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tortura excitante

Narrador omnisciente:

Chaeyoung fue la primera en despertar sintiendo un caliente brazo presionado contra su cintura y parte de su abdomen descubierto, la joven se sonrojó ante las imágenes del día anterior, rápidamente recordó los húmedos labios de la mayor chocando contra los suyos para luego estos comenzar a descender por su cuerpo, adueñándose de su expuesta piel. La coreana sonrió intentando girar sobre el colchón, luego de un par de minutos la menor pudo lograr su cometido sorprendiéndose de notar las pacíficas facciones de la japonesa.

Guardo silencio al notar el revuelto cabello de la contraria, se veía tan linda descansando con su mejilla presionando la almohada, que, deseaba de todo corazón el memorizar aquella imagen por el resto de sus días.

Chaeyoung sentía que había muerto, y aquello le agradaba, saber que se encontraba en el mismísimo infierno le provocaba unas sensaciones inexplicables, porque se trataba del infierno de Myoui Mina, el mejor lugar que pudo desear. La coreana suspiró estirando una de sus manos,las suavidad de las yemas de sus dedos chocaron contra el pómulo de la contraria notando como Mina arrugaba el puente de su nariz de una forma adorable. La coreana atrapó su labio inferior intentando no reír ante lo que estaba presenciando, su corazón rápidamente comenzaba a jugarle una mala pasada ante lo evidente, amaba a la muchacha, amaba cada parte de ella como si no tuviese un mañana, y le dolía, diablos, claramente le dolía.

La sonrisa que mantuvo por algunos segundos se borró ante sus crueles pensamientos, Mina no la amaba y aquello la mataba. Con tristeza la joven tomó la decisión de salir de la vida de la mayor, aun cuando aquello significaba su triste agonía. Chaeyoung con dificultad alejó el tacto de la japonesa observando con los músculos tensados el como la muchacha se giraba dejando su espalda al descubierto, la muchacha tomó grandes bocanadas de aire a la vez que se levantaba de la cama, con pasos lentos y tranquilos la coreana comenzó a recoger sus prendas intentando no despertar a la extranjera.

—Lo siento Minari—susurró Chaeyoung a la vez que le daba un último vistazo para luego huir de la habitación.

Luego de un par de minutos Mina comenzó a despertar por culpa de aquellos pesados rayos de sol que se colocaban por debajo de sus persianas, la joven gruñó estirando sus manos hasta chocar las palmas contra el respaldo de su cama. La japonesa jadeó girando su rostro en dirección de Chaeyoung, rápidamente cada hueso de su cuerpo crujió proporcionándole aquella conocida sensación de placer que cada mañana recorría su ser.

—Buenos día…—su saludo quedó atrapado en su garganta al ser consciente de la fría ausencia de la menor—¿Chae?—preguntó levantando su cuerpo con ayuda de sus brazos—¡¿Chaeyoung?!—alzó la voz con fuerza, lentamente la angustia había comenzando a apoderarse de sus pensamientos obligándola a levantarse de la cama.

Mina observó la falta de ropa regada en el suelo de su habitación, velozmente encorvó su espalda contrayendo su abdomen para tomar su sostén deportivo. Al tapar su pecho la joven abandonó su habitación sin siquiera importarle cubrir su descubierto abdomen. Los músculos de la japonesa se contrajeron al oír la suave voz de su madre conversando animadamente con otra persona, instantáneamente sus comisuras se alzaron marcando una adorable sonrisa en su rostro. Sin esperar más la muchacha bajó los peldaños saltándose uno que otro escalón, corrió en el momento que llegó a la primera planta en dirección de la cocina, su pecho subía y bajaba con fuerza en el momento que ingresó en aquella reducida habitación, sintiendo como todo su cuerpo se paralizaba por completo dejando su mente en blanco.

—Cha… ¿Hola?—habló la japonesa alcanzando a dejar colgada el apodo de la coreana.

Su respiración quedó atrapada en su garganta al ver a la madre de Nayeon cocinando con su madre, si aquella mujer estaba en su hogar significaba que, irremediablemente la castaña también debiese estar rondando por algún lugar de su hogar.

—Señora Im—saludó Mina haciendo rápidamente una reverencia.

Sus mejillas se tiñeron de un adorable rojizo al percatarse de la falta de ropa en su cuerpo, velozmente llevó sus manos a su abdomen intentando cubrir su marcado abdomen de las miradas curiosa de su progenitora y la mujer mayor.

—Miguri—contestó la señora Im a la vez que limpiaba sus húmedas manos sobre una toalla blanca—¿Cómo has estado pequeña?—preguntó aproximándose hacia la joven para envolver sus brazos sobre los tensos hombros de la contraria.

—Bien, bien, ¿Y usted?—preguntó de forma educada llevándose la misma respuesta que había dado segundos atrás—no quiero sonar prepotente, pero ¿Por qué nadie me avisó de esta visita?—cuestionó sintiendo su pulsó acelerarse ante la mirada confusa de ambas mujeres.

—¿Cómo? ¿Ayer Nayeon no te lo dijo?—preguntó su madre notando como su pequeña simplemente negaba de forma nerviosa—bueno, pues ahora lo sabes—comentó al mismo tiempo que se reía de sí misma—la familia Im se quedaran a almorzar, así que ve a tu habitación y vístete de forma decente—ordenó volviendo a sus quehaceres.

Luego de un par de minutos la tortura de Mina dio inicio logrando elevar todos los vellos de su cuerpo. La japonesa no podía negar que aquellos momentos estaban siendo una total agonía, maldijo a sus adentro en el instante que se sentó al lado de Nayeon, sintiendo como, velozmente la joven posaba su mano de forma posesiva sobre su muslo, la pelinegra tragó saliva tomando su vaso para beber del contenido de este en un vano intento por relajar sus tensados músculos.

—Y dime Minari, ¿Ya tienes pareja?—preguntó el padre de Nayeon logrando que la coreana apretara con mayor fuerza su agarre.

—No, señor, no tengo—contestó Mina observando la sonrisa divertida de su madre para luego dar un pequeño brinco ante la peligrosa mano de Nayeon subiendo por su muslo hasta quedar reposada sobre su entrepierna.

—Ojala Chaeyoung no te escuche negándola—soltó la coreana con maldad logrando que la japonesa se trapicara con su propia saliva.

Mina tosió por un par de segundos mientras que veía la sonrisa emocionada de su madre, quien no se quedó atrás en comenzar un intenso cuestionario de la supuesta relación que mantenía su hija con la bella joven coreana.

—¿La bella Chaeyoung? Oh…esa joven es tan adorable—comentó la señora Myoui siendo completamente inconsciente de lo que sucedía debajo de la mesa.

La japonesa apretó sus labios al sentir la mano de Nayeon rozar con fuerza su palma contra su erecto miembro, Mina rápidamente cerró sus ojos al comenzar a oír la suave voz de su madre hablando maravillas de la coreana, mientras que la castaña se encontraba ardiendo ante los celos que la dominaban.

—No sabes cuánto me alegro de que estés con ella, cariño—admitió su madre completamente orgullosa del buen gusto de su pequeña—¿Sabes? Deberías llamarla para que así la familia Im la conozca—comentó mientras que, Nayeon introducía su mano en el interior del pantalón de la japonesa estrujando con fuerza el sensible tronco de carne.

—¡No!—contestó Mina perdiendo por completo los sentidos ante la fuerte presión que los celos de Nayeon estaba ejerciendo contra su sensible miembro—d~digo… ella debe estar ocupada, no creo que pueda asistir hoy—mintió al notar las miradas curiosas de los adultos y la suave risa burlesca de la coreana quien, simplemente comenzó a subir y bajar su palma apretando y soltando la carne caliente de la contraria aumentando sus actos impuros.

La japonesa quería llorar ante la tortura que la coreana la estaba obligando pasar.

—¿Es bonita?—preguntó el señor Im logrando que su hija enfureciera apretando con fuerza el pene de la menor.

Nayeon hizo una mueca de disgusto provocando que su padre simplemente comenzara a reír sabiendo que, en el fondo su pequeña seguía con aquel extraño desagrado con el nombre Chaeyoung.

—N~No está mal—contestó Mina apretando sus manos por debajo de la mesa logrando oír una exclamación de sorpresa por parte de su madre.

—¡Sharon! Yo no te críe para que te expresaras de esa forma—regañó la señora Myoui observando como la japonesa hacia una reverencia golpeando su frente contra la madera—¡Mina! ¿Estás bien?—preguntó preocupada levantándose rápidamente de su asiento mientras veía a la pelinegra acariciando su frente adolorida.

Nayeon abrió sus ojos al notar la acción de la señora Myoui soltando rápidamente el miembro de su hija para luego sacar su palma del ajustado jeans de la joven. El corazón de la coreana casi huye de su garganta al saber que casi era atrapada por la madre de la extranjera, cuando sintió que se había relajado pudo sentir la mirada de odio de la pelinegra quien, fallidamente intentaba posar sus palmas sobre su gran erección.

—Mina—habló su madre de forma sería al percatarse la verdadera razón del extraño comportamiento de la joven—ve a tu habitación, te llevaré hielo—ordenó aunque en el fondo lo que había dicho era: ve a tu habitación y arregla tu calentura.

La japonesa tragó saliva asintiendo con su cabeza mientras que se levantaba girándose rápidamente antes que la familia Im fuesen capaces de observar la tienda elevada de circo que mantenía su ajustado pantalón. Mina abandonó la habitación dejando a unos preocupados Im mientras que la castaña aprovechaba aquella situación para actuar con inocencia.

—Iré con ella—avisó Nayeon observando como la madre de la japonesa se acercaba a ella para dejar una bolsa de hielo sobre sus manos—ustedes continúen con su cena—habló al mismo tiempo que hacia una reverencia para luego abandonar aquella incomoda habitación.

Mina apegó su espalda contra la fría pared del baño cerrando sus ojos mientras desabrochaba su pantalón, liberando de aquella forma su sensible miembro.

—Maldita estúpida—insultó al aire escuchando rápidamente la carcajada por parte de la mencionada.

La japonesa dio un brinco del susto a la vez que intentaba ocultar su erecto miembro, de forma veloz abrió sus párpados observando la seductora mirada de la coreana posada en sus facciones, su respiración quedó atrapada en su garganta al notar como la castaña se acercaba hacia su dirección.

—Creo que no te ha quedado claro—comenzó hablar Nayeon en el instante que quedó frente a la japonesa posando sus oscuros ojos en la mirada de la contraría, rápidamente elevó una de sus manos acariciando la mejilla de la contraria—eres mía, Myoui, y no me ha gustado para nada verte con la puta de Chaeyoung—escupió para luego estampar sus labios contra el cuello de la extranjera succionando sin ningún tipo de piedad su suave piel—espero que te quede claro, ahora—habló en el instante que soltó la zona enrojecida sonriendo con arrogancia al percatarse de la bonita mancha en la piel de la pelinegra—ten—estampó la bolsa de hielo contra la intimidad de Mina escuchando un fuerte jadeo desprendiendo de su garganta—para que aprendas—comentó a la vez que salía del baño dejando a una jadeante y adolorida japonesa.

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