Trece.
(Bueno, a pesar de que no llegaron a los trescientos comentarios, decidí actualizar porque realmente me gusto este capítulo a pesar de lo mucho que sufrí escribiendo.
⚠: Mención de ingesta de alcohol y abuso de sustancias ilícitas, inicios/ sospechas de efebofilia, capítulo largo. Recuerden que los profesores no deben de tener un contacto más allá que la relación maestro-alumna, con sus alumnos, ante cualquier sospecha se debe de acudir a alguien de su confianza sin importar la edad.
Sin más les dejo este capítulo, ahora sí +300 comentarios para la próxima actualización❤️)
Las gotas de agua le golpearon la espalda, una tras otra, la temperatura del líquido era perfecta, ni muy caliente ni demasiado fría, podría pasar más horas debajo de ella dejando que cada uno de sus músculos se destensaran.
Pero, parpadeo por varios segundos dándose cuenta de donde estaba.
¿Dentro de la regadera? ¿Azulejo negro en las paredes?
El baño de la casa en la que vivía era de color azul, no negro, y lo último que recordaba antes de que todo se volviera negro era estar dentro de la bañera.
¿Por qué estaba de pie bajo la regadera? ¿De quién era ese baño?
Miro a los lados y logró distinguir un mueble al lado de la ducha que estaba lleno de cremas, shampoos y demás cosas, por un momento recordó el baño de Anired.
¿Acaso había ido a su casa en medio de la noche cuando estaba completamente ebrio?
Recordó las cosas horribles que le dijo hace unas horas, no estaba seguro que ella lo perdonaría demasiado fácil y mucho menos que lo dejara estar en su casa, probablemente le pediría a sus hermanos o padre que lo sacaran sin dudarlo, porque era algo que se merecía.
Aún no comprendía qué le pasó, no quiso decir eso, pero fue como si algo más lo obligara y no lo dejara detenerse, por más que lo intento las palabras salían sin control.
Finalmente cerró el agua de la regadera tomando una de las toallas que vio dobladas sobre otro mueble, todo se encontraba pulcramente ordenado y limpio, podía reconocer que la mayoría de los objetos, cremas, shampoos, acondicionadores y jabones eran demasiado finos, de nuevo la idea de estar en la casa Black-Weasley paso por su cabeza, ya que era de esa clase de cosas que Anired y toda su familia usaba.
Agito la cabeza desechando la idea para enrollar la toalla en la cadera y tomar otra para secarse el cabello, no tenía ropa con la que vestirse así que salió del baño y vio a todos lados, la habitación era enorme al igual que el baño la decoración en su mayoría era negra con pequeños detalles color champagne resultando demasiado elegante.
Una cama kingsize era lo que más resaltaba quedando frente a un enorme ventanal que dejaba que la luz del día inundara el lugar, el aroma a menta y frutos rojos caracterizaban ese lugar y por extraño que parezca lo hicieron sentir cómodo, como en casa, como si antes hubiera estado ahí por mucho tiempo.
Pero, seguía sin reconocer la habitación o donde estaba.
¿Acaso en su estado de alcoholismo salió de la casa y acabó metiéndose con alguien más?
Por muy ebrio que estuviera, nunca había hecho algo como eso, y mucho menos cuando tenía sentimientos tan fuertes por la azabache, le era imposible posar sus ojos en alguien más que no fuera ella.
Camino alrededor de la habitación buscando ropa que le sirviera para vestirse, pero no había ningún rastro de lo que ayer traía puesto y el estar solo con una toalla lo hacía sentirse aún más incómodo.
Por un momento sintió como si una brillante luz pasara por sus ojos desestabilizando por unos segundos, cuando volvió a recobrar el sentido su cuerpo actúo por sí solo, trato de detenerse, pero se dirigió al gran armario para abrirlo y ver una gran cantidad de camisas colgadas y planchadas, sin poder hacer nada más tomo un gancho en el que se distinguía una camisa color azul marino y un pantalón negro.
Era como si su cuerpo tuviera mente propia, lo guio a otro cajón donde obtuvo ropa interior y calcetines, y en otro mueble se encontraba un desodorante, loción y reloj los cuales también tomó para dejarlos en la cama y comenzar a vestir con facilidad.
La ropa le quedó perfectamente bien, como si estuviera hecho a su talla, se colocó el reloj, loción y finalmente fue a otro cajón que abrió para ver una gran cantidad de relojes, corbatas y cinturones, agarro un cinto que fuera a juego y se lo puso después de fajarse la camisa, cuando termino con eso se acomodó los puños tomando unas mancuernillas de la enorme colección que ahí había.
Maxence trataba de detenerse, pero seguía sin poder hacerlo, en esos momentos se sentía como un títere que era controlado por alguna extraña fuerza y el solo pudiera ver desde dentro sin hacer nada más, maldijo para sí mismo y se detuvo frente a un tocador, donde antes estaba su desodorante y loción las cuales colocó en el lugar, tomó un bote de cera para abrirlo y comenzar a peinarse.
Cuando finalmente se vio en el espejo, el bote de cera cayó de sus manos quedando completamente helado.
—¡¿Qué mierda?!
Su reflejo, era mucho más parecido a Lyssandre, pero aun conservando ciertas facciones de él mismo, incluso tenía barba, al fruncir el ceño se le hicieron unas líneas de expresión en los ojos que eran tan características en él, los lunares siguen en su lugar al igual que la pequeña cicatriz junto a la ceja derecha que se hizo de niño en un partido de rugby.
Cayó en cuenta, era el mismo, pero... ¿con años más?
No entendía que pasaba, era como verse de adulto, ya no era un adolescente.
Sus sentidos se pusieron en alerta al escuchar la puerta de la habitación abrirse, finalmente podía controlar nuevamente su cuerpo, así que con lentitud giro temiendo lo peor, ni siquiera tenía una varita con la que defenderse.
¿Y si alguien lo había secuestrado? ¿Lo mataron o lo torturarían? ¿Cuál era el motivo? Sí, había hecho muchas cosas malas, y quizá se merecía el peor de los castigos por lo que hizo en el cumpleaños de Anired, por como trato a la azabache e incluso algo dentro de él se sentía mal al recordar todo lo que le dijo a Lyssandre.
Estaba demasiado asustado, solo quería volver a su casa.
Sentía las manos sudar y las piernas temblar, escuchaba en los oídos el corazón latir con fuerza como si estuviese a punto de salirse de su pecho, pero finalmente se dio la vuelta.
Escucho como soltó un suspiro y su corazón dejó de latir tan rápido al toparse con una pequeña niña rubia que lo veía fijamente con unos ojos grises llenos de un brillo de travesura, llevaba un vestido rojo de mangas largas, una boina negra y en la mano derecha un pequeño conejo azul del peluche.
Maxence no supo qué decir o hacer, solo la miro manteniéndole la mirada temiendo que fuera una trampa y lo atacara.
—¿Papi? —la voz de la niña era dulce y cariñosa, ella le mantenía la mirada y sus labios se curvaron para poner una enorme sonrisa en la que se podía distinguir la falta de un diente de enfrente— ¡Buenos días!
Maxence miro hacia todos lados buscando a la persona a la que la niña llamaba "papi", tal vez era la persona que lo secuestró, pero, no había nadie más que ellos en la habitación, incluso se dio la vuelta, pero nada, solo él y esa niña que lo seguía mirando sin borrar la sonrisa se encontraban en la enorme habitación.
—¿Qu-quién eres?
Logró preguntar con voz trémula, no estaba seguro de que hacer, planeaba salir corriendo a través de la puerta detrás de la niña, tal vez de esa manera podría buscar ayuda, pero su cuerpo nuevamente no respondía quedando estático frente a la menor.
La niña lo miró confundida.
—¿Papi? —hizo un puchero con los pequeños labios borrando la sonrisa—...s-soy tu hija... ¿Por qué me miras así?
Max abrió los ojos con sorpresa.
¿Hija? ¡Él no tenía ningún hijo o hija!
Y por lo que veía esa niña tenía alrededor de cinco o seis años, él estaba por cumplir diecinueve, la debió de tener a los trece años... ¡Eso era imposible! A esa edad ni siquiera había tenido sexo como para poder embarazar a alguien.
—¿Qué? —Max negó varias veces—...no, en serio, niña... ¿Quién eres?
Un sollozo escapó de los labios de la infante, las pálidas mejillas se volvieron rojas al igual que su nariz por la que sorbía.
—¿E-estas enojado porque no me comí las verduras anoche? —cuestionó la pequeña rubia dejando que espesas lágrimas mojaran sus mejillas— ¿Por eso ya no quieres que sea tu hija?
Max se sintió mal al verla de esa manera, la culpa lo recorrió y mientras las lágrimas aumentaban su corazón se apachurraba cada vez más dejando que el pecho le doliera con fuerza.
—No...yo...
Max no sabía que decir, se acercó unos pasos para tratar de calmar a esa niña, al ver esos pequeños ojos grises llenos de lágrimas volvió a su mente la imagen de Anired cuando lloraba, hiriéndolo aún más, preguntando si estaría bien, esperaba que no estuviera llorando mucho, debía de ir con ella, ir a buscarla y rogar que lo disculpara.
Un nuevo sollozo lo hizo volver a la niña que le dio una última mirada para salir corriendo de la habitación dejándolo en completa soledad.
Max se pasó la mano por la cara, acaba de hacer llorar a una niña pequeña, y el sentimiento de culpabilidad se hizo más grande, pero no entendía porque esa niña lo llamaba papá.
Decidió dejar pasar eso, para caminar alrededor de la habitación en búsqueda de su celular, varita o algo para salir de ese lugar de una vez por todas.
Vago por unos segundos, la habitación era enorme, y por más que buscaba no había nada que lo ayudara o bueno, hasta que finalmente se detuvo en uno de los muebles junto a la cama pudo distinguir una cartera, un gafete, una varita, un celular y unas llaves, no era su varita, pero seguro que le servía de algo.
Antes de tomar la varita su atención fue atrapada por el gafete, especialmente la foto que salía, lo tomo para verla, era su reflejo.
Leyó con atención cada palabra:
"Ministerio Británico de Magia
Maxence D'Acanto
Departamento de Misterios
Rompe maldiciones"
—¿Qué?
Max volvió a ver el gafete por varias veces sin poder creer eso.
¿Qué clase de broma era esa?
Negó varias veces y tomó la cartera, quizá alguien quería hacerlo dudar o era una estúpida broma como castigo por lo que hizo ayer, pero no fue así.
Todas las identificaciones en esa cartera decían su nombre.
Licencia de conducir, identificación muggle, incluso... Había una identificación de un colegio muggle que indicaba como miembro de la sociedad de padres de familia.
¿Qué mierda era eso?
¿Por qué no recordaba nada?
¿Por qué su aspecto lucía más grande?
Tomo el celular con brusquedad y los desbloqueo dándose cuenta de algo.
Ya no era octubre.
Ya no era el dos mil veintitrés.
Era tres de noviembre del dos mil treinta...dos mil treinta...si hacía bien las cuentas entonces debía de estar por cumplir veintiséis años.
¿Qué demonios pasó? ¿Viajó en el tiempo? ¿Por qué no recordaba nada de lo sucedido?
Negó varias veces, no podía creer eso, así que decidió reiniciar el celular, a lo mejor era una falla, debía de ser alguna estúpida broma de Scorpius, si definitivamente era eso.
Esperaba que el teléfono encendiera cuando escucho el sonido de unos tacones chocar contra el suelo, que cada vez se acercaban más a la habitación.
—¿Max?
El cuerpo de Max se tensó y destenso de inmediato al escuchar esa voz tan dulce y conocida a la vez.
¿Acaso ella estaba participando en esa estúpida broma?
Cuando escuchó que entró se dio la vuelta dispuesto a decirle que pararan con la broma, pero en el momento que la vio, su boca quedó completamente seca, pastosa, ni siquiera podía formular una palabra coherente.
Era una mujer, piel pálida, cabellos azabache y los ojos grises tan hermosos como siempre, sus facciones ya no eran las de una adolescente, estaban más marcadas, su cuerpo era el de una mujer, gracias a los tacones se veía mucho más alta y usaba un vestido que le llegaba arriba de la rodilla y era un poco suelto.
Era Anired.
Pero, no la adolescente a la que trato mal hace unas horas o ¿días?, era una mujer demasiado hermosa..
En sus brazos estaba la pequeña niña rubia aun llorando mientras escondía la cara en el pecho de la azabache que lo veía con la ceja enarcada.
—¿A-anired?
Logró formular llevándose la mano a la pierna izquierda para pellizcarse, tal vez estaba soñando, pero, aunque se pellizcó con fuerza no sucedió absolutamente nada.
—Mami—la voz de la niña se escuchó en la habitación, aun sollozaba en los brazos de la azabache—, papi ya no me quiere.
Anired apretó a la niña contra ella para acariciarle el cabello tratando de calmar su llanto, los ojos grises de la mayor se posaron sobre Maxence para fruncir las cejas.
—Maxence—llamó la azabache, en su voz se podía distinguir que no estaba nada feliz—, no juegues, ahora Crystal está llorando por tu culpa.
Max las miro, poniendo más atención notaba el parecido, narices pequeñas, piel pálida, ojos grises brillantes y expresivos, y ese cabello largo con ondas marcadas.
Y nuevamente, no pudo controlar su cuerpo, el que actuó solo para acercarse a las mujeres, deteniéndose frente a ellas con la mirada de Anired atenta sobre él.
—Meine kleine Vogelspinne—llamó en un perfecto alemán y al parecer era el apodo de la niña que volteo a verlo con los ojos completamente llorosos, ahora Max ni siquiera podía controlar lo que decía—¿Te hice llorar? —la menor asintió varias veces sin detener las lágrimas—, perdón, solo está bromeando —los labios de Crystal formaron un pequeño puchero escuchando las palabras de Maxence—, papá nunca dejaría de quererte, te lo juro.
(Mi pequeña tarántula)
Crystal lo miró fijamente y se limpió las lágrimas con las pequeñas manos, las cuales estiró hacia Maxence pidiendo que la cargara.
El cuerpo del rubio actuaba y la cargo con facilidad como si lo hubiese hecho cientos de veces, llevó los labios a las mejillas húmedas de la pequeña rubia para besarlas cariñosamente ganando que Crystal soltara estruendosas risas.
—No llores, mi amor —pidió con una voz cariñosa y dulce que nunca se imaginó usar—, solo estaba bromeando, perdón si te lastimé.
—Te amo mucho, papi.
Dijo la niña y el pecho de Max se sintió cálido, era cómodo estar de esa manera, incluso le gustaba que le dijera esas palabras tan cariñosas, no pudo evitar sonreír cuando le beso la mejilla para después bajarla.
—Cielo —llamó Anired viendo a la rubia con una sonrisa — ¿Ya tienes todo lo que vas a llevar? Tu abuelo no tarda en venir por tí.
—Solo me falta ponerle la ropa a Tarántula y estaré lista, mami—abrazo las piernas de la azabache que se inclinó para besarle la frente y acomodarle la boina—, te amo mucho.
—Y yo te amo mucho a tí, mi rayito de sol.
Max las miraba fijamente disfrutando de esa escena, era precioso ver esa faceta de Anired que era más cariñosa y dulce, Anired le beso las mejillas por última vez para dejarla salir de la habitación quedando los dos solos.
Maxence no sabía que decir o hacer, todo era tan confuso, pero de cierta manera le gustaba eso, el hecho de estar viviendo con Anired y tener una hija...tener su propia familia a lado de ella sonaba mejor que nada en la vida.
Debía de dudar que se tratara de Anired, a lo mejor era un hechizo de ilusión, pero algo dentro de él le decía que era ella, Anired Georanne Black-Weasley, su Anired.
—Que mala manía tienes—la voz de Anired llamó su atención y bajó la mirada para ver lo cerca que estaba, gracias a los tacones no era tanta la diferencia de estatura como en otras ocasiones—, un día vas a salir con el cuello de la camisa todo chueco, a pesar de que las plancho nunca lo acomodas.
Los finos dedos de la menor recorrieron el cuello azul de la camisa acomodándolo con lentitud.
—Sabes que no es necesario que las planches, lo puedo hacer yo—su cuerpo se estremeció cuando los dedos de Anired le rozaron el cuello—, no me gusta que trabajes tanto, cuidas a Crystal casi todo el día y aparte trabajas en la tienda y en el estudio, incluso continuas con tus investigaciones—las palabras de Maxence salían de sus labios con facilidad y sin control, nuevamente algo más lo usaba de títere—, no es necesario que las planches, lo puedo hacer yo, al igual que preparar la comida y encargarme de la limpieza.
Anired sonrió acomodando ahora los primeros botones de la camisa.
—Me vas a mal acostumbrar, llevamos casi cinco años viviendo juntos y aun no quieres dejarme hacer nada —lo miro a los ojos fijamente—, no es mucho trabajo, Max, te prometo que estoy bien.
Max le acaricio la mejilla de manera dulce.
¿Llevaban cinco años viviendo juntos?
Calculando la edad de Crystal, era probable que empezaran a vivir juntos un poco antes de que ella naciera.
Si sus cuentas no estaban mal, Anired debía de tener unos veinticuatro años y restando cinco años, ella...debió de embarazarse cerca de los dieciocho o diecinueve.
¿Cuándo pasó todo eso?
¿Por qué no recordaba nada?
¿Por qué su cuerpo actuaba por sí solo? ¿Por qué las palabras salían de sus labios sin control? Como si estuviera en el cuerpo de alguien más.
—Te he visto cansada en estos días, no quiero que vayas a enfermar o que algo te vaya a afectar en tu estado — ¿Qué estado? ¿De qué hablaba, estaba enferma? —, también lo he dicho, podrías dejar el trabajo, puedo darte todo lo que tú me pidas y desees, al igual que a Crystal, ya estoy ganando más de lo esperado y puedo darles todos los lujos que merecen.
Anired arrugó el rostro y negó.
—Me gusta trabajar —hizo un puchero—, si siento que es mucho trabajo te prometo que tomaré un descanso, tampoco quiero dejarte todas las tareas de la casa, tú también trabajas mucho en el ministerio.
Maxence negó suavemente.
—Al menos considera tomarte una licencia durante estos meses—pidió sin comprender por qué le pedía algo como eso—, también sería bueno que busquemos una niñera para Crystal, no quiero molestar a tus padres o a papá con eso, últimamente la cuidan de manera muy seguida.
¿Papá? ¿Desde cuándo lo llamaba papá y no Lyssandre?
—Si le ponemos una niñera, el tío Jerome va a querer matarte —comentó con una sonrisa burlona—, sabes que si por él fuera la cuidaría todos los días.
—La adora demasiado.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, en esos momentos se sentía solo un espectador de esa escena.
—Es su primera nieta y fue niña, está vuelto loco por ella, al igual que mis papás y hermanos, incluso la tía Lys y el tío George la consienten demasiado, hasta mis abuelos...
—Bueno, y sumando que es hija de la mujer más consentida sobre la tierra —le beso la mejilla de manera cariñosa—, discutiremos lo de la niñera después.
Anired asintió y le acarició la barbilla disfrutando de sentir la corta barba que tenía contra la palma de su mano.
—Hablando de Crystal, siempre te pasas con tus bromas —comentó viéndolo de forma acusatoria—, Crystal es sensible, así que no seas tan rudo con tu hija.
Maxence tomó las manos de Anired entre las suyas, eran igual de pálidas y delicadas, pero cálidas.
—Nuestra hija...
Murmuró.
—Sí, es nuestra hija —Anired le apretó las manos—, así que deja de hacerle ese tipo de bromas.
Maxence asintió, viéndola fijamente, de cierta manera seguía igual, solo aún más hermosa si eso era posible.
quería preguntarle si estaban casados ya que no veía que ninguno llevara anillos de compromiso, más que un anillo negro, no estaba seguro si era ese, también quería preguntarle si no lo odiaba, cientos de cosas que no sabía por dónde empezar, aparte que era como si su boca no le respondiera para poder hablar como él quería.
Hasta que finalmente lo pudo hacer.
—¿No estás enojada por lo de anoche?
Realmente no sabía si lo que recordaba pasó el día anterior o cuando, pero necesitaba saber qué hacer.
Anired lo miró con confusión por unos segundos, alzó graciosamente la ceja negra y negó.
—¿Anoche? —Anired soltó sus manos para acercarse más a él y acariciarle el pecho, Max se estremeció sintiendo sus mejillas arder—...no...solo me sentía un poco mal, pero te prometo que te lo recompensare —sus traviesos dedos le acariciaron el pecho deteniéndose justo donde estaba su pezón debajo de la camisa para formar pequeños círculos, que causaron que Maxence tuviera que tragar saliva sintiendo el calor subir por su cuerpo—, perdón por dejarte con las ganas anoche.
El rostro de Maxence se encontraba completamente rojo y las caricias de Anired no ayudaban, la azabache alzó la mirada y sonrió con diversión.
—A pesar de los años, tu cabello sigue cambiando de color y te sigues poniendo nervioso cuando yo soy la que te coqueteo.
—Me sigues poniendo nervioso—se mordió el labio inferior y cerró los ojos por unos segundos tratando de que la sangre no se le fuera a la entrepierna—...eso nunca va a cambiar.
La azabache sonrió encantada por sus palabras.
—Pero—Max la miró— ¿Anoche no discutimos?
La Black-Weasley confundida por su pregunta arrugó el entrecejo.
—¿Estás bien? ¿Te sientes mal? —preguntó tocándole la frente—...siento que desde hace rato estas raro ¿pasó algo?
Max negó alejando la mano de Anired para llevarla a sus labios y besarle la palma cariñosamente.
—No...es solo que —sin poderlo evitar tuvo que mentir, ya que no salieron las palabras que él deseaba—...tuve un mal sueño, éramos adolescentes, fue en tu cumpleaños diecisiete y discutimos, te dije cosas horribles y tú me odiabas.
Anired lo soltó para abrazarlo con fuerza, Max la rodeo con los brazos y el aroma a frutos rojos y canela que tanto la caracterizaban ahora tenía una mezcla de menta, quizá debido a todo el tiempo que pasaban juntos, le gustaba que ella tuviera su aroma, probablemente él también olería a Anired.
—Nunca podría odiarte, Maxence —hablo escondiendo la cara en su cuello causándole pequeñas cosquillas al rubio—, te amo con todo mi corazón, Max Steel.
—Mein herz—se sintió bien escuchar esas palabras, quería grabarlas en su mente por siempre—, y yo te amo a tí.
—Meine Liebe, lass uns frühstücken...
(Mi amor, vamos a desayunar)
Max la miro con sorpresa al escucharla hablar un perfecto alemán.
—¿Hablas alemán?
—Tú me enseñaste—lo miro alejándose de él—, tuve un buen maestro, aparte que me obligaste a aprenderlo para que Crystal hablará tu idioma materno desde bebé.
Nuevamente las palabras salieron sin control.
—Era la forma más fácil en que lo aprendiera —hizo una mueca graciosa para tomarla de la mano y caminar con ella dejando que lo guiará—, ahora por eso ya lo habla a la perfección junto con el inglés y francés, así que el español no le está costando tanto, y ahora que entre a clases de italiano será aún más fácil.
—En eso tienes razón.
Maxence dejo que lo guiara, por lo que veía la casa era enorme, probablemente de cuatro pisos, cada habitación era espaciosa y con muebles caros, la elegante decoración iba de colores como el negro y granate, ante cada paso se podía distinguir que vivía una niña en casa ya que en todos lados se podían encontrar algunos juguetes que probablemente Crystal dejara, Anired hizo que volviera a su lugar con un simple hechizo.
Cuando finalmente entraron a la cocina, se movió como si miles de veces hubiera estado en ese lugar.
—Preparare el desayuno—hablo el alemán, buscando los utensilios necesarios al igual que los ingredientes en la nevera—, debes de comer más verduras, Kleiner Hase, así que te preparare algo que lleve mucho de eso.
Anired hizo un puchero para tomar asiento en uno de los bancos frente a la barra de desayuno a sabiendas de que Maxence no la dejaría ayudarlo a cocinar.
—No me gustan —al escucharla quejarse volteo a verla y no evito sentir nostalgia, pues recordó a la Anired adolescente que siempre se quejaba o hacia berrinche por tener que comer verduras—, últimamente me haces de comer puras cosas que lleven eso, ya no quiero.
—Lo siento, cielo, pero es lo mejor para que ambos estén bien ...No quieres que las cosas salgan mal ¿o sí?
Anired soltó un suspiro y negó.
—Comeré todas las verduras que me hagas.
—Me alegro.
Max le sonrió para arremangarse las mangas de la camisa y buscar un delantal para no ensuciarse la ropa, pronto comenzó a cocinar friendo con poca grasa algunos brócolis y zanahorias, el delicioso aroma inundó la cocina abriendo su apetito.
Pero, eso duró poco porque pronto escuché el sonido de una arcada.
Giro de inmediato para ver a la azabache que se ponía de pie rápidamente y salía a paso rápido de la cocina mientras se cubría la boca con la mano y soltaba pequeñas arcadas.
Maxence apagó el fuego para ir trotando tras ella que entró al baño, recordó sus problemas alimenticios y temió lo peor, quizá la Anired mayor estaba volviendo a recaer, y eso era lo que menos deseaba, tanto que había luchado para superarlos.
—Anired—entró al sanitario para verla arrodillada frente a la taza del baño, con cuidado le tomó el cabello para evitar que lo manchara—... ¿Estas bien?
Vomitó un poco más, aunque fue pura agua, estuvo en la misma posición hasta que dejó de arquear y tapo la taza para sentarse en el suelo y verlo.
El alemán se sentó en cuclillas a su lado mirándola con notable preocupación.
—Al parecer al pequeño alemán—una de sus manos se dirigió a su vientre sobándolo con cariño—...no le van a gustar las verduras, apenas las olí y me provocó unas náuseas horribles.
Max la miró con más detalle, sus ojos azules la recorrieron lentamente hasta detenerse en la mano que acariciaba el vientre, dándose cuenta que no puso la atención necesaria.
A pesar de usar el vestido holgado, ahora podía notar que su vientre estaba abultado, no era muy notable, pero lo estaba.
—Estás embarazada...
Fue lo único que salió de sus labios y la azabache solo soltó una pequeña risita ante su expresión de asombro.
—Tienes la misma expresión que cuando te lo dije por primera vez—sus ojos grises reflejaban una enorme felicidad—, es el cuarto mes, apenas, más te vale que lleves bien la cuenta porque a veces eres tan olvidadizo.
Max la miraba sin perder ningún detalle de su rostro, parecía tan plena y llena de felicidad, disfrutaba de estar embarazada, de ser madre, de llevar a su hijo en su vientre, se daba cuenta de que fueron padres demasiado jóvenes, pero Anired no tenía ninguna pizca de arrepentimiento, se dio cuenta en lo cariñosa que era con Crystal, y Maxence no pudo estar más feliz porque sus hijos, experimentaban lo que era una familia cariñosa, una madre y un padre que estaban siempre con ellos, sin ninguna abuela que los maltratara, por el contrario seguramente eran amados por todos.
Maxence finalmente tenía la familia que tanto deseaba cuando era niño, un hogar, un lugar a donde pertenecer.
Abrazo a Anired con fuerza, pero tratando de ser lo más delicado posible para no lastimarlos.
Y, nuevamente la oscuridad volvió a él, sumiéndolo en sus penumbras sin ningún ruido.
No supo cuánto tiempo pasó o lo que sucedía a su alrededor hasta que una voz, que le resultó molesta, interrumpe
—: Oye, idiota, despierta ya.
Maxence se obligó a abrir los ojos, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz que lo ofusco por varios segundos.
Una sombra alta se encontraba frente a él, sentía su mirada clavada ante cada uno de sus movimientos.
Con torpeza logró sentarse en el suelo y tallarse los ojos con las manos, miró a todos lados en busca de Anired, sin duda estaría preocupada por el desmayo que acababa de sufrir.
—Anired no está aquí, así que deja de buscarla.
Esa voz le era conocida, la había escuchado hace poco, enfoco la vista en la sombra frente a él.
Cabello rubio, barba, ojos azules, camisa azul fajada pulcramente dentro del pantalón, un fino reloj le adornaba la muñeca izquierda, el ceño fruncido mientras los veía...por unos segundos pensó que se trataba de Lyssandre, pero al poner más atención se dio cuenta que no era él.
Era el reflejo que vio en el espejo, la misma persona de las identificaciones.
Él mismo con unos pocos más de años.
—¿Qué mierda?
¿Estaba alucinando?
Su yo adulto frunció el entrecejo y tomó algo del mueble de al lado.
—Esa es mi frase —respondió con sarcasmo— ¿Qué mierda hiciste?
—¿Quién demonios eres? —la persona frente a él le lanzó un espejo a las piernas, a duras penas pudo atraparlo evitando el golpe— ¡Oye!
Se quejó, el mayor solo puso los ojos en blanco recargándose del mueble detrás de él.
—No tengo tiempo suficiente, este tipo de magia me está desgastando—explico rápidamente—, soy tú, pero con veintiséis años.
Max lo miró sin creer, pero al verse en el espejo pudo notar que no tenía barba, sus facciones eran más jóvenes...justo como se vio por última vez antes del cumpleaños de Anired.
—¿Cómo sé que eres yo? ¡No te creo!
El mayor volvió a girar los ojos, a veces se le olvidaba lo idiota que fue cuando adolescente.
—Maxence, nacimos el veinticuatro de noviembre de dos mil cuatro en Alemania, somos metamorfomagos, tenemos una hermana gemela llamada Amalie, supimos quién era nuestro padre un poco después de cumplir diecisiete —empezó a dar datos que solo el sabría—, odiamos los mariscos, nuestra comida favorita son los ravioles con queso y espinacas, tenemos un tatuaje en el brazo izquierdo que es mágico ya que nos da la ubicación de Moswen, estamos enamorados de Anired desde la primera vez que la vimos en ese tonto partido de Quidditch, cuando la vimos por primera vez la comparamos con un conejo con rabia, pero lindo—Maxence solo lo miraba tratando de procesar todo lo que decía—, una vez nos hicimos pasar por Deyan para poder ver a Anired y la besamos en la enfermería, los ojos grises de Anired nos vuelven locos, a pesar de llamarla pecho plano realmente nunca consideramos que eso estuviera mal y nos arrepentimos de llamarla de esa manera cuando en el baile de navidad se quitó el vestido frente a nosotros, esa vez fue nuestro primer beso con ella, ese día también tuvimos un sueño erótico con Anired, el primero de muchos y fue la primera vez que nos masturbamos pensando en ella—miro a su yo adulto con el rostro completamente rojo, podía notar que el mayor también se había sonrojado por decir eso en voz alta—, tuvimos sexo por primera vez con Olympe Laurent, algo que después nos dimos cuenta que fue asqueroso, aunque creo que no llegas a esa parte aun. Nuestra primera vez con Anired fue en su habitación en casa de sus padres, ella usaba un bonito conjunto de lencería color rojo con el que se veía jodidamente sexy, Anired es la única que nos provoca una erección sin necesidad de tocarnos... ¿Quieres que continúe?
—Okey, si eres mi yo del futuro... ¿Cómo es que puedo verte? —no comprendía nada—, si utilizas un gira tiempos y te topas con tu yo debes de evitarlo o cambiaras las cosas...
—Estoy usando un viejo gira tiempos algo especial...luego entenderás esa parte, no es importante ahora —se pasó la mano entre el cabello viendo como Maxence joven se ponía de pie—...el problema es que tú acabas de cambiar las cosas de mi futuro.
—¿Qué hice qué?
Si antes estaba confundido, ahora era mucho peor.
—Lo que acabas de ver, es mi vida o lo que suponía que debía de ser, Anired y yo éramos novios, yo empecé a trabajar en el ministerio como rompe maldiciones, un poco después de que cumple dieciocho nos esteramos que está embarazada de Crystal, pasa el embarazo y vive un tiempo en casas de sus padres, comenzar a ganar un buen salario, ella también trabaja, inició una carrera como modelo, puso una tienda de té y hace investigaciones sobre venenos con plantas extrañas —hablaba cada vez más rápido y nerviosamente—, Crystal cumple un año y logramos comprar una casa en el mismo vecindario donde viven nuestros padres, de hecho frente a la casa de Anirak y Fred, así que empezamos a vivir juntos, todo esta perfecto, por fin tenemos la vida que siempre quisimos, Max, un hogar, una familia, la mujer que más amamos en nuestra vida, incluso nos llevamos bien con nuestro padre y hermana. Y como viste también, Anired está embarazada de nuestro segundo hijo, al parecer va a ser un varón, Anired quiere que se llame Maxence Lyssandre o Frederick Lyssandre, aun no escogemos el nombre, aunque ahora le toca a ella, porque yo escogí el primer nombre de Crystal...teníamos la vida perfecta, Maxence...pero...con lo que hiciste en el cumpleaños de Anired cambiaste todo.
—¿Cómo que cambie todo? ¿Qué cambió? ¿Si el futuro cambio porque recuerdas las cosas del otro futuro?
—Gracias a nuestra sangre veela, si bien no tenemos tantos poderes como una veela mujer, nosotros podemos ser metamorfomagos, tener ciertas visiones del futuro, y si algo cambia en el pasado que afecte nuestro presente o futuro lo recordamos a la perfección—resumió tratando de no entrar en detalles—, papá después te lo explicara—Maxence sentía extraño que su yo futuro le dijera papá a Lyssandre...el problema es que con esa discusión todo se alteró, no se suponía que debía de pasar eso, si bien peleábamos fuertemente con Lyssandre, nos calmamos, nunca le dijimos esas cosas tan horribles que nunca hemos creído...
—Fue extraño, cuando empecé a decirlas, es como si no fuera yo, no podía callarme por más que lo intentaba.
—No logro entender que paso, pero tienes que arreglar las cosas —Maxence caminaba por alrededor de la habitación donde estaban—, aquí es la vieja panadería del abuelo, me imagino que las has reconocido —el más joven asintió, fue el único lugar donde en algún momento logró tener recuerdo felices cuando era niño—, después del nacimiento de Crystal la pusimos en marcha —sonrió suavemente—, si bien no sabemos cómo hacer pan contratamos a alguien gracias al sueldo como rompe maldiciones, a Anired le gusta venir al igual que a Crystal aunque esa pequeña ladrona siempre se roba los panes —su sonrisa se volvió triste—...se suponía que ese día, después de discutir con Lyssandre lográbamos arreglar las cosas con él, no es una mala persona, todo lo contrario...él...nos quiere —los ojos del mayor se empañaron de lágrimas—... todo esto es nuevo para él, al igual que para nosotros, sé que estas asustado y que sientes que no mereces que nadie te quiera, te ayude o se preocupe por tí, pero no es así, Max, créeme que nos merecemos cosas buenas, hay mucha gente que sí confía en nosotros, no todos son como Amanda.
Maxence sintió las lágrimas recorrer sus mejillas al escuchar esas palabras, esas palabras que tanto ansío escuchar.
—Escucha—continuó el mayor—, has estado en coma por un mes, el hechizo que utilice me ha ayudado a poder entrar en tu cabeza de alguna manera y mostrarte una parte de nuestro futuro, lo último que paso antes de que cambiara, para recuperarlo de cierta manera o que las cosas sean lo más cercano cuando despiertes no salgas corriendo a buscar a Anired, quédate con Lyssandre y habla con él, no actúes a la defensiva y discúlpate con él.
El adolescente solo veía al piso evitando que lo mirara llorar.
—Si quiero recuperar el futuro ¿No debería de buscar de inmediato a Anired? Debo de disculparme con ella de inmediato.
El alemán mayor negó.
—No, si lo haces, Lyssandre te seguirá, Anired y tu discutirán y—tuvo que detenerse ya que la voz se le cortó—, provocamos un accidente...en el que Lyssandre muere y Anired pierde la vista —Max lo miró asustado—, no la busques ese día, porque ella nos terminará odiando y culpando por el accidente de papá, incluso se va de Londres por perder la vista y no volvemos a saber de ella hasta cinco años después, está por casarse con alguien más.
—¿Lyssandre murió por nuestra culpa?
El pecho le dolió tan solo al imaginarse eso.
—Así es—hizo una pausa viendo el techo y parpadeando varias veces—, no me queda mucho tiempo, el hechizo está por romperse y tú debes de despertar, así que para iniciar habla con Lyssandre y no salgas corriendo, trata de entenderlo y discúlpate porque ambos sabemos que dijimos cosas horribles —pidió viendo su reloj—, con Anired, ve lento, primero tenemos que madurar y cambiar para que ella nos perdone, acepta ir a terapia y a rehabilitación porque tenemos un problema con el alcohol al igual que nuestros traumas no nos dejan, Anired siempre nos va a apoyar, a pesar de que seamos unos imbéciles de primera, pero ella no es nuestro centro psiquiátrico, tienes que sanar primero para no arrastrarla contigo.
—¿Cómo sabré que las cosas están bien? ¿Te volveré a ver?
El mayor se encogió de hombros.
—No sé si pueda volver a verte, robe el gira tiempo y si el futuro no cambia probablemente termine en Azkaban por robar cosas pertenecientes al difunto Nicolas Flamel —Max reconoció ese nombre, era el bisabuelo de Anired—, sabrás que las cosas vuelven a tomar su rumbo si Anired se convierte en modelo después de graduarse de Hogwarts.
—Haré lo que dices.
El adulto lo miro.
—Pero, sobre todo...evita el accidente de Lyssandre y que Anired pierda la vista, no importa si el futuro no vuelve a hacer como antes—dijo con voz trémula, se notaba lo mucho que le costó tomar esa decisión—, lo más importante es que ellos estén bien, sé que no eres tan egoísta como dices y qué harás el sacrificio si es necesario.
Maxence miró a su yo mayor, y pensó en sus palabras que tenían demasiada razón, a pesar de todo, él preferiría ver sana y salva a Anired, aunque no estuviera a su lado.
—Bien, ya es hora de que despiertes...y sé que no quisimos decir esas cosas horribles, a pesar de todo nunca trataríamos de esa manera a Anired—hizo una pausa—, hay algo que nos hizo hacerlo, así que ten más cuidado con la gente a tu alrededor, al parecer hay una persona que está dispuesta a hacer todo para que hieras y alejes a Anired, cuida tus espaldas y cuida a tus seres queridos, deja de ser tan necio y confía más en la personas, porque varias de ellas te quieren más de lo que esperas.
Maxence no pudo responder porque pronto todo se llenó de una intensa luz que le hizo doler la cabeza con intensidad, se apretó las sienes y cerró los ojos en busca de que cesara.
—¡Max! —escuchaba que lo llamaban—... ¡Max!...despierta, por favor abre los ojos...llamaré a un sanador, pero despierta...
La luz blanca aun permanencia, alguien apretaba su mano y le acariciaba el rostro repitiendo una y otra vez que despertara, pudo entreabrir los ojos, pero todo se veía completamente borroso, logro reconocer una sombra y un largo cabello, quería seguir escuchando la voz y que no dejará de tomarle la mano, era como si fuera un ancla que lo ataba a ese mundo.
[...]
El dolor de cabeza por fin había cedido, pero la pequeña aguja en su mano estaba molesta al moverse.
Veía a los dos adultos hablar sintiendo la mirada de su hermana gemela sobre él, no podía verla, parecía molesta, triste, pero, aunque sonará contradictorio también feliz, era una mezcla de emociones.
—Todos sus órganos vitales se encuentran en perfecto estado, quizá esté un poco desvariante debido a que pasó un poco más de un mes en coma—explicaba Draco leyendo las notas en la paletilla que llevaba en la mano izquierda—, las piernas las podrá sentir entumecidas e incluso algunos movimientos le costarán más, pero todo es completamente normal, está fuera de peligro —miro a Maxence de reojo y nuevamente volvió la mirada a Lyssandre—, realmente es un milagro que no haya sufrido un paro cardiaco, consumió una enorme cantidad de alcohol mezclado con valeriana, ajenjo y esas sustancias muggles, se mandaron a analizar y resultaron ser algo llamado heroína y éxtasis, pero...lo más extraño es que hay algo que no logramos identificar qué es lo que causa, se conoce como Mimosa Tenuiflora, pero no tenemos información ni siquiera en el mundo muggle, así que Maxence estará unos días más en observación para ver cómo reacciona en estos días.
—Sí, no hay ningún problema...gracias por todo, Draco.
—No es nada —Draco le palmeo el hombro—, creo que les aguarda una larga y tendida conversación, así que los dejo.
Lyssandre asintió para ver como el Malfoy salía de la habitación del hospital, llevaban más de treinta días en ese lugar, todo se había vuelto una completa locura.
Maxence paseaba la mirada de Lyssandre a Amalie, ambos parecían cansados, probablemente cansados de él.
—¿Y Anired?
Fue lo primero que preguntó al no saber qué decir o hacer en esos momentos llenos de tensión.
Miro como Lyssandre tensó la espalda para darse la vuelta y verlo.
—Supongo que en Hogwarts —soltó cruzándose de brazos sin ningún brillo en la mirada, a pesar de todo nunca lo había visto de esa manera —, no esperabas que estuviera aquí ¿o sí? —alzo la ceja mirándolo con desaprobación— ¿Quieres que te recuerde todo lo que sucedió?
Era normal que estuviera tan enojado con él, pero escucharlo hablarle así fue doloroso.
—¿No vino para nada? —Lyssandre solo negó—...bueno, creo que lo entiendo.
Se sintió decepcionado y un dolor en el pecho se formó, cierta parte de él esperaba que la azabache estuviera a su lado, o fuera esperando por entrar a verlo, sí, sin duda arruino todo lo que tenía con ella.
Recordó las palabras de su yo futuro, aún no comprendía bien del todo, a lo mejor solo se trató de una pesadilla mientras estuvo en coma, pero decidió hacer caso a sus palabras y no tratar de salir corriendo para buscarla.
—Maxence —llamó Lyssandre tallándose la cara con la mano, el cansancio, el desespero y preocupación se notaban en cada uno de sus movimientos—, entiendo que nunca nos hemos llevado bien, que no me toleras e incluso si me odias, también comprendo el dolor de perder a tu madre, sé que no es algo que se supere de la noche a la mañana...pero...esto ya sobrepaso todo mi limite, no...no sé qué hacer para ayudarte...lo estuve discutiendo con Draco y demás sanadores, incluso con un doctor muggle...lo mejor que puedo hacer por tí es...mandarte a un centro de rehabilitación —Amalie bajo la mirada al escuchar eso, sabiendo que Maxence sin duda se pondría en contra y haría todo lo posible para escapar, era por eso que una vez que despertó colocaron hechizos anti apariciones y guardaron la varita de Max para evitar que huyera—...yo...lo siento, pero ya no sé qué más hacer y probablemente sea el único lugar donde te pueda ayudar como yo no lo hice, tienes un serio problema con el alcohol, ahora incluso con drogas, Maxence, es demasiado, tanto para mí como para Amalie...
Lyssandre lo miró, preparado para escuchar los gritos y reproches del alemán, sabía que no sería fácil llevarlo, pero si era la única forma de ayudar a su hijo lo haría.
Maxence bajo la mirada, apretó la fina sábana entre sus manos al escuchar lo que dijo Lyssandre, sería internado en una estúpida clínica de rehabilitación.
—Yo no consumo ninguna droga—por fin , después de varios minutos, Maxence hablo—, admito que he tomado alcohol, y sí, días anteriores incluso me metí un cuadro de LSD, pero...ese día, el día del cumpleaños de Anired, estaba limpio, tenía más de una semana que no tome ninguna droga, mucho menos heroina, éxtasis o alguna de esas extrañas hierbas que nombró el señor Malfoy—Lyssandre y Amalie lo veían, preparados para que comenzara a discutir como siempre—, no...no quise que pasara nada lo que sucedió...
—Lamentablemente ya pasó, Maxence, lo hecho está hecho.
Para sorpresa de los dos rubios mayores, Maxence dio un sorbo a su nariz y al verlo pudieron ver las lágrimas bajando por sus mejillas.
—Perdí todo —su voz fue más como un murmuró soltando un sollozo—...mi mamá está muerta, Anired me odia...ya no tengo nada —sorbió por la nariz para ver a Lyssandre—...soy la peor mierda del mundo...y ya no tengo nada...estoy completamente solo.
—¡¿Por qué tienes que decir eso?!—Amalie habló acercándose a su hermano, su mirada azul estaba llena de lágrimas— ¿Y qué hay de mí? ¡Yo todavía sigo aquí, Lyssandre también está aquí! ¡No es justo que nos hagas esto, no es justo que digas esas palabras, porque no estás solo!
Maxence solo la miró y las lágrimas aumentaron aún más si eso era posible, el Delacour se acercó a la camilla del menor.
—Me odias y lo entiendo perfectamente—se sentó en la orilla viéndolo—, no he sido un buen padre, estuve ausente toda tu vida, yo también odiaba a mi padre y se lo horrible que es tener que soportar su presencia o que tomara decisiones para mí, pero quiero que sepas que a pesar de todo, no estás solo, Maxence, no lo has perdido todo, mientras yo siga vivo siempre me vas a tener cuando me necesites, porque eres mi hijo y créeme que daría todo lo que fuera necesario para volver el tiempo atrás y estar con ustedes desde que son unos niños, todos los días que pasan créeme que me odio por no haberlos buscado antes, por perder tanto tiempo...
—No te odio—Maxence parecía un niño pequeño, asustado de sí mismo, de todo lo que podía causar, era como la primera vez que usó magia y su abuela lo acusó de ser un demonio, era nuevamente ese pequeño niño que temía lastimar a las personas, ese pequeño niño que fue dañado desde dentro—...nunca quise decir eso...es solo...que estoy asustado —confesó apretando los ojos tratando de evitar las lágrimas—, porque tú también terminarás odiándome y desconfiando de mí, ya te herí con mis palabras, incluso te amenace con mi varita...es como dijo Amanda, soy un demonio que hiere y destruye todo a su paso...no merezco tener un padre, no merezco tener una hermana...no...no merezco que me quieran.
Su cuerpo temblaba y las lágrimas le nublaban la vista, sentía un nudo en la garganta que no podía aliviar.
De un momento a otro su cuerpo se sintió caliente, el aroma a brisa de mar inundó sus fosas nasales y una mano tosca le acarició el rubio cabello tratando de ser lo más delicado, mientras su frente terminaba recargada en un masculino hombro.
—Lo que te dijo Amanda son puras estupideces, tú no eres un demonio, Maxence, eres mi hijo, y no dañas a la gente, solo necesitas sanar tu primero, fuiste demasiado herido cuando niño, Max, eras solo un niño cuando comenzaste a escuchar esas horribles palabras que nunca mereciste—mientras más palabras escuchaba las lágrimas escurrían mojando la camisa azul que cubría el hombro en el que se recargaba—, eres un niño que merece ser querido, un niño que merece sanar, así que déjame ayudarte a hacerlo, no tienes porque enfrentar toda esa mierda solo, porque no lo estas, tienes a tu hermana, me tienes a mí y siempre nos vas a tener pase lo que pase, así que por favor, deja que estemos a tu lado.
Las manos del menor soltaron la sábana para aferrarse a la espalda del mayor apretando la camisa con fuerza.
—I-iré a rehabilitación...to-tomaré terapia —murmuró con sollozos y voz temblorosa—...p-pero no me dejen...n-no quiero estar solo...
Lyssandre lo abrazó con fuerza, como debió hacerlo hace mucho tiempo, tratando de que se diera cuenta que no estaba solo.
—No te vamos a dejar, hijo.
Y solo esas palabras bastaron para que Maxence rompiera en llanto, un llanto tan doloroso que estremeció a Amalie y a Lyssandre, escuchando sus sollozos que pronto se volvieron más fuertes en busca de eliminar ese nudo en la garganta, sacando lo que tanto había guardado en el pecho.
Los gritos de Maxence eran ahogados gracias al hombro de Lyssandre en el que se ocultaba, el mayor solo lo abrazaba con fuerza evitando que cayera en la cama, dejando que llorara todo lo que quisiera, porque era algo que el menor necesitaba.
Maxence debía de liberarse de todos esos traumas que había arrastrado desde niño si es que en algún momento quería ser feliz.
Necesitaba sanar para no herir a los demás, para dejar de herirse a sí mismo.
⚜⚜⚜
—¿Te encuentras bien?
Al escuchar la voz proveniente de la persona que se acercaba apretó el papel en su mano hasta convertirlo en una bola de papel evitando que leyeran esa pequeña nota, alzó la mirada y le sonrió con suavidad al rubio que detuvo sus pasos frente a ella.
—Profesor Roux, buenas noches —saludó con educación—, estoy perfectamente bien ¿Por qué la pregunta?
—Llevas varios días sin entrar a mi clase, Anired, al igual que algunas otras, los profesores están preocupados por tí—hizo una pausa para sentarse a lado de ella—, tememos que estés pasando por algo malo o que alguien te moleste, no nos gustaría...no me gustaría que vuelvas a sufrir como hace un año.
La luz de la luna se colaba por el enorme ventanal bajo el que se habían sentado, los iluminaba de manera tenue marcando apenas sus facciones y movimientos.
—No está pasando nada malo...solo he estado un poco cansada —mintió, últimamente lo hacía de forma muy seguida—, no pensé que mi último año sería así de pesado.
—Has estado de esa manera desde tu cumpleaños... ¿Acaso sucedió algo?
Anired negó y sonrió sin abrir los labios, sabía que el maestro solo preguntaba por educación, pero era evidente que se habría enterado de lo que sucedió en su fiesta de cumpleaños, todo Hogwarts y Hogsmeade lo sabían, escuchaba las conversaciones a sus espaldas.
Como todos decían que quizá tenía una enorme suerte en los estudios, pero una terrible suerte con los hombres.
Y tal vez no era mentira.
De una u otra manera siempre terminaba decepcionada
Quizá debería dejar de tener expectativas de la gente para no resultar herida.
—No sucedió nada, profesor —respondió manteniendo una sonrisa falsa en el rostro—, solo que el cansancio ya me está pasando factura.
Dean la miró fijamente.
—Tienes los ojos irritados, Anired, estuviste llorando...y créeme que duele verte de esa manera.
La azabache desvió el rostro hacia otro lado evitando que la viera más, odiaba que su profesor se diera cuenta de lo que sucedía a pesar de tratar de ocultarlo mejor.
—Es por la falta de sueño.
La mano de Dean terminó sobre su rostro, en su mejilla izquierda provocando que volteara a verlo.
Con el dedo pulgar formaba círculos invisibles en su pálida mejilla, en una caricia delicada como si pudiera romper en llanto en cualquier momento.
—No creo que nadie valga la pena como para merecer tus lágrimas, Anired—la azabache lo miro escuchando sus palabras—, no se qué haya pasado, pero quien te haga estar tan triste no te merece.
Dean miró como Anired veía a todos lados de manera nerviosa y no evitó sonreír al verla de esa forma, pero antes de que pudiera decir o hacer algo más un carraspeo llamó la atención de ambos.
—No sabía que los profesores eran tan cercanos a sus alumnas.
Anired giro la mirada reconociendo esa voz a la perfección y se puso de pie para ir con él.
—¡Papá!
Llamó acercándose a él, Fred le sonrió acariciándole el cabello de manera juguetona.
—Te dije que vendría hoy por ti para que pases el fin de semana en casa ¿Ya tienes tus cosas listas?
Anired asintió.
—Sí, solo iré por mi maleta.
—Bien, te espero aquí.
La menor confirmó con un movimiento de cabeza y miró a Dean.
—Nos vemos, profesor, que tenga un buen fin de semana.
—Igualmente, Anired, cuídate.
Dean la miró alejarse, pero se sintió observado, escucho como se acercaban a él así que se levantó para encarar al pelirrojo que permanecía completamente serio, sin un ápice de su rostro amable, ni siquiera una mísera sonrisa.
—No me parece que sea tan cercano a mi hija, es su profesor, no debería de cruzar la línea.
Dean sonrió viendo a Fred.
—Está malinterpretando las cosas, yo solo quiero ayudarla —tuvo que alzar el rostro para ver al pelirrojo que le llevaba varios centímetros, el más alto mantenía los brazos cruzados sobre su pecho—, no me gustaría que vuelva a pasar lo mismo que el año pasado, así que quiero aconsejarla y que tenga con quien hablar.
Fred enarcó la ceja y negó.
—¿Aconsejarla? Anired tiene una psicóloga con la que puede hablar, también tiene a sus padres si necesita un consejo—se notaba la hostilidad en sus palabras—, y amigos si necesita hablar, no veo porqué motivo recurriría a usted.
—A veces se necesita hablar con un adulto y no con un niño, usted mejor que nadie sabe lo madura que es su hija —le mantenía la mirada a Fred—, a veces ella no se siente cómoda con los adolescentes de su edad.
Fred chasqueó la lengua.
—Si necesita hablar con un adulto ella sabe que solo necesita escribirme o mandarme un patronus y en menos de lo que imagina estaré aquí para ella al igual que mi esposa —Fred negó—, profesor Roux, le pido que solo desempeñe su papel como maestro de mi hija, ella no necesita un amigo o un consejero, como usted lo dijo, es una niña, debe de estar rodeada de ellos, no con personas mayores, así que si tiene un interés por Anired más allá de lo académico más le vale mantenerse lejos de ella, no voy a permitir que ningún hombre mayor este intentando algo con ella.
—-Entiendo su preocupación, pero créame que no tengo ningún interés en particular sobre Anired —su rostro seguía manteniendo una expresión de amable, pero ni eso lograba convencer al pelirrojo que aún se mantenía serio y con los brazos cruzados sobre el pecho—, solo me preocupo por ella ¿Acaso usted nunca fue cercano a un profesor?
Fred arrugó el entrecejo.
—Nunca lo fui y estoy seguro que hubiera visto mal que un profesor o profesora se me acercara de esa manera, así que se lo vuelvo a repetir, mantenga su distancia con Anired, o me veré en la necesidad de tomar cartas en el asunto.
Dean solo observó la espalda de Fred que se alejó dirigiéndose a las mazmorras en búsqueda de Anired, el rubio no evitó chasquear la lengua y reemplazar el rostro amable por una mueca de pura molestia.
[...]
Anired se estiró el sillón para tallarse los ojos en cuanto la segunda película que veía esa noche terminó, a pesar de todo aun no lograba despejar su mente al cien por ciento.
—Tu madre y Regulus llegarán más tarde, al parecer surgió algo en el ministerio que retrasó su salida, y George Sirius está haciendo inventario junto con Louis en la sucursal de Rumania, aún no terminan así que aún no están seguros de a qué hora lleguen —explicó su padre dejando el celular en la mesa ratona que yacía frente a ellos— ¿Quieres que cenemos de una vez? Podemos pedir lo que tú quieras o te preparare algo que se antoje...
Anired miro a Fred por unos segundos y negó.
—La verdad...no tengo hambre.
El pelirrojo observó el bowl donde había palomitas, ciertamente, ella ni siquiera comió ni un poco, cosa que hizo reaccionar todas sus alertas, temiendo lo peor.
—Nired... ¿Estás bien?
Algo que le había preocupado en estos últimos días, es que Anired no tocó el tema en ningún momento sobre lo que paso con Maxence el día de su cumpleaños, no la vio ni siquiera llorar por eso y cada que trataban de abordar la conversación la menor desviaba el tema o simplemente se iba porque bajo la excusa de que tenía cosas que hacer.
—¿Eh? Sí...solo que hoy no tengo hambre.
Fred tomó la varita para encender la luz con ayuda de magia y se sentó de forma recta para acercarse un poco más a su hija.
—Mamá y yo siempre tratamos en hacer que comprendieran que no está bien ocultar sus sentimientos—veía de reojo a la menor que mantenía la mirada fija en los créditos finales de la película—, reprimir se vuelve cada vez más doloroso, te hace pensar en las cosas una y otra vez...comprendo si no quieres hablarlo conmigo, pero me gustaría que lo hicieras con alguien más, incluso no fuiste a tus sesiones con la psicóloga, me preocupas, cielo.
El cuerpo de Anired se veía más pequeño ya que se encogía contra sí misma.
—No quiero que lo odien —su voz era apenas un hilo evitando que se cortara ante las palabras que salían de sus labios—, sé que dijo cosas horribles, pero no quiero que tú, mamá, mis hermanos, primos o tíos lo terminen odiando...Maxence no es malo...solo...está pasando por algo muy fuerte para él.
Fred la miro y suspiro tomando su pequeña manos entre las suyas.
—Cada que recuerdo la forma en que te trato el día de tu cumpleaños quiero romperle la cara—confesó apretando su mano de forma cariñosa—...pero sé que terminaras herida si lo hago o si uno de tus hermanos o primos lo hacen...no lo odio, sé que es un niño que está pasando por un momento difícil, y que necesita ayuda psicológica...
—Por eso no he querido decir nada, porque si lloro enfrente de ustedes, lo van a odiar...
—Pero, no es bueno que te reprimas, mi amor —Fred sintió el corazón contraerse al ver las pequeñas lágrimas recorriendo el rostro de Anired y como su nariz se ponía roja—, te vas a sentir peor si guardas las cosas para tí...pero, si tanto te duele estar lejos de él y sabes que está pasando por un mal momento ¿Por qué pediste que nadie dijera que estuviste todos los días en el hospital cuando él se encontraba en coma? ¿Por qué incluso le pagaste a algunas enfermeras para que no le dijeran que estuviste incluso cuando recobró el conocimiento?
Anired se mordió el labio inferior.
—Estoy cansada, siempre soy yo la que salgo herida...fue lo mismo con Deyan, y ahora con Maxence se está repitiendo—hizo una pausa cuando un sollozo escapó de sus labios—, si él pasa por un mal momento se aleja de mí y me hace dudar, me hace preguntarme si yo hice algo mal para que tomara esa actitud. Luego...yo soy la que tengo que insistirle para que me cuente las cosas, tengo que ser la que lo busque...es injusto...y-y...trato de entenderlo, papá, créeme que trate de comprender por todo lo que pasó Maxence, su infancia, el hecho de cómo le afectó que tío Jerome no estuviera presente en esos diecisiete años—tras cada palabras se escuchaba la frustración que tenía, incluso se ahogaba con los sollozos por ratos—...y siempre que le digo que tiene que ir al psicólogo y tomar terapia la respuesta es la misma: "solo te necesito a tí" —Anired hizo una pausa sorbiendo por la nariz—, pero, papá...y-yo no soy su maldito centro psiquiátrico...hice todo por ayudarlo, pero estoy cansada...p-pensé que el tiempo lo curaría...pero no.
Fred abrazo a su hija sobándole la espalda y besándole el cabello.
—Bebé, el tiempo no cura, es más, no tiene porque curar nada, deja de pedirle cosas —sus dedos se perdían entre las largas hebras oscuras—, el tiempo pasa y ya, lo que cura es lo que haces mientras, y eso aplica tanto para tí como para Maxence. Se curan ustedes, no el tiempo.
Anired se pegó más a su padre en busca de refugio y protección.
—Y por eso es que prefiero estar lejos de él, aunque me duele, aunque sienta que el corazón se me rompe por dentro, quizá en estos momentos si se lo pido Maxence acepte la terapia para que las cosas no terminen...pero, no quiero eso, sí sigo a su lado hará las cosas por mí —escondió la cara en el hombro de Fred—, quiero que sane por él mismo y no por mí, que lo haga por su bienestar, que sane porque él quiere.
Fred comprendió cada una de las palabras de su hija, se daba cuenta del sacrificio que Anired estaba haciendo por el rubio, percatándose que permaneciendo a su lado Maxence no sanaría por él mismo.
—Me duele tanto el corazón al saber que no puedo estar a su lado, que siento que voy a morir, papá, me duele mucho...quisiera olvidar todo lo que viví con él.
—Una vez que te rompen el corazón no te mueres, pero sí que vuelves a nacer.
Murmuró escuchando sus sollozos y abrazándola con más fuerza, como si quisiera absorber todo su dolor.
—Papá —llamó Anired entre llanto— ¿Puedes borrar mis recuerdos con Maxence? —pidió entre sollozos—...y-yo no quiero seguir así...me duele...me duele mucho.
pidió entre llantos aferrándose al pecho de su padre.
El rostro de Fred tenía un gesto amargo al ver a Anired de esa manera, le dolía ver a su única y adorada hija de esa forma.
—Mi amor—le acarició el cabello de forma lenta—, sé que a pesar de todo no quieres perder esos recuerdos porque él te hizo feliz
A pesar de que dolía tanto como para llorar de manera desgarradora dejándole el pecho doliendo, ella sabía que los sacrificios por amor existían, porque sus sentimientos por Maxence eran más fuertes que el dolor que experimentaba, si estar lejos de él significaba que sanaría, lo haría sin dudar.
⚜⚜⚜
—Estarían en Australia cerca de un año o hasta que termine la misión—explicó el adulto de ojos verdes frente a ellos—, los hemos escogido a ustedes ya que son los que más se adaptan para este trabajo, como comprenderán deben de desmantelar ese campamento que trafica con Criaturas Mágicas, es por eso que hemos seleccionado a algunos miembros del departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas para que nos ayuden con su control, ya que aún no sabemos qué tan peligrosas son, seis aurores irán, es una misión tardada, pero esperamos que no sea tan riesgosa.
Los ojos de Regulus vagaron de Harry Potter, a su madre, sus compañeros aurores y se detuvieron en los miembros del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas en donde reconoció a Amalie D'Acanto que aún conservaba un rostro cansado.
—Esta información se las daría el Director de Seguridad Mágica, Lyssandre Delacour, pero debido que solicitó una licencia de permiso por un problema familiar—Regulus sabía muy bien a cual problema familiar se refería, y era la recuperación de Maxence por la cual su padrino Jerome se había ausentado en el trabajo—, me concierne darla a mí, aún no sabemos quién los acompañara, si Delacour, yo o incluso alguien más, pero lo que sí sabemos es que el viernes de la próxima semana tendrán que partir a Australia, por lo que esperamos sus respuestas a más tardar el lunes ya que los preparativos ya se están llevando a cabo, eso sería todo por mi parte.
Regulus observó como su tío Harry, el cual compartía un enorme parecido con el imbécil de James Potter, se acercaba a hablar con su madre.
Era una buena oportunidad para crecer como Auror, ya que eran pocos los seleccionados para viajar a un lugar lejano por ese lapso de tiempo y siendo una misión importante.
Pero, por otro lado, pensaba en su familia.
¿No los vería en un año?
Era demasiado tiempo, si cuando su madre tenía que salir de viaje por unos cuantos días sentía que era una eternidad, ahora estar un año sin verlos se le haría horrible y pesado.
—Decide lo que tú creas mejor—como si leyera sus pensamientos su madre se acercó a él con una sonrisa dulce—, piensa en tí y en tu carrera, vayas a donde vayas nosotros siempre vamos a estar para tí—le apretó el hombro y Regulus sintió que con eso le brindó más fuerzas—, y podremos ir a visitarte cuando sea, no pienses que la distancia va a ser un impedimento para que vaya a ver a mi pequeño bebé pelinegro.
Probablemente cualquier otra persona se avergonzaría porque su madre lo llamara así frente a sus compañeros de trabajo y jefes, pero era Regulus John Black-Weasley, quien se sentía sumamente orgulloso de tener una mamá tan cariñosa que lo amara con tanta fuerza.
El azabache sonrió cuando su madre le besó la frente para seguir a Harry Potter quien acababa de salir de la sala de juntas.
Regulus echó la cabeza hacia atrás, pensando en qué decisión tomaría, observó a su lado y pudo distinguir a Amalie que al parecer se encontraba en el mismo estado que él.
Los dos parecían dudar de que hacer.
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¡Hola!
¿Qué les ha parecido el capítulo?
¿Creen que lo que vio Max sea real o solo una ilusión? ¿Si es real, lograra recuperar su futuro? Si tienen teorías respecto a esto me encantaría leerlas.
¿Les gustó ver un poco más a fondo la relación de Anired y Fred? Siento que Fred, a lo largo de mis fanfics ha madurado de manera sorprendente, lo amo mucho♥
¿Qué opinan de la decisión de Anired, fue demasiado egoísta o está bien?
¿Qué tal sus sospechas contra Dean?
¿Regulus y Amalie aceptaran la misión?
Bueno, nos leemos, no se olviden de comentar y votar.
Nos leemos en unos días, loviu♥
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