8.
El sol se alzaba lentamente, iluminando la habitación de Hyunjin con rayos dorados que se filtraban a través de las cortinas. Se desperezó y estiró los brazos, sintiendo la suavidad de las sábanas. Aún recordaba la intensidad de la noche anterior, el beso con Jeongin y la conexión que habían compartido. Sin embargo, el día prometía ser igual de caótico.
—¡Oye, Minho! ¿Hiciste el desayuno? —gritó mientras salía de su habitación, sintiendo el aroma del café recién hecho. —¡Ay, mierda! —gritó al ver como Minho se besaba con alguien quién rápido se alejó y se trataba de Félix —No vi nada, sigan en lo suyo —dijo Hyunjin, levantando las manos en señal de rendición.
Félix se acercó a él y le dijo en un tono juguetón:
—Si le dices algo a Jeongin, te mato.
Hyunjin frunció el ceño y respondió:
—Primero, no soy la paloma mensajera de tu entrenador. Segundo, no tengo problema con lo que hagan.
Minho sonrió culpablemente al escuchar esto, y Félix lo miró con una expresión seria.
—Bueno, ahora tengo que irme. Nos vemos esta noche —dijo Félix antes de salir por la puerta.
Minho asintió y se quedó solo con Hyunjin.
—¿Cuándo empezaron a…? —comenzó a preguntar Hyunjin, pero Minho lo interrumpió.
—No hicimos nada. Solo vimos una película y luego nos quedamos dormidos —explicó Minho, sonrojándose ligeramente—. Ese fue nuestro primer beso.
Hyunjin asintió, sintiéndose un poco más aliviado.
—¿Y qué hay esta noche? —preguntó curiosamente.
—Hay una fiesta en la casa de unos amigos. Y tu, deberías celebrarlo con nosotros —sugirió Minho.
Hyunjin pensó por un momento. La idea de salir y divertirse le parecía atractiva, pero su mente seguía volviendo a Jeongin.
—Está bien, iré —respondió finalmente.
La noche cayó como un manto oscuro sobre la ciudad, y los tres chicos se dirigieron a la fiesta. Al llegar, fueron recibidos por un ambiente vibrante: personas bailando, riendo y bebiendo. La música resonaba en el aire, creando una atmósfera electrizante.
Sin embargo, a pesar del bullicio que lo rodeaba, Hyunjin no podía dejar de pensar en Jeongin. Cada vez que veía a alguien besándose o riéndose, su mente divagaba hacia aquel beso compartido en el sofá. Se sirvió una bebida y comenzó a beber para calmar sus pensamientos.
De repente, escuchó una voz detrás de él:
—¡Oye, princesa! Te vi en la televisión, ¿no?
Hyunjin alzó la cabeza y se encontró con el capitán del equipo de hockey, quien le sonreía de manera arrogante.
—Supongo...
—Te ves como toda una Barbie bailando en la pista —continuó el chico, riendo.
Hyunjin alzó una ceja y respondió sarcásticamente:
—¿Golpearte la cabeza con tus compañeros te ha fundido el cerebro?
El capitán se rió ante el comentario y siguió insistiendo:
—¿Qué tan flexible eres? ¿Consigues chicas así?
Hyunjin frunció el ceño, sintiéndose incómodo ante la situación.
—No es tu asunto —respondió con firmeza.
Pero el chico no se detuvo ahí. Comenzó a tocar fibras sensibles para provocar una reacción en Hyunjin.
—He oído que tu entrenador es bastante guapo. Me pregunto cómo sería en la cam-
No pudo terminar la frase porque Hyunjin lo golpeó de inmediato. El sonido del golpe resonó en medio del bullicio de la fiesta. Los presentes comenzaron a corear “¡pelea, pelea!” mientras el capitán se recuperaba del golpe.
El chico se lanzó hacia Hyunjin, pero antes de que pudiera hacer algo más, Jeongin apareció como un rayo. Tomó a Hyunjin del brazo y lo apartó del capitán.
—Hwang Hyunjin, sube al auto si no quieres que te suspenda de todas las actividades —dijo Jeongin con autoridad.
Hyunjin protestó:
—¡Pero fue él quien comenzó!
—Me importa una mierda quién haya sido. ¡Sube al auto! —replicó Jeongin, señalando al capitán—. Y tú —dijo dirigiéndose al chico— haré que te suspendan por abuso a una persona. Tu entrenador es muy amigo mío; estoy seguro de que entenderá.
Jeongin salió de la casa arrastrando a Hyunjin tras de sí.
—¿Dónde está Félix? —preguntó Jeongin con preocupación.
Hyunjin encogió los hombros y contestó:
—No sé. Dijo que iba a salir con Minho, seguro andan revolcándose por ahí
Jeongin frunció el ceño.
—Sé que salió con ustedes dos. ¿Estás seguro de que está con él?
Hyunjin asintió con la cabeza.
—Con Minho no le pasará nada —aseguró.
Jeongin suspiró profundamente y luego miró a Hyunjin con seriedad.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿Qué clase de locura desató esa pelea?
Hyunjin se encogió un poco bajo la mirada intensa de Jeongin.
—Solo estaba tratando de disfrutar la fiesta y… —comenzó a explicar.
Jeongin lo interrumpió:
—Mira tu cara. No puedes dejar que te provoquen así. Eres mejor que eso.
Hyunjin sintió un cosquilleo en su estómago al escuchar esas palabras. Era reconfortante saber que Jeongin se preocupaba por él. Sin embargo, también había algo más profundo en su mirada que lo hizo sentir vulnerable.
—Lo sé… pero no puedo evitarlo —respondió finalmente—. No puedo dejar que digan cosas... Tuyas asi
Jeongin lo miró fijamente durante un momento antes de suavizar su expresión.
—¿Eres estupido?¿Dejaste que te destrozaron la cara por un ataque de celos?
—No son celos estaba hablando cosas indecentes y...
—¿Acaso crees que me importa si un niñito de papi y mami habla sobre mi? Hwang es estupido.
—Para mi no lo es, incluso si no fueras tú, fuera alguien más nadie le da el derecho de hablar así de otra personas...
En ese instante, sintió que había una conexión aún más fuerte entre ellos. Sin embargo, el momento fue interrumpido cuando escucharon risas y gritos provenientes del interior de la casa.
—Voy a buscar a Félix —anunció Jeongin y hyunjin lo tomó del brazo.
—Llama a Minho primero, estoy seguro que está con el... Minho es alguien responsable...
—¿Puedo confiar en el?
—Si... Lo conozco desde hace bastante tiempo —hyunjin no pudo evitar pensar que seguramente esos dos estaban follando detrás de una arbusto así que tenía que mantener a Jeongin lejos —¿P-podrias llevarme a mi casa?
—Bien, pero antes pasaremos por la farmacia.
Después de una rápida visita a la farmacia, Hyunjin y Jeongin llegaron al departamento de Hyunjin. La tensión del día anterior aún flotaba en el aire, pero había algo diferente en la forma en que se miraban. Jeongin inspeccionó el lugar con curiosidad, sus ojos recorriendo cada rincón mientras Hyunjin cerraba la puerta detrás de ellos.
—Tu lugar es… acogedor —comentó Jeongin, asintiendo con aprobación.
—Gracias —respondió Hyunjin, sintiéndose un poco nervioso bajo la mirada atenta de Jeongin—. ¿Quieres ver mi habitación?
Jeongin asintió, y ambos se dirigieron al pasillo. Al abrir la puerta de la habitación, Jeongin entró y comenzó a inspeccionar el espacio. Sus ojos se detuvieron en un póster en la pared: una imagen grande de jeongin patinando.
—Vaya, mira esto —dijo Jeongin con una sonrisa—. ¿Eres fan de él?
Hyunjin sintió que sus mejillas se sonrojaban al recordar que había pegado ese póster hace tiempo.
—Eso… lo pegué hace un tiempo —murmuró, tratando de disimular su vergüenza.
Jeongin lo miró con una ceja levantada.
—Pero pensé que habías dicho que no eras un fanático.
—No lo soy —se apresuró a aclarar Hyunjin—. Pero eso no quita que seas una leyenda en el patinaje.
Jeongin sonrió ante la respuesta y continuó mirando alrededor de la habitación. La atmósfera era más relajada ahora, pero aún había un trasfondo de tensión entre ellos. Sin decir más, Jeongin se acercó a Hyunjin y comenzó a curarle los golpes que había recibido durante la pelea.
Mientras Jeongin aplicaba un ungüento sobre una de las heridas, Hyunjin no pudo evitar pensar en lo que había sucedido entre ellos. Quería besarlo, pero la discusión del otro día seguía rondando en su mente.
—¿Te preocupas por mí solo porque soy tu alumno? —preguntó Hyunjin de repente, rompiendo el silencio.
Jeongin lo miró, sorprendido por la pregunta.
—No solo por eso —respondió lentamente—. Yo también tuve veinte años y quería ir a fiestas así. Entiendo esa parte.
Hyunjin sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Jeongin parecía genuino, pero aún tenía dudas.
—Si es así, deja de buscarme problemas —dijo Jeongin con una ligera sonrisa.
—Pero dijo cosas...
—Lo sé, pero aun así… Si te hubieran dejado en el hospital… —su voz se volvió más seria—. Estar hospitalizado no es algo bonito.
Hyunjin bajó la mirada, sintiéndose mal por haberlo puesto en esa posición.
—Lamento haberte llamado insensible —dijo finalmente, su voz casi un susurro.
—No te preocupes —dijo Jeongin, su tono más suave ahora—. Estoy aquí para ayudarte.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos. En ese momento, todo lo demás desapareció; solo existían ellos dos en esa habitación llena de recuerdos y emociones reprimidas. Sin pensarlo dos veces, Hyunjin se acercó y lo besó suavemente.
Sin embargo, después del beso, se alejó rápidamente, sintiéndose abrumado por lo que había hecho.
—Lo siento… No debería haber hecho eso. No volveré a hacerlo —balbuceó, su corazón latiendo con fuerza.
Pero antes de que pudiera alejarse más, Jeongin tomó su nuca con firmeza y lo atrajo hacia él, sellando sus labios en un beso profundo y apasionado. El mundo exterior se desvaneció mientras Hyunjin se perdía en ese momento, sintiendo cómo todas sus dudas y temores desaparecían por completo.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus frentes aún tocándose. Jeongin sonrió con complicidad.
—¿Ves? No eres el único que puede dar un paso adelante —dijo con un brillo travieso en sus ojos.
Hyunjin no pudo evitar sonreír también; la tensión entre ellos había cambiado por completo. Ahora había algo más: una conexión que iba más allá del patinaje y las responsabilidades como entrenador y alumno.
—Esto… es complicado —dijo Hyunjin, buscando las palabras adecuadas.
—Lo sé —respondió Jeongin—. Pero a veces las cosas complicadas son las más emocionantes.
—D-dame una oportunidad...
—¿Oportunidad de qué?
—Sal conmigo.
—¿Te volviste loco? Hyunjin, ¿Se te olvida que te llevo una década?
—¿Y eso que importa? No aparentas tu edad, digo... Puedes entrenarme pero también solo una cita, prometo que será la mejor si no te gusta...
—¿Enserio crees que a mi edad busco citas casuales?
—De ser el caso, tendría que casarme contigo —Soltó.
—Enserio te volviste loco, el golpe te desubicó el cerebro
—Solo una, entrenador por favor...
—no creo que sea buena idea.
—No escuche un no.
Ambos se quedaron en silencio nuevamente, disfrutando de la cercanía que habían creado. Sabían que el camino por delante no sería fácil; habría desafíos y decisiones difíciles que tomar. Pero en ese momento, todo lo que importaba era el presente y la conexión que compartían.
Hyunjin sonrió ampliamente, sintiendo una oleada de confianza.
—Primero, podemos terminar de curar mis heridas… y después ver qué sucede —sugirió con un guiño.
Jeongin soltó una sonrisa y lo observó para plantar un suave beso en los labios del menor.
—Solo una Hwang, no salgo con niños, demuestrame que no lo eres...
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