Fenómeno
Narrador Omnisciente:
Nayeon rápidamente tomó asiento a la primera clase de su largo calvario estudiantil, sus ojos se posaron por un par de segundos en el vacío puesto de al frente, sintiendo aquel característico pinchazo en su corazón ante sus crueles pensamientos que la culpaban por la ausencia de la pelinegra -Le echaba de menos y eso que solo llevaba tres días sin verla- lentamente se hundió en su puesto ante el sufrimiento que comenzaba a torturarla sin tener algún indicio de querer dejar de hacerlo, la castaña cerró sus ojos por un par de segundos intentando acostumbrarse a aquel vacío que se adueñaba de sus pulmones, ¿Tanto le dolía? Se preguntó deseando tener una respuesta concreta ante aquella duda. De repente, su cuerpo reaccionó estremeciéndose ante la fuerte voz de su profesor, aquel buen hombre fue su boleto de salida ante aquella agonía que la envolvía, con lentitud abrió sus párpados fijando su apagada mirada en aquel canoso adulto prestando rápidamente atención a lo que él comentaba con sumo interés.
Luego de casi dos horas de sufrimientos, el timbre resonó en las viejas paredes del edificio dando el paso para que, marejadas de estudiantes salieran de sus respectivas aulas, mientras tanto, la coreana esperó con paciencia a que el cúmulo de hormonales abandonaran la pequeña habitación. Rápidamente se puso de pie, recogiendo con calma sus cosas para luego posar su bonito bolso sobre uno de sus delicados hombros, por instinto se quedó observando el vacío puesto-el cual hace unos días atrás la japonesa ocupaba- ¿Por qué se quedó quieta? Se cuestionó, aun sabiendo que una parte de ella anhelaba esperar a la pelinegra, aun siendo más que consciente que aquella muchacha no había asistido a clases.
Luego de sentirse estúpida, pero sobretodo avergonzada de quedarse de pie observando con determinación el vacío banco, la joven sacudió su cabeza disponiéndose a ser una más del montón en salir de aquella calurosa aula. Nayeon mordió su labio agachando la mirada, sus pensamientos se hallaban fijando de aquí hacia allá, culpándola más de una ocasión por el dolor que el corazón de la menor debía estar padeciendo. De repente, su anatomía colisionó contra otra provocando que su cuerpo se tambaleara y su bonito bolso terminase por hacer contacto con el sucio suelo del lugar, los músculos de sus hombros se contrajeron al sentir unas fuertes manos posadas alrededor de sus huesos, estaba asustada, el mal presentimiento de que se trataba de su ex novio comenzaba apoderarse de sus pensamientos colocándola de los nervios.
—¿Noona, se encuentra bien?—preguntó Taehyung completamente preocupado, provocando que la contraria alzara su mirada al oír su dulce voz hablándole con calma—¿La he lastimado? Lo siento mucho, iba distraído, no la he podido ver antes que su bonito rostro golpeara mi pecho—agregó disculpándose para luego soltar una suave carcajada al terminar de hablar.
Taehyung estaba avergonzado de sus propias palabras, casi intimidado por la forma en que Nayeon lo estaba observando no le quedó más remedio que girar su rostro intentando enfocar aquel bonito par de ojos en cualquier parte del pasillo menos en la felina mirada que la mayor poseía.
—Estoy bien, gracias por preocuparte—contestó Nayeon observando cómo el joven frente a ella mantenía su rostro girado, exhibiendo una pequeña parte de su quijada sonrojada—¿Taehyung?—preguntó logrando que su voz fuese con un mar calmante para el joven avergonzado.
El japonés creyó firmemente que su nombre jamás había sonado tan bien en los labios ajenos, por instinto se giró encarando el rostro de la mayor, se sentía valiente, tal vez, el éxtasis de oír a la castaña llamándolo le habían dado la dosis necesaria para dejar la vergüenza de lado.
—¿Sí?—preguntó el castaño notando como la joven frente a él comenzaba a juguetear con sus manos en una actitud para el gusto del menor; adorable—¿Qué sucede?—insistió teniendo la necesidad de saber qué era lo que pesaba por la mente de la muchacha.
—¿Mina ha estado bien?—preguntó Nayeon sin saber que sus palabras habían lastimado el noble corazón del contrario—Es que no vino a clases—agregó intentando sonar un tanto despreocupada.
El castaño la observó soltando rápidamente un suspiro, sintiendo las suaves palabras de la mayor como una fuerte bofetada a su realidad.
—Sinceramente. . . Ella se ha estado comportando extraño, o sea, Noona en sí es rara, pero estos días se ha comportado peor, ni siquiera ha querido salir de su habitación—confesó Taehyung mientras se cruzaba de brazos—¿Quieres. . .—dejó la pregunta al aire sabiendo muy bien que no debería invitarla.
—¿Quiero qué?—cuestionó Nayeon a la vez que alzaba una de sus cejas notando como el menor tragaba saliva.
—Podrías venir hoy a casa... digo, podría pasar a ver a Noona, supongo que le agradaría tu visita—invitó observando como la castaña agachaba la mirada declinando rápidamente su invitación—oye... Nayeon—llamó siendo esta la primera vez que la llamaba por su nombre, perdiendo toda la formalidad que lo caracterizaba—mi hermana está sola, y tú eres su amiga, no deberías dejarla en estos momentos—se excusó sorprendiendo a la coreana por sus "adultas" palabras, aunque la realidad era que él deseaba estar lo más cerca de su crush.
Fue el turno de Nayeon de tragar saliva, sin saber muy bien que decir ante las duras palabras del menor, ¿En qué momento el pequeño había crecido? Se cuestionó viendo con fijeza como el castaño mantenía firme su mirada.
En realidad, aunque por fuera Taehyung se viese con tranquilidad, por dentro estaba chillando como una pequeña niña haciendo contacto con su primer crush.
Taehyung estaba haciendo todo lo posible para que Nayeon no lo viese como un niño, él era un hombre-o eso pensaba-.
—No debería...—intentó la castaña nuevamente negar la oferta, pero al ver como el japonés la observaba no le quedó más remedio que aceptar—está bien, ¿Me esperas a la salida?—preguntó siendo completamente inconsciente en lo que había causado en el menor.
El timbre nuevamente sonó sacando de aquella empalagosa burbuja que solo Taehyung estaba viviendo, notando rápidamente como la coreana lo observaba.
—S~Sí—tartamudeó el joven para luego girarse sin antes tomar toda la valentía que le quedaba acercando velozmente sus labios contra la mejilla de la mayor—adiós Noona—se despidió siendo completamente formal en sus palabras.
Extrañada Nayeon agitó su mano manteniendo su ceño fruncido, a veces, solo a veces, Taehyung podía ser muy extraño.
Pasaron las horas, los cambios de aulas comenzaron a ejecutarse dejando a la mayor observando con nerviosismo el reloj posicionado sobre la pared. Estaban por marcas las cuatro y un cuarto, tan solo le faltaban cinco minutos para poder huir en dirección de su amada.
Sin continuar con aquella tortura de clases, el timbre sonó logrando que, por primera vez Nayeon fuese capaz de salir del aula siendo una de las primeras. La castaña prácticamente corrió hacia las grandes puertas que daban el exterior del edificio, sus pensamientos se encontraban flotando sobre el rostro imaginario de la japonesa, olvidando por completo la existencia del japonés. Por despistada, la coreana volvió a chocar contra el cuerpo ajeno, siendo esta vez lo suficientemente fuerte para que su trasero conociera el suelo del pasillo, rápidamente sintió unas suaves manos tomando su muñeca tirando de aquellas extremidades. Su respiración quedó atrapada en su garganta en el momento que su cuerpo quedó adherido al desconocido dejando su rostro peligrosamente cerca de los labios ajenos.
—Vamos—susurró Nayeon completamente aterrada de saber que, por accidente casi besaba al castaño.
Taehyung se sonrojó a la vez que asentía con su cabeza tomando rápidamente la decisión de alejar su tacto del cuerpo de la mayor. Ambos jóvenes caminaron por las calles de la cuidad siendo envueltos por el incómodo silencio que el recuerdo de su cercanía les había causado. Nayeon no podía dejar de maldecir en sus pensamientos lo que había sucedido, ¿Cómo no se fijó? Por poco provocó un beso que ninguno de los dos-o eso pensaba ella-querían que sucediera. Mientras tanto, Taehyung intentaba no saltar como un pequeño animalito ante el recuerdo de su cercanía con su crush, casi se besaban, como le hubiese gustado que ese casi no existiera.
Luego de un par de minutos más, ambos jóvenes llegaron a la casa siendo Taehyung el primer en ingresar en la vivienda. Nayeon sintió su corazón apretarse ante el silencio que la golpeó de repente, la castaña infló sus mejillas en un vano intento por relajarse, se sentía intimidada por aquel conocido lugar, como si fuese su primera vez estando ahí.
—Noona, debe estar en su habitación—comentó Taehyung deseando de una forma muy egoísta, que la mayor no fuese donde su hermana y que en vez de eso, prefiriese estar a su lado—si no te abre, aquí tienes la llave—agregó estirando su mano para tocar el dorso de la castaña sintiendo olas de calor golpeando por todo su cuerpo.
Nayeon sonrió un tanto incomoda mientras murmuraba un pequeño "Gracias", sin decir más, la joven se giró intentando no quedar por más tiempo con el castaño. Lentamente comenzó a subir los peldaños sintiéndose cada vez más pequeña ante la idea de saber, que, a tan solo un par de pasos más se hallaba la pelinegra-una furiosa japonesa-.
Luego de caminar por el largo pasillo por fin se encontraba frente a la puerta de madera, pensó seriamente la idea de tocar la puerta, pero rápidamente aquel pensamiento era desechado al sentir olas de malas reacciones por parte de la menor. La coreana sabía que era estúpido, que podía hacer otras cosas menos aquella loca idea, pero estaba desesperada, realmente necesitaba ver a la japonesa.
Mina se encontraba recostada sobre su cama con su rostro enterrado sobre la almohada, se hallaba inmóvil, con los párpados cerrados y los pensamientos volando en negatividad. De repente, su corazón dio un fuerte brinco al sentir un peso sobre su espalda, su mente se quedó en blanco mientras que su mentón comenzaba a temblar ante la firme idea de que la violarían.
—Lo siento Minari—susurró Nayeon aferrando sus manos en la cintura de la contraria.
Aquellas palabras lograron que el miedo y pavor se esfumaran por completo dejando que, nuevamente la ira envolviera sus acciones.
—¡¿Qué mierda te pasa?!—vociferó Mina levantándose rápidamente del colchón sorprendiendo por completo a la castaña que se hallaba aferrada a su espalda—¡¿Qué tienes en el cerebro, idiota?! ¡¿Aire?!—cuestionó liberándose del agarre de la muchacha para luego simplemente girarse propinándole un fuerte empujón a sus hombros—¡Vete, y deja de joder!—ordenó volviendo ejercer la misma acción—¡Largo!
Nayeon sintió su mentón temblar mientras que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, la joven era consciente que había una pequeña posibilidad de que la menor hubiese actuado de aquella manera, pero sinceramente, pensó que no pasaría, en su mente imaginaria, creyó firmemente que Mina esta vez, si la escucharía.
—¡DEJALA EN PAZ!—gritó una tercera voz logrando sorprender a las jóvenes, Mina se giró con los puños cerrados al ver a su pequeño hermano observándola con desprecio—¡¿Qué mierda te sucede?!—cuestionó logrando oír un jadeo por parte de la japonesa, quien luego de soltar aquello guardó rapidamente silencio sin saber muy bien como replicar sus palabras—¡Si tienes un problema contigo misma ,pues soluciónalo, pero ni se te ocurra volver a faltarle el respeto a Nayeon! —ordenó golpeando con tanta brutalidad el frágil corazón de la castaña que ésta no tuvo más opción que tragarse sus sollozos—ahora entiendo por qué te dicen fenómeno...—escupió con tanta agresividad que Mina sintió sus piernas flaquear.
Los puños de la pelinegra se cerraron perdiendo por completo el control, mientras que intentaba tragarse aquellas lágrimas que amenazaban con salir.
—¡Taehyung, es tu hermana!—habló Nayeon notando como la japonesa se giraba observando rápidamente sus ojos sin vida haciendo contacto con los suyos—me merezco sus palabras... Mina—susurró lo primero para luego alzar su voz intentando que la joven nombrada le prestara atención.
—Vete de mi habitación—pidió la japonesa con la voz ahogada, percatándose como la joven no se movía—¡Vete, tú y este imbécil, largo!—perdió el control tomando con fuerza el brazo ajeno—¡Déjame en paz, Im!—suplicó sacando a la nombrada junto con su furioso hermano—¡LARGO! —gritó con tanto dolor que sus cuerdas vocales se desgarrón.
Con fuerza la joven cerró la puerta, llevando sus dos manos a la cabeza, repitiéndose una y otra vez, que ella no era un fenómeno; no, Myoui Mina no lo era.
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