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Trece.

Anired soltó un suspiro para estirarse y dejar la pluma sobre el viejo cuaderno, no era raro ver a la azabache en la biblioteca leyendo diversos libros de defensas contras las artes oscuras, pociones, encantamientos, artes oscuras, entre otros; si no estaba con sus hermanos, amigos o ahora, con Deyan, era común verla en ese lugar pasando el tiempo libre.

Observó el reloj en su muñeca poniéndose de pie, dentro de unos minutos más tendría que ir a ver a su novio en las orillas del bosque, tomó los libros que utilizó para acomodarlos en su lugar, camino a los estantes cercanos a la sección prohibida.

Al subir los libros con ayuda de magia, un marcador morado cayó, que seguramente se encontraría en medio de alguno, acomodo rápidamente los que iban en la estantería más alta para darse la vuelta y buscar el plumón.

Soltó una maldición al toparse con un rubio que tenía el plumón en la mano izquierda, él bajo la mirada para verla y una sonrisa burlona adorno su rostro.

Anired se mordió el interior de la mejilla y hablo

—: ¿Me podrías devolver mi plumón?

—Si...claro que podría —hizo una pausa notando como la menor observaba el marcador en su mano y lo comenzó a jugar entre sus largos y masculinos dedos—, pero... ¿Cómo puedo estar seguro que es tuyo? Lo encontré en el suelo, tal vez ni tenga dueño —lo observo de manera cautelosa —...no tiene nombre...

Anired apretó los dientes tratando de contenerse y no alzar la voz para gritarle unos cuantos insultos.

—Tiene mis iniciales.

—Mmh... aquí solo hay unas letras: "AGBW" y, tú eres tabla de planchar, deberían de ser "TDP".

La azabache puso los ojos en blanco, cierta parte de ella quería reírse por la mala pronunciación del estudiante de Beauxbatons y otra parte quería golpear su estúpido rostro.

—Mi nombre es Anired Georanne Black-Weasley, no tabla de planchar...maldito rubio oxigenado.

—Te queda más tabla de planchar o pecho plano —recorrió el rostro de Anired, tenía el ceño fruncido y parecía muy molesta, su sonrisa se hizo más grande —, si sigues así te van a salir arrugas y lucirás toda fea...por cierto, mi nombre es Maxence, no «maldito rubio oxigenado», tabla de planchar.

—Dame eso.

Trato de arrebatarle el plumón, pero Max fue más rápido alejándolo de inmediato, Anired intentaba quitarlo y D'Acanto lo ponía más alto para que no lo alcanzara.

—Si dices mi nombre y lo pides por favor tal vez te lo dé, kleiner hase.
(Pequeño conejo)

Anired frunció aún más el ceño ante esas raras palabras, sentía que la estaba insultando en un idioma que no lograba entender.

La Black-Weasley era demasiado orgullosa como para hacerle caso, así que siguió intentando quitárselo cosa que resultaría imposible, justo cuando creyó que lo tendría, Maxence golpeo con la mano unos libros del estante arriba de ellos provocando que se cayera.

—Mira en lo que nos metes, tabla de planchar.

Murmuró cuando la empujo contra el otro librero tomándola de la muñeca para detenerla y evitando que algo la golpeara.

—Fue tu culpa, rubio oxigenado —alzo la mirada al ver cómo era encerrada por el gran cuerpo de Maxence, sus mejillas rápidamente se volvieron rojas por la cercanía y más al notar el aroma a tierra mojada, brisa y algo que parecía ser vodka y tabaco, al verlo de esa manera pudo percatarse que tenía la mandíbula demasiado marcada resultando muy masculino —, muévete.

—Se dice gracias, «cergda» mal agradecida.

—¿Quién te crees para llamarme «cergda»?

Imito como pronunciaba esa palabra, pero Max en lugar de enojarse soltó una ronca risa.

—¿Por qué no te alejas de mi novia?

La voz ronca del búlgaro provoco que Maxence y Anired giraran el rostro para verlo, Deyan tenía el ceño y los labios fruncidos observando la escena.

—Deyan....

Murmuro Anired, Maxence al ver como la mirada gris se llenaba de preocupación se alejó de inmediato.

—No estábamos haciendo nada malo —los ojos azules se cruzaron con la mirada verde que estaba rebosante de enojo—... solo platicábamos.

Deyan lo miro de arriba abajo con aires de superioridad acercándose para tomar la mano de Nired.

—Maten tus manos lejos de ella, francesito.

Murmuro entre dientes.

—Mmh —Max paso el plumón sobre sus propios labios y negó—...soy alemán, tarado.

Anired noto como su novio se tensaba así que lo tomo del brazo jalándolo hacia ella.

—Deyan...ya vámonos.

Pidió, el castaño le lanzo una última mirada a Maxence para hacerle caso a la más baja.

Maxence solo vio como la pareja se alejaba de ahí, con un movimiento de varita hizo que los libros volvieran a su lugar y soltó un suspiro viendo el plumón en su mano para guardarlo en el bolsillo del pantalón.

Deyan caminaba con rapidez sin soltar la mano de Anired que lo seguía de igual manera.

—¿De qué hablaban tú y ese idiota?

Anired lo hizo detenerse.

—Solo le estaba pidiendo que me devolviera mi plumón —hizo un puchero al recordar que era un marcador que hola a uva—...pero, golpeamos un librero y los libros comenzaron a caer, me empujo para evitar que nos golpeáramos...

—¿Y por un plumón terminaron de esa manera?

—Era mi plumón de uva.

Deyan puso los ojos en blanco.

—Nired, no seas inmadura. Luego compra otro en una tienda muggle o pídeles a tus papás que te lo manden.

Anired soltó un suspiro, pero sus ojos se iluminaron al escuchar la pregunta de Deyan.

—¿Te gusta?

—¿Qué? —Anired negó varias veces provocando que el cabello se le moviera de forma graciosa—...solo me gustas tú Dey...

El castaño asintió para besarle cortamente los labios.

—Matante lejos de él, Anired —le acaricio un mechón de cabello—, solo es un vulgar y grosero, no debes de rodearte con gente de esa calaña, probablemente en un futuro sea un criminal que termine en Azkaban.

Explico con aires de superioridad.

—¿Vulgar? ¿Criminal?

Enarco la ceja, Maxence le resultaba algo grosero y molesto, pero no lo consideraba vulgar o criminal, tenía un aspecto rebelde y parecía ser la clase de chico que no dudaría en pelearse con quien fuera.

—Si ¿no lo viste bien? —enarco las cejas—, todo el uniforme mal puesto, ni siquiera se acomodó la corbata y hasta una estúpida perforación, toda la pinta de un criminal... solo falta que tenga tatuajes.

—Mi abuelo y mis padres tienen tatuajes.

Respondió Anired cruzándose de brazos.

—Sabes a lo que me refiero, Nired...solo mantente lejos de él ¿quieres? ya es suficiente con que seas cercana a ese Malfoy.

—Scorpius es parte de mi familia, ni empieces.

—¡Esta enamorado de ti!

—¡Y también de mi mamá! ¡Por Merlín, es Scorpius, hoy estará enamorado de mí y de mi mama, mañana de otra chica! —frunció el ceño—, si vamos a empezar a prohibirnos amistades, tú también deja de hablarle a esa tal Stella y a Hannah Montana.

—Son mis amigas. Y solo es Hannah, no Hannah Montana, Anired.

Puso los ojos en bl0anco.

—Scorpius es mi amigo...

Deyan soltó un suspiro y asintió.

—Está bien, olvida lo que te dije...solo, mantente lejos de ese de Beauxbatons.

—Ajá.

Respondió con un tono que ni ella misma supo explicar.

—Bueno... ¿Quieres ir a esa sala rara que fuimos ayer?

—Sí, vamos.

Anired le extendió la mano, Deyan la tomo de inmediato para seguir el camino a la Sala de Menesteres.

[...]

—La doncella yacía muerta en el suelo, con el pecho abierto; agachado a su lado estaba el brujo, desquiciado y sosteniendo en una mano un gran corazón rojo, reluciente, liso y ensangrentado. Lamía y acariciaba ese corazón mientras juraba que lo cambiaría por el suyo.
» En la otra mano sostenía su varita mágica, con la que intentaba extraerse el corazón marchito y peludo. Pero el corazón peludo era más fuerte que el brujo, y se negaba a desconectarse de sus sentidos y volver al cofre donde había pasado tanto tiempo encerrado.
»Ante las horrorizadas miradas de sus invitados, el brujo dejó la varita y asió una daga de plata. Y tras jurar que nunca se dejaría gobernar por su corazón, se lo sacó del pecho a cuchilladas. Entonces se quedó un momento arrodillado, triunfante, con un corazón en cada mano, y a continuación se desplomó sobre el cadáver de la doncella y murió.

La voz de Anired era suave y dulce mientras terminaba de leer el cuento infantil, Deyan, que se encontraba acostado en sus piernas, alzó la mirada para verla y sonrió con suavidad, se veía bonita con esa expresión de disfrutar la lectura.

—Me gusta estar de esta forma.

Murmuró, se sentía completamente relajado, como si en esos momentos nada más importará, no tenía que ser el hijo perfecto, el alumno perfecto, nada, simplemente debía de ser él comportándose como un adolescente cualquiera de dieciséis años.

—A mí también.

La azabache dejo el libro de "Los cuentos de Beedle el bardo" a un lado, para acariciar el rebelde cabello pasando los dedos con suavidad.

—¿Qué opinas de ir a esa tienda de té en Hogsmeade?

—¿A la tienda de té de madame Tudipié?

Anired enarco la ceja con curiosidad al sentir como Deyan confirmaba con un movimiento de cabeza.

—No sé...vi a varios chicos de mi instituto ir ahí, ya sabes...con algunas de Beauxbatons o con algunas del tuyo...según es romántico —pareció pensarlo al toparse con los ojos grises, su sonrisa se hizo más grande al notar el brillo en ellos—, pensé que te gustaría, tal vez este sábado, después que salgas de Sortilegios Weasley ¿Qué opinas?

Deyan se sentó de manera recta para verla.

—Me agradaría, sería divertido.

El Granger-Krum le acarició la mejilla para acercarse y besarla, Anired respondió serpenteando los hombros con las manos hasta llegar al corto cabello de su nuca donde formaba círculos con las yemas de los dedos.

El beso que inicio lento aumento de intensidad, Deyan la tomó de la cintura pegándola a su cuerpo y le mordió el labio inferior con suavidad.

El rostro de la azabache se sentía caliente y el aroma a fogata mezclada con arena caliente que caracterizaba a Deyan se sintió demasiado abrumador, abrió los labios un poco permitiendo el acceso de la lengua del castaño, dando inicio a un jugueteo entre ambas lenguas, Anired trataba de seguir el ritmo y dejo escapar un jadeo cuando la mano libre de Deyan se coló bajo la falda acariciándole el muslo desnudo, una sensación parecida a una corriente eléctrica la recorrió.

De un momento a otro, Anired estaba acostada en el sillón con Deyan besándola intensamente sobre ella, sin dejar de acariciarle la pierna.

Nired, que no tenía ninguna experiencia en algo más que besos se removió suavemente y su nerviosismo aumento al rozar algo duro en medio del pantalón de su novio.

El toque de Deyan eran algo brusco, subiendo la mano más arriba para jugar con el elástico del diminuto short que la menor usaba bajo la falda, Anired rompió el beso sintiéndose un poco incomoda.

—Deyan...

Murmuro soltando un suspiro cuando él bajo los labios a la pálida piel de su cuello donde besaba de forma húmeda, las manos de la Black-Weasley terminaron en el torso del búlgaro empujándolo con suavidad.

—Deyan...

Volvió a llamar cerrando los ojos, le gustaba como besaba su piel, pero al mismo tiempo se sentía extraña, como si lo que estuvieran haciendo no fuera algo bueno.

—¿mmm? ¿Paso algo?

Deyan se paró sobre sus rodillas lanzando la corbata lejos y desabotonándose la camisa, el calor que lo recorría era inmenso y su miembro palpitaba dentro del pantalón, se mordió el labio inferior viendo a Anired, su cabello revuelto, mejillas sonrojadas y labios entre abiertos mientras respiraba agitadamente, las facciones que antes eran más infantiles ahora se veían distintas, sabía que era bonita, pero se daba cuenta que sería una mujer sumamente hermosa.

Sin duda, sería la envidia de todos porque Anired Black-Weasley era su novia...completamente suya.

—Yo...

Anired no pudo terminar cuando él volvió a besarla de manera hambrienta, pero ella ya no respondió igual, rompió el beso alejándolo.

—¿Anired?

—Tengo...que...tengo...me toca...patrullar los pasillos —logro salir de debajo de Deyan hablando con rapidez—...tengo que ir con Alexander, ambos somos prefectos y nos meteremos en problemas.

Anired se acomodó la falda, mientras Deyan soltaba un gruñido de frustración viéndola fijamente.

—Anired...llevamos más de cinco meses, y no dejas que pasemos a algo más...

Murmuro, ella tomo su mochila y el libro de cuentos para besarle la mejilla.

—Sal con cuidado, no te vayan a descubrir.

No quiso hablar más para salir corriendo de la sala de menesteres sintiendo su corazón latir con rapidez.

Sentía las piernas temblarle cada que caminaba, aunque ya estaba cerca de las mazmorras y pronto llegaría a la sala común de Slytherin, nunca había llegado a algo más que besos con Deyan, era la primera vez que él metía las manos bajo su ropa.

Al inicio, no lo negaría, sintió como sus bragas se humedecían, pero fue en cuestión de segundos para que la incomodidad se volviera más grande, Deyan era su novio, era normal que tuvieran ese tipo de contacto, sabía que tarde o temprano tendría sexo, sus padres siempre la habían aconsejado y dado pláticas sobre educación sexual para cuando llegara el momento.

Pero, no sabía si se sentía lista para tener su primera vez, no esperaba algo mágico o romántico como había visto en diversas películas o leído en libros —aunque algunos eran más eróticos que románticos—

Deyan era demasiado guapo y atractivo, le gustaba mucho e incluso despertaba ciertos instintos muy bajos en ella.

¿Quería hacerlo con Deyan?

Esa pregunta rezumbaba en su cabeza una y otra vez.

—¡Anired!

Escucho como la llamaban y la tomaban de la mano, giro de inmediato topándose con unos ojos azules que la veían fijamente.

—¡Alex! ¡Me asustaste!

Riño viendo a su amigo que la miraba fijamente.

—¿Dónde estabas? Logre que los prefectos de Ravenclaw nos cubrieran hoy bajo la excusa de que estabas muy enferma y tenía que ayudarte con la tarea de pociones —explico— ...estas rojas y despeinada ¿paso algo?

—Yo...no...no, estoy bien.

Los ojos de Alexander se detuvieron en el cuello de la chica y no pudo evitar reír de manera picara.

—Oh...tú, pequeña promiscua...estabas haciendo cosas sucias con Deyan.

—No sé de qué hablas, Alex, te imaginas cosas.

—Me imagino que te mordió una piraña para que tengas esa marca tan grande en el cuello.

Anired puso la mochila en el piso y de manera rápida saco el neceser que siempre llevaba, logro encontrar un pequeño espejo para soltar una maldición al ver la marca en su cuello.

—¿Me seguirás diciendo que no?

—No hicimos nada —respondió tallando la marca roja, pero no se quitaba, al contrario, se veía más roja —...Alex...no se quita.

—¿Y por qué tienes eso? —él se acercó a su amiga para tratar de limpiarla con el dedo y saliva—...tampoco se cae con esto.

—Alex...

Se quejó tratando de pensar en cómo cubrirla.

—¿Con maquillaje? ¿No tienes de esa cosa rara que las mujeres se ponen en la cara?

Anired busco entre los maquillajes algo que sirviera, pero no llevaba mucho más que solo lo básico: labial, máscara de pestañas, rubor y polvo traslucido.

Tomo el polvo traslucido y colocó un poco logrando opacarla un poco sin embargo aún se notaba.

Alexander busco en su mochila algo que fuera de ayuda y lo único que logro encontrar fue una bufanda de colores amarillo y negros con el escudo de Hufflepuff.

—Tengo esto... póntela en el cuello, y si preguntan, tienes frio.

El peli plata la coloco alrededor del delgado cuello de la más baja, Anired enarco la ceja reconociendo el aroma de la bufanda y dándose cuenta de que no era de su casa.

—Esto...es de Zed.

—Hace rato tenia frio y me la dio.

Explico tranquilamente ayudando a guardar sus cosas.

—¿Tú y él...?

—Si quieres saber si él y yo estamos juntos, la respuesta es no —sintió la mirada de confusión de Anired así que continuo—...no es por mí, es por él...no quiere admitir lo que siente y eso vuelve todo más difícil.

—¿Tú estás seguro de lo que sientes?

Tomó su mochila y ambos siguieron caminando por el oscuro pasillo que los llevaba a la mazmorra.

—Sí, Nired...se desde hace tiempo que me gusta Zed.

La Black-Weasley soltó un gritito silencioso de emoción, Alexander solo la codeo mientras reía.

—¡Por Merlín, por Merlín! Lo admitiste tan fácilmente.

—¿Por qué tendría que negarlo? Estoy cansado de ocultar que me gusta y de ver como algunas le coquetean...

—¿y ya se lo dijiste? ¿Ya lo sabe?

Alexander soltó un suspiro.

—Se lo dije, pero me cambio el tema.

Al entrar a la sala común de Slytherin, Anired le apretó el hombro en señal de apoyo, sabía muy bien que Zed aún estaba confundido al descubrir que le gustaban los hombres y mujeres al mismo tiempo, e incluso ella sabía que él sentía algo más fuerte por Alexander, pero aún no lo quería admitir.

No lo juzgaba, sabía que si de por si admitir que te gusta alguien es difícil, aún más cuando se está descubriendo la sexualidad.

Alexander se despidió de Anired para ir a su dormitorio, ella se acercó con curiosidad al distinguir a Regulus y George que parecían muy centrados en algo que tenían en la mesa.

—¿Qué están haciendo?

Anired dejo la mochila en el suelo para distinguir al pequeño animal en el centro de la mesa, George Sirius le colocaba una pequeña venda en la pata mientras Regulus lo sostenía con cuidado de no lastimarlo más de lo que ya estaba.

—Eso... ¿es una rata?

Los dos varones asintieron.

—Era el alimento de Aesira —explico George—, cuando lo encontramos pensamos que estaba muerto, pero comenzó a moverse antes de que se lo diera... y bueno, ya sabes que no me gusta darle animales vivos, si puedo evitarles sufrimiento por mi esta mejor.

—Resulta que esta rata tiene la pata herida y varios golpes —Regulus la soltó cuando George termino de vendarla —, le pusimos un vendaje y no sabemos qué hacer con ella, si la liberamos es más que obvio que morirá.

Anired observo a la rata, tenía unos pequeños y castaños ojos que parecían mirarla suplicante para que no la abandonaran, sabía que ningunos de ellos tres la podrían conservar pues tenían gatos que evidentemente se la comerían. Al seguirla viendo, esos ojos la hicieron recordar de inmediato a alguien.

—Stefan...

Murmuro.

—¿Él qué?

Enarcaron la ceja los mellizos viéndola con confusión.

—Stefan no tiene ninguna mascota...entonces...podría tener una, aparte miren a la rata, se parece a él.

Ellos la miraron con más atención para asentir, definitivamente la rata se parecía a Stefan Denvers.

[...]

Stefan observo al pequeño animal que estaba sobre la palma de su mano.

—¿Entonces...esto?

—¡Es tu regalo de cumpleaños!

Explico Regulus con una gran sonrisa adornándole el rostro.

—No encontramos un moño de su tamaño, pero la intención es lo que cuenta.

George Sirius sonrió suavemente como si acabara de hacer la mejor acción en toda su vida.

Stefan no tenía nada en contra de los animales, solo que no estaba muy seguro si podría cuidar de uno, era una gran responsabilidad y la última vez que tuvo un pez dorado murió al día siguiente.

—Solo que hoy no es mi cumpleaños —murmuro, la rata estaba echa bola y durmiendo cómodamente a pesar de tener heridas visibles, pudo notar que sus primos la curaron antes de dársela—...y cumplo hasta marzo.

—Feliz casi cumpleaños.

El pelirrojo mayor se puso de pie.

—Feliz Hanukkah—Regulus despeino a Stefan siguiendo a su hermano —, se llama Kairo, cuídala, ahora es tu hijo.

—¿Cómo saben si es macho?

—Magia...

Respondieron los mellizos para despedirse e irse corriendo de la sala común de Ravenclaw, Stefan vio a la pequeña rata, era gris y parecía estar gorda.

Definitivamente, no tenía corazón para dejarla en los jardines de Hogwarts, al parecer tenía una nueva mascota.

—¿Quieres comer, Kairo?

Murmuro viendo que la rata abría los ojos viéndolo con curiosidad, el pelirrojo acerco un dedo y ella lo olio para dejar que la acariciara.

—Vamos a la cocina.

No le importo estar aun en pijama para bajar al gran comedor, probablemente aun estaría vacío ya que eran las siete y media de la mañana, buscaría algo para Kairo y volvería a alistarse para ir a sus clases.

La rata se removió y dio inicio a un caminado lento por su brazo, casi se cae, pero el Denvers la detuvo y la acomodo en su hombro izquierdo, donde al parecer ella se sintió demasiado cómoda pues se quedó quieta.

Stefan rápidamente llego al comedor, el cual estaba casi vacío excepto por algunos de Durmstrang, en la mesa de Ravenclaw ya había un poco de comida así que se acercó viendo que le debería de dar a su nuevo amigo.

—Veamos... ¿Qué comen las ratas como tú?

Comenzó a juntar diversas frutas en un pequeño plato, no estaba nada seguro que comería, en otra situación iría a preguntarle a George Sirius que hacer, pero el Black-Weasley tampoco sabía nada de ratas.

—Si no le quitas las semillas a las uvas y se las das a tu «rrata», ella se podría «asfixiarr» ...y «morrir».

Escucho una voz a sus espaldas y de inmediato giro topándose con una chica morena de rastas, la mirada oscura reflejaba una suma confianza y libertad al hablar.

—¿Qué?

Fue lo único que logro decir, sentía el estómago dar vueltas debido a los nervios que le causaba sentirse observado por alguien que no conocía.

—Las semillas de uva son muy pequeñas, y la «garrganta» de la «rrata» igual, «podrria»  «comerrlas» sin «morrderlas» ...

Stefan dejo a un lado las uvas cuando ella lo repitió, noto el marcado acento, así que de inmediato supuso que sería de Durmstrang, la mayoría de los alumnos de ese colegio tenía la "R" demasiado marcada.

—Gracias...

Murmuro con las mejillas rojas.

—De nada...por cierto, lindo cabello.

Las mejillas de Stefan hacia juego con su cabello, quería preguntarle el nombre, pero las palabras no salían de su boca, era como si estuviera congelado por completo.

—¡Val, apúrate! —un chico de cejas poblada y marcado acento búlgaro se acercó —...Deyan esta insoportable porque quiere volver al barco y tú no te apuras.

—Ya voy... nos vemos, chico «jengibrre»

La vio alejarse, pudo soltar todo el aliento que contuvo durante esos largo segundos.

Nunca en su vida había visto a una chica así...era demasiado sorprendente, no se fijó ni siquiera en su rostro, pero con solo ver sus expresivos ojos logro robar toda su atención.

Stefan tomo la fruta para volver a su sala común sin dejar de pensar en aquella chica, recordó que la llamaron "Val"

¿Sería Valeria, Valentina o Valery?

Trataba de descifrar el nombre y sentía una enorme curiosidad por tocar las rastas que usaba, parecían tener una rara textura, como la de un perro lanudo, alguna vez toco uno y resultaba muy relajante al tacto.

En esos momentos hubiera deseado ser Regulus, George Sirius o Scorpius que nunca temían preguntar el nombre de la persona que fuera, probablemente Regulus o Scorpius hasta una cita habrían conseguido o George tener una profunda conversación con la que dejaría por ansias de más.

Soltó un suspiro, a veces quería ser más extrovertido y no tan nervioso, Kairo—que seguía en su hombro—, pareció notar su cambio de humor ya que se acorruco más contra su cuello, como si tratara de reconfortarlo.

—¿Creer que logre hablar con ella?

Debería de sentirse tonto hablando con una rata, pero le resultaba demasiado agradable hacerlo.

Sin duda, Kairo era de los mejores regalos que había recibido en su corta vida.

⚜⚜⚜

Regulus se acomodó la corbata mientras caminaba al salón de pociones, una extraña sonrisa adoraba su rostro, algo que resultaba extraño ya que ni siquiera devolvía los saludos de sus compañeros como era costumbre, iba tan sumido en sus pensamientos que no le importaba nada más que lograr su cometido.

Entro a la mazmorra con un aire de confianza y elegancia.

—Buenas tardes.

Saludo al sentir las miradas de sus compañeros, algunos le devolvieron el saludo y de inmediato se dirigió a la mesa de trabajo donde se encontraban sus compañeros de casa y los cuatro extranjeros, vio a Slughorn que conversaba con Jacob.

—¡Regulus, muchacho! —exclamo efusivamente —...pensé que no volverías a la clase, faltaste a la anterior y llegaste quince minutos tarde a la clase de hoy.

El mencionado dejo la mochila en el banco y sonrió.

—Lo siento, profesor, la clase no pude venir ya que me sentía mal —explico sacando el cuaderno, libro y pluma—, hoy se me hizo tarde porque el profesor Black-Weasley me mando a llamar.

—Sí, si lo entiendo —le palmeo el hombro — ¿A tu madre le ha gustado el vino que le mande por su cumpleaños? Es una reserva de más de quinientos años y solo se consigue al sur de la Antártida.

—Mi madre le agradece el presente, sin duda lo disfruto mucho con mi padre.

Le ofreció una sonrisa que nadie podría describir.

—Me alegro, bueno, continúen con la poción, quien logre hacer un buen filtro de muerto en vida obtendrá un premio muy especial.

Regulus asintió y giro la mirada hacia Jacob, Marco y Damián que lo veían con los ojos entrecerrados.

—Hasta que al fin haces acto de presencia, canuto.

Murmuro Damián.

—Estuve ocupado.

El azabache abrió su libro para ver el procedimiento de la poción, se sintió observado y alzo la mirada topándose con una pelirroja que lo veía fijamente, de inmediato la reconoció: Itziar Arwen, la chica que lo corrigió y humillo en la última clase a la que acudió, le devolvió la mirada para alzar el mentón de forma orgullosa, ella al ver la profundidad y molestia en los ojos grises la desvió para platicar con la rubia a su lado.

El Black-Weasley decidió preparar el filtro, lo sabía hacer al derecho y al revés, algo que extraño a la gran mayoría, ya que la última vez ni siquiera sabía cómo usar un caldero y hoy hacia todo con una gran gracia y maestría.

El libro decía que debía de obtener el jugo de doce granos de soposforo, pero recordó las veces que su madre le explico que debía de aplastar trece con el borde de un cuchillo de plata para obtener más jugo y de esa forma su filtro sería perfecto, empleo ese método para vaciar todo en su caldero cuando una voz, que le resulto molesta llamo su atención.

Gegulus —alzo la mirada viendo a Arwen que miraba su caldero con desaprobación—, son doce granos de sopósforo, no trece.

Las pequeñas ricitas de diversos alumnos llegaron a sus oídos, Regulus chasqueo lengua y miro con severidad a la francesa.

—Mmh —hizo como si pensara para escupir si un rastro de diversión —...no recuerdo a ver pedido la opinión de francesas entrometidas ¿o sí?

Las risas se escucharon más fuerte esa vez, incluso Max y Lorenzo lo hicieron viendo con diversión toda la escena.

A Amalie e Itziar les resultaba extraño el comportamiento del azabache, la clase pasara era más escandaloso y siempre se estaba riendo sin saber qué hacer, ahora era como si de repente hubiera memorizado todo el libro de pociones avanzadas, ni siquiera veía la libreta para repasar las notas.

A la pelirroja se le subieron los colores cuando el respondió y solo desvió la mirada para seguir con su poción.

—¿Alguien me puede decir como revertir los efectos del filtro de muertos en vida?

Pregunto Slughorn pasándose por los pasillos.

Itziar alzo la mano de inmediato, Horace le otorgo la palabra.

—¿Con sangre de dragón?

Más que una respuesta, parecía una pregunta, Regulus no evitar reírse para interrumpir como ella lo hizo la otra vez.

—A pesar que la sangre de Dragón es una sustancia muy apreciada por sus altas concentraciones de magia, no sirve contra en el filtro de muertos en vida —respondió sin apartar la mirada del caldero contando las vueltas para cambiar a la derecha en la séptima, e iniciar las siete vueltas hacia ese lado —. La poción herbovitalizante o mejor conocida como la poción de Wiggenweld tiene el poder de curar heridas, y es el antídoto de la pócima para dormir y para el filtro de muertos en vida.

Regulus sonrió al ver como la poción que era un color lila paso a ser clara como el agua indicando que el efecto sería aún más fuerte de lo esperado.

—¡Excelente, diez puntos para Gryffindor!

Los leones parecían demasiado contentos por eso, Slughorn comenzó a revisar la poción y se detuvo en la de Itziar moviéndola con suavidad.

—¿Es la primera vez que hace el filtro de muertos en vida, Señorita Arwen? —ella asintió, sabía que hizo bien todo el procedimiento—...su filtro...técnicamente está bien, pero —giro la mirada a la de Regulus John, la cual todos veían con curiosidad pues era muy distinta a demás —, el filtro de él joven Black-Weasley es excelente, incluso me atrevo a decir que una sola gota nos mataría a todos.

Regulus sonrió con superioridad y burla cuando Itziar le lanzo una mala mirada, decidió enfrascar su poción para colocarle una etiqueta con su nombre y llevarla al escritorio del profesor junto con sus compañeros.

—¿Viste la cara de la francesa?

Pregunto Damián con burla.

—Parecía a punto de llorar cuando la corregiste.

Jacob sonrió orgulloso.

—Pensé que sería más lista —murmuro el azabache antes de volver a la mesa—, a lo que me dijo Reg me imagine que sería más difícil corregirla...

—Creo que ya no le agrada tanto al profesor Slughorn.

Itziar se acercó a Regulus viéndolo desafiantemente.

—No sé cómo lo hiciste, pero estoy segura que hiciste trampa...la vez pasada no sabías ni usar un caldero.

Acuso cuando los cuatro alumnos de Gryffindor salieron topándose con Maxence, Amalie e Itziar, la última parecía especialmente enojada.

Jacob, Marco y Damián solo se reían por la situación, Regulus enarco la ceja.

—¿Y tú eres? —bostezo con aburrimiento—...que te haya dirigido la palabra en el salón no significa que vaya a hablar con alguien tan molesta como tú fuera de clases, así que no me molestes.

—Eres un maldito tramposo.

Ignoro el hecho de que la llamo molesta, sintiéndose demasiado ofendía, Amalie trataba de calmarla, pero era en vano.

—¿Tramposo por qué? ¿Por hacer el filtro mejor que tú? —negó con la cabeza —, tal vez es solo que no eres tan lista como crees, entrometida.

Fue lo último que dijo para alejarse ahí en compañía de sus amigos escuchando los insultos.

—¡Merlín, se enojó bastante!

Jacob iba a la cabeza sin dejar de reírse.

—Parecía un tomate a punto de explotar...que bueno que alguien la hizo bajar de su nube, mira que creer tan lista.

Damián entro al baño detrás de Regulus y Jacob que eran seguidos por Marco, los cuatro seguían divirtiéndose por la clase.

—¿Cómo les fue?

Pregunto un pelirrojo que se encontraba sentado sobre el gran lavabo del baño.

—Debiste de estar ahí, fue tan gracioso.

El moreno dejo la mochila a un lado observando a los mellizos.

—A lo que me dijiste, crei que era más lista...solo es una chica promedio.

El azabache se quitó la túnica, chaleco y corbata que llevaban el escudo y colores de Gryffindor, su mellizo hizo lo mismo para intercambiar ropa.

—Es demasiado molesta.

—Nuestro Georgie le dio donde más le duele, la corrigió muchas veces y se ganó un frasco de Veritaserum hecho por Slughorn.

Ambos impostores se vieron en el espejo y se apuntaron con las varitas para contrarrestar el hechizo, rápidamente el azabache se volvió pelirrojo y el pelirrojo azabache, pues si, habían intercambiado de lugares como era costumbre.

—Sabía que mi hermano era mucho más listo que cualquier francesa —el verdadero Regulus choco los puños con George Sirius —, ay, nuestro canuto es tan listo.

George Sirius solo sonrió por el apodo, algunas veces lo llamaban así haciendo referencia a quien era su abuelo: Sirius Black.

—Bueno, me voy, tengo clase de Encantamientos y no quiero que Alec este quejándose porque me aparta lugar.

Explico George terminando de ponerse la túnica.

—Me voy contigo, voy a los jardines.

Regulus se despidió de sus amigos que estaban fumando hasta el fondo del baño, al salir de ahí ambos se sacudieron el uniforme utilizando un hechizo para eliminar todo rastro de tabaco.

—Nos vemos en la cena.

Chocaron los puños despidiéndose con una sonrisa, el azabache salió del castillo a paso rápido, el fresco aire golpeaba su rostro, el otoño era frio, pero amaba ese clima, no había calor y mucho menos sudor o esos molestos mosquitos que siempre lo picaban, simplemente otoño e invierno eran las mejores estaciones de todo el año.

Llego a las orillas del lago negro donde reconoció a una rubia que parecía dibujar.

—Lo siento por tardar.

Murmuro dejando la mochila a un lado y sentándose a su lado.

—No tiene mucho que llegue.

Giro el rostro para sonreírle, Regulus John era sumamente atractivos, de facciones masculinas y marcadas, una piel tan pálida que cualquiera podía compararla con la nieve esta resaltaba más debido a su oscuro cabello y rosados labios.

—Me alegro —sonrió pasando la mano entre el cabello — ¿Cómo te fue hoy? ¿Tomaste alguna clase en Hogwarts?

Hannah asintió.

—Entre a la clase de Herbología con los de sexto, me topé con tu primo...mmm—pareció pensar el nombre—... ¿Freddos? El rubio, hijo de la ministra francesa.

—Ah, sí, Freddos ¿Qué tal te fue? ¿Te gusto la clase?

—Fue entretenida, aunque me sorprendió un chico pelirrojo, parecía saber mucho de plantas y todos eso...

Regulus enarco la ceja.

—¿Un pelirrojo? ¿usaba el uniforme que tiene algunos detalles azules?

—Sí, exacto, parecía muy cercano a Freddos, incluso llevo una pequeña rata siempre con él.

El Black-Weasley sonrió al saber de quien se trataba.

—Es Stefan, mi otro primo, somos muy cercano y es muy divertido —explico con rapidez—, de hecho, George y yo le dimo la rata en la mañana «anles» de las clases—Regulus cerró los ojos con fuerza al darse cuenta de su error y soltó una maldición, sintiendo como sus mejillas se volvían rojas —...lo siento —murmuro con temor que ella se burlara —...a veces me equivoco al hablar.

Hannah le acaricio la mejilla con demasiada dulzura, Regulus abrió los ojos, lo único pensó que los ojos de Hannah tenían un color parecido a las hojas de los árboles en otoño, reflejaba calidez y un poco de coquetería.

—Eres lindo cuando te equivocas, cielo—él se relajó ante sus caricias, su mano era sumamente suave y el calor corporal le gustaba —...todos tenemos defectos, no deberías de avergonzarte por eso.

Regulus se inclinó un poco más para escuchar mejor ya que la rubia tenía un tono de voz bajo pero envolvente invitándolo a querer más.

—La mayoría suele burlarse cuando me equivoco.

Y no mentía, durante años escucho diversas risas cuando se equivocaba por eso prefería no hablar en público o prestar sus apuntes.

—Yo no soy como la mayoría, Regulus.

Ambos hablaban en murmuro, sus narices se rozaban y los alientos se mezclaban, Regulus llevo su gran mano hasta la femenina barbilla acariciándola con la punta de los dedos.

—¿Esta mal...si—no entendía porque su nerviosismo era tan fuerte, era Regulus Black-Weasley, tenía a más de media población femenina a sus pies? Hannah lo vio con curiosidad y sonrió —...te beso?

Hannah negó con suavidad, él sonrió para romper la distancia, al inicio fue solo un roce, pero como el azabache vio que no se alejó volvió a estrellar sus labios dando inicio a suaves movimientos que fueron correspondidos, les gustaba el sabor a fresas tenían los labios de MoongBlaxott-Blyley, le resultaba embriagador y quería más.

Las caricias de la rubia eran dulces relajando el cuerpo de Regulus que tenía la mano en la femenina mandíbula para tener mayor cercanía.

Estuvieron varios segundos besándose hasta que él mayor se alejó con una sonrisa en los labios y las mejillas sonrojadas.

Hannah se relamió el labio inferior y dejo un suave beso en la comisura de Regulus poniéndose de pie al escuchar la campana que indicaba que fueran al gran comedor.

—Tenemos que ir a la elección de los campeones.

Regulus imito su acción y con timidez pregunto tomándola de la mano evitando que se alejara.

—: ¿Estuvo mal?

Ella negó sonriéndole con coquetería.

—Podríamos repetirlo.

El rostro de Regulus se ilumino para dejar que se alejara, tomo su mochila y él volvió al castillo con una gran sonrisa, estaba seguro que nada ni nadie podía arruinar su felicidad.

Al entrar al banquete se podía escuchar el ambiente más animado que de costumbre, la emoción era sumamente palpable en todas las mesas.

—Hey.

Se sentó en medio de Freddos y JJ que hablaban animadamente.

—Hasta que apareces —menciono el rubio viéndolo de reojo—, pensé que no llegarías.

—Ya, ya, perdón, se me hizo tarde —se encogió de hombros — ¿Quiénes creen que sean los campeones?

—Todos están seguros que de Durmstrang ser tu cuñado; Deyan —menciono JJ observando a la mesa de Slytherin donde pudieron distinguir al castaño sentado al lado de Nired, pero ninguno hablaba, por el contrario, la menor parecía algo cohibida, George Sirius estaba frente a ellos platicando con una chica morena que no reconocieron—, dicen que es el favorito de ahí.

—Y Beauxbatons no sabemos nada —suspiro Freddos—, a pesar que fui a la mesa de Hufflepuff, todo ellos son más tranquilos, se apoyan entre si y no es como que resalte alguien más.

—Y las apuestas de Hogwarts son algo interesantes, unos dicen que serás tú —intervino Damián con una sonrisa —, sin embargo, esta también Carey Eider, el Ravenclaw que casi le quita el premio anual a George Sirius; solo que tú eres el aspirante más fuerte, bueno, ya sabes por ser un Black-Weasley y por las familias a las que precedes.

Regulus bufo, pero le dio la razón ya que le era bien sabido que tenía grandes expectativas que llenar.

El banquete de les pareció mucho más largo de lo habitual. Regulus, gracias a sus nervios no disfrutó la insólita comida tanto como la habría disfrutado cualquier otro día.

Como todos cuantos se encontraban en el Gran Comedor —a juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si los profesores ya habían terminado de comer—, Regulus sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones.

Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando McGonagall se puso en pie. Junto a él, el profesor Lyubomir y Madame Dubois parecían tan tensos y expectantes como los demás. Jerome Delacour se levantó con elegancia sonriéndole a unos cuantos alumnos y Emmett Pemberton, en cambio, parecía demasiado cansado.

—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anuncio Minerva—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban en cada orilla, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.

—De un instante a otro —susurró Jacob Wood, frente a Regulus.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.

McGonagall cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.

—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Deyan Viktor Granger-Krum.

—¡Era de imaginar! —comento JJ con aburrimiento, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor.

Regulus observo a Deyan levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia la directora con un aire de arrogancia y soberbia. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.

—¡Bravo, Deyan! —bramó Asen, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos—. ¡Sabía que serías tú!

Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.

—La campeona de Beauxbatons —dijo McGonagall— es ¡Amalie D'Acanto!

—¡Vaya chica!

Exclamo Damián con admiración, Regulus la volteo a ver y la reconoció de inmediato, era la rubia que tomaba pociones con él, se levantó de manera armoniosa con una gran sonrisa y los alumnos de Beauxbatons se encontraba tan o más emocionados que Durmstrang, diversos gritos y aplausos llamaban la atención. Regulus observo como Maxence —el hermano gemelo de Amalie—, le sonría con suavidad a la campeona y le decía algo que no alcanzo a entender.

—Parecen muy emocionados —comento Freddos con una sonrisa.

—Parece agradable, me imagino que se lleva bien con sus compañeros.

Analizo Alyssa debido a la reacción.

Cuando D'Acanto hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...

Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta McGonagall retiró un nuevo pedazo de pergamino.

—El campeón de Hogwarts —anunció— es...Regulus Black —se escuchó como un nudo se formó en la garganta, como si un recuerdo la hubiera golpeado, carraspeo un poco y exclamo— ¡Regulus John Black-Weasley!

Todos y cada uno de los alumnos de Gryffindor se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Regulus se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba con elegancia chocando las palmas de sus manos con varios de sus compañeros.

El azabache no podía con la dicha, lo que estuvo esperando por tanto se hizo realidad, giro la mirada a la mesa de Slytherin donde varios le sonreían y aplaudían, pero al observar a sus hermanos se decepciono un poco pues no tenían ninguna expresión en el rostro, como si estuvieran en blanco.

—¡Sabia que serias tú, Regulus!

Exclamo con emoción Abigail Jordan. Johnson cuando paso junto a la mesa de Ravenclaw, él le sonrió y camino hacia la sala que había tras la mesa de los profesores, cuando se cruzó con Jerome y Louis ambos le dieron una mirada que no pudo descifrar.

Vio por última vez a la mesa de Gryffindor donde sus amigos, JJ y Freddos celebraban que fuera seleccionado, naturalmente, los aplausos dedicados a Regulus se prolongaron tanto que McGonagall tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.

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¡Hola!

¿Cómo están?

¿Le atinaron a adivinar los campeones del Torneo?

¿Cuál creen que sean las pruebas?

¿Quién creen que se lleve la gloria eterna?

Bueno, nos leemos, ya saben si comentan y votan actualizo más rápido.

Las amo♥

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