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꒰🍓꒱ 03

Jungkook había bajado sus pantalones con lentitud, besando su espalda baja y murmurando palabras tranquilizadoras. A pesar de su nerviosismo, Jimin deseaba lo que estaba por suceder. Quería, finalmente, experimentar lo que su mejor amigo, Taehyung, siempre presumía: tener sexo.

Sin embargo, Jungkook, consciente de su inexperiencia, no tenía intención de ir más allá esa noche. No introduciría su miembro, pero sí se aseguraría de hacer que Jimin sintiera placer.

Después de despojarlo de los pantalones y acariciar sus glúteos con dedicación, Jungkook empezó a rozar su entrada por encima de la tela de las bragas, provocando una reacción inmediata en Jimin. El pelinegro gruñó con fuerza, apretando con sus grandes manos tatuadas una de sus nalgas, disfrutando de la sensación. Con destreza, comenzó a bajar lentamente las bragas negras de Jimin, dispuesto a continuar.

El sonido de la tela deslizándose por su piel era casi imperceptible, pero el calor entre ambos se intensificaba con cada segundo. Jimin, con los ojos cerrados y el corazón latiendo desbocado, sentía cómo la ansiedad y el deseo se entrelazaban. Jungkook no apartaba las manos de su cuerpo, recorriéndolo con una mezcla de paciencia y pasión.

Cuando finalmente dejó caer las bragas al suelo, el pelinegro se inclinó hacia adelante, besando suavemente la curva de su cadera y haciendo que Jimin exhalara un suspiro tembloroso. Jungkook susurró su nombre entre labios, asegurándole que no tenía que preocuparse, que iba a cuidar de él.

Jimin estaba nervioso, pero el tacto de Jungkook lo tranquilizaba a pesar de no conocerlo de nada.

Parecía que sus cuerpos estaban adaptados el uno con el otro.

El pelirosa sentía el calor de su cuerpo, la firmeza de sus manos. Y aunque no iban a llegar hasta el final esa noche, cada caricia era un recordatorio de la conexión profunda que compartían. Jungkook no tenía prisa; sabía que esto era nuevo para Jimin y quería que se sintiera seguro, disfrutando de cada momento.

Con un suspiro bajo, el pelinegro comenzó a deslizar uno de sus dedos lentamente sobre la entrada de Jimin, sin apresurarse, observando sus reacciones. Jimin se estremeció bajo su toque, mordiéndose el labio para no dejar escapar los sonidos que comenzaban a formarse en su garganta.

Jungkook, con una sonrisa satisfecha, continuó explorando, su dedo apenas rozando, aumentando la presión con cada pasada, pero sin llegar a penetrar. Jimin arqueó la espalda, incapaz de controlar su cuerpo, mientras el calor se acumulaba en su vientre, cada caricia un paso más hacia ese abismo que nunca había experimentado.

El ritmo de su respiración aumentó, sus labios entreabiertos dejando escapar pequeños jadeos. Justo cuando creyó que no podía soportar más, Jungkook se inclinó para susurrar en su oído:

—No te preocupes, solo quiero que me sientas.

Después de esas palabras, Jungkook introdujo su dedo con lentitud, primero la punta, y luego, de un solo movimiento, todo el dedo corazón. Jimin soltó un jadeo entremezclado de sorpresa y excitación.

El pelinegro besó con ternura una de sus nalgas, esperando pacientemente a que el cuerpo de Jimin se acostumbrara a la intrusión. El tiempo pareció detenerse mientras el rosado agujero trataba de relajarse, su respiración acelerada llenando el aire.

Finalmente, cuando sintió que Jimin comenzaba a adaptarse, Jungkook, con una paciencia infinita, empezó a mover su dedo dentro y fuera, sus movimientos suaves y calculados. Poco a poco, el cuerpo de Jimin dejó de resistirse, y sus gemidos se hicieron más audibles, rompiendo el silencio. Aprovechando el momento, Jungkook deslizó un segundo dedo sin que Jimin lo notara, aumentando el ritmo con destreza.

Los gemidos de Jimin resonaban por todo el balcón. Cualquiera que pasara cerca sabría exactamente lo que estaba ocurriendo, pero eso solo parecía intensificar el placer para ambos. El sonido húmedo que surgía con cada movimiento de los dedos de Jungkook era tan provocador que el propio pelinegro no pudo evitar excitarse aún más ante la escena.

—Oh... Dios mío, voy a correrme —jadeó Jimin, su cuerpo temblando, mientras su mejilla presionaba contra el asiento del balcón, ya adormecida por la tensión—. Ah...

Jungkook aumentó el ritmo, sus dedos entrando y saliendo con una experiencia que denotaba total control. Decidido a jugar un poco más, sacó sus dedos de repente, observando cómo la entrada rosada y húmeda de Jimin parecía suplicar por más.

—¡No los saques! —chilló Jimin, indignado por la interrupción.

Jungkook sonrió con malicia y le dio una suave nalgada.

—¿Qué tan desesperado estás? —preguntó, su voz grave y juguetona.

Antes de que Jimin pudiera responder, Jungkook inclinó la cabeza y, con un movimiento ágil, su lengua encontró el mismo lugar que sus dedos habían abandonado. La lamió con devoción, entrando y saliendo, como si saboreara el postre más dulce.

Los gemidos de Jimin se intensificaron, resonando con fuerza, su cuerpo entregado completamente al placer que Jungkook le brindaba.

El de cabello rosa comenzó a sollozar al sentir la lengua de Jungkook jugueteando con su entrada. El placer era tan abrumador que no pudo contener las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Jamás había imaginado que algo así pudiera sentirse tan bien. En ese momento, lo entendió. Ahora comprendía por qué Taehyung amaba tanto el sexo, por qué lo describía con tanta pasión y deseo.

Jimin se aferraba con fuerza a los bordes del asiento, su cuerpo temblando mientras los sollozos se mezclaban con gemidos ahogados. La lengua de Jungkook no daba tregua, entrando y saliendo con destreza, enviando oleadas de placer a cada rincón de su cuerpo. El calor que se acumulaba en su bajo vientre era insoportable, y sentía que estaba al borde del abismo.

—Jungkook... no puedo más... —jadeó, su voz quebrada, mientras las lágrimas seguían cayendo.

El pelinegro no se detuvo; al contrario, aumentó la intensidad, succionando y lamiendo como si disfrutara del control absoluto que tenía sobre el cuerpo de Jimin. Este, perdido en el placer, comenzó a moverse involuntariamente, empujando sus caderas hacia la boca de Jungkook, buscando más.

—Ah... ah... ¡Voy a...! —su voz se cortó cuando una oleada de puro éxtasis recorrió todo su cuerpo. Jimin se arqueó violentamente, su espalda levantándose del asiento mientras alcanzaba su clímax con una fuerza devastadora.

El orgasmo lo sacudió por completo. Sus piernas temblaban incontrolablemente, su pecho subía y bajaba en rápidos jadeos, y el calor explotó en su vientre, extendiéndose por cada fibra de su ser. El líquido caliente brotó de su miembro, manchando su estómago y el asiento, mientras seguía gimiendo sin poder detenerse.

Jungkook, aún sin detenerse, lamió los últimos rastros de placer, dejando a Jimin completamente exhausto, su cuerpo flácido y tembloroso.

—Dios... —murmuró Jimin, todavía intentando recuperar el aliento—. Eso fue... Lo mejor...

Jungkook sonrió, complacido, limpiándose con el dorso de la mano y acercándose para darle un suave beso en los labios, un gesto tierno tras la tormenta de placer que acababan de compartir.

—Te lo dije —susurró, con voz ronca—, quería que lo sintieras todo.

Jimin, aún sumido en la intensidad del momento, no podía hacer más que asentir, completamente rendido al placer que le había regalado Jungkook.

[...]

Al día siguiente, Jimin se despertó con un leve dolor en la parte baja de su espalda, particularmente en su zona íntima. Soltó un pequeño quejido mientras se giraba en la suave cama en la que yacía, completamente seguro de que no era la suya. El aroma varonil que impregnaba las sábanas lo confirmó.

Con los ojos aún pesados por el sueño, entreabrió uno y se encontró con una cortina negra que bloqueaba la luz exterior, haciéndole difícil adivinar la hora. A pesar de eso, un reloj colgado en la pared indicaba claramente las 9:00 AM.

Sintió a alguien moverse a su lado. Lentamente giró la cabeza y su sorpresa fue palpable al ver a Jungkook, completamente vestido, tumbado junto a él. Su corazón se aceleró, y un rubor intenso cubrió sus mejillas mientras los recuerdos de la noche anterior inundaban su mente.

Sin decir nada, Jimin se levantó lentamente de la cama, sintiendo el leve dolor en su cuerpo intensificarse con cada movimiento. Su corazón latía descontroladamente mientras recogía sus cosas con movimientos torpes y apresurados. Jungkook no se había movido, aún roncaba sobre la cama en su quinto sueño.

¿Qué estoy haciendo?, se preguntaba Jimin mientras se vestía con las mismas ropas de la noche anterior, su mente un torbellino de emociones. Apenas podía sostenerse en pie y no recordaba como es que había terminado en la cama de Jungkook. La mezcla de dolor y vergüenza era abrumadora. Antes de que pudiera dudar más, tomó su teléfono y salió rápidamente de la habitación, sin mirar atrás.

El pasillo del apartamento de Jungkook parecía interminable, pero Jimin no se detuvo. Apenas cruzó la puerta principal, el aire fresco de la mañana lo golpeó, despejando un poco su mente. Sus manos temblaban mientras sacaba el teléfono del bolsillo y buscaba el contacto de su mejor amigo, Taehyung. Él sabrá qué hacer... él siempre sabía.

—Taehyung... —susurró cuando este contestó, su voz rota por la angustia—. ¿Puedes venir a buscarme?

Taehyung, al otro lado de la línea, no necesitó más detalles. Conocía a Jimin mejor que nadie y sabía cuando algo andaba mal.

—Voy en camino —respondió de inmediato, su voz preocupada después de que el pelirosa le diera la dirección.

Jimin colgó el teléfono y se apoyó contra una pared cercana, respirando profundamente mientras intentaba calmarse. Sin embargo, el sonido de su propio corazón martilleando en sus oídos no lo dejaba en paz. Sentía que la vergüenza lo devoraba. ¿Por qué no podía haber enfrentado a Jungkook? ¿Por qué había huido como un cobarde?

El pelirosa salió del departamento cerrando la puerta con cuidado. No pasó mucho tiempo antes de que el auto de Taehyung apareciera en la esquina de la calle. Apenas lo vio, Jimin sintió una punzada de alivio. Taehyung detuvo el coche rápidamente y salió, apresurándose hacia él.

—Jimin, ¿qué pasó? —preguntó, sin poder ocultar su preocupación al ver la expresión en el rostro de su amigo. Sin embargo, cuando lo observó más detenidamente, una sonrisa traviesa apareció en sus labios—. Espera un segundo... ¿Es mi imaginación o tienes cara de recién follado?

Jimin, aún abrumado por la situación, sintió su rostro arder de vergüenza.

—Tae, no es momento para eso —protestó, intentando evitar el tema, pero Taehyung ya estaba riendo.

—¡Oh, Dios mío! ¡No puedo creerlo! —exclamó, claramente emocionado—. ¿Qué pasó? ¡Necesito todos los detalles!

Jimin solo pudo negar con la cabeza, sintiendo cómo el rubor volvía con fuerza. Sabía que Taehyung estaba emocionado, pero lo último que quería en ese momento era hablar de lo que había sucedido.

—Llévame a casa, por favor —murmuró, desviando la mirada.

Taehyung, aunque divertido por la situación, notó la seriedad en los ojos de su amigo y decidió no presionar más.

—Está bien, tu padre seguro me mata si no te llevo ahora, vamos. —Dijo finalmente, mientras le abría la puerta del auto—. Pero no te librarás de contarme más tarde.

Jimin asintió, agradecido de que su amigo entendiera, aunque sabía que la conversación pendiente con Taehyung era inevitable.

Jimin se acomodó en el asiento del copiloto, todavía sintiendo el peso de la noche anterior en su cuerpo y mente. Cerró los ojos por un momento, inhalando profundamente mientras Taehyung arrancaba el auto. El sonido del motor era el único ruido que rompía el silencio entre ellos al principio. El ambiente, aunque familiar, estaba cargado de incertidumbre.

—Sabes que no puedes simplemente quedarte callado —dijo Taehyung de repente, con un tono despreocupado pero claramente curioso. Sus ojos seguían fijos en la carretera, pero Jimin podía sentir su sonrisa burlona—. Te conozco demasiado bien. Cuéntame, ¿qué pasó? No puedes dejarme así después de ese rostro que traes.

Jimin suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria. Taehyung había sido su amigo desde siempre, literalmente desde que eran bebés. Sus padres eran socios en los negocios familiares, y aunque las familias de ambos estaban envueltas en el mundo de la mafia, eso no había afectado su amistad. Si algo, solo los había unido más.

—Es complicado, Tae —respondió Jimin en voz baja, sin saber cómo empezar—. Jungkook y yo... anoche, fue todo demasiado rápido. Y esta mañana... no pude quedarme ahí. Me sentí... no sé, avergonzado, confundido.

Taehyung asintió lentamente, como si procesara lo que su amigo estaba diciendo.

—¿Ese chico te trató mal? —preguntó con seriedad, su tono de voz cambiando. Aunque a veces podía ser despreocupado, cuando se trataba de Jimin, Taehyung sabía cuándo ponerse serio.

—No, no es eso —Jimin negó con la cabeza rápidamente—. Él fue... increíblemente dulce, en realidad. Pero cuando me desperté, simplemente no pude enfrentar la situación. Me dio miedo lo que podría pasar después.

Taehyung soltó un suspiro mientras giraba en una calle más estrecha, alejándose del tráfico. Sabía que Jimin tenía problemas para lidiar con sus emociones, especialmente cuando se trataba de algo tan íntimo como lo que había pasado con ese chico.

—Jimin, si lo disfrutaste entonces quedate con eso. El sexo es así, no es necesario que te quedes al día siguiente—dijo finalmente, con un tono de experiencia increíble—. Lo sé, tú lo sabes. Si él fue dulce contigo, entonces no tienes nada de qué preocuparte.

Jimin bajó la mirada a sus manos, las cuales jugaban nerviosamente con la costura de su chaqueta. Sabía que Taehyung tenía razón, pero había algo dentro de él que simplemente no podía dejar de sentirse inseguro. ¿Y si Jungkook no lo veía de la misma forma? ¿Y si solo fue un error?

—No lo sé, Tae... —murmuró, mordiéndose el labio—. Solo... Tal vez debí despedirme o algo.

Taehyung lo miró de reojo por un momento antes de fruncir el ceño.

—Tal vez, pero ya no lo hiciste —respondió con firmeza—. Pero no te preocupes, quizás nunca más lo vuelvas a ver.

Jimin soltó una pequeña risa nerviosa, no sabía porque eso le había hecho sentir mal. Mierda, no lo había pensado.

—Y si por casualidades de la vida te lo vuelves a encontrar y se atreve a recriminarte algo... Ya sabes, yo te defiendo.

Sabía que Taehyung, aunque bromista, hablaba en serio. Crecer en un ambiente familiar como el de ellos significaba aprender a protegerse, y Taehyung, siendo hijo del socio de su padre, también era alguien que no tenía miedo de hacer justicia por su cuenta si alguien lastimaba a quienes le importaban.

—Sí, lo sé... —dijo Jimin con un suspiro—. Pero aun así, no puedo evitar sentirme así. Todo fue tan inesperado.

Taehyung sonrió mientras bajaba la velocidad del auto, acercándose al condominio donde vivía Jimin.

—Bueno, si algo he aprendido en este mundo es que lo inesperado siempre sucede —dijo, mirando a su amigo con una sonrisa divertida—. Especialmente en nuestras familias. Si puedes manejar ese caos, creo que puedes manejar a un hombre.

Jimin soltó una pequeña risa, sintiéndose un poco más relajado gracias a las palabras de su amigo. Sabía que Taehyung tenía razón. Habían sobrevivido a cosas mucho más grandes en sus vidas, y enfrentar sus propios sentimientos debería ser la parte más fácil. Aunque, en ese momento, aún no se sentía del todo preparado.

—Gracias, Tae —dijo finalmente, mientras el auto se detenía.

Taehyung sonrió y le guiñó un ojo antes de sacudir su cabello de forma juguetona.

—Para eso estoy, amigo. —Sonrió ampliamente—. Pero si no quieres contármelo ahora, me debes todos los detalles más tarde. Porque no me iré de aquí hasta que me cuentes todo.

Jimin sonrió con cariño, sabiendo que siempre podría contar con él, sin importar la situación.

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