Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🍓 cuarenta

Volvió después de tres semanas a lo que creía era su hogar, tres largas semanas donde solo supo sufrir y escribir las lágrimas que se guardaba en una libreta vieja. Tres semanas que se sintieron eternas y todas iguales; a pesar de tener una rutina completamente nueva por grabar el álbum con el que debutarian.

Moría un poco al estar tan lejos de Jimin, moría mucho al haber sido lastimado por quién creía el amor de su vida.

El dolor de su vida, eso era.

Las llaves pesaban e incluso ardían en sus manos, el tiempo se estancaba en un limbo al abrir el departamento; pidió al cielo no encontrarse con nadie para así poder estar en paz en su habitación. ¿A quién pediría? Jungkook no era creyente o seguidor de alguna religión. Nadie le iba a escuchar, nadie le escuchó.

Al entrar se encontró con Jimin, sentía su estómago pesado y que vomitaria por todo el remolino de emociones. Quiso darse la vuelta y correr del departamento pero simplemente se congeló en su lugar.

“Hola.” Susurró su rubio “amigo”.

“Hola.” Devolvió el saludo seco, incómodo por estar a unos pasos cerca de quién le ilusionó como nadie.

Ambos se quedaron mirándose, nadie dijo más nada aparte del saludo, ¿que más dirían?

“Jungkook, yo—” Jimin apostaba para perder, jamás ganaría después de todas sus malas decisiones.

“Hey, al fin llegaste.” Hablo Minho saliendo del baño, logrando que el estómago de Jungkook se revuelva aún más, causándole más dolor que antes.

Creía que su departamento sería un lugar seguro de los martillos que azotaban las últimas piezas de su corazón crujiente, pero no podría huir del dolor.

Dio un paso atrás tratando de protegerse, era automático.

“¿Qué hace aquí?” Preguntó con un ceño fruncido mirando a Jimin, exigiendo una respuesta, exigiendo perdón por la bajeza del rubio por seguir pisoteando su corazón.

“Doyoung me dijo que vendrías y… quería-queríamos hablar contigo.” Hablo cabizbajo y en un tono bajo casi susurrando.

“¿De qué hablaremos?” Endureció su ceño fruncido, no entendía qué tenía que hablar con ellos, no había nada de qué hablar.

No existía nada entre él y Jimin, no hubo un pasado, ni un presente y mucho menos un futuro. Así que no comprendía qué es lo que Minho hacía invadiendo su propiedad, tomando más de su territorio y humillandolo con su buena suerte.

“Sentémonos, es algo importante.” Dijo Minho caminando a la dirección de Jimin, llevando su mano a la cintura del rubio para guiarlo; manejarlo a su antojo como un pequeño títere. Jungkook sintió pena.

Pero ese era el Jimin que conoció en un principio, ¿por que su corazón se afligía por alguien que había pasado toda su vida debajo de unos hilos? Desde que conoció el motivo de su tristeza lo vio con diferentes titiriteros, pero esta vez le angustiaba aún más. Y no debería, fueron sus decisiones, habrá visto algo en Minho que él no le podía ofrecer. Y está bien.

O eso creía.

Con incomodidad camino detrás de la pareja para seguirlos a la mesa, se sentó frente a ellos y en ningún momento volvió a tener los ojos de Jimin sobre los suyos, estaba cabizbajo y perdido en sus propios pensamientos.

Mejor así. Pensó.

“¿Bien…?” Sea lo que tengan que hablar quería que sea pero ya, no soportaba el ambiente que se había densificado a su alrededor, sentía que se ahogaba con cada segundo que pasaba frente a la pareja.

“Deberías decírselo tú…” Dijo Minho en dirección a Jimin, el rubio no levantaba la cabeza, susurró un corto ‘dicelo tu’ y volvió a perderse en sus pensamientos. “Bueno.” Suspiro y asintió, Jungkook juro haber visto que ocultó una sonrisa de satisfacción. “Como sabrás, Jimin y yo anunciamos nuestro noviazgo al público, ya hemos estado un buen tiempo juntos y nos conocemos bien, queremos dar el siguiente paso como pareja y formalizar mejor.”

“Pues felicidades.” Dijo completamente cabreado, no le importaba ¿por que le decían todo eso? Le importaba poco lo que harían con su relación, ese debía ser él.

“Gracias.” Sonrío, la satisfacción se reflejó en aquel gesto. “Así que Jimin dejará este departamento hoy, quiero que vivamos juntos y él también lo quiere.”

No veía posible una forma más de romperse el corazón, pero existía, ahí estaba. Una vez más escuchaba el crujido de sus latidos y el vacío que se formaba en su estómago. Rápidamente miró a Jimin esperando que negara lo que su pareja le acababa de decir, pero no encontró sus brillantes ojos y no hubo una negación.

¿Por qué no dices nada? Di algo, por favor, mírame. Pensó mirando las pestañas de Jimin. Mírame y dime qué no es cierto, te lo ruego, no me hagas esto.

Pero la única voz que siguió escuchando era la de Minho. “La renta de este mes está pagada, pero deberías comenzar a buscar a algún nuevo compañero.”

Por favor. Pensó. Pero Jimin no le devolvió la mirada, se dejó hacer por su nuevo titiritero.

“Comenzaremos a empacar si es que no tienes nada más que decir.”

Di algo. Pensó. Jimin, di algo.

No hubo palabras, el silencio dominó y se impuso.

Con una cara triste vio al rubio levantarse para comenzar a caminar con su pareja, ambos le dieron la espalda y se dirigieron a la habitación de Jimin. Escuchó la puerta cerrarse dejando caer el balde de agua helada sobre sus hombros, cayó en la realidad y en el fin de una etapa.

¿Así terminaba? La vida al lado de Jimin terminaba de una forma tan abrumante y repentina, ni siquiera podía asimilarlo porque parecía mentira.

Se congelaba en el tiempo recapitulando todo lo que había pasado, todo lo que había vivido al lado de Jimin desde el primer momento hasta el último beso, recapituló la euforia de tenerlo en sus brazos y la felicidad de oír sus risitas. Se enfureció al recordar sus declaraciones y se deprimió al recordar el primer beso que se dieron, parecía mentira todo lo que sucedía.

No quería creerlo, no podía. Se negaba a dejarlo irse tan fácilmente, tenía que ser él quien le diga que se largaría y no Minho, Jimin tenía que mirarle a los ojos diciéndole que le abandonaba después de todo lo vivido. Se levantó de la silla con el fin de rogar.

Pero todo se congeló en el momento exacto en el que escucho pequeñas risitas provenientes de la habitación de Jimin, risas que fueron seguidas de chasquidos de besos. Se sintió más miserable de lo normal.

¿Y así quería más explicaciones? Era obvio que Jimin quería vivir con su pareja, era obvio que quería dejarle y la falta de confrontación era solo la vergüenza que posiblemente sentía. Porque hace semanas atrás le prometía el mundo a Jungkook mientras se veía con otro.

Jungkook solo fue su juego, fue el paño de lágrimas y un pasatiempo que le dejó de interesar. Fue tan insignificante en su vida que se tuvo que enterar de todo por parte de otro. O eso creía Jungkook que en su miseria sentía que Jimin había sido su Judas. Cambiándolo por un par de monedas.

El vacío formado en su estómago se transformó en un hoyo negro que comenzaba a consumirle desde dentro, todo había finalizado y se sentía morir. Morir de tristeza y de enojo, no había tenido un desamor tan grande como este que se sentía en el apocalipsis mismo oyendo las cuatro trompetas en cada chasquido de besos.

En su frustración golpeó la mesa con sus dos puños, dejó reposar sus codos sobre la mesa para frotar su rostro y tratar de quitar la frustración. Sin medir su propia fuerza y sin darse cuenta de la vajilla tan importante tambalearse en la madera, escuchando los crujidos sobre el piso de mármol. Vio cerca a sus pies las piezas de los vasos que Jimin había comprado para que los usarán juntos esparcidos en el suelo, el cristal pintado de fresas estaba destruido cerca a sus pies.

El vacío de su estómago le golpeó aún más al ver tan significativa pieza morir a sus pies, se arrodilló sobre el mármol para recoger las piezas. “No…” Susurró tomándolas en su palma, tratando en un acto desesperado de unirlas y pegarlas pero lo único que consiguió fue cortarse los dedos.

Todo dolía en ese momento, la traición, el desamor y las cortaduras. Se levantó del suelo dejando caer los trozos rotos y una vez más, huyó de todo el tumulto de emociones agrias que se aferraban en su garganta. Cerró la puerta tan fuerte que logró que Jimin saliera de su habitación solo para encontrarse con sus vasos rotos en el piso.

Ambos lloraron, se sentían despreciados por la persona que amaban, lloraban sabiendo que todo había terminado en pedazos sobre sus pies y que no habría forma de resolver los errores cometidos.

Sus corazones querían dejar de latir por el otro, pero no podían y eso era lo que más les dolía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro