Tres.
(Hola, les traigo una actualización larga, así que +350 comentarios para la próxima actualización❤️
Pd. ¿Quién creen que se confiese?👀)
Las hojas secas crujían bajo los zapatos tras cada paso que daba, el frío aire golpeó su rostro al salir de la casa con el ánimo por los suelos al darse cuenta que se encontraba completamente vacías.
—Ya buscamos en todos lados—la voz de su hijo lo hizo voltear para ver al rubio mayor con una mueca de cansancio y frustración—...no está Regulus ni Maxence.
La preocupación en el rostro de Freddos era evidente, había buscado por diversos lados a sus primos y parecía que la tierra se los había tragado.
Lyssane, Freddos, Zed y demás miembros del ministerio mágico de Francia se había encargado de las propiedades a nombre de Hermione Granger-Krum, pero en ninguna parecía haber rastros del búlgaro menor, de animandolos por completo tras cada minuto que pasaba, sentían que el tiempo se agotaba.
—No sé, no conozco mucho al chico—la voz de una mujer se hizo presente—, pero algo me dice que seguramente no esté en Bulgaria, supongo que sabría que sería a los primeros lugares que buscaríamos...
Lyssane miro a Olympe Laurent, era una vieja conocida gracias al trabajo en el ministerio, y había pasado tiempo juntas debido a que Laurent se desempeñaba como Directora del Departamento de Seguridad Mágica del ministerio Francés, por lo que era algo normal verla juntas.
Lys sabía que Olympe conocía a Maxence y Amalie de tiempo atrás, ya que era madre de uno de sus viejos compañeros, por lo que no le fue extraño verla algo cercana a ellos dos.
—Seguramente habrá huido con la ayuda de Stella o...de ese chico... ¿Reid?.. creo que se apellidaba así—comentó Zed con un gesto pensativo—...creo que eran los únicos que lo apoyaban con sus planes estúpidos.
Olympe miro al menor.
—¿Y cómo estamos tan seguros que fue Deyan?, quiero decir —hizo una pausa para ver a Lys—...tu hermano y Anirak... ¿no tienen más enemigos en común?...quizá, alguien más los quiera dañar.
—Estaría de acuerdo con lo que dices, si no fuera porque justo cuando desaparecen es cuando Deyan había logrado fugarse de su traslado a Azkaban—menciono la rubia—...y sabemos que Deyan no va detrás de ellos...si no que los está utilizando.
—¿Utilizando? —Olympe la miró sin comprender muy bien, seguía sin entender al nombrado Deyan y su actuar, era extraño que un chico de esa edad hiciera cosas como esas, lo creería más de un adulto que de él—... ¿entonces de que va detrás?
—De Anired —soltó Zed viendo a su hermano que asintió dándole la razón—, Deyan está usando a Regulus y Maxence para atraer a Anired...
—Comprendo que use a Regulus—Olympe se mordió el interior de la mejilla—...pero... ¿a Maxence?...ellos no tienen una relación, quizá lo entendería si hubiesen crecido como primos, pero...solo son conocidos, digo lo único que los une es que Maxence es hijo de Lyssandre...
Olympe, aun en esa situación, seguía sin querer aceptar que la relación de Maxence con esa niña fuera más cercana. Era inaceptable hacerse a la idea de que habría perdido la atención y el deseo del D ́Acanto por culpa de esa mocosa, simplemente no comprendía como Maxence se había fijado en ella, no era para nada su tipo.
Recordaba perfectamente que a ese chico le gustaban las mujeres mayores, y no estaba interesado en ninguna clase de relación, menos en alguien como Anired, que era lo que siempre detesto.
Recordaba que después de tener sexo, Maxence siempre se quejaba de sus compañeras de Beauxbatons, ya que la mayoría eran chicas de familias acaudaladas y niñas de papi, tal y como lo era Anired, siempre decía que eran unas apretadas, mimadas y que él nunca podría estar con alguien así ni como amigas, más porque siempre parecían querer ser protegidas y comportándose tan delicadas que le causaba molestia su actitud.
Anired era exactamente eso, tal vez Olympe no la conocía muy bien, pero había escuchado de ella, y sabiendo a la familia que pertenecía era evidente que se trataba de una niña sobreprotegida y mimada.
Por lo que no era algo normal en Maxence rechazarla por la azabache y mucho menos que dijeran que tenían una relación cercana.
Zed viró los ojos al recordar la relación de Maxence y Anired, fue peor cuando paso por su mente que hace unos días los vio juntos en el camerino de su prima, no era tonto, y estaba más que claro lo que había hecho por más que Anired decía que no fue así.
Maxence era su primo por parte de su madre, pero no lograba tolerarlo después de las cosas horribles que le dijo a Anired, que más que su prima, era su hermana a la que protegería y le evitará cualquier daño.
—Anired y Maxence son novios —sentenció Lyssane, tal vez eso no era cierto, pero no estaba de humor y mucho menos tenía tiempo como para explicar la relación de sus sobrinos—, Deyan es ex novio de Anired, creo que sabes un poco de esa historia, por lo que Deyan está usándolos para atraer a Anired o para dañarla, eso es lo que creemos, ya que es la persona que estos momentos tiene más razones como para hacer esto.
Olympe asintió apretando la mandíbula y maldiciendo internamente, aunque dentro de ella algo le decía que después de lo que vio la azabache menor hace unas noches, esa dichosa relación habría terminado, dudaba que después de todo lo que paso con Deyan, ella fuera capaz de soportar ver a Maxence besando a alguien más, por lo que quizá no debería de preocuparse y siendo sincera, Anired no era competencia para ella.
Olympe siempre había tenido una atracción por los hombres más jóvenes, pero su más fuerte debilidad siempre fue Maxence, que era simplemente hermoso, con ese rostro de facciones marcadas y varoniles, ahora se daba cuenta que muy probablemente era tan atractivo debido a su parte veela, pero a pesar de eso Olympe lo quería para ella, poseerlo como hace años y no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente, mucho menos a una niña que no tenía comparación con ella.
Lyssane miro su celular y después a sus hijos.
—Su padre me acaba de escribir y mandar una dirección—le explico con los labios fruncidos—, debemos de ir para allá, considera que es una pista o que incluso puede tratarse de donde están.
Comentó, evitando tocar el tema de que Anired había escapado de la casa Black para no preocupar a los dos menores que ya tenía suficiente en la mente como para agregar algo más.
—Vamos, rápido.
Dijeron los dos rubios rápidamente.
Lyssane asintió para ver a Olympe la que confirmó con un movimiento de cabeza dándole a entender que los seguiría, así que tomó a sus hijos de las manos para hacer una aparición con facilidad.
Olympe siguió los pasos de Lyssane, mientras pensaba una y otra vez alguna manera de volver a tener a Maxence en sus brazos, esa belleza le pertenecía a ella y a nadie más.
Los ojos de la rubia miraron todo el lugar de manera nerviosa y ansiosa, a expensas de una respuesta que esperaba fuera más que positiva o mínimo una pista que ayudará a encontrarlo.
Miró a su amiga salir de la oficina, llevaba un folder en las manos y una mirada seria, la castaña le sonrió amargamente a Amalie, sonrisa que supo interpretar de inmediato, desapareciendo todas sus esperanzas.
—Nada —murmuró Inara—, es toda la información que consiguió mi departamento —le extendió el folder—, es una copia, la original se ha entregado a la ministra...pero, en ningún país han logrado captar la magia de Deyan o verlo a él, mucho menos a tu hermano o a Regulus —soltó un suspiro al ver el rostro desanimado de Amalie—, lo siento.
Amalie pasó la mano entre su cabello de forma frustrada al escuchar las palabras de Inara, esperaba que en el departamento de Cooperación Mágica Internacional encontrarán al menos una pequeña pista o algo que los llevará a Maxence, pero al parecer ni ellos lo lograron.
—Mi hermano lleva tantos días desaparecido —murmuró la alemana con la voz cortada, sintiendo como las lágrimas comenzaban a juntarse en sus ojos, nadie lograba encontrarlos y conforme pasaban las horas todos parecían perder las esperanzas por que estuvieran a salvo o con vida—...no sé si estará bien...no me imagino las clases de cosas que le estará haciendo vivir Deyan,
Amalie sabía muy bien que el búlgaro odiaba a Maxence, desde la primera vez que se vieron fueron como el agua y el aceite, incluso los perros y gatos se llevaban mejor.
Era claro que Deyan no iba a perder esa oportunidad de hacer sufrir a Maxence.
Inara al verla de esa manera la abrazo tratando de brindarle un poco de consuelo ante esa horrible situación que parecía no tener fin.
—Vas a ver que tu hermano estará bien, es rompe maldiciones, ha tenido entrenamiento en el ministerio —trataba de animar la castaña sobando la espalda de su amiga que sollozaba y temblaba en sus brazos—, solo es cuestión de tiempo para que lo vuelvas a ver.
Amalie quería creer en sus palabras, pero su esperanza estaba muriendo cada día más, sentía que cuando lo encontraran sería demasiado tarde para poder salvarlo.
—Es que... es como si la tierra se lo hubiera tragado, ni siquiera ni una pista tienen de Deyan.
Inara siguió consolándola por unos segundos más, dándose cuenta que era una buena oportunidad para que sus palabras llenarán la cabeza de Amalie.
—¿Ahora entiendes lo que te digo? —cuestionó acariciando el rubio cabello—...Maxence siempre la pasará mal siguiendo a lado de Anired...nada de esto habría pasado si no tuvieran ninguna relación, por eso lo mejor es que se alejen por completo.
Amalie asintió dándole la razón a las palabras de su amiga, soltando suaves sollozos, el dolor en el pecho debido a la angustia por no saber nada de Maxence se volvía mucho más fuerte, temiendo lo peor.
—Seguramente ella está en su casa, de lo más cómoda —la voz de Inara seguía perforando los oídos de Amalie, causando que el llanto se volviera peor—...mientras tu hermano pasa por todo esto, Anired debería de estar en su lugar...
Amalie escucho cada palabra atentamente, cada una era dolorosa, como una filosa daga perforándole el pecho, pero por un momento lo pensó, realmente no deseaba que Anired estuviera en esa situación ni en ninguna parecida, recordaba muy bien todo lo que había sufrido por culpa de Deyan, todos los golpes que tenía en el cuerpo, en cómo había terminado en medio de un trastorno de conducta alimenticia y lo mucho que le costó superarlo poco a poco, a pesar de tenerle cierto coraje por todo lo que había sufrido su hermano por los sentimientos que tenía por la azabache, no quería que nada de eso lo volviera a sufrir la menor de los Black-Weasley.
Se alejó de Inara limpiándose las lágrimas, ella seguía hablando y diciendo cosas parecidas sin cesar, pero algo dentro de Amalie le decía que quizá estaba demasiado equivocada por dejar que la mujer frente a ella le metiera tantas ideas que estaban causando demasiado daño.
⚜⚜⚜
La escena en frente era asquerosa, no tenía nada de comida en el estómago y aún así sentía que vomitaría, por más que lo intentaba no podía abrir las estúpidas rejas que los separaba.
Ver a Anired besando a Deyan de manera tan intensa causaba que la sangre le hirviera al ver como el búlgaro se atrevía a ponerle las manos encimas, la decepción sobre sí mismo se volvía cada vez más grande al darse cuenta que por más que lo intentara no lograba cambiar el futuro y mucho menos salvar a Anired de esa desgracia que parecía perseguirla por más que huyera.
Maxence solo deseaba que todo eso se detuviera, que Deyan dejara de besar y tocar a Anired.
Giro la mirada hacia Regulus para ver lo pálido y sudoroso que se encontraba, las ojeras estaban sumamente marcadas y parecía muy agitado.
Regulus sentía un fuerte dolor en el pecho y escalofríos que le recorrían el cuerpo, por más que lo intentaba no podía mantenerse de pie así que se dejó caer en el suelo mirando la escena de su hermana besando a ese bastardo, quería que se alejara de ella, pero el cuerpo no le respondía y no tenía nada de fuerza, incluso temblaba un poco, el calor se volvía sofocante. No quería aceptarlo, pero poco a poco se daba cuenta que el veneno estaba surtiendo efecto en él, al parecer la pequeña cantidad de elixir no fue suficiente para aguantar tanto tiempo y evitar los efectos que si seguían avanzando pronto lo podría llevar a la muerte, porque a diferencia del alemán ni siquiera había vomitado un poco para expulsar una mínima cantidad.
Maldijo internamente, ya que no podría hacer nada de esa manera para ayudar a su hermana, esperaba que Maxence pudiera sacar a su hermana de esa horrible situación.
Por su parte, Deyan se sentía en la gloria, finalmente tenía nuevamente a Anired en sus manos, que lo besaba con suma intensidad y deseo, demostrando que los sentimientos que tenía por él no habían cambiado ni un poco, lo seguía amando y quería estar a su lado.
El búlgaro rompió el beso, para verla, tenía una mirada intensa, los labios rojizos y el perfecto rostro que parecía el de una muñeca de porcelana.
Era simplemente hermosa.
—Vendrás conmigo, Anired —sentenció tomándolo de las mejillas para que lo viera fijamente—...comenzaremos una vida lejos de todo esto...solo tú y yo como siempre debió ser.
Anired le sonrió dejando ver las perlas blancas que tenía por dientes, Deyan arrugó el entrecejo al ver esa pequeña separación en los dientes de enfrente, era demasiado característica en ella, y algo que la hacía seguirse viendo infantil.
—Si, lo haremos de esa manera, Deyan —le dijo con dulzura acariciando las manos que mantenía sobre el rostro—...incluso, he traído bastantes galeones —señaló la mochila sobre sus hombros—, serán suficientes para que iniciemos una nueva vida y vivamos con tranquilidad...
—Siempre has sido tan linda.
Dejó un corto beso en la pequeña nariz que se movía cada que hablaba.
—¿Entonces —Anired arrugó las cejas ante ese gesto sin borrar la sonrisa, por lo que Deyan supuso que le causo cosquillas—...los dejaras ir? Así podremos irnos en cuanto antes...podremos empezar una vida feliz y juntos.
Deyan se encontraba feliz, viendo lo emocionada que estaba Anired por iniciar una vida juntos, desvió los ojos verdes al rubio que los miraba con una enorme desdicha en los ojos azules que se mantenían fijos entre ellos.
Quería verlo sufrir más, sabía muy bien que la tortura física no era suficiente, por lo que quería que mirara como Anired era completamente suya, aunque hubiera estado con ella por unos días, era tiempo que se bajar de ese sueño estúpido.
—Claro que lo haré —sonrió alejando las manos del rostro de Anired—...pero tienes que hacer antes algo por mí.
Le sonrió, Anired asintió.
—Haré lo que quieras, Dey.
Al búlgaro le gustaba la voz sumisa de Anired y esa mirada llena de brillo dirigida a él, era como cuando eran novio y lo veía con sumo cariño.
La sonrisa de Deyan se volvió un tanto turbia, llevándose las manos a la hebilla del cinturón desabrochándolo, manteniendo los ojos fijos en la azabache que seguía cada uno de sus movimientos.
—Arrodíllate y abre tu linda boquita...
El tono lleno de morbo de Deyan resultaba molesto para cualquiera que lo escuchara, Maxence de inmediato entendió lo que quería que hiciera Anired, se acercó a los barrotes deseando poder romperlos.
—¡Anired!—llamó a la Black-Weasley, el desespero se escuchaba en la voz—...¡No lo hagas, maldita sea, detente de una puta vez!
Ordenó, deseando que la más baja le hiciera caso, aunque fuera por esa vez en la vida y se largara de una vez por todas de ahí.
—Maldita sea—gruño Regulus apretando los dientes debido al dolor que estaba experimentando—...lárgate de una vez, Anired —al igual que Maxence se sentía completamente inservible al ver lo que su hermana estaba por hacer, todo para que los dos fueran liberados—...¡vete, Anired! ¡Déjanos aquí!
Pidió deseando con toda su alma que la menor lo escuchara y se fuera de una vez por todas, prefería morir de una vez a que Anired hiciera lo que le pedía Deyan.
Los ojos verdes miraron a Anired y después a Regulus que estaba en el suelo completamente pálido, su mirada se topó con la de Maxence dedicándole una sonrisa de superioridad, como aquellas que siempre le daba cuando estaban en Hogwarts.
Deyan siempre iba a ser el ganador, y Maxence estaría a su sombra en cada aspecto de sus vidas, porque ese bastardo alemán no era nada a su lado, más que un hijo no reconocido.
Miro a Anired, se desabrocho el pantalón y sus ojos conectaron con los de Anired que se inclino un poco, aun sin arrodillarse, pero el búlgaro disfrutaba que lo hiciera tan lento porque la tortura sería peor para esos dos idiotas encerrados.
Anired sonrió con los ojos brillantes, a Deyan le gustaba ver como parecía ansiosa por hacerlo, le acarició nuevamente la mejilla disfrutando de la suave y tersa piel.
—Que bueno que seas tan ob...
Deyan no pudo seguir hablando porque el sabor a cobre le lleno la boca, y miro como unas gotas de color carmesí mancharon el rostro de la más pálida.
El líquido caliente comenzó a recorrerle la nariz e inundar la boca derramándose por ella.
La femenina rodilla de Anired golpeó con demasiada fuerza su entrepierna, que el dolor lo hizo caer de rodillas al suelo mientras escupía una gran cantidad de sangre.
Era como si miles de clavos hirviendo le perforaran cada pedazo de piel, una y otra vez, la agonía comenzaba a inundarlo mientras se encogía en el suelo sin que la sangre dejara de fluir.
Logró alzar el rostro para ver a Anired quien se colocó de cuclillas a su lado.
—El único que se va a arrodillar eres tú, asqueroso bastardo...
El búlgaro trato de moverse, estirando la mano para tomar a la azabache que se alzó viéndolo con un enorme odio y asco en los ojos.
El dolor que recorría el cuerpo de Deyan se hizo más grande cuando el pie de Anired golpeó con fuerza en sus costillas causando un ruido como el de algo quebrarse.
—¡Khalil, encárgate de él!
La mirada de Maxence observó al castaño que tan mal le caía acercarse a la escena, viendo a Deyan en el suelo.
—Como ordene, señorita.
Le sonrió a Anired colocando las esposa mágica en Deyan que seguía retorciéndose y sangrando en el suelo, mientras repetía una y otra vez el nombre de Anired.
Khalil buscó entre los bolsillos de Deyan logrando encontrar una pequeña llave que supusieron era la del calabozo por lo que se la entregó a la Black-Weasley, que de inmediato corrió al calabozo en donde se encontraban los dos varones.
Con manos temblorosas, porque a pesar de actuar como si fuera la mujer más valiente del mundo se encontraba demasiado asustada por lo que pudo haber sucedido.
La reja finalmente cedió para que pudiera entrar con los dos.
—¡Anired!
Maxence fue el primero en acercarse, tenía un aspecto deplorable, la ropa sucia, heridas en el rostro al igual que sangre, el cabello opaco tomando una tonalidad gris y los labios resecos.
Sin embargo, para Anired lucía demasiado hermoso a pesar de su aspecto.
—¡Max!
Exclamó viéndolo frente a ella.
—¿Qué...? —Maxence parecía no saber cómo empezar—....¿cómo...cómo supiste que estábamos aquí?
Pensó en reclamarle, decirle que estaba loca por venir a buscarlos y ponerse en ese riesgo, pero justo en esos momentos no tenía ganas de iniciar una discusión.
—Tengo mis métodos, cariño.
El miedo en Anired desapareció al verlo frente a ella, y una sonrisa le adorno el rostro, una sonrisa real y no como las que le dedicó a Deyan, era una sonrisa que demostraba su alivio y felicidad al ver que se encontraba bien, a pesar de todo.
El rostro de Maxence se sintió caliente por como lo llamó, tomando un tono rojizo al igual que su cabello.
La cálidas, suaves y finas manos de Anired lo tomaron de las mejillas para ver su rostro a detalle, recorriendo cada herida con los ojos viendo que la de la ceja izquierda parecía algo profunda.
—¿Estás bien?
Cuestiono con notable preocupación.
—Perfectamente— el alemán se sentía aliviado al darse cuenta que tal vez había cambiado el futuro que se le mostró en aquella extraña visión del futuro, su preocupación volvió de nuevo al recapitular todo a lo que se arriesgó la mujer que le acariciaba el rostro—...¡¿Estás loca?! —salió de sus labios ganando una pequeña risa de Anired— ¡Te pusiste en un enorme riesgo!
—Estoy bien, ¿sí? —lo miro a los ojos demostrándole que le decía la verdad—, traje a Khalil conmigo, mis padre, tu padre y demás aurores están afuera...así que no era un gran peligro.
Luego de creer que Khalil estaba muerto, el auror despertó de golpe como si le hubieran dado una enorme descarga de adrenalina, Anired le explicó lo sucedido en esos días y con su ayuda y conocimientos en magia antigua lograron usar el mapa que les reveló la ubicación de Moswen, por lo que sin dudar partieron a Bulgaria.
Pero, a pesar de todo, Anired no era estúpida, sabía que ir solo acompañada de Khalil era una enorme tontería por lo que le avisó a su madre quien de inmediato partió a la ubicación que le dio.
Por medio de mensajes de texto, porque aún estaba la sospecha de que alguien dentro de los aurores o el mismo ministerio ayudaba a Deyan. lograron trazar un plan.
Anired entraría en compañía de Khalil, quien permanecería oculto, y lograría hacer creer a Deyan que iría con él a cambio de dejar libres a Maxence y Regulus, tenía que ganarse su confianza y que bajara la guardia, una vez que Deyan estuviera desprevenido los aurores y sus padres entrarían, claro, después de investigar la zona para descartar que alguien más pudiera ayudar al búlgaro.
A parte de eso, Anired tenía otro plan, que consistía en traer un veneno de lo que había elaborado consigo, no era mortífero, pero si causaba un enorme dolor y sangrado que pondría en riesgo a quien lo tomara.
Anired colocó cierta cantidad en sus labios, conociendo lo obsesionado que estaba Deyan con ella, era obvio que la besaría, de esa manera aseguraba poder dejar indefenso a Deyan por cualquier situación de riesgo que se presentará.
Maxence se sintió más tranquilo al saber que los mayores se encontraban cerca, así que abrazo a Anired disfrutando de la calidez que le brindaba, dándose cuenta que estaba frente a él y que se encontraba sana y salva.
Maxence se inclinó dispuesto a besarla cuando las pequeñas manos de Anired lo detuvieron, el alemán se dio cuenta del estado tan deplorable en el que estaba sumando que no se había lavado los dientes en días, incluso vomito en varias ocasiones, por lo que era obvio que no lo iba a querer besar.
—Eh...lo siento —murmuró Maxence apenado—...no me he lava...
Anired negó interrumpiéndolo.
—No es eso...no me molesta eso —explico—...pero tengo restos de veneno en los labios...y bueno...te pondrías como Deyan.
—¡¿Tomaste veneno?!
Estaba a punto de comenzar a regañarla cuando Anired le beso la mejilla.
—Cálmate, que no me hace nada...he desarrollado una pequeña inmunidad...
Y no mentía, al trabajar creándolos y no tener en quien probarlos varias veces los tuvo que consumir para ver sus efectos, llevaba más de año y medio haciéndolo por lo que la inmunidad en su cuerpo debido a beber veneno y antídotos pronto comenzó a notarse, algunos síntomas no los presentaba y otros eran muy leves.
—¿Pued...den dejar su escena romántica?—la voz cansada del azabache interrumpió el momento mientras tosía—...estoy casi muriendo y ustedes están con sus cursilerías.
—¡Reg!
Anired soltó a Maxence para ir con su hermano que se hallaba en el suelo, se puso de rodillas a su lado quitándose la mochila que llevaba en la espalda y buscar rápidamente el antídoto que llevaba consigo.
—Deyan lo inyectó directo en el corazón —explicó Maxence dándose cuenta que Regulus cada vez estaba peor—...creo que estaba avanzando lentamente en él.
—Bien —Anired saco una jeringa que al verla Regulus se puso más pálido—...quédate quieto.
—¡¿Qué?! ¡No...no me vas a meter esa cosa!
Anired miró a Maxence quien de inmediato lo entendió, así que se acercó tomando al azabache de los brazos.
Regulus se movía tratando de que el alemán lo soltara, pero no tenía la suficiente fuerza para enfrentarlo.
Anired no tenía experiencia inyectando, la primera vez que lo hizo fue con Khalil, así que suspiró para romper la camisa de su hermano dejándole el pecho libre y tomando la jeringa con fuerza.
—¡Anired, no lo hagas...mal...!
Regulus dejó las palabras al aire, las que fueron reemplazadas por un alarido de dolor cuando la jeringa perforó en su pecho, del lado del corazón.
El líquido se sentía como fuego recorriéndolo, quemaba con intensidad.
Lo último que escuchó el azabache fue la voz de su padre que se acercaba a ellos, y más ruidos, seguramente eran su madre y demás aurores que acababan de llegar, pronto la oscuridad lo llenó.
[...]
Miraba a los aurores recorriendo la zona, buscando en cada lugar de manera cuidadosa para que nada se les fuera a pasar.
—¿Estás bien con esto? —escucho la voz de la rubia a su lado, en ocasiones le resultaba chocante ese tono tan chillón que tenía en la voz—...ya no tendrás a tu dulce Anired.
Sus labios se curvaron en una sonrisa al ver como Deyan salía con las esposas mágicas rodeando las manos y con la cabeza baja, era claro que esa vez ni siquiera podría escapar, y claro que él no volvería a ayudarlo.
—Claro que la tendré —sentencio con seguridad sin apartar la profunda mirada de la escena frente a él—...solo que necesitaba quitar a Deyan del camino finalmente, ese idiota nunca fue de ayuda y solo complicaba las cosas.
Hannah sonrió con diversión, en un inicio Deyan le fue de ayuda, pero actualmente actuaba tan loco y ya no tenía ninguna clase de poder en el mundo mágico que ya no servía de nada, más que como un obstáculo más que dificulta las cosas.
—¿Y vas a tolerar seguir viéndola al lado del bastardo de tu sobrino? —lo miro de reojo—, al parecer tanto sobrino como tío tienen los mismos gustos.
La rubia comentó con diversión, sabiendo que era medio hermano de Lyssandre Delacour por lo que volvía tío de Maxence D'Acanto.
Maxence salió del lugar donde los tuvieron escondidos mientras tomaba la mano de Anired, el rubio caminaba de manera lenta al estar herido y la menor lo ayudaba en ocasiones para que no se fue a tropezar dejando ver que eran demasiado unidos a pesar de todo lo que pasaba entre ellos, era evidente el cómo se preocupaban el uno por el otro.
—Solo es cuestión de tiempo para que ese bastardo deje de ser una molestia —chasqueo la lengua al ver a Lyssandre y Lyssane—, vámonos, no quiero que vayamos a llamar la atención, más tú que te sigue buscando el ministerio.
Hannah se dio cuenta rápidamente que estaba molesto, por lo que prefirió seguir sus pasos antes de que la fuera a dejar, porque en esos momentos era el único apoyo que tenía para completar su venganza, la que cada día estaba más cercana, pues le había prometido que finalmente liberaron a su padre de Azkaban.
⚜⚜⚜
La somnolencia aún le golpeaba el cuerpo, pero finalmente abrió los ojos a pesar de sentir los párpados demasiado pesados.
La blanca luz lo ofuscó por unos segundos, así que de inmediato cerró los orbes y parpadeó lentamente tratando de acostumbrarse.
Lo último que recordaba era un horrible dolor recorriendo el cuerpo y las voces de su hermana y padres, al igual que el frío que se sentía en ese horrible calabozo en el que el bastardo y loco búlgaro lo mantuvo por varios días en compañía de Maxence.
Miro a todos lados, el lugar era blanco, nada que ver con el horrible calabozo, no se sentía frío, por el contrario, tenía una fina manta que le proporcionaba suficiente calor para sentirse sumamente cómodo.
Poco a poco comenzó a caer en cuenta que ya no estaba en aquel horripilante lugar, si no en un cuarto de hospital, al parecer finalmente los había logrado rescatar.
—¿Ya despertaste?
Escuchó una voz demasiado familiar por lo que giró el rostro con rapidez para mirar a la puerta por donde cierto pelirrojo acababa de entrar, una pequeña sonrisa adornaba el rostro que casi siempre estaba serio, pero en esos momentos parecía feliz por verlo.
—¿Cómo llegué aquí?
Miró a su hermano acercarse para tomar asiento en la silla a lado de la cama, se notaba que estaba cansado, seguramente no habría dormido en varios días.
—Después de que Anired te inyecta el antídoto quedaste inconsciente...de hecho, ya han pasado dos días de eso —Regulus lo miró sin poder creer—, fue un efecto secundario del antídoto sumando todo el cansancio que experimentó tu cuerpo, papá y Elijah te trajeron de inmediato a San Mungo donde te atendieron de inmediato —explicaba mirándolo fijamente demostrando que hablaba en serio—...todo en ti parece estar bien, te curaron las heridas y solo necesitabas descansar.
Regulus logró sentarse en la cama, soltando una maldición ya que tenía el cuerpo adolorido por lo que George Sirius lo ayudó de inmediato.
—¿Qué más pasó? ¿Cómo está Anired...cómo está Maxence? —buscaba respuesta, temiendo que ambos aún estuvieran con Deyan—... ¿Qué pasó con Deyan?
George Sirius le sirvió un vaso de agua, ya que en el mueble frente a la camilla se encontraba una jarra y un vaso, Regulus le agradeció para beberlo sintiendo una sensación de alivio en la irritada y seca garganta, humedece sus labios quitando el horrible sabor de boca.
—En estos momentos —miró el reloj que le adornaba la muñeca izquierda—, Deyan debe de estar llegando a Azkaban, le dieron una condena perpetua después de todo lo que hizo —explicó—, le iban a dar el beso del dementor, pero Geori pidió que no fuera de esa manera, ya que Hermione le rogó por todos los medios para que interviniera —soltó un suspiro—, va a estar solo en una prisión de las más altas de Azkaban y con mucha seguridad, no tiene permitidas visitas, verá por última vez a Viktor y Hermione el día de hoy—Regulus no podía ni quería imaginarse todo lo que estaban sufriendo los Granger-Krum debido a que su hijo terminara en una condena como esa—...por lo que ya no nos deberemos de preocupar por él nunca más, finalmente todo terminó.
—Anired por fin podrá estar tranquila —Regulus sonrío al darse cuenta que esa agonía que vivió, servirá para que su hermana pudiera tener una vida feliz y tranquila —...¿Cómo está ella? ¿Dónde está?
Le era extraño que no estuviera con él, conociéndola no se habría apartado de su lado hasta que despertara.
—Ha estado todos los días, todo el día e incluso duerme aquí esperando a que despertaras —Regulus tuvo razón ante sus suposiciones—, sin embargo tuvo que ir al juicio a declarar por última vez, no ha de tardar en regresar —Regulus asintió—, está bien, no salió herida y se encontraba en perfecto estado—hizo una pausa—...sobre Maxence, ya fue dado de alta el día de ayer, debe de estar en su casa...estuvo en observación debido a las heridas y la gran tortura que sufrió, pero fuera de eso se encuentra sin peligro alguno, le han dado una incapacidad de quince días en el trabajo...y...a tí...¡finalmente te aprobaron las vacaciones, felicidades!
Regulus lo miró incrédulo, dándose cuenta hasta qué punto tuvo que llegar para que finalmente accediesen a darle las ansiadas vacaciones que estuvo pidiendo desde hace meses.
—¿Me estás jodiendo? —rezongo poniendo los ojos en blanco— ¡Tuve que casi morir para que me dieran las malditas vacaciones! ¡Por Merlín, eso es injusto, voy a quejarme del tío Harry por eso!
George Sirius hizo una mueca al escuchar el nombre de Harry Potter.
—Sobre el tío Harry —soltó un suspiro que llamó la atención de Regulus—...está suspendido por unos días del trabajo...ya que ocultó información en la investigación—el azabache lo miró sorprendido—...al parecer le estaba diciendo a Hermione cada que los aurores estaban buscando a Deyan antes de que hiciera toda esta estupidez...
—Mierda —chasqueo la lengua—... ¿Mamá y papá están molestos?
George hizo una mueca y asintió.
—Papá le dejó el ojo morado y sin un diente —Regulus cerró los ojos imaginando los golpes que le dio—...Harry se disculpó, diciendo que lo hizo debido al lazo que tenía con Hermione...ya sabes, era algo como que se lo debía por todos los años que arriesgó su vida cuando lo ayudo contra Voldemort...que era lo mínimo que podía hacer...mamá lo comprende de cierta manera, porque finalmente Hermione fue de las personas que más lo apoyó...se sintió obligado, más que ella siempre le echaba eso en cara para que lo hiciera.
—Creo que de cierta manera lo comprendo...
No podía enojarse al cien por ciento con Harry, sabía el gran lazo que tenía con Hermione y su tío Ron, siendo de las personas que arriesgaron la vida para salvarlo durante todos los años que Voldemort lo trato de matar, como incluso la Granger les borro la memoria a sus padres y renunció a varias cosas por él, por lo que fue una cuestión de deber y de lealtad lo que lo obligó a caer en ese punto.
—Yo también...pero, bueno...supongo que ya se verá cómo van las cosas.
—Creo que, a pesar de todo, no fue tan peor...digo —se encogió de hombros—, al menos estoy vivo.
George Sirius soltó una pequeña risa.
—Al menos.
Los mellizos decidieron seguir platicando con tranquilidad a esperas de que sus padres y hermanos volvieran para darles la noticia de que el menor de los impostores finalmente había recuperado la conciencia después de varios días sin despertar, y que fuera de todo se encontraba en un perfecto estado de salud.
Al parecer, finalmente tendrían un poco, de la tan ansiada paz.
—Por cierto... ¿ya fue fin de año?
Cuestionó Regulus mirando a su hermano.
—Es mañana.
El azabache sonrió, no se perdería de la cena de fin de año por nada en el mundo.
[...]
La nieve le golpeaba el rostro que era casi del mismo color, de no ser por el tono rojizo provocado gracias al frío no habría mucha, a pesar del frío disfrutaba de la caminante en medio del jardín oculto en el corazón del ministerio se encontraba sumido en una mágica nevada decembrina.
La ramas de los grandes árboles estaban cubiertas con suaves copos de nieve, creando un paisaje que podría comparar con los descritos en los cuentos de hadas muggles. El aire estaba impregnado de frescura y frialdad, ningún otro ruido más que sus pasos se escuchaban en los alrededores.
Las flores, que por lo normal eran vibrantes y coloridas en ese lugar, se encuentran dormidas bajo un manto blanco. Los tallos y pétalos estaban delicadamente cubiertos de nieve, como si guardaran joyas congeladas en el tiempo.
Rosas, lirios y narcisos emergen tímidamente de la nieve, añadiendo toques de color a la blanca y pura paleta invernal.
Un pequeño estante que se encontraba en el centro del jardín, congelado y cubierto por una fina capa de hielo. En su superficie se reflejaban los delicados copos de nieve, que caían en forma de danza, creando un efecto hipnótico.
Los senderos de piedra que serpentean a través del jardín están marcados por huellas frescas en la nieve, evidenciando a los aurores que vigilaban ese lugar, ya que solo la persona que fuera ministro en esos momentos podría acceder o sus más allegado, pues era un lugar que se empleaba para cerrar tratados o juramentos inquebrantable, una práctica que ha sucedido por años.
De niña fue unas cuantas veces cuando acompañaba a su madre a ver a Kingsley Shakebolt, siempre quedaba enamorada de las flores y los cisnes del lago, que en esos momentos parecían estar dormidos en espera de la primavera.
Cuando su madre se volvió ministra comenzó a frecuentar de manera seguida, ya que era uno de los lugares que más paz le daban y servían para aclarar cada uno de sus pensamientos.
El silencio se rompió ocasionalmente por el suave sonido del viento, que soplaba a través de los árboles y hacía crujir la nieve bajos los pies, La sensación de paz y serenidad es palpable, envolviendola por completo y eliminando un poco del gran estrés experimentado en ese día.
Era un lugar mágico, el invierno había transformado ese jardín en un paraíso nevado, donde el tiempo parecía detenerse.
Un lugar que inspiraba calma, asombro y una sensación por la belleza efímera de la naturaleza en su máximo esplendor invernal.
Se recargo del barandal que protegía a la gente de no caerse directo al lago, los orbes brillaban como joyas ante la tenue luz de las farolas cubiertas por nieve, la tarde comenzaba a oscurecerse, dejando ver que sería una noche de luna llena.
Sintió una presencia a lado, no se asustó, pues la había acompañado durante todo el día.
—Finalmente todo ha terminado —dijo con una sonrisa en los labios—...él ya no volverá a dañarla.
Los labios de la azabache se curvaron en una sonrisa que reflejaba una enorme paz y alegría por esa victoria que tanto había esperado.
—Finalmente, después de tanto Deyan recibirá su castigo —miro a Khalil que asintió, girando suavemente para verlo al rostro—, gracias por ayudarme a pesar que apenas habías despertado después de estar tanto tiempo en coma.
—El que le debe de agradecer soy yo, gracia al antídoto en el que tanto trabajo es por lo que yo y los demás aurores pudimos despertar —le sonrió provocando que un hoyuelo se le marcara en la mejilla izquierda—...sin duda, estoy demasiado orgulloso de todo lo que ha logrado desde que la conocí.
Las mejillas de Anired se tiñeron de rojo nuevamente ante los halagos del auror.
—Me has apoyado mucho durante estos casi tres años que has estado a mi lado, Khalil —Anired lo miro—, nunca me arrepentiría de haber aceptado tu juramento de auror, gracias por dármelo.
Khalil se acercó un poco más para quitar un rebelde mechón de cabello oscuro que cayó sobre el delicado rostro de la más baja.
Ambos estaban parados en medio del jardín, envueltos en abrigos y bufandas que los protegían del frío, Anired sentía las mejillas arder, culpaba al enorme abrigo que la envolvía por el calor provocado.
Los dedos de Khalil rozaron su piel con ternura, sintiendo el suave temblor de la Black-Weasley.
Anired desvió la mirada, sintiendo la cálida mano de Khalil sobre su rostro.
El corazón de Anired latía con fuerza, pero no por el castaño frente a ella, si no por la culpa que se aferraba en su pecho al ver el inmenso cariño que reflejaban los orbes chocolate frente a ella.
Los ojos de Khalil, llenos de amor y esperanza se encontraron con los de ella.
Anired trago saliva sin saber que hacer, no negaría que Khalil era sumamente guapo y atractivo, pero en sus pensamientos solo pasaban ciertos brillantes y profundos ojos azules.
El joven auror se acercó aún más, deteniéndose a unos centímetros de su rostro. Puede sentir el suave aliento de la Black-Weasley acariciando su piel, causando que el pulso se le acelere.
Anired le sostuvo la mirada, los labios ligeramente entreabiertos en anticipación, los ojos grises reflejaban la lucha interna que estaba teniendo consigo misma, deseándolo, pero resistiendo al mismo tiempo, mientras la culpa crecia con fuerza al saber lo que se avecinaba.
Anired no era tonta, claro que le eran evidentes los sentimientos de Khalil, pero siempre los había rechazado de manera discreta, poniendo una gran barrera entre ellos.
El castaño finalmente rompió la distancia, rozando los pequeños y carnosos labios en un beso tierno y delicado. En ese momento, él sintió como si el mundo se detuviera. Siente la suavidad de los labios de la azabache sumergiéndose en la dulzura del momento.
Pero, mientras sus labios están unidos, Khalil puede sentir la falta de reciprocidad en el beso, dándose cuenta que Anired no correspondía con la misma intensidad.
Los sentimiento de Khalil se entremezclan en un torbellino de amor y dolor, siente la dulzura del beso, pero también la amargura de la verdad.
El beso es un eco de su amor no correspondido, un recordatorio de que sus sentimientos no son compartidos de la misma manera.
Aunque era algo que Khalil siempre supo, a pesar de que quería seguir con la esperanza de que eso en algún momento cambiaría.
Finalmente, Khalil se separó suavemente de ella, mirándola con tristeza y resignación.
Los ojos grises y los castaños se volvieron a encontrar, comprendiendo la realidad de la situación.
Khalil intentó esbozar una sonrisa, pero sus ojos revelaron la herida emocional que llevaba consigo.
Anired consciente de su falta de reciprocidad, bajo la mirada avergonzada.
—Khalil—dijo con voz trémula la azabache—...y...yo.
—Anired —la menor alzó la mirada para verlo, ya que era la primera vez que la llamaba de esa manera, sin anteponer el "señorita" como era costumbre—, creo que siempre he sido evidente...sobre lo que siento, desde la primera vez que la vi pensé que era la persona más maravillosa que había conocido, recuerdo verte sonriendo por todo el ministerio y saludando a quien se te pusiera en frente, también recuerdo cuando nos llevaba de almorzar durante el entrenamiento de aurores porque decía que estaríamos demasiado cansado —Anired lo escuchaba atentamente—...desde el momento en que aceptaste mi juramento, mi vida cambió por completo, terminaste de cautivarme con tu belleza, tu inteligencia y amabilidad, no pude evitar sentir algo especial cada que estoy contigo —soltó un suspiro—, cada vez que estoy contigo, ya sea cuidándote o solo haciendo algo que me encargues mi corazón se llena de alegría y felicidad, te has vuelto en mi inspiración y razón para sonreír.
Cada una de las palabras de Khalil resultaron abrumadoras, Anired trataba de procesarlas, pero le era imposible.
—Yo...lo siento —murmuró Anired con hilo de voz—...tengo un enorme cariño por tí, Khalil, te quiero y estoy demasiado agradecida porque siempre has estado a mi lado...pero...pero...
Anired parecía no encontrar las palabras perfectas para rechazar al castaño, que a pesar de mantener una sonrisa adornándole el rostro, sentía como su mundo se desmoronaba lentamente, ya esperaba una respuesta como esa, pero escucharla era lo peor, luchaba por mantener la compostura y ocultar su dolor.
—Lo sé, sé que estas enamorada de Maxence...siempre lo he sabido, pero quería decirlo.
—¿Eh? —negó varias veces—...no...yo no estoy enamorada de él...
Khalil soltó una pequeña risa al verla de esa manera y el cómo se trataba de mentir a sí misma.
—No es bueno que te mientas a tí misma —vio el cielo que terminaba de oscurecerse, la nevada no parecía detenerse, por el contrario—... he visto como tus ojos se iluminan cuando hablas de él, como tu voz se llena de emoción. No puedes negar lo que está en tu corazón.
Anired enfoco la mirada en un árbol frente a ella, nunca se había puesto a pensar en lo que sentía por el alemán realmente, sabía que siempre pensaba en él, que su preocupación aumentaba al saber que podría estar en peligro, en lo orgullosa que se sentía por cada uno de sus logros, y lo celosa que lo ponía al ver a alguna mujer coquetear con él.
Al pensar en lo último, recordó el beso de Olympe con Maxence, no evitó sentir un enorme vacío en el pecho ante esa escena que no lograba olvidar por más que lo intentaba.
—No estoy enamorada.
Sentenció, las palabras de Khalil tenían razón, pero se negaba a aceptarlo, porque la última vez que dijo que estaba enamorada fue de Deyan y terminó completamente herida y destrozada, tenía miedo de abrir su corazón nuevamente.
—No te mientas a ti misma —la miró de reojo—, he estado a tu lado el tiempo suficiente como para reconocer cuando alguien está enamorado. Tus gestos, tus palabras, todo en ti grita su nombre. Es evidente que hay algo mucho más profundo que una simple atracción.
Anired se sentía vulnerable y expuesta al darse cuenta de lo transparente que era con sus sentimientos.
—Tal vez —murmuró mordiéndose el labio inferior—...tal vez tengas razón...pero —hizo una pausa—....no puedo permitirme admitirlo...porque él ya tiene a alguien —sonrió amargamente al recordar a Olympe, desde la vez que Maxence se lo contó debió de darse cuenta que fue su primer amor y que ella no podría competir de ninguna manera ante alguien como esa mujer—...aparte, ya estoy cansada, es como si el universo estuviera en contra de que estemos juntos, si no es por una cosa...es por la otra, pero finalmente todo se arruina, como una clase de señal para que abra los ojos.
Y es que últimamente lo sentía de esa manera, por más que lo intentaban siempre algo los separaba poniendo más barreras entre ellos, quizá lo mejor era abrir los ojos y darse cuenta que no estaban hechos para estar juntos.
—Entiendo tus miedos...pero... ¿realmente crees las palabras que dices? —la miro a los ojos—...Maxence no me agrada, y considero que es un idiota, pero—hizo una pausa ya que le costaba decir las siguientes palabras—...todos nos damos cuenta, desde que están en Hogwarts, él lo ha demostrado de una u otra manera...está enamorado de ti, Anired.
Anired se quedó en silencio viendo a la nada, sin saber qué decir.
—Entiendo que tengas tus razones para guardar silencio, pero también veo cómo te consumes por dentro—se acercó tomando su mano delicadamente—, te amo, Anired —sentenció, la menor alzó la mirada con el rostro rojo—, y no puedo soportar verte sufrir en silencio. Te mereces ser feliz y tener la oportunidad de expresar tus sentimientos, no quiero que te arrepientas de no haberlo intentado cuando ya no haya vuelta atrás —le sonrió con tristeza, sabiendo que sus sentimientos nunca serían correspondidos, pero se sintió aliviado por haber expresado lo que llevaba dentro—, no busco tu amor a cambio, Anired, solo quiero verte feliz, incluso si eso significa que debes confesar tus sentimientos a esa persona, no dejes que el tiempo se escape, toma el riesgo y lucha por tu propia felicidad, porque es algo que te mereces, mi señorita.
Los labios de Khalil dejaron un suave beso sobre el dorso de la pálida mano, ese gesto tan particular que el castaño solo tenía con la Black-Weasley.
El silencio los envolvió, mientras ambos procesaban la complejidad de sus sentimientos.
La realidad de que el amor puede existir de manera desigual se cierne sobre ellos bajo la nevada noche.
⚜⚜⚜
Guardaba la ropa que más usaba dentro de la maleta al igual que unos cuantos objetos personales que usaría durante ese día.
Su recuperación fue pronta y solo quedaba un poco de dolor en el cuerpo, se alegraba que le dieran unos días de descanso los cuales sin duda ocuparía para dormir de ser posible todo el día.
—Quiero creer que solo serán un par de semanas —la voz de su padre, que se encontraba sentado en uno de los lados de la cama resonó en la habitación—, por lo que no es necesario que lleves mucha ropa, aparte que ni irás a trabajar, conociéndote solo necesitas una pijama y televisión.
—Siento que piensas que soy una clase de perezoso o algo así —se quejó el menor arrugando el entrecejo—, empeñare esos días en hacer algo que no puedo cuando trabajo, será muy productivo.
—Si por productivo te refieres a ver la televisión todo el día o ir a buscar a Scorpius para pasar el rato—Maxence puso los ojos en blanco—, según el departamento de control de criaturas mágicas no tardaron más de veinte días en sacar a todos los snigets dorados, como son criaturas mágicas protegidas no se puede hacer a la ligera.
—¿Y dónde se supone que nos estaremos quedando?
Terminó de guardar la ropa y los objetos que llevaría con él, aún no sabían en dónde estarían, conociendo a Lyssandre lo más seguro es que fuera en un hotel.
—En mi departamento.
—¿Qué departamento?
Maxence lo miró con la ceja enarcada y una notable curiosidad reinaba en su voz, la que tenía un marcado acento alemán.
—Antes de que Amalie y tú comenzarán a vivir conmigo, yo vivía en un departamento, es algo chico por lo que compre la casa —le explicó a su hijo poniéndose de pie—, tiene dos habitaciones, un baño, sala, comedor y una pequeña terraza, nos quedaremos ahí esos días, Amalie se ha estado quedando con Itziar porque le dio miedo quedarse sola en un lugar que no conocía, aparte que como no sabíamos bien quien había sido la persona que te secuestro era más seguro de esa manera —se estiró, después de encontrar a su hijo se sentía tranquilo al ver que estaba sano y salvo, más al saber que Deyan ya estaba tras las rejas—, así que solo estaremos tú y yo —Maxence asintió—, iré por mi ropa y nos iremos, ¿de acuerdo? Porque es tarde y aún tenemos que pasar al supermercado a comprar comida porque el refrigerador está vacío.
—Sí, voy llevando mi maleta al auto.
Lyssandre asintió para salir de la habitación seguido de Maxence quien bajó las escaleras.
Después del alta había hablado con Amalie, se podía decir que las cosas entre ellos estaban "tranquilas" y habían hecho la paz momentáneamente, pero sabía muy bien que en cualquier momento podrían volver a discutir, por lo que estar unos días sin vivir bajo en el mismo techo les caería muy bien.
Esperaba que Amalie recapacitara, después de saber que Anired había ido a buscarlo sin dudar, bueno también a Regulus, pero quería creer que se preocupaba por él.
Solo se vieron el día del rescate, después de eso no había hablado, Maxence no quería abrumar debido a que sabía que Regulus no estaba muy bien y que Anired debía declarar nuevamente, por lo que prefería no darle en más cosas que pensar.
Sin embargo, estaba decidido a que en esos días hablarán y solucionarán las cosas, quería explicarle que él no había besado a Olympe, que no sentía nada por esa mujer y que la quería lejos.
Porque la única mujer que le interesaba era Anired.
Suspiró metiendo la maleta en la cajuela del auto, la nieve le caía en el cabello, sin duda las noche en Londres eran demasiado fría, poco a poco lograba acostumbrarse a vivir ahí, al igual que la nueva vida que llevaba y su relación con Lyssandre, su padre, al inicio empezaron muy mal, pero últimamente iba mejor de lo esperado, volviéndose realmente una familia.
Su mente divagaba entre cientos de cosas que ni siquiera escuchó el sonido de una aparición cerca de él, hasta que una voz que tanto deseaba escuchar inundó sus oídos.
—Hola...
Max se dio la vuelta tan rápido que casi se resbala por la nieve en la calle, de no ser porque se sostuvo del auto azul.
—Hola...
Saludo tratando de disimular su casi caída, no pudo evitar sonreír al verla, llevaba un enorme abrigo negro que la hacía ver más pálida y el cabello suelto era cubierto por pequeños copos de nieve que parecían danzar sobre las finas hebras tan oscuras como la noche.
—Veo que estás mejor, ni parece que te hubieran secuestrado.
Max sonrió encogiéndose de hombros, Anired dio un paso más quedando frente a él viéndolo, tenía un pijama afelpado de color azul oscuro y una sudadera negra encima de este, el cabello despeinado y el rostro aún conservaba pequeñas cicatrices de las heridas que sufrió durante esos días, pero fuera de eso parecía estar muy bien, sus ojos brillaban con alegría.
—El sanador dice que estoy mejor de lo esperado, que la tortura no me hizo perder la cordura, porque esa me las has quitado tú—le lanzo un guiño lleno de coquetería, Anired solo puso los ojos en blanco con las mejillas rojas—...me entere que Regulus ya despertó, ¿cómo esta?
—Bien, solo tuvo heridas superficiales, hace rato fue dado de alta y ya está en la casa, como mamá y papá lo están mimando se siente el rey de la casa, sumado a que por fin le dieron los seis meses de vacaciones, se siente en la cima del éxito.
Maxence soltó una risa, conociendo a Regulus seguramente trataría a sus hermanos como esclavos haciéndose la víctima para no hacer nada y de ser posible le llevaran las comidas hasta la cama.
—Creo que se merece el descanso, ha trabajado mucho y después de lo de Deyan—soltó un suspiro—, todos queremos vacaciones.
—Sí, necesitamos un buen descanso—Anired estaba nerviosa y se llevó las manos al pantalón limpiando el sudor y tomando una bocanada de aire—...Maxence...
Maxence se sentía nervioso, dándose cuenta que era una buena oportunidad para aclarar las cosas de una vez por todas, no quería arruinarlas más por lo que empezó a hablar.
—Anired...sobre el día de la inauguración de la tienda de té—comenzó a relatar, pero la realidad es que Anired no ponía mucha atención, ya que el sonido del latido de su propio corazón le impedía escuchar las palabras de Maxence—...yo...no la bese...no bese a Olympe...ella no me interesa, no quería que vieras eso, mucho menos la busque, solo salí a fumar porque tanta gente me abrumó, y ella luego, me dijo varias cosas, después de la nada me beso y fue cuando tú nos vistes, le dije que me dejara en paz de una vez por todas o diría lo que pasó entre nosotros...fui a buscarte, para tratar de explicarte, pero no pude...te estuve marcando y mandando mensajes pero creo que me bloqueaste —hablaba sin parar sacando todo lo que había querido decir desde esa noche—...ese día...yo quería decirte que...
Maxence no pudo terminar de hablar porque Anired habló, lo que dijo lo dejó en completo silencio.
—Te amo, Maxence.
El rostro de Max se sintió caliente, sus mejillas se tiñeron de rosa al igual que su cabello y de repente todas las palabras que podía decir se fueron de su boca tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Q...qué?
Fue lo único que atino a preguntar.
Anired tenía el rostro rojo, el corazón le latía con fuerza y no negaría lo asustada que estaba.
Pero, después de hablarlo con Khalil lo comprendió todo.
Finalmente entendía porque siempre se preocupaba por Maxence, porque quería cuidarlo y protegerlo, porque se sentía celosa cuando alguna mujer estaba cerca de él porque verlo feliz la hacía sentir feliz, porque se ponía nerviosa cuando estaba con él, porque lo deseaba tanto.
No era una simple atracción o un simple cariño.
Anired amaba a Maxence, estaba completamente enamorada de él.
Y le asustaba decirlo.
Nunca le había dicho a alguien que lo amaba, solo a sus padres, hermanos y familia, pero nunca a alguien con quien no tuviera un lazo sanguíneo o una fuerte amistad.
Lo peor era, que ella no sentía amor de amigos por Maxence, era mucho más fuerte que eso.
Tan fuerte que su corazón temblaba.
Miro al alemán a los ojos, que parecía confundido como si no creyera en sus palabras, así que junto todo el poco valor que tenía en esos momentos y lo repitió.
—Te amo, Maxence.
Se sintió pequeña ante su mirada, vulnerable como una pequeña hormiga ante él, asustada y nerviosa.
Los ojos de Maxence la miraba fijamente, así que al terminar de decir esas tres palabras cerró los ojos con fuerza al no tener a donde más huir.
Esperaba cualquier cosa.
Pasaron varios segundos, que se sintieron como una eternidad, abrió los ojos lentamente creyendo que Max se había ido, pues no escucho ningún solo ruido.
Lo miro frente a ella, con un rostro estoico y ni siquiera la miraba, veía a todos lados menos a ella.
Anired esperaba cualquier otra cosa, menos esas palabras que salieron de la boca del alemán, dejándola con un enorme vacío.
—Anired —la voz de Maxence estaba seria sin ningún gramo de emoción—...la nevada está más fuerte, lo mejor es que te lleve a tu casa.
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¡Hola!
¿Qué les ha parecido el capítulo?
¿Qué opinan qué hará el hijo de Pierre?
¿Hannah conseguirá su venganza?
¿Amalie por fin abrirá los ojos?
¿Creen que Olympe intente algo?
¿Qué les pareció la declaración de Khalil? ¿Les hubiera gustado verlo junto con Anired?
¿Pensaban que Anired sería la primera en decir te amo?
¿Esperaban que Maxence respondiera eso? ¿Por qué lo habrá dicho?
Si tienen teorías me gustaría leerlas.
Por cierto, la otra vez escribí un pedacito de cómo se hubieran conocido Maxence y Anired si no fueran magos, si ambos fueran muggles, ¿les gustaría leerlo?
¿Cómo creen que hubiera sido la vida de todos si fueran muggles?
Nos leemos en la próxima actualización, que espero sea el fin semana, no se olviden de comentar y votar, loviu♥
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