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꒰🍓꒱ 06

El sonido de sus besos inundaba la sala, un eco de deseo y desesperación. Jimin respiraba de manera agitada, cada inhalación reflejando la mezcla de placer y confusión que lo embargaba. Jungkook, con la habilidad de un experto, devoraba sus labios, dejando que la pasión dictara el ritmo.

Mientras sus bocas se movían al unísono, Jungkook no pudo resistir la tentación de tocar cada rincón del cuerpo de Jimin. Sus manos exploraban suavemente, deslizándose por la cintura y subiendo por la espalda, cada caricia encendiendo la chispa de lo que había comenzado entre ellos. Jimin se arqueó hacia él, su cuerpo respondiendo a la intimidad que compartían, aunque la realidad de sus apellidos pesaba en el fondo de su mente.

Jungkook, sumido en el momento, se olvidó de todo lo demás; el peligro, la rivalidad y las consecuencias. Solo existía el deseo que lo envolvía, y no podía evitar querer más.

De repente, la puerta se abrió de golpe. Jin apareció en el umbral, con una expresión entre divertida y sorprendido.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó, cruzándose de brazos y arqueando una ceja.

Jungkook y Jimin se separaron rápidamente, la atmósfera cargada de tensión y vergüenza. El de cabello rosa, con el rostro enrojecido, intentó encontrar palabras, mientras el pelinegro se quedó sin aliento, frustrado por la interrupción.

—Solo... estábamos hablando —dijo Jimin, aunque su voz sonaba temblorosa.

Jin soltó una risa, moviendo la cabeza en desaprobación. No podía creer lo que había visto: el pequeño hijo de los Park siendo besado por un Jeon.

El doctor no sería el chismoso que iría a contarle todo al señor Park, pero no quería ser parte de esa "travesura"

—Claro, como si no pudiera ver lo que realmente sucede. Mejor vengan a ayudarme con Namjun. ¡Y dejen las hormonas para después!

Jimin rió al notar cómo Jin llamaba a Namjoon. Era obvio que lo hacía para molestar, y estaba funcionando. El herido, aunque medio dormido, se quejaba en voz baja.

—¡Es Namjoon, no Namjun! —protestó, su voz sonando más adormilada que enojada.

Jin sonrió, disfrutando del momento.

—Lo que sea, "Namjun". Vamos, antes de que se desangre por estar tan ocupado con sus fantasías —dijo, haciendo un gesto hacia la puerta.

Jungkook y Jimin intercambiaron miradas, la tensión entre ellos aún palpable, pero el momento de intimidad se había evaporado. Con un suspiro resignado, Jungkook se levantó.

—Está bien, vamos. No quiero que Namjoon se queje más —dijo, intentando restarle importancia a la interrupción.

Ambos siguieron a Jin hacia la habitación donde Namjoon yacía, preparándose para ayudar en lo que fuera necesario.

Jin, después de asegurarse de que Namjoon no corría peligro inmediato, lanzó una mirada a Jungkook.

—Quédate con "Namjun" un momento —dijo con una pequeña sonrisa burlona, usando deliberadamente el nombre equivocado de nuevo, mientras Namjoon soltaba otro quejido—. Park Jimin, ven conmigo.

Jungkook arqueó una ceja pero no dijo nada, mientras Jimin obedecía sin protestar. Jin lo llevó fuera de la habitación, caminando hasta una pequeña sala contigua. Una vez allí, cerró la puerta y cruzó los brazos, mirando a Jimin con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Qué pasa contigo y ese Jeon? —preguntó Jin directamente, sin rodeos.

Jimin apartó la mirada, incómodo. Sabía que Jin había visto más de lo que debería, y por la forma en que lo observaba, tampoco parecía dispuesto a dejar el tema.

—No es nada —respondió Jimin, aunque sabía que no podía engañar a Jin tan fácilmente.

—¿Nada? —Jin levantó una ceja, incrédulo—. Lo que vi allá atrás no parecía "nada", Jimin. Parecía más bien algo muy complicado. ¿De verdad sabes lo que estás haciendo?

Jimin se quedó en silencio, incapaz de encontrar las palabras correctas. Miraba al suelo, evitando la decepción en los ojos de Jin. Sabía que él tenía razón. El doctor siempre había sido como un padre para él, a pesar de la diferencia de solo diez años. A los veinte, Jimin aún buscaba su consejo más que el de sus propios padres. Jin había estado allí en los momentos más oscuros, cuando ni siquiera su familia lo había entendido.

Pero ahora, Jimin se sentía pequeño, como si lo hubiera decepcionado. La confusión en su pecho se mezclaba con la culpa que lo estaba devorando por dentro. No era solo la atracción hacia Jungkook; era todo lo que significaba estar con un Jeon, el enemigo de su familia. Estaba enredado en algo mucho más grande de lo que podía controlar.

Y todo por sus deseos carnales.

Jin, viendo el conflicto en el rostro de Jimin, suavizó su expresión. Dio un paso hacia él, poniéndole una mano en el hombro, firme pero con calidez.

—No te voy a juzgar, Jimin. Solo quiero que estés seguro de lo que haces. ¿Qué significa para ti ese chico Jeon? ¿De verdad estás preparado para todo lo que eso conlleva?

Jimin tragó saliva, sintiéndose aún peor. No sabía qué responder porque, en realidad, no lo sabía. El pelirosa suspiró, sabía que tenía que decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

El pelirosa siempre lo había tenido todo: lujos, dinero, amor de una familia... Pero jamás había experimentado el ser tocado por alguien, el ser mirado con deseo o que alguien lo mirara con ojos de querer cumplir sus más oscuros deseos carnales.

Y Jungkook era todo eso: deseo, pasión y sexo.

Finalmente, con la voz baja y un tanto temblorosa, decidió ser sincero, al menos en parte.

—Ayer... —comenzó, evitando la mirada de Jin—. Pasaron cosas entre Jungkook y yo. Ninguno sabía quién era el otro... No sabíamos que él era un Jeon y yo un Park.

Se pasó una mano por el cabello, visiblemente incómodo. No quería entrar en demasiados detalles, pero era evidente que lo que había sucedido la noche anterior lo estaba afectando más de lo que quería admitir. Fue su primera experiencia sexual, y se sintió bien.

—No lo planeamos, simplemente pasó. Y luego... bueno, ya sabes.

Jin lo observó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Aunque no dijo nada de inmediato, su mirada lo decía todo: preocupación, pero también comprensión. Sabía que Jimin era joven y que la vida, especialmente la suya, siempre había sido complicada.

—Minnie... —dijo finalmente, con un tono más suave—. Las cosas pueden complicarse aún más si no aclaras lo que sientes. ¿Estás seguro de seguir adelante con esto, sabiendo quién es él?

—No va a pasar nada más —declaró con un tono más decidido del que sentía realmente—. Lo de recién fue un desliz... Y lo de ayer... —hizo una pausa, intentando convencer tanto a Jin como a sí mismo— fue la primera y última vez.

Su voz se quebró apenas, pero rápidamente lo enmascaró con un suspiro. Estaba decidido a mantener esa barrera, a no dejar que su atracción por Jungkook lo envolviera de nuevo, aunque la tentación estuviera allí.

Jin lo miró con una mezcla de escepticismo y compasión. Sabía que Jimin estaba intentando protegerse, pero también conocía bien al joven para entender que las palabras no siempre coincidían con lo que realmente sentía.

—Si eso es lo que quieres —respondió Jin con calma—, entonces asegúrate de que lo cumplas. Porque si no estás convencido de verdad, esto solo va a complicarse más, Minnie.

Jimin asintió lentamente, queriendo creer que podía seguir adelante sin mirar atrás. Aunque, en el fondo, la batalla interna continuaba.

Jimin y Jin regresaron a la habitación donde Namjoon, todavía medio adormecido, murmuraba incoherencias, mientras Jungkook lo observaba con los brazos cruzados, claramente impaciente. Al ver entrar al de cabello rosa, Jungkook levantó la mirada, pero algo en la expresión del menor lo hizo fruncir el ceño.

Había un cambio en Jimin, algo más distante, como si una barrera invisible se hubiera levantado entre ellos. El pelinegro intentó leer su semblante, pero no pudo descifrar del todo lo que estaba pensando. Quizá estaba agotado por todo lo ocurrido, o tal vez era el cansancio mental de la situación... O eso era lo que Jungkook se obligaba a creer.

Suspirando internamente, decidió darle su espacio. Si Park necesitaba distancia, no iba a presionarlo. Después de todo, había demasiadas cosas sucediendo alrededor. Había tiempo para aclarar las cosas entre ellos más adelante.

—¿Cómo va todo aquí? —preguntó Jin, acercándose a Namjoon para revisar su estado, rompiendo el silencio tenso.

Jungkook se encogió de hombros, manteniendo su distancia de Jimin.

—Sigue delirando sobre su pez beta y diciendo estupideces, pero está estable.

Jimin, que evitaba la mirada de Jungkook, observó en silencio cómo Jin volvía a atender a Namjoon. Mientras tanto, el Jeon lo miraba de reojo.

Justo cuando el ambiente en la habitación comenzaba a volverse más denso, el teléfono de Jimin vibró en su bolsillo. Al mirar la pantalla, vio el nombre de Taehyung.

—Disculpen, tengo que atender esto —murmuró, desviando la mirada de Jin y Jungkook. Sin esperar respuesta, salió rápidamente de la habitación y se dirigió al exterior, buscando un lugar más privado para hablar.

—¿Tae? —contestó, llevando el teléfono a su oído mientras miraba distraídamente el horizonte.

—¡Jimin! —respondió Taehyung, con una mezcla de alivio y satisfacción en la voz—. Lo logramos. Despejamos el camino, y los Jung salieron perdiendo. Ni rastro de los Jeon.

Jimin asintió, aunque sabía que Tae no podía verlo.

—¿Y la mercancía? —preguntó Jimin, esforzándose por mantenerse centrado en el tema.

—La tenemos —respondió Taehyung, con una sonrisa que se reflejaba en su tono—. Saqueamos todo y ya estamos en la mansión Park. Todo está bajo control.

Jimin soltó un suspiro de alivio.

—Bien. Me alegra escuchar eso.

Hubo una breve pausa antes de que Taehyung retomara la conversación, esta vez con un tono más serio.

—Voy a ir por ti. Mándame tu ubicación. Cuando llegue, tenemos que hablar.

El pelirosa suspiró.

—¿Mi padre lo sabe?

—No, no lo sabe. No tienes idea de lo que me costó hacer que Kai cerrara el hocico, es un chismoso —dijo Taehyung con un toque de fastidio. Kai, uno de sus amigos y compañeros, era conocido por no poder guardar secretos.

—Está bien, cuando llegues, hablamos.

Jimin dudó por un momento, sabiendo que la conversación con Taehyung no sería fácil, pero finalmente accedió.

—De acuerdo, te envío la ubicación ahora.

Colgó la llamada, dejando escapar un suspiro pesado. Sabía que no solo era el tema de los Jung o la mercancía lo que Taehyung quería discutir con él.

Jimin envió su ubicación a Taehyung con un rápido mensaje, sintiendo un nudo en el estómago mientras lo hacía. Guardó el teléfono en su bolsillo y, en lugar de volver a entrar en la casa, se quedó afuera, mirando al horizonte.

No quería enfrentarse a Jeon. Sabía que si lo hacía caería en picado ante la tentación. El solo pensamiento de verlo, de cruzar miradas, le hacía sentir una excitación que no podía controlar.

El viento fresco de la tarde le acarició el rostro, pero no fue suficiente para calmar la tormenta en su interior. Se cruzó de brazos, intentando contener el temblor que empezaba a invadir su cuerpo. Había sido un error dejarse llevar, lo sabía. Y ahora estaba atrapado en una situación que parecía imposible de resolver.

No tenía ni idea de cómo iba a manejarlo.

Poco después de enviar la ubicación, el de cabello rosa escuchó el rugido familiar del motor de una camioneta acercándose. Taehyung llegó rápidamente, estacionando su motocicleta justo detrás de donde estaba la camioneta rosa de Jimin.

El ruido del motor se apagó, y sin perder tiempo, Taehyung bajó de la camioneta. Apenas sus pies tocaron el suelo, corrió hacia Jimin con rapidez, una mezcla de alivio y preocupación en su rostro.

—¡Minnie! —exclamó, envolviendo a Jimin en un fuerte abrazo, apretándolo con fuerza como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.

Pero justo después de soltarlo, le dio un ligero golpe en la cabeza.

—¡Idiota! ¿Qué demonios estabas pensando? —le reprochó con tono serio, aunque no había rastro de verdadera ira en sus palabras. Solo preocupación.

Jimin, frotándose la cabeza, esbozó una pequeña sonrisa nerviosa, sabiendo que el golpe había sido merecido. Taehyung siempre tenía esa manera de mostrar afecto y regañarlo a la vez, como el buen amigo que era.

Jimin suspiró, sintiendo el peso de la conversación que tenía que tener.

—Fue un impulso, Tae —dijo, bajando la mirada—. Pero... realmente esos Jeon no son tan malos como pensaba.

Taehyung frunció el ceño, esperando más detalles.

—¿A qué te refieres? ¡Son los Jeon!—preguntó, su tono lleno de confusión.

Jimin se mordió el labio, sintiéndose vulnerable al compartir lo que había pasado.

—Ese chico... es Jungkook —confesó, levantando la mirada hacia Taehyung—. Con él tuve mi primera situación sexual ayer en el bar.

La revelación dejó a Taehyung en silencio por un momento, procesando la información. Su expresión pasó de sorpresa a una mezcla de preocupación y curiosidad.

—¿Jungkook? —repetió, tratando de entender. —¿El mismo que dejaste tirado?

Jimin asintió, sintiendo una punzada de incomodidad.

—Sí, pero... no sé, Tae. Las cosas son complicadas. No quiero que te preocupes por eso.

—Pero es un Jeon, Jimin. ¡Es imposible! No puede ser que te hayas acostado con un Jeon —repitió Taehyung, incredulidad dibujándose en su rostro.

Jimin frunció el ceño, intentando aclarar la situación.

—No nos acostamos, solo... me tocó. Fue un impulso, de verdad —intentó explicarle, pero Taehyung parecía no escuchar.

—¡Te tocó! ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Estás jugando con fuego, Jimin —insistió Taehyung, su preocupación creciendo.

—Tae, calma —dijo Jimin, sintiéndose abrumado—. Solo fue una vez, y no estoy pensando en eso.

Pero Taehyung seguía repitiendo lo mismo, como si no pudiera procesar lo que Jimin le decía.

—Tengo que llevarte con tu padre—dijo Taehyung, casi desesperado—. Casi me mata por llegar sin ti.

Jimin asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Espera aquí, iré a hablar con Jeon y con Jin —respondió, pero Taehyung no se lo podía creer.

—¿Estás loco? ¡Ese Jeon está ahí dentro con el pobre e indefenso Jin! —gritó Taehyung, la preocupación apoderándose de él—. ¡Voy a salvarlo!

Sin pensarlo dos veces, Taehyung corrió hacia la puerta. Cuando entró, se encontró con una escena inesperada. Esperaba ver sangre, muerte, caos, incluso a Jin agonizando. Pero todo lo que vio fue un chico pelinegro con ojos enormes y redondos, sentado en un rincón y sosteniendo una cajita de leche de banana, observando con curiosidad.

Namjoon, herido, estaba recibiendo un regaño de Jin.

—¡No puedes intentar quitarle la leche a Jungkook! —exclamó Jin, exasperado—. ¿Acaso quieres que se te abra la herida?

—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó Taehyung, confundido por la situación, mirando alternativamente entre los tres.

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