Te amo
Narrador Omnisciente:
Luego de aquella intensa conversación que tuvo con su madre, Mina había tomado la decisión de ir en busca de Nayeon, las palabras de su progenitora le habían hecho entrar en razón, percatándose que, definitivamente estaba siendo muy dura con la castaña, minimizando todo el trabajo que la muchacha había ejercido para tener su atención.
La japonesa caminó por la oscuridad de la ciudad siendo acompañada en todo momento por la brillante luna menguante, Mina tragó saliva sintiendo el sudor envuelto en sus palmas, rápidamente la joven las introdujo en los bolsillos de su chaqueta de cuero intentando refugiarse en aquel calor, la pelinegra podía sentir el viento golpeando su anatomía, provocando que, su corto cabello oscuro se revolviera dándole un aspecto tranquilo y despreocupado.
Mina se detuvo luego de un par minutos andando por la soledad, su cuerpo se mantuvo rígido observando con cautela el hogar de la coreana sintiéndose completamente incapaz de poder acercarse hacia aquel lugar, la japonesa apretó su quijada en el instante que se percató que estaba dando un par de pasos hacia atrás, se regañó mentalmente por ser tan cobarde.
La joven apretó sus puños sacando rápidamente sus manos hacia el frío exterior, con valentía alzó su quijada comenzando a caminar en dirección del hogar ajeno, Mina podía sentir su corazón bombeando con fuerza mientras que, las intensas palabras de que estaba cometiendo un error se instalaba en sus pensamientos.
Mina se detuvo sintiendo como toda su valentía desaparecía por completo, sus ojos se posaron en el desconocido que abandonaba el hogar de Nayeon, notando como la coreana también salía siguiendo sus pasos; se trataba de Do Kyungsoo, aquel desgraciado había osado en visitar a su amada, y por lo que estaba notando la joven, aquella visita no le había desagrado a la castaña.
Por primera vez en su vida, la japonesa no estaba lanzando puñetazos en contra del pelinegro, simplemente se mantuvo ahí, estática, sintiendo como su mirada rápidamente era atrapada por aquel profundo par castaño, su garganta se apretó en el momento que Do pasó por su lado alzando una de sus gruesas cejas en modo de diversión; como si le estuviese restregando en el rostro que él había ganando aquella batalla.
No lo iba a negar, estaba dolida, pero más que eso, se sentía confundida de ver aquel desgraciado abandonando el hogar de la castaña.
—¿Minari? —cuestionó Nayeon completamente sorprendida de notar a la pelinegra parada frente a su casa.
Y a pesar de tener la ira fluyendo por sus venas, Mina podía sentir sus piernas temblar a causa de aquella voz, porque a pesar de que quería llorar como un pequeño bebé, no podía dejar de lado el sonido de sus latidos haciendo ecos en sus tímpanos.
La japonesa giró su rostro observando por sobre su hombro derecho como el coreano se subía en su vehículo brindándole un burlón guiño. Mina elevó sus comisuras de forma arrogante provocando que el muchacho perdiera su característico brillo burlón para pasar a la confusión total.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Nayeon logrando que la japonesa girara su rostro observando con toda atención las facciones de la mayor.
Mina pudo oír las ruedas rechinando sobre el asfaltado avisándole con aquel sonido que Do se había marchado del lugar.
—¿Estás sola? Supongo que sí, no eres tan estúpida para traer a tu ex a tu casa con tu padre rondando por aquí—preguntó la pelinegra sin poder evitar sonar molesta, tomando rápidamente el atrevimiento de responderse a sí misma, mientras caminaba hacia el interior del hogar ajeno.
Nayeon entreabrió sus labios completamente sorprendida de oír las palabras de la menor, la joven se mantuvo por algunos segundos observando el suelo de la calle intentando descifrar aquella extraña actitud que había tomado la pelinegra.
—¡Im, hace un frío del demonio! ¡Por qué no le haces un favor a la vida y traes tu bonito trasero hasta acá! —la voz de Mina salió con fuerza desde el interior del hogar ajeno provocando que, de forma efectiva la castaña girara sobre sus talones comenzando a caminar hacia la japonesa con las mejillas envueltas de un bonito tono carmesí.
La coreana desconocía aquella nueva actitud de la menor, jamás en su vida la había oído hablar con tanta seguridad, y menos cuando le había atrapado arreglando algunas cosas con su ahora, ex novio. Nayeon ingresó en su hogar cerrando la puerta detrás de ella, nerviosa, la joven caminó por el pasillo observando como con rapidez, sus ojos chocaban con la oscura mirada de la extranjera.
Mina se encontraba con su cuerpo recostado sobre el sofá observando con completa atención el nervioso rostro de su amada.
—¿Y dónde están tus padres? —cuestionó la pelinegra sonando completamente amable— Ellos jamás te dejan sola, y menos de noche—aclaró notando como la castaña se acercaba a ella tomando el atrevimiento de sentarse a su lado.
Nayeon llevó sus dos manos hacia sus muslos agachando con rapidez su mirada.
—Fueron a visitar a la abuela—comentó la coreana sintiendo su cuerpo temblar bajo el suave tacto de Mina ejerciéndose sobre la piel de su brazo expuesto—v~volverán, volverán en dos días más—agregó viéndose en la necesidad de que la pelinegra conociera aquella información.
—Lamento mucho mi comportamiento, jamás valoricé todo lo que tú has hecho por mí—se disculpó Mina con tal grado de sinceridad que logró perturbar a la castaña—¿Nayeon? —cuestionó al notar como la nombrada giraba su rostro tomando el valor suficiente para levantarse de su asiento—¿Q~Q~Qué? —tartamudeó con confusión en el instante que sintió como la muchacha se sentaba a horcajadas sobre sus muslos.
Y ahí estaba la japonesa que Nayeon recordaba, la dulce joven que se colocaba de los nervios por cada vez que ella osaba en acercarse. Le encantaba, a Nayeon le volvía loca el saber que todavía tenía el don de erizar la piel ajena.
—¿Por qué no has enfurecido con la presencia de Do? —cuestionó Nayeon sintiendo verdadera curiosidad por la tranquila reacción que la joven había osado en mantener.
Mina la observó por algunos segundos, tomándose el atrevimiento de estirar sus manos hacia las caderas de la contraria.
—Perdí a mi hermano por no asumir bien las cosas, por dejar que los celos hablaran por mí, olvidando por completo el hecho de que él tan solo era un niño enamorado—comenzó a explicar la japonesa sintiendo como las manos de la coreana atrapaba su quijada—no eres un juguete Nayeon, ni mucho menos un trofeo por el que se deba alardear, y tuve que ver a mi madre sollozar por la ausencia de Taehyung para darme cuenta de aquello—explicó sintiendo sus ojos arder mientras que Nayeon la observaba en un completo silencio—estaba celosa, lo admito, como también admito que estoy aterrada por no saber si volverás con él, pero eso no está en mis manos, ¿Entiendes? No puedo obligarte a que estés conmigo o con él—su mentón tembló sintiendo las suaves caricias de la mayor sobre la piel de su rostro—...—suspiró armándose de valor para confesar todo lo que pasaba por sus pensamientos—a pesar de lo que decidas hacer, siempre serás mi amiga, ¿Bien? Porque prefiero verte de esa forma que no volver a saber de tu vida.
La mayor continuó con sus ojos en las facciones ajenas bajando con lentitud sus manos, sus dedos rozaron la piel ajena logrando sentir el cuero de su ropa posado sobre sus yemas, sin siquiera dudarlo, Nayeon atrapó con fuerzas las esquinas de la chaqueta envolviendo sus puños sobre la tela.
—Nunca he amado a nadie de la forma que te amo a ti—confesó Nayeon logrando que el corazón de la menor comenzara un alocado bombeo.
Y sin decir mayores palabras, la coreana junto sus labios con los de la japonesa manteniéndose en aquella posición. Mina cerró sus ojos sintiendo sus calientes yemas adheridas contra las caderas de la mayor, deseando de todo corazón el poder tocar la piel de la muchacha.
Nayeon gruñó en el instante que sintió como la japonesa se inclinaba tomando la valentía de entreabrir sus labios; fue una bienvenida gustosa, sus lenguas lentamente hicieron contacto sintiendo el característico hormigueo envolviendo sus estómagos como si de fuego artificiales se tratasen. La japonesa subió sus manos adentrándose con curiosidad en el interior de la blusa de la contraria, sintiendo como la piel de su cuerpo se erizaba bajo la suave anatomía de la castaña.
La coreana soltó el firme agarre que ejercía sobre la ropa ajena, con lentitud la joven comenzó a pasar sus palmas por sobre la camiseta de la japonesa introduciendo sus dedos por debajo de la chaqueta, teniendo el instinto inocente de querer despojar aquella sofocante prenda del cuerpo de su amada.
Mina sin alejar su caliente boca de la ajena, ayudó a Nayeon con aquel trabajo, rápidamente llevó sus manos hacia la chaqueta despojándola de sus hombros.
Mina sintió como la castaña tiraba de su chaqueta logrando dejar sus hombros al descubierto, con los labios aun completamente unidos, la joven alejó sus palmas del cuerpo ajeno sacudiendo sus brazos para liberarse de forma efectiva aquella incomoda prenda. Nayeon acarició la nuca de la pelinegra sintiendo como los dientes de la joven atrapaban con lentitud su labio inferior. El cuerpo de la extranjera se estremeció en el instante que la castaña se alejó lo suficiente para que su suave jadeo golpeara sus enrojecidos labios.
El ambiente cada vez se volvía más sofocante para ambas jóvenes, Mina con entusiasmo tomó la blusa de la coreana tirando de aquella prenda para sacarla por sobre los hombros de la joven. Nayeon empujó el pecho de la contraria logrando que la espalda de la menor se adhiriera contra el respaldo del sofá, los oscuros ojos de la extranjera observaron con admiración como la castaña se levantaba de su cuerpo dejando que su bonita delantera quedara a exhibición, el cuerpo de la joven se estremeció al notar como Nayeon se inclinaba bajando sus manos por sus senos hasta llegar al borde de su camiseta. Mina estaba hecha un desastre, su erección cada vez apretaba con mayor vehemencia su ajustado pantalón mientras que la coreana se mantenía divertida tirando de su prenda.
La japonesa gruñó elevando su pelvis, deseaba tener algún tipo de contacto con el cuerpo de la castaña, pero para su mala suerte Nayeon tenía otros planes. La coreana introdujo sus manos en el interior de la camiseta arañando con suavidad el abdomen de la pelinegra, la extranjera jadeo echando su cabeza hacia atrás, los vellos de su nuca se erizaron al sentir la humedad chocando por debajo de su abdomen, para luego lentamente subir hasta el borde de sus sostén, la caliente lengua de la mayor recorría su torso con tal toque sensual que la joven sentía que, en cualquier momento se iba a desmayar.
Completamente necesitada Mina tomó el borde de su camiseta y la despojó de su cuerpo notando rápidamente la sonrisa burlona de la castaña.
—Impaciente—comentó Nayeon con sus ojos rebosando en lujuria.
Mina hizo una sonrisa a medias a la vez que estiraba sus manos hacia el cuerpo de la mayor, con fuerza atrapó las caderas ajenas tirando de la anatomía de la joven contra su cuerpo, logrando tener nuevamente al a muchacha apegada a su torso.
—Provocadora—contraatacó la pelinegra tomando el atrevimiento de chocar sus enrojecidos labios contra el hombro de la nombrada.
Con rapidez Mina entreabrió sus labios comenzando a esparcir suaves besos en las clavículas de Nayeon logrando succionar con vehemencia la blanquecina piel de la castaña. Mina lo quería, deseaba nuevamente poseer la piel ajena, para que, de aquella forma todo el mundo supiese que la bonita castaña ya tenía quien le haciera sentir bien. La japonesa gruñó al sentir las caderas de Nayeon moviéndose en un agonizante vaivén contra su ardiente entrepierna, la extranjera succionó el cuello de la mayor escuchando el fuerte jadeo desprender desde la garganta de la joven logrando que, su ya despierto miembro comenzara a exigir por salir de su escondite.
Nayeon intentó alejarse, pero Mina se lo impidió sosteniendo con fuerzas sus palmas contra los muslos ajenos. La coreana intentó reprochar, pero los labios de la menor se encargaron en hacerla callar. La castaña chilló sobre la boca ajena en el instante que sintió como Mina se levantaba gruñendo contra los labios de la joven por el intenso dolor sobre su pierna.
La castaña lo recordó, con preocupación logró alejar su boca de los labios de Mina observando con total preocupación las muecas que la extranjera estaba ejerciendo.
—Bájame, Mina te estas lastimando—aclaró Nayeon notando como la extranjera negaba con su cabeza estirando su mentón para atrapar con dificultad los labios ajenos.
Fue difícil, Mina no lo iba a negar, costó horrores el subir hacia el segundo piso sin chillar de dolor, pero sinceramente, la calentura podía más, necesitaba la joven hacer sentir bien a la castaña sin importar que eso conllevara el dolor de su muslo.
La japonesa al llegar recostó con un toque de brusquedad el cuerpo de Nayeon contra el colchón. La pelinegra observó como la castaña se colocaba de rodillas sobre su cama estirando sus manos para atrapar el pantalón ajeno, Mina tragó saliva observando con lujuria el rostro de su amada, la muchacha podía ver como Nayeon la recorría con sus bonitos ojos percatándose que, no era la única que disfrutaba del cuerpo ajeno.
Mina se estremeció al sentir los labios de la mayor chocando contra la zona del botón del jeans, por instinto entreabrió sus labios jadeando en el proceso, aquello, demonios, aquello había sido demasiado para la japonesa. La extranjera con fuerza empujó los hombros de la castaña logrando que la joven se recostara sobre el colchón, con rapidez se subió sobre la cama posicionándose entre las piernas ajenas.
—Maldición Nayeon—gruñó la joven tomando con sus dos manos el pantalón de la muchacha—eres hermosa, pero necesito verte—aclaró tirando sin ningún tipo de cuidado la prenda de la joven, logrando con toda eficaz el exhibir las bonitas piernas de la mayor—mierda.
La japonesa se quedó un par de segundos observando la ropa interior de su amada, rápidamente tuvo aquel impuro pensamiento de querer arrancar aquella minúscula prenda con los dientes. Nayeon aprovechó el hecho de que la extranjera se había quedado completamente embobada por el atractivo conjunto que estaba utilizando para rodear el colchón estirando sus manos hacia su mesita de noches, con sus delicados dedos abrió el cajón sonriendo al notar el envoltorio que había comprado días atrás.
—Minari—llamó Nayeon con suavidad logrando que la mencionada parpadeara confundida—ten—tiró el condón logrando que la joven lo atrapara con un toque de dificultad.
La japonesa mordió su labios bajando sus manos por su abdomen hasta llegar al borde de sus pantalones, sus oscuros ojos se mantuvieron fijos en las mejillas sonrojadas de la mayor sintiendo todo su cuerpo burbujear ante la intensa mirada que Nayeon le estaba proporcionando. Mina desabrochó el botón bajando con rapidez su pantalón, soltando un fuerte gruñido al sentir su erección palpitando.
Nayeon gateó sobre la cama observando como Mina pateaba su pantalón mandando aquella prenda hacia una de las esquinas de la habitación. La japonesa sonrió a medias estirando su mano para atrapar el mentón de la mayor.
—Eres hermosa—halagó Mina para luego simplemente inclinar su cuerpo atrapando los labios de la mencionada en un suave beso.
La coreana estiró sus manos envolviendo sus palmas en el cuello de la menor, rápidamente tiró de los hombros ajenos hasta lograr que la menor perdiera por completo el equilibrio terminando por caer sobre el cuerpo de Nayeon.
—Te quiero—susurró Nayeon en el instante que la joven soltó su labio para poder respirar.
Mina sonrió bajando sus manos por el cuerpo de la mayor tomando con brusquedad la ropa interior de la joven, sin pensarlo dos veces rompió la tela que las unía dejando un de las dos tiras aun envueltas en el muslo de la castaña. La japonesa se echó hacia atrás palpando sobre el colchón el envoltorio que Nayeon le había entregado minutos atrás, al encontrarlo estampo sus labios con los de la castaña llevando sus manos hacia su ropa interior bajando el apretado elástico de sus caderas, Mina gruñó mordiendo el labio inferior de la coreana escuchando su suave gemido desprendiendo desde su garganta en el instante que su miembro salió hacia el exterior, podía sentir el tronco caliente palpitando por un poco de atención. Con un toque de dificultad la japonesa rompió el envoltorio llevando el condón hacia la punta de su miembro, luego de un par de segundos estaba preparada para comenzar lo que tanto anhelaba, así que, sin esperar más la joven estiró sus manos atrapando los muslos de Nayeon obligando a la muchacha el abrirse para ella.
—Y yo a ti cariño—respondió Mina en el momento que alejó su boca para atrapar con sus dientes la piel sensible de los hombros ajenos.
Nayeon chilló de la sorpresa al sentir como el miembro de Mina se hundía en su estrecha cavidad, por instintos encajó sus uñas sobre los omóplatos de la castaña. La japonesa besó el cuello de la mayor comenzando un suave vaivén sintiendo como las piernas ajenas se envolvían sobre sus caderas.
—D~Dios... ñjh... más—pidió la castaña mientras sentía como la japonesa cada vez se hundía con mayor fuerza en su interior—m~más fuerte~e—jadeó sintiendo como la castaña envolvía sus brazos alrededor de su cintura obligándola a levantar su trasero del colchón para apegarse con mayor agresividad hacia el cuerpo de la extranjera.
Mina la embestía con fuerza escuchando el obsceno sonido de sus tensos muslos colisionando contra la parte interna de los muslos ajenos, la japonesa observó como Nayeon llevó sus dos manos al rostro escondiendo sus sonrojadas mejillas de su penetrante mirada. La extranjera gruñó sintiendo el sudor descendiendo por todo su cuerpo, a la vez que, con brusquedad enterraba sus dedos sobre las nalgas de la castaña.
—¡Minari! —comenzó a chillar la coreana sintiendo su garganta arder ante los intentos por hablar—m~mierda, s~sigue, sigue~e—ordenó alejando sus manos de su rostro para llevarlas hacia los hombros ajenos obligando a la japonesa el penetrarla con mayor vehemencia.
La pelinegra podía sentir las venas de su cuello sobresaliendo de su sensible piel ante el sobre esfuerzo que estaba realizando, la joven podía sentir sus muslos tensos, provocando que los músculos de aquella zona se contrajeron por completo, logrando que los gruñidos de dolor no tardaran en aparecer.
—N~Nayeon, joder—jadeó Mina con su caliente aliento chocando contra los pechos de la castaña.
La joven con rapidez subió una de sus manos envolviendo sus dedos sobre la copa de los sostenes ajenos, con fuerza la muchacha tiró de aquella prenda logrando que los bonitos senos de Nayeon quedaran al descubierto.
Mina podía sentir como las paredes de la castaña se contraían ante sus fuerte embestidas, con los labios resecos y el sudor bajando por su frente estiró su cuello atrapando con su lengua uno de los rosados pezones de Nayeon, escuchando con rapidez el excitante gemido desprendiendo de los enrojecidos labios ajenos. La japonesa subió sus manos envolviendo su palma sobre el húmedo cabello de la castaña. Nayeon gimió echando su cabeza hacia atrás en el instante que sintió como Mina atrapaba su cabello tirando de aquellos mechones para dejar el camino fácil a su expuesto cuello.
El sonido de la cabecera colisionando contra la pared se mezclaba con los eróticos sonidos que Nayeon soltaba por cada vez que Mina atrapaba con sus dientes la piel de su cuello. La japonesa continuó penetrándola con la mayor intensidad que estaba siendo capaz de ejercer, la joven sabía que la castaña le quedaba poco por llegar a su máxima plenitud, podía notarlo por su entrecortada respiración y por como su miembro cada vez se sentía más asfixiado a causa de las estrechas paredes del sexo opuesto.
Tres embestidas más y Nayeon se vino sobre la pelinegra soltando un agresivo gemido que hizo temblar las piernas ajenas. Mina continuó penetrando a la castaña observando con admiración como la joven se retorcía bajo suyo suplicando entre jadeos que se detuviera, pero no lo haría, no hasta que la coreana sintiera que su orgasmo había abandonado por completo su Interior.
Fue el turno de Mina el acabar sintiendo sus brazos temblar ante el peso de su cuerpo.
Se quedaron en la misma posición con la respiración entrecortada y las frentes sudadas apegadas contra la otra. Mina completamente agotada salió del interior de la joven escuchando el gruñido desprendiendo de los labios de la mayor. La pelinegra se dejó caer al lado de Nayeon estirando una de sus manos para atrapar el cobertor de la cama.
—Te amo—susurró Mina envolviendo el cuerpo de Nayeon con el cobertor, logrando a su paso poder cubrir su intimidad.
La castaña al oírla se giró observando con sus ojos rebosando en admiración como la japonesa le sonreía.
—Y yo a ti Minari, jamás me cansaría de admitirlo—respondió Nayeon sintiendo como los brazos de la menor se envolvía sobre su cintura, mientras que, la otra pasaba por debajo de su cuello.
—Descansa—murmuró Mina a la vez que cerraba sus ojos apegando su quijada sobre la coronilla de la castaña.
Aun cuando Mina le había pedido que descansara Nayeon no había sido capaz de conciliar el sueño, a pesar que su cuerpo le exigía aquello, su mente no dejaba de repetir una y otra vez lo que habían hecho sobre su cama.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro