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33. Aprovecha la oportunidad

El nuevo dojang bullía de actividad, desde los adultos disfrutando el cóctel hasta los niños jugando en el tatami, chillando de felicidad porque se reincorporarían a las clases en una semana. A la gente le gustaba el lugar, era más grande, mejor equipado y estaba muy cerca del anterior. Para su suerte, todos interpretaron que el cierre del anterior había sido una espera corta para terminar el nuevo espacio.

Yeonjun seguía pidiéndole el número de teléfono de su jefe a Jisung, convencido de que el omega caería rendido a sus múltiples encantos. De verdad no tenía ni idea de con quién estaba lidiando. Changbin solo podía reírse ante los intentos infructuosos del idiota.

—¡Lixie! —Han llamó en voz alta al rubio, que entraba por la puerta con una sonrisa un poco forzada y una bandeja de dulces.

Algo se sintió mal en su estómago en cuanto lo vio. No había nada extraño en su apariencia, fue más como una extraña epifanía que llegó a su mente de forma repentina. Presionó entre sus dedos la botella de agua que agarraba y le faltó el aire.

"En realidad, los caseros somos Felix y yo", la voz de Bang Chan resonó en su cabeza. No recordaba dónde había escuchado eso, no tenía ni idea si era un sueño o si estaba imaginándoselo por la forma en la que el omega saludó a su compatriota australiano. Pero ahí estaba ese conocimiento que parecía verdad: que el pecoso formaba parte del equipo de salvamento de Changbin.

Pero era imposible. Al menos se lo parecía a él.

Felix no tenía tanto dinero, era un asalariado como él, no podía haber invertido ni un centavo. Además, Bang Chan se lo habría contado antes de firmar, no lo creía capaz de enredarlo en una mentira de ese tamaño. Alguien hubiera hablado con él, tal vez Jisung, puede que Minho. , si sus amigos se enteraran de que Felix estaba haciendo una cosa así se lo contarían inmediatamente. Han era incapaz de guardar un secreto de ese calibre por más de dos días.

«Tal vez no lo sabía», susurró su lobo en el fondo de su mente, obnubilado por la sonrisa brillante que le daba a los niños que saltaban a su alrededor.

¡Qué rabia que todavía le gustara tanto! ¡Qué rabia que se hubiera portado tan mal con él!

—¿Todo bien? —preguntó Minho, dándole un codazo.

—¿Felix es el dueño de esto? —Changbin no tenía tiempo ni paciencia para andarse con rodeos. El otro alfa los miró desconcertado.

—¿Qué? ¿El dueño de qué?

—Del dojang. ¿Es socio de Bang Chan? Dime la verdad, hyung.

—¿Qué? ¿De dónde has sacado eso? Si fuera el dueño lo sabríamos. Jisung me lo hubiera dicho. —Pensaba lo mismo, así que tenía que ser un sueño. Claro que sí, seguramente lo soñé—. ¿A qué viene esto?

—No lo sé, es solo algo que vino a mi mente...

—¿De la nada?

—¿El qué vino de la nada? —intervino Yeonjun, apoyando el codo en su hombro para demostrar lo muchísimo más alto que él que era.

—Binnie dice que Felix es el dueño del dojang, pero no entiendo de dónde se sacó esa información.

—Ah, espera... ¿Por qué me suena esto? —Yeonjun miró al rubio durante unos segundos en los que el corazón de Changbin latía desbocado—. Creo que he escuchado esto antes.

—¿Dónde?

—No sé, pero tengo como un recuerdo de alguien diciéndome que invitaría a Felix a brindar... ¿Tal vez cuando nos emborrachamos en Levanter? Dios santo, qué resaca tuve... No me acordaba ni de cómo había llegado a casa.

—Yo tampoco me acuerdo —se quejó, llevándose una mano al puente de la nariz para masajearlo.

—¡Chan hyung, puedes venir un momento! —Minho levantó la voz para llamar la atención del alfa sonriente que se acercó.

—¿Hay algún problema? —Que me hayas ocultado que Felix es parte de esto, que no me hayas avisado de que estaba invirtiendo su dinero aquí para poder rechazarlo apropiadamente, quiso decir.

—Changbin dice que soñó que Felix invirtió dinero en el dojang. ¿Puedes decirle que no, por favor? —pidió Minho.

—Bueno, es que sí invirtió.

—¿Perdón? —exclamaron los tres al mismo tiempo.

—Te lo dije en el restaurante, Felix y yo somos socios al 50 %. Le dije que íbamos a brindar pero se llevó a Jisung a casa y no pudo quedarse.

—Me cago en la puta —maldijo Changbin, soltando la botella de agua sobre una de las mesas.

Resopló con cansancio, apretándose las sienes para impedir que su cabeza explotara. Sus amigos siguieron discutiendo pero él ya no los escuchaba.

No invitó a Felix a la inauguración, en primer lugar. Él simplemente había aparecido allí. Ni siquiera habían cruzado una palabra desde su discusión. Todo había sido frío e incómodo desde entonces, como dos conocidos que se caen mal y, por desgracia, están en el mismo grupo de amigos. Entonces, no tenía ningún puto sentido que estuviera dentro de esa sociedad con la que firmó un contrato de arrendamiento de cinco años.

Se sentía mal. No quería deberle nada a Felix, no quería estar atado a él de ninguna manera que los acercara porque todavía le gustaba. A pesar de los desprecios y lo mal que lo trató, todavía sentía un montón de mariposas cuando aparecía en la habitación, con su risa grave, sus deliciosos dulces y ese sentido del humor ácido y adorable al mismo tiempo.

Aún envidiaba a sus amigos, los que obtenían la parte más suave de él, como Jisung en ese momento en el que el australiano le peinaba con los dedos. Apostaría su vida para decir que el omega embarazado estaba ronroneando. ¿Cuánto había deseado Changbin ser el objeto de sus afectos? ¿Cuánto lo deseaba todavía?

—Oye, Changbin, lo siento —Chan interrumpió sus pensamientos poniéndole una mano en el hombro—. Tal vez tenía que habértelo dicho el día que firmamos, pero creí que no lo aceptarías, sinceramente —confesó.

—Es que no lo hubiera hecho —aseguró Yeonjun. Lo miró con rabia y el alfa levantó las manos—. Está bien, me largo. Vámonos, Minho hyung...

—De verdad lo siento, pero queríamos hacerlo —empezó Chan cuando se quedaron a solas—. Estuve mucho tiempo pensándolo y se lo propuse a Felix y él aceptó.

—No quiero deberle nada...

—Mira, amigo, no sé qué demonios ha pasado entre vosotros, pero nada puede ser tan grave como para que rechaces esto. Además, has firmado el contrato, todo está bien, Felix ni siquiera quería venir para no molestarte...

—¿Cómo?

—Seungmin lo obligó a venir, él quería dejarte en paz. Probablemente ni siquiera quería que supieras que es parte de todo esto.

—¿Por qué Seungmin...?

—Porque sabemos que hay algo aquí—explicó, moviendo la mano en círculos—. Minnie está seguro de ello y yo me lo creo —Changbin apretó los labios en una línea—. No tienes por qué decirme nada, pero no dejes que esto estropee tu día, si quieres puedo pedirle que se marche, me haré responsable...

—No, no... Déjalo, Felix no... No me molesta —Claro que no le molestaba que hubiera un rayo de sol en forma de omega pecoso dentro de su academia, lo que le molestaba era que el calor no llegase hasta él—. Es solo... No lo sé...

—Ya, es mucho para procesar. Creí que te había quedado claro el otro día, no pensaba que estuvieras tan borracho... Discúlpame por no hablarlo contigo claramente...

—No pasa nada, hyung... —mintió, porque pasaban un montón de cosas dentro de su cabeza—. Vete a divertirte, iré a hablar con el resto de los invitados.

El alfa lo apretó en un abrazo repentino, dándole golpecitos en la espalda. Changbin se dejó arrastrar a esa marea de romero, un segundo después lo soltaba para volver con los niños. Felix levantó la cabeza en ese instante, cruzando la mirada con él. Las mariposas de su estómago revolotearon nerviosas. Se volteó, huyendo de allí, buscando cualquier cosa que hacer antes que enfrentarse a la realidad de que, definitivamente, le debía un agradecimiento al omega.

—¿Dónde va esto? —preguntó Changbin, con una enorme caja de cartón plana entre sus bíceps—. Pone "Dormitorio".

—Entonces va arriba, en nuestra habitación —contestó Minho, desempacando un montón de libros y colocándolos con cuidado en la estantería del salón.

Los niños corrieron por el pasillo entre risas, Suni casi chocó contra las rodillas del sabunim, pero lo esquivó rápidamente. Changbin se balanceó, a punto de perder el equilibrio, por suerte, Hyunjin lo enderezó con una sonrisa.

—Podrías haber pagado a los de la mudanza para que desempacaran, Jisung —se quejó Felix, colocando los platos en los muebles de la cocina.

—Ya tuve suficiente de ellos entrando y saliendo cuando trajeron las camas. No quería que tocaran mis cosas... Sus olores estaban por todas partes —gruñó, arrugando la nariz.

—Creo que no hacía tanto ejercicio desde la secundaria —se quejó Seungmin.

—Solo estás agarrando la escalera —replicó Bang Chan, terminando de colgar las cortinas en la cristalera.

—Suficiente para cansarme. Soy de constitución delicada.

—¿Tu agencia no te obliga a bailar y esas mierdas? —preguntó Hyunjin.

—¿Esas mierdas?

—¡Pa dijo una palabrota! —gritó Hoshi, tapándose la boca con las manos.

—¡El lenguaje, Seungmin! —reprendió Minho.

—Voy a subir esta caja —interrumpió Jisung a punto de agacharse. Felix atravesó el espacio hasta la entrada rápidamente, impidiendo que tomara el cartón entre sus manos.

—¿Estás idiota? Esto pesa —riñó.

—Es solo ropa. Y tengo que llevarla a la habitación.

—Yo la llevaré.

—Os acompaño —dijo Seungmin, dejando a su marido sobre las escaleras. Agarró una de las maletas de viaje y subieron los tres por las escaleras.

Felix aspiró todo el aire cuando encontró a Changbin colocando una televisión pequeña en un soporte de la pared, en la habitación de Jisung.

—Los técnicos de televisión son sexys —exclamó Seungmin, abriendo la maleta sobre el colchón—. Así empiezan un montón de pelis porno, ¿verdad, Felix?

Quería golpearlo por ser tan idiota. Y a Jisung también por reírle las malditas gracias. En su lugar, gruñó y vació la caja desordenadamente sobre la cama. Se atrevió a mirar por el rabillo del ojo al alfa que seguía luchando con el soporte de la pared, tenía las orejas rojas y una ligera marca de sudor en la parte trasera de la camiseta gris que llevaba. En lugar de prestarle más atención y permitir que su mente se fuera por derroteros mucho más sexuales, se centró en doblar y colgar la ropa para que Jisung la ordenara.

—Felix, ayuda a Changbin con la tele —ordenó Han.

—¿Por qué?

—Porque yo estoy embarazado y Seungmin es un vago.

—Correcto —convino el idol.

—No hace falta —intervino el alfa por primera vez—. Llamaré a alguno de los chicos. —Felix frunció el ceño.

—No necesitas un alfa para colgar una tele. Felix es más que capaz de sujetarla mientras tú la clavas —aclaró Kim, con un tono de voz que rozaba lo depravado. No pudo evitar darle un golpe en el hombro—. Si vuelves a pegarme te demandaré.

—Vete a la mierda, Seungmin.

—Basta, ayuda a Changbin a colgar mi televisión antes de que la tire, Lixie. ¿O tienes algún problema con eso? —Tenía un millón de problemas y Jisung era consciente de todos. Y, sin embargo, ahí estaba con su mirada inquisitiva y una ceja levantada.

«Omega malvado», lloriqueó su lobo.

Felix se acercó a donde el chico sostenía torpemente la tele mientras intentaba atornillarla. No dijo ni una sola palabra, enredó sus brazos alrededor del aparato, rozando sin querer queriendo los bíceps abultados del otro. Changbin clavó sus pupilas en él durante un segundo, pero no se quejó.

«Alfa huele bien», ronroneó el animal en su cabeza. Y tenía razón, olía a chocolate derretido, a sudor limpio. Como era él: dulce, masculino y fuerte. Su propio aroma lo traicionó con una subida de intensidad que el alfa notó, a juzgar por la forma en la que se abrieron las aletas de su nariz. Un segundo después ponía una cara de disgusto que lo hizo sentir mal.

—Lo siento —susurró automáticamente, controlando sus feromonas y sujetando con más fuerza la televisión—. La tengo, puedes atornillarla.

—Bien —gruñó el hombre, soltando el aparato y apartándose para tratar de atornillarlo.

El incómodo momento duró un rato, pero ambos parecían desesperados por terminar, así que trabajaron en silencio mientras Seungmin y Jisung reían a su espalda. No fueron más de cinco minutos, pero Felix sentía que iba a explotar, Changbin estaba tan cerca, rodeándolo cuando tenía que ir de un extremo al otro de la televisión, rozándolo de vez en cuando, con su intensísimo aroma acorralándolo por completo...

—Ya está, puedes dejarla —aseguró, dando un paso atrás.

Obedeció, alejándose también. Seungmin y Jisung estallaron de alegría fingida y no pudo evitar rodar los ojos.

—¡Sabía que esos bíceps eran útiles! —exclamó Han, apretándole el brazo a Changbin.

—Estaba claro que la iba a clavar bien, ¿verdad, Felix? —insistió Seungmin.

—No os soporto —gruñó, saliendo de la habitación y bajando las escaleras.

En la parte baja había mucha gente, los niños, Chan, Minho, Hyunjin... Demasiado ruido y demasiadas personas que podían seguir juzgándolo. Se escondió en la habitación del pasillo, simplemente mirando los cuadros en las paredes, el sofá cama y la estantería llena de cajas de plástico con juguetes. Necesitaba un respiro de lo intenso del momento, sobre todo de Changbin todavía ignorándolo y de su rico aroma impregnado en su pituitaria.

Suspiró sonoramente, ajustándose la coleta que llevaba en el pelo.

—¿Te gusta? —Hyunjin entró en la habitación con una caja de plástico que parecía tener todas las muñecas de su hija dentro—. Lo pinté cuando Suni cumplió un año —explicó. Felix miró de nuevo al cuadro al que, en realidad, no le había prestado atención.

Era bonito: un día soleado en un campo de trigo y una pequeña amapola floreciendo justo en el centro. Había usado colores azules y amarillos, la flor destacaba, roja, pequeña y delicada en medio de todo el espacio.

—Es precioso, tienes mucho talento —halagó con sinceridad.

—Gracias... En realidad, pintar siempre ha sido mi forma de evadirme. Mis padres me permitieron tomar clases cuando era joven, pero tenía que mantener mi promedio de notas. No fue difícil en la secundaria, pero en la universidad era horroroso. Yo no quería estudiar administración de empresas —soltó, Felix no entendía por qué le estaba contando todo eso—. Pero me encontré a Jisung de nuevo allí y eso fue lo suficientemente bueno, supongo. Cuando estaba muy estresado pintaba o discutía con él —bromeó. El omega dejó escapar una carcajada, mirando al chico.

—¿Valió la pena?

—¿Estudiar algo que odiaba? Sí, supongo. Aunque fuera una mierda al principio, ahora me gusta mi trabajo. Y tengo tiempo para pintar y para estar con Suni. Además, me ha hecho conocer a gente maravillosa...

—¿Como Jeongin? —preguntó, mirándolo.

—Sí, sobre todo a Jeongin —Tenía una sonrisa triste—. Mira, sé que tú y yo no somos los mejores amigos, pero hay algo que he estado pensando...

—¿Qué pasa ahora, pelotinto? —cuestionó, jocoso, para quitarle un poco de hierro a esa conversación que se había puesto súper intensa de repente.

—Tú tienes la oportunidad que yo no tengo. Aprovéchala.

—¿Qué?

—Tú puedes estar con él, puedes intentarlo, yo ni siquiera tengo la posibilidad de acercarme a Jeongin.

—Hyunjin...

—No, espera —lo detuvo, poniéndole una mano en el hombro—, sé que esto suena paternalista y que no debería meterme en tu vida, pero necesito que entiendas lo que estoy diciendo. Tú estás a una conversación de hacer las cosas bien, a mí me separan de Jeongin millones de kilómetros de historias. Te lo prometo, si supieras cuantísimas cosas nos impiden estar juntos entenderías por qué te estoy diciendo esto...

»Todos hemos sufrido, todos tenemos problemas familiares, menos Minho, él parece tener una familia perfecta —rio—. En cualquier caso, todos arrastramos mierdas. Tú puedes cambiar lo que está pasando, acercarte a él y hablar. Yo acabaría con una orden de alejamiento si lo hiciera.

—Oye, no es así... —trató de consolar.

—Es así, lo he asumido. Jeongin se escapará mil veces más y yo le abriré la puerta mil veces más, pero, tarde o temprano, se volverá a ir. Su abuelo siempre tendrá control sobre él... Y ahora se casará y alguien más también tendrá control sobre él. No esperes a que Changbin encuentre a algo más, no pierdas la oportunidad que yo no voy a tener.

Felix no supo qué decirle cuando el alfa le apretó el hombro. Se marchó de la habitación con el semblante gris y lo dejó mirando fijamente a la amapola que creía en medio del trigo.           

***

Hasta aquí 2/2

Me urge que Changbin y Felix me instalen una tele.

No sé si este fin de semana tendré tiempo de escribir lla última parte del epílogo/ subir capítulos, así que igual no nos vemos hasta el lunes, navegantes.

¡Nos vemos en el infierno!                                                           

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