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꒰ ♡. único ꒱

Mingi veía entretenido un programa en la televisión, recostado en su cómodo sillón. A un lado del alto joven, una gran variedad de frutas lo acompañaban en su soledad. Sí, siempre que su lindo novio no estaba junto a él, las frutas le brindaban felicidad.

Volteó suavemente su mirada, encontrandose con una escena terrible. Las fresas se habían acabado.

Un grito de horror salió de sus labios, rápidamente avanzó por toda la sala; la cocina estaba vacía, sin una pizca de vida. Buscó con desesperación más fresas, pero no, ya no habían.

—No puede ser.—bajo la mirada, unas finas lágrimas caían por sus mejillitas.

Triste, tomó su celular y marcó a su novio.

𓂃꩜ ꒰ llamando ꒱ 🍓

aló, ¿manguito?.

amor, se acabaron
las fresas.~

oww, bebé.
cuando vuelva
te llevaré tres paquetes
de fresitas; ¿bien?.

bueno, cuidate mucho.
te amo mucho, fresita.

yo también te amo mucho.
recuerda cerrar bien todo,
adiós.

adiós bebé.
mingi te ama.

fresita también te ama.
buenas noches.

𓂃꩜ ꒰ fin de la llamada ꒱ 🍓

Después de aquella llamada, Mingi se tranquilizo un poco. Bueno, las lágrimas no dejaron de caer.

Cabizbajo apagó todas la luces y la televisión. Se dirigió a su habitación y se colocó su pijama de dinosaurio. Abrazo la almohada de su bebé, y sin más decidió cerrar sus ojitos.

A la mañana siguiente, Mingi despertó gracias a los rayos de sol, los cuales acariciaban sus mejillas. Seguía abrazando la almohada de Hongjoong.

Volteó su mirada a la cómoda que se encontraba a un lado de su cama, al escuchar el sonido de las notificaciones.

Desbloqueo su celular, tenía dos mensajes de su bebé.

𓂃𔘓 fresita.
voy en camino bebé.
O8 : 17 AM

llevo fresitas, te amo.
O8 : 18 AM

Una sonrisa decoró sus labios al ver los mensajes del amor de su vida. Hongjoong los envío hace unos quince minutos, tenía tiempo suficiente para preparar un delicioso desayuno.

Se levantó, y decidió no vestirse. Estaba consciente de que Hongjoong amaba su pijama de dinosaurio.

Salió de la habitación; tal vez era un ciego, ya que habían demasiados alimentos en su departamento.

Minutos después, el tierno joven preparaba un delicioso desayuno. Hongjoong no tardaba en llegar, por lo tanto estaba demasiado feliz.

Limpió la mesa y ordenó los servicios, había cocinado un lindo desayuno. Las bolitas de arroz eran de distintos animales, y a un lado de ellas tocinos con forma de corazón.

Sí, definitivamente era un romántico.

Pero, de la nada, volvió su sed de fresas. Deseaba probar su sabor, aunque ya las conocía lo suficientemente para descubrirlo.

Bajo la cabeza, otra lágrimita caía por su mejilla. Pero, todo pensamiento se esfumó al escuchar el sonido de la puerta. Inconscientemente avanzó rápidamente, quedando frente a la entrada.

Una cabellera roja se asomó, y su pequeño Hongjoong levantó la mirada. Un chillido salió de sus labios al ver a su amado Mingi en ese pijama.

—¡Bebé!.—abrazo fuerte al más bajito, besando con suavidad sus mejillitas. —Te extrañe mucho.—un puchero decoro sus labios, brillantes y rojitos.

—Mingi, me fui ayer en la mañana.—una tierna risita inundó el lugar, alegrando a ambos jóvenes. El más bajo se acurrucó en el pecho de Mingi, inhalando el olor a fresas.

—¡Oh!.—grito el menor, asustando al pequeño.—Hice el desayuno amor.

El desayuno fue muy acogedor, donde la pareja reía y se besaba de vez en cuando. Hongjoong estaba bastante orgulloso de su amado Mingi, quien se esforzó en cocinar algo delicioso.

Al terminar, el pelirojo fue en busca de su bolso, sacando los paquetitos de fresas.—Bebé~.—acercó las cajitas al rostro de Mingi, quién le regaló una brillante sonrisa.

—¡Fresas!.—sin pensarlo, tomó un paquete entre sus manos, sacando dos fresitas. Al sentir el esquisito sabor, un suave gemido de placer salió de sus labios. Pero, comer fresas no fue suficiente.

Confundido comió más, pero nada pasaba.

Minutos después, una idea vino a su cabeza. Volteó su mirada a Hongjoong, encontrando la respuesta de sus dudas.

Observo el cabello del mayor, rojo como las fresas. Labios rojos, suaves y deliciosos. Como las fresas.

—Mingi, ¿Porque me miras así?.—el mayor retrocedió, la tierna mirada del más alto se transformó en una llena de lujuria.

—Vamos bebé, solo quiero comer fresas.—sonrió.

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