«Capítulo Único»
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ObiHidan.
❝F r e n e s í❞
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«Advertencia: este One-Shot contiene +18, leer bajo su propia responsabilidad.»
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La torre donde vivían los famosos Akatsuki, ubicada en la pequeña aldea de Amegakure, de la cuál estos eran los protectores y líderes de esta se encontraba silenciosa. La oscuridad de los pasillos era notable, el frío de la noche era mínimamente soportable debido a la fuerte lluvia que afuera había. Eran pasadas las tres de la madrugada, las tres y veinte para ser exactos, Obito Uchiha se encontraba en el sofa acostado, mirando el techo con la mente en blanco.
Una noche mas llena de insomnio, de horas despierto luchando contra su propia mente y pensamientos. Últimamente le pasaba cada vez más seguido, solia vagar por las noches lejos de su habitación compartida con Kamiruzu y luego despertando temprano en cualquier lugar de la cueva. No es que se llevase mal con su compañero, por supuesto que no, simplemente los recuerdos de su pasado le seguían atormentando con el pasar de los años.
Su vida seguía completamente hundida en aquél abismo del cual cayo tras la muerte de su antigua compañera, la culpa tambien carcomia su corazón por haber provocado la muerte de su sensei y a pesar de ello, recibir el perdón del hijo de este. El azabache se sentía perdido, ahogado en un mar de pensamientos oscuros que por mas que intentaste alejar estos no desaparecían. Las decisiones pasadas presionaban con fuerza en su mente y corazón, recordándole una y mil veces la cantidad exorbitante de errores que cometió.
Sí, quizas arreglo la mayoría al lograr que akatsuki se amigase con las demas aldeas y ya no sean unos renegados, pero... Por mas que intentase hacerse creer así mismo que ya todo estaba bien, que ya no debia preocuparse por lo pasado y sus acciones... El remordimiento seguía ahi, apuñalando su corazón.
Tan perdido en sus pensamientos se encontraba, que el azabache no noto una nueva presencia en la sala observandole. Esta sombra rodeo el gran sillón donde el uchiha se encontraba y sin previo aviso se colocó sobre su cuerpo, atrapando la cadera del mayor con sus propias piernas y con sus manos sujetando los brazos del azabache. Todo iba bien hasta que el Uchiha cambio los papeles y se coloco sobre su «atacante» presionandolo a él contra la suavidad del acolchado del sillón.
Una mirada roja brillo en la oscuridad de aquella sala, quizas si está hubiera estado oscura por completo le hubiera causado temor a su prisionero, sin embargo, la tenue luz de luna que se colaba por las finas y delgadas cortinas del balcón golpeaba en el rostro de Obito, ocasionando que su piel se viera suave cual porcelana y haciendole ver extremadamente sexy a los ojos de su acompañante.
-¿Qué sucede, Hidan?
La grave voz del mayor hizo erizar su piel, provocando que inconscientemente el recien nombrado mordiese su labio con ansias.
-Te veias realmente solo, quería hacerte compañía.- Soltó con un tono pícaro, al mismo tiempo que relamia sus labios.
Obito puso los ojos en blanco y poco a poco dejo en libertad las manos de su acompañante, al mismo tiempo que se quedo de cuclillas, con las piernas del jashinista al rededor de su cadera. Hidan aprovecho aquello para poder pasar sus manos por pos fuertes brazos del Uchiha, hasta llegar a su abdomen, Obito sostuvo sus manos una vez mas alejandolas de su cuerpo.
-No estoy de humor para eso, largate.
La frialdad de su voz sin desearlo, calentaba el cuerpo del menor en gran cantidad. Hidan se sento estando aun con parte de su cuerpo pegado al del azabache, hasta que logro llegar al oído de este y susurrarle con suma excitación.
-Oh vamos, Tobi.- Su voz coqueta salia de forma natural, su cálido aliento chocaba contra la sensible piel del Uchiha.- Ambos sabemos lo mucho que esto te ayuda a relajarte.- Obito aun seguía algo reacio a aquello.- ¿No deseas dormir bien, pan de leche?
Con gran descaro suelta sus manos y de una empieza a acariciar el miembro del azabache sobre la tela de su delgado pantalón de pijama, dando masajes a lo largo de la extensión como si el pantalón no existiese en ese instante. Obito gruñe en un tono bajo y sin previo aviso se abalanza sobre el albino, uniendo sus labios en un beso feroz y cargado de deseo, ambos miembros ya erectos se rozaban bajo la tela de sus pijamas.
Hidan habia rodeado sus piernas en la cintura de Obito, aumentando el choque entre sus intimidades, las cuales ya estaban algo húmedas. Sus lenguas batallaban entre ellas, buscando dominar en la lengua del contrario, danzando al vals de la agresividad en sus cavidades. Las manos de Hidan se paseaban por toda la espalda de Obito, acariciando su piel como veces anteriores ya habia hecho, el conocía cada centímetro del cuerpo del mayor y este reaccionaba ante ello, ante aquellas yemas de esos frios dedos que mas de una vez habian recorrido su cuerpo con deseo y ansias de probarle.
-Pensé que no estabas de humor, Tobi.- Rie el albino con picardía.
-No lo arruines, Hidan.
Obito no podia controlarse a pesar de que intento hacerlo desde un inicio, sus besos bajaron hasta el cuello del Jashinista, dónde empezo a lamer como si de una paleta se tratase y sus manos se colaban bajo la tibia camiseta del albino. Podía sentir en su manos lo erizada que estaba la piel del menor, acariciando como si su vida dependiera de ello mientras devoraba su cuello sin pena alguna. Quizás el riesgo de ser descubiertos aumentaba el placer en ambos y por eso sus excitaciones habían llegado al máximo en tan poco tiempo.
Hidan sabia perfectamente como provocarle, como hacer que su cuerpo ardiera en deseo de un momento al otro, solo sus toques provocaban aquello en su persona. Nadie sabia de sus encuentros y ello le fascinaba, eran solo ellos dos, conociendo sus cuerpos sin pudor alguno. Sí, quizás para muchos en aquella organización les sorprendería ver una «pareja» para nada pensada por ninguno, pero ellos no eran pareja ni tampoco deseaban serlo. No eran compatibles en lo absoluto para ser aquello que llaman pareja, pero en la cama todo era lo contrario, eran feroces y rudos como a ambos les gustaba, podían hacer lo que quisiesen sin preocuparse por no compartir gustos.
A Obito le gusta dominar, le sale a la perfección, ama sentirse el dueño del contrario y poder tratarle de forma inferior sin problemas, humillarle y hacerle lo que desea. Hidan era sumiso, masoquista, amaba que le golpearan y le humillaran, que le ahorcaran hasta sentir como sus pulmones reclamaban aire a montones.
Obito de una arranco la camiseta del menor, rasgandola por completo y guío una de sus manos a tapar la boca del albino. Sus lamidas bajaron hasta el pecho del Jashinista, donde mordió con fuerza uno de sus pezones haciéndole doler este mismo, ante ello el cuerpo de Hidan vibró de placer gimiendo fuerte contra la mano de mayor, siendo callado por esta. El miembro palpitante de Hidan luchaba contra su pantalón en busca de ser liberado y acariciado, pero el de obito solo se restregaba contra el del menor sin piedad alguna, devorando el pecho de este mientras que su otra mano se encargaba de jalonear el cabello platinado del menor.
Obito le deseaba, por mas que quisiese negarlo no podía hacerlo, Hidan siempre sería su perdición. Aquella persona que en mil años hubiera imaginado tener en su cama era a él. Sus gemidos ahogados le enloquecían, le hacían sentir en el cielo y en el infierno al mismo tiempo. Ambos eran lo contrario al otro, no buscaban amor, no buscaban ningún tipo de relación, pero en la cama se conocían hasta las almas.
El azabache se de una sola lamida desde el pecho del menor hasta su cuello, se acerco a su cavidad auditiva y susurro con deseo en su voz, aquello que ellos siempre supieron y aceptaron.
-Somos luz y oscuridad, en un caos perfecto, es todo lo que temo, lo que quiero y necesito.- El albino suspira, sintiendo su piel erizarse ante la tenue calidez que su cuello y oído recibieron con el aliento del mayor.- ¿Te he dicho que tu cuerpo me estremece por completo, Hidan?
Sin previo aviso sus labios se unieron en un beso feroz nuevamente, las manos del mayor recorrian el cuerpo del menor como si su vida dependiera de ello, acariciándole sin pudor alguno mientras los fuertes gemidos del menor eran ahogados en sus labios. El calor invadía el cuerpo de ambos de manera exorbitante, el azabache toma un cojín del sofá separandose del menor mientras se lo entregaba.
Hidan entendió el mensaje y lo coloco en su boca, el Uchiha bajo nuevamente hasta el abdomen del Jashinista y colocó sus dedos alrededor de la pijama del menor y la bajo un poco junto a su bóxer. El miembro del albino golpeo contra su abdomen arrancandole un gemido fuerte contra el cojín.
-Shh, no seas desesperado.
Le calló el azabache, mientras tomaba el miembro palpitante en su mano y abría levemente su boca, dejando caer algo de saliva humedeciendo la punta y expandiendola con sus manos. Apretó un poco sin lastimarle mientras subia y bajaba su mano de forma lenta, torturando al menor con aquella masturbación lenta y tortuosa.
Gemidos leves y desesperados escapaban de los labios del menor, su cuerpo había sido cubierto por el sudor de manera rapida debido al placer. De un momento a otro Hidan tuvo que ahogar un fuerte gemido mordiendo la almohada, puesto que Obito habia acelerado sus movimientos, masturbándole con la rapidez que al Jashinista le encantaba.
Y cuando el Uchiha estaba a punto de meter la extensión de carne en su cavidad bucal, la luz de la sala fue encendida con rapidez sobresaltando a ambos quienes giraron sus rostros con rapidez hacia la sala, ahi los demas los veían con miradas entre asombro de shock.
Vale, se habían dejado llevar por el frenesí de aquella situación tan íntima. ¿Ahora como explicarían aquello?
♡
Fin.
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¡Hola!
¿Que les pareció?
¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.
¿Cual fue tu parte favorita?
Escrito:15/12/22
Terminado: 10/03/23
Publicado: 10/03/23
1712 Palabras.
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