Sin emociones
Narrador omnisciente:
Mina no sabía que había sucedido con la castaña, la muchacha habia insistido demasiado en que la joven se quedase a su lado, pero Nayeon simplemente se negó con la excusa "Son mis padres no puedo dejarlos por ti" La japonesa apretó su quijada odiando el hecho de que la coreana no comprendiera la gravedad de las cosas, la pelinegra necesitaba cuidar de la mayor, pero esta simplemente se negaba a su trato, parecía que le estaba odiando, la evitaba en aquellos últimos días, desde lo sucedido con aquel inexistente embarazo la coreana se había vuelto distante, como si realmente la estuviese culpando por algo que, si Mina era sincera no comprendía ni en lo más mínimo.
La japonesa intentó volver con su vida normal, a pesar que, en este último tiempo todo se había vuelto patas arriba intentó por lo menos que, sus últimos meses en el instituto los pasara de manera tranquilas y sin mayores problemas. Mina salió hacia el exterior observando a su hermano con aquel peculiar corte de cabello, el joven había tomado la decisión de pintarse el cabello de un castaño claro, casi pareciendo rubio opaco, al principio a la extranjera no le había agradado lo que él se había hecho, no por que le importara que se quedara calvo por tanto desteñido-si fuera por ella, que se les cayera las neuronas también-sino que, simplemente encontraba que el cambio de color no iba arreglar el desastre que cometido en su propia familia, como lo que él había utilizado como excusa "Un cambio de look le hará bien a la familia". Mina se sentó bajó la sombra que los árboles del lugar fueron capaz de crear, las cosas no iban para nada bien en su hogar, la muchacha podía notar la mirada cansada de su madre, y hasta fue capaz de percatarse de la desilusión en su rostro cuando le comentó que no sería abuela, la menor sabia que su madre creía que aquel inexistente niño iba ser el responsable de la felicidad en su familia, lastima que así no fue.
Estaban en hora de receso, se suponía que la joven debía estar en el comedor degustando algún plato decente de comida, pero en vez de eso simplemente se encontraba en el exterior observando con recelo como el menor de su familia se divertía con muchachos de su edad, ¿Por qué no se pudo mantenerse así? Se cuestionó la joven apoyando su espalda contra el tronco del árbol, estaba celosa por la facilidad que Taehyung tenía para olvidar el desastre de su familia, el sentimiento de que todo se estaba cayendo a pedazos y nadie más que él tenía la culpa, comenzaba nuevamente atormentarla.
Mina tragó saliva en el momento que observó como un tipo dos años mayor que su hermano se acercaba al joven enterrando sin piedad su puño contra el rostro del menor, ¿Por qué lo golpeaba? La pelinegra no tenía ni la menor idea, pero para su propia sorpresa no le importaba el saberlo. La extranjera no se inmutó al ver como el desconocido mandaba al suelo al joven japonés, la muchacha simplemente se quedó en su sitio siendo completamente consciente de que el peliclaro podría defenderse, a menos de que fuese igual de estúpido que ella. La mayor de los Myoui sonrió al percatarse de que Taehyung comenzaba a defenderse, pero al notar que, el idiota no era muy bueno para aguantar los puños ajenos supo que debía intervenir.
La japonesa se levantó de su sitio caminando con tranquilidad hacia la pelea-lo iba a salvar, pero no correría por aquello- la joven caminó hasta escuchar el seco sonidos de los puños impactando en los rostros ajenos. Mina suspiró terminando por acercarse hasta envolver sus brazos sobre el cuerpo del pelinegro desconocido alejándolo con facilidad de la anatomía de su hermano.
—Taehyung es un imbécil y todo lo que tú quieras, pero si le sigues golpeando perderá sus neuronas—comenzó hablar Mina mientras retrocedía apretando su agarre en el momento que sintió como el muchacho intentaba zafarse de su agarre—relájate, piensa un poco animal, si el idiota en este estado se manda cagadas, no quiero imaginar como estará si tiene aire en vez de neuronas—comentó sintiendo como el desconocido dejaba de lugar—buen chico.
—J~Jungkook—llamó el japonés mientras que se limpiaba la sangre caliente que brotaba de su nariz, deslizándose por sus labios hasta recorrer el mentón—d~déjame, déjame explicarte... s~solo, solo ha sido un mal entendido—fallidamente intentó dar su opinión, pero el mayor se veía tan malditamente enfadado que hizo oídos sordos a sus palabras.
—Vete a la mierda, Myoui, no quiero saber más de tu jodida existencia—bramó el chico con nombre Jungkook provocando que, Mina confundida alejara sus manos de su cuerpo dándole la posibilidad de huir de aquella extraña escena que ambos jóvenes habían montado.
La japonesa observó a su hermano, el cual no dejaba de quejarse por la agonizante sensación de dolor que debía estar envolviendo su lastimado cuerpo.
—Tu solito te lo buscaste Dongsaeng —Mina repitió las mismas palabras que alguna vez el menor osó en comentar, sintiéndose tan jodidamente bien el soltarlas que, no pudo evitar saborear el sonido del jadeo de sorpresa que el joven soltó como si se tratase de un verdadero platillo de comida.
La pelinegra giró sobre sus talones dejando al menor aun abatido sobre el sucio suelo del lugar, la muchacha se maldijo en el instante que sus ojos se encontraron con un par castaño; Nayeon la observaba sobre las gradas mientras que estaba siendo malditamente acompañada por la desagradable presencia de Do Kyungsoo, Mina apretó su quijada notando como el joven de cabello oscuro le hablaba de forma animada, aunque, la realidad de las cosas era que la coreana estaba realmente concentrada en las facciones de la menor que en lo que el coreano le estaba comentando.
Mina esbozó una sonrisa sarcástica mientras alzaba una de sus cejas, estaba furiosa, ¿Nayeon la cambió por ese imbécil? Vaya idiota. La japonesa sin esperar una respuesta por parte de la desconcertada coreana, se dispuso a caminar en el sentido contrario de el lugar en que se hallaba la mayor, la pelinegra no tenía deseos de hablar con la castaña, todo anheló por querer arreglar lo que sea que se había equivocado rápidamente se había esfumado de sus pensamientos.
El timbre resonó en el edificio indicando que los estudiantes tenían que, nuevamente ingresar en sus respectivas aulas, la muchacha se dispuso a dirigirse hacia aquel lugar sino fuese porque el sonido de su teléfono indicando una llamada entrante la hizo detenerse. Mina sentía una penetrante mirada fija en su espalda, la extranjera era más que consciente de la responsable de aquella sensación, así que estaba completamente segura que no se giraría para ver la dura mirada de Nayeon fija en su cuerpo.
Mina frunció el ceño al leer el nombre de una de las rubias resaltando en la pantalla, sin mayores complicaciones la joven deslizó su pulgar aceptando la llamada.
—¿Dónde estás? —preguntó Momo logrando que la japonesa frunciera el ceño comenzando a caminar hacia un lugar alejado de la mirada de la mayor.
—¿Hola, como estás? Yo bien, gracias por preguntar Hirai...—comentó Mina mientras rodaba sus ojos observando como la coreana pasaba cerca suyo observándola con aquella penetrante mirada castaña sumergida de ¿Celos? ¿Enojo? La joven no podía descifrarlo con tanta facilidad—respondiendo a tu pregunta, estoy en el instituto, se supone que debo estudiar para ser alguien en la vida—respondió ante lo obvio escuchando el suspiro por parte de la rubia.
—Espérame afuera, tenemos que hablar—comentó Momo logrando atrapar la curiosidad en la extranjera.
—Ya... ¿De que tenemos que hablar según tu? —cuestionó Mina mientras que, rápidamente caminaba hacia las puertas principales pasando por el largo pasillo en dirección de la salida—te acabo de comentar que tengo que estudiar para ser alguien en la vida y tu me ordenas que debo perder clases, ¿Es en serio Momoring? —comentó soltando una risa a medias, sin poder creer que, verdaderamente la joven del otro lado le estuviese pidiendo aquello.
—No puedo soportarlo Minari, debes saber la verdad, cuando nos veamos te lo diré—confesó Momo para luego simplemente finalizar la llamada dejando a una japonesa aun mas confundía de lo que ya estaba.
Mina caminó rumbo la salida con el teléfono aun adherido a su oreja, las palabras de la rubia retumbaban en su cabeza, ¿Qué no soportaba? ¿Qué era tan importante para tener que saltarse las horas de clase? La muchacha no dejaba de cuestionarse los diferentes escenarios donde ella era la protagonista, ¿Qué sabia Momo que ella desconocía? Aquella era la pregunta que más dudas le traía, porque era cierto, aquella rubia conocía cosas que, aunque le gustase a la pelinegra saber, está jamás sería consciente de aquello.
La japonesa abandonó con facilidad el edificio donde estudiaba, rápidamente introdujo sus manos en el interior de sus jeans tiro alto, observando con verdadera impaciencia la entrada de los autos. Luego de un par de minutos de espera un auto de color negro oscuro se dirigía hacia su dirección con una velocidad moderadamente alta, por instinto la pelinegra dio un par de pasos hacia atrás observando como el desconocido hacia una extraña maniobra casi arrollándola en el proceso. Mina con sus párpados dilatados observó como la puerta del copiloto se abría dejando ver a una despeinada rubia al volante.
—¡Sube! —ordenó Momo notando como la japonesa se reía de ella para luego simplemente negar con su cabeza—¡Te he dicho que subas!
—¿Estás loca? Manejas como el culo, y yo a pesar de todo amo mi vida—contestó Mina notando como la rubia apretaba la quijada—agh, está bien, pero vas a maneja como anciana—pidió mientras se adentraba en el vehículo tomando rápidamente el cinturón de seguridad para aferrarse a él—lo digo en serio, Momo, no sé quien te dio la licencia, pero estaba jodido de la cabeza.
La rubia rodó los ojos para luego dar marcha hacia atrás abandonando rápidamente el lugar.
—Soy una persona adulta y responsable Minari—replicó Momo ganándose un par de carcajadas por parte de la japonesa—bueno... tal vez solo soy adulta, pero ese no es el caso a tratar, si maneje mal fue porque quería llegar rápido—se excusó mientras mantenía sus ojos fijos en la carretera.
—¿Y que sacabas con llegar rápido si me arrollabas en el proceso? Casi muero por tu culpa—contesto Mina observando como Momo apretaba sus labios sin saber que decir—¿Me dirás la razón de mi huida? Espero que valga la pena para tener que saltarme literatura—cambió de tema estando verdaderamente interesada por saber que era lo que tan nerviosa mantenía a la joven a su lado.
La mayor giró su rostro observando por un par de segundo a la pelinegra, sus intranquilos ojos se posaron en la oscura mirada de la menor notando la curiosidad reflejada en aquel par. Momo apretó su quijada mordiendo sin llegar a lastimar su lengua, necesitaba soltarlo, ¿Pero como se lo diría sin hacerla enfadar? La rubia suspiró echando su espalda hacia atrás mientras que continuaba manejando con completa "Tranquilidad".
—¿Y bien? —cuestionó Mina alzando una de sus cejas hacia la mayor.
—Te lo diré, tranquila, pero primero quiero estacionarme—se excuso la muchacha notando la mirada incrédula de la pelinegra posada en su cuerpo.
—Bien—contestó Mina sin estar del todo de acuerdo con lo que la conductora había dicho.
La japonesa se cruzó de brazos observando por la ventana como los edificios brillaban ante el reflejo del sol que los golpeaba. Mina suspiró posando sus ojos en cada persona que pasaba por la vereda sumergida en sus propios pensamientos. Luego de un par de minutos que, para la pelinegra se le habían hecho eterno Momo tomó la decisión de aparcarse justo al lado de un pequeño parque infantil.
—Se que será difícil desde ahora, pero tienes que saber que Nayeon te ama—comenzó hablar Momo logrando llamar la atención de la pelinegra, quien, más que confundida frunció su entrecejo intentando entender que era lo que la joven le estaba confesando—y quiero que entiendas que lo que pasó fue un estúpido error de su parte que, espero de todo corazón que no vuelva a suceder.
Mina parpadeó completamente confundida notando como la rubia continuaba hablando. La japonesa se tomó su tiempo en comprender lo que la mayor le intentaba decir, realmente comenzó a pensar los posibles errores que Nayeon hubiese sido capaz de cometer, pero si era sincera, la joven no tenia ni puta idea de que era lo que había sucedido.
La pelinegra cerró por un par de segundos sus ojos alzando sus dos manos hacia el aire logrando hacer callar a la rubia.
—Momo, sinceramente no tengo ni la menor idea de que me estas hablando, ¿Podrías ser más clara? —pidió Mina en el instante que volvió a abrir sus párpados observando la desesperación reflejada en las facciones de la mencionada.
—Hablo del jodido embarazo de Nayeon—admitió Momo logrando que aquellas palabras abofetearan la realidad de la japonesa—ella no quiso serte infiel Minari... ella realmente te ama.
Pero a Mina no le importaba aquella "Infidelidad" porque ella sabía que Nayeon jamás le haría una cosa como esa, así que simplemente tragó saliva observando la nada misma completamente estupefacta por lo anteriormente mencionado, debía ser una broma, tenia que tratarse de aquello, pero ¿Y sino lo era? Al fin y al cabo, jamás vio el test. La pelinegra jadeó llevándose las dos manos a la boca, ¿Cómo se le pudo pasar aquello en alto? Que estúpida era.
—¿E~Embarazada? —preguntó Mina sintiendo sus ojos arder.
La rubia la observó sorprendida estirando su torso para tratar de reconfortarla, porque la pobre estúpida creía que Mina lloraba por la infidelidad inexistente.
—Se que será difícil, pero tienes ser fuerte—aconsejó Momo, si hubiese sido otro momento, otro contexto, lo mas seguro es que la japonesa se hubiese mofado en su rostro tachándola de ingenua, pero ahora, la sorpresa y la emoción le habían dejado completamente estática en su sitio.
—¿M~Me puedes llevar a mi hogar? —pidió Mina sintiendo como Momo se alejaba de su cuerpo para luego simplemente asentir con la cabeza.
Mina necesitaba verlo con sus propios ojos, necesitaba comprobar que aquello que la rubia le confeso era verdad.
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