Veinte.
(⚠: A partir de este capítulo será normal que los siguientes contengan:
Escenas sexuales gráficas
Juego de respiración/asfixia
BDSM
Sumisión, palabras sucias/groserías/humillación durante el sexo.
Sin más, les dejó otro capítulo, ya saben que a los 300 comentarios actualizo, jeje❤️)
La lectura se volvía más fácil conforme la practicaba, en algunas ocasiones las letras cambiaban de lugar, pero lograba aún comprender el texto escrito.
Le gustaba, pero al mismo tiempo le aterraba la paz que está va experimentando todo el colegio, era momentos muy tranquilos, claro sin contar el hecho de mantener a los idiotas lejos de su hermana y de hacerle la vida imposible a Deyan, de ahí en fuera no existían más preocupaciones.
Su venganza contra Deyan apenas empezaba, cada que podían le escondían las cosas, en las clases de vuelo lo tiraban de la escoba que gracias a las lesiones en sus dedos era aún más fácil pues no contaba con un buen agarre, varias veces le pusieron cubetas con pintura que terminaban manchándole el uniforme, lo tiraron al lago y también contaban con la ayuda Peeves que lo molestaba hasta el punto en el que el búlgaro no fue a clases por dos días, podía notar como parecía frustrado y asustado, pero no era ni la mitad de lo que se merecía.
George Sirius y Regulus John esperaban el momento indicado para darle la golpiza de su vida.
La vida académica de Regulus mejoró de una manera sorprendente, ya que el azabache se esforzaba por mantener un promedio regular debido a que después de graduarse presentaría las pruebas para auror, quería entrar por él mismo y no por el apellido que lo precedía.
No negaría lo nervioso y asustado que se hallaba, así que cada que podía estudiaba o practicaba defensa contra las artes oscuras al igual que pociones, siendo la última asignatura la que más se le dificultaba.
Tenía cientos de pensamientos golpeando su cabeza, pero existía uno que le provocaba una enorme frustración y al mismo tiempo confusión por no poder sacar el aroma a flores de vainilla de su mente, era molesto aún peor cuando un rojo cabello se hacía presente, ese tono de cabello nada parecido al de su padre y hermano, era un rojo más opaco y anaranjado, nada que ver con el color característico de cierta parte de su familia.
Maldecía una y otra vez al pensar en eso, pero es que desde ese día no podía olvidar el beso que le dio al molesto tomate andante: Itziar Arwen.
—Que estupidez...
Murmuró despegando la mirada del libro para tallarse los ojos, no comprendía porque no dejaba de pensar en esa francesa, probablemente era debido a lo molesta que le resultaba, seguramente sería eso.
Observó el reloj en su muñeca, quedó de ver a su hermano y Amalie a las seis de la tarde en la sala de menesteres, para eso aún quedaban diez minutos, hablarían sobre la tercera prueba para tratar de averiguar de qué se trataría, finalmente el torneo llegaba a su final en unas semanas más y con eso la graduación para finalmente dejar el viejo castillo donde pasó siete años de su vida.
Esperaba que no viniera la amiga de Amalie, porque necesitaba no tener distracciones, de igual forma no sabía cómo reaccionar con Maxence enfrente, hace unos días había presenciado a su hermana besándose con ese zorro rubio, los días posteriores los vio caminar por los pasillos tomados de la mano, ambos se comportaban de manera muy cariñosa sin importar quien estuviera presente. No negaría, que tanto a él como a George Sirius le causaba celos y enojo verlos, pero al notar como Anired parecía recuperar su buen ánimo trataban de no saltar a los golpes sobre D'Acanto para amenazarlo y decirle que se alejara de la azabache menor.
A pesar de todo, no lograban confiar Maxence, temían que lastimara a Anired del mismo modo en lo hizo Deyan o que solo estuviera con ella para conseguir sexo y después dejarla con el corazón roto, no tenían claras las intenciones del rubio provocando que la preocupación aumentará al ver cómo se volvían más unidos.
Abandono todos esos pensamientos al escuchar la puerta abriéndose seguido de unos pasos, estaba seguro que no se trataba de George Sirius, pues el sonido era muy fino, pensaría que era Anired, pero su hermana menor no hacía ningún ruido al caminar, siempre había sido muy sigilosa, algunas veces le hacían burla diciendo que en lugar de caminar flotaba.
—¡Tú! —miró fijamente a la pelirroja que caminaba de manera molesta hacia él — ¡¿Quién demonios te crees?!
—Mmh...Regulus John, tercer hijo del matrimonio Black-Weasley, tercer heredero de la familia Black-Weasley, de la familia Black y Flamel, también heredero de Sortilegios Weasley—hizo una pequeña pausa dejando el libro sobre la mesa donde recargaba los pies—, capitán de Quidditch y la persona más guapa en la casa de Gryffindor...
Iba a seguir hablando de no ser interrumpido por Arwen.
—¡¿Por qué demonios le contaste a tu hermano sobre el beso?!—explotó con el rostro rojo— ¡Lo menciono enfrente de James!
—George y yo somos hermanos mellizos, sabemos todo el uno del otro—respondió con facilidad estirándose—...hubiera amado ver la cara de James, George dice que parecía más tonto de lo normal.
Itziar quería golpearlo, lo odiaba con toda su alma, y la hacía enojar aún más al tener esa filosa mirada gris que parecía ver a través de ella, era como una bestia salvaje mirando fijamente a su próxima presa.
—¡¿Sabes los problemas que me causarías si se entera de eso?
—¿Si se entera de que, Arwen? —Regulus se levantó con facilidad y elegancia, dejando ver lo alto que era, usaba la camisa del uniforme con los tres primeros botones desabrochados, las mangas arremangadas hasta el codo, el cabello azabache despeinado acentuando más las masculinas facciones — ¿De qué pare tu ataque de pánico? Ni siquiera podías respirar, no entiendo porque te armas una tormenta en un vaso de agua.
—¡Porque me besaste, Black-Weasley, me besaste sin decirme antes!
Resoplo encogiéndose contra sí misma al ver como se acercaba a ella.
Una carcajada llena de burla y diversión inundó el lugar, Regulus parecía demasiado entretenido con la queja de la más baja.
—Molestia... ¿eso fue un beso?
La pelirroja lo veía con enojo sin comprender porque se burlaba.
—¡Claro que lo fue!
—Si esas son tus expectativas de un beso, déjame decirte que entonces James lo está haciendo muy mal —sin que Arwen se lo esperara la gran mano del azabache término bajo su barbilla, acunando su mandíbula con un poco de fuerza y apretándole las mejillas, Regulus se inclinó un poco quedando a escasos centímetros—...si te hubiera besado en serio...probablemente habrías terminado en mi cama y ahora me estarías rogando por hacerlo de nuevo...
El rostro de Itziar pasaba por distintas tonalidades de rojo, sintiéndolo arder. Regulus no parecía tener ni un gramo de vergüenza cabreándola más con sus tontos comentarios llenos de ese tono de coquetería y audacia. Odiaba que le tratara de tomar el pelo de esa manera.
De un manotazo apartó la mano del azabache.
—¡No me toques, y no digas esas estupideces, eres un asqueroso depravado!
Regulus sonrió llevándose el dedo pulgar a los labios, ya que Itziar lo había rasguñado en el momento que lo golpeó.
Saco la húmeda y rosada lengua pasándolo sobre la zona herida para limpiar la sangre, Itziar trago saliva ante la imagen ya que el Black-Weasley conservaba el contacto visual.
Los ojos de Regulus eran grises, pero estaban completamente oscuros y profundos.
Itziar se sentía frente a un cazador...un jodidamente guapo cazador.
—Me pregunto si serás igual de salvaje en todo...
Regulus se estaba divirtiendo al ver como Itziar se encontraba nerviosa y completamente roja, parecía un pequeño animalito a punto de salir corriendo en busca de un escondite.
Arwen se había quedado sin palabras, la personalidad de Regulus era demasiado complicada, parecía coquetearle, pero al mismo tiempo molestarla.
—Espero hayas traído mis galletas, idiota.
Exclamó Regulus cuando la puerta de la sala de menesteres se abrió dejando ver a un pelirrojo casi idéntico a él, acompañado de una rubia y un peli plata.
—¿Qué hacen...juntos?
Cuestiono George paseando la mirada de la pelirroja que se encontraba demasiado callada cuando siempre era ruidosa a Regulus que tenía un aire de coquetería y diversión.
—Hablábamos del beso...
Soltó con simpleza el azabache, Scorpius lo miró confundido sin entender nada, al parecer se estaba perdiendo de demasiadas cosas mientras ayudaba en la enfermería, debido a que el sanador Dylan Tarner había sido revocado de su puesto, el Malfoy se estaba encargando de la mayoría de trabajo mientras llegaba el reemplazo.
—¿Qué beso?
Cuestionó el Malfoy.
—Esta.
Exclamó Regulus señalando su entrepierna, ganando las miradas sorprendidas de las dos chicas, los ojos en blanco del Malfoy.
—Eres un asqueroso, sin modales.
Acusó George Sirius.
—¡Ay...duele, duele! —chillo el mellizo menor cuando su hermano le jalo la oreja con fuerza, ni su madre le había hecho algo como eso—---¡Ya...ya...no lo volveré a hacer...para!
—Discúlpate, ahora.
Ordenó soltándose, el azabache vio a las dos chicas y suspiró.
—Siento que hayan escuchado eso...no debí de hacerlo —posó la mirada en Scorpius—...contigo no me disculpo, no es mi culpa que te pongas tan fácil y caigas en ese tipo de bromas...
—Eres un barbaján...
Murmuró Scorpius, a veces Regulus seguía siendo infantil, aunque no negaría que varias de sus bromas lo llegaban a divertir.
—No importa—respondió Amalie con una pequeña sonrisa para ir con su amiga viéndola con curiosidad—... ¿Quieren empezar a...estudiar?
—Antes de estudiar deberíamos de saber a qué se van a enfrentar —sugirió George Sirius para caminar con Regulus a la mesa donde ya se hallaban varios libros—... ¿tienen alguna idea o han escuchado algo?
—¿Y Maxence?
Cuestiono Itziar dejando de escuchar a los mellizos y Amalie que discutían sobre la tercera prueba.
—Desde que salimos de adivinación a las tres, lo perdí —se encogió de hombros, era normal que el rubio desapareciera para irse a fumar—...probablemente venga más tarde, dijo que si vendría.
—Creo que todos sabemos con quién está...
Murmuró Itziar de manera cómplice con Scorpius, todos apostaban que solo era cuestión de tiempo para que Max fuera amenazado por los mellizos Black-Weasley, desde que Anired y él se habían dejado ver besándose en público, había recibido múltiples malas miradas por los varones que la rodeaban, desde Freddos hasta Stefan, lo que se les hacía raro es que los dos varones Black-Weasley aún no dijeran nada como era normal.
—Ay, mi niño —exclamó Scorpius tocándose el pecho—...lo estamos perdiendo completamente...
—Pensé que estarías triste...
—Me agrada ver que ambos son felices—respondió con una pequeña sonrisa—, aun así, todos sabemos que Anired y yo nos casaremos.
Puso los brazos detrás de su cabeza para caminar hacia los otros tres adolescentes completamente relajados y con una gran sonrisa.
Todos tenían diversas ideas sobre lo que podría pasar en la tercera prueba, dándose cuenta que de la gran cantidad de cosas que tendrían que practicar los dos campeones, al menos ambos tenían le llevaban una gran ventaja a Deyan, pues están juntos en eso contando con más personas que los apoyaban.
Arwen frunció el ceño una enorme cantidad de veces cada que se topaba con la mirada de Regulus, sin comprender ese brillo.
Por su lado, Regulus se daba cuenta de lo bien que se lo pasaría a partir de ahora, había descubierto cómo hacer rabiar más a Itziar y, no solo eso, sino que también enfadaría a su querido primo: James Potter, no se cansaría hasta verlo hacer un berrinche como si fuese un niño pequeño. Sin duda se divertiría mucho eso.
—Ah...ya están aquí.
Un adolescente de ojos azules entró por la gran puerta mientras se acomodaba la corbata y camisa del uniforme.
Amalie lo recorrió con la mirada, negando varias veces, reconoció los restos de labial rojo que tenía en la boca al igual que en el cuello de la camisa blanca del uniforme de Beauxbatons, el cabello desarreglado con un tono rojizo al igual que sus mejillas.
—¿Desde cuándo—George Sirius dejó la pluma a un lado poniéndose de pie seguido de su mellizo—...perteneces a la casa de Slytherin?
Cuestiono, ambos hermanos se encontraban enojados viendo la corbeta esmeralda en el cuello de D'Acanto.
—¿Qué? —indago confundido para bajar la mirada y toparse con que se había puesto la corbata de Anired en lugar de la suya—...ah...yo...creo que tome la equivocada.
—¡George, Regulus...no lo golpeen!
Pidió Lie sabiendo lo que sucedería, Scorpius tuvo que detenerla antes de que se pusiera en medio de todos.
—No lo van a matar.
Le dijo Scorpius viendo la escena con diversión.
Los mellizos le hicieron una seña para que los siguiera, saliendo de la sala de menesteres, ya era hora de que hablaran con él antes de que las cosas continuaran.
Una vez en el pasillo indagaron que no hubiera nadie cerca.
—Detente—George Sirius fue el primero en romper el tenso silencio que se había formado entre los tres—...detén ese tonto juego, todo lo que se supone que estás haciendo...ya es suficiente.
Maxence que siempre parecía divertirse en esas situaciones, tenía el rostro completamente serio viendo a los mellizos frente a él.
—No entiendo a qué te refieres...
—¿Qué es lo que quieres con nuestra hermana? —Regulus mantenía los brazos cruzados sobre el pecho—...deja de tratarla como tu amante...Anired no es ese tipo de chica como para que te estés luciendo con las marcas de labial y su corbata por todo el colegio...si buscas sexo, córtala aquí...
Maxence lo miro por unos segundos y se limpió las marcas de labial, ciertamente Anired y él habían estado compartiendo una sesión de besos acalorados en un salón vacío donde nadie los viera, tan calientes que terminaron sin corbatas ni saco o chaleco.
Al darse cuenta de la hora, los dos salieron corriendo a sus siguientes actividades, la menor tenía que ir a hacer un trabajo con dos compañeros y él había quedado de ir a la sala de menesteres, por lo que ni siquiera se percataron de tomar las cosas equivocadas.
—Me gusta Anired—declaró manteniendo el contacto visual para que no dudaran en lo que decía—...no la veo como una amante o como algo casual...
—Pues parece como si solo la vieras de esa manera.
Regulus era el que más hablaba mientras George Sirius se mantenía en silencio escuchando al rubio.
—Te lo vuelvo a repetir, Regulus: me gusta tu hermana, mis intenciones con ella van por algo serio, supongo que las pocas cosas que has visto que suceden entre Nired y yo pueden sacar todo de contexto, pero no estoy jugando con ella—sentenció—, de hecho, tengo tanta suerte que ella al parecer acepta mis sentimientos y de una u otra forma los corresponde —sonrió suavemente al recordar lo cariñosa que era la azabache con él, lo hacía sentir tanta calidez que no le gustaba permanecer demasiado tiempo lejos de ella—...así que, si quieren golpearme, torturarme, hechizarme o incluso hacerme la vida imposible como a todos aquellos que se acercan a Anired, adelante háganlo, pero...no me voy a alejar de ella.
—¿Qué nos asegura que no la lastimaras tal y como lo hizo Deyan?
George Sirius rompió el silencio viéndolo de manera hostil.
—No pienso lastimarla de alguna manera, al igual que ustedes deseo ver a Deyan muerto o sufriendo de la peor manera —afirmó manteniendo una posición recta sin demostrar miedo—, no quiero ni pienso lastimarla, haré todo lo que esté en mis manos por protegerla y cuidarla—prometió como varias veces lo pensó—...no quiero pelear con ustedes, así que, si quieren golpearme por besarla adelante, no pienso poner resistencia.
—¿No piensas defenderte?
El pelirrojo arqueó la ceja, disfrutaba de ver que les mantenía la mirada y que ni siquiera parecía asustado, todo lo contrario, a aquellos que pretenden a Anired, inclusive ni siquiera Deyan —cuando era novio de Anired—, se atrevió a mantenerse de esa manera frente a los dos mellizos.
—No...no quiero pelear con ustedes— Maxence sabía muy bien que si se peleaba con ellos, Anired terminaría afectada de una u otra manera—, si nos golpeamos la única herida va a ser Anired—hizo una pausa—...ella...está feliz porque ustedes vuelven a llevarse como siempre y poco a poco la relación entre los tres parece volver a lo que era antes, si peleamos Anired se molestaría, ya fuera conmigo o con ustedes...y lo que menos quiero es que los tres peleen porque ella se pondría mal otra vez—explicó con tranquilidad—, para Anired su familia es lo más importante y la lastima de manera fuerte pelearse con cualquiera de los miembros.
Para D ́Acanto todo eso era nuevo y extraño, siempre fue una persona egoísta poniéndose a sí mismo, sobre todo, pero...cuando se trataba de Anired las cosas eran distintas, ya que la felicidad de la azabache iba por encima de todas las cosas.
Regulus desvió la mirada algo molesto al ver que Maxence tenía razón, si lo golpeaban o iniciaban una pelea su hermana menor se enteraría y sin duda todo terminaría en una discusión.
—Está bien —respondió George satisfecho con las respuestas de Max—...te estaremos vigilando, si Anired sale herida por tu culpa, te romperemos la cara y cada hueso que sea existente en tu cuerpo.
Advirtió, pero la mirada de hostilidad había desaparecido, parecía más relajado, tanto que Regulus lo miró con sorpresa.
—Si llego a lastimarla, créanme que dejaré que me golpeen sin dudarlo.
—Aunque no te dejes lo haremos.
Advirtió Regulus.
—Yo no le diré esto a Anired...así que ustedes tampoco le digan, es mejor que no se entere que tuvimos esta conversación.
Sin decir más para volver a la sala donde se encontraba su hermana y sus dos amigos, lo mejor era que Anired no se enterara, porque conociéndola les reclamará a los mellizos y lo que Maxence menos deseaba era que por su culpa peleara con ellos, también entendía la preocupación de los Black-Weasley, hasta él actuaba de manera demasiado protectora con Anired cuando cualquiera se le acercaba pues no conocía las intenciones de los demás con ella y no sabía quién la podría dañar.
Regulus observó a George Sirius.
—¿Confías en lo que ha dicho?
—Es el único que no ha salido corriendo o llorando cuando lo amenazamos, tampoco opuso resistencia a que lo golpeáramos —analizo con una pequeña sonrisa—, aparte Anired parece muy feliz con él ¿no crees?
—Sí, eso he notado.
Afirmó Regulus recordando ver a su hermana sonreír más veces y como lo saludaba con alegría cuando se topaba en los pasillos e iba de la mano de D'Acanto.
—Mantengámoslo vigilado...y respetemos la decisión de Anired...creo que de alguna manera confía en él—pidió George—...si vemos la mínima muestra de un mal trato por parte de Maxence ya nos meteremos ¿te parece?
—Si no hay de otra, que así sea...
Los mellizos observaron la puerta por la que entró el rubio, no les desagrada, pero el miedo porque hiriera a su pequeña hermana no desaparecía, deseaban confiar en él, pero si Deyan, que lo conocían desde que nacieron la había traicionado y herido, no sabían qué esperar.
—Que horrible corbata.
Masculló viéndola de soslayo con molestia.
—Deja de quejarte—pidió lanzándole una mala mirada—, me confundí y Max habrá tomado la mía.
Explicó Anired viendo la corbata azul que se encontraba frente a ella, no evitó sonreír al recordar cómo se la había quitado a Maxence.
—Entonces... ¿Están juntos? —cuestionó de manera curiosa Alexander—... ¿Están saliendo?
—Supongo que estamos saliendo —respondió la menor—...no sé...no hemos aclarado esa parte...
—En algunos lugares no se suele preguntar, solo se da por hecho —explicó el Malfoy—...en el mundo muggle suele ser de esa forma, la mayoría cuando comienzan a tener citas y besarse concluyen que son novios, Maxence es de familia muggle, así que a lo mejor ve de esa manera las cosas.
—Entonces... ¿Max y yo somos novios?
Pregunto la azabache con las mejillas rojas y no pudo evitar tocarse los labios al recordar que Maxence la había besado por primera vez, pero ella dio el segundo y pidió el tercero, de hecho, varias veces había sido ella quien iniciaba los besos...así que bajo esa lógica
¿Ella le pidió a Maxence que fuera su novio?
—Si nos basamos en los muggles, es muy probable que Maxence te considere su novia...aparte todos dicen que están juntos —se encogió de hombros—¿O es que no ves a Maxence como tu novio?
Anired negó rápidamente.
—No es eso...pero —hizo una pausa bajando la mirada con las mejillas para murmurar—: quería rosas...
—¿Rosas?
Alexander alzó las cejas con una sonrisa divertida, al ver que Anired parecía algo tímida.
—En un libro que leí el protagonista le daba rosas a cuando se declaró —hizo una pausa—...y mi papá todos los días le da un ramo de rosas rojas a mamá...así que quería rosas...
Parecía una niña pequeña desanimada por no tener regalos de navidad, Anired siempre había caído derretida ante pequeños detalles, especialmente como aquel que su padre siempre tenía con su madre de llevarle una docena de rosas rojas que la azabache mayor plantaba en el jardín, y eso era desde que eran novios.
Alexander sonrió enternecido por el pequeño berrinche de Anired que hasta hacía un puchero.
—Estoy demasiado seguro que Maxence te dará rosas —aseguro—, cuando menos te lo esperes o igual puedes decirle que quieres rosas.
—No, si las pido ya no sería lo mismo —recargo la barbilla en su mano—...supongo que ya se verá con el futuro...
—Pero, volviendo al inicio—Alex la miró—...entonces... ¿consideras a Max tu novio?
Anired permaneció por unos segundos en silencio.
—Me gusta Maxence —respondió con una suave sonrisa al recordar al rubio—, me gusta cómo me siento cuando estoy con él, también me gusta cuando me hace enojar y repelar...y sí...me gusta la idea de Max siendo mío...siendo mi novio.
Confesó segura de la respuesta, Max la hacía sentir bien en todos los aspectos, era lo que nunca sintió con Deyan, a lado del rubio se sentía feliz y segura, era simplemente maravilloso todo lo que experimentaba a lado del alemán en tan poco tiempo.
—Pareces muy feliz con el rubio—Alex se sentía feliz de verla de esa manera, nuevamente parecía ilusionada—, y él parece no poder sacarte la mirada de encima...
—Es lindo—sonrió—... ¿cómo vas con Zed?
—Estamos saliendo...como amigos...él quiere volver —suspiro recargando la cabeza en el respaldo de la silla—...lo quiero...pero...me da miedo que de repente pase algo y me vuelva a negar.
—Tal vez Zed esté más seguro de todo, al final de cuentas ya toda la familia lo sabe —le apretó el hombro animándolo—, las cosas pueden ser diferentes...
—¿Debería de arriesgarme?
—¿Qué sería de la vida sin un poco de riesgo?
Cuestiono guardando las plumas y tinteros que tenían en la mesa.
—Pero...también Zed está algo triste —murmuró viéndola de reojo—...ya sabes...extraña la relación que tenían...
—Yo también lo extraño...
—¿Entonces podemos hablar?
Una tercera voz se hizo presente dejando ver a un rubio que le sonrió suavemente.
—Sí, Zed.
Anired asintió, había decidido tratar de perdonar a las personas que la rodeaban de poco a poco, aun le costaba confiar, pero intentaba hacerlo.
—Entonces...yo los dejaré.
Alexander con ayuda de magia guardó las cosas de manera rápida en la mochila que se colgó en el hombro.
—Te veo al rato...
Le dijo Zed, Alex asintió para salir de la biblioteca dejando a los dos primos solos.
Zed tomó asiento frente a la azabache.
—¿Cómo estás?
—Mucho mejor que antes ¿y tú?
Anired le sonrió sentándose de manera recta para poder hablar.
—Bien—Zed se rasco la cabeza y suspiro—, me quiero disculpar, Anired...cuando más me necesitabas...yo te traté horrible, te dije cosas feas...debí de darme cuenta por todo lo que estabas pasando.
La menor estiró la mano tomando la mano de su primo que se encontraba sobre la mesa, de todas las personas, Zed y Alexander habían sido las que menos daño le hicieron, también comprendía que al igual que ella estuvieron pasando un mal momento.
—Está bien, tú tampoco la estabas pasando bien —Anired le apretó la mano de forma cariñosa—, yo tampoco estuve para ti cuando me necesitaste...tenía que apoyarte cuando te obligaron a aceptar todas las cosas de golpes, no estuve para ti tampoco.
—Pero, tú nunca me dijiste cosas tan feas como las que yo te dije, siempre trataste de animarme, Nired —se veía la tristeza en los ojos de ambos primos—...en cambio yo ni siquiera noté todo lo que estabas sufriendo.
—Ambos cometimos errores y está bien —Anired parecía demasiado tranquila—...lo importante es que las cosas vuelvan a ser como antes.
—Perdóname...te extraño mucho, es demasiado raro no tener a mi compañera de aventuras y otra mitad —pidió Zed tomándole la mano con ambas manos—...creo que nunca habíamos estado tanto tiempo separados.
—También perdóname por no poder apoyarte cuando las cosas se salieron de control —Anired soltó la mano para ponerse de pie, Zed la imito—...quiero que todo sea como antes, que andemos para todos lados juntos, que planeemos bromas y que trabajemos en Sortilegios Weasley para vender más que los impostores y que Freddos.
—Yo también lo quiero —Zed dios varias largas zancadas para terminar frente a ella—...extraño que me ayudes a estudiar y que seas la que siempre tiene ideas locas para acabar metiéndonos en alguna travesura.
—Te extrañe.
Murmuró Anired abrazando a su primo, el rubio de inmediato le correspondió el abrazó besándole el largo cabello.
Por fin, el mundo de la azabache se volvió a reconstruir poco a poco, recuperando todo lo que había perdido por culpa de Deyan, se daba cuenta de toda la falta que le hizo Zed, al igual que sus hermanos y demás amigos.
Quería volver a ser fuerte, fuerte para ellos y poder confiar en que nadie la volvería a traicionar.
Solo quería ser plenamente feliz.
Zed se sentía más animado, era como si las cosas se volvieran a acomodar, Anired de nuevo estaba a su lado, y la relación con Alexander iba mejorando, esperaba que en algún momento regresaran a ser pareja, pero ahora estaba bien como las cosas se encontraban.
Quizá en algún momento todos tendrían lo que tanto añoraban.
⚜⚜⚜
El estómago le dolía y la necesidad de comida se hacía cada vez más fuerte, pero debía de esperar hasta que el almuerzo en el gran comedor terminara y todos fueran a sus clases, de esa manera podía escabullirse.
Miraba a Stella comiendo animadamente, no parecía nada preocupada, aunque claro no le contó nada de lo que lo atormentaba, si lo supiera muy probablemente no estaría tan tranquila...aunque siendo sinceros, no era muy inteligente como para caer en cuenta de la situación. En algunas ocasiones se cuestionaba si solo estaba con ella porque era bonita, no negaría que sentía algo especial por la castaña, pero podría fácilmente confundirse debido a todos los años que se conocían.
Soltó un suspiro recorriendo toda la mesa de Slytherin, donde pudo ver a Lorenzo junto con Valentia, ambos platicaban animadamente, parecían muy felices. En momentos como esos extrañaba a Moldovan, siempre creyó que serían mejores amigos durante toda la vida, desde el primer año en que entraron a Durmstrang formaron una sólida relación amistosa, apoyándose y confiando el uno en el otro, recordaba todas las aventuras que compartieron al igual del cómo se defendía, Deyan incluso lo llegó a cubrir de Lyubomir para que no se ganará un castigo físico.
Valentia también fue considerada de sus mejores amigas, podía pasar horas platicando con ella y esa actitud tan relajada siempre le había relajado, a su lado era como si nada importara más que vivir el momento.
Lamentablemente esos recuerdos solo vivían en su memoria, ninguno de los dos rumanos le hablaban ya desde aquella vez que irrumpieron en su habitación, ni siquiera le dirigían la mirada, era como si no existiera para ellos.
¿Cómo es que podían apartarse tan fácil?
Era como si nunca les hubieran importado esos años de amistad que tan fácilmente desechaban de buenas a primera.
Pero, todos sus problemas eran por culpa de ella.
De esa azabache que sonreía a lado del mellizo mayor para extenderle algo a Valentia.
Esa mocosa se estaba quedando con todo lo que le pertenecía: la fama, sus amigos e incluso por culpa de Anired lo habían sacado del equipo oficial de Quidditch de Bulgaria.
Lo peor de todo es que no podía decir todo lo que ella le hacía, una porque nadie quería creerle y dos porque el estúpido hechizo que le puso el auror que siempre estaba con ella seguía en él, provocándole un horrible vomito lleno de sangre y tachuelas cada que quería decirlo.
La odiaba.
Los ojos grises se toparon con los de él, eran distintos, por un momento reflejaron un enorme vacío para llenarse de diversión y ese brillo que observó el día que lo envenenó con ese extraño té, lo miro por unos segundos más para después volver a ver a su hermano.
Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Deyan, temiendo lo peor.
—¿A dónde vas?
Cuestionó Domerling al verlo ponerse de pie de golpe.
—Olvide un libro en el barco...
Fue lo único que respondió tomando su mochila y alejándose de la mesa lo más rápido que podía sin poder eliminar la sensación de temor que provocaba que su corazón latiera con fuerza y un extraño nudo se le formará en el pecho como si algo muy malo estuviera a punto de pasar.
El caliente aire le golpeó el rostro una vez que salió del castillo.
Por más que buscaba una buena solución no encontraba la forma de que las cosas volvieran a ser como antes, incluso sus padres desconfiaban de él.
Viktor ya había hablado con Fred, el cual le explico la situación; el búlgaro mayor, aunque no lo dijera abiertamente sentía que su hijo si era capaz de lo que lo acusaban, lo peor que sabía que en cualquier momento Deyan podría terminar en Azkaban si es que Anired decidió declarar de manera oficial ante el Departamento de Seguridad Mágica.
Sin embargo, Deyan aún se aferraba a decir que eran puras mentiras y que no había hecho nada, que la menor lo acusaba de eso debido al enorme rencor que le guarda porque la había dejado para comenzar una relación con Stella.
Su madre, Hermione, parecía contrariada ante las noticias, por un lado, parecía a punto de creer en las palabras de los Black-Weasley, pero por otro aún parecía apoyarlo. Aunque permanecía en un debate interno, pues quería creer que su único y amado hijo no sería capaz de hacer esas cosas tan horribles que se le acusaban.
Deyan entró al barco, la cabeza le dolía y en ocasiones se sentía mareado, pues su ingesta de alimento era demasiado pequeña para alguien como él.
Pero, todo era porque vivía atormentado al no saber qué cosa podría tener veneno.
Al parecer Anired era más lista y sigilosa de lo que pensó.
Ya iban más de cinco veces que le daba ese estúpido veneno que lo hacía vivir una tortura en carne viva dejándolo agotado física y mentalmente, también le había administrado otro que lo dejo sin dormir por una semana y el último fue uno que le provocó una diarrea tan fuerte que termino sangrando, ya no se podía fiar en que comer o tocar por miedo a que tuviera veneno.
Y, estaba demasiado seguro que algo le había hecho a Asen Lyubomir, se encontraba en un estado de alerta exagerado, parecía tener alucinaciones y estaba muy seguro que no dormía pues varias veces se lo topó por los pasillos del barco con un aspecto cansado y demacrado.
Era como si Anired no quisiera matarlos de buenas a primeras, si no atormentarlos tanto física como psicológicamente provocándoles poco a poco un delirio de persecución ya que de manera lenta comenzaban a temer a todo lo que los rodeaba y nadie parecía creer en ellos.
Deyan no pudo evitar sonreír amargamente, al darse cuenta que de una u otra manera eso fue lo que experimentó Anired Georanne durante varios meses.
Se dirigió rápidamente a su dormitorio maldiciendo por lo bajo.
Anired estaba demasiado equivocada si pensaba que se iba a quedar sin hacer nada.
Si bien no podía tocarla porque tenía a ese estúpido auror cuidándola y tampoco a sus idiotas hermanos, existía alguien de quien se encargaría de una u otra manera:
Maxence D'Acanto.
Si eran tan unidos como aparentaban, definitivamente le dolería verlo mal a él dándose cuenta de que nunca debió de provocarlo, aparte que de esa manera también se vengaría del rubio y enseñarle de una vez por todas que no era nada comparado con él.
Con ese pensamiento fue a su armario para buscar algunos chocolates que tenía guardados para que saciaran su hambre.
[...]
—Si te caes, te vas a resfriar....
Comentó viendo a la menor que caminaba en la orilla del lago, dejó el cuaderno a un lado prestándole más atención.
Por más que trataba de buscar alguna idea o pista sobre la tercera prueba le era demasiado difícil, no lograba imaginar en qué consistiría.
—Solo estás con ese cuaderno y no juegas conmigo, ni tampoco me besas...
Murmuró con un puchero, mientras más pasaba tiempo con ella le gustaba aún más, una de sus facetas favoritas era cuando se comportaba como una pequeña niña berrinchuda.
—Lo siento —respondió poniéndose de pie—, es solo que estoy algo preocupado por la tercera prueba, no sé a qué se puede enfrentar mi hermana...y tu hermano.
Anired suspiro, solo Khalil y ella conocían la tercera prueba, había buscado la manera de decirles, pero eso implicaría tener que explicar cómo lo supo, y realmente no se le ocurría ninguna buena excusa.
Maxence dejó sus cosas sobre la hierba para ir con ella, era la tarde del viernes, las clases por fin llegaron a su fin dándoles tiempo para pasar juntos.
Dentro de un mes y dos semanas tendría que regresar a Francia, al castillo de Beauxbatons y no le agradaba la idea para nada, sin embargo, no sabía cómo hacer para quedarse en Londres.
No podía negar lo temeroso que estaba por irse lejos de Anired.
¿Si alguien más lograba enamorarla? ¿Si se daba cuenta que él no valía la pena?
El pecho le dolía a tan solo imaginarla en brazos de otro, lo peor era al recordar las palabras del profesor Dean, era evidente que el auror que la merodeaba tenía un sumo interés sobre ella, estando él lejos, Khalil podría aprovechar la oportunidad para estar a su lado y no podría hacer nada.
—¿Qué tal si es un laberinto?
Comento como sin nada, podría decirle algunas ideas a Maxence sacándolas del pergamino que leyó, quizá de esa forma podría advertirles de que trataría.
—¿Cómo?
Max caminaba a su lado, Anired extendió la mano para tomar la del varón y entrelazar los dedos.
—En el torneo de mil novecientos noventa y cuatro la última prueba fue un laberinto, tuvieron que enfrentarse a distintas cosas para finalmente recuperar el cáliz de fuego—le explico viéndolo de soslayo—, han usado cosas parecidas, quizá por comodidad se vayan por lo mismo.
—Es una buena opción, sería algo fácil de hacer—le sonrió y guiñó el ojo—, eres demasiado inteligente.
—Ya lo sé —respondió con soberbia ganando la risa de Max—...ven.
Pidió Anired deteniendo su caminata.
—¿Pasa algo, mein herz?
Maxence se inclinó dejando un corto beso en sus labios.
—Quiero intentar algo.
—¿Qué es?
Maxence adoraba ver como las mejillas de Anired pasaban de ser pálidas a tener un adorable sonrojo que la hacía ver demasiado bonita.
La azabache se mordió el labio, se recogió el cabello en una coleta dejando libre su cuello, ya que utilizaba una blusa con cuello en "u" dejando ver las clavículas marcadas.
—Dame tu mano.
Pidió la mano libre del más alto que la extendió siguiendo sus movimientos con curiosidad, Anired le guio la mano hacia su fino cuello de manera lenta.
—¿Quieres...?
—Solo...quiero acostumbrarme a tu tacto—explico rápidamente—...sé que no me lastimaras...pero...aun no me acostumbro a no tener miedo.
—Lo haré tan lento como quieras.
Anired asintió, Max dejaba que guiaba su mano y paseo las yemas de los dedos de manera lenta sobre la suave piel del cuello de la más baja que se estremeció al sentirlo.
Los dedos de Max acariciaban el cuello de Anired de manera lenta, formando círculos invisibles, Anired en ocasiones cerraba los ojos o se estremecía, llegó un punto en el que no le resultaba incómodo o provocaba temor, sino hasta era relajante.
—Parece gustarte —el alemán miro a todos los lados en busca de que nadie los viera para agacharse un poco más, el cálido aliento golpeó el cuello de la azabache—... ¿Está bien que lo haga así?
Con lentitud dejó un pequeño beso en el cuello de la más baja, que apretó la mano del rubio mordiéndose el interior de la mejilla.
Esperó unos cuantos segundos y volvió a repetir la acción esta vez besándola de manera húmeda, pero de manera corta, Anired apretaba su mano por unos segundos y se relajaba de inmediato lo que tomo como buena señal para repetir la acción haciéndolo mucho más lento.
Al inicio el miedo se hizo presente, pero de manera lenta comenzaba a disminuir pasando por una cálida sensación y disfrutando de los labios de Maxence que besaban la piel de su cuello dejando un pequeño rastro de saliva.
Todo parecía ir mejorando poco a poco, hasta que D'Acanto succiono un poco para morder.
—¡Anired!
Exclamó el rubio cuando la azabache retrocedió rápidamente terminando en el lago, y ya que lo sostenía de la mano lo arrastró consigo.
Como estaban en la orilla solo terminaron mojados, pero sin correr el riesgo de ahogarse.
—¡Por Merlín, lo siento...Max! —murmuró apenada mientras se hacía el cabello hacia atrás ya que se le pegaba en la frente.
—Hey —llamó acercándose a ella— ¿Estás bien? ¿No te golpeaste con las piedras?
Interrogó tomándola del rostro con delicadeza para ver que no tuviera ninguna herida.
—S...sí estoy bien ¿Tú no te lastimaste?
Las manos de Anired terminaron sobre las del varón para verlo fijamente.
—Estoy bien —-Max le sonrió acercándose más para dejar una pequeña distancia entre ambos—...tal vez no debí de ir tan rápido...
—Me puse nerviosa, lo siento.
Max rozó sus carnosos labios hablando contra ellos.
—No tienes nada de qué preocuparte, bonita —Anired no evito sonreír ante el apodo, siempre la llamaba en alemán, pero diciéndole bonita en su idioma con un acento ronco le resultaba espectacular—...eres hermosa...
Murmuró para cortar toda la distancia que los separaba, esta vez Maxence fue el que inició con dominancia, sus movimientos eran bruscos como si no quisiera dejar escapar ni un solo suspiro que pudiera dar, la lengua escavo con profundidad recorriendo esa pequeña boca que ya parecía conocer a la perfección.
Las manos de Anired se detuvieron en el torso del rubio donde la camisa empapada se le pegaba sintiendo más cerca la piel del más alto, ninguno parecía querer romper el beso, ya que se separaban por segundos para tomar un poco de aire y continuar besándose en medio del lago negro.
Los besos apasionados duraron varios minutos hasta que una fuerte lluvia se hizo presente obligándolos a salir corriendo del lago, ambos se dirigieron al castillo para refugiarse.
Por petición de la azabache, terminaron dentro del baño de prefectos.
Maxence se encontraba frente de la gran bañera, solo tenía su bóxer en lo que secaba la ropa con un hechizo de aire caliente. Una toalla se hallaba en sus hombros dejando que pequeñas gotas traviesas recorrieran el pecho y abdomen masculino.
Escuchaba como la ropa de Anired caía al suelo, ella se encontraba al otro lado del baño por donde estaban los lavamanos dejando un poco de privacidad entre ambos.
No negaría que quería aprovechar la oportunidad e ir a verla, pero tampoco quería incomodarla.
Estando a lado de ella le era imposible controlar su lado hormonal, dejando que en ocasiones fueran sus más bajos instintos lo controlan.
Deseaba demasiado a Anired.
Anired estaba dejando de ser una niña para convertirse en una mujer, y eso lo había notado cada vez que la abrazaba o tomaba de la cintura.
La azabache menor seguía el tratamiento tanto médico como psicológico, incluso comía cada vez un poco más, ganando peso y dejando ver que su físico sería demasiado parecido al de su madre.
Pasó los dedos lentamente sobre su estómago, ya no era completamente plano, no negaría que le aterraba verse de esa manera en el espejo, parecía volver a estar gorda, sus delgados dedos subieron hasta las costillas que aún se marcaban un poco, recordaba que antes los huesos resaltan mucho.
Tenía un enorme debate mental, no quería ser gorda, pero tampoco quería que sus huesos se volvieran a marcar, era un mar de pensamientos, de ratos se sentía triste, pero al escuchar las palabras de aliento de su familia ese sentimiento era remplazado.
Aunque no pudo evitar poner una pequeña sonrisa traviesa al ver que nuevamente estaba llenando el sostén negro que cubría sus senos, indicando que no tenía el pecho plano.
Y una extraña pregunta se le grabó en la cabeza:
¿A Maxence le gustaría su físico? ¿Le resultaría atractiva físicamente?
Anired se encogió contra sí misma, ella no tenía un hermoso cuerpo como las mujeres que lo volteaban a ver, seguramente él se aburriría tarde o temprano de su cuerpo de niña gorda.
Con esa idea tomó bruscamente una bata de baño para cubrirse sintiéndose asqueada consigo misma.
Alzó su ropa sintiéndola completamente mojada, recordando que D'Acanto se quedó con su varita.
Trago saliva aferrándose más a la bata de baño que le cubría el cuerpo, no quería que Max viera lo asquerosa que era, si se daba cuenta de cómo era realmente sin duda se alejaría de ella.
Sus pasos fueron lentos y cuidadosos para no resbalarse terminando con un golpe contra el suelo, se dirigió a donde estaba el rubio quedándose estática al verlo a punto de bajarse el bóxer, las traviesas gotas le recorrían la piel paseándose por el marcado abdomen dirigiéndose a la pelvis donde se resaltaban dos rayas a los lados formando el cinturón de adonis, incluso alcanzó a ver un poco corto y rubio vello púbico.
Los ojos azules la atraparon viéndolo, sintió el rostro arderle ya que tenía el bóxer un poco abajo dejando ver el inicio de su miembro, Anired dejó caer la ropa que tenía en las manos con las mejillas extremadamente rojas.
Maxence atino a acomodarse de inmediato el bóxer de manera torpe.
—M...mein herz...
Murmuró, era un mar de sentimientos, la sangre caliente recorría su cuerpo juntándose en la pelvis sintiendo el inicio de una erección al no poder apartar los ojos de la Black-Weasley que usaba solo una bata de baño frente a él, el cabello caía a los costados de su rostro completamente mojado y diminutas gotas que le recorrían la barbilla se perdían en el canalillo de sus senos que se asomaba por el escote de la bata descuidadamente cerrada.
—Y...yo...debí de hacer ruido —respondió Anired entre balbuceos, los profundos ojos grises recorrían el cuerpo del varón frente a ella y sin ningún disimulo los detuvo en la incipiente erección que se marcaba en el bóxer negro aun mojado—... ¡Mierda!
Masculló apartando la mirada de inmediato cuando sintió los ojos de Max sobre ella, sin dudarlo se había dado cuenta de lo que miraba.
—Eres injusta—comentó Maxence recuperando el brillo de diversión en los ojos y una sonrisa coqueta, dio unos cuantos pasos para detenerse frente a ella—...tú estás viéndome muy fijamente cuando estoy casi desnudo...en cambio yo no puedo ver nada...
Los ojos azules fueron cubiertos por una sombra de morbo y excitación recorriendo el cuerpo de Anired de manera lenta.
—Lo...lo vi sin querer...
—Pero, has mantenido la mirada por mucho tiempo...no es que me moleste—pasó los largos dedos por el cuello de la bata dirigiéndolos al escote—...pero...me llevas delantera ¿no crees?
Anired dejo que los traviesos dedos de Maxence jugarán con el escote de la bata sin descubrirla.
—F...fue un accidente...
Anired parecía un pequeño conejo nervioso viendo a todos lados para evitar los ojos azules del alemán que le hablaba con una voz ronca, el calor de repente se volvió sofocante para la azabache.
—Mírame.
Ordenó, el tono de voz de mando de Maxence y su mano tomándola de la barbilla para obligarla a verlo le resultó demasiado atractivo provocando que sus piernas temblaran y el corazón se le acelerara.
—L...lo estoy haciendo.
Los húmedos labios rozaron el dedo pulgar del rubio provocándole un escalofrío y que sintiera el bóxer más apretado, la otra mano que se encontraba en el escote lo hizo lentamente a un lado dejando ver el inicio del sostén junto con el tirante que contrastaba contra la pálida piel salpicada por pequeños lunares.
—Quiero ser el único que veas de esa manera tan sumisa, Anired...
La mirada de Anired era expectante ante sus palabras y acciones, con un brillo de inocencia, pero también una sumisión como si fuera hacer lo que él quisiera, pero Maxence sabía muy bien que era una trampa, cuando menos lo esperara la del control iba a ser ella.
—Siempre has sido al único que miro de esa manera...Maxxie...
El rubio trago saliva, se volvía débil ante ella y más cuando decía de esa forma tan deliciosa ese tonto apodo, era una forma de tentarlo para que cayera ante Anired como siempre lo hacía.
Los labios de Max se dirigieron al hombro que ya se encontraba expuesto cuando movió la bata para dejar un húmedo beso seguido de una pequeña mordida.
—Me gusta tanto como hueles...
Murmuró aspirando el aroma tan característico de Anired; frutos rojos y canela, pero al estar así de cerca de su piel pudo reconocer otro olor más, era demasiado dulce y suave que nublaba todos sus sentidos, de nuevo el pensamiento y deseo de estar dentro de ella surco su mente, estaba seguro que se sentiría en la gloria cuando sus húmedas paredes vaginales abrazaran su erecto pene, sentía perder la cabeza al tan solo imaginarlo.
Un suave gemido escapó de los labios de Anired, los dientes de Max le rozaron con suavidad la piel, mientras las manos que la sujetaba de la barbilla bajó hasta su cintura para acariciarla bajando lentamente a la cadera, a pesar de tener la bata sentía la gran y áspera mano del rubio estremeciéndola por completo, el calor se encendió en lo profundo de su abdomen y por impulso frotó los muslos buscando un alivio para su palpitante núcleo.
Maxence sonrío contra la piel de la menor haciendo a un lado el tirante del brassier para dejar un húmedo camino de besos por donde antes estaba, pasaba la traviesa lengua y succionaba formando pequeñas marcas rojas que desaparecían al instante, la piel de Anired era más suave de lo que imaginaba.
Sentía su erección palpitar, estaba tan duro que podría destrozar a Anired mientras las cogía, esos pensamientos oscuros salían cada vez más, dejando salir a flote el enorme deseo y las ganas reprimidas que mantenía por la Black-Weasley desde hace meses.
—Max...
Jadeo la azabache cuando succiono en el inicio de su pecho y dio un pequeño mordisco, Max guio las manos a la abertura de la bata para hacerla hacia atrás deslizándola por los cremosos hombros de la azabache, Anired dejo que la prenda terminará en el suelo quedando en ropa interior frente a él.
El rubio se alejó unos centímetros para poder observarla de manera lenta, piel completamente blanca salpicada por pequeños lunares, un sostén negro y una braga con figuras de gatitos adornándola, parecía tan dulce e inocente y al mismo tiempo tan provocativa con ese sonrojo y mirada tímida.
—Deja de verme de esa manera...
Pidió Anired a punto de cubrirse con los brazos, el varón la detuvo para sonreír como el gato de Cheshire ante la imagen frente a él, los pechos no eran muy grandes, pero le gustaban como lucía, su cuerpo ya no era tan delgado y la cintura se marcaba terminando en unas buenas caderas, Maxence quería ver por detrás, siempre le había gustado el trasero de Anired y ahora podría tener la oportunidad de verlo solo en esas pequeñas bragas que estaba muriendo por quitar.
La menor se sintió algo cohibida ya que solo la veía y no hablaba, ¿estaba buscando la manera de irse? Probablemente, así que decidió tomar la delantera para tratar de darse la vuelta e ir por la bata que yacía en el suelo, sin embargo, el rubio no se lo permitió tomándola de las muñecas para atraerla a él dejando que chocara contra su caliente pecho.
—¿Por qué quieres huir de mí, Kleiner Hase?
Murmuró contra su oído con voz ronca para morderle el lóbulo y lamerlo lentamente, después de unos segundos soplo estremeciéndola.
—No decías nada...
—Estaba tratando de grabar tu imagen en ropa interior —acarició los delgados brazos de Anired para pasar tanteando su silueta deteniéndose en la cintura—...eres tan preciosa —le dejo un pequeño beso en los labios—...tan jodidamente caliente—beso la comisura de sus labios—...me tienes completamente loco— le beso la barbilla dejando un suave mordisco—...y completamente duro —dejo un fugaz beso en el cuello de la azabache que la estremeció—...tan duro que quiero cogerte hasta romperte...
Las palabras de Max eran sucias y provocaban más que salieran a flote los deseos de Anired la que ya no sabía si su braga estaba húmeda debido al agua del lago negro o debido a los fluidos que salían de ella, sus pezones erectos rozaban el sostén dándole una sensación incomoda, su cuerpo ardía a espera de las caricias de D'Acanto que le besaba los hombros y mandíbula bajando peligrosamente hacia sus pechos.
Max se entretuvo en el canalillo de los pechos, dejando suaves besos mientras el dulce aroma lo emergía controlando por completo sus sentidos. Su mano fue a uno de los tirantes para moverlos suavemente hasta que lo deslizó por el hombro, tuvo que tragar saliva al ver el inicio de la aureola del pezón de Anired, gracias a la tenue luz del baño alcanzaba a distinguir un pequeño color rosado.
—Ven aquí.
Murmuró Max alzándose para besarla cosa que fue devuelta de inmediato, las pequeñas manos de Anired serpentearon los hombros del más alto formando un camino hasta el corto cabello de la nuca de Max, que en esos momentos ya no era rubio si no rojizo gracias a la gran excitación y pasión que lo recorría.
Las grandes manos del rubio descendieron por la espalda de la más delgada hasta detenerse en la curvatura del trasero y apretarlo con suavidad hacia él, disfruto de la sensación de la braga y la piel de Anired, sus nalgas se amoldaban perfectamente a las manos traviesas del alemán que las manzanas con un poco de fuerza para no llegar a lastimarla.
La empujó hacia él y Anired de inmediato brincó suavemente terminando con las piernas alrededor de la cadera de D'Acanto que sonrió separándose cortamente.
—Me encantas, Anired Georanne.
Murmuró caminando hacia los lavamanos con cuidado de no resbalarse.
Una vez en el lugar que quería la colocó sobre el lavamanos provocándole un escalofrío por el frío del mármol.
Las manos de Max acariciaban los pálidos muslos y se inclinó para besarle los hombros mordiendo con delicadeza la piel para dejar marcas rojizas a los costados de los tirantes del sostén.
—Mmh...Max—llamó la menor jalando suavemente el cabello para que alzara el rostro—...Max...
Volvió a llamar, le dejó un húmedo beso para levantar la cara, Anired pudo ver los ojos azules con la pupila completamente dilatada, una mirada hambrienta y deseosa por ella.
—¿Pasa algo, mein herz?
Las mejillas de la menor se volvieron más rojas ante el tono completamente ronco del alemán dando una voz más grave.
Llevó las puntas de los dedos para acariciarle el rostro de manera suave, toque que relajó el cuerpo del varón al instante, para que después su rostro se volviera completamente rojo ante las palabras que le dijo
—: Me gustas, Maxence...
Soltó de repente dejando boquiabierto al alemán, ya que era la primera vez que lo decía tan abiertamente dejándolo embelesado ante la imagen frente a él: Anired semi desnuda, con las mejillas sonrojadas, el cabello despeinado y los labios rojos e hinchados.
Trago saliva sintiendo la garganta seca.
—Me gustas mucho más, Anired.
Respondió con una gran sonrisa para estrellar sus labios contra los de ella.
—...no te imaginas cuánto quería escuchar esas palabras —susurra Max contra sus labios.
—Tal vez las escuches muy seguido.
Se sonrieron sobre los labios volviéndose a besar con la misma fuerza, las piernas de la azabache apretaban la cadera del rubio contra ella sintiendo la erección contra su palpitante y mojado núcleo.
Debido a la humedad de ambos el toque se sentía mucho más, Max daba movimientos pélvicos contra ella imitando una suave embestida y jadeando levemente, las gotas de sudor y agua resbalaban por ambos cuerpos semi desnudos, el calor y la tensión inundaban el baño empañando el espejo detrás de Anired.
Las manos de Maxence pasearon de los muslos a la cadera subiendo de manera lenta por la espalda dando caricias y deteniéndose en el broche del brasier con el que jaló suavemente jugando con él.
Sus besos bajaron por la mandíbula, evitando el cuello para llegar al pecho dando besos y lengüetazos sin dejar mover la pelvis para rozar ambas intimidades provocando una deliciosa fricción que los volvía ansiosos de más.
Los habilidosos dedos del alemán lograron abrir el broche para que los tirantes se deslizaran sobre los finos brazos.
Max levantó la cara para ver como los pechos de Anired quedaban desnudos ante él, notando los pequeños pezones rosados que se erguían cuando quedaron sin protección, su piel era igual de pálida en todo su cuerpo y un pequeño lunar con forma de media luna resaltaba en el costado interno de la blanquecina montaña.
Anired bajo las manos de los hombros del rubio tratando de cubrirse la desnudez.
—Son bonitos —alabo Maxence apartando la mirada de los senos desnudos viendo el rostro rojo de la menor—... ¿Quieres ponerte de nuevo el sostén?
—E...estoy plana...
Murmuró mordiéndose el labio inferior.
—Eres perfecta, mein herz—Maxence se la ayudó a deshacerse del sostén dejándolo a lado de ellos—...no estás plana...
Y no mentía, si bien no era una talla muy grande, le resultaba más que perfectos estando seguro que cabrían en sus manos.
Volvió a donde estaba antes para besar los senos desnudos, sus húmedos labios y lengua recorrían la piel frente a él, volviendo a mover la cadera para frotarse contra ella, las manos de la menor terminaron en sus masculinos hombros para acariciarlos pasando las uñas suavemente por la piel estremeciéndolo en el proceso.
Maxence sentía su pene completamente erecto y más duro, tanto que le dolía, pero no podía evitarlo la humedad de Anired lo estaba volviendo loco, quería quitar esas únicas dos prendas que los separaban para probarla realmente.
—Mueve ese dulce coño contra mí, hasta que hagas un desastre entre tus bragas y mi bóxer...
El estómago de Anired se retorció ante su voz; palabras de terciopelo mientras sus labios le rozaron el erecto pezón.
El tono de Max era profundo. Como si hubiera sido hecho en un infierno y luego tejido a través de la seda. Una suave caricia que incendiaba todos sus sentidos incentivando a frotarse contra él, los gemidos se hacían más fuertes nublando el juicio del rubio.
Una corriente eléctrica recorrió a Anired cuando la juguetona lengua de Max envolvió su pezón llenándolo de saliva, era la primera vez que experimentaba algo como eso y lo comprobaba, definitivamente era mucho mejor sentirlo en carne propia que leerlo en aquellos libros eróticos que guardaba recelosamente.
Maxence paso la lengua sobre el dardo de carne sintiéndolo endurecer por algunos segundos disfrutando de las uñas de la menor enterrándose en su piel, finalmente se lo llevó a la boca rodeándolo con los labios y ahuecando las mejillas mientras chupaba midiendo la fuerza para no lastimarla.
Anired echaba la cabeza hacia atrás con la mirada nublada por el placer que nunca creyó sentir en un acto como ese.
—Mm..Maxxie...ah
El nombre del alemán escapaba de sus labios siendo el único sonido que llenaba el baño de prefectos junto con el que Max producía al chupar los pezones de Anired como si nunca quisiera dejar de hacerlo, alternaba la boca y caricias con la mano en el pecho libre.
Atrapó el pezón lleno saliva entre el dedo índice y pulgar frotándolo suavemente para después amasarlo, lo acariciaba con toda la mano, provocando que la menor se frotara aún más contra él debido a la sensación de sus manos bruscas sobre ella.
La nube de placer y lujuria que cubría a ambos fue rota al escuchar cómo movían la manija de la gran puerta, sin embargo, a Maxence no le interesó mucho para continuar brindando toda la atención que podía a los pechos de Anired.
—Max—Murmuró Anired dándole pequeños golpecitos en los hombros tratando de alejarlo— ¡Maxence!
Grito en un susurro, el rubio de mala gana se separó dejando el pequeño pezón completamente rojo e hinchado al igual que el otro, un hilo de saliva iba desde sus labios hasta el pequeño bulto de carne.
—¿Por qué me llamas Maxence y no Max o Maxxie?
Se quejó haciendo un puchero, Anired le hizo una seña para que guardara silencio señalando la puerta con la mirada, el mayor volteo de inmediato viendo como la manija se movía al igual que el ruido de alguien que intentaba entrar.
Max maldijo en alemán para verla por unos segundos más, grabándose la imagen de Anired con el torso desnudos y un enorme sonrojo, al igual que varias marcas rojas y de mordidas recorriéndole los pechos y hombros.
No evito sonreír al saber que fue él quien causó todas esas marcas.
—Tienes que vestirte—la menor hablaba en voz baja para quitar las piernas de la cadera de Maxence y tomar su brasier—...saldré primero y tratare de convencer a la persona que esté afuera de ir a otro lado, momento que tu aprovecharas para salir ¿entendido?
Maxence asintió dejando un corto beso en los labios de la Black-Weasley para alejarse.
—Esto no se queda así, Anired...
Advirtió Max señalando su notoria erección, la azabache solo giro el rostro avergonzada y trató de colocarse de la manera más rápida que pudo el brasier, aunque debido a los nervios batallo para abrocharse.
Maxence se rió entre dientes para ir por la ropa de la Black-Weasley que secó de inmediato y se la devolvió para dejar que se vistiera mientras él la imitaba.
De reojo observaba sus movimientos, admirando el trasero de Anired cubierto por la braga, se veía demasiado apetecible.
Estaba más que seguro que no sería la única vez que estarían en ese tipo de situación, porque con ella no podía mantener sus deseos y carnales instintos a raya, Anired provocaba que su cuerpo reaccionara por sí solo rompiendo todo el autocontrol que tenía.
La menor se terminó de vestir para acomodar el cabello, gracias a Merlín no tenía ninguna marca roja en el cuello, más que los labios hinchados y una pequeña mordida en el inferior, cosa que tratara de disimular lo mejor posible.
Anired le dio una última mirada y una pequeña sonrisa para salir de ahí, sintiendo las piernas a temblar, estaba demasiado sensible y su cuerpo se sentía caliente.
—¿Qué hacías ahí?
Cuestionó el azabache mayor frente a ella que la miraba con suma curiosidad, no pensó que fuera su hermana la que estuviera en el baño de prefectos.
Anired lo miro por unos segundos para sonreír como siempre.
—Es que hace rato me caí en el lago y vine a tomar un baño...
Explicó con facilidad tomándolo del brazo para tratar de que caminara con ella, si Regulus entraba en esos momentos atraparía a Maxence y sin dudarlo lo golpearía.
—¿Estás bien? ¿No te lastimaste?
Cuestionó a Regulus olvidando que iba a bañarse a pesar de llevar su cambio de ropa en la mano libre.
—Estoy bien, me resbale sin querer —realmente no mentía, solo emitía pequeños detalles—...y como no quería mojar la sala común decidí venir directo aquí, ya hasta seque mi ropa...
—Está bien, me alegro que no te haya pasado nada...aun así...quede de bañarme y de ver a George Sirius en la sala de Slytherin, así que te alcanzo en un rato ¿te parece?
Anired sintió los nervios recorrerla cuando se soltó de su agarre para darse la vuelta, era evidente que le urgía bañarse ya que estaba sudado, probablemente estuvo jugando Quidditch.
—Reggie—llamo Anired colgándose del brazo del mayor—...acompáñame a la cocina...
El azabache se giró para verla topándose con uno de sus pucheros, parecía una niña pequeña viéndolo fijamente.
—Pero...me tengo que bañar...
—Últimamente solo estás con George Sirius y conmigo no pasas tiempo—murmuro con un tono de voz suave viendo el suelo con tristeza— ¿Ya no me quieres? Ni siquiera me quieres acompañar a la cocina...
Regulus no evito sonreír para acariciarle el cabello con la mano libre recordando lo consentida que era su hermana, sin duda habían creado una niña demasiado berrinchuda.
—Está bien—cedió a su pedido—, vamos a la cocina.
Anired alzó el rostro para sonreírle enseñando los dientes y guiarlo de inmediato a la cocina, por esa vez había salvado a Maxence, pero definitivamente deberían de ser más cuidadosos o los atraparon.
⚜⚜⚜
Apartó la mirada de los documentos que leía para ver al pelirrojo que parecía extrañamente molesto y muy callado para ser él.
—¿Te pasa algo, cielo?
Cuestiono enarcando la ceja, últimamente tenía esa extraña actitud como si algo estuviera molestándolo.
Fred soltó un suspiro viendo los profundos ojos grises de su esposa, esos ojos que lo volvían loco desde que era un adolescente y el sentimiento nunca cambiaba por el contrario se volvía más fuerte.
—No es nada importante.
Murmuró frunciendo los labios.
Anirak no evitó sonreír, seguía con esa actitud infantil tan característica de él.
—Si no fuera importante no te estaría molestando desde hace días...
Fred se rindió destensando su cuerpo en el sillón que se hundió.
—¿Qué opinas de Maxence?
Anirak lo miró con confusión poniendo los documentos sobre la pequeña mesa ratonera y deslizándose del sillón de una pieza al de dos, donde se encontraba su pelirrojo esposo.
—¿De Max? —Fred asintió rodeándole los hombros para atraerla hacia él dejando que se recostara sobre su pecho—...es un buen muchacho, sé que parece tener un mal carácter y que nadie le agrada, pero una vez que le agarras el modo es una buena persona, aparte que siempre se ha preocupado por Anired y la trata de ayudar en lo que puede ¿por qué la pregunta? ¿No te agrada?
—No es eso...si me agrada—hizo una pausa besando el cabello de su esposa y acariciándole los hombros—...pero... ¿no crees que pasa mucho tiempo con Anired?
Anirak sonrió comprendiendo porqué de la nada sacaba ese tema de conversación, definitivamente estaba celoso.
—Es muy obvio que a Maxence le gusta nuestra hija —respondió con simpleza sintiendo como apretaba sus hombros con un poco de fuerza—...Oye, me vas a romper...
Se quejó con gracias, Fred se relajó al escucharla y le beso el hombro donde apretó.
—Lo siento—se disculpó de inmediato—... ¿sabes...si a Anired le gusta ese mocoso?
—Es muy probable —contestó, aunque sabía muy bien que a su hija le gustaba ese niño, era evidente aparte que ya había sacado el tema a flote con la azabache menor—...también es muy probable que estén saliendo...
Fred soltó un gruñido de enojo ante la imagen de su única hija besando a ese mocoso rubio que era tan parecido al Delacour mayor.
—De todas las personas a su alrededor ¿Por qué con el hijo de Lyssandre?
—¿Es por eso que estás molesto?
Anirak se removió para quedar frente a frente, Fred mantenía el ceño fruncido.
—¡Me ha estado llamando consuegro desde hace días, es demasiado molesto! —se quejó—...aparte...Anired es demasiado inocente para ese niño...
Anirak soltó una pequeña risita.
—Eso mismo decía mi padre de nosotros...y mirarnos...llevamos casados casi veinte años —le besó cortamente los labios, Fred de inmediato se relajó ante eso—, estoy segura que Anired estará bien ¿sí? Es normal que tenga más novios y me alegra que no siga pensando en Deyan...
Fred soltó un suspiro para abrazarla escondiendo el rostro entre el hueco que se formaba en medio del cuello y hombro de la más baja.
—No me molesta que tenga más novios...pero...quisiera que no se fijara en nadie del sexo masculino o de preferencia que no pensara en tener pareja, sería mucho más fácil proteger su frágil corazón—murmura sintiendo el aroma a frambuesa y frutos rojos de la azabache entre sus brazos, la que le acariciaba la espalda—...no quiero volver a verla mal, me mata verla llorar...ella y tú siempre han sido mi mayor debilidad, parecen ser tan frágiles y me aterra no poder protegerlas.
Anirak le beso la sien de manera cariñosa.
—No somos tan frágiles, Freddie —murmuró para ahora besarle la oreja—...veras que todo irá bien, y si por el caso contrario tú y yo debemos de estar para ella, no dejar que vuelva a caer ¿entendido?
—Entendido, muñeca...solo que a veces deseo tanto que volviera a tener unos cinco años —comentó de manera nostálgica—...extraño esos momentos cuando iba detrás de mí a todos lados, siempre como mi pequeña sombra...me da miedo que se vaya de lejos de nosotros...
—Sigue siendo tu pequeña sombra, cuando está aquí te sigue a todos lados—trato de animarlo—, sé que cuando era más chica pasaba todo el tiempo en la casa, pero ya es una adolescente pronto cumplirá la mayoría de edad —comento con una pequeña mueca, le costaba un poco admitirlo pues para ella Anired seguía siendo su adorable bebé—...es normal que conozca más personas y que tenga deseos de conocer el mundo con sus propios ojos...
—Y también me aterra eso, no todas las personas son buenas...
—Y por eso estamos nosotros para cuidarla —Anirak le acaricio la mejilla con suavidad—, te tiene a ti, a su amado padre para que la proteja de lo que quiera dañarla...sé que ella estará bien, aunque no lo creas es más fuerte de lo que aparenta—hizo una pausa para agregar con orgullo—: al final de cuenta es nuestra hija, tiene un poco de ambos...
—Tienes razón...
Fred en un movimiento logró que quedara sentada sobre sus piernas para poder besar a su amada esposa de manera húmeda y pasional, metiendo la lengua de manera inmediata convirtiéndolo en un beso francés.
Anirak llevó las manos a los botones de la camisa para comenzar a desabrocharlos y buscar como quitarlos, ambos querían aprovechar que la enorme casa se encontraba sola...
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¡Hola!
¿Qué les pareció el capitulo?
Como les dije en la nota del inicio ya empezaran las escenas de sexo explicito, jeje, entre otras cosas.
Por otro lado, entre 3-5 capítulos se termina el segundo acto, para que comience el tercero (aun no se si sea el ultimo).
¿Tienen algunas teorías sobre el tercer acto? ¿O qué esperan que suceda?
Bueno, nos leemos en unos días, lovu♥
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