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Veinte.

(¡Hola! ¿Cómo están?

Sé que han pasado años desde que no actualizo, pero la verdad es que simplemente todas las ganas y el gusto que tenía por escribir desapareció, sé que no es una excusa, pero poco a poco he ido mejorando y recuperando el gusto por cosas que me apasionaban.

Estos últimos meses han sido de muchos cambios para mí, tantos físicos como mentales, poco a poco voy adaptándome a la vida adulta que aún me cuesta y tratando de balancear todo con mis hobbies y escuela.

No se quienes sigan leyendo esta historia, pero espero que al menos las pocas que lo lean disfruten de esta actualización, ya que realmente deseo terminar esta historia e incluso traerles alguna nueva.

Espero les guste el comentario y gracias por el apoyo a todas las que han seguido esta historia, espero lleguemos al final.

Las tqm✨🫰🏻)


Comprendía cada palabra escrita en el documento frente a él, no era tonto, todo estaba perfectamente claro:

Una prueba de embarazo positiva, hecha en algún centro de salud muggle, eran distintas a las de su mundo, pero finalmente el resultado era el mismo.

Una pequeña exhalación escapó de sus labios, maldiciendo las palabras de Seline:

"Tampoco es como que el amor de tu vida vaya a tocar la puerta o mágicamente te vayan a decir que tiene una familia..."

Maldita bruja... era en lo único que podía pensar, estaba más que seguro que le iría mejor como adivina que como comerciante, que con lo último no daba una.

Negó internamente, dejando de burlarse de ella, luego lo haría en su cara.

—No sé de pruebas muggles—sintió los labios secos al decir esas palabras—...pero, comprendo lo que dice, no soy tonto —se encogió de hombros— ¿Es cien por ciento seguro?

La mujer frente a él no podía interpretar su expresión... ¿estaba enojado?

Conservaba un rostro estoico, y los ojos grises no brillaban, pero tampoco estaban opacos, era una especie de cara de póker por la cual no parecía pasar nada.

Con lentitud, Amalie asintió, se sentía nerviosa, asustada al no saber lo que diría George Sirius, varios escenarios se formaban en su mente y cada uno era peor que el anterior.

—Sí...es una prueba de sangre —su voz era apenas un hilo, temblorosa reflejando la ansiedad que sentía en esos momentos—...es la más segura en el mundo muggle...y también me hice una prueba en San Mungo.

Mencionó enseñándole el otro documento que el Black-Weasley tomo dándole una mirada rápida para obtener el mismo resultado:

Positivo.

Con manos temblorosas y sudadas aceptó el papel que le devolvió el pelirrojo, un silencio se formó entre ambos, escuchando únicamente las voces de los muggles de las mesas de al lado y de las pequeñas cucharas con las que revolvían el café o el chocar de los cubiertos con los platos.

La mente de George Sirius estaba en blanco, por primera vez nada pasa por su mente, era como si su cerebro acabara de ser formateado y buscará recuperar información faltante.

Claro que sabía cómo se hacia los bebés, también recordaba muy bien que tuvo sexo sin protección con Amalie. Era consciente de que cada acto tenía una consecuencia, más nunca esperaba algo como eso, esa simple prueba ponía su mundo de cabeza.

No es que tuviera una vida planeada o algo parecido, pero en sus planes no estaba un bebé, menos en esos tiempos, nunca pasó por su cabeza, siempre pensó que los hijos vendrían años después, tal vez mucho tiempo después de que Regulus tuviera a los suyos, ya que siempre creyeron que después de Louis, Regulus John sería el siguiente y no él.

Miró los ojos azules de la rubia frente a él, expresaban una enorme ansiedad y temor por lo que estaba a punto de enfrentarse, era evidente que las cosas más pesadas serían para ella.

—¿Qué piensas hacer? —cuestionó George Sirius para darle un trago al té frente a él—... ¿piensas...tenerlo o no?

George Sirius como siempre, era directo, sin rodeos, prefería encarar de una vez la situación antes que darle más vueltas al asunto, sabiendo que de nada serviría hacerlo, finalmente las cosas ya estaban hechas, y ya no había caso en tener arrepentimientos.

—Yo...aún no sé —las finas manos de Amalie terminaron sobre la taza de café sobre la mesa, tratando de calmar su agitado corazón con lo tibia de la taza—...esto es muy pronto...por mi mente ni siquiera estaba tener hijos—miró el líquido humeante, perdiéndose en él, como si buscara todas las respuestas que necesitaba en esos momentos—...solo necesito más tiempo para pensarlo.

George soltó un suspiro negando.

—Lamento decírtelo, pero sabes que no tienes mucho tiempo como para decidirte, conforme el tiempo pasa, el embarazo avanza —Amalie lo vio, tenía razón, no era como si el tiempo fuera a detenerse solo para que ella tomara la decisión correcta, tenía que pensarlo y de manera rápida—, aun así, decidas lo que decidas, te voy a apoyar —sentenció con honestidad—, y no me refiero solo económicamente, si no con todo lo que conlleva un embarazo—hizo una pausa pensando en las palabras que debía de decir—, si decides tenerlo yo hablare con tu padre...no te puedo decir que nos casemos, porque la idea de casarme por obligación o por un hijo no me agrada, tampoco se me hace justo para ti, pero sí estaré presente en todo momento.

Los ojos de Amalie se empañaron de lágrimas, de todos los escenarios que pasaron por su mente nunca creyó que sería ese, que George Sirius le dijera esas palabras la hacía sentir un peso menos de encima.

—Yo... ¿no...dudas de tu paternidad?

Cuestiono sin verlo a los ojos, antes de decirle, siempre creyó que él dudaría de su paternidad.

George Sirius alzó la ceja con curiosidad, para posteriormente arrugar el ceño y negar.

—No, no soy estúpido, se lo que pasa cuando se tiene sexo sin protección...creo que, en el peor de nuestros males, un embarazo—se encogió de hombros—, y, Amalie, dudo que mentirías en algo como eso, viendo la manera tan afectada en la que estas es evidente que dices la verdad, y tomando en cuenta que tu padre es el tío Jerome, no mentirías en algo como eso.

Sabía a lo que se refería, sin duda Lyssandre se daría cuenta de si mentía y si era así la haría decir la verdad.

Amalie solo pudo asentir, siento náuseas por el café frente a ella, así que lo alejó evitando el aroma.

—Opino que pienses lo que quieres hacer, tomate esta semana...me imagino que tienes que ir a chequeos y esas cosas—George Sirius terminó de beber el té frente a él—, una vez que tomes la decisión es ver lo que pasará.

Amalie solo pudo asentir, veía a George Sirius tan calmado que le sorprendía lo bien que lo tomaba.

Sabía que siempre había sido una persona madura y era como si tuviera la vida solucionada, así que no era novedad que actuará de esa manera, tomando en cuenta que también siempre estará respaldado por su familia.

Al pensar en familia, la ansiedad volvió a ella, sin saber cómo se lo tomaría Lyssandre y Maxence si llegaban a enterarse.

En momentos como esos, como añoraba a su mamá.

—Te llevo a tu casa, lo mejor es que descanses —comentó George Sirius poniéndose de pie para ir a pedir la cuenta—, solo iré a comprar unos postres que me pidieron en mi casa.

Amalie respondió un quedito "si está bien", viendo como el pelirrojo caminaba de manera erguida hacia la caja, robando más de una mirada en el camino, no solo las mujeres, si no que los hombres también volteaban a verlo, claro que todo en él llamaba la atención.

Un centelleante cabello pelirrojo que asemejaba a una fogata ardiente, que no era normal entre los muggles, piel pálida que se asemejaba al mármol de las estatuas y ojos grises, completamente grises sumado a su altura y elegante forma de vestir era obvio que sería el centro de atención.

George Sirius actuaba de manera mecánica, pidiendo los postres que su familia comía, pagando y agradeciendo, pero realmente no estaba concentrado en nada.

Podía actuar como si todo estuviera bien por fuera, como si todo estuviera resuelto, pero la verdad es que se estaba muriendo de miedo.

No estaba nada seguro de que hacer, era evidente que no podía huir de algo que él había hecho, pero finalmente le asustaba de sobre manera, solo deseaba que todas las cosas estuviesen bien.

Trago saliva, si Amalie desidia tenerlo no quería ni imaginar la reacción de sus padres, hermanos y del propio Lyssandre.

Por décima vez en el día, volvió a suspirar, tratando de encontrar un poco de calma en esos momentos.

Los ojos grises observaron de manera rápida el lugar, sintiendo la garganta seca por todas las palabras que dijo en ese rato ante la atenta mirada de la mujer frente a él.

La carpeta hizo ruido cuando azotó sobre el escritorio de madera, provocando un eco en ese salón vacío, en el que solo había mesas de mobiliario y decoración que esperaba ser pronto acomodada.

—Ya te mostré y explique todo lo que está en la carpeta—su voz era sería, no había nada de la característica burla o sarcasmo con los que siempre hablaba cuando se topaba con ella—...utilizando esa información, incluso podrías demandar para recuperar lo que te robo, ahora todo depende de ti.

El azabache se acomodó los puños de la camisa verde oscuro que usaba ese día, no era mi afecto a vestir con camisas formales, pero justo ese día su madre la había pedido ir por ella al ministerio y acompañarla a una comida del mismo ya que tanto su padre como hermanos estaban ocupados con Sortilegios Weasley, accedió sin rechistar tomando en cuenta que la comida de las reuniones del ministerio era deliciosa.

Y también, sabiendo que sus vacaciones ya estaban cerca de llegar a su fin, por lo que debía de hacerse a la idea que pronto volvería a la vida de auror.

—¿No...no hay ningún error?

Cuestionó con voz trémula la pelirroja, a pesar de todo lo que había pasado con James aun deseaba aferrarse a una pequeña esperanza de que en algún momento la llegó a querer como decía, que esos años de relación no fueron una mentira.

Regulus John la miró, con los ojos duros y vacíos, inexpresivos, cosa que llegó a causarle malestar en el pecho a Itziar.

—Es evidente que James te robo y desvío dinero para sus propios beneficios, incluso le daba pago de horas extras a su amante—solo de manera seca, sin tomar en consideración el cómo haría sentir a Itziar, pero el solo estar con ella a unos metros de distancia causaba que recordaba cómo lo trato cuando intentó advertirle sobre James, era por eso que prefería mantener un muro entre ambos, de esa forma seria la última vez que trataría con la repostera—...como te dije todo está la carpeta, de hecho trate de hacerlo demasiado sencillo de comprender, por lo que no habrá ningún problema incluso si se los presentas a cualquier representante legal para que procedas como más te plazca, tomando en cuenta que es un Potter de quien hablamos, estoy más que seguro que tendrá el dinero suficiente para devolverte todo en incluso darte una compensación.

El femenino cuerpo de Itziar perdió fuerzas para dejarse caer sobre la silla detrás de ella, sintiendo todo el peso de la realidad sobre sus hombros, dándose cuenta que compartió varios años de una "perfecta relación" con un completo mentiroso y ladrón, seguía sin comprender como fue tan estúpida para confiar de esa manera en él.

Una risa sin gracia, de hecho, amarga, escapó de los labios de la francesa, mientras negaba y se pasaba la mano entre el despeinado y colorido cabello, queriendo que todo se tratara de un horrible sueño.

—No puedo creer que sea tan ruin...

Murmuró soportando las ganas de soltarse a llorar en esos momentos, lo que menos quería era romperse frente al menor de los mellizos Black-Weasley, quien sin dudar luego se burlaría de ella por ser tan patética, aunque justo ahora sentía que lo tenía bien merecido.

—No es ninguna novedad que James busque su propio beneficio—observó la hora en su celular para volver a guardarlo en su bolsillo—, siempre ha sido de esa manera y dudo que cambie, mucho menos porque siempre ha sido protegido por la abuela y por sus padres, es por eso que te recomiendo que te busques un buen representante legal—le restó importancia—, puedes preguntarle a Anired, o incluso a la misma Amalie, me imagino que ella conocerá a alguno por parte del tío Jerome, o él mismo pueda aconsejar.

Dalila miró la expresión de Itziar que denotaba lo afectada que estaba así que solo pudo apretarle la mano en señal de apoyo, pequeño gesto que la pelirroja agradeció enormemente al menos así no se sentía tan sola.

Ni siquiera sabía cómo contarles a sus padres, porque quedaría como una completa estúpida, en esos momentos se sentía tan sola al no saber con quién contar, ya que Amalie tenía sus propios problemas, y Dalila la apoyaba, pero no quería cargarle más peso sobre los hombros.

—En fin, eso era todo —comentó Regulus para estirarse—, me tengo que ir, cualquier duda que tengas respecto a la carpeta puedes preguntarle a mi hermana, ella entiende las anotaciones perfectamente.

Prefería decirle que todo lo tratara con Anired, ya que de esa manera no tendría que verla y mucho menos convivir con ella.

—Yo...Regulus—llamó Itziar poniéndose de pie mientras lo miraba, el más alto apenas y le dio una fugaz mirada dándole a entender que la escuchaba—...gracias...por todo...por hacer esto—señaló la carpeta—, e incluso tus anotaciones para que sea más fácil de entender.

—Deberías de conseguir un buen contador—mencionó con un rostro estoico—, no me agradezcas, hazlo con Anired, ya que solo hice esto porque mi hermana me lo pidió, no lo hice por ti.

Fue lo último que dijo para darse la vuelta y salir de ahí, en otra ocasión Itziar le habría contestado y dicho hasta lo que se iba a morir, pero justo en esos momentos no tenía cabeza ni la energía necesaria para hacerlo.

—Vaya carácter.

Mencionó Dalila, nunca había tenido ningún problema con el azabache, incluso lo consideraba muy gracioso y divertido, pero su personalidad era demasiada torcida, días parecía ser muy amable, pero en ocasiones como esa era un completo estúpido.

Itziar solo suspiro.

—Está bien, ahora tengo que pensar qué haremos...

Dalila le sonrió para abrazarla dándole a entender que la apoya en cualquier cosa que necesitará, al menos de esa manera ya no se sentía tan sola.

No pudo evitarlo pensar, pero Regulus John había cambiado, era como si hubiera madurado de repente, quizá era por la actitud seria que mostró en esos minutos, dejando ver que tal vez era más inteligente y responsable de lo que normalmente mostraba.

El fresco aire golpeó su rostro en cuanto salió de la que antes era la cafetería Azus, aspiro pesadamente como si tratara de contener todo el aire de Londres para comenzar a caminar.

Por su bien esperaba no volverse a topar con Itziar o nadie de su familia, aún recordaba las palabras de su padre y realmente no quería ir en contra de él.

Miró a sus lados agradeciendo que nadie lo viera, dispuesto a dirigirse a su casa para ir por un autor y después al ministerio a donde vería a su madre.

Sus zancadas eran largas, midiendo un metro con noventa era obvio que avanzaba rápidamente, podía ver la característica fachada negra de su casa a unos cuantos metros más, pero antes de poder cantar victoria una conocida voz lo sacó de su aspiración.

—¿No se supone que tienes prohibido ir a donde antes era Azus?

Dio la vuelta de inmediato y sintió que casi se le escapa el alma al ver al pelirrojo mayor de su familia.

—Pa—dejo la palabra al aire al ponerle mayor atención y notar que le faltaba una oreja—...no eres mi papá...

—Ni que tuvieras tanta suerte para eso—comentó con una sonrisa socarrona, aun viendo de manera acusatoria al azabache que estaba más blanco que una hoja de papel—... ¿sigues volviendo donde mismo? Veo que te gusta más lo prohibido.

Regulus puso los ojos en blanco chasqueando la lengua ante las palabras de su tío, no negaría que su presencia logro descolocarlo ya que creyó que nadie lo vería, no era que estuviera haciendo algo malo, pero realmente prefería evitar tener nuevamente esa conversación con su padre.

—No estaba haciendo nada de lo que tu sucia cabeza puede hacerse ideas extrañas —masculló mirándolo con un gesto de molestia, que lo hacía ver más parecido a Anirak, George no evito sonreír al darse cuenta de ese detalle—...solo estaba haciendo unas cosas que me pidió Anired.

George entrecerró los ojos sin creer en las palabras de su sobrino.

—A Fred no le va a hacer nada de gracias saber que estaba con la pelirroja.

Regulus John apretó la mandíbula escuchando el tono burlón de su tío.

—No digas nada, ¿quieres?

Pidió mirándolo fijamente, pero conocía tan bien a su tío George que sabía que eso no le saldría barato.

—El viernes treinta del próximo mes quiero salir con tu tía—comenzó a plantar su precio, Regulus tuvo que aguantar soltar una maldición sabiendo lo que se vendría—...como sabes es cierre de mes, así que espero que puedas cubrirme, Reggie.

Regulus solo asintió sabiendo que era una pelea perdida tratar de ponerse en contra de George Weasley, ya que a pesar de los años nunca lograba ganarle.

⚜⚜⚜

El frío en su pálida piel causó un escalofrío por todo su cuerpo y la piel se le erizo, vio hacia enfrente recibiendo una sonrisa conciliadora de la mujer rubia que dejaba a un lado el bote de gel.

—Lo siento si estaba muy frío—tomó un extraño aparato del cual la menor no conocía el nombre—, pero es necesario.

—Está bien.

Su voz salió como un hilo al ser un cúmulo de emociones, era una mezcla de miedo, sorpresa, añoranza...no sabía cómo describirlo.

Sintió como apretaron su mano por lo que giró el rostro a la derecha topándose con unos conciliadores ojos grises, tan parecidos a los suyos y una maternal sonrisa que logró calmar su ajetreado corazón.

Desvió la mirada a la pequeña mesa que se encontraba a lado, donde un pequeño frasco con una pócima de color verde se alzaba.

Verde...significaba positivo.

En el mundo mágico las pruebas de embarazo no eran iguales a las del mundo muggle, por lo que esta era una poción que con un poco de su sangre cambiaria de color.

Rojo, negativo a embarazo y verde, positivo a embarazo, confirmando que el análisis de la doctora muggle era el correcto.

El solo pensarlo causaba que su corazón latiera más rápido, y un sentimiento que describiría como felicidad aumentará dentro de ella mientras miles de escenarios se formaban en su cabeza, en los cuales salía una pequeña rubia de ojos grises a su lado, porque desde que lo supo estaba más que segura que su primer bebé sería una niña.

—Anired —la voz de su madrina, Tanith, causó que saliera de su ensoñación para mirarla—... ¿no quieres ver?

La azabache menor dirigió la pantalla a la extraña pantalla frente a ella, para apretar la mano de su madre.

—¿Q...qué es?

Cuestiono distinguiendo algo que parecía ser una pequeña cabeza, pero no estaba nada segura.

Tanith le sonrió de manera maternal a la manera para comenzar a explicar, disfrutando de ver como los orbes grises brillaban con intensidad siguiendo cada movimiento.

—En la pantalla puedes ver a tu bebé, Anired, el cual está en perfecto estado—comenzó explicando con tranquilidad y de manera sencilla para que la menor comprendiera cada palabra—, a las dieciséis semanas que tiene, mide aproximadamente entre diez y doce centímetros, con un peso de aproximadamente cien gramos...

Los labios de Anired se curvaron en una pequeña sonrisa.

El delgado dedo de Tanith señaló lo que Anired creía era la cabeza.

—Aquí está la cabeza de tu bebé, que ya está bastante desarrollada, e incluso la carita ya tiene algunos rasgos definidos por lo que es posible ver el perfil del bebé.

Anired se mordió el labio inferior y con un hilo de voz temblorosa cuestionó.

—¿Y...esos movimientos?

Pregunto al ver moverse algo en la pantalla.

—Tu bebé ya está muy activo. A esta edad, los bebés se mueven mucho, aunque es posible que tú no los sientas—hizo una pausa para continuar—. Está flexionando y estirando las extremidades. También puede hacer movimientos de succión.

La sonrisa de Anired se hacía más grande conforme veía las imágenes, ahora más que nunca estaba segura que no soñaba, que era realidad que tendría un bebé...un hijo, algo que siempre había deseado.

Miró a su madre quien apretaba su mano, y pudo ver que tenía los ojos llorosos al compartir ese momento tan íntimo con ella.

Escuché como Tanith movía algunos botones robando su atención, pronto la pequeña sala blanca se llenó de un extraño ruido, rápido y rítmico como el galopar de un hipogrifo.

Anired buscó los ojos de su madre en busca de una respuesta, quien le dedicó una sonrisa maternal.

—Eso que escuchas, Anired—Tanith llamó su atención—, es el corazón de tu bebé...

Anired abrió los labios formando una perfecta "O" con ellos, disfrutaba del ruido que poco a poco iba relajándola cada vez más y llevándose consigo todos sus temores, cada sonido parecía resonar en su corazón, sintiendo como una nueva conexión tangible se formaba con la pequeña vida que crecía dentro de ella.

Anired cerró los ojos por un momento, dejando que el ritmo constante del corazón de su bebé la llenara de una paz y alegría indescriptible.

En ese instante, todo se volvió tan real, de una manera que no había experimentado antes.

Iba a tener un bebé.

Su bebé.

Después de perder la esperanza por completo, esta volvía a ella, dándose cuenta que en unos meses podría estar en sus brazos.

La alegría de saber que se estaba formando de ella eliminaba todas sus preocupaciones, no le interesaba nada más, solo que su bebé pronto estaría con ella.

No podía estar más feliz que las lágrimas calientes escurrieron por sus mejillas y pronto los cálidos brazos de la mujer que más la amaba la rodearon brindándole toda la protección que necesitaba en esos momentos, sin palabras, le juraba que todo saldría bien y que ella siempre estaría para acompañarla.

[...]

Los masculinos brazos del pelirrojo rodearon el fino cuerpo de la menor, para besarle la frente de manera cariñosa.

—¿Cómo les fue? —cuestiono apartándose un poco para besar cortamente los labios de la azabache mayor— ¿Está todo bien?

Anired miró a su padre, y se mordió el labio inferior, aún no estaba lista para darle la noticia, temía de su reacción.

Para ser sincera, temía lo que le haría a Maxence.

Conocía muy bien a su padre, y sin dudar iría a tratar de golpear a Maxence por lo que significaba un bebé, sumando a que Fred aún la veía como una completa niña, aunque bueno, apenas cumpliría diecinueve en unos meses.

—Ha estado bajo mucho estrés, solo debe de tener más descanso, comer más y tomar vitaminas —explicó Anirak con una pequeña sonrisa manteniendo el secreto de su hija, ya que no lo diría hasta que Anired se sintiera cómoda para dar la noticia, pero sabían muy bien que debían de apurarse o el embarazo comenzaría a notarse—, pero de ahí en fuera todo está más que bien.

Anirak sabía muy bien que Fred no era tonto, quizá su actitud despreocupada y siempre bromista hacia que la gente lo considerara de esa forma, sin embargo, era un hombre extremadamente listo y observador especialmente con sus hijos, no por nada fue el primero en tener la sospecha de que tal vez Anired estaba embarazada. Cosa que fue cierta, así que no era como que pudieran mantener por mucho tiempo el secreto.

—Me alegro de saber que todo está bien con mi preciosa princesa—besó la sien de Anired que sonrió besándole la mejilla, sus finos hombros fueron rodeados por el brazo de Fred para guiarla al auto—... ¿Qué quieres comer, cielo? ¿Tienes antojo de algo en especial? Ya que debes de comer más, a partir de ahora trataré de cumplir todo lo que se te antoje, no importa la hora que sea, solo debes de pedirlo.

Fred lo sabía, sabía que su hija estaba embarazada.

Anirak se dio cuenta con esas simples palabras, miró a su esposo viendo como Anired entraba al asiento trasero y él le cerraba la puerta.

Fred le guiño el ojo con una sonrisa que la azabache no podría explicar.

—¿Pasa algo?

—¿Tú...?

Anirak no hizo la pregunta, pero Fred solo tomó su mano para guiarla al auto.

—Amo a todos mis hijos por igual —dijo Fred antes de abrir la puerta del asiento de copiloto—, son el motor de mi vida, cada uno es diferente al otro y todos están llenos de virtudes —explico con una pequeña sonrisa—, pero mi conexión con Anired siempre ha sido más especial, creo que con solo verla sé que algo está pasando...aunque claro, esperare a que ella me lo quiera contar.

Con una suave sonrisa Fred cerró la puerta una vez que su esposa estuvo dentro del vehículo para ir al asiento del conductor.

Miro por el espejo a Anired, la cual iba sentada viendo por la ventana con un semblante tranquilo y una pequeña sonrisa, el brillo en sus ojos los hacía ver más grises.

Fred solo pudo sonreír, esperando que Anired conservará esa felicidad que parecía reinarla por mucho tiempo.

⚜⚜⚜

Terminó de meter algunas viejas prendas en la bolsa negra que se encontraba en el suelo, ese día había decidido depurar la ropa vieja que ya tenía años sin usar.

Soltó un suspiro cansado, en esos días se agotaba con tanta facilidad que ya estaba hartándose.

Toda su vida parecía cambiar tan rápido y sabía que las cosas que se avecinaban serían mucho peores, pero prefería no pensar en eso, quería relajarse y tal vez limpiar su vieja habitación sería de ayuda.

Estar en la vieja casa de sus padres en Francia era de ayuda, el ambiente familiar reinaba —claro, cuando no estaba peleando con su madre cada que la mayor quería arreglarle citas o incluso un matrimonio—, a veces solo deseaba tener una familia normal en la que el matrimonio no importara.

Nunca comprendió a su madre y su obsesión con la pureza de la sangre, ya que finalmente ella era mestiza, los únicos sangre pura era su familia paterna y predecesores, ¿qué más daba con quien se casará y formará una familia?

La cabeza comenzaba a dolerle en solo pensar en eso.

Como si la mala suerte la persiguiera, pronto reconoció el sonido de los tacones de su madre golpeando contra la vieja madera, por la forma en la que sonaba se daba cuenta que estaba molesta, demasiado molesta.

Suspiró para sí misma, sentándose sobre la cama y tratando de juntar toda la paciencia que le era posible para enfrentarla, lo peor del caso es que su padre había salido a comprar unas cosas para la cena, por lo que él no podría interferir para cambiar a la fiera que tenía por madre.

—¡Andrea Rosier! —la voz de la mujer mayor resonó por toda la habitación en el momento que entró, su rostro estaba rojo e iracundo, incluso el cabello cobrizo parecía despeinado dándole un aire de locura, que Andrea conocía muy bien— ¡¿Qué demonios significa eso?!

Sin comprender a qué se refería alzó la mirada en unos segundos que parecieron eternidad, sus ojos se abrieron de sobremanera y de forma rápida se levantó de la cama para tratar de quitarle el pequeño objeto que estaba en las manos de Astrid Rosier.

—¿Qué demonios? —si su madre tenía eso, significaba que esculcó entre sus cosas, motivo por el que se enojó— ¡¿Estuviste revisando mis cosas?! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡No soy una niña a la que tengas que revisarle la mochila, por Merlín, mamá!

—¡Es una maldita prueba de embarazo muggle! —gritó Astrid lanzándole la prueba a la menor— ¡Y es positiva! ¡¿Qué demonios crees que has hecho?! ¡Se supone que fuiste a trabajar, no a meterte con quien sabe quién!

Andrea no sabía qué contestar, estaba en completo silencio tratando de procesar todo.

—¡Se supone que viniste porque te dieron unos días en el trabajo ya que estabas enferma! ¡Pero sorpresa! ¡Estás embarazada! —Andrea solo la miraba escuchando cada uno de sus reclamos— ¡¿Quién es el padre?! ¡Más te vale que no sea un muggle o uno de tus tontos compañeros de trabajo! ¡¿Sabes lo que dirá la sociedad mágica de ti?! ¡Eres una Rosier no puedes hacer estas estupideces!

—¡Ya, mamá, basta!

Pidió la castaña cansada de sus palabras.

—¡No, Andrea, dime quien es el padre! —exigió saber— ¡Más te vale que sea de buena familia, por que debes de casarte, no permitiré que mi hija tenga hijos fuera del matrimonio y manche nuestro apellido!

Andrea sintió como un balde de agua fría recorrerle el cuerpo al escuchar las palabras de su madre, ya que conociéndola sin siquiera pensarlo haría un escándalo una vez que supiera quien era el padre del feto en su vientre.

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¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Esperaban que George Sirius reaccionara de esa manera?

¿Qué creen que decida hacer Amalie?

¿Qué pasará con la familia Rosier? ¿Harán un escándalo?

¿Creen que George diga lo que vio?

¿Anired le dirá a Maxence?

¿Fred que hará?

En fin, nos leemos en unos días, las tqm♥

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