Abrió sus ojos tras sentir los rayos de la luz solar en su rostro.

Ya era de día, pero quiso disfrutar un rato más la suavidad y calor de su cama. Tenia frío.

Sin embargo, unos ruidos de la puerta principal interrumpieron su momento de plena relajación.

Molesto, habló en voz alta.

- ¡Oigan, chicos! que alguno de ustedes abra la puerta, estoy cansado.

El primero en aparecer fue O.de, quien siempre estaba pendiente de lo que necesitaba. Pero tal petición no podia cumplir de cierto modo debido a que seria extraño que una puerta se abra sola ¿verdad?

- Oh, querido gaon, desearia hacerlo pero...me es imposible.

- ¿Imposible? ¡Pero si veo que perfectamente tienes ambas manos!

- Si, lo sé, pero-

El menor, resignado, se levantó de golpe y pasó de largo de su amigo hasta dirigirse a la maldita puerta que lo estaba sacando de quicio.

Cuando la abrió, se sorprendió luego de que aquella persona lo abrazara sin razón alguna.

- ¡Hermano, cuánto tiempo! te extrañe.

Confundido, se separó de aquel extraño que lo llamaba "hermano".
Gaon creia ser hijo único porque en su infancia nunca tuvo a alguien, exceptuando a sus -detestables- padres. Pero ahora se encontraba en la situación de tener a alguien de su misma sangre.

- Un momento ¿estás seguro de que lo soy?

El otro, burlón, extendió sus brazos hasta posicionar sus manos en las mejillas de este y apretandolo con cuidado.

- Por supuesto que si, yo nunca me olvidaria de estas lindas mejillitas regordetas. Tan lindas como siempre.

Enojado, alejó sus manos y puso distancia entre ambos. No confiaba en las palabras de aquel sujeto porque si fuera asi ¿Cómo es que nunca lo buscó durante tantos años?

- no seas tan confianzudo, yo no recuerdo haber tenido un hermano, además ¿Por qué te acercas a mi ahora?

- Pequeño -dijo- yo siempre quise quedarme a tu lado. Pero nuestros padres nos separaron hace años y me prohibieron visitarte, tal vez por eso no me recuerdas.

Gaon, sorprendido, no tiene la suficiente fuerza para decir algo. Su mente estaba en blanco, intentaba comprender lo que le habia relatado esta persona, pero cada vez más se sentia más estresado y ansioso.

Esto lo notó su hermano, asi que se acercó a él para ayudarlo, pero fue empujado por el otro con brusquedad. Se entristeció, pero él tenia todo el derecho de actuar así.

- Perdón por presionarte. No era mi intención.

Antes de marcharse, dejó en el suelo un papel donde se podia observar el nombre de un tal "Kwak Chang-bin" junto a un número telefónico.

- En caso de que quieras comunicarte conmigo, llámame y juro que responderé lo antes posible. Hasta entonces, cuidate mucho, hermanito.

Dicho esto, cerró la puerta con delicadeza para que el sonido de este objeto no incomodara al otro.

Derrumbado en el suelo, el menor comenzó a llorar. Todas sus emociones se estaban mezclando entre si a tal punto de que golpeaba varias veces el piso hasta que su mano tuviera heridas.

No le importaba el dolor físico porque el que más le afecta es el de su mente, el cual ha sido tan dañado.

O.de al verlo, inmediatamente lo abrazó con mucha fuerza. Sentia rabia por no haber estado presente cuando llegó aquel tipo, pero ahora lo que más le importaba era tranquilizarlo.

Tras unos largos minutos. Su llanto cesó y levantó su cabeza hasta ver al otro. Sus rostros estaban a muy pocos centímetros de cercanía y, sin aviso, gaon fue quien dio el primer impulso de tocar los labios contrarios.

Era un beso tan tierno y especial que por primera vez fue un momento feliz para alguien que sufrió muchas desgracias en su vida.

Se emocionó más cuando fue correspondido y luego de separarse, se abrazaron nuevamente con una gran sonrisa que irradiaba alegría.

- Te amo, O.de

- Yo siempre te amaré. Mi vida te pertenece.

Mientras ellos estaban distraidos en su mundo, el resto de sus amigos los observaban con gran entusiasmo. Sabian que ambos tenian sentimientos entre si, pero nunca se atrevian a confesarse.

En la noche, gaon comenzó a soñar sobre su infancia.

Desde su punto de vista, su mamá comenzaba a mirarlo con desprecido y diciendo palabras que eran muy dolorosas. Mientras que su padre le reclamaba a ella por haber parido a un "mounstruo".

Pero lo que le resulto más impresionante fue ver acercarse un chico a ambos adultos para arreglar la situación. Sólamente logró que lo tomaran del brazo y lo empujaran a un auto estacionado fuera de la casa.

Lo último que recuerda ver es la cara de tristeza de ese niño que intentó salir del auto y gritaba con desesperación que no deseaba abandonar a su hermano.

No pudo volver a dormir.

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