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Fremtidens ungdom

La última vez que se pudo comer sin matar o ser asesinado fue hacia ya muchas lunas atrás, casi como acto divino las ciudades se alzaron y cayeron, el 30 de agosto de 2050, en una época en donde el hombre daba un paso hacia la iluminación. La guerra de los abuelos comenzó, la batalla entre todos surgió a consecuencia de falta de recursos naturales básicos como agua y pan vegano, así sucedieron los hechos ocurridos ya bastante tiempo. Alexander y Bernat eran los dos más leales asistentes del Rey Donatello. Tanto como cualquier otro humano del pueblo, ambos eran encargados de buscar reliquias del antiguo mundo destruido, estos dos chicos un día tuvieron que cumplir la misión, de encontrar una caja de metal del viejo planeta, en una destruida ciudad en donde parecían haber mucha suerte, ya que el Rey suponía que muchas razones había de guardar en esas cosas, verdad que encontró leyendo en un manuscrito de antes que las fuerzas oscuras tratasen de renovar pactos olvidados.

Los jóvenes lacayos no entendían para qué o qué tenían de especial esas cajas de acero, ellos sabían que si fallaban la misión, serían humillados públicamente por el Rey delante de todo el pueblo; pasarían frío, horrores vibrantes y centenares castigos imposibles de imaginar. Los suicidas recorrieron kilómetros y kilómetros de pantallas áridas y desérticas congeladas para llegar hacia el Este; mientras se dirigían al lugar, vieron viejos artefactos de cuatro ruedas que las personas usaban, antes de la guerra, para no caminar.

Cuando pasaron el posó del fin del mundo, ellos tenían como mínimo una vaga noción de agua, su esquema de rieles y circuitos fluviales internos estaba casi bajo, hacia tiempo les había llegado la hambruna a los dos chicos, pero con deceso tuvieron que alimentarse de sus dos caballos. Enloquecidos habían llegado a donde ningún ser podía tener un recuerdo comprensivo del conjunto de chatarras; el lugar era como en una pesadilla rara e intrigante, el polvo parecía matar de los años que había estado sin moverse, todo parecía estar quieto como si el tiempo se hubiese detenido en aquellos días, en donde el vínculo entre la civilización y la humanidad no era tan débil y frágil.

Los suertudos desgraciados, no se asemejaban muy bien a una persona rellena, de días estaban tan cansados y agobiados que parecían no poder seguir caminando hacia el desarrollo que tenían; sus labios y lenguas tenían dolorosos bultos blancos, causados por la sequía de sus cuerpos moribundos. Así debía de sentirse, ya que nada humano podía arreglar o corregir viejos errores del mundo, la esperanza de los niños nucleares ya estaba perdida, estaban por morir en el desierto, más ricos y hambrientos que el Rey Midas.

Así era hasta que, como por arte de magia, vieron un lago en medio de todo; los dos corrieron con todas las fuerzas que les quedaban, era como si alguien, les hubiera visto desde alguna parte y como todo misericordioso, les hubiera dado agua para consumo. Alex y Bert se refrescaron en la laguna, el agua era tan cristalina que parecía que nunca, verían agua como esa en sus vidas; todo era como un regalo divino. Luego de que Alex y Bert se despertarán, retomaron de nuevo su trabajo hacia las ruinas del pasado; mientras tanto en el reino las cosas parecían ir normal como siempre, pero el Rey se ponía nervioso cada día que pasaba, se sabía que el planeta tierra se había ido y que no quedaba nada que poder salvar; el Rey había mandado esa caravana, para aclarar completamente sus dudas del fin, antes de que las bestias primigenias reclamasen sus dominios.

Mientras que ambos jóvenes, se disponían a buscar las puertas de hierro en las viejas raíces de la humanidad, choza en choza buscaron y nada encontraron, hasta que vieron un lugar, que parecía tener algo interesante dentro; vieron esqueletos en posiciones un tanto extrañas, que parecían estar puestos en posiciones raras, para señalar un lugar debajo del suelo. Los tontos bebés se dirigieron a ese lugar que parecía tener unas escaleras que llevaban a un subsuelo o Inframundo muy oscuro en un túnel que también, llevaba a una puerta de frío helado áspero.

Alex y Bert vieron que la puerta de metal se había vuelto quebradiza y con un tono marrón muy polvoriento, solo les basto con empujar un poco la puerta para lograr abrirla y saber lo que contenía dentro. Todo tipo de cosas estaban allí, desde comida enlatada y agua embotellada, hasta libros del antiguo mundo; todo parecía ir bien, hasta que los no muertos, se encontraron con la comida prácticamente podrida de tanto tiempo sin comerse y el agua que solo duraba para una semana, jamás iban a irse con lo que pudieran llevarse, pero la puerta se había cerrado y sólo se podía abrir desde fuera.

Fin

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