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IV

-¿Violet?

La nombrada levantó su rostro de entre sus brazos y observó a la figura de la mujer que se encontraba frente a ella.

-Hola María.

Su voz salió ronca después de todo el llanto.

La mujer se arrodilló frente a ella y secó sus lágrimas.

-Hablaremos de lo que ha pasado en mi casa. Vamos a sacarte de la lluvia.

~*~*~

María abrió la puerta del piso ya familiar en los ojos de Violet y esta sonrió levemente, entrando a este.

-Este sitio huele exactamente igual que cuando me fui, un poco más a mierda de gato.

La mujer de piel morena soltó una pequeña risa ante sus palabras.

-Dejo vivir aquí a los que se cuelan por la ventana, se lo merecen.

Ambas mujeres se sentaron en el sofá.

-Y bien, ¿vas a contarme que ha pasado?

Violet suspiró, rascando su mojado cabello incómoda.

-Supongo que ya te habrás enterado de que mi padre, el genio Reginald Hargrevees ha muerto.

María asintió con la cabeza.

-Asumí que no irías al funeral, después de todo le odias.

La pelirroja soltó una pequeña risa sabiendo que aquello era cierto.

-Si, eso era lo que debería haber hecho. Pero como no soy nada más que una idiota decidí ir al funeral y reencontrarme con mis hermanos.

Violet frenó sus palabras y se mordió el labio nerviosa. Desde que salió de la academia nunca había hablado con nadie de lo sucedido allí, incluso María, que había sido una de las personas más importantes en su vida, solo sabía que odiaba a su padre y no sé hablaba con sus hermanos.

-Sólo digamos que no fue muy bien.

María rodó los ojos al ver cómo acabó su historia.

-¿Nunca vas a estar preparada para abrirte conmigo eh?

Violet evitó su mirada, sabiendo que era cierto.

-Supongo que hiciste bien en dejarme.

La de castaños cabellos suspiró rendida.

-Supongo que sí que hice bien.

Un silencio incómodo llenó la sala, uno en el que ninguna de las dos presentes sabía que decir.

Violet sonrió levemente, observando la deforme cerámica que había en una de las estanterías de la habitación.

-¿Todavía las guardas?

Preguntó en un tono divertido, recordando lo complicado que fue hacerlas.

María soltó una pequeña risa y asintió.

-Casi me quedo sin dedo en el proceso, nuestra trágica ruptura no me impide admirar nuestra creación.

Ambas rieron y siguieron conversando de cosas sin sentido durante un par de horas más, hasta que esta se vio interrumpida por un sonido de algo rompiéndose en la cocina y maullidos de gatos.

-¡Mierda!

Se escuchó desde dentro de la habitación.

-¿Qué ha sido eso?

Preguntó María mirando preocupada a la puerta cerrada de la cocina.

Violet agarró su brazo cuando esta se levantó, deteniendo su camino a la cocina.

-Déjame a mi, tengo poderes mentales, ¿recuerdas?

La de piel morena rodó los ojos divertida.

-Adelante superman, sácanos de esta.

Violet cerró sus ojos y dejó que su mente volara hasta conectarse con la de la persona en la cocina.

“Violet, soy Cinco. Saca a tu novia de aquí, no tengo tiempo para lidiar con desconocidos y tengo que hablar contigo”

La pelirroja suspiró al reconocer a su hermano y abrió los ojos, tranquilizando a María.

-No hay peligro, es el idiota de mi hermano y dice que no quiere salir hasta que no te vayas.

María alzó una ceja, incrédula ante la situación.

-Pues supongo que me voy. Llámame si necesitas algo.

Violet la acompañó hacia la puerta, una parte de ella no queriendo separarse de la morena.

-María. - La nombrada detuvo su camino fuera de la puerta y se giró a mirarla. - Gracias por acompañarme hoy, no tendrías por qué haberlo hecho ahora que ya no somos... Ya sabes... Gracias.

María asintió con una suave sonrisa.

-Puede que ya no seamos pareja, pero siempre me preocuparé por ti. Adiós Violet.

La pelirroja cerró la puerta con una suave sonrisa y su corazón acelerado, recordando por primera vez en meses como era estar alrededor de la mujer.

-¿Has acabado ya con tu telenovela? Tenemos cosas importantes de las que hablar.

La voz de Cinco sobresaltó a la mujer, haciendo que esta pegara un brinco y se girara a mirarle con cara de pocos amigos.

-Cinco, no sé qué mierdas haces aquí, pero por si no te has enterado....

Las palabras de Violet se detuvieron cuando sus ojos notaron la herida sangrante en el brazo de su hermano.

-¿¡Qué mierdas te ha pasado en el brazo!?

El chico se encogió de hombros, restándole importancia.

-Daños colaterales, ahora a lo que importa, he venido a hablar conltigol porque...

Pero las palabras de Cinco se vieron cortadas cuando Violet entró al baño y salió con un botiquín.

-Primero te curo el brazo y luego me cuentas que está pasando.

Violet fácilmente habría podido leerle la mente, pero no era algo que le agradaba hacer, especialmente ahora que podía controlarlo, al menos cuando sus emociones no la controlaban.

Cinco bufó y dejó que su hermana agarrara su brazo, bajando mirada al sentir algo peludo en su regazo y encontrándose a un gran gato negro, con manchas blancas en el pelaje que rodeaba sus ojos.

La pelirroja, aún desinfectándo la herida soltó una pequeña risa al observar la escena.

-Parece que le gustas a Wisper, aunque lo cierto es que no me extraña, los dos sois igual de amargados.

El chico alzó las cejas, incrédulo ante la actitud infantil de su hermana.

-No estoy aquí para ser amigo de un estúpido gato, tenemos que hablar.

Violet rodó los ojos y tras terminar de vendar su herida, habló con  un tono cansado.

-¿Qué es lo que quieres Cinco? He tenido un día muy largo.

El nombrado miró a los apagados ojos de su hermana y suavizó su expresión.

-¿Recuerdas que dije que vine del futuro?- Pausó brevemente asegurándose de que Violet le siguiera para continuar. -¿Sabes lo que encontré cuando llegué?

La pelirroja negó con la cabeza, habiéndose concentrado en las palabras de su hermano tras notar el tono serio en el que estas eran dichas.

-Nada, no encontré nada. Todo estaba completamente destruido.

-¿Quieres decir que...

Comenzó Violet comenzando a entender a donde quería llegar el chico.

-El mundo se acaba en ocho días y no sé cómo detenerlo.

Un silencio llenó el pesado ambiente de la habitación en el cual los dos hermanos estaban cada uno encerrados en sus propios pensamientos.

-¿Por qué me cuentas esto a mi? ¿Por qué no a Luther y Diego? Ellos podrían ayudarte más que yo.

Preguntó finalmente Violet, rompiendo el silencio.

Cinco suspiró y acarició levemente las orejas del gato en su regazo.

-Porque sabes lo que es estar sola.

Una risa irónica abandonó la garganta de la mujer, haciendo que Cinco se arrepintiera de sus palabras.

-Porque eres la única que me creerá.

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