¡No soy una niña pequeña!
Narrador omnisciente:
Mina y Chaeyoung quedaron en un silencio sepulcral luego de las palabras que la pelinegra soltó, ambas jóvenes se mantuvieron sentadas sobre el frío suelo de madera escuchando atentamente sus entrecortadas respiraciones, la japonesa murmuró por lo bajo al sentir su entrepierna dolor, rápidamente la muchacha tragó saliva intentando acomodarse en el hombro de la pequeña a su lado en un vano intento por dejar de sentir aquel incómodo malestar. Aun para su mala suerte Mina podía sentir las intensas pulsaciones que recorrían su miembro caliente, por cada sensación de escozor la muchacha insultaba en sus pensamientos la existencia De Nayeon.
De repente, una traviesa mano se apegó contra el botón de su jeans logrando que, por instinto la japonesa soltara un fuerte jadeo cerrando sus puños y apretando los párpados. Chaeyoung al percatarse de la reacción de la mayor, rápidamente alejó su inocente tacto de aquella sensible zona, sintiendo a su vez, el intenso calor que envolvía sus mejillas y las puntas de sus orejas.
—Lo siento unnie—se disculpó la menor colocando sus dos manos sobre sus muslos para tener una mayor comodidad al hacer la reverencia de disculpa—no ha sido mi intención.
La pelinegra soltó un suspiro echando su cuerpo contra los pies de su cama, se escuchó un seco sonido de su cabeza colisionando contra el borde de madera, rápidamente la coreana abrió sus ojos con fuerza llevando sus dos manos hacia la cabeza de la mayor.
—¿Unnie, se encuentra bien?—preguntó Chaeyoung desbordando preocupación ante el estremecedor sonido que el golpe de Mina ocasionó.
La japonesa se mantuvo en silencio con sus labios fruncidos ante el dolor que envolvía su cabeza, tanto era el malestar que, había olvidado por completo su escozor en la entrepierna. Mina jadeó inclinando su torso hacia adelante al sentir a la pequeña coreana subiendo a horcajadas sobre su cuerpo, la pelinegra abrió rápidamente sus párpados sintiendo su mirada siendo sumergida por el bonito par de la joven.
—¿Q~Qué haces?—preguntó Mina intentando concentrarse para no despertar a su amiguito—Chaeyoung, bájate—ordenó tragando a su vez aquella inexistente masa que obstruía su garganta—lo digo en serio—intentó sonar dura, pero lo único duro que su cuerpo transmitía era lo que se mantenía debajo de la intimidad de la coreana—Chae—jadeó en el instante que la susodicha se inclinó rozando su sexo contra el sensible miembro de la contraria.
—¿Te duele?—preguntó la menor acariciando rápidamente la nuca de la pelinegra—mmh—ronroneó logrando que todos los sentidos de la mayor se colocaran alerta—¿Qué puedo hacer para que se sienta mejor?—preguntó con una clara insinuación en su bonito tono de voz.
Mina no pudo resistirse, adhirió sus palmas contra la cadera de la coreana ejerciendo todas sus fuerzas para rozar de forma intencional su entrepierna contra la de ella. Rápidamente la escuchó jadear contra su oreja logrando un gruñido por su parte. La japonesa era consciente que aquello estaba mal, que, no debería estar jugando de aquella forma con la pobre de Chaeyoung, nadie más que ella sabía que, a quien amaba no estaba presente en esa habitación, nuevamente Mina comenzó a razonar intentando alejar a la muchacha, la pelinegra realmente no quería hacer nada con la coreana si en sus pensamiento no abandonaba la bonita imagen del rostro de Nayeon.
—No… Chaeyoung—susurró Mina en un vano intento por alejarla, teniendo como resultado algo que no estaba en sus planes—de verd…—rápidamente se calló al sentir la lengua de la menor chocando contra el interior de su boca, robándole un exquisito beso prohibido.
La japonesa jadeó moviendo sus manos hacia la espalda de la coreana, por instinto la joven intentó brindarle más comodidad a la contraria inclinando su torso hacia adelante. Mina pudo sentir las palmas de Chaeyoung adhiriéndose contra su quijada y parte de las mejillas tirando de su rostro en otro apasionado beso, la pelinegra sintió las piernas de la contraría envolviéndose contra sus caderas logrando otro excitante rozamiento de ambos sexos.
Mina no se quejó al sentir su camiseta siendo lentamente desabotonada por los traviesos dedos de la menor, no se interpuso, en el instante que sintió las yemas de Chaeyoung rosando sus senos para luego comenzar un ardiente recorrido a su abdomen hasta terminar al borde su bóxer. Se quedó ahí, estática en el momento que sus hinchados labios dejaron de devorarse de forma mutua, la mayor alzó su mirada posando sus oscuros ojos en el brillo travieso que la coreana poseía, la japonesa tragó saliva al notar las veloces manos de la contraría adhiriéndose a la tela de sus jeans, Mina era más que consciente de lo que iba a suceder, pero si lo sabía, ¿Por qué no estaba haciendo nada por detenerla?
—He deseado por mucho tiempo probar diferentes cosas con usted—confesó Chaeyoung sin perder su formalidad provocando que, muy en el interior de Mina oír aquello la encendiera más de la cuenta—¿No le molesta que lo haga, verdad?—cuestionó ganándose unos bonitos ceños fruncidos por parte de la japonesa—venga—habló levantándose del cuerpo de la contraria notando el gran bulto que, fallidamente la pelinegra intentaba ocultar.
Mina gruñó el instante que se levantó sintiendo su entrepierna dolor como el infierno, Chaeyoung al ver sus dolidas expresiones no pudo evitar estirar su mano libre para acariciar el definido abdomen de la contraria brindándole calma. La japonesa suspiró en el momento que su trasero colisiono contra el colchón, ni siquiera pudo reaccionar al sentir las juguetonas manos de la coreana apoderándose del botón de sus jeans, desabrochando el único seguro que la mantenía alejada de su miembro. La pelinegra entreabrió sus labios al sentir las manos de la pequeña Chae tomando de forma posesiva la tela de sus pantalones, tirando de aquella prenda hacia los tobillos.
Chaeyoung guardó silencio relamiendo su labio inferior al quedar frente a la única tela que la separaba de su gusto culpable, del causante de sus noches en vela.
—Chaeyoung…—llamó Mina con la voz dependiendo de un hilo ahogado, de una desesperación tan grande por alejarla que, ya no estaba pensando con completa claridad.
—Te demostraré que no soy una niña—habló la menor tomando posesión del elástico de la japonesa para luego simplemente bajar la tela exponiendo el miembro de la contraria.
—…—la pelinegra jadeó al sentir el tronco de su pene chocando contra su abdomen ante la liberación del bóxer.
Mina quiso detenerla, quiso decirle que aquello no estaba bien, que no era necesario, pero no pudo hablar, parecía que había perdido por completo el habla al sentir la húmeda lengua de la contraria chocando contra la punta de su sensible miembro. La japonesa jadeó apoyando sus codos contra el colchón mientras maldecía en sus pensamientos, aquella pecadora boca tomó posesión de su pene comenzando un fuerte pero placentero bombeo de sus labios contra el tronco de su miembro, sintiendo la húmeda y caliente lengua de la coreana acariciando su sensible cabeza inferior.
La japonesa no pudo más, sus ojos rápidamente se llenaron de lágrimas al creer que se estaba aprovechando de la menor, con toda la fuerza de voluntad que había podido recolectar posó sus dos manos contra los hombros de Chaeyoung dándole un ligero empujón para liberar su caliente miembro de su húmeda boca. La menor completamente confundida intentó acercarse de nuevo para seguir con su excitante trabajo, pero Mina ya se había decidido así que, por más que intensase acercarse a su entrepierna la pelinegra no se lo permitió.
—No—habló Mina de forma firme observando el desordenado cabello de Chaeyoung adheridos en sus sonrojadas mejillas—no te hagas esto—susurró aprovechando su confusión para subirse los bóxer y sus jeans.
—¿Hice algo mal? ¿No le gustó? Puedo mejorar—propuso apoyando sus manos sobre los muslos de la japonesa.
Mina comenzó a negar estirando sus brazos para atrapar con suavidad los antebrazos de la coreana, la japonesa no quería que ella lo hiciera, no quería que se denigrara de aquella forma.
—No, Chae, peque…—intentó la japonesa hablar siendo rápidamente callada por el chillido de la mencionada.
—¡No soy una niña pequeña! ¡Te la he chupado, las niñas no hacen eso!—contestó Chaeyoung sintiendo sus ojos escocer ante la mirada de la pelinegra.
La japonesa se levantó colocándose rápidamente de rodillas frente a la coreana, sin siquiera importarle recibir un golpe por su parte, velozmente la joven estiró sus manos envolviendo sus brazos contra el cuerpo dela contraria apegando a la menor contra su pecho.
—Lo sé, soy consciente que no eres una niña, pero… yo, yo lo siento—se disculpó Mina sintiéndose culpable de ver hasta donde había sido capaz de llegar la pequeña Chaeyoung—te quiero Chae, te quiero muchísimo, pero no vuelvas a hacerlo, te lo pido, no te hagas esto—susurró besando la coronilla de la mencionada para luego simplemente apoyar su mentón.
Volvieron a quedar en silencio, sintiendo como sus crueles pensamientos se encargaban en sumergirlas en una oscuridad que ninguna de las dos estaba dispuesta en huir.
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