Veintitres
(¡Hola!
Les traigo nueva actualización, es demasiado extensa de +14k de palabras, así que disfrútenla.
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+250 comentarios para la próxima actualización👀🖤).
Dejó caer su cuerpo sobre la cama, viendo el reloj de su muñeca el cual marcaba que eran las dos de la mañana, soltó un suspiro.
El departamento de Rompe Maldiciones cada día tenía más trabajo, ocupando todo su tiempo.
Antes disfrutaba el trabajo, pero justo en esos momentos ni siquiera sentía estar en el lugar correcto.
Miró su teléfono, la pantalla iluminándose al deslizar el dedo para revisar los mensajes. Nada. Ni una sola palabra de ella, intentaba convencerse de que solo necesitaba más tiempo, pero el silencio de Anired era ensordecedor, y su indiferencia le estaba rompiendo el corazón.
Mantuvo la mirada fija en el techo, mientras su mente revive cada momento, cada sonrisa, cada promesa que le había hecho a Anired.
Desde los diecisiete años, desde el momento que la conoció, había estado seguro de algo: ella era su todo. Anired era su primer y único amor, la única persona que lograba calmar su caos interno. Había imaginado un futuro con ella; quería casarse, formar una familia, envejecer juntos. Pero ahora, todo aquello parecía un sueño imposible.
Max cerró los ojos con fuerza, sintiendo la punzada en su pecho nuevamente, como cada día que pasaba.
—¿Cómo llegamos aquí?
Se preguntó por enésima vez. Sabía la respuesta, claro que la sabía muy bien. Había dejado que el trabajo se interpusiera entre ellos, aceptando horas extras pensando que el dinero era la solución para todo, dejando que el trabajo consumiera cada aspecto de su vida. Lo que alguna vez había amado hacer ahora se sentía como una carga.
El peso de la culpa era insoportable. Veía el chat de Anired, dándose cuenta cómo sus conversaciones pasaron de ser largas y llenas de cariño a mensajes cortos y casi mecánicos. Él siempre se disculpaba con las mismas palabras: "Lo siento mucho, Kleiner Hase, es que tuve mucho trabajo. Te amo". Y aunque las palabras eran ciertas, ahora parecían vacías.
Claro que había intentado arreglarlo, le mando flores, pero estas fueron devueltas. Le escribió cartas y correos los cuales nunca tuvieron respuesta, al igual que los mensajes y llamadas que hacía diarias. Incluso, la buscaba en la tienda de té, la agencia donde trabaja y en su casa, solo para escuchar lo mismo: "No está" o "No quiere verte".
Max se puso de pie, caminando de un lado a otro en su habitación, casi no dormía, en parte por el trabajo y también porque la ansiedad no lo dejaba dormir, lo único que estaba en su cabeza era su preciosa azabache de ojos grises, aunque a estas alturas ya ni siquiera podía decir "su".
La idea de perder a Anired lo estaba destrozando cada día más.
No podía, ni quería permitir que todo terminara así, no después de todo lo que habían compartido, de lo mucho que la amaba.
Se detuvo frente a la ventana, observando la lluvia caer, soltando un suspiro que empaño el cristal.
¿Cómo podía demostrarle que quería cambiar, que estaba dispuesto a dar todo por ella, por su relación? Había arruinado las cosas, lo sabía bien, pero no quería rendirse.
—Anired —murmuró al vacío, con la voz quebrada—. Te necesito...Mein Herz.
Sabía que la amaba más de lo que había amado nunca, más de lo que podría explicar con palabras. Pero ahora, ese amor no parecía ser suficiente. Tenía miedo, un miedo profundo y paralizante, de que tal vez era demasiado tarde.
Se cuestionaba si en algún momento podría volver a arreglar las cosas con ella.
El tiempo había transcurrido, no tenía ni idea de cuánto tiempo se quedó con la mirada perdida en la lluvia. Su mente se encontraba en un torbellino de pensamientos, y poco a poco su cuerpo comenzaba a resentir el cansancio acumulado de días sin dormir bien ni comer adecuadamente.
Desde que se derrumbó todo entre él y Anired, parecía que su vida había entrado en un caos incontrolable.
Llevo una mano a su abdomen, que últimamente había estado incómodamente tenso. Desde hacía semanas, había comenzado a sentir un dolor extraño en la zona, náuseas repentinas e incluso mareos ocasionales. Al principio creyó que era estrés, pero la sensación persistía, incluso ese día presentó antojos extraños. A lo hora de la comida, pidió un platillo de camarones empanizados y él solía detestar los mariscos, pero para su sorpresa, se los comió casi por completo.
Algo estaba más con él, lo sabía, pero no tenía energía ni ánimo para preocuparse por ello.
Se dejó caer nuevamente en la cama. Todo el cuerpo le dolía.
Cada que pensaba en Anired su pecho se apretaba tanto que era como si algo físico lo estuviera oprimiendo.
—¿Qué mierda me pasa?
Murmuró frustrado, tocándose las sienes, a pesar de su pregunta en el fondo sabía que esos malestares tenían nombre: culpa, la culpa lo estaba devorando vivo, junto con la ansiedad al no poder no hablar con ella.
Lo peor, era recordar el rostro de Anired el último día que la vio, no podía sacarla de su cabeza. Lucía cansada, frágil y decepcionada, decepcionada completamente de él.
Esa imagen lo carcomía, especialmente porque sabía que, si hubiera hecho las cosas diferentes, él en estos momentos estaría a su lado, probablemente en su habitación aferrándose a su cuerpo mientras lograba conciliar el sueño.
Sintió un nudo en la garganta, se giró sobre la cama enterrando el rostro en la almohada, pronto sintió la humedad escapar de sus ojos.
—Lo arruiné—susurraba entre sollozos—...arruiné todo.
Maxence no solía llorar más que en situaciones que realmente lo afectarán. Era del tipo de persona que trataba de no demostrar debilidad, siempre había mostrado una imagen fría no dejando que nadie se acercara a él, poniendo barreras entre todos, barreras que Anired había logrado liberar. Su vida era mejor gracias a ella, todo lo bueno en su vida fue gracias a Anired Georanne.
Pero, ahora, frente a la realidad de haber perdido al amor de su vida, no había ninguna manera en la que pudiera contenerse.
Todo lo que quería, lo único que deseaba era volver a verla, pedirle perdón, explicarle lo mucho que la amaba y como estaba dispuesto a dejarlo todo por ella si era necesario.
[...]
Los rayos del sol le golpearon el rostro, el aroma a tierra mojada inundaba sus fosas nasales relajando su cuerpo en el proceso.
Se inclinó frente la tumba para quitar las flores muertas que adornaban la tumba, al moverlas pudo leer el nombre:
"Crystal D'Acanto"
A pesar del tiempo, seguía doliendo como la primera vez, el simple hecho de saber que su madre estaba ahí y no a su lado rompió su corazón un poco más.
A esas horas, el cementerio era tan tranquilo mientras la brisa fría del amanecer acariciaba su rostro, acomodo las flores frescas con mucho cuidado, se trataban de gardenias siendo las favoritas de su madre.
Colocó las manos sobre sus rodillas, observando la piedra que marcaba el lugar donde descansaba su madre, la echaba tanto de menos. Las conversaciones que nunca tuvo la torturaban, y los momentos que había esperado compartir con ella ya no eran posibles. A veces sentía que su madre aún la acompañaba en su mente, como si pudiera escuchar sus consejos y, aunque era imposible que su madre estuviera allí físicamente, en esos momentos lo que más necesitaba era sentirse cerca de ella.
La noticia de su embarazo había sido un torbellino emocional, sin decirle a nadie más que a Itziar y a George Sirius, sin embargo, se seguía sintiendo sola. Ni siquiera había juntado el valor para decirle a Maxence o a Lyssandre, al ver todo lo que sucedía a su alrededor, al igual que la situación que su hermano estaba afrontando.
George Sirius había prometido apoyarla, pero ella no estaba segura de lo que quería hacer. El miedo la había invadido, y cada día se sentía más perdida.
—Mamá—llamó en voz baja, temerosa, deseando que le respondiera. La angustia en su pecho se reflejaba en su tono y se asomaba en sus ojos, aunque se apresuró a secarlas con la manga de su abrigo—...no sé qué hacer...no sabes cuánto te necesito.
Un sollozo salió de sus labios, sintiendo el pecho vacío. Tomó una bocanada de aire para controlarse, no dejar que el llanto fluyera de ella.
—Muchas cosas están cambiando en mi vida...y no sé cómo afrontarlas—murmuraba sintiendo como el dolor en su pecho comenzaba a desaparecer poco a poco—...no sé si estoy lista para esto... ¿Recuerdas a George Sirius? —era estúpido preguntar, porque sabía muy bien que no habría respuesta, pero se sentía mejor de esa manera—...estoy embarazada de él, y no tengo idea de si estoy lista para ser madre... tengo tanto miedo.
El futuro parecía incierto, pero lo que sentía más aterrador era la idea de tomar una decisión equivocada. El bebé que crecía dentro de ella era real, y ella lo sabía, pero las dudas seguían acechando su mente.
Unos largos minutos pasaron, en completo silencio, como si la propia tumba estuviera aguardando su respuesta.
Amalie se sentó, abrazando sus rodillas contra su pecho, con los ojos fijos en la fría piedra que tenía frente a ella. Pensó en Crystal, su madre, en lo que le diría si pudiera estar ahí para abrazarla, como en aquellos momentos de su niñez en lo que todo parecía más sencillo.
De repente, una extraña sensación de claridad la invadió. En su interior algo se sintió liberado, como si su madre de alguna manera le hubiera transmitido la fuerza que necesitaba para tomar una decisión.
—Sé que esto te hará sonreír, mamá—susurro con una ligera sonrisa triste, pero con una calma que no sentía en su interior. Sus manos se apretaron a la tierra bajo a ella, como si buscara algún tipo de apoyo físico a la decisión que acaba de tomar.
En su corazón, las palabras eran firmes, pero el miedo seguía allí, pero sabía que tenía que ser valiente.
No podía seguir evitando lo inevitable.
—Voy a tenerlo—su voz era temblorosa, pero decidida—. Haré lo mejor que pueda, lo prometo.
Se levantó del suelo con un suspiro profundo y miró al cielo, disfrutando del sol del amanecer.
La sensación de que su madre la había estado escuchando le dio consuelo. Podía hacer esto, aún no sabía todo lo que implicaba, pero estaba lista para tomar el control de su destino.
Había tomado la decisión que tanto había temido, pero ahora, en la quietud del amanecer, no sentía miedo. Solo sentía que lo había hecho por el bebé que estaba esperando, por su madre, y por ella misma. Y tal vez, con el tiempo, las respuestas vendrían. Pero por ahora, estaba lista para seguir adelante.
Sin decir nada más, se giró y caminó hacia la salida del cementerio, dejando atrás la tumba de su madre con una ligera sensación de alivio.
Antes de ir a su vehículo, sacó su celular buscando el contacto del mellizo pelirrojo y tecleando un mensaje:
"Hola, ¿podemos vernos hoy?"
Para su sorpresa, pronto le marcó el leído, esperaba un mensaje, pero en lugar de eso recibió una llamada.
—Buenos días.
Escucho la voz ronca del pelirrojo, indicando que no tenía mucho que se levantó, y con el teléfono entre su hombro y oreja camino a la camioneta manteniendo una agradable conversación con el padre de su hijo.
⚜⚜⚜
El departamento tenía un aire moderno y juvenil, reflejando perfectamente la personalidad vibrante y contrastante de la joven pareja. Los grandes ventanales ofrecían una vista espectacular de la ciudad iluminada de Londres, dejando entrar una luz cálida que se mezclaba con los colores neutros y detalles minimalistas del interior.
Las paredes estaban pintadas de tonos claros, con detalles en gris y verde, mientras que el mobiliario combinaba madera clara con acabados metálicos. Un sofá modular verde verde ópalo ocupaba el centro de la sala, acompañado de cojines de colores de la misma gama que añadían un toque de energía al ambiente. Sobre la mesa de centro, todavía envuelta en plástico, descansaba una pila de cajas etiquetadas con una mezcla de orden y caos.
El rincón favorito del peli plata ya estaba marcado desde la primera vez que vieron este departamento: una pared cerca del ventanal con estantes flotantes en donde poco a poco iba acomodando sus cámaras, lentes y álbumes fotográficos, en el suelo, una gran caja contenía luces de estudio y trípodes que probablemente terminaría ocupando un rincón especial en el departamento.
Por otra parte, el rubio estaba de pie en la cocina abierta, con un viejo trapo improvisado hecho de una camiseta vieja que había atado en su cintura.
La cocina era pequeña, pero funcional, con electrodomésticos modernos y básicos. En medio de la cocina resaltaba una isla que servía tanto para cocinar como para desayunar.
Zed sacaba las tazas, platos y cubiertos que había comprado un día antes, mientras le daba miradas sarcásticas a Alexander que aún seguía desempacando.
—¿De verdad necesitabas tres maletas solo para tus cámaras?
Pregunto Zed enarcando la ceja, mientras sacaba una tetera eléctrica y la colocaba sobre la encimera.
—No son solo cámaras, son mis herramientas de trabajo, Weasley—respondió el Malfoy sin levantar la mirada de una caja que contenía cámaras de diversos modelos y tamaños—. Además, ¿quién necesita seis chaquetas de cuero cuando está por entrar el verano?
Zed frunció los labios y entrecerró los ojos para enumerar con los dedos.
—Primero, son imprescindibles. Segundo, ¿te has mirado? Tú tienes más chaquetas que yo.
Ambos intercambiaron una mirada para soltar una sonora carcajada que resonó en el departamento vacío, llenándolo de una calidez familiar., finalmente el Weasley dejó la cocina para acercarse a Alexander que estaba de rodillas luchando con el adhesivo de una de las cajas más grandes.
—Déjame ayudarte con eso antes de que termines pegado a la caja.
Bromeo Zed, agachándose junto a él y tirando del borde con cuidado, logrando abrirla, ambos se detuvieron un momento, casi en reverencia, al ver el contenido: una colección de fotografías cuidadosamente empaquetadas, con algunos de los trabajos más destacados de Alexander.
Zed tomo una de las imágenes enmarcadas, un retrato deslumbrante de Anired en blanco y negro. Su prima, con su característica melena azabache y mirada intensa, estaba iluminada de manera dramática, mostrando cada detalle de sus expresiones.
—Este...este es espectacular.
Murmuró Zed con una sonrisa. Sabía perfectamente cuánto significaba esa foto para Alexander. No solo porque era uno de sus primeros logros como fotógrafo, sino porque Anired era una pieza clave en sus vidas.
—Fue gracias a ella que gané ese concurso— dijo Alexander, sacando otra fotografía y quitando el envoltorio con cuidado—, y gracias a ese concurso, los dos llegamos a donde estamos. No sería lo mismo sin ella.
Zed asintió dejando el retrato a un lado para tomar otra fotografía. Era imposible separar sus historias de la Anired, habían crecido como hermanos inseparables, gracias que sus padres eran gemelos y sus madres eran mejores amigas inseparables, lo que causó una conexión casi simbiótica. Zed siempre trato de proteger a Anired como una hermana menor, y al mismo tiempo, había sentido una gran admiración, mientras que Alexander, siendo amigo de ellos desde su nacimiento, había encontrado en ella no solo una musa, sino una amiga cercana que era prácticamente su familia, la que siempre creía en él.
—Mira esta —dijo Zed, mostrando una fotografía de Anired sonriendo mientras posaba fuera de un salón en París, donde se presentó su primera sesión de fotos como modelo tomadas por Alexander. Sus ojos grises brillaban como si todo el mundo fuera suyo—. Siempre parece tan inalcanzable, ¿no? Pero luego te pone polvo pica pica en la ropa y te acuerdas que es una Weasley.
Alexander soltó una carcajada, apartando un mechón rebelde de su cabello plateado mientras sacaba otra imagen, esta vez de un paisaje. Era una playa con olas suaves rompiendo en la arena bajo un cielo teñido de colores cálidos al atardecer.
—Ese viaje fue inolvidable—dijo Alexander, sosteniendo la foto con cuidado—. Fue la primera vez que viajamos los tres juntos por trabajo.
—Y la última vez que confié en ti para planear algo—respondió el rubio con una sonrisa torcida— ¿Recuerdas que casi perdemos el vuelo porque te perdiste en el aeropuerto?
Ambos soltaron una carcajada para continuar sacando las fotografías, mientras Alexander veía donde las acomodaría, Zed no evito sonreír con nostalgia al darse cuenta todo lo que había avanzado en su relación.
—¿Es extraño, ¿no? —murmuró Zed mientras quitaba el empaque a otro retrato—. Vivir juntos por primera vez.
Alexander lo miró con las cejas alzadas.
—Extraño en el buen sentido—respondió acercándose para tomar la mano de Alex—. Nunca pensé que sería tan fácil querer esto contigo.
Alexander sonrió dejando las fotos para acercarse más.
—Es porque somos un buen equipo. Aunque claramente tengo que enseñarte a desempacar con más orden.
Ambos rieron, y el ambiente se llenó de una calidez que solo compartían ellos dos. El departamento aún tenía cajas por todas partes, pero ya comenzaba a sentirse como un hogar.
Allí, en ese departamento moderno y lleno de promesas, sabían que estaban dando el primer paso hacia un futuro lleno de sueños compartidos y una relación que se fortalecía con el pasar de los años.
⚜⚜⚜
Terminó de acomodar las mesas con ayuda de Dalila, agradeciendo su apoyo ya que por eso podrían volver a abrir la próxima semana.
Claro que estaba asustada por todo lo que se venía, pero después de hablar con sus papá, Amalie y Dalila se dio cuenta que no podía dejar que su sueño se derrumbara por culpa de lo sucedido en su fiesta de compromiso.
Aunque ahora tenía otro problema, después de que Regulus John le diera los libros de contabilidad analizados y con diversas anotaciones en las cuales se demostraba que su ex prometido, James Potter, la había estado estafando, trato de buscar otro contador e incluso la manera de poder demandar al azabache, pero todos al saber lo que quería hacer o que era la ex prometida del primogénito de los Potter no querían brindarle los servicios.
Eso la tenía frustrada, pues no sabía cómo arreglar la contabilidad de su negocio, tenía nulo conocimiento.
—¿Estás lista para ir?
Pregunto la morena apartando la mirada de la ventana.
—No.
Respondió con simpleza Itziar, Dalila le sonrió.
—Pues ahí viene, así que si quieres pedirle su ayuda tienes que hacerlo antes de que entre a Sortilegios Weasley.
Itziar se asomó por la ventana, viendo como salía del Caldero Chorreante avanzando de manera lenta mientras miraba su celular.
—No estoy segura de esto...
Dalila e Itziar no habían tenido mejor idea que pedirle ayuda a Regulus John, siendo que probablemente sería el único que podría ayudarla, aunque no estaba segura de la reacción del azabache.
Itziar aun recordaba el momento en que Dalila, por sugerencia de Anired le había dado los libros contables a uno de los mellizos, al principio creyó que se trataría de George Sirius, pues era absurdo creer que Regulus John supiera algo de contabilidad, pero quedó muy sorprendida al saber que el azabache llevaba las finanzas de múltiples negocios de la familia Black-Weasley, tragándose la ayuda y aceptando que el revisara todo.
Y para aumentar aún más su sorpresa, fue él quien, con una precisión implacable y casi humillante, analizó los libros contables de su negocio y descubrió los desfalcos. Cada número, cada gasto inflado y cada factura fraudulenta hablaban de una traición que iba más allá de lo personal.
James no solo le había sido infiel; también le había robado su trabajo y sueños, siendo Regulus John quien le entregó esa verdad como una sentencia fría, sin rodeos ni consuelo.
Él seguía siendo el mismo: arrogante, mordaz y demasiado inteligente para su propio bien. Pero era la única persona en quien podía confiar para sacar adelante su cafetería.
Itziar se detuvo en el marco de la puerta, sintiendo que temblaba y no era por el frío de esa tarde, si no por tener que hablarle.
Miro al más alto, vestía con su habitual elegancia: el pulcro uniforme que lo caracterizaba como miembro de los Aurores y zapatos perfectamente lustrados que resonaban en el empedrado. Desde fuera, parecía alguien que tenía todo bajo control, alguien que nunca había conocido el fracaso.
La pelirroja avanzó bajando la pequeña escalinata y quedando frente al azabache antes de que diera la vuelta a Sortilegios Weasley.
Al sentir una presencia frente a él, apartó la mirada del celular. Al ver a Itziar, alzó una ceja con evidente sorpresa, aunque su expresión pronto se transformó en una sonrisa sarcástica.
—Vaya, si es Itziar Arwen, que inesperado —guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón—... ¿Vienes a darme lecciones de modalidad o tienes otro desastre financiero que resolver?
Itziar apretó los dientes con tanta fuerza, que podría romperse una muela, todo para no caer en su provocación.
—Necesito hablar contigo.
Regulus dejó escapar un suspiro teatral relamiéndose los labios.
—¿Y qué hace pensar que quiero escucharte?
Ella cruzó los brazos, mirándolo fijamente, se tragó todo el orgullo y dijo las palabras más horribles que nunca pensó en decirle a ese idiota frente a ella.
—Porque eres el único que puede ayudarme, y lo sabes
La sonrisa de Regulus se amplió, su mirada destilando burla.
—¿Otra vez? Pensé que me odiabas demasiado como para volver a pedírmelo—su rostro estaba lleno de satisfacción por escucharla decir esas palabras— ¿Qué pasó? ¿Te diste cuenta de que no soy tan prescindible como creías?
—Mira, Regulus, no estoy aquí para soportar tus comentarios sarcásticos. Si no quieres ayudarme, dímelo de una vez y me iré.
Replicó, el tono de su voz endureciéndose. El más alto solo puso los ojos en blanco por la actitud tan aburrida de la pelirroja.
El azabache inclinó ligeramente la cabeza, Itziar sintió como si la estuviera evaluando.
—Adelante, te escucho.
Itziar volvió a tragar saliva, sintiendo la garganta más seca que nunca.
—Mi cafetería está en peligro—confesó sintiendo que la voz se le cortaba al darse cuenta que su sueño estaba por ser destruido—. Desde que descubriste lo que tu primo hizo, he intentado encontrar algún contador que me ayude a ordenar todo, pero nadie quiere involucrarse al saber que se trata de los Potter.
Regulus soltó una carcajada, que a Itziar la hizo rabiar.
—¿Y ahora vienes a mi porque soy inmune a los Potter?
Itziar se mantuvo en silencio por unos segundos, para finalmente hablar.
—No, vengo a ti—sintió como si fuera a vomitar por lo que estaba por admitir—...porque eres bueno en lo que haces...
Las palabras salieron con dificultad, pero eran sinceras.
Regulus se mantuvo en silencio, disfrutando de la incomodidad de Itziar, finalmente dejó escapar una carcajada breve y sacudió la cabeza.
—Tranquila, Arwen. Por supuesto que puedo ayudarte—chasqueo la lengua cruzando los brazos sobre su pecho—. Pero esta vez no lo haré por el simple placer de demostrarte que soy mejor que cualquier otro contador.
—¿Qué quieres decir?
Preguntó, su desconfianza evidente, sintiendo como el nudo de su estómago se apretaba aún más.
—Tengo mis condiciones. Y no, no hablo de dinero, aunque eso también tendrá que discutirse. Si acepto ayudarte, quiero que sigas todas mis instrucciones al pie de la letra—destenso sus hombros sin borrar la sonrisa ladina—. Nada de cuestionar mis métodos o tratar de interferir. Además, necesito acceso completo a todos los documentos, incluso los que todavía no me hayas mostrado...y...
Hizo una pausa dramática, que molestó demasiado a Itziar.
—¿Y qué más?
Preguntó con desesperación en la voz.
—Tendrás que admitir que me necesitabas. No solo para arreglar tus finanzas, sino para salvar tu negocio completo...
Itziar lo miró con incredulidad por la condición tan infantil que le ponía, sintiendo una mezcla de rabia y resignación. Sabía que estaba jugando con ella, pero no tenía más opciones.
—De acuerdo—asintió sin decir más— ¿Eso es todo?
—Por ahora—respondió el azabache con un tono despreocupado restando importancia a todo el asunto—. El día sábado te veré en Azus, a las seis de la tarde. Yo soy puntual, así que espero no me hagas esperar porque odio perder mi tiempo.
Sin esperar respuesta, dio la vuelta a paso seguro para entrar a la tienda esperando que ni su padre o tío lo hubieran visto hablando con Arwen, pero se detuvo en el umbral de la puerta.
—Ah, y dile a Dalila que le diga a Anired que deje de preocuparse por ti y de pedirme que te trate bien—abrió la puerta dándole una mirada de soslayo—. Estoy haciendo esto solo porque me vas a pagar bien, no porque me interesa tu bienestar.
Con esas palabras, desapareció dentro de Sortilegios Weasley, dejando a Itziar con una sensación de alivio mezclada con frustración.
Mientras caminaba de regreso a Azus, Itziar no evitaba preguntarse si realmente estaba preparada para enfrentarse a trabajar con Regulus John.
⚜⚜⚜
Salió del elevador acomodando su rebelde cabello que en ocasiones se le pegaba al rostro, pensando que definitivamente debió de recogerlo en lugar de dejarlo suelto, en esos días estaba más rebelde que nunca.
Movió los hombros para destensarse y suspiro, de cierta manera volver a la agencia donde era modelo en el mundo mágico le causaba un alta en su ánimo, el cual estos últimos días había estado por los suelos, de hecho, era el primer día que salía de su casa después de una semana, no tuvo ni ganas de atender todos los rumores que se estaban desatando a su alrededor, hasta cerró todas sus redes sociales de manera temporal ya que no quería saber nada de nadie.
Inclusive mantuvo su teléfono apagado, solo comunicándose por medio de Zed para atender cosas del trabajo, todo debido a que su ex novio no dejaba de llamarle ni mandarle mensajes.
Quizá estaba siendo infantil, pero no quería saber nada de él, incluso todas las veces que había ido a su casa en esas dos semanas se negó a verlo, siendo la mayoría de veces Louis-Phillippe o Mónica quien le pedían que se fuera, porque si dejaban salir a los mellizos estaban muy seguros que terminarían peleando con el alemán.
Ya que más de una vez Anired tuvo que calmar a Regulus John cuando la encontró llorando, evitando que fuera al departamento de rompe maldiciones o a casa de Maxence para tener una "conversación" con él, la cual seguramente no sería una conversación si no una pelea, conocía demasiado bien al azabache y a este no le importaría meterse en un problema por enfrentarse a cualquiera que la hiciera llorar, siempre había sido de esa forma.
Con George Sirius era la misma situación, pero al menos el pelirrojo era más sensato, pensando antes de actuar y escuchando a Anired la que pedía que no peleara con Maxence, sin embargo, sabía que en cualquier momento que se topara el mayor de los mellizos podría ceder a sus impulsos.
Sintió un poco de nostalgia al recordar la primera vez que estuvo en ese lugar, cuando firmó el contrato que cambiaría su vida, sonrió amargamente viendo los enormes pasillos por lo que varias veces caminó y corrió, era un vacío en su pecho al saber lo que iba a hacer.
Como en cada momento que las cosas no parecían salir bien acaricio su vientre, sintiéndose acompañada en esos momentos y no evito sonreír genuinamente al sentirlo un poco abultado, estaba cerca de las diecinueve semanas de embarazo por lo que comenzaba apenas a ser notable, aunque cualquiera pensaría que alguna comida la inflamo o tenía colitis, tal como George Sirius y Regulus John creían, aún no les decía nada, pero era solo cuestión de unos días para que finalmente terminará diciéndoles a toda su familia.
Sabía que tenía que contárselo a su tío Jerome, pero no estaba segura de cómo hacerlo ya que quería evitar que Maxence lo supiera, que no se enterara de ninguna manera inclusive estaba dispuesta a irse a Francia o incluso a otro continente a tener a su bebé, y una vez que naciera tal vez decirle a Maxence.
Estaba siendo egoísta, de eso era consciente, pero se negaba a volver a pasar otro momento como el de hace dos semanas, en el que se daría cuenta nuevamente que la prioridad de Maxence siempre sería su trabajo y no ella ni su bebé.
Apretó la mandíbula, seguía molesta, pero finalmente soltó todo el aire en sus pulmones recordando que las emociones negativas no le harían ningún bien a su bebé.
Saludo a la asistente de Dorothea para finalmente tocar la puerta varias veces, para nadie era novedad que Anired fuera a ver a la directora de MagicDreams, desde que entró a trabajar como modelos tuvo una relación estrecha con aquella mujer.
—Adelante.
Anired abrió la puerta soltando un último suspiro para entrar a la oficina y toparse con los brillantes ojos de la mujer mayor que la veía con curiosidad dejando de lado la Tablet.
—Hola...
Saludo la menor, Dorothea alzó la ceja y le hizo una seña para sentarse, cosa que la menor hizo de inmediato.
—Tengo muchas dudas...en parte por los rumores, Zed se ha encargado de desviar la atención, pero aún hay muchas publicaciones y especulaciones referente a lo que sucedió—...también por ese correo que me mandaste...
La mayor dejó ver el correo, largo y extenso en el que Anired agradeció las cientos de oportunidades que tuvo gracias a MagicDreams, pero finalizaba con algo que nadie esperaba.
Renunciar a su carrera como modelo.
—En estos momentos, siento que es lo mejor—mencionó Anired sin saber qué decir exactamente—, los rumores van a seguir aumentando y no creo que sea bueno para MagicDreams y tampoco para los patrocinadores, sumando a Elite... antes de que todo se vuelve más grande en mejor que yo renuncie.
Era lo mejor, ser una mujer joven que apenas cumpliría diecinueve y estar embarazada no iba a ser nada bueno para las agencias de modelaje en las que trabajaba, tampoco para las marcas que la patrocinan, sumado a que ni siquiera estaba casada más aparte de los rumores que decían que la había dejado.
—¿Por qué quieres renunciar? ¿No estás cómoda con cómo llevas tu carrera? —cuestiono—...si es por los rumores y demás, sabes que a toda persona que se encuentre en el mundo del espectáculo y modelaje le pasa, sé que quieres mantener tu vida privada separada de tu vida como figura pública, pero en ocasiones no resulta, del mismo modo trataremos de que la prensa deje de sacar más notas...
—Dorothea—Anired sonrió sintiendo una sensación extraña por lo que iba a decir—...tengo cerca de cinco meses de embarazo.
La mujer la miró sorprendida, tanta fue su sorpresa que casi tira la Tablet de no ser porque Anired detuvo la caída con magia.
—¿Qué?
Fue lo único que logró articular.
—No tiene mucho que me entere, unas cuantas semanas atrás...pensaba decírtelo cuando mi ex pareja lo supiera, ya sabes quería que fuera el primero que se enterara —se encogió de hombros sintiendo el nudo en la garganta—...terminamos ese día que salió el hilo de internet, no me dejó dos horas plantada como decían, pero si tiene que ver el hecho que me dejara en el restaurante...así que en cierta parte los rumores son cierto.
Dorothea sintió que el corazón se le contrajo ante las palabras de Anired, a pesar de que mantenía un rostro sereno podía ver que sus ojos estaban apagados, llenos de tristeza.
—Cariño—llamo de manera maternal sujetándole la mano con cariño—...no me digas que ese idiota te dejo por el embarazo...
Anired rápidamente negó varias veces.
—No, no...Maxence ni siquiera sabe de la existencia de mi bebé—sonrió al decir las dos últimas palabras, para ella era lindo mencionar a su bebé, darse cuenta que dentro de pocos meses estaría en sus brazos—...terminamos porque no tenemos las mismas prioridades, él está enfocado en su trabajo y yo no estoy incluida en esos planes que tiene a futuro...pero está bien... mis papás me apoyan, ellos ya saben al respecto de todo lo que paso, solo faltan los demás miembros de mi familia, pero estoy segura que todos me apoyan así que estaremos bien...
—¿Es por tu bebé qué quieres renunciar? —preguntó Dorothea soltando la mano de la menor para tomar la Tablet y dejarla a un lado—...sé que enfrentarte a esta nueva etapa puede dar miedo, pero tu carrera está en su mejor punto, tienes tantos desfiles, propuestas de trabajo con diversas campañas...
—Creo que es lo mejor para la agencia...
—¿Qué? —Dorothea negó—...gracias a ti es que MagicDreams y Elite se encuentran en la cúspide, fuiste la modelo que más sorprendió a todos desde que iniciaste tu carrera, gracias a tu trayectoria tenemos cientos de nuevos talentos... ¿cómo crees que mi agencia y yo te daríamos la espalda?
—Mi embarazo se está comenzando a notar...solo es cuestión de días para que la prensa comience a decirlo, cuando se mencionó que tenía un hijo sabes cómo se pusieron, ahora imagínate cuando diga que estoy embarazada e incluso termine con el padre de mi bebé...
—Hay cientos de figuras públicas más jóvenes que tú que están teniendo hijos o que ya tienen niños de más de tres años, así que eso es lo que menos debería de preocuparte, porque la prensa siempre va a hablar hagas o no hagas —Dorothea se movió buscando una carpeta—, de hecho apenas iba a hablar contigo y esta noticia me cae como anillo al dedo—le extendió la carpeta a Anired—...Hatch Collection nos contactó ya que está buscando una modelo joven para su nueva línea de ropa de maternidad y pos maternidad —Anired comenzó a revisar la carpeta y viendo a detalle cada diseño que era precioso—...desde que me llegó la propuesta había pensado en ti, estaba considerando lo de ver un vientre falso, sé que nunca has trabajado en una campaña de esta índole, pero creí que era una buena manera de darle a tu carrera un aire más adulto, que tus fans y patrocinadores se dieran cuenta que ya no eres la niña de diecisiete años que inició en el modelaje, pronto cumplirás diecinueve, en nuestro mundo eso ya es ser una mujer adulta, quizá en el mundo muggle no, pero finalmente miles de chicas jóvenes están teniendo bebés antes de sus veintes, no es por normalizarlo, pero nadie debería de juzgarte por eso...así que si es por tu embarazo que deseabas renunciar, por favor piénsalo, porque no es motivo para hacerlo.
Anired se secó rápidamente las lágrimas que comenzaban a recorrer sus mejillas, porque a pesar de todo ella amaba ser modelo y no quería renunciar a eso, solo que prefería hacerlo antes que la despidieran.
—¿Estás segura? ¿Cómo crees que reaccione Elite y los patrocinadores?
—Deja de preocuparte tanto—le sonrió aceptando la carpeta de regreso—, nadie va a dejar ir un talento como el tuyo, igual yo hablare con ellos, MagicDreams siempre te va a respaldar Anired.
La azabache sonrió agradecida.
—¿Entonces mi nueva campaña es Hatch Collection?
Dorothea sonrió.
—Felicidades Anired, estoy segura que serás una muy buena madre.
Anired no pudo evitar soltar una pequeña risita debido a esas palabras que tan bien la hicieron sentir.
Ahora sus planes cambiaban de rumbo, sabiendo que de una u otra manera al parecer Maxence se enteraría de la existencia de su bebé, pero recordó las palabras de su padre, iba a dejar de preocuparse por esas cosas.
Ya no le tomaría importancia a la reacción de Maxence, si era buena o mala, o si no quería a su bebé.
Solo se concentraría en disfrutar de esa etapa y prepararse para la llegada de su bebé.
[...]
Se dejó caer en el sillón de la oficina que fungía como su sala de descanso para cuando tenía que pasar horas en la agencia ensayando para alguna pasarela, recargo la cabeza viendo el techo sintiéndose más relajada por haberle dicho a Dorothea de su embarazo.
Llevó la mano a su vientre para acariciarlo con suavidad.
—¿Estás feliz igual que yo, bebé?
Anired abrió los ojos con sorpresa, una ligera sensación detuvo todos pensamientos y movimientos.
Era tan sutil que al inicio pensó que lo había imaginado, era un leve revoloteo, como si una burbuja hubiera explotado en su interior.
Se sentó de manera correcta y alzó su blusa dejando ver el pequeño vientre abultado apenas notable para poner ambas manos sobre él.
Ahí estaba otra vez.
Era como un pequeño aleteo, como si se tratara del roce de unas alas diminutas o un vaivén de una ola miniatura.
La azabache contuvo la respiración, con los ojos abiertos completamente y pronto una risa nerviosa escapó de sus labios, mezclada con una extraña emoción que nunca había experimentado.
—¿Así que, si me escuchas, mi amor?
Murmuró como si el bebé pudiera oírla, se quedó inmóvil, temiendo que cualquier movimiento rompiera la magia del momento.
Pasaron unos segundos más y la sensación se repitió, pero esta vez un poco más firme.
Un golpecito suave pero inconfundible.
Sintió las lágrimas de nuevo bajar por su rostro.
—Lo siento, bebé, tienes una mamá demasiado llorona...
Dijo en un tono bajo sonriendo y soltando un sollozo.
Por primera vez, después de toda esa tormenta que era su actual vida se sintió completamente acompañada. En ese instante la conexión con su bebé dejó de ser una idea y se volvió algo real, tangible, vivo.
Era como si el bebé en su vientre le estuviera diciendo: "Estoy aquí, mamá"
Era la primera vez que se movía, dejando ver que nada era un sueño y que realmente tendría un bebé, su hijo.
—Eres un pequeño milagro, ¿sabes? —murmuraba la futura mamá acariciando su vientre de manera cariñosa—...mi pequeño milagro...muero por conocerte...te amo mucho, mi corazón—las lágrimas se hicieron más notables cuando dijo la última palabra y no evitó decir ese apodo que siempre le decía Maxence—: Mein herz...
Y sin poder detenerse las lágrimas siguieron seguido de los sollozos que llenaron el lugar.
Lo extrañaba demasiado, a pesar de estar enojada y molesta con él, lo seguía amando demasiado, y el solo pensar en eso el corazón le dolía.
Se suponía que él debería estar en esos momentos con ella, sintiendo como su bebé se movía por primera vez, como su vientre comenzaba a abultarse cada día un poco más.
Anired quería que Maxence fuera el padre de sus hijos, pero no de esa manera.
—Lo siento—murmuró en un sollozo y con una diminuta risa—...te prometo que trataré de ya no llorar tanto, bebé.
Siguió acariciando su vientre por unos minutos más hasta que los golpes en la puerta llamaron su atención, por lo que rápidamente bajo su blusa cubriendo nuevamente el vientre para ponerse de pie y limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano y tomando grandes bocanadas de aire para calmarse.
Nuevamente la puerta volvió a sonar de manera insistente por lo que aclaró su garganta poniéndose de pie para abrirla.
—Anired —llamó la morena, sintiendo aún la tensión entre ellas sin saber qué más decir—... ¿Es cierto? —cuestiono con notable angustia—... ¿el correo que mandaste? ¿vas a renunciar? —las palabras salían de sus labios sin dejar que la más pálida pudiera hablar—... ¿vas a dejar tu carrera? ¿Es por lo sucedido? Si es eso...yo...yo puedo renunciar...no es justo que tú lo hagas...te has esforzado tanto...incluso, te buscaré otra asistente para que me reemplace y tú continúes.
Anired encontró graciosa la forma en la que Mary Jennel hablaba, demostrando que realmente estaba asustada y preocupada por lo que sucedería en su futuro.
—Mary —llamó la azabache—...cállate y entra, no te olvides de cerrar la puerta.
La asistente, aun con el corazón acelerado hizo caso de las palabras de la Black-Weasley para adentrarse cerrando la puerta tras ella.
Anired se sentó nuevamente en el sillón de manera recta como siempre lo hacía y miró a Mary la cual tomó asiento en la pequeña silla que estaba frente, sintiéndose intimidada por los ojos grises que no demostraban emoción alguna, pero a pesar de eso se daba cuenta que estuvo llorando al tenerlos irritados y la nariz roja al igual que las mejillas.
—¿Estuviste llorando?
Anired solo se encogió de hombros y suspiró.
—Mary—murmuró sintiendo el nudo en la garganta que últimamente estaba tan presente, sabía que debía de dejar de llorar tanto y alejar las emociones negativas o terminaría afectando s u bebé—...nunca he sido buena en esto...pero...lo siento.
Mary la miró confundida por lo que decía, Anired noto eso.
—¿A qué te refieres?
—Por la actitud que he tomado últimamente contigo —murmuró apenada, dándose cuenta del peso de sus acciones, que tal vez no debió de reaccionar de esa manera, incluso aplicando la ley del hielo tanto a Mary como a Elijah—...fui demasiado infantil, tú no tienes la obligación de contarme cada cosa que te sucede...es solo...que te siento como una amiga demasiado cercana, confío demasiado en ti y pensé que tú confiarías de la misma manera en mi —se mordió el labio inferior de manera nerviosa, un gesto tan característico en ella—...me he comportado como una estúpida, no es para justificarme, pero últimamente han pasado tantas cosas y todo está cambiando tan rápido que no sé cómo enfrentarme a todo, es como si de repente mi vida y todo lo relacionado a los que me rodean hubiera dado un giro de ciento ochenta grados...pero en serio lo siento, no debí de actuar ni reaccionar de esa manera...al contrario, me alegro que seas feliz con Elijah, sé que es una buena persona...
Mary la miró, se notaba que Anired era sincera, era fácil darse cuenta mediante su mirada que siempre reflejaba todo lo que sentía en esos momentos, al igual que el tono de voz y su lenguaje corporal, cada palabra que había dicho la estaba sintiendo en esos momentos.
Anired no se lo esperaba, pero la morena la abrazó como en varias ocasiones lo había hecho.
—Anired, no tengo nada que perdonar —murmuró sintiéndose feliz que Anired aceptara su abrazo y no la alejara—, al contrario perdóname tú a mí...no quería escondértelo, al contrario, desde que todo inicio quería que tu fuera las primera en saberlo, pero no quería meterte en una situación comprometedora, sabia las cláusulas de mi contrato...pero, cuando finalmente había decidido a hacerlo nunca encontré el momento y después... bueno, sucedió lo que ya sabes...pero créeme, que confío ciegamente en ti...en serio, siento no hablar contigo las cosas desde el inicio.
Mary se alejó un poco para verla y Anired, después de varias semanas, finalmente le dio una de esas sonrisas conciliadoras que tanto caracterizaban a la menor.
—¿Estamos bien? ¿Seguimos siendo amigas?
Cuestiono Anired.
—Claro que estamos bien, y sí, seguimos siendo amigas.
Anired la volvió abrazar encontrando consuelo y apoyo en los brazos de su amiga, porque para ella, Mary Jennel más que su asistente era su amiga más cercana.
Hablaron por unos minutos más de cosas banales, para que finalmente tocaran el tema que las había llevado a esa conversación.
—¿Realmente piensas renunciar?
Anired negó y suspiro viendo el techo recargándose del sillón en una pose relajada.
—Lo pensé, pero finalmente decidí no hacerlo—hizo una pausa—, Mary —llamó la azabache—...casi todo el escándalo, hilos de X y demás publicaciones son medianamente ciertas —hablo fijando la mirada en el techo para no llorar—... hace unas semanas, Maxence y yo íbamos a tener una cita a la que él no llegó, y si me dejo plantada, pero solo fueron cuarenta y cinco minutos lo que estuve esperándolo, no dos horas como salieron a decir en X—dijo como si con eso pudiera disminuir la realidad que tanto le dolía—, nunca llego, mando por mí y fui a su trabajo con la estúpida idea de que tal vez no podría salir de la oficina, pero podríamos cenar ahí, tener unos minutos aunque fuera, yo tenía cosas importantes que hablar con él...pero, cuando llegue estaba con Olympe atendiendo cosas del trabajo—puso los ojos en blanco al mencionar el nombre—...creí que tal vez me daría unos minutos o que tan siquiera cenaríamos o me diría que lo esperara, no sé...creo que si me hubiera dado un minuto de atención las cosas habrían sido diferentes...discutimos y finalmente me di cuenta que su única prioridad es el trabajo —dejó de ver el techo para ver a Mary que negaba ante las acciones de Maxence—...comprendo que su trabajo es pesado, que las cosas son difíciles por eso trate de nunca exigirle tiempo, de ser comprensiva en todo...pero, ya no podía más...cada día que pasaba, cada momento era peor...era como si no tuviera un novio, como si Maxence ya no se interesara en mi... compensaba su ausencia con regalos como rosas del diario, ropa de diseñadores, joyería carísima, libros, incluso libros de magia antigua que conseguía gracias al trabajo, también de venenos y antídotos...creo que todo lo que yo quisiera y él supiera lo tendría en el mismo día que lo mencionara, incluso cosas que nunca menciones él las compraba y me la daba...y claro que agradezco cada detalle, pero créeme, hubiera cambiado todo eso por estar con Maxence aunque fueran cinco minutos —sintió el nudo nuevamente en la garganta por lo que respiro profundamente para evitar volver a llorar—, él dice que se está esforzando por darme la vida a la que estoy acostumbrada, a los lujos y demás cosas. Pero, Mary, realmente son cosas que yo necesito...lo único que necesitaba era a él...y sé que quizá estoy siendo infantil o estúpida, pero realmente ahora ya no quiero ni verlo, porque siento que de momento las cosas van a estar bien, pero en cuanto más lo necesite me va a dejar por su trabajo, porque su trabajo siempre va a estar antes que cualquier otra cosa...yo ya no hago ni sombra en sus planes, lo único que le importa es el trabajo y el dinero.
Mary Jennel le sobo el brazo en un gesto de comprensión.
—Ese rubio mal teñido es un idiota —menciono con molestia al escuchar toda la historia, conocía cada detalle de esa relación y se daba cuenta que de una u otra forma la que siempre acaba sufriendo por las decisiones de D'Acanto era Maxence—,lo que él necesita es madurar y darse cuenta que con sus acciones te termina dañando, no es justo que siempre termines herida por lo que él hace...se comporta y actúa como un completo estúpido, Anired, tú no tienes porque estar soportando eso y no sientas que eres infantil por decidir alejarte de él, lo más importante es que tú encuentres tu paz y tranquilidad y no una relación que siempre te hace dudar...
Anired se sintió más tranquila al escuchar esas palabras, sentía un peso menos sobre sus hombros.
—Sé que tienes razón, pero eso no hace que deje de amarlo de la manera en que lo hago y no te imaginas cuanto me duele esto...pensé que las cosas serían distintas, incluso llegué a creer que Maxence...que Max sería completamente parte de mi futuro—hipeo—, sé que no debo de idealizar a las personas...pero, te juro que creía que incluso nos casaríamos, ya sabes, que finalmente Maxence era la persona con la que formaría mi vida, varias veces hablamos de casarnos, incluso de tener hijos...
—Pero, tal vez lo mejor para ti sea que se tomen un tiempo...quizá Maxence madure, cambie su forma de ver la vida y se dé cuenta de que la situación se le está saliendo de las manos.
Quería creer eso, pero ahora la diferencia era que ya no era solo ella, sino que su bebé también quedaría en el medio, y no quería que pasara por lo de un padre ausente o que su bebé se estuviera preguntando porque Maxence prefería el trabajo antes de estar con ellas.
Anired negó con una sonrisa triste.
—No...no sé si quiero esperar más tiempo—comentó viendo a la nada—, porque finalmente el tiempo no cura, ni cambia las cosas—recordó las palabras que una vez le dijo su padre, cuando Maxence le dijo cosas horribles en su cumpleaños diecisiete—, somos nosotros mismos quien hacemos algo para cambiar durante el transcurso del tiempo, así que no creo que su forma de ver la vida vaya a cambiar.
Mary iba a decir algo más, pero Anired negó.
—Ya no quiero hablar más de eso, lo mejor es hacer como si nada hubiera pasado—se encogió de hombros—, a lo que quiero llegar es que Maxence ya no forma parte de mi vida, si llega a mandar cualquier cosa, trata de contactarme o me viene a buscar te pido de favor que todo obsequio sea devuelto, las llamadas que hagan sean rechazadas y cada que me busque digan que no estoy o que me encuentro ocupada, no quiero tener ningún contacto con él—a pesar de decirlo, sabía muy bien que si se enteraba del embarazo iba a querer buscarla ya fuera para decirle que no se haría cargo o que por el trabajo no estaba listo para ser padre—, y también estoy segura que a partir de ahora estaré metida en más escándalos, Zed y Dorothea se encargaran de eso—Mary sentía escuchando sus palabras—, mis jornadas laborales a partir de ahora serán más cortas, solo estaré trabajando como máximo seis horas al día—Mary rápidamente saco su agenda para comenzar a anotar lo que decía Anired—, toda sesión o grabación será en el día y deberá de terminar antes de las ocho de la noche por lo mismo tiene que haber una sala de descanso y también mis sesiones no pueden ser por mucho tiempo de pie, evitare el uso de tacones y cualquier zapato incomodo o peligro—todo lo que pedía lo hacía pensando en el bienestar de su bebé, antes d estar embarazada sus jornadas eran extensas, calzado incómodo y demás cosas que ahora no iba a permitirse porque lo más importante para ella era que ambos estuvieran bien sin exponerse a ningún peligro—, si tengo que viajar ahora será por medio de avión o transporte terrestre, no usare trasladores ni apariciones, así que por favor, cuando tengamos que viajar checa lo de los viáticos con las marcas o bien con Dorothea... mi alimentación también cambiara un poco así que cuando comamos fuera tendremos que ver eso, por el momento mi mamá y papá me están preparando de comer —desde que supieron que estaba embarazada ellos la ayudaban con la preparación de sus comidas ya que llevaba una dieta especial, podría hacerlo Anired, pero Anirak quería consentirla lo más que podía y ni decir de Fred—, estamos en mayo —comenzó a contar con los dedos tomando en cuenta que tenía casi cinco meses de embarazo—, en agosto tomaré un descanso de aproximadamente cinco meses —Mary la miraba sin comprender—, aún confirmare eso, pero es un cálculo aproximado para que todas las grabaciones sean antes o después, pero una vez que regrese también mis horarios cambiaran.... mmmh...ah, te pasare mis consultas programadas, ahora son cada dos semanas o puede inclusive que sean más seguidas...también cambie medicamentos y no puedo comer ciertas cosas —hizo una mueca pensativa—...también evita que haya bebidas alcohólicas, cigarros o cualquier tipo de drogas en los camerinos o lugares personales en los que este.... y cambiare mi clase de pilates...creo que ahora si...eso es todo.
Mary la miraba demasiado confundida ya que Anired no era de cambiar toda su rutina de la noche a la mañana.
—¿Estás enferma? No estoy entendiendo nada.
La azabache se puso de pie caminando frente a ella, ya que se había cansado de la posición en la que estaba.
—No—Anired sonrió—, no estoy para nada enferma, solo que va a haber muchos cambios en torno a mi vida, tanto personal como profesional, también voy a trabajar con una nueva marca, se llama Hatch Collection, me imagino que pronto contactaran a Zed y a ti también para hablar los detalles de las sesiones e incluso las menciones en redes sociales.
Mary se quedó quieta por unos segundos procesando el nombre de la marca.
—¿Esa marca no es de maternidad y post parto? —alzó las cejas con confusión—... ¿quieres que vea lo de la prótesis de un vientre falso o cómo vas a hacer esa campaña?
Anired negó.
—No es necesario el vientre falso—Anired se detuvo frente a ella alzándose la blusa dejando ver su pequeño vientre—...porque tengo el mío...
Mary parpadeo varias veces sin comprender nada viendo que el vientre plano de Anired estaba un poco abultado, lo suficiente para pasar por una inflamación debido a un malestar estomacal.
—Tengo diecinueve semanas de embarazo.
La agenda cayó de las manos de Mary con un fuerte golpe en el suelo, mientras sus labios se abrían sin poder creer lo que había dicho Anired.
—¿Qué?
Anired sonrió bajando la blusa para acercarse a ella.
—Voy a tener un bebé—canturreo de forma aniñada sin dejar de sonreír, cada que lo decía no podía evitar ser feliz—, mi bebé tiene diecinueve semanas.
Y como si los cables se unieran, algo dentro de la cabeza de Mary Jennel hizo "click" comprendiendo el cambio de rutina de Anired.
—¡Por Merlín, Anired! —chillo la morena para abrazarla con mucho cuidado al saber que estaba embarazada—...felicidades.
La morena conocía muy bien el gran deseo de Anired por ser madre, por lo que claramente estaba más que feliz que lo estuviera y era demasiado lindo ver lo contenta que se veía diciendo que estaba embarazada.
—Gracias...
Estuvieron abrazadas por unos segundos más para que Mary se separara de ella y la viera con las cejas fruncidas.
—No me digas que ese imbécil no quiso al bebé...
Anired comprendía a quien se refería y negó.
—Ese día se lo iba a decir, pero finalmente él no sabe de la existencia de mi bebé—suspiró acariciando su vientre, como buscando que su bebé no escuchara nada—, no sé siquiera si le diré...tal vez después se entere, el embarazo ya comienza a notarse, solo es cuestión de tiempo para que empiece la prensa a hablar de eso, así que antes de que se hagan más grandes los rumores y comiences a sacar conjeturas de quién es el padre de mi bebé, tal vez salga a decir que estoy embarazada después de la campana de Hatch Collection...
—Una campaña dura alrededor de dos meses en planificarse...Anired, tienes casi cinco meses, yo digo que para cuando se vaya a publicar la campaña, el embarazo va a ser muy notable.
Anired soltó un quejido.
—Ya me preocupare más al rato, ahora mejor dejemos de pensar en eso —vio su teléfono que comenzó a sonar—, mis hermanos ya llegaron por mí, ¿quieres que te pasemos dejando?
La morena asintió y fueron por sus cosas para salir de ahí sabiendo que Regulus se desesperaba con facilidad y era capaz de bajar por la azabache.
[...]
—¿Ya volvieron a ser amigas?
Cuestionó el pelirrojo viendo como la morena entraba a su casa.
—Sí, ya arreglamos las cosas—sonrió la menor que estaba sentada en el asiento trasero, viendo al azabache— ¿Para qué te estás grabando? ¿Me estás grabando?
Cuestiono mirando que la cámara frontal de su celular la enfoca a ella.
—Estoy haciendo un blogsito de hermanos —George Sirius lo miró frunciendo el ceño para poner el auto en marcha—, como casi siempre se la pasan trabajando ya no tengo muchas fotos ni videos de ustedes, así no puedo presumir que mi hermana es famosa.
—Tarado —miro como Regulus acomodaba su teléfono en el soporte para celulares que estaba en medio del tablero del vehículo acomodando la cámara para que grabara a los tres—... ¿te quieres volver famoso en internet mediante mi presencia?
—Puede ser —le guiño el ojo—, que tal si George Sirius y yo nos volvemos bloggers o algo así, imagínate seríamos famosos.
—Gracias, pero paso —George Sirius iba con la mirada fija en el volante—... ¿Tienes que ir a algún otro lugar, Geori?
Desde que supieron del regreso de Hannah, ningún miembro de su familia dejó que Anired estuviera sola, temiendo que la rubia realmente fuera tras ella.
En otras ocasiones Anired se habría puesto en contra, diciendo que era lo suficientemente fuerte para defenderse sola, pero en esos momentos se negaba a poner en riesgo a su bebé, recordando que Tanith le había dicho que no usara hechizos tan fuertes ya que la magia la desgastaba demasiado pudiendo poner en riesgo al bebé, cosa que ella no quería permitir.
—Ya terminé de todos mis asuntos del día de hoy, así que si quieren podemos ir a cualquier lugar que ustedes quieran...
—¿Y si vamos a Hell's Bar? —sugirió el pelinegro—, puedo decirle a Seline, Zed, Stefan, Freddos y Alex que nos alcancen si están libres, también a Scorpius, pero luego él tiene guardias en San Mungo así que no se si vaya a querer ir...
—Por mí no hay ningún problema...
Secundo el mellizo mayor incorporándose a una calle con más tráfico.
—Si quieren vamos...solo que—se mordió el labio inferior—...no puedo tomar alcohol...tampoco fumar, ni drogas, y en esas drogas entra la marihuana.
No es que Anired o los mellizos fueran alcohólicos o drogadictos, pero no negaban que a veces tomaban, fumaban e inclusive habían probado una que otra droga ligera.
—¿Eh? —Regulus la miró frunciendo las cejas, siendo tan expresivo como siempre—... ¿Por qué? de hecho has ido mucho a San Mungo... ¿De que estas enferma?
—El tarado tiene razón.... ni papá o mamá no han dicho—George Sirius ponía atención en manejar, pero también en lo que decía su hermana menor—...y ahora dices que no puedes tomar... ¿está todo bien, Geori?
Se escuchaba la preocupación en la voz de ambos al igual que sus miradas lo reflejaban, Anired lo pensó por unos segundos y vio que la cámara de su hermano seguía grabando, por lo que creyó que sería buena idea decirles de una vez para tener guardadas sus reacciones.
—Yo—hizo una pausa sonriendo mirando a ambos—...estoy embarazada.
—¡¿Qué?!
Regulus casi se gira por completo para ver a su hermana a pesar de tener el cinturón puesto, pero tan pronto lo hizo regresó bruscamente al asiento.
El impacto fue repentino, un golpe seco que sacudió al Jeep y llenó el aire de un crujido metálico, George Sirius soltó una maldición al sentir como el cinturón de seguridad lo mantenía en su lugar mientras su nariz se iba de lleno al volante.
Regulus, en el asiento del copiloto, se inclinó bruscamente hacia adelante, golpeándose el hombro contra la puerta.
En el asiento trasero, Anired dejó escapar un grito ahogado, sus manos instintivamente abrazaron su vientre mientras el vehículo se sacudía.
El silencio que siguió fue ensordecedor, roto únicamente por el leve zumbido del motor que todavía estaba encendido.
—¡¿Están bien?!
La voz de George Sirius era tensa, cargada de preocupación mientras se llevaba la mano a la nariz, sintiendo el dolor punzante y la tibieza de la sangre que comenzaba a correr.
—¡Anired! —exclamó Regulus, girando rápidamente hacia el asiento trasero— ¡¿Estás bien?!
Clavó la mirada en su hermana, que permanecía inmóvil, con los ojos muy abiertos y respirando agitadamente.
El corazón del azabache mayor se agitó al no tener una respuesta de Anired.
—¡Georanne, responde!
Exigió George Sirius tratando de desabrochar su cinturón, pues el pánico comenzaba a apoderarse de él al no escuchar la voz de su hermana.
Anired parpadeo varias veces, procesando lentamente lo que acaba de suceder, agradeciendo a Merlín de no tener ningún golpe.
—Yo...estoy-y bi-ien.
Respondió con voz trémula tomando grandes bocanadas de aire para calmarse.
Regulus logró quitarse el cinturón y abrió la puerta de un tirón, corriendo al asiento trasero, con manos temblorosas y sudorosas logró abrir la puerta de su lado, al ver a su hermana se inclinó hacia ella, buscando cualquier signo de herida.
—¡¿Segura que estas bien?!—la voz de Regulus se escuchaba desesperada por tener la respuesta, asustado porque estuviera herida— ¡¿No te golpeaste?!
George Sirius, que también salió del auto caminó hacia ellos, limpiándose la nariz con la manga de la camisa.
—N, no me golpeé, de verdad...estoy bien.
Respondió sintiendo las manos de Regulus sobre sus hombros quien seguía examinándola en busca de cualquier pequeña herida, pues le preocupaba el rostro de la menor que estaba más pálido de lo normal, sumado a que no quitaba las manos de su vientre.
—¿Segura?
Cuestionó George Sirius con los ojos clavados en ambos azabaches, mientras buscaba alguna señal de que estuvieran heridos.
—Sí, sí .... sólo me asuste.
Anired suspiro al ver como Regulus John parecía completamente aliviado.
—Por Merlín...pensé que...pensé que te habías golpeado...
Murmuró el azabache alejándose de ella, para que pudiera ver a George Sirius.
Anired finalmente soltó su vientre tratando de calmarse.
—Enserio que estoy bien...pero ustedes—su mirada término sobre el mayor de los mellizos—¡¿Y tú, George?! ¡Tu nariz está sangrando!
La voz temblorosa de Anired había desaparecido, adquiriendo un tono más firme.
El pelirrojo se encogió de hombros y negó.
—No es nada. Pero...espera—de repente la confusión y alarma adornaron su rostro, recordando las palabras que había dicho anteriormente Anired—... ¡Espera un segundo! ¡¿Qué fue lo que dijiste antes del choque?!
Regulus recordó al mismo tiempo, rápidamente la preocupación desapareció de su cara para que el asombro lo llenara, alzando las cejas y con la mandíbula ligeramente abierta, dándole un aire infantil
—¡¿Dijiste que estás embarazada?!
Anired soltó una risa nerviosa, para jugar con sus dedos, tratando de liberar la tensión acumulada.
—Sí...eso dije—se mordió el labio inferior—...estoy...estoy embarazada.
George Sirius miró a su hermana, como si le acabara de crecer una segunda cabeza.
—¡¿Es una broma?!
Regulus dejó escapar una carcajada incrédula ante la noticia.
—¡¿Tíos?! ¡¿Nosotros?
—Sí, van a ser tíos...
Respondió con una pequeña sonrisa, dándose cuenta que no tenían ninguna expresión de enojo, saltó un poco cuando Regulus dejó escapar un pequeño grito de incredulidad mientras sonreía, una mezcla de euforia y sorpresa se podía ver en su rostro.
—¡Esto es una locura, voy a tener otro sobrino!
George Sirius a pesar del dolor en la nariz se rio entre dientes, aun limpiando la nariz que sangraba ya menos.
—Esto...esto definitivamente supera el susto del choque.
Los tres comenzaron a relajarse, aunque aún seguía la adrenalina corriendo por sus venas, pero mientras miraban el jeep abollado y escuchaban las voces de los ocupantes del otro coche acercándose, no pudieron evitar compartir una sonrisa cómplice.
A pesar del susto, la noticias que acaban de recibir los mellizos era mucho más grande que cualquier accidente.
George Sirius ayudó a Anired a bajar del jeep con cuidado, aun preocupado a pesar de que la azabache le repetía que se encontraba bien.
Regulus se adelantó hacia el frente del vehículo para ver los daños: la parte trasera del otro vehículo, un Mazda gris, estaba abollada, pero no parecía demasiado grave.
Sin embargo, las voces que se escuchaban no eran de enojo, sino de emoción.
—¡Es Anired!
Gritó una voz joven desde el otro lado del auto, Regulus miró la cabellera castaña que se acercaba corriendo alrededor del Mazda, casi tropezando en su prisa por acercarse.
—¡Papá, es ella, es Anired! ¡Te lo dije, te lo dije!
Chilló emocionada, tirando de la chaqueta de un hombre alto, moreno y con expresión de clara confusión, quien apenas asimilaba lo que estaba sucediendo.
Anired parpadeo, aún seguía algo distraída por el reciente accidente, mientras George Sirius y Regulus John se tensaban instintivamente, poniéndose entre la chica y su hermana.
—¿Estás bien, jovencita?
Preguntó el hombre, mirando a Anired y luego a su hija, que parecía estar al borde de un colapso por la emoción.
—Sí, estoy bien...
Respondió Anired, intentó esbozar una sonrisa tranquila, mientras colocaba las manos en los brazos de sus hermanos para calmarlos.
Podía darse cuenta de que la chica no podía contener su entusiasmo.
—¡No puedo creerlo! ¡Eres tú! ¡Eres Anired Georanne! ¡Te sigo en todas tus redes sociales! —dijo casi sin respirar e incluso temblaba por la emoción—... ¡No me pierdo ninguno de tus desfiles ni campañas! ¡Eres mi inspiración!
—¿De verdad?
Anired rio suavemente para abrirse paso entre sus hermanos, sintiéndose halagada por las palabras de la chica, más al notar la sinceridad con la que lo decía.
—¡Si, absolutamente! Eres increíble —sentenció sin dejar de sonreír al verla más cerca—...cuando desfilaste en París el mes pasado, llore viendo la trasmisión... ¡Y tú última sesión de fotos fue espectacular!
Las palabras salían atropelladas, llenas de emoción y no permitiendo que su padre hablara.
Regulus miró a su hermana con una mezcla de diversión y un poco de resignación al ver que la chica no parecía callarse.
—Bueno, Anired, al menos no te reconoció como la chica que chocó, si no como la súper modelo.
Dijo con una sonrisa torcida y burlona, lo que le hizo ganar un suave codazo de su hermana.
El hombre alto, que parecía ser el padre de la chica, finalmente tomó el control de la situación dándose cuenta que comenzaban a causar tráfico.
—Perdón por mi hija. Se emociona mucho .... aunque debo de admitir que yo también te reconozco. Mi esposa es una gran fan tuya— se ajustó los lentes con cierta incomodidad debido al estoico rostro de George Sirius, luego miró a los autos—. Por suerte, parece que los daños no son demasiado graves.
—Sí, creo que es solo una abolladura—George Sirius intervino, rascándose la nuca mientras miraba de reojo el coche del hombre—. Podremos intercambiar información y arreglar esto, si gusta le daré mi licencia y puede devolverla una vez que los daños queden cubiertos.
—No te preocupes, no parece nada grave...
Respondió el hombre, algo incómodo con la situación y la actitud de su hija que seguía acaparando a Anired con preguntas.
Finalmente, la chica sacó su teléfono, sus ojos brillaron más viendo a la azabache.
—¡¿Puedo tomarme una foto contigo, por favor y tener tu autógrafo?! ¡Mi sueño siempre ha sido conocerte!
Anired dudo un momento, recordando toda la situación e incluso que había dicho lo del embarazo, pensando en que tal vez ella habría escuchado. Pero luego miro a la chica, tan emocionada, y simplemente no pudo decir que no.
—Claro...pero... ¿puedo pedirte que no publiquen nada respecto al accidente?
Respondió con una sonrisa, señalando el teléfono con delicadeza.
—¡Por supuesto, no diré nada del accidente! —llamó a su padre para darle el celular pidiendo que tomara la foto— ¡Es el mejor día de mi vida! ¡Gracias, gracias, gracias!
George Sirius suspiró y cruzó los brazos viendo la situación sin perder de vista a su hermana.
—Esto debería de ser un anuncio de Jeep: "Choca uno de nuestros autos y conocerás a tu ídolo".
Regulus soltó una pequeña risa por su comentario.
—O para recordarle a alguien que los frenos existen...
Agrego Regulus, lanzándole una mirada a su mellizo, quien fingió no escucharlo.
Después de las fotos y autógrafos, el hombre se acercó al pelirrojo para entregarle su tarjeta con datos personales.
—Podemos hablar más tarde sobre los detalles del arreglo. Por ahora, lo más importante es que todos estén bien.
El hombre no aceptó la licencia de George Sirius, aunque para el pelirrojo era evidente del porqué, si ellos no cubrían los gastos del golpe era evidente que podrían armar un escándalo debido a que Anired estaba involucrada.
Anired le dio las gracias, aun con esa sonrisa llena de serenidad que había perfeccionado para entrar frente a las cámaras.
Finalmente, cuando el hombre y su hija se alejaron, ella dejó escapar un largo suspiro y se apoyó contra el jeep, George Sirius tuvo que sostenerla por unos segundos ya que sintió perder las fuerzas en las piernas debido a todo el cansancio emocional que le provocó este accidente.
—Eso fue...más intenso de lo que esperaba.
—¿Cuál parte fue la más intensa? ¿El choque o anunciar que estás embarazada?
Preguntó Regulus mientras levantaba una ceja observándola con atención.
Anired tragó saliva temiendo que comenzara a preguntar sobre Maxence y el embarazo, y conociéndolos eran capaz de ir a buscarlo en esos momentos.
Sin embargo, la modelo no pudo evitar reír suavemente.
—Ambas cosas....
George Sirius soltó un largo suspiro mientras observaba la tarjeta del hombre en su mano.
—¿Alguien sabe cómo funciona esto?
Anired nuevamente entró al asiento trasero y George Sirius al del piloto agradeciendo que su nariz ya hubiera dejado de sangrar.
Regulus resoplo entrando al asiento de copiloto.
—Es una tarjeta, tarado—respondió con obviedad—. Tiene su información para que lo llames.
—Sí, sí...pero —George giraba la tarjeta entre sus dedos como si fuera un objeto mágico desconocido—... ¿Le digo: "hola, somos magos y no sabemos cómo lidiar con accidentes muggles, quiere que lo arregle con magia"?
Regulus lo miro como si fuera un idiota, pero cayó en cuenta que él tampoco sabía cómo funcionaban esas cosas ya que nunca habían tenido un accidente muggle, ¿qué se suponía que hicieran?, conocía que había esos sujetos llamados mecánicos automotrices que se encargaban de los automóviles dañados, pero no comprendía bien como pagarían los daños, evidentemente con dinero, pero si era necesario ir a la policía o que se hacía.
Anired soltó una risita desde el asiento trasero, encontrándose igual de desconcertada que sus hermanos.
—Llamen a mamá y papá, ellos saben manejar estas cosas —hizo una pausa pensándolo por varios segundos—... bueno, más o menos.
Regulus la miró incrédulo.
—¿Quieres que llamemos a Fred y Anirak Black-Weasley? ¿Sabes cómo van a reaccionar cuando sepas que estuvimos en un accidente porque nos dijiste que estás embarazada?
Anired hizo un puchero.
—¡Ya saben lo del bebé! —contraataco Anired cruzando los brazos remedando a Regulus—... ¿Qué es un pequeño choque comparado con eso?
—Bueno, para ellos probablemente sea el fin del mundo—George suspiró sacando su varita, haciéndola girar entre sus dedos—. Pero tienes razón. Es mejor que nos ayuden antes de que hagamos algo que empeore esto y Geori termine en otro escándalo.
Regulus sacó su teléfono y buscó el contacto de su padre.
—Bien, pero tú les dices que estás bien—miro a Anired que solo asintió—, si no lo escuchan de ti van a aparecer aquí con un escuadrón de aurores.
Cuando Fred contesto en el alta voz, la voz despreocupada que tanto lo caracterizaba pronto se convirtió en un tono cargado de alarma al escuchar las palabras: "choque" "jeep" y "golpe"
—¡¿Qué?! ¡¿Están todos bien?! ¡¿Anired, estás bien?!
—Papi—llamo Anired con voz dulce para no alarmarlo—...todos estamos bien, bebé y yo no recibimos ningún golpe...
Se escuchó un suspiro por parte de Fred, George Sirius trató de calmarlo, pero la intensidad de su padre lo interrumpió.
—¡¿Por qué no me llamaron antes?! ¡Voy para allá ahora mismo!
—Papá, no es tan grave...
Trato de decir Regulus, pues fue quien dio la noticia sin ningún rodeo ni preámbulo preocupando más a Fred, pero fue inútil. Fred ya había colgado.
—Bien hecho, genio —George Sirius lo miró de reojo mientras arreglaba su nariz con un hechizo—...ahora vendrán como si el mundo estuviera acabado.
En menos de cinco minutos, un destello familiar a la distancia anunció la llegada de Fred y Anirak en una esquina cercana, los tres hermanos agradecieron que ya comenzara a anochecer por lo que esa calle ya comenzaba a ser poco transitada.
Ambos corrieron hacia el jeep con expresiones de preocupación grabadas en el rostro.
George Sirius y Regulus John bajaron del auto, diciendo a Anired que permaneciera dentro con la calefacción encendida ya que la temperatura comenzaba a bajar.
—Anired—llamo Anirak abriendo la puerta trasera. Su mirada recorrió a su hija con urgencia, asegurándose que estaba completamente ilesa— ¿Estás bien, cariño? ¿Te golpeaste? ¿El bebé está bien?
—Mamá, estoy bien. No me golpeé, lo juro.
Anired le sonrió, intentando calmarla mientras la tomaba de las manos.
Estaba segura de que estaba bien, ya que había sentido a su bebé moverse nuevamente.
Fred, por su parte, inspeccionaba el jeep en compañía de los mellizos, lo miraban como si estuvieran evaluando a un elfo herido.
—¿Este cacharro los protegió? ¿Seguro que no necesitamos llevarlos a San Mungo?
—Papá, es un jeep moderno. Está diseñado para protegernos de los accidentes.
Regulus lo miró con los brazos cruzados y recargado del jeep.
Fred bufo, aunque el alivio de saber que sus hijos estaban bien era evidente.
—Aun así, esto es ridículo—miro a los menores—... ¿Qué clase de locura es manejar por calles muggles sin saber lidiar con sus trámites? ¡Cientos de veces les expliqué lo que debían de hacer!
—Por eso los llamamos—George Sirius lanzó la tarjeta hacia su padre, quien la atrapó en el vuelo—. Tú eres el adulto aquí, ¿no?
—¿Yo? —Fred levantó la ceja, señalando a sí mismo—¡Esa es la excusa más mala que he oído para no lidiar con tus propios problemas, George Sirius!
Anirak que aún estaba en el asiento de atrás abrazando a Anired, le lanzó una mala mirada a Fred por medio del cristal
—¡Fred, no es momento para sermones! ¡Nuestra hija está embarazada y acaba de pasar un susto horrible!
Fred suspiro rascándose la nuca y mirando a su hija para sacar el celular.
—Está bien, está bien. Lo resolveré, pero solo porque los cuatro están ilesos —le lanzó una sonrisa a Anired para mirar a los mellizos—, aunque esto lo van a pagar ustedes.
George Sirius y Regulus John ni siquiera pudieron quejarse pues el mayor se alejó para hablar por teléfono con el hombre del otro coche.
Los mellizos decidieron ir con su hermana y madre.
—¿Seguros que están bien los cuatro?
Preguntó acariciando el vientre de Anired.
—Sí, mamá...solo fue el susto.
Anired le sonrió sintiendo una calidez reconfortante al estar rodeada de su familia.
—Todo bien, ya curé mi nariz.
George Sirius sonrió para entrar al lado del piloto y Regulus entró al asiento trasero con las azabaches.
—Yo solo me golpee el hombro con la puerta, pero todo tranqui.
Respondió recargando la cabeza del asiento, George asintió.
—Gracias por venir tan rápido.
Anired se acurruco en los brazos de su madre que la abrazaba, a los pocos segundos la puerta de copiloto se abrió dejando que Fred entrara mientras guardaba el celular.
—Listo. Todo resuelto—sonrió a su hijo mayor que lo miraba con curiosidad—. Nos enviará la factura y nosotros la enviaremos al seguro que contratamos para el jeep.
—¿Seguro? ¿Qué seguro?
Indago Regulus con la canjea alzada, George Sirius tenía la misma mueca de confusión.
—El que contrate yo cuando compre este coche—negó mirando con fingida decepción a sus dos hijos—...parece que tengo que pensar en todo.
—Sí, claro, papá—George Sirius rodó los ojos, manteniendo una sonrisa—. Gracias por salvarnos la vida, estamos agradecidos.
Regulus John soltó una suave risa y el pelirrojo menor puso el automóvil en marcha, esta vez teniendo más cuidado para emprender camino a su hogar.
[...]
—¿Segura que estas bien?
Cuestiono Mónica dándole una taza de té a la menor de los hermanos, mientras Gigi se aferraba al abdomen de Anired, abrazándola cariñosamente.
—Sí, estoy bien—sonrió tratando de convencerla para que no se preocupara más—, yo no me golpee para nada, quede ilesa y bebé también.
Le sonrió, Mónica que ya sabía del embarazo gracias a Louis, la castaña dejó una pequeña caricia en el cabello de Anired para sentarse junto a ella.
—¿Cómo entró el bebé en tu pancita, tía?
Cuestiono Gigi, que ya era un niño parlanchín de cuatro años y justo se encontraba en la edad de preguntar y querer saber todo.
Anired dejó escapar una suave risa al escuchar la pregunta inocente de Gigi, quien la miraba con los ojos llenos de curiosidad. Acarició el cabello de su sobrino buscando las palabras adecuadas.
—Bueno, corazón... es una magia especial que pasa entre los papás cuando se quieren mucho....
Respondió buscando darle una respuesta simple y mágica que satisficiera su curiosidad sin entrar en detalles.
—¿Max y tú se quieren mucho?
Indago Gigi, ajeno a toda la situación que pasaba entre Maxence y Anired, la azabache se quedó congelada por unos segundos ante la inocente pregunta de Gigi. Su mirada se desvió hacia su taza de té, buscando una respuesta en el caliente líquido.
Un suspiro salió de sus labios para volver a acariciar el cabello del pequeño rubio.
—Bueno, Gigi, las cosas entre Max y yo son un poco complicadas...
Dijo con suavidad, tratando de no perder la calma ante su pequeño sobrino, quien aún mantenía los ojos llenos de curiosidad.
—¿Qué es complicado, tía?
Pregunto, ladeando la cabeza tratando de entender el complicado mundo de los adultos.
—Los adultos a veces tienen problemas que los niños no pueden entender del todo, Gigi.
Intervino Mónica, intentando desviar la conversación, pero Gigi frunció el ceño claramente insatisfecho por esa respuesta que no calmaba su curiosidad, ya que él quería mucho a Maxence y su tía favorita era Anired, por lo que no le gustaba escuchar que lo de ellos era "complicado", a pesar de no comprender a qué se refería.
—¿Entonces ya no se quieren? —hizo un puchero, conforme avanzaba el tiempo las palabras de Gigi eran más claras, esto debido a que convivía con muchos niños de su edad y con adultos al ir a la escuela—...pero yo creo que si —miro nuevamente a su tía—...Max simple te mira como fuera su princesa...como en los cuentos que me leen y en las películas que vemos...
Anired abrió la boca tratando de decir algo, pero las palabras no salieron de su boca aun con las mejillas rojas.
—¡Gigi!
Exclamó Mon para que no continuara con lo que decía, sabiendo que, aunque lo disimulaba a Anired aún le dolía escuchar o mencionar a alemán.
—¿Qué? Es verdad —dijo él viendo a su madre para encogerse de hombros—. Además, Max me dijo la otra vez que él se iba a casar con Anired porque la ama mucho.
Mónica miró a Anired que mantuvo la mirada fija en su taza de té, escuchando esas palabras, que, aunque lo evitaba hacía latir su corazón para después dejar que la tristeza y la nostalgia la invadieran.
Aunque Gigi era un niño pequeño, lograba captar cosas que los adultos preferían ignorar o evitar.
—Gigi... ¿qué tal si después de comer galletas jugamos a algo?
Cuestiono intentando desviar la atención del menor.
—¿Ya podré jugar con el bebé?
Anired soltó una suave risa para explicarle que aún tardarían más meses, deseando que el tema de Maxence no volviera a salir a flote, ya que hablar de él era lo que menos quería.
[...]
El golpe en la puerta al igual que el timbre sonar se volvieron más insistentes resonando por toda la casa, cada vez más fuerte y molesto, por lo que apuro el paso, trotando con cuidado ya que al estar en calcetas y con Gigi detrás de ella era más fácil resbalar.
Antes de abrir se inclinó por el ojo de la cerradura que daba una pequeña vista a quien estuviera enfrente, esperando que no fuera Maxence, ya que no quería enfrentarlo aún. Soltó un suspiro de alivio al ver que no se trataba de él, sin embargo, al ver a una mujer desconocida con una expresión que oscilaba entre la molestia y la rabia, frunció el ceño. No era nadie de la familia ni alguien que ella reconociera.
—Tía .... tía—llamaba el pequeño rubio en susurros parado junto a ella—. ¿Quién es?
—No sé, Gigi—respondió ella con suavidad, colocando una mano en la cabeza para tranquilizarlo—, no la conozco.
Finalmente abrió la puerta, la mujer del otro lado tenía el cabello castaño recogido en un moño apretado y una mirada severa que irradiaba desprecio-
—Buenas noches—saludo, manteniendo la voz firme y cortés— ¿En qué puedo ayudarla?
La mujer solo le dirigió una fría mirada dando un paso hacia adelante, se podía sentir que era una persona tensa y hostil.
—¡¿En dónde está Anirak?!
Espeto con un tono afilado y tratando de entrar, pero la azabache no lo permitió.
—¿Para qué busca a mi madre?
Cuestionó la azabache cruzando los brazos de pie frente al umbral, impidiendo que la mujer extraña avanzara.
Gigi que solo miraba la escena y asustado por la mujer que parecía molesta pronto comenzó a gritar por su padre.
—¡Papá! —gritó con toda la fuerza que era capaz de emplear su pequeña voz—. ¡Papá, ven rápido!
—¡Quítate mocosa!
Gruñó la mujer, dándole un empujón con brusquedad. Anired tambaleo un poco, pero Louis que se acercó al pasillo debido a los gritos de su hijo, logró reaccionar a tiempo sosteniendo a su hermana con fuerza antes de que cayera al suelo.
—¡¿Quién diablos eres para venir aquí de esa manera?!
Espeto Louis, soltando a Anired con cuidado y poniendo frente a ella, como un escudo entre la menor y la mujer, su mirada azul llena de furia se encontraba contra la bruja mayor.
—Soy Astrid Rosier—declaró, enfatizando su apellido como si fuera un título de la nobleza—...y tengo un asunto que atender con Anirak y su familia de traidores.
Escupió la mayor con repudio y dándole una mirada de desprecio al rubio.
Louis reconoció el apellido al instante. La familia Rosier había sido parte de los llamados "Veintiocho Sangrados", aquellos linajes de sangre pura que se habían mantenido sin mezclarse durante generaciones. Sin embargo, tras la caída del Señor Tenebroso, su familia había perdido relevancia y la sangre pura, dejando solo a los Black Weasley y a los Malfoy como últimos vestigios de esa casta.
—¡No se atreva a hablar así en nuestra casa!
Replicó Louis con voz amenazante, pues de las cosas que más le podría molestar es que insultaran a su familia.
Astrid lo ignoró por completo, posando los ojos castaños sobre Anired.
—Tu madre tiene que responder por lo que su hijo hizo—dijo alzando la voz que pronto parecía gritar— ¡Dejó embarazada a mi hija!
Sentenció, el impacto de sus palabras dejó la sala en un silencio mortal. Louis cruzó los brazos y levantó la ceja, con una expresión de escepticismo absoluto-
—Eso no tiene sentido— replicó Anired, tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza—. Si eso fuera cierto, ¿por qué vienes tú y no tu hija a hablar con mi hermano directamente?
No era la primera vez que algo así sucedía. La posición y riqueza de los Black-Weasley habían atraído a mujeres que afirmaban estar embarazadas de alguno de los hijos varones, generalmente de Regulus John, el más mujeriego de los tres. En cada ocasión, las pruebas habían desmentido las acusaciones, revelando que las verdaderas intenciones eran conseguir un matrimonio conveniente, y con ellos, acceso a la fortuna familiar.
Astrid soltó un bufido con desdén.
—Porque mi hija es demasiado ingenua para enfrentarse a ustedes—miraba a los dos hermanos—. Pero no importa. ¡Tu hermano va a asumir la responsabilidad, lo quiera o no!
El ruido de unos pasos interrumpió la tensión, cuando los patriarcas de la familia se hicieron presentes. Anirak frunció el ceño al reconocer a la mujer que estaba frente a sus hijos, se acercó para apartarlo quedando ella frente a Rosier.
—Astrid Rosier—dijo con un tono gélido mientras cruzaba los brazos—. ¿Qué haces aquí?
Viendo a ambas azabache, el parecido era más grande, más cuando mantenían la mirada gélida y el rostro estoico.
Astrid miró a Anirak con una mezcla de odio y satisfacción.
—Vine a exigir justicia—sentenció—. Tu hijo embarazó a mi hija, y ahora tienen que responder.
Fred escuchando lo que decía avanzó con tranquilidad, aunque su mirada contenía una firmeza intimidante.
—Rosier, con todo respeto—dijo con cansancio, demostrando que no era la primera vez que estaban en esa situación—, esta no es la primera vez que alguien intenta incriminar a uno de mis hijos con historias como esta. Y hasta ahora, cada una ha resultado ser falsa. Aparte, ¿cómo estamos seguros que no es otro de tus intentos por molestar a Anirak? —alzo la ceja—, creo que ya es suficiente con esa rivalidad que han traído desde adolescentes,
—¡No son mentiras esta vez!
Vociferó Astrid, avanzando hacia ellos como si quisiera imponerse por la fuerza.
—Curioso, ¿tienes pruebas de que lo que dices es cierto? ¿En dónde está tu hija? — intervino Anirak con una sonrisa valencia—. Cada vez que alguien acusa a uno de mis hijos de algo parecido, resulta ser mentira... ¿De verdad crees que voy a creer una sola palabra de lo que dices?
—¡Tu arrogancia no tiene límites! —chillo Astrid, fuera de sí—. Esto es diferente. ¡Andrea está esperando un hijo de uno de los tuyos, y lo acepten o no, tendrán que hacerse cargo!
Anirak alzó ambas cejas.
—¿Y quién se supone que es el responsable, según tú?
—¡Uno de los mellizos, solo parece jugar con las mujeres!
Fred cruzó los brazos, en una mueca de desconfianza.
—Los mellizos no son precisamente modelos de buen comportamiento—, pero si tu hija está tan segura de esto, debería de venir a hablar con él directamente. Y mientras tanto, te sugiero que controles tus acusaciones, porque no toleraremos que entres a mi casa insultando a mi familia.
—¡Esto no quedará así!
Vociferó Astrid, fulminando con la mirada antes de girarse bruscamente para alejarse unos metros y hacer una aparición.
La familia observó cómo se marchaba, dejando tras de sí una atmósfera cargada de tensión.
—¿Por qué siempre son problemas contigo, Rosier?
Susurró Anirak para sí, mientras Fred ponía una mano en su hombro para tranquilizarla y finalmente cerrar la puerta.
—Al menos esta vez fue más entretenido —resoplo Louis cargando a Gigi y viendo a su hermana—. ¿Estás bien, Nir?
Anired asintió, aunque su mente estaba repasando lo sucedido.
¿Andrea Rosier estaba embarazada de uno de sus hermanos?
Antes de que pudiera decir algo escucho la voz de su padre.
—¡Regulus John, baja ahora mismo!
Todos caminaron al salón principal, escuchando los pasos bajando las escaleras rápidamente, pronto las caras de ambos mellizos se hicieron presentes pues ninguno estaba preparado para lo que se venía.
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¡Hola!
¡Feliz año, espero hayan pasado muy buenas fiestas y que todos sus deseos se cumplan las tqm! Y Gracias por seguir otro año más leyendo mis historias.
¿De qué estará enfermo Maxence?
¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
¿Qué pasara con Amalie y George Sirius?
¿Zed y Alex vivirán felices?
¿Qué pasara entre Regulus John e Itziar? ¿Lograrán trabajar juntos?
¿Itziar podrá salvar a Azus? ¿James pagara lo que hizo?
¿Cómo le ira a Anired en la nueva campaña?
¿Cómo creen que se entere Max? ¿Anired le dirá?
Mary Jennel y Anired vuelven a ser amigas, ¿ya extrañaban su amistad?
¿Qué pasara con el embarazo de Rosier? ¿Creen que las cosas salgan bien con los Black-Weasley?
Si tienen noticias de lo que pasara, me gustaría leerlas♥
Nos leemos en la próxima actualización, las tqmm♥
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