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5.

Sabes cuando has tocado fondo cuando tus pulmones dejan de funcionar, cuando no escuchas nada y tampoco ves. Es en ese preciso momento cuando tus recuerdos comienzan a desvanecerse y todo tu esfuerzo en años comienza a esfumarse. Minho había sentido esa sensación antes, en el ring, cuando la presión del combate lo abrumaba y su mente se nublaba. Pero ahora, en el gimnasio, rodeado de compañeros y risas, esa sensación parecía un eco distante.

Era una mañana cualquiera, el aire fresco se colaba por las ventanas abiertas, y los sonidos del entrenamiento resonaban en el lugar. Golpes de guantes contra sacos, el ruido de pies deslizándose sobre el suelo de madera, el aliento pesado de los boxeadores que se esforzaban por superar sus propios límites. Minho estaba concentrado en su rutina, pero su mente no podía dejar de divagar hacia el rubio que había conocido la noche anterior.

—Oye, Minho, mira esa princesita —dijo San con una sonrisa burlona, sacando a Minho de sus pensamientos. Minho giró la cabeza y se encontró con el rubio, que entraba al gimnasio. Su cabello rubio brillaba bajo la luz del sol que entraba por las ventanas, y las pecas de su rostro parecían danzar con cada movimiento.

—Déjale en paz, ni siquiera lo conoces —respondió Minho, sintiendo una extraña necesidad de defenderlo.

San se acercó a Félix, quien observaba el ambiente con curiosidad. Minho no pudo evitar admirar cómo el rubio deslumbraba aún más de cerca. Era un rostro que despertaba algo en él, una chispa que hacía tiempo no sentía.

—¿Te has perdido, princesa? —bromeó San, pero Félix alzó una ceja y rodó los ojos.

—No. Solo estoy buscando al entrenador Park —respondió con calma, su voz suave pero firme.

Minho se acercó a ellos, sintiendo la necesidad de intervenir. —Soy yo quien puede ayudarte. El director Park está en su oficina ahora mismo. —Félix lo miró con atención, como si evaluara cada palabra.

—Gracias. Dile que soy Lee Félix —dijo el rubio con una sonrisa que hizo que el corazón de Minho diera un vuelco.

—¿Como ese Lee Félix? —preguntó Minho señalando un póster que colgaba en la pared. Era una imagen del propio Félix, de espaldas, con un tatuaje en la espalda de aquel dragón y con la frase joven campeón de 20 años.

Félix se giró para mirar el póster y luego volvió a sonreírle. —Sí, como ese Lee Félix.

Minho sintió que el tiempo se detenía un instante mientras sus miradas se encontraban. Pero San interrumpió la conexión preguntando si la "princesa" tenía algo más que hacer. Minho envió a uno de los más jóvenes a buscar al director y pronto vieron aparecer a Park, quien sonrió al ver a Félix y lo llevó a su oficina.

—¿No te parece familiar? —preguntó San con picardía mientras Minho volvía a observar el póster.

—Sí —respondió Minho, aunque no estaba seguro de a qué se refería exactamente. Su mente seguía divagando hacia Félix.

Más tarde esa noche, mientras acomodaba algunas cosas en el gimnasio después de entrenar, vio a Félix hablando por teléfono cerca de la salida. Se acercó y le dijo que era bastante tarde y que debería irse a casa.

—Estoy bien, en un rato vienen por mí —respondió Félix con una tranquilidad que lo sorprendió.

—Soy Minho, por cierto —se presentó el boxeador—. Soy el mayor aquí.

Félix sonrió. —¿Y quieres ser boxeador profesional?

—Sí —respondió Minho sin dudarlo—. Desde muy joven he trabajado para ello.

—Buena suerte con eso —dijo Félix, su tono genuino hizo que Minho se sintiera un poco más animado.

A la mañana siguiente, la imagen de Félix seguía presente en la mente de Minho como un eco persistente. San lo despertó de sus pensamientos dándole un golpecito en la cabeza.

—Oye, ¿qué te pasa? —se quejó Minho.

—Mira quién viene ahí —dijo San señalando hacia la entrada.

Era Félix nuevamente, esta vez acompañado del entrenador Park. Todos los demás boxeadores se colocaron alrededor de ellos mientras Park comenzaba a hablar.

—Chicos, este es Lee Felix. A partir de ahora nos acompañará en las prácticas. Es mayor que todos ustedes y espero que le tengan respeto. Solo va a practicar, nada de luchas —dijo Park con autoridad.

Todos asintieron, pero San no pudo evitar abrir la boca.

—Una princesa como él no debería estar aquí; podría lastimarse una uña —bromeó San.

Félix sonrió de forma desafiante. —La próxima vez que me llames princesa te va a ir muy mal.

Minho contuvo la risa al ver cómo San intentaba mantener su postura desafiante ante el rubio.

—No te voy a cargar una pelea —dijo San con burla —¿Si quiera entras en peso pluma?

—¿Tienes tres medallas?—respondió Félix con confianza.

San soltó una risa burlona. —Apuesto a que tú tienes muchas medallas ya.

Félix sonrió y señaló el póster detrás de él. —¿Ves ese póster? Cuando tu cara esté en uno de esos, tengas tres medallas y una lesión en la nariz, junta un desgarramiento de retina y un accidente en coche, hablas conmigo mientras tanto eres el ser más inexistente...

—Osea que si eres lee Felix, ¿campeón de peso pluma? —Investigó Minho y el rubio solo asintió.

La conversación continuó entre bromas y risas mientras Minho observaba con interés. Había algo en Félix que lo atraía; era su confianza, su forma de desafiar las normas y su manera de sonreír incluso ante las burlas. Era un aire de despreocupación que hacía tiempo no veía en nadie más.

Pero mientras todos reían y compartían historias sobre sus entrenamientos y logros pasados, todos salieron de los vestidores y Félix comenzó a cambiarse, a Minho se le fue imposible quitar la mirada de su espalda.

—¿Te gusta mi tatuaje?

—Perdón, no quise...

—Mi hermano decía que los dragones nos protegen de todo, por eso el tiene una en el abdomen y yo uno en la espalda —Explicó.

—No sabía que tenías un hermano... Digo en las redes sociales no mencionan nada, eres un ícono y...

—Medio hermano, misma madre diferente padre, y ya no soy un icono fue a mis veinte, luego del accidente ya no puedo boxear... Solo quiero reconectar es todo...

—Vi lo del accidente tu...

—Ya no quiero hablar más del tema —Soltó para luego colocarse la camiseta sin mangas que ajustaba a su cuerpo y salir al ring

El día avanzó entre entrenamientos intensos y risas compartidas. Pero al final del día, cuando todos se dispersaron y el gimnasio quedó casi vacío, Minho se encontró solo con sus pensamientos nuevamente.

Minho se encontraba recogiendo y observó cómo Félix aún no se había ido.

—Aun no te vas...

—¿Alguna vez has sentido como tú vista se nubla y no puedes ver nada, pero la adrenalina del momento hace que tus pies se muevan? El sonido de las respiraciones agitadas y el sudor que gotea por tu frente, tus piernas duelen pero es increíble satisfactorio...

Minho se acercó sentándose a su lado, ambos en el ring.

—Pues parece que tú conoces muy bien el sentimiento pero si es como...

—Como el sexo...

—¿Como el que? —Investigó pensando que había escuchado mal y Félix se levantó y sonrió.

—Mi hermano es alguien que siempre usa metáforas sexuales para patinar, dice que el patinaje artístico es como follar con el hielo, y yo pienso lo mismo con el boxeo, son los mismos síntomas y

—¡Por dios! ¿Acaso son nifomanos?

—Mira las similitudes, cuando boxeas en piezas lento llámalo masturbación, orales básicamente preliminares, y luego comienza la batalla hasta el cansancio y de un momento a otro llegas al orgasmo y ves que haz ganado...

—No se por que no tengo nada en contra de esa lógica —Se quejó y Félix sonrió

—Es por qué el ser humano es un ser lujurioso, así que por eso lo digo... Te comparto mi secreto para ser campeón mundial por dos años seguidos —Bromeo y Minho sonrió —¿Por qué boxeas Minho?

—Pues... Solo me gusta además mira tenemos algo en común... Mi roomie también es patinador.

—¿Estas coqueteandome? —Bromeo y Minho se puso algo nervioso.

—Claro que no, yo solo decía que teníamos cosas en común y que... podíamos ser amigos...

—Soy mayor que tú...

—Para la amistad no hay edad además, si estamos aquí debemos ser amigos...

—Puaj, eres muy gracioso... Claro que me agradas yo...

—Lee felix —Una voz los interrumpió y Félix maldijo a sus adentros.

—¿Que ese no es yang jeongin?

—Si, es mi hermano... Ya me voy..

—¿Eres hermano de yang jeongin?

—Seh, ya me voy, fue un placer Minho piensa en lo que te dije...

Al salir del gimnasio jeongin lo observó y Félix subió al auto, estando ambos dentro jeongin decidió romper el silencio.

—¿Como te fue?

—Que importa... Hablemos luego estoy cansado.

—Ok.

Jeongin en el fondo se culpaba de el rechazo de su hermano menor... Sin embargo sabía por lo que estaba pasando.

(🦊) - NOS LEEMOS EL 12 DE ENERO, BESITOS

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