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𝕾𝖊𝖈𝖔𝖓𝖉𝖔 𝖆𝖙𝖙𝖔

Sᴇɢᴜɴᴅᴏ ᴀᴄᴛᴏ ;;

𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧

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𝓅𝓊𝒷𝓁𝒾𝒸𝒶𝒹ℴ: 17/03/2022








Había sido un paseo algo incómodo bajo el punto de vista de Misha. No había hablado nada con ese supuesto hermano menor suyo en toda la cena pues estaban en mesas diferentes, sin embargo eso no había impedido que Zhao pensara que era una buenísima idea que durmiera en su misma cabaña aprovechando que tenían un sitio libre.

Marcel, sabiendo que es era una situación complicada, y que era mejor que el chico lo arreglara por su cuenta y entre familiares, decidió irse a pasar la noche a la cabaña del grupo de Dragan. Misha le agradecía el gesto. Cuantos menos estuvieran y menos explicaciones tuviera que dar esa noche mejor. Por descontado Elliot no se había separado de él y no tenía planeado hacerlo.

—Esta es —dijo Misha una vez se encontraron frente a la cabaña número 3—. No es la gran cosa, pero nos cubre de la lluvia y nos protege del frío.

Lev no dijo nada, se limitó a asentir.

Sin saber muy bien qué decir, o si directamente debía decir algo, abrió la puerta dejando que el menor entrara.

Encendió una lámpara de aceite que había en el interior para iluminar la estancia. Al estar ya entrada la noche no se veía nada, habían venido desde el comedor casi a oscuras.

—Esa es mi cama, esa la de Elliot, él —señaló al peligris que los había acompañado—, y aquella de Marcel, otro compañero que hoy pasará la noche fuera. La que queda está libre, bueno ahora es tuya, el armario que hay al lado y el escritorio también. Podrás decorarlo u organizar el espacio como más te guste.

Lev volvió a asentir sin decir palabra y se acercó a la cama sobre la que dejó la única maleta que traía consigo.

Misha miró a Elliot nervioso. No sabía lo que se pasaba por la cabeza de Lev y no sabía como debía tratarle. Quizá el chico se sentía intimidado por toda la situación y la frialdad que Misha le daba, pero si se pasaba de cercano podría ser que se sintiera incómodo.

Después de todo él también había pasado de tener tan solo una hermana mayor, a tener un hermano también. Por no contar el hecho de que seguro que hacía tan solo unos días o a lo mucho unas semanas que dejó la casa de sus padres. Seguramente todo eso era nuevo y aterrador para él. A Misha le trajo recuerdos que prefería mantener olvidados.

—Y dime... —trató de empezar una conversación— ¿Cómo conociste a Aquilina?

—Ella misma vino a casa un día y le dijo a papá y mamá que me traería junto a ti. Al parecer ella descubrió antes que los malos que tenía este extraño poder que los demás no tienen.

Por fin había conseguido que hablara. Elliot le dio una palmadita en la espalda para darle ánimos.

—¿Papá y mamá sabían que tú...?

—¿Tenía poderes? Sí, no es algo que se oculte con facilidad —lo interrumpió antes de que terminara de formular su pregunta—. La hermana Alisa me dijo que tu poder era diferente al mío, y que tardaron más en darse cuenta de que lo tenías. El mío por otra parte se notó caso desde el momento en el que nací.

Misha estaba tentado a preguntarle cuál era su mutación pero podía tocar un tema delicado para el niño.

Lev entonces centró su atención en Elliot a quien miró de pies a cabeza fijamente como si lo analizara. Elliot sintió un escalofrío cuando hizo eso.

—¿Es tu novio? —preguntó inocente.

—¿Eh? —Misha se mostró desconcertado por el cambio de tema tan inesperado— ¿Elliot? Sí, si lo es.

—Umm —siguió observándolo por unos segundos para luego mirar a su hermano mayor—. Es lindo, pero no parece muy listo.

Elliot se sorprendió y se sintió ofendido a partes iguales por la afirmación del menor de los Sotnikov. Misha no pufo evitar soltar una carcajada ante la brutal sinceridad del menor.

—Eso, tú ríete —se cruzó Elliot de brazos y bufó.

—Incluso un niño se da cuenta de eso —continuó Misha bromeando.

Las palabras de Lev, no se sabía si en broma o enserio, había logrado aliviar el ambiente pesado. Misha formó una leve sonrisa y su tono se volvió más distendido y menos tenso.

—Sé que seguramente te sientas perdido y tal vez asustado por todo esto, pero voy a ayudarte en todo lo que pueda ¿vale? —le dijo a Lev— Tener un hermano para mí es algo nuevo, y seguro que para tí también, pero trataré de hacerlo lo mejor posible como hermano mayor.

—No te preocupes contaba con eso, no todos los días se descubre que tienes un hermano pequeño al que ni conocías, ademas yo se podría decir que sí te conozco un poco a tí. Alisa y nuestros padres me contaban mucho sobre el tiempo que viviste en casa, también tienen fotos tuyas por todos lados y aunque has crecido y cambiado un poco te reconocí fácilmente.

—Vaya, parece que tu hermano si que es listo —mencionó Elliot.

Por el tono Misha supo que seguía un poco molesto por el comentario anterior y no pudo evitar sonreír de nuevo. Ya la compensaría después por las burlas que se estaba llevando.

De repente Lev pareció acordarse de algo y se giró para abrir su maleta. Misha pudo ver sobre todo ropa en el interior de esta, su hermano rebuscó entre las prendas hasta que sacó algo del interior, bueno dos cosas para ser precisos. Una de ellas se la tendió a Misha.

Era un marco de fotos con una fotografía dentro, una fotografía de su familia: su madre, su padre, su hermana mayor y hasta Lev. Lev estaba solo un poco mas pequeño de lo que estaba ahora, supuso que no tendría más de dos o tres años.

Elliot lo abrazó cuando vio que se le saltaban las lágrimas mirando aquello, sabía bien lo que ese simple regalo significaba para él. Por sin tenía una imagen de sus padres y su hermana para que su mayor temor, olvidar sus caras, no se hiciera realidad.

—Han cambiado, sobre todo Alisa —comentó al aire sin intención de que ninguno de sus acompañantes le contestara.

Sus padres mostraban algunas arrugas mas que su madre disimulaba mucho mejor seguramente gracias al maquillaje. Por otro lado Alisa estaba mucho mas alta al punto de que había igualado a su padre de casi un metro ochenta. Maldecía que su hermana fuera la que había sacado la altura de su padre, es decir, él no era bajo, pero unos centímetros más no le hubieran venido mal.

—Yo también tengo una —añadió Lev mostrando su propio marco con la fotografía en él.

En este caso en lugar de Lev aparecía Misha de pequeño, con una Alisa más adolescente y unos padres más jóvenes, más parecido a lo que él recordaba. La nostalgia lo invadió. Al punto de que las lágrimas salían sin control por todo el remolino de emociones que tenía dentro y no sabía como expresar.

Elliot lo ayudó a sentarse en su cama y él se sentó a su lado abrazándolo hasta que dejara de llorar. Lev dejó su marco sobre la ropa de la maleta y se acercó más despacio a su hermano mayor. Dudó por un momento pero finalmente se sentó al otro lado de Misha y agarró su brazo entre sus pequeñas y frías manos.













—Xavier, por favor, escúchame.

En cuanto había salido de su cabaña a la mañana siguiente se encontró de frente con su hermana mayor. Xavier realmente no estaba de humor así que trató de esquivarla y continuar su camino hacia el comedor, le tocaba a él en el grupo que preparaba el desayuno de todas formas.

—Xavier —con un tono más diligente Aquilina agarró al chico del brazo obligándolo a que la mirara.

—Tú lo sabías —se dignó a dirigirle la palabra para sorpresa de la mayor.

—¿Saberlo?

—Lo de Foster, o Xene como prefieras llamarlo —el gesto de culpabilidad de Lina hizo que Xavier chasqueara la legua—. Ya veo.

Pero cuando trató de soltarse Lina no se lo permitió.

—Lo descubrí hace poco, tal vez un año o dos, no pensé que padre realmente hiciera algo así.

—¿Y si lo sabías desde hace dos años por qué nunca viniste y me lo dijiste? Simplemente me dejaste aquí hace cinco años y desapareciste —le recriminó— ¿Eres consciente que con los críos de la primera... del gobierno alemán tan solo pretende sustituirnos?

Tuvo que corregir la frase sobre la marcha puesto que ya no eran la primera división, sino la única que quedaba después de que el equipo de Heath se marchara. Seguro que eso no les había gustado en lo más mínimo a los altos cargos militares alemanes, por otro lado seguro que el grupo de Hunter estaba mejor así.

Según les había contado el propio Heath ambas divisiones nunca se llevaron lo que se decía bien.

—No quiere sustituirnos.

—Vuelve a intentarlo cuando aceptes la realidad —y de un fuerte tirón por fin se liberó de las manos de su hermana.

Retomó su camino, el que jamás debió permitir que le obstaculizaran, y siguió sin mirar atrás ni una sola vez.

—¡No quiere que nos sustituyan, sino que nos atrapen y nos lleven de vuelta! —escuchó gritar a Lina pero no le contestó.

Cuando al fin llegó a la carpa-comedor vio que Apolo, Sonny y Hikaru ya se encontraban allí. Mientras que los dos exmiembros del gobierno alemán cocinaban, Sonny ponía las mesas y sillas en sus lugares.

—Buenos días, Xavier —le saludó el azabache.

Sonny notó en seguida que su compañero no traía buena cara.

—¿Estas bien?

—Sí —contestó seco—. ¿Te ayudo?

Sonny asintió aún observándolo inquieto, definitivamente estaba enfadado o al menos molesto por algo. Estaba casi seguro de que se trataba del tema de su hermana, la noche anterior no parecían estar en buenos términos precisamente.

—Mejor ve con Ichihoshi a preparar la comida, ya le ayudo yo con las mesas —se acercó Apolo a ellos.

Xavier se encogió de hombros sin importarle demasiado y se fue junto al peliazul a los fogones.

—¿Qué le pasa? —le preguntó Apolo a Sonny una vez que estaban solos.

—No me lo ha dicho, pero estoy seguro de que ha discutido con Aquilina.

—Los temas de hermanos son delicados... más cuando uno de los dos es un mutante y el otro no —Apolo vio como Sonny se cruzaba de brazos—. Perdón, un especial —el chico se vio satisfecho con la corrección—. Aún no me acostumbro.

—¿Tú tienes hermanos? —preguntó Sonny al ver que el albino parecía comprender bastante bien el tema.

Apolo negó para entonces mirar en la dirección de Hikaru y Xavier, parecía que ambos habían empezado a discutir por algo.

—Pero Hikaru sí, un hermano mayor para ser exactos, él y Lilith eran los únicos en todo el gobierno alemán que tenían hermanos —explicó—. No conozco muy bien la historia de Lilith ya que ella nunca a sido demasiado abierta con nosotros, tal vez con Regina, pero... ya sabes.

Apolo prefirió omitir el tema de la muerte de su compañera. Tal vez entre ellos también hubo muchos roces en el pasado, y ahora que lo pensaba era porque todos ellos querían destacar, querían dejar de ser los parias de la segunda división y que se los tratara con el respeto que se les tenía a los de la primera. Les daba igual que para lograrlo tuvieran que pisotearse entre ellos, aunque recordaba que no siempre fue así.

Al principio se llevaban bastante bien, tenían edades cercanas y eran conscientes que muy probablemente esos niños que tenían a su alrededor iban a ser los únicos con los que tuvieran contacto. Todos eran mutantes, todos habían pasado por situaciones realmente traumáticas a raíz de esto, y eran los que mejor se podían comprender y apoyar.

Si Apolo tuviera que decir una fecha aproximada de cuando todo dejó de ser así podría casi asegurar que unos meses después de la llegada de Ichihoshi. Cuando los altos mandos decidieron que el grupo ya estaba completo y podían empezar a entrenar en serio y a ser responsables de completar misiones en el exterior. Ahí se dieron cuenta de que por mucho que se esforzaban había claras diferencias incluso dentro de ese grupo de seis, ya ni hablar de con los miembros de la primera división.

Era frustrante saber que no podías destacar ni siquiera entre los tuyos, ni siquiera siendo un humano mejorado, y que incluso un niño enfermo como Heath era mejor que todos ellos. Eran demasiadas cosas a afrontar para un puñado de adolescentes perdidos.

—¿Qué pasó con su hermano? —preguntó Sonny.

—Murió —admitió Apolo—. Más bien lo mataron en el intento de capturar a Hikaru. Cuando llegó a nuestra división estaba devastado por ello, gracias al cielo lo fue superando con el tiempo.

—Debe ser muy duro superar algo así.

—¿Tú también perdiste a un hermano?

—No, a mi madre, la mataron frente a mí los del gobierno ruso, por suerte Mark y los demás me ayudaron antes de que me atraparan.

—Lo siento mucho —Sonny sonrió a Apolo indicándole que era algo que ya tenía superado.

Todos los de la segunda división alemana habían cambiado mucho en ese año que llevaban en el circo. Con un ambiente mucho más familiar, tranquilo y amable para ellos, toda esa competitividad y desagrado por el resto de personas y mutantes había desaparecido. Habían sido conscientes al fin de que tan malo había sido tofo lo que habían hecho y la de vidas que probablemente habían arruinado.

Por suerte y con mucha paciencia por ambas partes, habían terminado por aceptarse entre ellos. Tanto lod del circo como los exmiembros de las filas alemanas entendían mejor la posición de los contrarios. Aún había algunos encontronazos y tiranteces entre algunos, pero definitivamente muchas menos que los primeros días.

—¡Ey vosotros dos! Basta de cháchara, van a llegar los demás a desayunar y no vais a tener las mesas listas —les regañó Xavier.

Apolo y Sonny rieron. Hicieron caso a Xavier y terminaron el trabajo que tenían pendiente. Sino el peligris no sería el único que les regañaría a ese paso.













—Ey ey, las manos quietas, eso es mío —se quejó Adriano cuando Hao agarró una de sus uvas.

Antes de que el moreno pudiera quitársela Hao se la metió en la boca y la tragó casi al instante.

Cuando Adriano quiso darle un puntapié por debajo de la mesa fue él quien recibió uno de Xing. Miró indignado al de pelo negro por el ataque gratuito.

—Ya basta, deja a Hao tranquilo —le regañó.

—¡Pero si ha empezado él!

Hao le sacó la lengua mientras abrazaba a Xing de lado, tenía un aliado poderoso y Donatti no podía hacer nada contra eso.

—Como odio a las parejas felices —apoyó la cabeza en la mano y se metió otra uva en la boca.

Lev observó atento desde su mesa esta escena y luego miró a Misha que comía en silencio mientras escuchaba atentamente lo que Acker y Tammy le decían. Una mesa más a la derecha estaba Elliot en compañía de Xavier, Aiden y Shawn. Parecía que los dos primeros discutían por algo mientras que Aiden echaba cizaña y Shawn lo regañaba por esto.

Justo enfrente de ellos había una mesa de seis donde Sandra, Bunny, Silvia, Abigail, Marcel y Dragan conversaban. Bunny abrazaba a cada rato a Sandra y este le sonreía de vuelta, por otro lado los dos únicos chicos estaban prácticamente en su burbuja. Así Lev volvió a morar a su hermano una vez más para esta vez hablar:

—¿No comes con tu novio?

Los tres presentes lo miraron atentos a su pregunta.

—Acker, Tammy y yo teníamos que hablar sobre algo ¿por qué lo dices?

—Bueno es que todos los demás si se han sentado juntos —señaló la mesa de Xing y la de Dragan.

—¿Cómo sabes que están saliendo? —preguntó Tammy curiosa.

—Bueno, son muy obvios —miró a las personas de las que hablaba— y empalagosos —añadió.

—Precisamente por eso, Elliot y yo no lo somos, tampoco es como que estemos cosidos o algo así, nunca está de más dedicarse tiempo a uno mismo.

Misha no estaba seguro de si su hermano había entendido a lo que se refería pero aun así Lev asintió. Tammy y Acker se miraron arqueando una ceja, esto no le indicó a Misha nada bueno.

—¿Qué? —preguntó directamente.

—Eso de que no sois empalagosos lo dirás tú —puso la chica los brazos en jarra—. Por lo menos superáis en cursilería a Hao y Xing.

—¿Tenéis una lista comparativa o qué?

—Sí, de hecho sí, la encabezan Bunny y Sandra, seguidas de cerca por Marcel y Dragan y en tercer puesto estáis vosotros dos —admitió la rubia para el horror de Sotnikova.

—Estáis mal de la cabeza —Acker y Tammy rieron ante la expresión del chico.

—No es como si hubiera muchas más personas en una relación para ampliar más la lita, terceros de cuatro no está tan mal —intervino Acker.

Por mucho que hubiera tratado de decirlo para apoyar al de hebras bicolor no había surtido mucho efecto. Misha seguía molesto por esa molesta comparativa que tenían sus compañeros, y dr la que por cierto acababa de enterarse.

Mejor sería no comentarle nada a Elliot. Podía tener efecto de dos formas distintas y ninguna era buena para él; la primera que se enfadara y comenzara una pelea con sus amigos, la segunda que se tomara a pecho la lista y quisiera alcanzar el primer puesto. No gracias.

—Además, vosotros sois empalagosos a vuestra forma —añadió Tammy, su mirada no indicaba nada bueno—. Aún recuerdo los ruidos que escuché salir de vuestra cabaña la otra noche que Marcel se fue a...

—¡Ey! —Misha hizo callar a la chica.

No era el mento ni el lugar de hablar de eso, menos delante de un niño de nueve años.

Acker y Tammy se echaron a reir por el color carmesí que había tomado la cara de Misha. Lev los observaba sin entender mucho, aun así su hermano mayor sentía como si lo analizara con esa mirada fija, el color rojo de sus ojos lo hacía ver demasiado amenazante para un niño de su edad.

—Por cierto Lev, aún no sabemos cuál es tu poder —cambió Acker radicalmente la conversación.

Misha no había querido indagar en ello, esperaba enterarse en el momento en el que el menor lo viera mejor, no quería presionarlo. Aun así no dijo nada ante la pregunta de Reese pues también quería saberlo.

—Bueno son hermanos, así que tendrán una mutación similar ¿no? —dijo Tammy mirando al de pelo azul.

—No tiene por qué, mira a Aiden y Shawn, son hermanos y sus mutaciones no tienen nada que ver —explicó Acker—. Aiden tiene la metamorfosis animal, mientras que Shawn es cryoquinético.

—Soy medio murciélago —escucharon decir a Lev de repente—. Papá y mamá lo llamaban vampiro.

—Vampiro... —repitió Acker con tono pensativo.

El mayor trataba de pensar lo que eso podía implicar. En los libros de fantasía y ciencia ficción tenían tantas versiones y variantes en sus habilidades que no tenía ni idea de lo que podría resultar de esa mutación.

—Veo muy bien por la noche, casi mejor que por el día, mi oído y olfato son muy buenos y puedo transformarme en murciélago —explicó eliminando así las dudas de Acker—. También tengo más fuerza y soy más rápido que el resto de niños de mi edad y... —se interrumpió al final.

Los tres lo miraron si saber que era lo que iba a decir. Lev miró a su hermano mayor como si se debatiera entre continuar hablando o no. Misha estuvo a punto de decir que no hacía falta que lo explicara si no quería al darse cuenta de esto, pero Lev fue más rápido.

—Y bebo sangre.

Eso último sorprendió demasiado a los tres mayores.

—Necesito beberla al menos una vez a la semana a parte de mis comidas habituales porque si no me enfermo. Papá y mamá solían traer algún animal porque esa sangre también sirve, no tiene por qué ser de persona —terminó de explicar el menor.

—Creo que esto es mejor que lo hablemos los dos luego con Hillman y Travis —dijo Misha colocando una mano en los hombros de su hermano.

—Perdón, no debí inmiscuirme —se disculpó Acker por haber preguntado.

Misha negó quitándole importancia, la expresión neutral de Lev tampoco había cambiado demasiado.

El resto del desayuno transcurrió con tranquilidad y al terminar cada persona se fue a un sitio diferente, ya fuera para entrenar, descansar o simplemente seguir hablando en otra parte. Solo a los que les había tocado hacer el desayuno se quedaron para limpiar y recogerlo todo.












Astram había hecho llamar a Hunter, y aunque este no sabía para qué, pues no se lo habían dicho, tenía una leve sospecha. Estaba casi seguro que la selección de los nuevos miembros de la división había terminado, y muy probablemente iba a presentárselos.

Después de que el grupo de Moore los traicionara y decidieran irse con sus nuevos amiguitos de Mythical Circus, el ejercito de mutantes alemán había quedado debilitado. Ahora, el que había sido el gobierno con un mayor número de ellos era el que menos poseía. Rusia y, lo que era aún peor, Estados Unidos tenían una mayor fuerza mutante que ellos.

Era por esto que Astram Schiller se había esforzado en buscar con gran rapidez a nuevos mutantes que cubrieran los puestos vacantes de una segunda división nueva. El problema erradicaba en que era difícil encontrar buenos mutantes en tan poco tiempo y entrenarlos. Por ellos hicieron unas pruebas extremadamente duras cuando tuvieron a un buen grupo de ellos y solo seleccionaron a los que sobrevivieron a estas.

Solo habían quedados dos mutantes: un chico belga y una chica canadiense. Eran muy pocos para formar una división aparte, pero lo suficientemente resistentes para que con un rápido entrenamiento pudieran pasar a ser parte de la primera división directamente. Seguro que serían más débiles al principio, pero el mismo Hunter se encargaría de que se pusieran al nivel de inmediato para contentar a su padre.

Antes de que se diera cuenta ya había llegado al despacho de Astram, y al abrir la puerta se encontró con el resto de sus compañeros allí. Eso le pareció extraño. Su padre era un hombre ocupado y para una simple presentación de nuevos miembros se lo hubiera encargado a él.

—Llegas tarde —se quejó Bryce frunciendo el ceño.

—Tranquilo fiera —rió Leyna—. Estás hablándole a tu líder ¿saber?

Hubiera agradecido a Leyna de no ser porque notó claramente su tono de burla al hablar.

—Hunter, me alegro de que ya estés aquí.

Reconoció al instante la voz de Astram y cuando se giró para saludarlo vio a dos personas a su lado. Por el aspecto que tenías y el hecho de que vestían el mismo uniforme que él, supo que eran los dos nuevos mutantes de la división.

—Buenos días —hizo una genuflexión ante el hombre mayor.

—Ahora que ya estáis todos aquí quiero presentaros a los que serán los nuevos miembros de la división —tomó la palabra Astram—. Ellos son Calixto Maes y Charlie Cameron. Quiero que les expliquéis todo lo que necesiten saber y los incluyáis en la forma de pelea y actuación de la división lo antes posible.

Algo que llamó la atención de ambos era la expresión en sus caras, era seria, casi de desinterés. Mientras que Hunter los examinaba con detenimiento un objeto brillante llamó su atención.

Los dos llevaban un collar con una piedra violeta, eran exactamente iguales, demasiada casualidad. Astram permanecía en silencio con una amplia sonrisa. Esos collares tenían que ser obra suya, de eso Hunter estaba seguro.

—Padre, ¿qué son esos collares? —señaló.

Leyna, Claude y Jordan se mostraron sorprendidos, seguramente no lo habían notado. Por su parte Isabelle y Bryce se mantenían con expresión inamovible y se podría decir que hasta molesta.

—Me alegra que lo preguntes, Hunter. Esas piedras se llaman piedras Alius, fue descubierta hace tan solo unos meses por nuestros mejores científicos y han asegurado que pueden mejorar las capacidades físicas de cualquier humano, y en el caso de los mutantes mejora sus mutaciones, podría decir que es una forma evolucionada de los elixires que se os suministraba con anterioridad para mejorar vuestras habilidades.

El brillo de esas piedras era casi hipnótico, desde esa distancia ya notaba algo que enrarecía el ambiente, una energía extraña. Un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral.

Astram hizo un gesto con su cabeza y un soldado se acercó a ellos con una bandeja que tenía otros seis de esos collares. Uno para cada uno de ellos.

—Tomadlos y colocaroslos por favor —pidió el hombre.

Uno por uno los chicos y chicas de la división alemana se acercaron a la bandeja que sostenía el soldado y tomaron uno de los collares. Cuando los colocaron al rededor de sus cuellos soltaron un corto brillo violeta que se reflejó en sus pupilas. Se sentían cálidos tras ponerse esas piedras en el cuerpo.

—A partir de mañana tendréis unos entrenamientos especiales para que aprendáis a usar sin peligro y a máxima potencia las piedras Alius —dijo Astram—. Por ahora retiraros, vosotros dos también —dijo mirando a Calixto y Charlie que asintieron.

En pocos segundos Astram se había quedado solo en la habitación junto a uno de los científicos. Incluso el soldado que los había estado acompañando salió del despacho.

—¿Está seguro de esto, general Schiller? Las piedras no han sido sometidas aún a las pruebas suficientes, a algunos de nuestros sujetos de pruebas les han dado efectos secundarios tras usarlas en exceso —dijo el científico.

—Pero vuestros sujetos de prueba eran humanos corrientes, ellos son mejores, podrán usar el poder de las piedras adecuadamente —aseguró—. Ahora retirate.

Con una inclinación el hombre de bata blanca asintió y se salió también del despacho de su superior.

Astram no iba a permitir que los rusos ni los estadounidenses los superaran. Alemania iba a estar a la cabeza de los ejércitos de mutantes, fuera por las buenas o por las malas. Ahora tendrían que enfrentarse a la segunda generación de mutantes.





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Después de casi seis meses desde el capítulo 1 hemos vuelto al fin. ¡Madre mía medio año ha pasado!

Vengo dispuesta a darle ya un fin a esta pequeña bilogía de Mythical Circus, así que a lo largo de estos meses se irá actualizando esta historia intercalada o a la par que Witch Hunters y Rapsodia, esta última próximamente.

Esta segunda parte se viene fuerte así que espero que disfrutéis de la lectura y a la vez sufráis conmigo ^^

~Nova/Dreamer

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