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Madre e hija y un par de confesiones.

Narrador Omnisciente:

Las chicas habían dejado a la japonesa frente a la puerta de su hogar, Nayeon había insistido el quedarse para asegurarse de que todo estuviese bien en su familia, cuando Mina escuchó aquellas palabras no pudo evitar el reír, ¿Qué todo estaba bien? Se cuestionó la joven con una sonrisa socarrona envuelta en sus labios, la joven estaba sufriendo, su familia se había ido en picada mientras que, lo que sea que quedaba de cariño por su hermano menor se había esfumado por completo, ya no había familia Myoui, tan solo eran Mina y Sachiko, nadie más que ellas dos.

La pelinegra consiguió que la coreana terminase por ceder a sus palabras girando sobre sus talones para seguir el anterior camino que habían ejercidos las demás chicas.

Ahora, en el presente Mina se hallaba en el pasillo de la entrada con sus manos sudando por los nervios y los hombros completamente tensos, la jóven caminó en descalza sobre el frío suelo de madera mientras que, sus ojos viajaron inquietos por las paredes del lugar intentando encontrar rápidamente a su madre. Luego de un par de segundos la muchacha quedó en el marco de la habitación, su mirada se posó en el pequeño bulto que se había creado en el sofá, no le tomó mucho tiempo identificar la susodicha envuelta entre aquella comodidad, en realidad, lo supo de inmediato, ahí estaba; su progenitora, la mujer se hallaba envuelta en una cobija de tonos claros mientras que, entre sus manos sostenía una camiseta azul y un buzo de color rojo. Mina pudo reconocer aquellas prendas, se trataba de su camiseta y el buzo de su hermano, la joven tragó saliva sintiendo su tráquea cerrarse a causa de aquella imagen; su madre sufría y ella no había hecho nada para impedirlo.

La joven avergonzada se terminó de acercar a la sollozante mujer observando cómo su madre sostenía con todas sus fuerzas aquellas insignificantes telas.

—Mamá—llamó Mina logrando que la mujer girara su rostro observando por sobre su hombro el preocupado rostro de su pequeño bebé.

—¿M~Minari?—preguntó Sachiko intentando no sollozar nuevamente, así que simplemente se quedó ahí, estupefacta ante lo que sus ojos estaban admirando.

Se trataba de su pequeña, de su preciosa princesa frente a sus ojos, Sachiko se tomó su tiempo en reaccionar, no se la habían llevado, se dijo a sí misma intentando que, aquellas palabras fuesen lo suficiente claras en su mente para hacerla entrar en razón.

—¿No te llevaron?—cuestionó la mujer aún siendo incapaz de poder asimilar todo lo que estaba viviendo—¿Por qué no te llevaron?—siguió con su interrogatorio girando su cuerpo por completo para ver con mayor comodidad el rostro de su hija—m~mi bebé—susurró con su mentón temblando ante aquellas lágrimas que amenazaban con huir.

Mina suspiró sintiendo las palmas de su progenitora atrapando sus pómulos.

—No te llevaron—repitió Sachiko tirando del rostro de la joven para obligar a que esta se escondiera en su hombro derecho—estaba tan asustada—admitió envolviendo sus brazos sobre el torso desnudo de la joven, se mantuvieron en aquella posición, en un silencio cómodo,  pero para la desgraciada de la japonesa aquello no duró mucho tiempo—Minari...—llamó rompiendo por completo el abrazo.

—¿Sí?—preguntó la nombrada observando cómo las lágrimas comenzaban a descender por las mejillas de su madre—mamá... Por favor, no llores.

—Se lo llevaron Minari, se llevaron a mi bebé... Mi Taehyung...—sollozó el nombre de su hijo llevando sus dos manos hacia su rostro— Si tan solo, s~si tan solo no lo hubiese abofeteado, si le hubiese preguntado el cómo se sentía, tal vez, tal vez, él estaría aquí—hablaba con tal arrepentimiento que la japonesa frente a ella no pudo evitar apretar su quijada.

—Fuiste una buena madre, fuiste la mejor madre que ese imbécil pudo tener en su asquerosa vida—bramó Mina sorprendiendo por completo a la mujer que limpiaba en silencio sus lágrimas—Taehyung... Ese desgraciado... Ese imbécil—y mientras más lo insultaba, más se hacía notar el recorrido de sus calientes lágrimas descendiendo a través de sus pómulos—puto egoísta—murmuró a la vez que se sentaba sobre el frío suelo llevando una de sus palmas hacía sus húmedos ojos—caprichoso de mierda.

—Minari—llamó su madre mientras se incorporaba sobre el sofá.

Rápidamente la mujer se bajó de aquél cómodo sofá sentándose al lado de su pequeña, la observó por algunos segundos en un completo silencio dándole la posibilidad de que ella se desahogara, de que soltase todo lo que había retenido por todos estos años.

—Si me lo hubiese dicho—susurró Mina con ira, mientras que pasaba con fuerza sus puños por sus ojos, queriendo borrar todo rastro de húmedad—si me lo hubiese dicho el primer día que sintió cosas por ella... Mamá, yo hubiese hecho todo lo posible para no quererla—admitió la joven observando con dolor el rostro de su progenitora.

La mujer estiró su mano atrapando entre sus dedos el sedoso cabello de la menor, brindándole suaves caricias.

—¿Y qué pasaba con los sentimientos de Nayeon? Ella te quiere muchísimo Minari, de aquella forma bonita, de las que no se encuentra todo los días—comentó Sachiko observando cómo la pelinegra seguía limpiando su rostro—aunque te hubieses alejado, sus sentimientos por ti no se hubiesen visto afectados, ¿Entiendes eso, verdad? Taehyung tiene que aceptar que ella no puede amarlo, jamás lo hará.

La japonesa la observó en silencio, lentamente entreabrió sus labios queriendo replicar a sus palabras, ¿Pero que podría decir? Ella tenía razón, a pesar de todos, a pesar de las mil cosas que hubiese hecho para impedir sentir cosas por su amiga, de todas formas no hubiese importado si Nayeon la amaba a ella- estaba escrito en el corazón de la joven, de una u otra forma su hermano iba a salir lastimado-.

—Cielo, ¿Quieres un consejo?—preguntó su madre con calma, mientras que sus caricias provocaron que la pelinegra se recostara sobre su hombro volviendo a sentirse como una niña pequeña.

—Por favor—admitió Mina a la vez que cerraba sus párpados dejándose llevar por los suaves dedos de su madre acariciando su cuero cabelludo.

Sachiko sonrió estirando su rostro para plantar con cariño sus labios contra la coronilla de la joven.

—Si la quieres, lucha por ella, no dejes que tú hermano o cualquier otra persona se interponga entre ustedes, ¿Me has oido?—comentó utilizando su voz demandante como si la estuviese prácticamente obligando a estar con Nayeon.

La japonesa sonrió sintiendo su corazón latiendo con fuerza en el interior de su pecho.

—No quiero que te arrepientas... Es demasiado doloroso dejar de lado lo que uno siente para hacer feliz a otra persona—continuó Sachiko  exponiendo sus propios sentimientos—debes comprende que no puedes hacer feliz a todo el mundo, siempre va a existir la inconformidad, y tienes que aprender a vivir con aquello.

Mina se mordió su labio inferior sintiendo las inseguridades carcomiendo sus pensamientos.

—¿Y si solo está jugando conmigo?—preguntó la joven siendo aquella duda una de las más grande que mantenía rodando en su mente.

Rápidamente escuchó su madre reír provocando que ella frunciera su ceño completamente ofendida.

—¡Mamá! Estoy hablando en serio—admitió la joven mientras se alejaba del hombro de su progenitora observando con molestia como la mujer le sonreía.

—Nayeon ha sido tu amiga por toda su vida, ¿Sabías que hablaba de ti cuando tú no estabas? Parecía un pequeño loro repitiendo tu nombre, era realmente agotador—comentó la mujer a la vez que giraba su rostro observando hacia la pared teniendo el vivido recuerdos de la pequeña Im corriendo por su cocina mientras que el nombre de su hija brotaba de sus labios—ella te admiraba, y estoy casi segura que lo sigue haciendo.

—Su padre me odia—replicó Mina ante lo obvio logrando que su madre simplemente suspiraba.

—Im es un imbécil, la única razón por qué la que Nayeon comenzó a salir con chicos fue porque él le metió basura en su pequeña cabecita inocente—admitió Sachiko con un toque de rabia en sus palabras —pero creeme, nosotras sabíamos que Nayeon estaba loquita por ti, simplemente se demoró en darse cuenta de aquello.

La pelinegra entreabrió sus labios mientras asentía con su cabeza.

—Por eso no estabas preocupada de que Taehyung estuviese enamorado de ella, sabías que ella no iba a corresponderle—habló Mina encajando las piezas que le faltaba notando como su madre le sonría mientras movia cabeza en asentimiento.

—Pensé que era el típico amor imposible... Ams, ¿Cómo le dicen ustedes? ¿Crush?—cuestionó Sachiko notando como la japonesa asentia—pues eso, creí que sería un enamoramiento simplemente, que, cuando se diera cuenta que ella no iba a poder corresponderle simplemente lo asumiría y ya.

—Pero nunca pensaste que él se enamoraría de verdad, y que provocaría todo esto—agregó Mina observando sus manos en un vano intento por relajarse.

—Lo siento—fue lo único que dijo la mujer viéndose incapaz de comentar algo más.

Mina suspiró frunciendo a su vez el ceño, había recordado un par de cosas y sabía que aquel momento era el ideal para encontrar sus respuestas.

—Siempre creí que querías que saliera con Chaeyoung—comentó la joven girando su quijada en dirección de su madre.

La mujer mantuvo su sonrisa observando de forma soslayada a la joven a su lado.

—Necesitaba saber si te gustaba la bonita Chaeyoung o Nayeon—respondió con simpleza mientras que se encogía de hombros—...—suspiró girando su rostro para ver el rostro de su hija, Mina era hermosa y aquella mujer lo sabía perfectamente—solo quería que fueses feliz, quería que alguien te amará por quien eres, que te hiciera reír y supiera cuan afortunada había sido por tenerte a su lado—confesó a la vez que sus ojos se cristalizaban—queria eso para ambos, pero fallé, me equivoqué, lo admito debí decirle a Taehyung, debí advertirle, pero creí estúpidamente que él tenía que pasar por ese proceso, porque yo también tuve su edad y debí pasar por la primera desilusión amorosa.

Mina había dejado la rabia e ira de lado, ya no quería más odio en su interior, su madre se había destruido, se había equivocado, pero era humana y debían ser perdonada.

—A pesar de todo no lo odio—confesó la joven agachando su rostro—es mi hermano, no puedo odiarlo—susurró observando sus enrojecidas palmas—y creeme, lo he intentado, pero cada vez que pienso en ello lo único que se me viene a la mente es el pequeño Taehyung que me esperaba todos los días en la entrada principal para que jugará con él a los piratas...

—Él amaba los piratas—comentó la mujer sonriendo con nostalgia por los bonitos recuerdos que se habían creados años atrás.

Mina apretó sus labios odiando el hecho de estar hablando del menor como si hubiese muerto, pero más que odio, se trataba de miedo, no quería perderlo, no, cuando no habían tenido el tiempo suficiente para conversar las cosas.

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