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Celos controlados, provocaciones aseguradas.

Narrador Omnisciente:

Luego de una ardua hora en el instituto, la japonesa había llegado a su hogar con su mochila colgando sobre uno de sus hombros, rápidamente ingresó en el lugar cerrando la puerta tras de sí. Con la pereza apoderándose de su cuerpo, apoyó la punta de su zapato derecho contra la parte trasera del izquierdo liberando rápidamente sus pies de la presión que estos le envolvían, con total libertad golpeó los zapatos contra la esquina del lugar lanzando a su vez su mochila oscura. Mina elevó sus brazos intentando liberarse del cansancio, estaba agotada, realmente se hallaba completamente desganada.

La japonesa cerró sus ojos en el momento que sintió el sueño apoderándose de su cuerpo, tanto tiempo viviendo en aquella casa le dio la facilidad para caminar sin tener la necesidad de ver hacia donde se dirigía.

—Oh, hola Noona—saludó Taehyung en el instante que notó a su hermana ingresando en su campo de visión, el chico frunció el ceño al percatarse como la pelinegra pasaba de él recostándose velozmente sobre el sofá—¿Estás cansada?—preguntó mientras veía el rostro de la japonesa adherido contra el cuero del sofá.

—Dongsaeng… calla ya—susurró Mina con aquel peculiar apodo que, muy pocas veces utilizaba para dirigirse al menor.

Taehyung hizo un mohín para luego simplemente echarse hacia atrás chocando su espalda contra el respaldo del sofá, se mantuvo un par de segundos en silencio pasando su bonita mirada del cuerpo de su hermana para terminar por dejarla fija en las facciones de la coreana. Sí, Nayeon se encontraba en la casa de los Myoui mordisqueando la punta de su lápiz mientras hacia la tarea del pequeño castaño. El japonés no iba negar que ver las facciones de su Noona le había dado un pequeño revoloteó en su pansa, se veía bella desde aquella perspectiva, aunque no pudo con la duda al notar el círculo rojizo en una de las mejillas de la contraria. Confundido el joven se reincorporó apoyando una de sus manos contra su propio muslo mientras se armaba de valor para estirar su otra extremidad rozando con su pulgar la piel lastimada de la mayor.

Nayeon se tensó al sentir la yema del castaño pasar por su mejilla, sus músculos se contrajeron a la vez que su mirada se alzaba para posarse por un par de segundos sobre el peculiar brillo del menor. La castaña entreabrió sus labios al notar la forma que este la observaba-lo hacía de las misma forma que la japonesa- confundida, la castaña rompió el contacto visual soltando un suave carraspeo que hizo volver a la realidad al japonés. Con las mejillas incendiadas ante su descarada acción Taehyung alejó su mano apoyando ambas palmas sobre sus muslos, siendo completamente incapaz de volver a posar su mirada en el bonito par castaño que la contraria poseía, se sentía avergonzado, intimidado por la forma en que Nayeon lo había observado antes de notar cuales eran sus verdaderas intenciones. Velozmente el castaño se dedicó a ver sus dedos sintiendo aun su pulgar hormiguear a causa de la falta de tacto de la piel de su crush.

La coreana en cambio de vez en cuando observaba al menor por el rabillo de sus ojos para luego enfocar toda su atención en el pacífico rostro de la japonesa. Nayeon apretó sus dientes maldiciendo el sueño de la pelinegra, la única razón por la que estaba haciendo todo aquello era para que la menor fuese testigo de su cambio.

—Lo siento Noona—susurró Taehyung avergonzado escuchando un "Da igual" por parte de la mayor—ams…—murmuró rascando su cuero cabelludo— ¿Debería desperta…—rápidamente el joven guardó silencio al oír un fuerte golpe provenir de la misma habitación—¡Mina!— exclamó perdiendo por completo la formalidad que lo caracteriza—…—se levantó siendo seguido por Nayeon, ambos jóvenes se acercaron hacia la japonesa la cual, al estar adormilada creyó estúpidamente que se hallaba en su cama, teniendo un desastroso final al querer girar para acomodarse—¿Está bien?—preguntó en el instante que quedó frente a su mayor estirando sus dos manos para atrapar el brazo de la pelinegra.

—Sí, lo estoy, no necesitas preocuparte Tae—contestó Mina mientras se colocaba de pie—lo digo en serio, Tae, Nayeon, no es necesario, solo fue…—velozmente cayó en cuenta quien era la otra persona que la sostenía teniendo el impulso de retroceder uno que otro paso hasta desplomarse sobre el sofá—¿Q~Qué?—cuestionó sin tener una pregunta coherente formulada en sus pensamientos.

¿Qué hacia Nayeon en su hogar? Peor aún, ¿Qué hacia Nayeon con su pequeño hermano?. Mina los observó con el ceño fruncido y la mirada completamente obscurecida, siendo incapaz de poder controlar aquellos poderosos celos que decidieron apoderarse de sus acciones colocándose velozmente de pie.

—¿Qué haces aquí?—preguntó la pelinegra con un tono moderado, realmente era sorprendente que estuviese manteniendo la calma a pesar que, en su interior se encontrase ardiendo de celos.

El timbre resonó impidiendo que la coreana fuese capaz de responder a la pelinegra, Mina mantuvo su ceño fruncido observando como su incómodo hermano hacia un extraño movimiento con sus manos indicando que iría a abrir. La extranjera se cruzó de brazo tomando una actitud desafiante, sí, quizás era su culpa por decirle que le demostrara sus sentimientos, pero vamos, jamás pensó que Nayeon lo haría, simplemente aquello no era parte de su esencia, de su personalidad.

Quizás, solo quizás, Mina no la conocía tanto como creía.

Los pasos de alguien se aproximó hacia donde ambas jóvenes estaban provocando que, la pelinegra observara sobre su hombro como su hermano menor ingresaba a la habitación con una extraña mirada de culpabilidad reflejada en sus ojos.

—Hola Mina unnie—saludó Chaeyoung en el momento que ingresó siguiendo al castaño.

La mencionada entreabrió sus labios, teniendo el impulso de volver su vista al frente para ver sí, Nayeon estaba furiosa o no. Confundida la japonesa entrecerró sus ojos sin poder creer que la coreana estuviese completamente serena ante la inesperada visita de su archienemiga. La pelinegra elevó sus comisuras- siendo aquella acción completamente imposible de controlar- al sentir el cuerpo de la menor apegándose contra su brazo.

—¿Me darías un consejo?—susurró Chaeyoung de forma suplicante mientras se colocaba puntilla para alcanzar a la japonesa.

Mina, en otro contexto se hubiese derretido ante lo adorable que podía llegar a ser la joven coreana cuando se lo proponía. La japonesa mantuvo sus ojos en la castaña notando como esta giraba sobre sus talones y con toda la tranquilidad del mundo caminaba en dirección de uno de los sofás tomando el cuaderno que reposaba sobre este para poner toda su atención en su contenido.

Está bien, esto era extraño, realmente extraño. Se dijo a sí misma la pelinegra, quien, a pesar de tener a Chaeyoung apegada a su torso suplicando por un consejo, la mayor no podía despegar su mirada del rostro sereno de la castaña. Mina se negaba a creer que la joven estaba cambiando, no por el hecho de que quisiese que ella no lo hiciese, sino más bien, porque le aterraba no ser consciente de las verdaderas intenciones de la mayor.

La japonesa suspiró al sentir como la menor tiraba de su extremidad, provocando que, a regañadientes alejara su mirada del bonito rostro de la coreana.

—Ven—habló Mina tomando la mano de Chaeyoung para tirar de ella hacia el largo pasillo que daba en dirección de su cocina.

Nayeon al oír los pasos alejándose de la habitación, no pudo evitar alzar su mirada notado la ausencia de la pelinegra y su insoportable pulga. La coreana suspiró dejando caer el lápiz mordisqueado sobre el cuaderno borrador, la muchacha estaba furiosa, toda su anatomía gritaba y le exigía que se levantara para proteger lo que le pertenecía; alejar a la japonesa de las sucias garras de la coreana era su mayor anhelo.

Taehyung en cambio se quedó en silencio observando la molestia plasmada en las facciones de la castaña, por alguna razón que desconocía verla enojada con sus ojos fijos en el vació pasillo le había dado una extraña sensación a su pecho que le desagradó por completo, rápidamente escuchó el cansado suspiro desbordar de los atractivos labios de su mayor, provocando qué, por instinto girara su rostro logrando ver con sus propios ojos el como la coreana atrapaba su carne inferior con sus bonitos dientes.

El castaño jadeó con sus mejillas tomando un adorable tono carmesí ante su amplia imaginación.

Antes de que el menor fuese capaz de soltar una estupidez que llegase incomodar a su mayor, los pasos de Mina y Chaeyoung rápidamente se hicieron notar logrando que los otros dos chicos restantes simplemente enfocaran sus vistan en cualquier parte menos el pasillo. Nayeon atrapó el cuaderno volviendo a ver los números escritos de manera desordena e incoherente sobre el papel de este, parpadeo confundida al percatarse recién ahora que todo su desarrollo estaba malo, ¿Tanto se había distraído?

—…Espero que te sirva—comentó Mina mientras pasaba su brazo sobre los hombros de la menor—te quiero y deseo lo mejor para ti—susurró en la oreja de la coreana logrando mostrar una equivocada idea a la castaña que los observaba en silencio, estrujando con tantas fuerza el lápiz que Taehyung temía que este cediera partiéndose a la mitad—¡Adiós Chae!—se despidió en el momento que llegó a la puerta principal siendo lo suficientemente educada para abrir la puerta antes de que la pequeña lo hiciese por su cuenta—¡Me llamas cuando llegues!—ordenó alzando la voz para que la joven fuese capaz de oírla.

—Mi llimis ciindi lligiis… estúpida sanguijuela—imitó Nayeon entre dientes haciendo más de una meuca de disgusto mientras insultaba a la coreana.

Taehyung frunció el ceño al creer oír a la mayor hablarle.

—¿Ha dicho algo Noona?—cuestionó el castaño ganándose un cariño movimiento de su cabello por parte de la coreana.

Mina al regresar donde los dos jóvenes restantes no pudo ocultar su malestar al ver como Nayeon había removido el cabello de su hermano, provocando que el desgraciado simplemente sonriera, como si disfrutara la atención que la castaña le estaba proporcionando. La coreana alejó su tacto del menor al sentir una penetrante mirada fija en sus facciones, satisfecha Nayeon giró su rostro alzando una de sus cejas con total diversión de notar los celos plasmados en aquel oscuro par que la pelinegra poseía.

—Me sorprendes Im, estoy muy sorprendida—comentó Mina mientras caminaba hacia el sofá que había utilizado minutos atrás—debo felicitarte, no creí que  fueses capaz  de controlarte—habló en el instante que se sentó aprovechando de cruzarse de brazos para dar una mayor intimidación.

El castaño incómodo observó la interacción de ambas jóvenes sintiéndose el mal tercio de la relación.

—…—Nayeon alzó su ceja atrapando por unos minúsculos segundos su labio inferior logrando provocativas imagines volando en los pensamientos de los hermanos Myoui—me dijiste que te lo demostrara, ¿No?—cuestionó confundiendo al menor de la habitación—dejar los celos son mi primer desafío—confesó llevando una de sus piernas sobre su muslo para dar una mejor imagen de sus tonificados muslos.

Tae jadeo perdiendo todo el oxígeno de sus pulmones, Mina fue la única en percatarse de las sonrojadas mejillas del castaño provocando que sus celos saliesen a flote.

—Tendrás que hacer mucho más que dejar tus celos—contestó la japonesa a la vez que se colocaba de pie—bájate la falda, estas con mi hermano—ordenó sin poder evitar demostrar cuan celosa se encontraba.

El rostro del castaño se iluminó de un bonito rojo, provocando que, Nayeon por fin sintiese vergüenza acomodándose en el sillón para bajar su prenda elevada.

—I~Iré…ya regreso—susurró Taehyung levantándose de su asiento para prácticamente correr hacia el baño.

—No sabes lo que provocas en los Myoui, Im—murmuró Mina sintiendo como su entrepierna también había tenido por un par de segundos la intención de despertar por completo—intenta terminar lo que sea que estás haciendo antes de que se oscurezca—comentó en alto para luego simplemente girarse sobre sus talones—adiós Im—se despidió comenzando a caminar en dirección de su habitación.

Mina no era consciente que su actitud fría y dominante también causaba cosas en Nayeon.

—No sabes lo que provocas Myoui—susurró la castaña utilizando las mismas palabras que la menor ejerció para luego simplemente subir uno de sus muslos sobre el otro en un vano intento por amortiguar aquellas características pulsaciones en su intimidad.

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