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Egoísmo y mentira van de la mano.

Narrador Omnisciente:

Mina mentiría si no admitiese que se hallaba aterrada, la joven entreabrió sus labios atrapando una cantidad razonable de oxígeno mientras que, en un completo silencio observaba la soledad de su hogar, sus ojos se encontraban inquietos observando atentamente la sala principal. Se sentía sofocada, asfixiada por sus tormentosos pensamientos, aquellos que le indicaban que había cometido un error-y claro que lo hizo-.

La japonesa bufó impulsándose hacia atrás, se le hizo imposible el no gruñir ante el dolor de sus hombros, estúpidamente había ejercido más fuerza de la necesaria provocando que se lastimara la espalda contra el respaldo del sofá. La pelinegra jadeo apoyando sus codos sobre sus rodillas, sentía las pulsaciones viajar por la zona adolorida sabiendo muy bien que, aquello rápidamente se volvería un horrible hematoma.

Mina se levantó llevando sus dos manos hacia la zona del golpe, lentamente comenzó a proporcionarse masajes circulares intentando de alguna manera apaciguar el dolor, para su suerte, aquel movimiento comenzaba a surtir efecto sintiendo como sus músculos comenzaba a relajarse. La japonesa suspiró echando su cabeza hacia atrás, se quedó de pie temiendo ejercer otro estúpido movimiento que le provocase dolor.

El silencio era un suplicio, tanto así, que sentía un agudo pitido en sus tímpanos, la pelinegra pasó saliva por la sequedad de su tráquea intentando relajarse, pero no podía, sentía aquel mal presentimiento como si de una pelota de tenis se hubiese quedó atrapado en la boca de su estómago impidiendo cualquier posibilidad de poder ingerir algún tipo de alimento. Mina sintió su cuerpo temblar en el momento que escuchó la puerta principal chocar con fuerza contra la pared, sus ojos se expandieron notando como las paredes temblaron ante aquel estruendo.

La japonesa sintió como sus piernas dejaban de reaccionar impidiendo siquiera retroceder ante aquella inminente amenaza que se acercaba hacia su cuerpo. Mina entreabrió sus labios al oír unos vibrante pasos dirigiéndose hacia la habitación, cada paso provocaba que las paredes temblaran mientras que su corazón bombeara como desquiciado. La pelinegra jadeó en el momento que observó ingresar al desconocido, sus párpados se abrieron de golpe, ante la sorpresa de ver a su hermano completamente furioso.

Taehyung, mantenía la mirada perdida, su corto cabello castaño se hallaba completamente alborotado, mientras que, aquella ira comenzaba a sacar lo peor de él. La pelinegra dio un par de pasos hacia atrás observando atentamente como los orificios nasales del menor se expandían y cerraban con una fuerza descomunal, velozmente subió la mirada chocando con aquel par oscuro completamente inundado en una cólera tan grande que Mina se sentía aterrada. La japonesa se tensó en el instante que sintió sus piernas adherirse al suelo, sus pensamientos no fueron capaz de razonar ante de sentir como el japonés estampaba su puño contra su quijada.

Mina tambaleó parpadeando completamente sorprendida de sentir el ardor subiendo de su mandíbula hasta el pómulo, nuevamente entreabrió los labios queriendo hablar con el castaño, pero Taehyung, con fuerza volvió a enterrar su puño justo en las costillas. Aquel golpe logró expulsar el oxígeno de sus pulmones cerrando por completo toda posibilidad de recuperar el aliento.

Por extraño que sonase, la pelinegra no estaba intentando defenderse-aun cuando ella sabía que más de un golpe podía propinar contra su hermano-. Simplemente lo dejó, le permitió el poder de atacar su anatomía sin recibir un golpe por su parte. Mina cerró los ojos perdiendo por completo el equilibrio, el puño de Taehyung se enterró con fuerza contra su pómulo logrando que sus rodillas colisionaran contra el suelo. El castaño apretó los puños sintiendo su pecho subir y bajar con fuerza, mientras que, notaba como la pelinegra alzaba la mirada sintiendo la sangre caliente descender de sus labios y ceja, observó atentamente como su hermano daba un paso hacia atrás llevándose ambas manos heridas hacia su desordenado cabello.

—¡Defiéndete! —ordenó Taehyung actuando de una manera tan agresiva que Mina dudaba que fuese su pequeño hermano de catorce años.

La japonesa escupió la sangre que se había acumulado en su boca, para luego simplemente sacudir su cabeza en negación.

—¡Hazlo! —vociferó perdiendo por completo el control.

Mina chilló al sentir una fuerte patada dar con dureza contra su muslo, velozmente cerró sus ojos intentando distraerse entre sus pensamientos.

—¡Hazlo fenómeno! ¡Vamos, golpéame! —provocó Taehyung retrocediendo mientras observaba como su hermana se levantaba—así... muy bien—se alegró al notar como la muchacha posaba sus ojos sobre los suyos, rápidamente su sonrisa se borró al percatarse como está nuevamente negaba sus pedidos.

La pelinegra gimió al sentir las manos ajenas envolviéndose sobre el cuello de su camiseta, con dificultad tragó saliva sorprendiéndose de que el castaño fuese de su misma altura, ¿Siempre fue así? Se cuestionó perdiéndose nuevamente en sus pensamientos, como si saber de que le darían la paliza de su vida  no le importarse en lo más mínimo.

—¡Defiéndete! ¡Mierda, golpéame para no sentirme culpable! —admitió el castaño a la vez que soltaba la prenda ajena para sentarse sobre el sofá, escuchando atentamente como el cuerpo de la contraria colisionaba contra el suelo—... Nayeon llegó furiosa a su casa—comenzó hablar con tranquilidad logrando sentir la mirada sorprendida por parte de la mayor—le gritó a su padre, hasta se atrevió a empujarlo... e~ella... Dios—comentó ahogando las últimas palabras con sus manos posadas sobre los labios—ella te ama, lo dejó bien claro y te odio por eso—confesó cerrando con fuerza sus puños al recordar como la coreana había soltado aquellas palabras, teniendo como resultado el corazón destrozado del japonés.

—Lo siento —habló por fin la pelinegra observando como las lágrimas comenzaban a descender por las mejillas del menor—llevo amándola por muchos años Taehyung, yo, yo simplemente no podía aceptar la idea de que estuviese con alguien más—confesó sintiendo su cuerpo estremecerse al notar como el menor se levantaba dispuesto a propinarle otro de sus fuertes derechazos.

—¡Eres una puta egoísta! —bramó Taehyung mientras terminaba de acercarse al cuerpo de su hermana para tomar con brusquedad de su camiseta lanzándo su anatomía con toda la fuerza que tenía hacia el suelo—¡Primero papá y ahora Nayeon! ¡¿Qué más me vas arrebatar?! —preguntó con un hilo de voz provocado por el descenso de sus lágrimas.

Sin esperar una respuesta por parte de su hermana el castaño giró sobre sus talones caminando en dirección contraria de aquella triste habitación, rápidamente huyó de ahí saliendo por la puerta principal sin ningún rumbo en específico. El corazón de la japonesa se estrujó perdiendo por completo el habla, se quedó ahí, en el suelo siendo esta vez acompañada por la humedad de su llanto, jadeó al sentir sus heridas hervir ante las saladas lágrimas que se adentraban en sus cortes.

La pelinegra intentó observar su panorama teniendo la posibilidad de abrir su ojo derecho, mientras que el izquierdo se mantenía cerrado a causa de la sangre descendiendo de su ceja. La joven sin dudarlo se levantó intentando no chillar de dolor ante la agonizante sensación que envolvía sus músculos, caminó arrastrando su pie mal herido en dirección de unas de las esquinas de la habitación. En el momento que quedó frente a uno de los muebles estiró sus manos tomando la esquina de la madera para luego con fuerza darlo vuelta, con dificultad continuó con su progreso girando un par de muebles más y cojines del sofá.

Escuchó golpes provenientes de la puerta principal, cansada la joven se dejó caer contra el frío suelo apoyando su espalda sobre una de las esquinas del sofá, jadeó sintiendo sus pulmones quemando, intentó acomodarse echando su cabeza hacia atrás, mientras que la sangre continuaba su descenso manchando su quijada y parte de las mejillas.

Cerró sus ojos oyendo desde lejos como unos suaves pasos rebotaban contra el suelo de madera, eran tranquilos y livianos, como si cuya persona estuviese intentando hacer el menor ruido posible. Sus músculos se contrajeron al oír un jadeo siendo acompañado por el sonido de los pasos chocando con fuerza en el interior de su hogar.

—¡Oh por Dios, Mina!, ¿Qué sucedió? —preguntó Nayeon completamente aterrada mientras se colocaba de rodillas al lado de la pelinegra.

Los ojos de la castaña se cristalizaron estirando ambas manos hacia el rostro de su amada, se quedó ahí, con ambas extremidades alzadas sintiéndose incapaz de tocar la piel ajena. En cambio Mina, al oír la suave voz de Nayeon no pudo evitar el abrir uno de sus ojos observando atentamente como la coreana se limpiaba las rebeldes lágrimas con el dorso de su mano, la pelinegra al percatarse que la joven lloraba en silencio intentó brindarle una sonrisa pero lo único que consiguió fue gruñir completamente adolorida.

—¿F~Fue Taehyung, verdad? —preguntó la castaña con un toque entrecortado que su llanto había causado.

Mina negó con rapidez queriendo liberar a su hermano de aquella inminente discusión con la castaña, porque sí, a pesar de todo, la japonesa intentaba protegerlo.

—No... Nayeon, él no tiene nada que ver—mintió la pelinegra observando como la coreana simplemente se dedicaba a verla con sus cejas juntas—fue un ladrón... yo, yo simplemente tuve la mala suerte de estar aquí y defender mi hogar—de sus labios desbordaban con tanta facilidad las palabras que se sorprendía de que le fuese tan sencillo el mentir.

La coreana alzó su quijada dándole un rápido vistazo al lugar, percatándose que, efectivamente ahí debió ocurrir un robo.

—Quédate aquí, te traeré algunas compresas—avisó Nayeon mientras se levantaba dirigiéndose hacia la cocina.

Mina se acomodó en el suelo sintiéndose mal consigo misma, no le gustaba el mentirle a Nayeon, cada vez que le mentía a la joven podía sentir un extraño dolor instalado en la boca de su estómago. Una parte de sus pensamientos se reprochaba a si misma el estar encubriendo a su hermano, pero la parte brillante, aquella pureza que pocas veces salía hacia el exterior, le indicaba que la gran parte de lo sucedido era meramente su culpa.

Porque si ella hubiese nacido como una chica normal con gustos jodidamente normales para la sociedad, hoy en día no estaría sufriendo por el abandono de su padre y la brutal paliza que su pequeño-o eso creía ella- hermano menor había osado en propinarle contra su delicado cuerpo femenino.

La japonesa giró su rostro observando el bonito rostro de Nayeon, y con tan solo ver aquella belleza por parte de la muchacha se daba cuenta que, a pesar de todo, a pesar del agonizante dolor que sentía en su rostro y muslo, no se arrepentía el haberse enamorado de su mejor amiga.

—Eres una idiota, debiste dejar que se llevaron todo—reprochó Nayeon con su labio inferior temblando ante las amenazantes lágrimas que osaban en descender—mira cómo has quedado—susurró atrapando su labio inferior contra sus dientes en un vano intento por no sollozar ante el dolor de ver las heridas de la japonesa.

Mina gruñó apretando sus puños al sentir las húmedas gasas pasar por su delicado rostro, la pelinegra entreabrió sus labios sintiendo como la coreana dejaba las gasas usadas para tomar un par nuevo. La joven quiso gritar del dolor en el momento que una bolsa de hielo se adhirió en una de sus mejillas, pero en vez de eso, simplemente mordió su lengua sabiendo muy bien que aquel sufrimiento se lo tenía más que merecido.

Nayeon se quedó en silencio observando las muecas de dolor que el rostro de la menor ejercía al sentir el hielo pasar por sus hinchadas zonas enrojecidas. La coreana no era tonta, sabía que algo más había sucedido en aquellas cuatro paredes y que la japonesa se lo estaba ocultando, pero prefirió callar su interrogatorio, sabía que la muchacha no se encontraba de ánimos para responder sus dudas.

—Sostiene—ordenó la castaña logrando que Mina hiciese caso a sus palabras—¿Dónde más te golpearon? —preguntó observando como la joven apuntaba uno de sus muslos.

La coreana rápidamente tomó la bolsa extra que había traído posando con cuidado los fríos hielos contra el muslo de la mal herida. Mina en esta ocasión no pudo evitar el grito de dolor que desprendió desde el interior de su garganta logrando a su vez el soltar por instinto la bolsa que presionaba su rostro.

Nayeon asustada alejó la bolsa observando con preocupación cómo las lágrimas descendían del rostro de la menor.

—Se acabó—habló la coreana completamente frustrada de notar el dolor por parte de su amada—quiero saber que mierda ocurrió en realidad—ordenó observando como la pelinegra abría sus ojos completamente confundida— y ni se te ocurra mentirme Myoui, porque nadie entra a una casa a robar y desordena una sola habitación—contestó dejando a la extranjera completamente estupefacta.

Mina se quedó en silencio sintiéndose intimidada por las frías palabras de la coreana, rápidamente tragó saliva sin saber si estaba aterrada por la confesión o por si la castaña al oir su verdad la terminase por odiar.

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