Sucedió un milagro y pudimos traerla de vuelta a la vida.

—Te lo dije —me miró Dean y me abrazó.

—Pero... cual es la mala. —hablé yo esta vez, mi voz estaba ronca.

—Violett entró en coma, no sabemos si va a despertar en algún momento o... tal vez si nunca lo hará —dijo con pesar.

—Sabía que no todo estaría bien —apreté los ojos conteniéndolo todo otra vez.

—Después de que salga la enfermera pueden pasar a verla, uno primero, luego el otro —suspiró y se fue dejándonos solos. El silencio se hizo presente en nuestra compañía, ambos sabíamos lo que sentía el otro, era una maldita ira que no se podía descargar ni con golpear a alguien, sabíamos que si decíamos algo íbamos a estallar hiriendo a todo que estuviera presente.

—Pueden pasar muchachos —salió la enfermera dedicándonos una sonrisa comprensiva.

—Tú primero —sobó mi espalda y me dejó pasar. A paso seguro y sin llorar, me acerqué a la puerta, le di una última mirada a Dean quien me hizo un gesto con su mano de que se encontraba conmigo y luego pasé.
Al hacerlo, mi mundo se vino abajo en un simple segundo, quería morir con ella, quería ser yo quien se encontrara en esa situación.

—Bebé... —susurré y me acerqué a ella. Su rostro tenía varios golpes, su labio estaba roto y uno de sus ojos estaba morado. Su cuello tenía varios cortes al igual que sus brazos, no podía verla sin hacer que mi labio temblara—. Tú no deberías estar aquí... —susurré sentándome a su lado y tomando su mano, estaba fría y muy pálida—. Yo debería encontrarme en esa situación, yo debería tomar tu lugar porque eso es lo que me merezco, merezco morir... —dejé caer una lágrima y llevé su mano a mi rostro para besarla varias veces—. Merezco todo lo que te esta sucediendo y mucho más, porque tu amor es lo más perfecto que existe en la vida, pero lo que no soy capaz de aceptar, porque no lo merezco y mucho menos te merezco —acaricié sus dedos—. He tenido que perderte dos veces para aprender a valorarte, pero por favor... por favor no me dejes —me apoyé sobre ella—. Por favor no lo hagas, no sabría como sobrevivir a tal martirio que es esta vida... mi vida no tendría sentido, no tendría color como lo era cuando estaba contigo —sollocé—. No sabría como cubrir ese enorme vacío que me estas dejando ahora, eres irremplazable, eres única y especial... eres mi Violett —traté de limpiar mis lágrimas, pero al hacerlo estas cayeron más—. N-No me dejes, te lo suplico —entrelacé sus dedos con los míos mientras que mis lágrimas caían sobre nuestras manos. Estaba llorando el océano entero.

—Se le acabó su tiempo —escuché una voz femenina, besé por última vez su dulce mano y me alejé de ella para dejar pasar a Dean.
Al salir, volví a abrazarlo y este me correspondió abrazándome con mucha fuerza, jamás me sentí tan sentimental como lo era en estos momentos.

—Ella es todo para mi —le susurré a Dean, él besó mi frente y siguió caminando hasta entrar a la sala.
Me volví a sentar en aquella incómoda silla pero tomé mi cabeza entre ambas manos pensando en lo que sucedería de mi ahora en adelante, no sabía si podía seguir con todo esto, ya no tenía fuerzas para hacerlo. No volver a verla sonreír me atormentaba como un vil demonio, se me hacia imposible pensar cuantas cosas iban a cambiar desde este punto en la historia que estábamos construyendo.

Me estaba empezando a faltar el aire, necesitaba salir de allí y lo más rápido posible, me dirigí a la puerta y Dean estaba apoyado en ella cubriendo su rostro. Sabía que aún no saldría así que fui corriendo a través de todas las personas y llegué a la salida.
Al estar afuera, apoyé mis manos en las rodillas, mi cuerpo estaba temblando y no podía hacerlo parar.

—¿Así querías verme ahora no es así? —miré al cielo,  suspiré jalando mi cabello—. ¿Por qué me haces esto? ¿qué hice para merecerlo? —levanté los brazos, pero era obvio que no iba a responderme—. No me mire, por favor... —le dije a una mujer que se había quedado mirándome con tristeza.

—Se fuerte hijo —miró en otra dirección y siguió su camino entrando al Hospital.

—No puedo, ya no puedo... —susurré liberando mi rostro de todo cabello, necesitaba amarrarlo. Pero alguien tocó mi hombro, era Dean—. ¿Cómo te fue? —me giré.

—Se acabaron las visitas por hoy —me golpeó ligeramente el hombro.

—¡No! —traté de entrar otra vez, pero me sujetó—. ¡Yo necesito estar con ella! —grité con mi voz rasposa. Él me jaló lejos de allí.

—Tenemos que irnos —habló con tristeza.

—¡Necesito estar a su lado! —me solté con dificultad. Entré corriendo en el Hospital mientras Dean me seguía, corrí hasta llegar a su cuarto y sin importar quien estaba la abracé con todas mis fuerzas—. Te amo —susurré.

—Debe salir de aquí —me jalaron varios guardias.

—¡No, no me iré! —les grité, pero aún así me jalaron hasta hacer que la soltara—. Te amo... —susurré, pero cada vez estaba mas lejos—. ¡Te amo! —poco a poco me encontraba lejos de ella y no podía hacer nada, solo volver al día siguiente.

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