꒰🍓꒱ 10
Entre suspiros y jadeos, Jungkook rompió el beso por un segundo, sus labios rozando la piel sensible del cuello de Jimin, dejando un rastro de calor mientras sus manos se deslizaban con seguridad por debajo de la chaqueta negra que el otro llevaba.
—No puedo esperar más —murmuró contra su piel, su voz ronca y cargada de deseo.
Jimin, con el corazón desbocado, sintió cómo su cuerpo reaccionaba a cada toque de Jungkook, un estremecimiento recorriéndolo desde la punta de los pies hasta la cabeza. A pesar de sus intentos por mantener el control, era claro que ya no había marcha atrás.
—Jungkook… —intentó decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta cuando sintió cómo Jeon lo levantaba con facilidad, como si no pesara nada.
Jeon lo cargó sobre su regazo, sin dejar de besarlo con fiereza, su lengua encontrando la de Jimin en una batalla por el control. Los dedos del tatuado se hundían en el cabello rosado, mientras el cuerpo de Jimin temblaba por la intensidad del momento. Apenas podían respirar entre beso y beso, como si el aire no fuera necesario cuando estaban juntos.
Con un movimiento rápido, Jungkook abrió la puerta del auto y salió con Jimin aún en brazos, sosteniéndolo como si fuera una pluma. El fresco aire chocó contra ellos, pero no hizo nada para disipar el calor que sentían en sus cuerpos. El mayor caminó con pasos decididos hacia la cabaña, sin detenerse ni un segundo, sus ojos oscuros fijos en la puerta frente a ellos.
Al llegar, empujó la puerta de la cabaña con su pie, y sin esperar, cruzó el umbral con Jimin aún en sus brazos.
—Espera… —susurró Jimin, pero Jungkook no le hizo caso. Con una sonrisa traviesa en los labios, lo lanzó suavemente al sofá, haciendo que el de cabello rosa cayera sobre los cojines de manera desordenada.
Antes de que Jimin pudiera recomponerse, Jungkook se lanzó sobre él, atrapando sus labios de nuevo en un beso profundo y hambriento. Las manos del tatuado se movieron con libertad sobre el cuerpo de Jimin, recorriendo su pecho, su cintura, y deteniéndose en cada rincón que lograra arrancarle un suspiro.
Jimin intentaba mantenerse firme, pero la forma en que Jungkook lo tocaba, lo besaba, lo hacía perder completamente la noción del tiempo. Estaba atrapado en ese torbellino de sensaciones, incapaz de resistirse, y en el fondo, sabiendo que no quería hacerlo.
—Eres... —Jungkook hizo una pausa para respirar, sus ojos recorriendo el rostro de Jimin, sus dedos trazando la línea de su mandíbula—. Delicioso.
Jimin sintió cómo el calor subía por sus mejillas, pero mantuvo su actitud descarada, aunque con un toque de timidez que lo hacía aún más irresistible.
—Lo sé —respondió en voz baja, sus labios curvándose en una sonrisa traviesa.
Jeon soltó una suave risa, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de ternura y puro deseo. Esa actitud de Jimin lo volvía loco, y sin poder contenerse más, lo besó de nuevo. Fue rudo, intenso, con una humedad que dejó a Jimin casi sin aire. El de cabello rosa solo pudo aferrarse con fuerza al cabello negro de Jungkook, tirando de él mientras Jeon lo manejaba a su antojo.
Las manos de Jungkook se deslizaron por el cuerpo de Jimin sin ninguna restricción, tocando y apretando con fuerza en los lugares que sabían que lo hacían estremecer. Los labios del mayor se movían contra los de Jimin con una urgencia que aumentaba segundo a segundo, robándole el aliento. Jimin estaba completamente entregado, sin poder hacer otra cosa que gemir y seguir el ritmo.
Y entonces Jungkook, con una precisión casi animal, se rozó contra él, no en la cadera, sino directamente contra su entrepierna. Dureza contra dureza. El contacto fue tan intenso que arrancó un jadeo desesperado de los labios de Jimin. El roce era tan cercano, tan directo, que el placer se disparó por todo su cuerpo. Se apretaban uno contra el otro con fuerza, moviéndose en un ritmo cada vez más frenético.
—J-Jungkook... —gimió Jimin, apenas pudiendo formar las palabras, sus dedos enredados en el cabello del contrario, tirando con fuerza.
Jungkook no se detuvo, sus movimientos se volvieron más intensos, presionando sus cuerpos aún más juntos, hasta que el calor entre ambos se volvió insoportable. El roce era crudo, directo, casi doloroso en su intensidad, pero ninguno de los dos quería parar. Cada vez que Jungkook se movía, el cuerpo de Jimin temblaba bajo él, completamente sometido al placer que lo consumía.
El ritmo frenético no se detuvo hasta que ambos, al mismo tiempo, alcanzaron el clímax. Jimin sintió cómo su cuerpo se tensaba, y un gemido ahogado salió de sus labios cuando todo su ser se estremeció bajo las manos del mayor. Un calor húmedo se derramó en su entrepierna, sus pantalones se volvieron incómodamente pegajosos. El cuerpo de Jungkook se estremeció también, liberando su propio placer en un suspiro entrecortado, empujando con fuerza una última vez contra Jimin antes de detenerse, ambos respirando de forma descompuesta.
Por unos segundos, la cabaña quedó en silencio, con el único sonido de sus respiraciones pesadas llenando el aire. Jimin intentó procesar lo que acababa de pasar, pero el calor entre sus piernas le recordaba exactamente lo que habían hecho. Sentía la humedad pegajosa en sus pantalones.
Jungkook, con su respiración aún descontrolada, levantó la cabeza para mirarlo. Sin decir una palabra, se inclinó hacia Jimin, atrapando sus labios en un beso lento, cargado de saliva.
Jimin sonrió en medio del beso y, al separarse, no pudo evitar reír.
—Eres... asqueroso —dijo entre risas, sus ojos brillando en dos faroles de luz.
Jungkook soltó una carcajada suave, pero no se dejó intimidar por las palabras de Jimin. En lugar de responder, lo volvió a besar, esta vez más lento, más profundo, como si quisiera devorarlo una vez más. Su lengua volvió a invadir la boca de Jimin sin remordimientos, y el pelirosa no pudo hacer otra cosa que dejarse llevar por la intensidad del momento, incluso aunque sus piernas todavía temblaban ligeramente.
El roce húmedo en sus pantalones era incómodo, pero el calor que irradiaba de Jungkook lo hacía olvidar cualquier incomodidad.
Los besos entre ellos se volvieron más urgentes, como si, a pesar de haber llegado al clímax, no pudieran saciarse el uno del otro. Jimin enredó sus dedos en el cabello de Jungkook, tirando suavemente mientras sus labios volvían a encontrarse con los de Jeon en un choque húmedo y desordenado. Las lenguas se buscaban con desesperación, y las manos del tatuado comenzaron a recorrer el cuerpo de Jimin otra vez, apretando con firmeza, marcando territorio.
El ambiente se cargó de nuevo, la temperatura subía, y cada movimiento de sus cuerpos los acercaba a ese punto de no retorno, cuando de repente, el sonido insistente de un teléfono rompió la burbuja en la que estaban inmersos.
El celular de Jimin vibraba en el bolsillo de su chaqueta, pero ni siquiera eso logró detener a Jungkook, que seguía besándolo como si nada más existiera. Jimin, en medio del beso, intentó apartarse, pero Jungkook lo sostuvo con fuerza, rozando su nariz contra la de él antes de murmurar con voz ronca:
—No contestes...
La voz grave y llena de deseo de Jungkook hizo que Jimin dudara. Su cuerpo pedía ignorar el teléfono, dejarse llevar por el momento, pero sabía que debía responder. Con esfuerzo, luchando contra el deseo que lo invadía, logró separarse lo justo para alcanzar su celular con manos temblorosas.
—Es mi... padre —susurró Jimin con la voz aún agitada, sus ojos encontrándose con los de Jungkook, quien lo miraba con frustración.
El nombre de su padre brillaba en la pantalla del celular, una señal de que la realidad acababa de irrumpir en su pequeño mundo.
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