꒰🍓꒱ 05
Jimin se movió rápidamente, ayudando a Jungkook a levantar a Namjoon con cuidado. Jimin sacó unas vendas de su pantalón y comenzó a envolver la herida de Namjoon con habilidad y rapidez, su rostro concentrado mientras Jungkook lo observaba con atención.
—¿Estoy en el cielo? —murmuró Namjoon, ya comenzando a alucinar mientras contemplaba el rostro del chico de cabello rosa. —No sabía que los ángeles eran tan sexys...
Jungkook bufó, la frustración mezclándose con un leve toque de diversión.
—Ni estando herido de gravedad dejas quieta la polla, cállate, Namjoon —replicó, intentando mantener la seriedad en medio del caos.
Namjoon soltó una risa ahogada, lo que hizo que Jimin sonriera por un instante, a pesar de la tensión.
Jimin terminó de cubrir la herida de Namjoon, asegurándose de que las vendas estuvieran firmes pero no demasiado apretadas. Luego, se volvió hacia Jungkook, su expresión seria.
—Escucha, no estoy aquí solo —comenzó—. Traje a más gente conmigo, y son muchos más que los Jung y los Jeon juntos. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo, o será el fin para nosotros.
Jungkook frunció el ceño, procesando la información.
—¿Qué sugieres? —preguntó, sintiendo la urgencia en la voz de Jimin.
—Tienes que decirle a tus compañeros que abandonen la casa. Si se van, podremos atacarlos solos. A menos que quieras que se conviertan en blancos en medio del caos.
Jungkook asintió, entendiendo la estrategia. Era un riesgo, pero en su situación, no tenía otra opción.
Su padre lo mataría.
—Está bien. Voy a darles la señal —dijo, su voz firme mientras se preparaba para comunicarse con sus hombres.
Mientras Jungkook se alejaba para dar la señal a sus hombres, Namjoon, a pesar de su condición, no podía resistirse a coquetear con Jimin.
—Oye, angelito —dijo, con una sonrisa torcida—, no sabía que los ángeles también eran tan buenos con las vendas. Tal vez deberías ser mi enfermero personal.
Jimin lo miró con sorpresa, aunque no pudo evitar una ligera sonrisa.
—No estoy aquí para jugar, Namjoon. Pero gracias por el cumplido.
—¿Quién dice que no se puede hacer ambas cosas? —respondió Namjoon, tratando de mantenerse ligero a pesar de su dolor. —Además, no puedo dejar de pensar en lo que podrías hacer con esas manos.
Jimin se ruborizó ligeramente, pero rápidamente se recompuso.
—Concéntrate en no desmayarte, y déjate de tonterías.
Namjoon soltó una risa ahogada, mientras Jungkook regresaba, sus ojos entrecerrados al escuchar la conversación.
Jungkook interrumpió la conversación, cruzando los brazos y mirando a Namjoon con desaprobación.
—Eres un puerco —dijo, sacudiendo la cabeza—. Deberías estar más preocupado por sobrevivir que coqueteando con Park.
Namjoon se echó a reír, ignorando la reprimenda.
—Vamos, JK. Es solo una broma. Además, no puedo dejar que siempre te lleves toda la atención.
Jungkook soltó un suspiro exasperado.
—Bien, bien, pero primero necesitamos salir de aquí. Ya habrá tiempo para tus tonterías después de que terminemos con los Jung.
Jimin miró a Jungkook.
—Concentrémonos —dijo Jimin, intentando mantener el enfoque—. Lo que sea que pase, debemos estar listos.
Jimin tomó el radio y ajustó la frecuencia, su voz firme mientras daba instrucciones a Taehyung.
—Tae, escucha. No ataquen a los Jeon. Necesitamos enfocarnos en los Jung y despejar la salida. Hay un herido.
La respuesta de Taehyung fue casi inmediata, llena de incredulidad.
—¿Estás loco? ¡Son los Jeon!
Jimin no dudó.
—Lo sé, pero tenemos que priorizar. Si no despejamos la salida... Eh, alguien no sobrevivirá. Hazlo.
Hubo un momento de silencio antes de que Taehyung finalmente cediera.
—Está bien, lo haré. Dios mío. ¡Mantente alerta!
Jimin guardó el radio y salió de la habitación primero, con el arma levantada y la determinación grabada en su rostro. Jungkook lo siguió de cerca, sabiendo que tenían que actuar rápido. La vida de su amigo dependía de ellos.
Jimin salió de la habitación con el arma lista, su corazón latiendo con fuerza. A medida que avanzaba, su mirada se centró en los hombres que se cruzaban en su camino. Era fácil identificarlos: los Jung no llevaban pasamontañas y estaban vestidos con trajes caros.
Disparó con precisión, pero en un momento de distracción, uno de los Jung logró acercarse demasiado. Jimin no pudo reaccionar a tiempo y casi falla el tiro. Justo cuando el hombre levantaba su arma, Jungkook apareció como un rayo, empujando a Jimin hacia un lado y derribando al enemigo de un golpe certero.
—¡Cuidado! —gritó Jungkook, su voz llena de urgencia.
Jimin respiró hondo, el susto recorriéndolo. Jungkook le lanzó una mirada seria mientras ambos continuaban avanzando, disparando a los Jung que intentaban bloquear su camino.
—No te descuides —le advirtió Jungkook—. Necesitamos despejar la salida para llegar.
Jimin asintió y Jungkook recogió a Namjoon del suelo. Lo había dejado caer para correr hacia Jimin.
Jungkook levantó a Namjoon del suelo, su amigo quejándose débilmente mientras aún luchaba por mantenerse consciente.
—Ahg... Idiota —murmuró Namjoon, más dormido que despierto.
Con determinación, Jimin guió a Jungkook y a Namjoon hacia la salida. Las balas seguían zumbando a su alrededor, pero lograron esquivar a los Jung restantes. Finalmente, llegaron a una camioneta estacionada en la parte trasera de la mansión, un llamativo vehículo de color rosa brillante.
Jungkook se detuvo, mirándola con incredulidad.
—¿En serio? —preguntó, levantando una ceja.
Jimin se encogió de hombros, sin inmutarse ante la mirada de sorpresa de Jungkook.
—Es mi color favorito.
—Algo llamativo, fresita—respondió Jungkook, intentando ocultar una sonrisa. Pero la urgencia del momento lo llevó a abrir la puerta de la camioneta y ayudar a subir a Namjoon.
Mientras Jimin maniobraba la camioneta rosa por las calles, oyó a Namjoon murmurar algo.
—Ah, JK, estoy viendo a Susy...
Jungkook rodó los ojos.
—¿Quién es Susy? —preguntó Jimin con una voz confundida, sin apartar la vista de la carretera.
Namjoon se inclinó hacia atrás, tratando de concentrarse mientras una mueca de dolor cruzaba su rostro.
—Era mi pez beta... Murió ahogado.
Jungkook soltó una risa incredulidad, sacudiendo la cabeza.
—¿Cómo se muere un pez ahogado?
Namjoon, entre risas y quejas, apenas podía mantener los ojos abiertos.
—Es un chiste... pero no me hagas reír, me duele todo.
Jimin sonrió viendo a Jungkook reír.
Jimin condujo rápidamente hasta una casa modesta pero segura, apartada de las calles principales. Al llegar, giró hacia Jungkook y Namjoon, su expresión seria.
—No es mi casa, pero aquí estaremos a salvo.
Los tres bajaron del auto, y antes de que Jungkook pudiera responder, la puerta de la casa se abrió. De esta salió un hombre de unos treinta años, con cabello negro lacio y piel pálida que brillaba bajo la luz tenue. Era muy guapo. Su mirada era intensa y desconfiada, centrándose primero en Jungkook y Namjoon, como si evaluara su presencia.
—¿Minnie? —preguntó, su voz firme pero con un toque de preocupación al reconocer a Jimin.
—Jin, hay un herido por aquí —dijo Jimin, su tono urgente.
Jin frunció el ceño, aún manteniendo la guardia. Miró a Jungkook de arriba a abajo y notó una marca en su camiseta, una J bordada de rojo que delataba el apellido del pelinegro. Sabía que Jungkook era un Jeon, y eso lo ponía en alerta.
—¿Por qué debería ayudar a un Jeon? —preguntó, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Porque sirves a la familia Park —respondió Jimin, su mirada fija en Jin—. Y yo soy tu jefe. Hice un trato con ellos y Namjoon necesita atención médica.
La mención de su lealtad a la familia Park pareció calmar a Jin, aunque su desconfianza hacia Jungkook no desapareció por completo.
—Está bien —dijo finalmente, suspirando—. Solo porque Jimin lo pide.
Jin se acercó a Namjoon, quien yacía en el suelo, y comenzó a examinar la herida. Hizo una mueca al notar que era bastante fea.
—Tú, Jeon —dijo mientras miraba a Namjoon—, Ayúdame a meter a tu amigo dentro.
Jungkook no lo dudó. Se agachó y, con cuidado, levantó a Namjoon por los hombros, mientras Jin tomaba sus piernas. Con un esfuerzo sincronizado, lograron introducirlo en la casa. El interior era cálido y acogedor, decorado con un estilo que reflejaba un toque de elegancia y funcionalidad.
Una vez dentro, Jin guió a Jungkook y Namjoon hacia una habitación iluminada por lámparas suaves. Allí, había una camilla improvisada, y rápidamente colocaron a Namjoon sobre ella. Jin se movía con destreza, recogiendo suministros de un botiquín mientras hablaba.
—Esto va a doler un poco, así que prepárate —le dijo a Namjoon, quien aún estaba un poco aturdido.
—¡Ay, no estoy listo! —exclamó.
Jungkook observó a Jin trabajar, impresionado por su habilidad. Aunque había desconfianza inicial, el médico se concentraba en su tarea, asegurándose de que Namjoon recibiera la atención que necesitaba.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Jungkook, tratando de aliviar la tensión en el aire.
—Mejor que antes —murmuró Namjoon—, pero creo que vi a Susy otra vez.
Jungkook soltó una risa involuntaria, recordando la extraña fijación de Namjoon con su pez. Mientras tanto, Jimin se mantenía cerca, observando con un rostro serio.
—¿Y quién es Susy? —preguntó Jin, levantando una ceja, pensando que tal vez era una esposa muerta o alguien importante.
Namjoon, aún con una sonrisa débil, respondió:
—Era mi pez beta... murió ahogado.
Jin rodó los ojos, exasperado.
—Espero que estés así por la herida y no que sea tu verdadera personalidad —dijo, incredulidad evidente en su voz.
—Créeme, él es así siempre —replicó Jungkook, rodando los ojos mientras trataba de ocultar una sonrisa.
—Qué alivio —dijo Jin con sarcasmo—. No sé qué haría si tuvieras una personalidad interesante.
Namjoon soltó una risa, lo que provocó una mueca de dolor, mientras Jin se centraba en limpiar y vendarlos con cuidado.
—Solo mantén a tus peces lejos de mí —añadió Jin, sonriendo mientras terminaba su trabajo.
Namjoon, sintiéndose un poco mejor, miró a Jin con una sonrisa pícara.
—Sabes, si no estuvieras tan ocupado con ese vendaje, podría pensar que eres mi tipo —dijo, coqueteando de manera evidente.
Jimin soltó una risa, lo que llamó la atención de Jungkook de inmediato. El contraste entre la seriedad de la situación y la liviandad de Namjoon lo sorprendió.
Jin, sin perder el ritmo, golpeó suavemente la frente de Namjoon con un guante.
—No te creas tan especial, Namjun. Solo estoy aquí por Jimin —dijo con una expresión divertida, mientras Namjoon se quejaba.
—Es Namjoon, no Namjun —el herido se quejó.
Jungkook no pudo evitar sonreír ante la escena. La química entre los dos era palpable, y a pesar del caos a su alrededor, el humor de Namjoon aligeraba el ambiente.
—¿No tienes un pez que cuidar? —bromeó Jimin, sin poder contenerse.
Namjoon se llevó la mano al corazón, fingiendo ofenderse.
—¡Susy siempre estará en mi mente!
[...]
Jimin y Jungkook se quedaron solos en la sala de la pequeña casa de Jin, el ambiente tenso pero aliviado por la reciente risa. La luz tenue iluminaba los rostros de ambos mientras esperaban que Jin terminara con Namjoon.
Jungkook se acomodó en el sofá, sus pensamientos todavía girando en torno a lo ocurrido. Miró a Jimin, quien estaba sentado en una silla cercana, con una expresión pensativa.
—¿Estás bien? —preguntó Jungkook, rompiendo el silencio.
Jimin asintió, pero su mirada reflejaba más de lo que decía. Había algo en su expresión que inquietaba a Jungkook.
—Solo… es raro, ¿no? —dijo Jimin, jugando con los dedos. —Eres un Jeon...
—Y tu un Park, fresita.
El silencio reinó en la sala.
—¿Por qué escapaste anoche? —preguntó Jungkook después de meditarlo mirándolo fijamente.
Jimin desvió la mirada, su rostro se sonrojó levemente. Se notaba la vulnerabilidad en su postura, como si estuviera tratando de armar un escudo.
—No sé, fue... complicado —respondió evasivamente, mordiéndose el labio.
Jungkook sintió un impulso de acercarse más.
—Mira, Jimin, somos de familias diferentes, pero eso no significa que no podamos hablar —dijo Jungkook, intentando tranquilizarlo.
—Lo sé —contestó Jimin, su voz apenas un susurro. —Pero tú eres un Jeon y yo un Park. Hay cosas que… son complicadas.
Jungkook frunció el ceño. La tensión en el aire se intensificó, y la tristeza en los ojos de Jimin lo conmovió.
—¿Eso significa que no podemos repetir lo de anoche? —preguntó Jungkook, su tono lleno de desafío.
Jimin suspiró, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, se encogió de hombros.
—No lo sé.
La sinceridad en su voz caló hondo en Jungkook.
—Creo que nuestros apellidos no tienen nada que ver... No sabía que eras un Park y tú no sabías que yo era un Jeon. ¿Por qué no lo ignoramos? Se que lo deseas tanto como yo, fresita... —sugirió el pelinegro.
La lucha interna de Jimin era evidente; sus ojos reflejaban una mezcla de deseo y miedo. Jungkook, sintiendo la tensión en el aire, se acercó lentamente. Cada paso que daba era un recordatorio de lo que había sucedido la noche anterior, de cómo se habían perdido en un momento que desafiaba todas las reglas.
Mientras Jimin lo miraba, Jungkook se sintió atraído hacia sus labios, la tentación ardiendo dentro de él. No le importaba que Jimin fuera un Park; lo que quería era acercarse más, romper las barreras que los separaban. Quería follarlo.
—No puedo ignorar el deseo que me causas... —murmuró Jungkook, sus ojos fijos en los labios de Jimin, deseando repetir lo que había pasado antes y llevarlo aún más lejos. Era una necesidad visceral que lo consumía.
Jimin tragó saliva, luchando entre el impulso de acercarse y el temor a lo que eso podría significar. La distancia entre ellos se volvía peligrosa, y Jungkook sabía que el momento estaba cargado de posibilidades, pero también de consecuencias.
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