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Seis.

(Hola, antes que nada, quiero disculparme puesto que desde hace dos semanas les prometí una actualización doble, pero siendo sinceras estos días han sido muy pesados para mi puesto que inicie a estudiar una maestría, eso sumado al trabajo me deja con muy poco tiempo.

Llegue a pensar que sería fácil estudiar los fines de semana, trabajar entre semana y tener el tiempo suficiente para escribir capítulos tan largos como son los de Fraterno; pero muy a duras penas comienzo a acoplarme a este tiempo de vida, por lo que les pido que me tengan paciencia, una vez que logre acoplarme a este nuevo ritmo de vida las actualizaciones serán más rápidas.

Se suponía que hoy subiría varias actualizaciones, pero el tiempo apenas me dio para escribir un capitulo de +15k de palabras, y debido a que no quería dejarlas si actualización decidí subirlo esta noche al terminarlo de editar.

Espero actualizar, aunque sea una vez por semana, y el maratón que les debo reponérselos en unos cuantos días, ya que se lo merecen.

También, espero sigan comentando ya que es lo que me inspira a seguir con Fraterno y poder escribir capítulos tan extensos como este que son más de 15,000 palabras, porque estoy segura de que los siguientes serán aun más largo que este.

Sin más, les agradezco por seguir leyendo esta historia y les dejo la siguiente actualización, al final del capítulo hay una nota.

PD: +500 comentarios para la siguiente actualización, porque es feo ver que se vuelven lectores fantasmas, loviu♥).

Sentía el cuerpo tembloroso y las lágrimas le nublaban la vista, sorbió varias veces de la nariz y trataba de respirar buscando calmarse mientras sentía como su mamá le acariciaba el largo cabello de forma cariñosa y le hablaba de diversas cosas buscando consolarla distrayendo su mente de ese horrible temor que la atormentaba.

Después de todo el tiempo transcurrido llegó a creer que por fin tendría un poco de paz y tranquilidad, pudiendo llevar una vida feliz sin nada que la atormentara, pero al parecer eso no estaba en su destino.

Se había esforzado tanto e incluso obligado a sí misma para enfrentar todos sus miedos y contar todo lo que Deyan le hizo, aun sabiendo que la gente la juzgaría y que sería tachada de miles de formas decidió hablar armándose de valor para que el búlgaro tuviera un castigo. Y ahora, con tanta facilidad los cargos contra él eran eliminados, como si lo que le hizo no fuera importante para nadie.

El recordarlo, sus humillaciones, violencia y abuso provocaba que su llanto aumentara deseando que todo se tratara de un sueño.

—Mi amor—llamó la azabache sobándole la espalda de manera suave sin saber qué más hacer para calmar a su hija que se encontraba entre sus brazos—, te juro que esta vez él no te hará daño—sentía su corazón romperse cada que escuchaba a la menor soltar un sollozo—...no te dejaremos sola y mucho menos permitiremos que él se acerque a ti ¿sí? Sé que es horrible y el sentimiento de impotencia es lo peor, pero haremos todo lo posible para que pague por lo que te hizo...

Las lágrimas calientes recorrían el pálido rostro sin lograr calmarse, daba pequeñas bocanadas tratando de tomar aire buscando una manera de tranquilizarse, pero le era imposible, su mente una y otra vez le recordaba el infierno que vivió por culpa de ese búlgaro que fue su novio, temía que las cosas volvieran a ser como antes o que incluso la volvieran a dejar sola a disposición del Granger-Krum.

Trataba de concentrarse en la voz de su madre que hacía todo lo posible por calmarla, prometiendo que nunca la volverían a dejar sola, sabía que sus padres la protegerían de todo...Pero ¿Y si ellos no estaban?

¿Sería tan valiente como para volver a enfrentar a Deyan nuevamente?

Una vez lo hizo, prometiendo que lo haría sufrir tanto como él se lo hizo a ella, pero... ¿y si esta vez las cosas eran distintas?

Realmente, Deyan le daba miedo, al igual que le asustaba tener que enfrentarse a la sociedad mágica que seguramente la juzgarían creyendo todo lo que dijera el búlgaro, diciendo que había inventado las cosas para perjudicarlo a pesar de que no fuera así, sabiendo que nadie parecía creer en lo que decía a pesar de haber sufrido tanto por culpa de Deyan.

Era como si no importara el daño que Deyan le causó, lo único que parecía importar era que él saliera bien librado a pesar de sus actos cometidos.

—Mon désir—llamo Anirak —, te juro que por nada del mundo se va a acercar a tí—suspiro besándole la coronilla de la cabeza—, solo tienes que llevar una vida feliz y tranquila, nadie te hará daño, ni tu padre o yo lo permitiremos —su voz era suave tratando de brindarle calma y armonía—, confía en mí, incluso haremos todo lo que se pueda para que Deyan vuelva a prisión, pero, por ahora necesito que te calmes, me duele verte de esta manera, bebé.

Sabía que lastimaba a su madre cuando se ponía de esa manera, pues tanto la azabache mayor como Fred temían que si tenía una crisis nerviosa recayera en la bulimia por lo que trataban de evitar que estuviera en medio de situaciones de estrés, sin embargo, esta vez les fue imposible, ya que era mejor que se lo dijeran antes que se enterara por otro lado siendo un golpe peor.

Anired buscaba por todos medios calmar su llanto, pero le era imposible, al contrario, este aumentaba en parte por el temor que le provocaba saber que Deyan estaba libre y también porque sentía que si seguía de esa manera pronto la necesidad de vomitar se haría presente, ya que cada que su cuerpo necesitaba liberar esas fuertes emociones y estrés la sensación del asqueroso líquido subiendo y quemándole la garganta la recorría, lograba controlarlo, pero temía que esta vez no fuera así.

Lo único que ansiaba es que todo eso fuera una horrible pesadilla y que al despertar las cosas seguirán como hasta el día anterior, con Deyan en Nuremberg, lejos de ella, donde por mucho tiempo no podría volver a acercarse, con ese pensamiento su cuerpo se sintió tan cansado que no evitó que sus párpados se cerraran para hundirse en un profundo sueño en los brazos de Morfeo.

La canción de "I Wanna Be Your Slave" de Måneskin llenó toda la habitación al igual que la vibración del dispositivo móvil que descansaba sobre la almohada de la menor que dormía plácidamente.

El ruido y la vibración provocó que la azabache se removiera dando una vuelta sobre su cuerpo para quedar acostada boca abajo y soltando un suave gruñido al ver que el ruido no cesaba por el contrario parecía aumentar.

Agradeció internamente cuando el sonido terminó para dejarla volver a dormir, pero el gusto le duró muy poco ya que el celular volvió a sonar de la misma manera, siendo más insistente pues la persona quien le marcaba cortaba la llamada para repetir una y otra vez.

Anired soltó una maldición, aun adormilada se sentó en la cama tallándose los ojos, que sentía demasiado hinchados e irritados por haber llorado durante tanto tiempo.

Parpadeo por varios segundos dándose cuenta de que ya estaba demasiado oscuro, por lo que sería ya noche, no tenía idea de cuánto tiempo durmió, pero su cuerpo aún se sentía demasiado pesado, tan pensado que si se acostaba otra vez se quedaría dormida sin dudar.

El dispositivo móvil volvió a sonar, pero esta vez fue el timbre de mensaje por lo que metió la mano bajo la almohada para tomar el aparato y sacarlo de ahí.

Soltó un bostezo sintiendo la boca seca y se obligó a enfocar la vista cuando el brillo de la pantalla del celular le ofusco los ojos, pasaron unos segundos para acostumbrarse y poder leer las notificaciones dándose cuenta de que tenía más de diez llamadas perdidas y todas eran de la misma persona:

Maxence.

Trato de recordar si tenían alguna cita o parecido, pero no habían hecho planes de verse por lo que decidió desbloquear el celular para ver que aparte de las llamadas tenía varios mensajes del alemán lo que abrió de inmediato.

Max🖤🦊_23:05
Anired.

Max🖤🦊_23:06
Mein herz

Max🖤🦊_23:07
Kleiner Hase

Max🖤🦊_23:08
¿Estás dormida?

Max🖤🦊_23:09
Sé que es tarde, y siento molestarte ahora que probablemente estás dormida.

Max🖤🦊_23:10
Pero...te necesito.

Max🖤🦊_23:11
Sé que soy como un grano en el culo.
Demasiado molesto.
Pero, te necesito...en serio...te necesito, Anired.

La menor parpadeo aun con extrañeza tratando de caer en cuenta si se trataba de un sueño, pero al releer los mensajes y darse cuenta de la cantidad de llamadas supo que era algo serio.

Salió de la aplicación de mensajes para ir rápidamente a marcarle, pero justo ante de hacerlo escucho un ruido extraño proveniente de la terraza que daba a su habitación, alzo la mirada viendo fijamente la gran puerta de cristal que daba hacia esa parte tratando de ver de qué se trataba, por un momento pasó por su mente que quizá era Anubis, pero al escuchar su maullido y verla sobre la silla donde casi siempre descansaba descarto la idea de inmediato.

Pasó saliva por su seca garganta volviendo a escuchar otro ruido parecido, sin querer creer que alguien se había atrevido a subir por el alero de su habitación, porque siendo sinceros ¿Qué loco creería que es buena idea entrar a la propiedad Black-Weasley? Todos en el mundo mágico sabían quienes eran sus padres y las personas que habitaban esa enorme casa negra, además que justo enfrente colindaba el jardín de la casa de sus tíos, por lo que solo un idiota sin miedo a morir se atrevería a hacer algo como eso.

Tomó su varita que se encontraba en el mueble a lado de la cama por cualquier cosa, tomó una bocanada de aire dispuesta a llamar a sus padres en cuanto escuchara otro ruido.

Nuevamente escuchó algo extraño, como unas pisadas y después un golpe con las sillas de la pequeña mesa de té que se encontraba en la terraza, iba a gritar con fuerza cuando una palabra retumbo en sus oídos

—: ¡Scheisse!

De inmediato reconoció esa maldición, Maxence solía decirla en algunas ocasiones en su lengua natal, la voz gruesa y el marcado acento los reconocería en cualquier lado sabiendo quien era el dueño.

De inmediato fue a la puerta de cristal para abrirla tratando de no hacer mucho ruido ya que seguramente sus padres no tardarían en escucharlos, soltó un suspiro cuando se topó con unos profundos ojos azules que la miraba llenos de brillos, como si fuese un niño pequeño volviendo a su lugar seguro.

—Mein herz...

Fue lo único que murmuró el alemán para que sus brazos rodearan con fuerza el pequeño cuerpo que se relajó al instante dándose cuenta que no estaba ante ningún peligro, todo lo contrario.

El aroma a tierra mojada y brisa llenó las fosas nasales de Anired, el aroma característico de Maxence se mezclaba con el olor a cigarro como ya era costumbre sumado al de vodka, pero para sorpresa de la azabache el aroma a alcohol fue mucho más fuerte, tan fuerte que le provocaba un poco de nauseas ya que no solo era vodka si no algo más, tal vez tequila, whiskey y otra cosa que no lograba recordar el nombre, pero sabía que lo había olido alguna vez que paso cerca de esas cantinas muggles de mala muerte a las que sus padres preferían que se mantuviera lo más lejos posible.

Las pequeñas manos de la Black-Weasley le acariciaron la espalda con suavidad mientras lo abrazaba, estuvieron de esa manera por varios segundos hasta que Anired decidió alejarse un poco.

—Ven, pasa, la lluvia se está viniendo más fuerte.

Y no era mentira, el clima últimamente era muy frío en Londres, lleno de torrenciales tormentas que mojaban todo a su paso justo como la chamarra y cabello del rubio frente a ella.

Maxence solo asintió para entrar como ella pido, Anired cerró la puerta de cristal y jalo las cortinas para que nadie pudiera darse cuenta que el alemán se coló a su habitación en medio de la noche, nunca lo había hecho pues siempre entraba por la puerta principal lo que hizo que la azabache se preocupara más ya que si venía de esa manera era porque algo urgente había pasado.

—¿Sucedió algo?

Cuestionó la menor yendo al baño para traer una toalla limpia y seca, no tardó mucho para regresar y acercarse al varón que estaba sentado en su cama viendo al vacío, Anired coloco la toalla sobre el cabello para comenzar a secarlo con suavidad al ver que no hubo ninguna respuesta decidió hablar.

—Tienes que quitarte la chamarra, está empapada —pidió Anired, Max se movió mecánicamente para hacer lo que ella pidió y dejarla en el suelo evitando mojar las frazadas de la cama de la adolescente que le secaba el cabello de manera cariñosa— ¿Tienes frío?

inquirió secando lo mejor que pudo el cabello y rostro del alemán que alzó la vista para mirarla, sin decir nada rodeo la pequeña cintura con los brazos para jalarla hacia él y esconder la cara en el pecho de la Black-Weasley.

Anired puso una mano en la masculina espalda dándole suaves caricias mientras coloco la mano libre sobre el cabello en donde enterraba los dedos con delicadeza jugando con las hebras de color oro que eran cortas y húmedas.

Anired no tenía que preguntarlo para darse cuenta que Max se encontraba demasiado ebrio, eran contadas las ocasiones en la que lo vio de esa manera, pero estaba muy segura de que tomo demasiado levantando sus sospechas sobre que quizás se había peleado con Jerome, con su madre o abuela para encontrarse en ese estado.

Sintió como la delgada blusa se humedecía, pero no era agua fría como la de la lluvia, si no tibia, Max estaba llorando en su pecho, Anired trago saliva para abrazarlo con fuerza tratando de borrar todas sus penas.

—Max...

Murmuró Anired sin saber de qué manera animarlo, así que decidió dejar que llorara todo lo que quisiera para que se desahogará de alguna manera, el varón temblaba y suaves sollozos escapaban de sus labios para sorber por la nariz, la menor seguía dándole pequeñas caricias en el cabello y espalda sin alejarse de él.

—¿Quieres contarme lo que pasó?

Pregunto la menor separándose lentamente para tomarle el rostro con las manos de forma cariñosa y hacer que la viera a los ojos, Maxence sintió el rostro arderle al darse cuenta del estado en el que estaba, se sentía demasiado apenado por demostrarse tan débil y frágil ante ella, pensaba que de esa manera Anired ya no se sentiría segura a su lado o pensaría que no era una persona digna para estar con ella.

Miles de pensamientos pasaban por su cabeza atormentando cada vez más al rubio que se hundía poco a poco en todas aquellas horribles palabras que le dijo su abuela, llegando a pesar que tal vez estaban llenas de razón y en algún momento Anired lo cambiaria por algo mejor, porque siendo realistas esa azabache frente a él se merecía todo lo bueno del mundo y temía no ser él, sabía que incluso no podría ofrecerle las cosas a las que estaba acostumbrada al igual que ese mundo lleno de lujos y caprichos, dándose cuenta que no se encontraba a la altura.

—Max—la voz de la menor lo hizo volver a la tierra mirando esos ojos grises llenos de preocupación y sintiendo las suaves yemas de los dedos acariciarle la piel bajo los ojos eliminando todo rastro de lágrimas — ¿No quieres hablar?

Cuestiono dando un suave suspiro, odiaba ver al rubio en ese estado porque sabía que cuando tenía algún problema o las cosas no iban tan bien como él deseaba, siempre recurre al alcohol terminando en ocasiones demasiado ebrio, cuando vivía en Alemania solía embriagarse tras cada pelea con Crystal o Amanda, yendo al primer bar que encontraba y marcándole a altas horas de la mañana cuando se encontraba en casa podía contestarle, pero cuando estaba en Hogwarts, D'Acanto llenaba su buzón de voz con cientos de mensajes o con mensajes de texto que veía una vez que volvía a su casa quedando con el corazón apachurrado al darse cuenta que no estuvo para él cuando la necesitaba.

—...soy una porquería —murmuró bajando la mirada para ver sus manos que recargo sobre los muslos propios, con la suave luz que entraba de la luna y de la lámpara de la mesa de noche ubicada a un lado, Anired pudo reconocer el color grisáceo del cabello del varón frente a ella, color que solo tomaba cuando estaba demasiado triste o deprimido—...nunca puedo hacer nada bien...

Anired soltó un suspiro para tomar sus manos causando que Maxence la mirara con la mirada empañada por lágrimas.

—No lo eres —le sonrió cariñosamente acariciándole las manos—...no eres una porquería, ni nada de eso, Max—hizo que pusiera las manos a los lados para poder sentarse en sobre los muslos del rubio que solo la miraba— ¿Fue Amanda la que te dijo algo como eso?

Maxence soltó un suspiro al escuchar el nombre de la anciana, mordiéndose el labio inferior tratando de que las lágrimas no volvieran a recorrer su rostro recordando de la manera tan horrible en que lo trataba.

En diversas ocasiones se llegaba a preguntar:

¿Por qué la anciana lo odiaba de esa manera?

No recordaba nunca haber hecho algo tan horrible para que su desagrado fuera tan grande, varias veces les echó la culpa a sus creencias religiosas, pero el odio era inmenso para algo tan simple.

—Ella estaba empacando...mamá me había pedido que la ayudara a bajar algunas cosas ya que eran demasiado pesadas para la anciana—hizo una pausa al sentir que la voz se le iba a quebrar de nuevo, no quería seguir mostrándose tan débil con ella, se supone que él mismo se hizo la promesa de cuidarla y protegerla, por lo que mostrarse en ese estado le aterraba pensando que Anired se alejaría tal como dijo su abuela—...baje algunas...iba a tomar una caja, pero encima estaba un collar de perlas que según Amanda era muy valioso, cuando lo alzó para moverlo, las perlas cayeron al suelo...ya estaba roto...ella se dio cuenta y empezó a gritarme diciendo que no sirvo para nada —miro hacia la puerta de cristal por donde entró evitando toparse con las profundas lagunas grises que lo miraban fijamente—...dijo...cientos de cosas e incluso...mencionó que tarde o temprano tú...te darías cuenta de que no valgo la pena y...te alejaras—trago saliva escuchando un murmullo por parte de la menor sin comprender lo que dijo—...también que soy un demonio, esperaba...esperaba que mamá interviniera o dije algo para callarla, te juro que he tratado de comportarme de la mejor manera para evitar regaños o castigos, pero nada funciona, incluso Amanda fingió un paro cardiaco —Anired lo miraba sintiéndose mal por él—..yo...estoy cansado de siempre escuchar lo mismo...pensé...que quizá mi mamá me defendería...pero...no lo hizo...siempre cree en lo que dice Amanda y no confía en mí...quizá porque realmente soy tan malo como Amanda dice...

Termino de relatar lo mejor que pudo sintiendo el nudo en la garganta que amenazaba con cortar su voz para soltar un sollozo por más que trataba de mantener la compostura y mostrar que nada le afectaba, pero ya había llegado al límite...sentía que ya no podía más.

—Max—llamo Anired buscando que la mirara, pero el rubio parecía huir de sus ojos—...mírame ¿sí?

Max asintió suavemente para verla, con la tenue luz apenas alcanzaba a distinguir su rostro y los brillantes ojos que resaltaba por el reflejo de la luna.

—Deja de hacer caso a lo que esa anciana dice, sé que es difícil...pero...solo dice esas cosas para herirte, porque no son ciertas—afirmó viéndolo fijamente—, nada de eso lo es, te lo aseguro, yo nunca te cambiaria por alguien más si eso te asusta, porque nadie sería ni la mitad de lo que tú eres — soltó sus manos para tomarlo de las mejillas disfrutando de sentir como la pequeña barba que comenzaba a crecer le brindaba suaves caricias en la palma, acariciando la piel bajo sus ojos eliminando todo rastro de lágrimas—, Maxence, me gustas mucho, me gustas por ser tú con todo lo que implica, me gustas cuando te enojas, me gustas cuando eres un pervertido, me gustas cuando me haces enojar o gritar...Maxence, me gustas y si eso no es suficiente, haré todo lo posible para que te veas de la misma manera en la que yo lo hago y puedes ver la maravillosa persona que eres, que veas todas las virtudes que yo noto en tí, aun a pesar de que Amanda te critique, porque todo lo que ella odia en tí, a mi me encanta...

Soltó agradeciendo que la tenue luz no le permitiera ver como sus mejillas se sonrojaron con fuerza tras tales palabras que no eran mentira, todo lo que le dijo era cierto y esperaba que el rubio las comprendiera, quedándose con ellas para dejar ir aquellas estupideces que Amanda le decía una y otra vez.

Porque aquel muchacho rubio de ojos azules, que Amanda llamaba desastre y demonio, para Anired eran la persona más maravillosa del mundo, aquella persona que tanto la había ayudado de una manera u otra, y que poco a poco iba metiéndose de manera profunda en su corazón.

Max la miraba fijamente sin darse cuenta de que pequeñas lágrimas volvieron a salir de los orbes azules, ni siquiera pudo contenerse porque nadie nunca le había dicho algo como eso y de forma tan sincera como esa azabache.

Maxence solo pudo rodearla con los brazos para abrazarla de manera fuerte, deseando que ese momento nunca terminara y que la resaca del día siguiente le permitiera recordar esas dulces palabras que le había dicho Anired Georanne, la chica de ojos como joyas y cabello como la noche que había logrado cautivarlo desde la primera vez que la vio en ese partido de Quidditch, ahora su pequeño conejo estaba entre sus brazos sin temblar de temblor, por el contrario encontrándose dicho con el calor corporal del alemán.

No hicieron falta más palabras, Max encontraba consuelo en los brazos de la Black-Weasley que le acariciaba la espalda mientras él escondía el rostro en su pecho disfrutando del aroma a frutos rojos y canela que lograba relajarlo por completo logrando que su mente solo se concentrara en ella y en lo que lo hacía sentir.

El tiempo pareció pausarse entre esos dos adolescentes, hasta que finalmente el varón alzó la mirada soltándola con delicadeza para verla y poder distinguir esa dulce sonrisa que tanto le gustaba.

—Gracias...

Murmuró, Anired comprendió el significado de ese gracias, no era solo por escucharlo y consolarlo, si no por estar para él en sus peores momentos y también por aceptarlo de la manera en que él era sin importarle lo que le dijeran las demás personas, porque para ella solo importaba cómo la trataba Maxence y como era cuando estaba con ella, tan dulce y al mismo tiempo tan protector, volviéndose uno de sus más grandes apoyos y en una de las personas en las que más confiaba, sabiendo que no la dañaría, por el contrario, parecía estar más que dispuesto por siempre cuidarla y protegerla como si se tratase de un objeto demasiado preciado y frágil.

—Ni lo menciones—Anired se puso de pie para ir a prender las luces de su habitación, en el camino alzó la chamarra de Max la cual colgó en el perchero para que terminara de escurrirse, teniendo una mejor visión del rubio, tenía las mejillas rojas y los ojos irritados— ¿Sigues mojado?

Decidió que lo mejor era desviar el tema, se subió a la cama sentándose a lado de él, Max negó suavemente poniéndole toda la atención del mundo, su borrachera comenzaba a bajar poco a poco dejando que sus sentidos volvieran.

—Solo se mojó la chamarra y ya secaste mi cabello—señaló la toalla con la mirada volviendo a la menor—...lo siento...seguramente te desperté...

Dijo apenado.

—Está bien—le sonrió—, dormí casi toda la tarde y de hecho...pensaba en llamarte—confesó—...quería escuchar tu voz...no te vi en todo el día de hoy y ya te extrañaba.

Los corazones de ambos adolescentes latían de manera desbocada, sintiéndose nerviosos por las palabras que decían.

Para Maxence era sorprendente cómo las cosas habían cambiado, aun recordaba que Anired solo le dirigía la palabra para decirle algún insulto cuando la molestaba y ahora, estaba en su habitación escuchando las palabras más cariñosas que jamás en su vida imaginó escuchar por parte de la azabache, y lo mejor es que solo estaban dirigidas para él.

Saber que Anired lo extrañaba y pensaba en él llenaba su corazón de dicha, porque era la primera vez que una persona le gustaba de la manera en lo que lo hacía ella y era correspondido de la misma manera.

—Antes de la pelea con Amanda...pensaba que una vez que terminara de bajar sus cosas te marcaria...quería que fuéramos a cenar o tan solo verte por unos minutos —confesó tomando su pequeña mano con delicadeza, sentía los párpados pesados quizás debido a la ingesta de alcohol y el cansancio emocional—...es raro cuando no nos vemos.

Anired sonrió y asintió.

—Demasiado raro—apretó su mano con delicadeza—...me alegro de que estés aquí...

Maxence la miro aún más deteniéndose especialmente en sus ojos, ojos que siempre reflejaban el estado de ánimo de la menor, pudo reconocer que estaban irritados y a pesar de sonreír no llegaban a reflejar felicidad como de costumbre.

—¿Te pasó algo? —preguntó, Anired lo miró con extrañeza por lo que decidió agregar—: estuviste llorando.

No era pregunta, era afirmación, se fijaba en todos los detalles cuando se trataba de ella y le era evidente que estaba llorando, lo que lo hacía preocupar al no conocer el motivo.

Anired no quería hablar sobre la liberación de Deyan, ya había sido demasiado, en esos momentos solo deseaba un poco de paz y pasar un rato al lado del rubio.

—Quédate—pidió Anired apretando su mano sin responder lo que él dijo—, quédate a dormir aquí hoy—su rostro se volvió rojo ante tal petición—...y si las cosas son mejores mañana, te contaré todo... ¿sí?

Max tragó saliva, en algunas ocasiones había estado en la habitación de Anired cuando la visitaba, se recostaba en esa cama y en una ocasión durmió ahí cuando fue la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos...pero... nunca había dormido con ella.

—T...tú... ¿Quieres que me quede?

Preguntó limpiándose las manos en el pantalón, al estar nervioso las palmas de la mano le comenzaban a sudar, viendo a Anired ante la expectativa de una respuesta, claro que quería quedarse a dormir con ella, más no quería ser una molestia y que la azabache solo lo invitara al sentirse mal por escuchar su deplorable situación.

Sin embargo, todas sus dudas fueron disueltas al ver la enorme sonrisa que dejaba ver las perlas blancas que tenía por dientes mostrando la pequeña separación entre sus dientes frontales, era pequeña, un detalle que la hacía ver más tierna de lo que normalmente era.

—Sí—asintió—...quiero que te quedes conmigo, aunque si no quieres lo puedo comprender.

Max negó varias veces de manera rápida.

—No...yo...sí me quiero quedar a dormir contigo, Mein Herz—sonrió con dulzura viendo a la menor—, solo...no quiero meterte en problemas.

—Es probable que mis padres ya están dormidos y mis hermanos igual, así que dudo que se den cuenta —sabía que se estaba arriesgando a recibir un regaño o castigo, pero realmente quería que se quedara esa noche—, así que...ya sabes...si quieres...me gustaría que te quedes hoy.

Aparte, que estaba preocupaba por dejarlo ir en ese estado, temía que nuevamente regresará a un bar para seguir emborrachándose y poder estar en peligro.

—S...si...quiero dormir contigo.

Anired le sonrió besándole cortamente los labios, pudiendo probar el sabor a alcohol demasiado fuerte, cosa que le provocó náuseas, no era uno de sus aromas favoritos, Maxence pudo ver su expresión y se separó con cuidado.

—Lo siento...tal vez bebí demasiado.

Comento con el rostro rojizo, Anired negó.

—S... Solo no estoy acostumbrada a ese sabor, por lo regular siempre sabes a tabaco y vodka con menta—se puso de pie—...iré a traer ropa para que te cambies y te sea más cómodo dormir, si quieres lavarte la cara o lo dientes puedes pasar al baño, debajo del lavamanos hay un cajón donde guardo cosas nuevas y hay un paquete de cepillos dentales así que toma uno.

Maxence asintió para verla salir de la habitación sin hacer ruido, al ver que ya no se hallaba dentro se puso de pie lo más rápido que pudo y corrió al baño.

—Mierda...mierda...

Mascullaba viéndose en el espejo, tenía un aspecto deplorable luciendo demasiado borracho y no quería ni imaginar su olor que seguramente sería asqueroso.

Pudo escuchar el maullido de Anubis así que asomó para ver cómo se acomodaba en la silla frente al escritorio, mientras Moswen —que iba a todos lados con él, ya fuera en algunos de sus bolsillos u hombro—, se acomodaba sobre la cabeza de la gata, después de tanto tiempo por fin habían logrado tolerarse la una a la otra.

Observó la puerta creyendo que Anired ya había regresado y al ver que no, se encerró nuevamente en el baño buscando el cepillo que la azabache le indico.

Una vez que lo tuvo en sus manos se dedicó a lavarse lo mejor que pudo los dientes y posteriormente la cara buscando desaparecer todo mal aroma, en la ducha pudo distinguir unas lociones y desodorantes así que tomo el primero que vio para colocarlo en su cuerpo esperando que eso lo ayudará a disimular un poco.

El reflejo en el espejo lucía mejor que hace unos minutos, su rostro ya no se encontraba tan pálido y con agua se acomodó el cabello lo mejor que pudo, que en ese momento volvía a ser un rubio asemejándose al oro ya sin ninguna tonalidad grisácea.

Se sintió mejor de esa manera y salió del sanitario al escuchar la voz de Anired que al verlo le extendió una playera y pants que seguramente sería de alguno de los varones de su familia, le agradeció y volvió a entrar al baño.

Probablemente se habría cambiado frente a ella, pero en esos momentos se encontraba tan nervioso que solo actuaba por inercia.

La ropa que uso en el día rápidamente fue remplazada por esa playera azul y un pans negro, le quedaba un poco grande ya que los hermanos y padre de Anired eran más corpulentos que él, pero nada que no pudiera arreglar con un poco de magia, al día siguiente lo volvería a su tamaño normal. Se miró por última vez en el espejo y checo su aliento, cuando sintió que estaba completamente listo alzó la ropa y salió del sanitario.

Las luces de la habitación ya estaban bajas, solo la luz de noche la alumbraba tenuemente, Anubis y Moswen dormían en la silla que estaba acondicionada para fungir como cama de la gata esfinge.

Trago saliva reconociendo a Anired dentro de la cama, parecía jugar con el celular que iluminaba su rostro dejando que alcanzara a ver la bonitas y perfectas facciones que tanto la caracterizaban aumentando su nerviosismo en el proceso.

Escuchaba el latir de su corazón en los oídos, era tan fuerte que se encontraba seguro que la menor lo podría escuchar aún a la distancia. Se detuvo a un lado de la cama, momento que la azabache ladeo el rostro para verlo mientras dejaba el celular sobre el mueble a lado de la cama.

—Hola...

Saludo la azabache con una pequeña sonrisa.

—Hola...

Respondió el alemán imitando la sonrisa de la adolescente frente a él, alcanzó a ver que su cabello ya se encontraba en una trenza para impedir que le molestara mientras dormía al igual que usaba un pijama de manga de larga que era decorada por pequeños escudos del Capitán América, sabía muy bien que el super héroe favorito de ella era Steve Rogers por lo que tenía mucha mercancía referente a él.

—¿Vienes?

Pregunto Anired alzando las frazadas para dejarle un espacio en la cama de enorme tamaño, donde, aunque se acostaran los dos sobraría demasiado espacio.

—Sí...

Maxence asintió para sacarse los zapatos dejándolos en el suelo, el reloj que usaba en la muñeca izquierda, celular, cartera y audífonos los colocó en el buro a unos centímetros de él.

Con la mayor delicadeza que fue capaz de emplear se subió a la cama sin poder tranquilizar su corazón, temiendo incomodarla, sería la primera vez que dormiría con Anired y no quería arruinar la cosas.

Una vez que estuvo dentro de la cama tomó las frazadas para cubrirse y quedarse acostado viendo el techo, no sabía si abrazarla o quedarse de esa manera para no resultar encimoso.

—Max—llamo Anired dándose la vuelta sobre sí misma para verlo y sonreír con diversión al darse cuenta de los nervioso que estaba que incluso su cabello se volvía rosado apenas perceptible por la pequeña luz que brindaba la lámpara de noche— ¿Pasa algo? Pareces una momia sin moverte... ¿Te sientes incómodo quedándote a dormir conmigo?

Max negó para girar el rostro y verla.

—No...no es eso...yo...si quiero dormir contigo, solo que no quiero incomodarte...

Murmuró sonrojado y viéndola sin saber qué más hacer, Anired lograba ponerlo nerviosa aun a pesar del tiempo que llevaban tratándose, solo quería hacer las cosas bien para ella.

Anired se dio la vuelta para apagar la lámpara y acercarse más él logrando acomodarse y recostarse sobre su pecho.

—Quiero que me abraces...

Pide la menor, el rubio sonrió acomodando su brazo para rodearla dejando que descansara sobre su pecho, la mano libre la llevó a su cabello para acariciarlo pasando los largos dedos entre las largas hebras oscuras dejando un pequeño beso en sus labios.

—Me gustas, Anired...

Murmuró sin borrar la sonrisa.

—Me gustas más, Maxence...

Ahora fue Anired la que le dio un corto beso y volver a acomodarse en su pecho mientras bostezaba, a pesar de haber dormido en la tarde aún se sentía cansada y para el alemán era lo mismo, cada vez sentía como sus párpados pesaban un poco más obligándose a mantenerlos abiertos en un intento de seguir viendo a la azabache recostada en su pecho.

—Que descanses, Max Steel...

El aroma tan fuerte a alcohol ya había desaparecido del rubio siendo reemplazado por un suave aroma a frutos rojos característico de la crema corporal de la azabache, no evito sonreír al sentir ese detalle, el aroma de frutos rojos se mezclaba con la loción fresca que siempre usaba Max obteniendo un aroma demasiado relajante.

Los ojos de Anired se cerraban cada vez más a punto de quedarse dormida en tan poco tiempo, pues se sentía demasiado tranquila y segura entre los brazos de Maxence, su calor y aroma la sumían en un trance lleno de relajación, como si nada más importara en esos momentos, solo eran ellos dos.

—Que tengas dulces sueños, Mein Herz...

Murmuró el alemán sonriendo al ver que poco a poco comenzaba a quedarse dormida, dejó un suave beso en la coronilla de su cabeza y decidió dejar que su cuerpo se relajara por completo para poder disfrutar de dormir con ella.

Anired era esa persona que con solo su presencia le brindaba felicidad, en pocas palabras ella era su lugar feliz y seguro, donde nada más importaba, solo estar entre sus brazos y ver esa bonita sonrisa que provocaba que sus ojos brillaran con intensidad resultando un hermoso paisaje.

Maxence deseaba que nunca se terminara lo que tenían, que siempre pudiera estar de esa manera con Anired, porque a su lado finalmente tenía la paz y felicidad que siempre añoro, de la que en algún momento creyó no ser merecedor.

Con la imagen de Anired entre sus brazos mientras dormía pacíficamente, los ojos del rubio comenzaron a cerrarse cediendo al sueño y cansancio que le había dejado ese ajetreado día, mientras deseaba que las cosas fueran aún mejores al día siguiente que despertara con la azabache a lado.

Las horas en la habitación de la menor de la familia Black-Weasley transcurrieron con calma y tranquilidad, el silencio rodeaba la pieza exceptuando el sonido de las respiraciones pausada de los dos adolescentes que dormían abrazados de forma cómoda, nada parecía poder interrumpir sus sueños, era como si sus cuerpos se encontraran tan cómodos que nada podría alterarlos, estaban en ese momento de relajación y descanso que tanto les hizo falta en ese día lleno de malas noticias y enojo.

—Anired...

La paz y tranquilidad que gobernaba sus sueños en esos momentos fue interrumpida al sentir como tocaba su hombro para moverla suavemente.

—Anired...

La azabache menor soltó un quejido.

—Max...duérmete otro rato.

Pidió adormilada para girarse entre los brazos del rubio.

—Anired Georanne...

Como si sus neuronas hicieran clic y el sueño desapareciera, abrió los ojos con fuerza al reconocer la voz de quien la llamaba.

Trago saliva al ver unos orbes tan grises como los suyos que la miraban fijamente, trago saliva sintiendo el brazo del alemán rodearla aún.

—Ma...má...

Murmuro nerviosa sin saber que hacer, seguramente su madre estuvo tocando la puerta un gran rato y al no recibir una respuesta entro para toparse con una escena que Anired no deseaba que viera, sabía que solo era cuestión de minutos para que la regañara y despertara a Maxence.

—Sal de la cama, corre...

Pidió la mayor conversación en un tono de voz bajo para no despertar al adolescente rubio que parecía muy relajado con una expresión de completa paz.

Anired asintió moviéndose con suavidad tratando de liberarse del brazo del alemán, que al sentir el movimiento terminó dándose la vuelta sin llegar a despertar, momento que la menor aprovechó para ponerse de pie saliendo de la cama e ir hacia su madre que ya se encontraba cerca de la puerta esperándola.

Anired trago saliva sin poder leer las expresiones de la mujer mayor, no sabía si estaba enojada o qué esperar en esos momentos.

—Mamá—murmuró Anired una vez que estuvo frente a ella—, puedo explicarlo...

Los ojos grises de la mayor la vieron fijamente y soltó un suspiro para poner una sonrisa que ni siquiera Anired alcanzo a distinguir, su hija le recordaba a lo que alguna vez ella hizo de adolescente: meter a Fred a la casa Black a escondidas de su padre, y lo peor es que no tenía ni cara para regañarla por eso, sin embargo, dejaría que su hija sufriera un poquito pensando que la regañaría en otro momento.

—Hablaremos de eso después, Nired.

Anired asintió sin saber qué más decir, aunque si su madre estaba en la habitación a esa hora y no la iba a regañar, probablemente algo urgente habría pasado, incluso, podría tratarse sobre la liberación de Deyan o algo respecto al ministerio.

—¿Pasó algo?

La mayor confirmó con un movimiento de cabeza.

—Jerome, Crystal y Amalie se encuentran en el salón principal—Anired abrió los ojos con sorpresa, sabiendo que muy probablemente buscaban a Maxence—, están demasiado preocupado pues Max desapareció desde la tarde y ya pasan de las tres de la mañana, temen que algo malo le haya pasado, así que pensaron que quizá tu sabrías algo o a lo mejor te había escrito diciendo donde estaría o algo parecido, pero veo que —un ronquido hizo que Anirak formará una pausa, las dos mujeres voltearon a ver al alemán que ronco para seguir durmiendo—...está aquí, lo mejor es que lo despiertes y le digas que su familia lo está buscando, temen lo peor...

Asintió repetidas veces, comprendiendo que la familia del alemán temía que se metiera en problemas o que algo malo le pudiera pasar, más que se salió justo cuando acababa de pelear con Amanda, dejándolo alterado.

—Sí, lo despertaré.

—Por mientras iré a ver que Gigi siga dormido, ya que Louis y Mon también se despertaron al escuchar el ruido, me sorprende que tú no te hayas dado cuenta que hasta tu tía Lys y George se encuentran aquí...

—¿Por qué están aquí también?

No le molestaba que estuvieran, pero era raro.

—Jerome ya no sabía qué más hacer, dice que lo busco por todos los bares de la ciudad y más lugares, pero no había ningún rastro de él, ni siquiera le contesta de la llamada y de repente apagó el celular—suspiro, sin querer imaginarse cómo se sentía el rubio ante eso, gracias a Merlín que sus hijos nunca hicieron algo parecido—,así que fue a buscar a Lys y George para que lo ayudaran a saber que hacer, dice que no quería preguntarte a tí...ya sabes, está preocupado por todo lo que ha pasado—Anired comprendió que se refería a lo de Deyan—, y no quería alterarte más, pero al ya no saber qué más hacer decidió venir finalmente.

Anired suspiro y asintió.

—Le diré a Max que despierte para que baje a verlos.

Anirak le sonrió agradecida para salir de la habitación dejando a los adolescentes solos, Anired no evitó sentirse más ya que fue quien le pidió a Maxence que se quedara a dormir, al menos debió de insistirle para que le avisara a su familia en donde se encontraría.

Se acercó a la cama no sin antes encender la luz para verlo dormir, su rostro se encontraba pacifico, mientras las rubias pestañas descansaban sobre la piel bajo sus ojos por donde pasó el dedo con delicadeza y subió hasta las cejas que eran del mismo tono que el cabello asemejando al oro, casi ningún lunar era perceptible, pero si una poca de barba le adornaba el rostro haciéndolo ver más maduro.

Definitivamente, Maxence era sumamente hermoso ante los ojos de Anired, y demasiado guapo con esas masculinas facciones que tanto le gustaban.

Desde la primera vez que lo vio lo considero atractivo, pero prefirió no hacer caso a eso para centrarse en su estúpida relación con Deyan, quizá si hubiera puesto atención en el rubio que ahora dormía en su cama nunca había sufrido tanto como con el búlgaro.

Sin duda había cometido demasiados errores durante su corta vida, pero el peor de todos fue no terminar la relación con Deyan desde un inicio y cegarse ante él, sí que fue estúpida.

Pero, al menos, las cosas parecían mejorar un poco.

—¿Por qué lloras, Mein herz?

La voz de Max la hizo salir del mar de pensamientos en los que se había hundido, los recuerdos dolorosos que experimentó a lado de Deyan volvían de forma dura provocando temor y ganas de llorar, tantas que ni siquiera se dio cuenta de que lo hizo.

Llevó las manos hasta sus mejillas para limpiarlas rápidamente.

—So...lo... estaba pensando tonterías—sonrió suavemente al ver como se tallaba los ojos, tenía el cabello despeinado y aun se encontraba algo adormilado—, tenía que despertarte.

Maxence soltó un bostezo para estirarse mientras se sentaba en la cama.

—¿Tuviste alguna pesadilla que no te dejará dormir?

Los ojos azules la observaban, recién levantada se veía adorable, tenía unos cuantos cabellos rebeldes que se ondulaban y otros más cortos que se paraban asemejándose a pequeñas antenas adornándole la cabeza, los ojos grises se encontraban chicos porque aún tenía sueño, Anired siempre era preciosa.

—No, exactamente—lo miro y suspiro—...mamá vino a despertarme...

Max borró la sonrisa al escuchar lo que dijo.

—¿Nos descubrió?

Anired asintió, el rostro del rubio perdió color al temer por lo que probablemente pasaría, pues podría obtener un regaño o que incluso le prohibieron ver a Anired por hacer algo como eso.

—En teoría, sí—los pequeños dientes mordieron el labio inferior sabiendo que debía de decirle—...pero, eso no es todo—Max la miró sin comprender para salir de la cama mientras buscaba los zapatos, en sus movimientos se podía percibir lo nervioso que se encontraba—...tus papás y hermana están en el salón principal...

—No me jodas—masculló pasando la mano sobre su rostro de manera frustrada terminando de colocarse los zapatos para ir por su ropa—...Anired—llamó—...lo siento, tengo que irme de aquí—explico tomando el pantalón y la playera, para acercarse al perchero en donde estaba su chaqueta—, ya te metí en suficientes problemas, es mejor que me vaya de aquí más si ellos ya sospechan en donde estoy—la miró con los ojos llenos de arrepentimiento—, si te preguntan diles que no has sabido nada de mí ¿Quieres? Puedes decir que te marqué y escribí, pero que estabas dormida...y no pudiste contestar.

Pidió colocándose la chamarra y a punto de quitarse el pantalón.

—No creo que sea lo correcto, Maxence, tus padres están muy preocupados por tí...

Max se detuvo en seco y trago saliva de manera fuerte que casi se ahoga para darse la vuelta y toparse con otros ojos grises muy parecidos a los de la azabache frente a él.

—Anirak—llamo Maxence, las mejillas del menor se volvieron completamente rojas al verse atrapado de esa manera—, lo siento—fue lo primero que soltó sin saber qué más hacer o decir—...lo siento, sé que no debí de entrar de esta manera y mucho menos colarme a la habitación de Anired, no la quiero meter en problemas, el de la idea fue yo—hablo de forma rápida asustado por lo que le fuera a decir la azabache mayor—...no...no quise causar problemas, te lo juro...solo que...no sabía qué más hacer...

En esos momentos Maxence era una mezcla de miedo y pánico ya que no podía leer la expresión de la mujer mayor frente a él.

¿Y si le prohibía volver a Anired?

Dios, definitivamente debió de pensar las cosas mucho mejor antes de hacer una tontería como esa.

Anired agacho la mirada sin saber que decir, pensando una y otra vez que fue una completa idiotez pedirle a Maxence que se quedara a dormir con ella, debió de haberle dicho a sus padres y brindarle la habitación de huéspedes, pero es que quería estar esa noche con él, lo necesitaba tanto después de recibir la noticia que informaba que Deyan fue liberado.

—Maxence—llamo Anirak—, debes de bajar, tus padres se encuentran demasiado preocupados por tí, te han buscado por todos lados, lo mejor es que hables con ellos—pidió con una afable sonrisa tratando de tranquilizarlo—, sobre lo que pasó esta noche después lo hablaremos, ahora bajen, por favor.

Maxence solo suspiro sin poder negarse o escapar para ver a Anirak salir del cuarto.

—Supongo que tienes que ir—comentó Anired acercándose a él— ¿Vamos?

Cuestiono colgándose de su brazo, Max suspiró y asintió para verla dándole un beso en la frente.

—Vamos, Kleiner hase...

Anired le sonrió para salir aun tomando su brazo, se podían escuchar diversas voces dando a entender que había mucha gente a esas horas, distinguió las de sus tres hermanos, la de su padre, y tíos...si, definitivamente se había vuelto demasiado grande el hecho de que el alemán se escapara.

Maxence y Anired terminaron de bajar las escaleras, la menor lo soltó antes de entrar al salón para sonreírle tratando de animarlo un poco, momento que el más alto aprovecho para besarle la mejilla.

—Nunca había dormido tan bien como hasta hoy—le murmuró en el oído con voz ronca—, creo que ahora te necesito todos los días para poder dormir, mein herz...

El rostro de la menor se volvió completamente rojo al darse cuenta que le estaba coqueteando en un momento como ese.

—T...tonto...

Logró responder de manera nerviosa, sus defensas bajaban cuando se trataba de ese rubio que ponía su mundo de cabeza.

Max sonrió y entró al salón principal de la casa Black-Weasley aguantando a soltar un jadeo de sorpresa al distinguir a toda la gente que estaba: los ocho miembros de la casa Black-Weasley, la familia Weasley-Delacour, Crystal, Lyssandre y Amalie.

Los tres últimos lo miraron con alivio al darse cuenta de que no estaba herido ni ebrio—aunque era porque la borrachera ya se le había pasado después de dormir unas cuantas horas, pero el dolor de cabeza no desaparece—, pero la mirara de la D'Acanto mayor cambio de inmediato, llenándose de un enorme enojo.

—¡Maxence D'Acanto! —De forma colérica grito la mayor acercándose a grandes zancadas al rubio que la miro y tuvo que aguantar las ganas de contestar una tontería— ¡¿Qué se supone que crees que hiciste?! ¡¿Te resultó gracioso tenernos como idiotas buscándote por todos lados?! ¡¿Crees que es gracioso que nos hagas esto?!

Crystal tenía la mirada empañada en lágrimas, todo el rato estuvo preocupada por su hijo al darse cuenta que estaba en una ciudad que no conocía para nada ¿Y si le hubiera pasado algo? Temía que lo asaltaran o se metiera en una pelea, miles de pésimos escenarios pasaban por su cabeza cuando las horas transcurrían y no lo encontraba.

—Estoy bien, no me pasó nada, no se para que te preocupas y pierdes el tiempo es buscarme, mejor deberías de cuidar a tu madre que casi se muere...

Masculló entre dientes, no quería contestar mal, pero a veces lo hacía enojar con tanta facilidad, más al darse cuenta que ni siquiera intentó defenderlo o escucharlo hace unas horas, simplemente no podía estar feliz.

—¡Por Dios, Maxence, no puedo creer que sigas peleando por estupideces con tu abuela, ninguno parece maduro, los dos ya son grandes y se comportan como niños! ¡A veces desearía que tuvieras un poco más de paciencia con los adultos mayores enfermos que te rodean, algún día tú vas a llegar a esa edad y dudo que quieras que te traten de esa forma!

Y ahí estaba, siempre su madre terminaba de lado de Amanda, justificando todas sus acciones con su edad o enfermedad, como si solo importara lo que la anciana sintiera o dijera y no él.

El rubio estaba por contestar con su habitual sarcasmo, sentía el enojo subir por su garganta, juraba que trataba de contenerse para no quedar aún más ante tanta gente, pero le era imposible.

Pero, antes de soltar todo su ataque verbal sintió como unos finos y pequeños dedos se entrelazaron con los suyos para darle un suave apretón que fue reconfortante, giró el rostro para ver a Anired que pareció notar que estaba tan frustrado que incluso temblaba por el enojo.

—Creo...que lo mejor es calmarse—pidió Jerome sin saber que más decir, nunca había estado en una situación parecida y no tenía ni idea si sería mejor regañarlo o hablar tranquilamente una vez que volvieran a la casa—, quizá lo mejor es que volvamos a la casa, lo importante es que Max se encuentra bien, cuando estemos en la casa podrás arreglar sus diferencias...

Sugirió el rubio mayor temiendo que los dos se alteraran aún más de lo que estaban, el gemelo menor no respondió nada, no quería irse, no deseaba volver a esa casa mientras la anciana aún se encontrara ahí.

—¡Max, vámonos, ya has causado muchos problemas...!

Max apretó la mandíbula con fuerza, al parecer lo único que le causaba a su madre eran problemas y molestias, estaba cansado de escuchar eso cada que lo regañaban, haciéndolo sentir como si fuera un problema en la vida de todos.

—Yo no voy a volver a la casa hasta que se vaya esa anciana loca—sentenció Maxence sintiendo las miradas sobre él, probablemente eso le traería demasiado problemas con la familia de Anired que sin duda pensaría que era una mala influencia para ella, pero ya no podía más—, me niego a regresar si ella está ahí...

—Maxence, ya basta, deja tus berrinches que ya has causado demasiadas molestias a Anired y a su familia como para que sigas con esto—ordenó Crystal viéndolo con enojo, odiaba que su hijo tomara esa actitud, parecía que nunca estaba dispuesto a dar de su parte para tener una buena relación familiar, sino todo lo contrario—, no te vas a quedar aquí, despídete y vámonos de una vez, ya estoy cansada de todo esto...

—Pues prefiero quedarme en la calle antes de volver cualquier lugar en donde este la anciana demente que es tu madre, no quiero volver a verla en mi vida...

Se negaba, era preferible quedarse en cualquier lugar en la calle antes que ver a Amanda, seguramente seguirá haciéndose la víctima.

—Max, por favor—pidió Jerome—, volvemos a la casa y solucionemos todo esto...

Trataba de permanecer calmado, pero ni loco dejaría que su hijo se quedara en la calle, por algo tenía una casa...pero, tampoco quería correr a la madre de Crystal, aunque mandarla a un hotel esa última noche no sonaba tan mal...podría ser una buena idea...sin embargo no sabía cómo plantear sin ofender a Crystal, que era la madre de sus hijos, si no fuera por eso ya habría corrido a la anciana.

—¡Vámonos ya, deja de hacer estas escenas! —ordenó nuevamente Crystal sobándose las sienes al sentir un fuerte dolor de cabeza—... ¿no te da vergüenza?

Maxence no estaba dispuesto a irse, pero se sentía acorralado, Anired parecía a punto de decir algo, pero no quería que se metiera en más problemas por su culpa.

—Sería preferente que se calmen, siento que sus gritos podrían despertar a Gigi—todos voltearon a ver al varón que interrumpió la escena familiar—, considero que lo mejor sería que Maxence se quede...

Para sorpresa de todos era Fred Black-Weasley quien sugirió algo como eso, que ante todos los pronósticos ofrecía que Maxence se quedara en su casa, varios pensaron que se pondría como loco y correría al adolescente sin ningún miramiento por colarse en la habitación de su única hija.

—No...no ¿cómo va a hacer algo como eso? —cuestionó Crystal completamente apenada—, ya les hemos causado suficientes problemas a pesar de que su familia siempre ha apoyado a mis hijos, esto es demasiado, Maxence debe de volver a la casa y dejar de hacer un berrinche tan grande...

Maxence veía al mayor de los gemelos pelirrojos implorándole con la mirada que hiciera algo para no permitir que volviera a esa casa.

—No es justo que Maxence este en un lugar en el que no es cómodo para él en estos momentos—paseaba la mirada sobre Crystal y se detuvo en Jerome—, se puede quedar aquí y una vez que su abuela vuelva a Alemania el regresara, solo es cuestión de un día—defendió su punto—, como padres, nuestra prioridad debería de ser la comodidad y alegría de nuestros hijos...

Crystal soltó un suspiro rendido, y Maxence no evito sonreír agradecido ante las palabras de Fred, a veces le era tan extraño el darse cuenta como algunas personas lo defendían y no parecían considerarlo un problema o demonio como lo hacía su abuela, y esas personas casi siempre eran los miembros de la familia Black-Weasley, estaba en una enorme deuda con ellos.

—Yo...está bien...creo que tiene razón—se rindió Crystal dándole la razón al patriarca de los Black-Weasley—, supongo que será lo mejor que Maxence se quede.

Fred le sonrió y asintió para ver a Jerome.

—¿Podemos hablar en la cocina por un segundo?

El Delacour mayor confirmó con un movimiento de cabeza para ir detrás del pelirrojo mayor.

—Jerome, sé que no sabes que hacer y es normal—analizó Fred recargándose de la encimera para verlo—, pero debes de darle prioridad a los que tus hijos sientan y como estén más cómodos, si ves que esa mujer...la abuela de Max y Lie parece hacer que tus hijos no se sientan cómodos en su propia casa, debería de tomar otras medidas y aunque suene horrible, dile que se vaya...

—Lo sé, pero...pensé que lastimaría a mis hijos con eso...no llegue a creer que su relación estuviera de esa manera, como quiso venir con ellos...creí que eran como Sirius y Laetitia—soltó un suspiro—...gracias...por dejar que Max se quede...

—No tienes que agradecer, tú habrías hecho lo mismo—le sonrió suavemente—, esta discusión me recordó a una que tuve con Molly cuando tenía un poco menos de la edad de Max—vio el techo de forma nostálgica—, por sus regaños yo no quise volver a a la casa, me sentía incómodo en ese ambiente...Sirius me abrió las puertas de la casa Black, dejando que pasara varios días hasta que finalmente me mudé con George a Sortilegios Weasley...Maxence no es un mal chico, pero necesita que tengan paciencia con él, así que inténtalo, y trata de no regañarlo sin antes escucharlo.

Jerome agradeció los consejos del pelirrojo que tanto le hacían falta, porque realmente no sabía cómo ser un buen padre y temía arruinar toda la relación que podría formar con sus hijos.

Fred lo miró salir para ver a su hermano gemelo, casi idéntico de no ser porque al menor le faltaba una oreja.

—Hola, desorejado.

Saludo Fred con diversión en su voz.

—Hola—George parecía analizarlo—¿En serio dejaras que Maxence se quede? ¿Lo dejarás dormir con tu hija?

Fred lo miró con obviedad en los ojos.

—¿Crees que haría eso? —cuestiono—...evidentemente lo mandare a la habitación de huéspedes, ni loco lo dejo dormir con mi hija más tiempo.

George sonrió dándose cuenta de que, a pesar de tratar de comportarse, Fred seguía siendo celoso en el fondo y no tan liberal como creían.

⚜⚜⚜

Las despedidas se tratan de un ejercicio que se repite a lo largo de la vida en muchas ocasiones, aunque no siempre con la misma intensidad o en momentos de la misma importancia.

Decir adiós puede suponer un trago difícil tanto para quien se va, como para quien se queda, dejando una sensación de vacío cuando aquella persona se va, a pesar de saber que pronto se verán el dolor seguía siendo fuerte.

Y en esos momentos, Amalie D'Acanto lo experimentaba al estar en brazos de su madre, se había hecho a la idea de que Crystal tendría que regresar a Alemania por cuestiones de trabajo, pero nunca llegó a creer que doliera tanto.

Como si un pedazo de su corazón se fuera con su madre, aquella mujer que siempre la había apoyado de todas las formas posibles.

Sabía que no era un adiós, sino un hasta luego, pero deseaba que ese momento en que se encontraba entre los brazos de su madre durará para siempre.

—Mi amor, el avión no tarda en partir—murmuró Crystal con voz aguada, quizá en unos minutos más rompería en llanto por la despedida, cosa que no deseaba que Amalie viera para no hacerla sé que serás una buena persona y estoy más que segura que triunfarás en tu trabajo, siempre logras lo que te propones —ánimo para alejarse unos centímetros y verla a los ojos mientras la tomaba de las mejillas—, no que centres solo en el trabajo, también recuerda vivir la vida y no temas a enamorarte...

Pidió Crystal deseándole las mejores de las experiencias en esta nueva etapa, odiaba dejar a sus hijos, pero era necesario para que ellos finalmente formarán su vida.

Se alegraba porque Amalie tuviera el trabajo que tanto soñó y esa buena relación con el rubio mayor que era su padre, se preocupaba por Maxence, ese carácter y esa amargura le complicarían ser feliz, pero se alegraba porque era evidente que había algo en Londres que le brindaba la felicidad que siempre deseo, solo esperaba que eso no se rompiera tan fácil.

—Cuídate mucho, mamá—pidió Amalie—, no te sobrecargues del trabajo, de igual forma, iré a verte en los fines de semana que no trabaje el sábado, que al parecer será uno cada mes, así que esos días me iré desde el viernes para que pasemos todo el fin de semana juntas, incluso en navidad puedes venir o yo ir, al igual que en nuestros cumpleaños—Amalie sonaba animada por todos esos planes—, pasaremos mucho tiempo juntas.

—Sí, te amo mucho, hija.

Le beso la frente como cuando era niña y Amalie tuvo que parpadear varias veces evitando que las lágrimas cayeran para sonreír.

—Te amo mucho más, ma.

Las dos D ́Acanto eran observadas por Lyssandre que sentía nostalgia ante esa escena, mientras Amanda solo esperaba impacientemente para poder volver a su casa.

—¿Max no va a venir?

Cuestiono Crystal viendo a Lyssandre el cual le dirigió una mirada llena de disculpa al no poder convencer al rubio menor que viniera a despedirse de su madre.

—Dijo...que no vendría a ningún lugar en el que estuviera su abuela—soltó un suspiro recordando los mensajes que intercambió con el alemán en la mañana, los cuales no tuvieron ningún éxito en hacerlo cambiar de opinión, sin duda no era nada fácil persuadirlo cuando tomaba una decisión—, intente convencerlo, pero no quiso.

Crystal asintió, siempre trato de hacer lo mejor, quizá en la infancia de los rubios fue una madre ausente, pero lo hizo para poder trabajar y estudiar para darles una mejor vida que la que ella tuvo cuando fue joven, quizá no eran millonarios, pero al menos nunca se quedaron con el antojo de algo y gracias al trabajo como arquitecta de Crystal viajaron a varios lugares.

A veces no sabía si hacía bien o mal, pero se sentía entre la espada y la pared, por un lado, su madre y por otro su hijo, lo único que deseaba es que se pudiera llevar bien por al menos una vez en la vida, al final de cuentas eran familia, y el tiempo era muy corto para guardar rencores.

—Lo entiendo—respondió la alemana viendo al Delacour—...cuídalos ¿sí? Te los encargo, sé que con Amalie no tendrás ningún problema, a veces es un poco desordenada, pero fuera de eso no hay nada grave, es una excelente niña—Lyssandre asintió, por lo poco que la llevaba conociendo se había dado cuenta rápidamente de eso—...sé que Maxence parece un difícil, pero es porque es desconfiado y aunque no lo diga le asusta todo esto, tenle paciencia, una vez que te tenga confianza las cosas mejoraran, puede ser algo difícil, pero no es un mal chico, en el fondo sigue siendo un niño demasiado frágil.

Veía a la entrada del aeropuerto, esperanzada porque su hijo menor llegará en último momento, le mando mensajes en la mañana e incluso le marcó, pero no hubo ninguna respuesta, al menos sabía que estaba bien en la casa Black-Weasley donde pasó la noche y probablemente lo que restaba del día.

—No te preocupes, lo haré, te juro que cuidare a ambos con mi vida si es necesario—Lyssandre hablo de manera seria comprendiendo las palabras de la mujer frente a él—, las cosas mejoraran, solo es cuestión de darle tiempo al tiempo, apenas nos estamos acoplando como familia—sonrió animado para ver a su hija que se limpiaba los rastros de lágrimas y hacía una extraña, pero gracia moca al evitar no llorar más—, ven a verlos, la casa siempre estará abierta para tí, al final de cuentas ellos te necesitan.

—Y yo a ellos, pero me voy tranquila al saber que estarán contigo.

Los adultos se despidieron con un pequeño abrazo, para que Crystal lo hiciera por última vez con la menor no sin antes marcar nuevamente al gemelo menor que desvió su llamada de inmediato, definitivamente seguía enojado con ella.

Su corazón latió con emoción al ver una cabellera rubia que atravesaba la entrada del aeropuerto portando una chaqueta negra de cuero y lentes negros que veía hacia todos lados buscando algo.

Pero...todas sus ilusiones se fueron al caño cuando el rubio se acercó más y pudo distinguir que no se trataba de su hijo si no de otra persona que nunca había conocido, ni siquiera el peinado se parece.

—¡Vuelo ciento ochenta y cinco, con destino a Hamburgo, Alemania, favor de abordar por la puerta doce!

Informaron los parlantes, Crystal suspiro para tomar su maleta y abrazar a su hija por última vez para ahora ir con su madre y ayudarla a caminar a la puerta doce, donde se encontraba el avión que la llevaría de vuelta a su casa en Alemania.

En Alemania estaba su trabajo, sus cosas y todo por lo que se esforzó, sin embargo, en Londres dejaba a sus dos grandes razones de vivir, deseándoles lo mejor del mundo y que siempre estuvieran bien.

Lie terminaba de limpiarse las lágrimas mientras era guiada por Lyssandre que le rodeaba los hombros con el brazo.

—Verás que pronto se volverán a encontrar—ánimo el francés caminando hacia el auto—, dentro de un mes podrás ir a visitarla a Alemania, incluso te irás todo un fin de semana, e igual, en cuanto ella no tenga unos días de trabajo seguramente vendrá a verte.

—Lo sé—murmuró Amalie con voz gangosa y sorbiendo de la nariz que tenía la punta roja—, pero...voy a extrañarla mucho, ya no la vere del diario como antes.

—Los días se pasan rápido, en cuanto menos te des cuenta la volverás a ver—Lyssandre le abrió la puerta del vehículo para dejar que entrara y el rodear el auto subiendo al lado del conductor—, no creo que ella quiera ver que estás llorando porque se fue, mejor has lo que te dijo y se feliz ¿sí?

Amalie se colocó el cinturón para hacer un puchero y soltar un suspiro desparramándose en el asiento sin importarle cuidar su postura.

—Si...sé que quiere que sea feliz y yo también quiero que lo sea, pero odio las despedidas, me hubiera gustado que pasara más tiempo aquí—soltó un gruñido—, Max en un idiota—su enojo creció al recordar que no vino a despedir a su madre—, mínimo pudo contestarle las llamadas a mamá.

Los ojos azules de Lyssandre estaban fijos en la carretera, pero escuchaba con atención las palabras de su hija.

—Trata de entenderlo, por lo que me contaste y a lo que entendí, se sintió herido de que Crystal no lo defendiera de Amanda—no evitó hacer una mueca al decir el nombre de la abuela de sus hijos, la cual esperaba que no se volviera a acercar a ellos—, aparte, que por su comodidad y salud mental es mejor que esté lejos de su abuela, parece alterarlo mucho...

—La abuela nunca ha sido exactamente cariñosa—vio por la ventana recordando su infancia, pero agitó rápidamente la cabeza para borrar esos amargos recuerdos—...pero, especialmente Max y Amanda siempre han chocado más, el carácter de Maxence es muy fuerte cuando se enoja y la anciana suele hacerse la víctima todo el tiempo.

Lyssandre miro de reojo a su hija y al distinguir su semblante supo que no debía de indagar más, quizá, en algún momento, cuando ella quisiera y confiara en él le contaría todo lo que esa anciana loca los hizo vivir, solo esperaba que pudieran superarlo y no afectará su vida en el futuro, tal como a Maxence.

El trayecto fue corto y lleno de conversaciones sin sentido por parte de los dos rubios, no hablan realmente de nada importante.

Una vez que llegaron al callejón Diagon, el auto aparco frente a la tienda de bromas mágicas: Sortilegios Weasley.

—Solo iré al ministerio por los documentos que me hacen falta—informo Lyssandre viendo a su hija—, no creo que tardarme más de dos horas, así que paso por tí, cualquier cosa me escribes o marcas, también estate al pendiente del celular por cualquier cosa ¿de acuerdo?

Amalie se sentía como una niña pequeña cuando le hablaba de esa manera, pero asintió, sabía que para él también era algo difícil acostumbrarse a ser padre de dos adolescentes.

—Sí, no te preocupes, cualquier cosa te avisaré—se acercó para besarle la mejilla, Lyssandre no evito sonreír ante ese gesto, le gustaba cuando lo hacía—...nos vemos en un rato, cuídate.

—Tú también.

Se sonrieron por última vez para que Amalie bajara del auto, una vez fuera observó la tienda de bromas por unos segundos que como siempre estaba concurrida de gente.

Apartó la mirada para rodear el vehículo de su padre y dirigirse al local que estaba junto en frente de la tienda de bromas mágicas, el cual era remodelado.

Se despidió por última vez con un movimiento de mano del rubio, él que al verla entrar al local decidió arrancar para continuar con su destino.

Entró al local que estaba abierto debido a que las personas que se encargaban de pintar y la decoración entraban y salían a cada rato, pudo ver que varias paredes ya se encontraban listas luciendo un encantador color azul pastel que le daba una sensación de comodidad, las mesas y demás muebles eran cubiertos por enormes sábanas blancas para evitar que se manchara o ensuciaran con cualquier sustancia que pudiera dañarlos, el papel de madera era cubierto por trozos de pergamino y periódico evitando que se manchara, solo faltaban unos cuantos detalles para que todo estuviera listo.

—¡Lie!

Dirigió la mirada al frente en cuanto la llamaron y sonrió con felicidad al ver a la pelirroja que se acercaba corriendo a ella para abrazarla.

—¡Itziar! —chillo la alemana en cuanto abrazo a la francesa— ¡Te extrañe mucho!

—¡Y yo a ti!

Se abrazaron por varios segundos, emocionadas por volverse a ver y saber que estarían viviendo demasiado cerca la una de la otra, finalmente podrían pasar más tiempo juntas y salir a diversos lugares como antes cuando estudiaban en Beauxbatons y eran compañeras de habitación.

—Todo se ve tan bonito—halago Amalie que veía el lugar con suma curiosidad, era de tamaño mediano, lo suficiente para tener una cocina y la pieza donde estarían las mesas—, ya quiero verlo en cuanto lo abras, estoy segura de que será la sensación del lugar, aparte que siempre has hecho postres deliciosos...

—Sí, sí, todo es precioso, incluso mi departamento está en el piso de arriba—la tomó de la mano para guiarla a una mesa y quitar la sábana señalando que se sentara—, pero hay cosas más importantes...Cuéntame todo ¿Dónde va a ser tu cita con George Sirius? ¿Ya sabes que ponerte? ¿Trajiste ropa interior sexy?

Lie puso los ojos en blanco para sonreír con diversión mientras sus mejillas se ponían rojas.

—Eres una completa tonta—sentencio—, aun no sé a dónde iremos, me dijo que me enseñaría algunos lugares de Londres e iremos a cenar, y no, no tengo eso porque solo es una cita, no vamos a tener sexo...

—Ay, Amalie, eso dicen todas—se burló—, debes de aprovechar, por lo que he visto es muy popular, varias chicas vienen a la tienda solo para verlo...

—Eso he escuchado—se encogió de hombros—, él dice que es demasiado molesto y que a veces le gustaría poder trabajar en paz, pero, supongo que le sirve como publicidad para la tienda, ya sabes, si la persona que la atiende es guapa sin duda la gente irá a comprar para que le pueda dirigir las palabras o, aunque sea para verlo por unos segundos, por eso es importante que pongas meseros atractivos.

—Ay, ni me lo menciones—suspiro recargándose en la mana desganada—, a pesar que esto es emocionante, parece ser más difícil de lo que creí, el capital me ha alcanzado para comprar las cosas necesarias y pagar la remodelación junto con el depósito del local y el primer mes—explico—, pero aún no sé qué hacer, James me apoyara en lo que decidí que hacer ahora que se graduó del colegio y contratar a alguien para que me ayude...pero...temo que no salga bien, me refiero a que hay muchas cafeterías y repostería en este lugar, tan solo saliendo del callejón Diagon, hay una repostería muggle que se llena de magos...¿y si mi cafetería no tiene tanta venta? ¿Y si ellos prefieren los postres muggles?

Soltó todo lo que la estaba ahogando, la expectativa y lo desconocido la asustaba, tenía fallar, sabía que algunos locales no pegaban demasiado bien y tenía que cerrar en el primer mes, no deseaba que los ahorros de toda su vida se fueran así como así al caño.

A pesar de decirles lo contrario a sus padres, estaba demasiado asustada por fallar.

—Itziar—llamo Amalie para tomarla de la mano y darle a su amiga un apretón de apoyo—, no pienses en eso, tus postres y todo lo que preparas es delicioso, estoy segura que en cuanto los prueben quedaran enamorados de ellos—le sonrió—, solo necesitas hacer un poco más de publicidad para que todos estén enterados de la apertura, aparte estas en un muy buen lugar, tu negocio no pasará para nada desapercibido.

—Ya no sé qué más hacer, en repartido volantes publicitarios por todos lados, incluso le pague a una chica para que me ayudara—soltó—...no se me ocurre nada más...un anuncio en el Profeta sale demasiado caro y ya solo tengo dinero suficiente para vivir por unos días más...

—¿Eres tonta?—Itziar la miró con los ojos entrecerrados ante la pregunta—...tienes un buen lugar, porque tienes a la publicidad frente a tus ojos—Amalie sonrió—, tienes en frente a Sortilegios Weasley, ese lugar es demasiado popular y siempre está lleno de gente, solo pide permiso para que te dejen pegar algunos afiches en la pared que da a la calle y unos volantes en el mostrador para que la gente pueda notarlos en cuanto pague, de esa manera la gente se enterara y sin duda pasarán cuando vayan a comprar a Sortilegios...

Itziar lo cavilo por unos segundos, la idea era demasiado buena, pero había un pequeño problema, no, era un gran y tonto problema de cabello azabache y ojos grises.

—Suena bien, pero te recuerdo que Regulus me odia y no es como que me lleve exactamente bien con George Sirius—hizo una pausa desviando la mirada—...aparte, nunca me disculpe con Anired por lo que sucede en Hogwarts.

—Regulus no se encarga de la tienda, por lo regular en George y si le pides ese favor estoy segura de que no te dirá que no, aparte que es un buen momento para que aproveches y arregles las cosas con Nired.

Opino para que su sonrisa se hiciera más grande.

—Aparte, conozco muy bien a alguien que te puede ayudar a obtener demasiados contactos y hacer popular tus postres entre la sociedad mágica y esas extrañas fiestas de té que en ocasiones organizan —la miró fijamente—, ¿tienes un día disponible en la semana antes de la inauguración?

Itziar la miró sin comprender, pero no negaría que le asustaba esa sonrisa de Amalie que parecía indicar que planeaba algo, algo que tal vez la metería en algún lío.

—Sí...cualquier noche antes del próximo viernes me va bien...

—Perfecto, entonces déjamelo a mí, verás que Azus será todo un éxito.

Sentenció la alemana con todo el positivismo y ánimo del mundo que en esos momentos le hacía mucha falta a Itziar.

No supieron cuánto tiempo estuvieron platicando para ponerse al día de todo lo que había pasado en esos meses que no se había frecuentado hasta que Amalie recibió una llamada para que saliera pues ya habían llegado por ella, así que se despidió no sin antes recordarle que no hiciera planes en la semana, pues su idea sería todo un éxito.

En ocasiones temía de las ideas de Amalie, que más de una vez la habían metido en líos o situaciones incómodas, más aún cuando no decía de quien se trataba esa persona, solo esperaba que no fuera nada extraño.

Itziar miró como el auto arrancaba después de despedirse de ella, se alegraba de ver que su amiga estaba feliz con esa nueva vida y que su padre era una buena persona.

—Pareces cansada...

Giro la mirada para aceptar la taza de café que le ofrecían y sonreír al distinguir al azabache que la miraba fijamente.

—El día ha sido muy largo, al menos la visita de Amelie me ha caído bien —agradecido por el café para llevarlo a los labios, el delicioso aroma y sabor logró que todos sus sentidos se relajaran— ¿Cómo vas con la pintada?

—La fachada ya casi queda—James le sonrió causando que sus ojos se achicaron—, todo va según lo planeado, quedará muy bonito, tan bonito como la dueña.

—Si tú lo dices, confiare en tu buen gusto...

—Cambiando de tema —James le extendió unas cuantas hojas—, son las solicitudes de empleo que trajeron el día de hoy, hay varias personas interesadas en el puesto, solo es cuestión de ver quien nos conviene.

Itziar le agradeció para besarlo, cosa que fue correspondida.

James la apoyaba demasiado, fue quien le ayudó a encontrar el local, también con buscar a la gente que le ayudara a ponerlo en forma y ahora con los empleados, incluso cuando se abriera la cafetería sería quien la ayudara a preparar postres mientras Azus crecía y fuera lo suficiente rentable para meter más personal.

Se estuvieron besando por unos segundos más frente al local, para separarse y dejar que la pelirroja disfrutará de su taza de café que tan buen sabor tenía, sin duda James Potter era un experto preparando café.

—Lo único malo es que el callejón está lleno de idiotas...

Itziar no comprendió sus comentarios hasta seguir con la mirada lo que su novio veía fijamente y con tanta molestia, alcanzando a distinguir a otro azabache que barría el frente de la colorida tienda que tenía como vecina.

Arwen no pudo negarlo, Amalie se lo había comentado, pero tenía mucha razón el uniforme de auror hacía que los varones se vieran demasiado atractivos, y es que Regulus John había embarnecido a comparación de la última vez que lo vio en Hogwarts, sus brazos marcados eran cubiertos por las chaqueta negra del uniforme en la que se alcanzaba a distinguir lo musculoso que era junto con la ancha espalda que lo caracterizaba, la altura lo hacía resaltar aún más y ni decir de ese oscuro cabello que usaba despeinado.

Si, definitivamente era el uniforme de Auror lo que provocaba que ese cerebro de troll luciera tan atractivo.

—Sigo sin creer que sea auror, últimamente siempre anda pavoneándose por todos lados con el uniforme, presumiendo que ya se graduó—la voz del Potter la hizo salir de sus pensamientos—, como si en serio se lo mereciera, ni siquiera es tan buen mago como dice.

Itziar puso los ojos en blanco ya cansada de escuchar esos comentarios.

Quería mucho a James, pero en ocasiones la hartaba de sobre manera, incluso creía que le ponía más atención a Regulus John que a ella misma, llegando a quejarse del diario de él o de los dos mellizos de la familia Black-Weasley.

No encontraba la manera de decirle que parara con eso, llegaba a creer que les tenía mucha envidia a pesar de decir que no era eso.

⚜⚜⚜

Las gotas de agua golpearon su piel eliminando todo rastro de suciedad, era como si todas las cadenas que una vez lo ataron por fin se habían roto.

Estar en un lugar tan frío y húmedo provocó que su piel se cundiera de acné, había perdido mucho peso al igual que tenía moretones de las golpizas que le daban en esa prisión mágica.

Pero, como si de un fénix se tratase resurgió de sus cenizas, recuperando esa libertad que le fue arrancada injustamente.

Salió del sanitario con una toalla envuelta en la cintura mientras pensaba que era lo que haría ahora que estaba en su casa, definitivamente comería, pero debía de saber qué era lo que sucedería a partir de ese punto.

Deyan no podía estar más contento a pesar de ver su horrible reflejo, no había ni rastro del adolescente que era hace un año, pero definitivamente pronto volvería a ser el mismo y continuará con su vida como siempre debió de ser.

Terminó de vestirse, la ropa limpia le dejó una sensación de bienestar al igual que el calor que le brindaba, salió de la habitación bajando las enormes escaleras de su casa.

Finalmente volvía a ese lugar en el que tanto le gustaba estar, lo extraño demasiado.

Camino al salón principal, su madre estaba en el ministerio y su padre en el trabajo por lo que se encontraba completamente solo, quizá vería alguna película o serie del mundo muggle para perder el tiempo.

Le llamó la atención la copia del profeta que estaba sobre la mesa ratona así que la tomó sin dudar para leer el encabezado:

"Deyan Granger-Krum es puesto en libertad ¿Justicia o injusticia?"

Decidió no leer el artículo porque podrían estarle tirando mierda y ya estaba cansado de que no quisieran creer en la realidad, sin embargo, antes de volverlo a su lugar algo llamó su atención, una pequeña nota:

"¿Nuevo romance en la familia Black-Weasley?"

No leyó la nota porque con solo ver la foto mágica supo de quién se trataba, un vestido rojo que adornaba las finas curvas y un largo cabello oscuro que caía como cascada por su espalda.

No evito hacer una mueca de disgusto al ver al estúpido rubio que estaba a su lado sosteniéndola por la cintura y sonriendo de manera orgullosa, Maxence era un asco.

—Si que el tiempo te ha acentuado bien, Anired.

Alabo Deyan, las facciones infantiles de Anired desaparecen poco a poco siendo reemplazadas por unas más maduras y sofisticadas, hasta su porte cambio, simplemente estaba más hermosa que nunca.

Estaba tan metido en ver esa foto y en sus pensamientos que giraban en torno a la azabache de la foto que ni siquiera escuchó cuando la chimenea se activó pues alguien usó la red flú.

—¿Qué demonios haces aquí?

Deyan giró hacia la voz para toparse con su padre que lo veía consternado y con sorpresa, al parecer su madre no le contó la grandiosa noticia, pero sin duda se alegraría al darse cuenta que él no fue culpable como todos decían, por algo estaba libre.

—Deberías de estar en Naumburg, tienes una condena de diez años... ¿Acaso hiciste la estupidez de escaparte? —buscó su varita en el bolsillo izquierdo del abrigo que lo cubría—, llamaré de inmediato a los autores, Deyan, ya has hecho suficientes tonterías.

—¡No tengo ninguna condena, soy inocente! —se defendió Deyan viéndole dolido por la actitud que tomaba Viktor—¡Yo no hice nada malo por eso fui puesto en libertad, todos se dieron cuenta de la verdad! —sonrió esperanzado porque su padre entrara en razón— ¡Soy tu hijo, deberías de creer en mí!

Suplico, odiaba esa mirada en los ojos oscuros del búlgaro mayor que parecía estar lleno de decepción.

Viktor negó varias veces.

—El hijo que yo crie nunca habría hecho una cosa tan atroz y asquerosa —tomo sus cosas para pasar a lado del menor sin siquiera verlo—...si tienes el suficiente orgullo regresa a cumplir tu condena, porque sabes muy bien que la mereces...

Viktor subió las escaleras dejando completamente solo al menor que sintió los ojos arder antes las horribles palabras de su padre.

¿Por qué su padre parecía odiarlo? ¿Por qué su padre no podía volver a confiar en él?

Sin poder evitarlo las lágrimas escaparon, estaba libre, pero al ver la mirada llena de decepción de su padre se sentía completamente encadenado, como si Viktor nunca más volvería estar orgulloso de él o a quererlo.

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¡Hola, después de mucho tiempo!

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Tienen teorías?

¿Qué tal les cae Crystal? ¿Y James?

¿Creen que Deyan trate de hacer algo?

Bueno, sobre el concurso, la ultima votación que es en IG ya esta disponible —o probablemente en unos minutos más—, donde hare un promedio para que la ganadora sea seleccionada y aparezca en la próxima actualización.

Recuerden que las que no sean seleccionadas como ganadoras —o no hayan pasado a la recta final—, pueden aparecer en la historia, si están de acuerdo con eso me lo dicen e incluso me pueden sugerir como les gustaría que lo hicieran para hacer esto más interactivo.

Nos leemos, loviu♥

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