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orgullo caído, corazón lastimado.

Narrador omnisciente:

Luego de lo sucedió con Chaeyoung, la joven pelinegra no consiguió obtener ningún tipo de contacto con la joven durante los primeros días, la japonesa debía admitir que extrañaba la cálida personalidad de la menor, echaba de menos la simpatía de la coreana, de su buen optimismo para ciertas cosas, de su bonita sonrisa que jamás abandonaba su rostro, aun cuando recibía las peores noticias de la vida. Chaeyoung en sí, era el ser más bueno y puro que alguna vez la extranjera pudo conocer, y ahora por su estúpida culpa la había lastimado, la hirió y rompió por amar a una mujer que no le podía corresponder, dejó que sus lastimados sentimientos atacaran a la coreana deseando de aquella forma poder amortiguar su corazón destrozado, aquel frágil órgano latente estaba lo suficientemente desesperado por un poco de atención que, ni siquiera le había importado rechazar aquella tentadora oferta que la joven Chaeyoung había osado en proponer. Lo arruinó, lo arruinó todo por culpa de Im Nayeon.

Mina suspiró apoyando su codo sobre la fría mesa de metal, sus oscuros ojos viajaron por el comedor del instituto deteniéndose en las bellas facciones de la castaña, su corazón se estrujó a la vez que se le formaba aquel característico nudo en la garganta. Ahí estaba Nayeon, envolviendo sus delicados brazos sobre el cuello del joven Do Kyungsoo, rápidamente los celos y el dolor envolvieron los pensamientos de la pelinegra quien, de forma cruel y masoquista mantuvo su triste mirada en aquella pareja. La japonesa quiso llorar, deseó estar en su habitación para envolver sus piernas contra su pecho y sollozar en silencio, de liberar toda la agonía que solo Nayeon había sido capaz de causarle.

Luego de un par minutos la joven suspiró a la vez que agachaba su mirada posando sus apagados ojos en el platillo de comida, de repente se le había quitado el hambre, así que, con rapidez, la muchacha se colocó de pie tomando aquel recipiente entre sus manos.

Mina no tenía amigos, la joven siempre se encontraba sola o en compañía de Chaeyoung, tristemente para ella Nayeon prefería estar con su grupito o con su novio que pasar tiempo con la japonesa, aquello muy en el fondo le dolía a la extranjera, Nayeon solía decirle que eran amigas, que eran mejores amigas, pero entonces, ¿Por qué no se atrevía a hablarle? ¿Por qué solo podían relacionarse afuera, alejada de las miradas juzgadoras? La pelinegra bufó comenzando a caminar hacia el tacho de la basura, para su mala suerte un fuerte golpe en el hombro le provocó soltar la bandeja seguida de tropezar con sus propios pies, si no fuese porque se encontraba cerca de la pared y mantenía buenos reflejos lo más seguro es que su bonito rostro hubiese impacto sin piedad contra el frío suelo.

La japonesa gruñó sintiendo la furia fluyendo por sus venas, con la mandíbula tensada y los puños cerrados la joven se giró escuchando las fuertes carcajadas retumbando en aquellas cuatro paredes, Mina se hallaba tan furiosa que, ni siquiera había permitido a su corazón estrujarse al notar la carcajada de Nayeon, simplemente flexionó sus rodillas tomando el balón con una de sus manos para luego levantarse comenzando a caminar en dirección del causante de su molestia.

Mina notó como la sonrisa se borraba en los labios de Nayeon, quien, al notar a la persona que había sido víctima de su novio, no pudo evitar sentir sus pulsaciones acelerarse, parecía una niña recién conociendo la emoción que sus hormonas podían ejercer contra su voluntad, sentía que, nuevamente había vuelto a sus catorce años. La coreana realmente se sentía sofocada por aquella japonesa que se acercaba con pasos firmes hacia su dirección. La castaña tragó saliva al notar como la pelinegra caminaba alrededor de la mesa para plantar con firmeza el balón contra el abdomen de su novio escuchando un fuerte jadeo desprendiendo de los labios del joven.

—A la próxima, si tu cerebro de mono te obstruye las neuronas golpéate contra la mesa—habló Mina notando como el silencio rápidamente reinaba el lugar, volviendo el ambiente lo suficientemente incómodo para la coreana que observaba todo al lado de Do—… pero a mi déjame en paz—finalizó sus palabras siendo capaz de oír el murmullo de los estudiantes.

El pelinegro dió grandes bocanadas de aire mientras se colocaba de pie estirando su mano para atrapar con brusquedad el brazo de la japonesa, logrando que, de forma bruta la muchacha detuviera sus pasos.

—¿Y qué me harás si no lo hago?—preguntó Kyungsoo con arrogancia provocando una sonrisa burlona por parte de la pelinegra.

El coreano mantuvo el ceño fruncido al notar la bonita sonrisa de la japonesa envuelta en su atractivo rostro, se desconcertó por completo al notar como la muchacha se giraba dando uno que otro paso hacia su dirección, llegando a colocarlo de los nervios.

—Te golpearé donde más te duele…—alzó la voz la japonesa terminando por acercarse al muchacho—en tu inexistente ego masculino—susurró lo último a la vez que sus ojos se desviaban en el bonito rostro de la coreana—si tan solo supieras lo que hace Nayeon en mi cuarto—insinuó logrando un gruñido por parte del pelinegro seguido de un fuerte empujón.

—Vete a la mierda puta lesbiana—escupió Kyungsoo al percatarse de la mirada de la joven, rápidamente sintió su sangre hervir ante la burlona sonrisa de la japonesa teniendo la maldita necesidad de herir a la muchacha—ella jamás te vería de la forma que me ve a mí, ¡La única razón por la que te habla es porque siente lastima por tu existencia!—alzó la voz logrando golpear el sensible corazón de la japonesa—ella siente pena por ti, fenómeno… todo el mundo te tiene lastima—se burló ganándose un fuerte derechazo por parte de Mina.

Nayeon entreabrió sus labios colocándose rápidamente de pie al ver el cuerpo de su novio colisionar contra la mesa, con velocidad la joven notó a la japonesa acercarse al pelinegro plantando nuevamente sus huesudos nudillos contra su quijada logrando oír el seco sonido del impacto siendo acompañado por el chillido desprendido de los labios del mayor. La coreana sintió la desesperación envolviendo su pobre corazón al percatarse de los amigos de Kyungsoo. Nayeon quiso interponerse, salvar a la pelinegra de las garras de aquellos bravucones, pero, aunque lo deseaba de todo corazón proteger a la joven, no hizo nada al respecto, simplemente se quedó en un completo silencio observando atentamente como los amigos de su estúpido novio comenzaban sin ningún tipo de piedad a golpear a la extranjera.

Mina cayó de rodilla contra el suelo sintiendo el puñetazo de uno de los jugadores dando con certeza en su quijada, la muchacha cerró los ojos sintiendo el dolor envolviendo las facciones de su rostro, dándose rápidamente por vencida de la pelea. De repente, para su sorpresa sintió unos suaves brazos envolviendo su anatomía protegiéndola de todo golpe que osaban en dirigirse a su magullado cuerpo, por una milésima de segundos pensó en Nayeon, pero como en su vida nada era perfecto escuchó la decidida voz de su salvadora.

—¡No! ¡Ni se les ocurra volver a tocarla!—ordenó Chaeyoung mientras colocaba la cabeza de la japonesa contra su pecho.

A pesar de todo Mina se sentía segura en sus cálidos brazos, protegida del daño que había causado la existencia de Nayeon. Mientras tanto, la susodicha apretó sus puños al notar la protección que Chaeyoung estaba ejerciendo en el cuerpo de su extranjera, los celos y la molestia rápidamente hicieron acto de aparición tomando todo el valor que sus pensamientos retenían para acercarse a las jóvenes y tomar con brusquedad el brazo de uno de los jugadores, el cual, estúpidamente había decidido elevar su puño para golpear a su Minari.

—La tocas y te dejó estéril imbécil—amenazó Nayeon sabiendo muy en el fondo que la japonesa debía estar haciendo una mueca, al ser una de las testigos más fidedignas de sus amenazantes palabras.

El chico guardo silencio para luego dar un par de pasos hacia atrás, rápidamente Nayeon parpadeo completamente confundida ante sus palabras, ¿Realmente lo había dicho? Estupefacta y con el corazón a punto de salir de su tráquea la muchacha giró su rostro siendo incapaz de observar a las dos jóvenes detrás suyo. Con suavidad la coreana estiró sus manos tomando el brazo de su novio para colocarlo sobre sus hombros.

—No vuelvas a tocar a mi novio, Sharon—escupió Nayeon sonando lo suficientemente ruda para hacer creer a medio mundo del falso odio que sentía por la mencionada—vamos cariño—susurró deseando estar soltando aquellas palabras a la japonesa y no al idiota sin neuronas que tenía de pareja.

Mina se levantó luego de que la coreana abandonara el lugar junto con su lastimado novio, la japonesa mordió su labio soltando un fuerte jadeo al sentir las corriente eléctricas golpeando de forma dolorosa por su columna vertebral.

—Ven, te llevaré a enfermería—comentó Chaeyoung completamente agradecida de que aquella riña hubiese terminando antes de que algún profesor o directo hubiese hecho acto de aparición.

La japonesa apoyó su mejilla contra la cabeza de la coreana sonriendo a medias de la baja estatura de la joven.

—Gracias por no abandonarme—soltó la muchacha de forma sincera.

—Eres una estúpida, no puedo dejarte sola ni siquiera un par de horas—reprochó Chaeyoung aunque su voz sonaba con dulzura.

Rápidamente la muchacha agradeció que Mina no fuese capaz de ver sus sonrojadas mejillas, realmente hubiese sido vergonzoso para ella el saber que la japonesa había notado la sangre caliente instalada en sus suaves pómulos. La pelinegra no dijo nada al respecto, simplemente guardo silencio mientras ambas se dirigían por el pasillo en dirección de la enfermería, siendo Mina completamente sumergida por aquellos pensamientos que no la dejaban en paz.

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