I
Violet se mordió las uñas ansiosa observando la antigua mansión. Todo en el interior de su cuerpo le decía que se diera la vuelta y no volviera como había decidido años atrás, pero algo dentro de ella necesitaba entrar, necesitaba comprobar si de verdad estaba muerto.
Por fin se armó de valor y tras un gran suspiró entró a la casa.
Un escalofrío recorrió su espalda al ver de nuevo el lugar en el que pasó su infancia.
-Señorita Violet, no estaba seguro de que fuera a venir.
La nombrada se giró a mirar a Pogo, quien le dirigió una pequeña sonrisa.
-Si, yo tampoco estaba segura, pero aquí estoy, supongo.
El sonido de la puerta abriéndose tras ellos interrumpió su incómoda conversación. Ambos se giraron para encontrarse con Allison.
-Hola.
Se limitó a saludar esta, mirando a todos lados menos a Violet.
La pelirroja suspiró, se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras.
Al parecer las cosas no habían cambiado tanto.
Violet recorrió los pasillos de la casa distraída, tratando de no pensar demasiado en todo lo que había ocurrido en estos.
Se detuvo abruptamente cuando se encontró dos figuras frente a ella. Dentro de la antigua habitación de Reginald, Diego y Luther discutían.
Violet miró asombrada a número uno, preguntándose cómo había crecido tanto desde la última vez que le vio.
Recordando cómo fue la última vez que se vieron, la pelirroja comenzó a andar silenciosamente, tratando de pasar desapercibida.
-¿Qué haces tú aquí?
Su misión se vio fallida tan pronto como la voz de Diego se dirigió hacia ella en un tono molesto.
Violet rodó los ojos y encaró a sus hermanos.
-Pues supongo que lo mismo que todos, he venido a comprobar si el viejo está muerto.
Las duras palabras de la mujer sorprendieron a ambos, pues la Violet que recordaban jamás les hubiera contestado mal. Pero Luther no tardó demasiado al salir del shock y se acercó a ella, enfadado por sus palabras.
-No hables así de él. Tu fuiste la primera en abandonarnos y no tienes ningún derecho a....
El bostezo de la mujer pelirroja interrumpió el apasionado discurso de su hermano, quien apretó los puños enfadado.
-Luther, si quisiera escuchar tus discursos de mierda te llamaría, así que haznos un favor a ambos y déjame en paz.
El nombrado negó con la cabeza enfurecido y volvió a entrar a la habitación de Reginald.
Cuando solo quedaron Diego y Violet en el pasillo, hubo unos tensos segundos en los que se sostuvieron la mirada el uno al otro, antes de que el primero se decidiera hablar.
-¿Qué demonios ha pasado contigo? ¿Desde cuando hablas así?
Violet rodó los ojos ante la pregunta.
-La gente cambia Diego, sobre todo cuando la abandonan.
Un silencio se volvió a instalar entre ambos, en el cual Diego aprovechó para mirarla de arriba a abajo y luego añadir con desprecio.
-No deberías haber venido.
La pelirroja soltó una pequeña risa para luego darse la vuelta y seguir andando, dejando a su hermano sólo.
Quizás tenía razón, quizás debería haberse quedado en su pequeño piso acariciando a sus gatos, pero ya no había vuelta atrás.
Agarró un mechón de su largo cabello y lo enredó entre sus dedos intentando distraerse del temblor de sus manos. Odiaba sentirse así, odiaba que su familia fuera capaz de hacerla sentir así.
Detuvo sus pasos una vez más al escuchar un sonido de un golpe que provenía del despacho de Reginald. Cerró los ojos y se repitió a sí misma que debería ignorarlo, pero el segundo golpe fue demasiado para ella y decidió entrar a este.
Cuando entró en la sala estaba aparentemente vacía, por lo que Violet bajó la guardia y dejó que sus recuerdos la invadieran.
-Reginald, los niños quieren darte las buenas noches.
Los ocho niños miembros de la Umbrella academy se encontraban en la puerta del despacho de su padre mirándole con anhelo.
Violet por su parte estaba algo apartada del resto, su cabeza dolía a horrores ya que no podía apartar las voces y esta se encontraba apoyada en el hombro de Ben.
Los ocho hermanos miraron a su padre en busca de una respuesta, pero este no levantó la cabeza de su libro.
“Siempre es lo mismo, no sé por qué seguimos haciendo esto”
“Tengo que trabajar más duro si quiero que esté orgulloso de mi, tengo que ser el número uno”
“No le importamos”
“¿Por qué no nos quiere?”
Violet cerró sus ojos con fuerza y se tapó los oídos, intentando que las tristes voces de sus hermanos salieran de su cabeza.
-¡Muy bien nos vamos! Buenas noches Reginald.
Exclamó Grace al darse cuenta de que el hombre no iba a contestar.
Violet abrió sus ojos solo para observar como sus hermanos la miraban. Parecieron comprender rápidamente lo que estaba ocurriendo, ya que algunos como uno, dos o cinco se apresuraron a alejarse de ella con tres detrás de ellos y cuatro y siete se fueron no sin dedicarle una incómoda sonrisa.
La pelirroja sintió como una lágrima caía por su mejilla, todas las emociones de sus hermanos más su rechazo era más de lo que podía soportar.
Se sobresaltó cuando una mano se posó en su hombro y se giró para mirar a Ben, quien le dedicó una cálida sonrisa y se señaló la cabeza.
Violet asintió y dejó que los pensamientos de su hermano llegaran a ella.
“A mi no me importa que me leas la mente, no tiene nada de malo”
La pelirroja sonrió y abrazó a Ben, quien respondió al abrazo tras soltar una pequeña risa....
-¡Violet!
Aquella exclamación la hizo salir de su ensoñación y girarse para encontrarse con Klaus.
La nombrada puso una sonrisa tensa y despeinó aún más su mata de pelo, no sabiendo muy bien como actuar.
-Hola Klaus.
El hombre soltó una pequeña risa y salió de detrás del escritorio de su padre para colocarse frente a ella, pareciendo estar de todo menos incómodo.
-¡VI! Han pasado años... Intenté buscarte una vez salí de este gran trozo de mierda, pero... Puede que me olvidara por el camino.
Violet frunció el ceño confusa, ¿buscarla? Creía que Klaus no quería volver a verla.
Pero antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, su hermano ya la había rodeado con sus brazos y apretado en un abrazo.
La pelirroja se tensó durante unos segundos, aún sin entender lo que estaba ocurriendo, pero tras unos segundos suspiró y dio pequeñas palmaditas en su espalda.
Klaus se separó de ella y volvió a sonreír, esta vez con una ceja alzada.
-Estoy vaciando el despacho del vejestorio, él no va a necesitarlo más y yo necesito dinero, no me importaría compartir ganancias si me ayudas.
Violet negó con la cabeza divertida, por muchos años que hubieran pasado Klaus no cambiaría nunca.
-¿Por qué no? Necesito pagar el alquiler.
Su hermano soltó una risa, satisfecho con su respuesta.
-¡Adelante!
El dúo se agachó debajo de el escritorio y comenzaron a abrir cajones, en busca de algo que fuera de valor.
-Vamos dinero, ¿Dónde estás?
Canturreó Kalus mientras que Violet se metía una pluma de aspecto valioso en el bolsillo.
-¿Klaus?
Ambos se paralizaron al escuchar la voz de Allison.
Klaus salió de debajo de la mesa.
-¿Allison? ¿Eres tú? Ven aquí.
Mientras que los hermanos se abrazaban, Violet aprovechó para salir de detrás del escritorio y alejarse de la escena.
Cerró los ojos sintiendo dolor de cabeza y deseando tomarse otra pastilla hasta que una voz llegó a su cabeza.
Luther.
Los pensamientos de aquel hombre eran tan ruidosos e intentos que eran casi como una bofetada.
No queriendo volver a encontrarse con el número uno, Violet abandonó el despacho justo cuando Klaus hacía muecas raras imitando a su padre.
Comenzó a bajar las escaleras que la llevarían a la planta de abajo, cuando unos pasos apresurados llegaron hasta su lado.
-¿Luther?
Preguntó la pelirroja al observar la rapidez con la que Klaus había llegado hasta su lado.
-Sip, supongo que quería tener su momento a solas con Allison, ya sabes.
Dijo golpeándola levemente con su codo en tono sugestivo.
Violet soltó una pequeña risa ante aquello, todo el mundo en la casa era consciente de la extraña relación entre Allison y Luther. Violet por su parte fue la primera en enterarse, cuando aún no podía controlar las voces, varios pensamientos de la parejita flotaron en su cabeza.
Klaus sacó del interior de su abrigo una caja dorada, que besó antes de bajar las escaleras.
Violet sonrió levemente al observarle bajar, aún no entendía muy bien por qué estaba siendo amable con ella, pero lo agradecía. Le hacía sentir un poco menos sola en medio de todo aquel rechazo, justo como él solía hacer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro