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4.

Sin previo aviso, Hyunjin dio un paso adelante, atrapando a Jeongin por la cintura con una mano firme. Sus corazones latían al unísono mientras se acercaba más, y Jeongin sintió una oleada de sorpresa y emoción recorriendo su cuerpo. Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Hyunjin inclinó la cabeza y lo besó.

Fue un beso suave pero lleno de intensidad, como si todo el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. Jeongin cerró los ojos, dejándose llevar por la calidez de los labios de Hyunjin. El sabor a dulzura y la chispa de adrenalina lo envolvieron, y en ese instante, todo lo demás se desvaneció.

Hyunjin, con el corazón latiéndole a mil por hora, se había separado de Jeongin como si hubiera tocado fuego. Ese breve contacto, esos labios que se habían encontrado por un instante, quedó grabado en su mente como un recuerdo imborrable.

—Lo-lo lamento, no quise hacer eso yo... Ya debo irme, entrenador Yang —soltó Hyunjin, con la voz temblorosa y las mejillas enrojecidas. La vergüenza lo recorría como una corriente eléctrica. Jeongin abrió la boca para decir algo, pero Hyunjin no le dio tiempo. —Disculpe, debo irme— añadió rápidamente, y sin pensarlo más, salió disparado del gimnasio, dejando a Jeongin con la palabra en la boca.

Jeongin observó la puerta por la que Hyunjin se había esfumado, una sonrisa pequeña pero significativa apareciendo en sus labios. "Entrenador," susurró, saboreando la palabra por primera vez.

(...)

Más tarde, en el apartamento que compartía con Jisung, Jeongin intentaba trabajar, aunque su mente seguía revoloteando en el incidente del salón. Jisung, con un movimiento repentino, se dejó caer en el sofá junto a él.

—Así que, ¿de verdad lo besaste?— preguntó Jisung con una sonrisa pícara.

Jeongin suspiró, dejando a un lado sus papeles.

—No fue un beso, fue un roce. Y no sé ni por qué pasó, fue... raro —Se pasó una mano por el pelo, intentando entender lo que había sucedido.

Jisung se enderezó, con los ojos llenos de interés.

—Pues deberías intentarlo otra vez, pero con intención esta vez, ya sabes, para ver qué pasa.

Jeongin arqueó una ceja, incrédulo.

—¿Estás consciente de que le llevo diez años? ¿Crees que eso es normal? —Jisung bufó.

—La edad no importa, si el te trae ganas y tú también, entonces que más...

_Claro que importa. Además —añadió Jeongin, con un tono de voz que dejaba claro su punto de vista, —lo veo como un niño... Y soy su entrenador.

Jisung rodó los ojos y cogió un cojín para lanzárselo a Jeongin.

—oye, ¿Has sabido algo de Félix...? —investigó el castaño y jeongin negó.

—Hoy saldré de la ciudad a buscarlo... No quiero que él se rinda fácilmente

—Pero tampoco puedes obligarlo, dios son cortados por la misma tijera, son unos necios —Se quejó —Ya que, si logras traerlo mándale mis saludos.

(***)

Jeongin caminó por el umbral de su antigua casa, el aire impregnado de recuerdos que se entrelazaban con la nostalgia. Las paredes, testigos silenciosos de su infancia, parecían susurrar secretos olvidados. En su mente, resonaban ecos de risas y sueños compartidos con su hermano menor, Félix. Era un lugar donde las esperanzas y los fracasos se habían entrelazado, un refugio que ahora se sentía extraño y ajeno.

Al llegar a la habitación de Félix, Jeongin abrió las ventanas de par en par, dejando que la luz del sol inundara el espacio. La brisa suave acarició su rostro, pero no logró disipar la sombra que cubría el corazón de su hermano.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Félix, levantandose de la cama desordenada, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y desdén.

—Vengo para que vayas a vivir conmigo —respondió Jeongin con una sonrisa forzada—. No puedes echarte a morir aquí.

Félix soltó una risa amarga, como si la idea le resultara absurda. —No sabes lo que estoy pasando, Jeongin. No tienes idea.

Jeongin sintió un nudo en el estómago. —Sí lo sé —replicó con firmeza—. Sé muy bien lo que sientes. Sé que has estado atrapado en este lugar, dejándote pudrir en la cama. Han pasado casi un año desde tu accidente. Es hora de que salgas adelante.

Félix se incorporó lentamente, sus ojos llenos de frustración. —¿Y qué sabes tú de salir adelante? ¿Qué sabes tú de perderlo todo? —su voz tembló, cargada de dolor—.Tu te rendiste pero siquiera pudiste hacer algo... Me llamaban el "Rubio Dorado", tres medallas de oro, y yo… yo lo perdí todo antes de empezar.

Jeongin sintió el golpe de esas palabras, el eco del pasado resonando en su pecho. Su hermano había sido un prodigio del deporte, un ícono fugaz cuya carrera se había esfumado por un accidente que lo dejó marcado para siempre. Pero sabía que no era solo su historia; era la historia de Félix también.

Jeongin amenudo se preguntaba, ¿Por que ellos? Ambos tenían un futuro sin embargo la realidad los golpeó tan fuerte...

—No soy solo un recuerdo —dijo Jeongin, tratando de contener la ira que burbujeaba dentro de él—. No quiero que tú seas el "Rubio Dorado" cuya carrera se apaga antes de brillar. Tienes que luchar por lo que quieres, Félix...

—¿Luchar? —replicó Félix con sarcasmo—. ¿Y qué me queda para luchar? Si no puedo subir al ring sin sentir que me rompo en mil pedazos…

—No tiene que ser así —interrumpió Jeongin, acercándose a él—. Escucha, tengo un conocido que puede ayudarte a entrenar. Solo entrenamiento, nada de enfrentamientos reales por ahora.

Félix lo miró con escepticismo, como si cada palabra fuera una promesa vacía. —¿De verdad crees que eso cambiará algo? ¿Que puedo volver a ser quien era?

—No se trata solo de volver a ser quien eras —dijo Jeongin, sintiendo cómo la determinación comenzaba a afianzarse en su voz—. Se trata de encontrar una nueva forma de ser. Todos queremos gloria, Félix. Todos queremos algo que nos mantenga vivos. Pero no puedes quedarte aquí, hundido en la tristeza.

Félix bajó la mirada, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. —Y si fallo otra vez… ¿qué pasará entonces?

Jeongin se sentó en el borde de la cama, buscando las palabras adecuadas.

—Si fallas, al menos habrás intentado algo. Al menos habrás luchado por tu vida. No quiero que te conviertas en una sombra del pasado.

—Si lo dices tú suena hipócrita —Finalmente, después de un largo silencio, Félix asintió lentamente. —Está bien… Haré lo que me pidas. Pero solo si es solo entrenamiento, además no quiero morir sin antes verte patinar de nuevo...

Jeongin sonrió aliviado, sintiendo cómo una chispa de esperanza comenzaba a encenderse entre ellos.

—No voy a volver a patinar, ahora empaca...

(***)

Más tarde esa noche, Hyunjin se dirigía al gimnasio donde entrenaba Minho. Necesitaba despejar la mente tras el extraño suceso con Jeongin. Al llegar, vio a Jeongin saliendo por la puerta. Su corazón dio un vuelco y, sin dudarlo, se giró sobre sus talones, buscando una escapatoria. Esperó unos minutos, tratando de recuperar la calma, y luego giró la cabeza lentamente para confirmar que se había ido. Pero, para su sorpresa, Jeongin estaba parado justo delante de él, bastante cerca, con una mirada que Hyunjin no pudo descifrar.

—Deja de evitarme— dijo Jeongin, acercándose un poco más.

Hyunjin se encogió de hombros, con el rostro enrojecido.

—No quiero incomodarte— respondió, sin poder mirarlo a los ojos —Fui y irresponsable por lo que hice y yo...

Jeongin se encogió de hombros con indiferencia.

—Nos vemos mañana en el entrenamiento— dijo, y luego se dio la vuelta y se marchó. Hyunjin lo observó alejarse, y luego, mordió suavemente su labio inferior, sintiendo una mezcla de confusión y excitación.

(***)

—Hyunjin,  ven acá —Pidió jeongin y Hyunjin se acercó hasta el y jeongin lo observó de cerca haciendo que Hyunjin se sonroje un poco —Deja los nervios...

—Perdón, no puedo evitarlo yo... Será mi primera vez...

—Y última si te pones nervioso en medio de la pista, tienes un dia para descansar, recuerda que la competencia es el sábado, por favor come bien y toma agua, no queremos que te desmayes por culpa de mala alimentación, duerme bien y... Deja de ponerte nervioso

No puedo...

lo haré entrenador, ¿Es todo?

—Si, y deja de evitarme, si logras pasar la primera ronda comenzará el verdadero trabajo, Hyunjin... ¿Sabes que es una fricción de cristal?

—Ah pues... Alguien me lo dijo antes, pero ahora no lo recuerdo —Explicó y jeongin asintió.

—Intenta pensan en ello y otra cosa

—¿Sí?

Y fue en ese momento cuando jeongin lo besó, fue un beso corto y suave, algo tierno y rápido.

—No te lastimes.

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