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Quince.

(Les traigo la primera actualización del año, perdón por tardar, pero volví al trabajo y a clases y se me ha ido el tiempo volando.

Espero les guste el capítulo, esta algo larguito, jiji.

+300 comentarios para la siguiente actualización❤️)

Hojeo la revista varias veces, poniendo suma atención en ese rostro que tantas veces vio de cerca, a decir verdad, era hermosa.

Ya no era una niña, sus facciones se estaban convirtiendo en las de una mujer hermosa.

Probablemente en esos momentos era la mujer más popular del mundo mágico y con más poder, solo quizá, por debajo de su madre, pero con toda esa fama que iba ganando día con día era cuestión de tiempo para que sobre pasara a la Black-Weasley mayor.

Y él fue el que debía de estar a su lado, era él quien debió de disfrutar de toda esa popularidad y poder que le daría la azabache.

Pero, justo ahora, estaba encerrado en esa pequeña casa, ya se sentía cansado de viajar cada cierto tiempo debido al nuevo trabajo de su madre como escritora de turismo o una cosa así, aun no comprendía bien lo que hacía, pero lo odiaba.

Debieron de quedarse mejor en Bulgaria y no irse, de nada les sirvió iniciar esa "nueva vida" que tanto menciono Hermione, pues las cosas eran iguales, seguían tachándolo de lo peor y ahora por el trabajo de la mayor nunca estaban en un mismo lugar por más de una semana haciendo las cosas más difíciles.

Al menos su padre ya le hablaba un poco más y la convivencia no era tan incomoda como anteriormente, sin embargo, parecía que las cosas nunca volverían a ser como antes.

¡Por Merlín! Ni siquiera podía comprar una revista o periódico donde saliera Anired porque sus padres lo regañaban de inmediato, había obtenido esa gracias a que Hannah se la envió por medio de su cuervo junto con una nota que apenas iba a leer.

Pero, sus intenciones de leer la carta se fueron a la basura en cuanto escucho voces desde el estudio en donde trabajaba su madre en esa casa que rentaron por una semana, no era de escuchar las conversaciones a escondidas, pero su curiosidad fue más grande, especialmente cuando escucho su nombre y el de cierta persona.

—¡Por Merlín, ya no se a donde más ir! —era la voz de su madre, la reconocería en cualquier lugar—, hemos viajado a cualquier lugar que se te ocurra, siento que ya no hay donde más.

—Ya te lo dije, esta vez no puedo ayudarte a esconder su rastro —la otra voz, que Deyan no reconoció habló, al parecer era un amigo de su madre—, ya he hecho demasiado este ultimo año, todo se está volviendo más difícil, Anired no parece tener ánimos de detenerse.

—¡Anired ha pisado cada ciudad, pueblo o lo que sea en donde estemos! —soltó Hermione con desespero—, es como si no se cansara nunca, no sé cómo lo hace.

—Anired ha seguido su rastro gracias a esos dos perros falderos que tiene como aurores, aun no entiendo que quiere— Deyan se acerco un poco más para escuchar con más atención, no tenia conocimiento de que Anired los estuviera siguiendo—, pero siempre aparece en el mismo lugar que ustedes, he logrado desviar el rastro de magia que dejan o de uso de tarjetas, pero es más imposible cada día, si sigo de esta forma voy a perder todo, Hermione, puedo terminar hasta en Azkaban por ayudarlos.

Deyan no lo veía, pero escuchaba como el píe de su madre golpeaba el suelo de forma frenética y nerviosa.

Hermione se encontraba demasiado ansiosa y nerviosa, aun no entendía porque, pero Anired siempre estaba cerca, algo dentro de ella decía que los estaba siguiendo, sin embargo, aún no comprendía el motivo.

Anired parecía una cazadora cada vez más cerca de su presa.

Y algo dentro de ella le decía que no era para nada bueno.

—Por favor, tienes que hacer algo para hacer que nos deje de buscar —pidió la mujer—, debe de haber algo, no sé, habla con sus padres, diles que esta en peligro o lo que sea...

El varón chaqueo la lengua.

—He hecho hasta lo imposible —la silla volvió a ser arrastrada—, incluso, cada que Khalil o Elijah salen a misiones he desviado sus caminos, pero vuelven a encontrarte a ti y a tu familia, parecen empeñados en encontrarlo—soltó un suspiro—, sabes muy bien de quien es hija, es igual a ellos, no se va a detener hasta obtener lo que quieres.

Hermione soltó un chillido.

—¡Tiene que existir una forma de detenerla!

—¡Tiene todos los malditos recursos, el tiempo, los contactos y la gente, no puedo hacer más, estoy cavando mi propia tumba, Hermione! —soltó con molestia— ¡He hecho todo lo que podido como una muestra de gratitud por todos los años que me has apoyado, pero estoy en mi límite...quizá...quizá tengan razón! ¡Y tu hijo debe de pagar por lo que hizo sabes...! —dejo las palabras en el aire—...hay alguien escuchándonos...

Deyan retrocedió de inmediato cuando la puerta se golpeo y de pronto toda la casa se volvió silenciosa.

Pusieron un hechizo.

Deyan maldijo por lo bajo para seguir caminando, no sabia con quien hablaba su mamá, pero la curiosidad en él despertó.

¿Por qué Anired los estaba siguiendo?

Y de repente, la idea de que quizá Anired se quería disculpar por el enorme problema en que lo metió paso por su cabeza, tal vez ya se había dado cuenta de sus errores.

Pero, él definitivamente no la disculparía tan fácil.

Decidió leer la nota de Hannah aun con cientos de preguntas y teorías inundando su cabeza.

Deyan:
Nos vemos en el puente colgante que está detrás de la calleja Pretul después de la una de la mañana.
Se discreto y cuidadoso, vamos a iniciar de una vez.
-HMB

Una enorme sonrisa adorno el rostro del castaño, al parecer todo volvería a como siempre debió de ser,

⚜⚜⚜ 

El fuego se esparcía por todos lados con velocidad consumiendo todo a su paso, los jardines anteriormente hermosos ahora estaban llenos de cenizas.

Los aurores con rapidez acordonaron la zona lanzando unos cuantos hechizos para que el accidente no fuera visible a los muggles que pasaban alrededor, algunos otros acordonaron la zona para alejar a la gente prohibiéndoles la entrada.

La Abadía de Westminster era un lugar lleno de historia al que cualquier turista quería entrar, pero gracias a que el lugar fue alquilado ese día por la agencia MagicDream, solo personas pertenecientes al mundo mágico podían entrar.

—Lo mejor es apagar primero el fuego —explicó Harry Potter a los jóvenes aurores que se hacían presentes a la escena del accidente—, necesito que se dividan y algunos recorran los alrededores en búsqueda de cualquier sospechoso, al parecer el fuego surgió de un espejo de mano que fue entregado a una de las modelos de la agencia—los aurores solo asentían escuchando sus palabras—, no dejen que ningún civil entre, puede ser muy peligroso, acordonen la zona de manera perfecta.

Regulus junto con sus compañeros comenzaron a dividirse las tareas aun sin comprender la forma de actuar de su hermano, caminaba en círculos pareciendo un león enjaulado, había tratado de entrar al edificio, pero fue detenido por otros aurores y por su tío Harry diciéndole que no podía pasar hasta que fuera seguro.

Trató de preguntarle el porqué de su preocupación, pero antes de obtener respuestas fue llamado para continuar con su trabajo.

Era fuego maldito por lo que apagarlo era demasiado difícil, al menos que se pudiera llegar al objeto o persona que lo provocó.

—Necesito que me ayuden a abrir el fuego maldito—pidió Regulus a dos aurores, una chica y un chico con los que había trabajado durante ese año—, puedo entrar y tratar de destruir el objeto que lo provocó, será lo más seguro para evitar que el fuego se expanda.

—Lo-los Rompe Maldiciones ya fue-fueron llamados—articuló entre tartamudeos Sophie Scamander, ex compañera de Hogwarts de Regulus y actual compañera de equipo—...tal ve-vez debamos de espe-perarlos...

Regulus le lanzó una gélida mirada a Ethan Douglas, su otro compañero de equipo con el que nunca había logrado tener una buena relación ya que siempre se burlaba de Sophie debido a que tartamudeaba cada que hablaba, realmente odiaba a esa clase de personas, en más de una vez se agarraron a golpes porque el azabache no tolero escucharlo y menos ver su risa burlona cada que hablaba la Scamander, le hacía recordar cuando se burlaban de él por ser disléxico.

Ethan desvió la mirada al sentir los gélidos ojos grises del más alto.

—Deberíamos de hacer caso a Regulus—sentenció Douglas aguantando las ganas de burlarse de la chica—, si esperamos el fuego se expandirá y podrá salir de la zona, si destruimos el artilugio podemos cesarlo.

Regulus miró de soslayo a Ethan, en esos momentos sí que extrañaba a Elijah Cortier, de hecho, se preguntaba dónde estaría su amigo porque no lo había visto por ningún lado, tampoco a Khalil Roses, aunque quizás estaban acompañando a Anired en sus interminables sesiones de fotos las cuales no sabía en donde eran.

Sophie no estaba demasiado segura de la decisión de los varones, pero los ayudó tratando de abrir una entrada lo suficiente grande para que Regulus atravesará el fuego.

—Pu-puedes pasar por ahí...

Señaló Sophie al ver como entre Ethan y ella lograron abrir un espacio lo suficiente grande para que una persona de su tamaño entrará sin ser alcanzado por las llamas.

—Apúrate, no lo podemos mantener abierto por mucho tiempo, el fuego maldito parece volverse más fuerte en cada momento.

El azabache solo asintió apretando la varita en su mano y entró corriendo.

Sophie y Ethan soltaron un suspiro al ver como Regulus entraba con facilidad, pero justo antes de que el orificio en el fuego cerrará una sombra más entró a una velocidad tan rápida que los aurores no pudieron hacer nada más que llamar a la persona pidiendo que se alejara.

—¡No puedes entrar, debes salir de inmediato!

Gritó Ethan, pero la sombra se alejó siguiendo los pasos del azabache.

El Black-Weasley camino unos metros cubriendo del fuego que se acercaba a él con distintos hechizos evitando que lo hiriera, mientras más caminaba podía distinguir una espesa línea de llamas que eran las que iniciaron el incendio.

Trotó rápidamente saltando algunas llamas hasta encontrar el espejo que inició todo, estaba tirado y roto incluso tenía sangre, tal vez la persona que lo tiro se cortó en el proceso.

Mantenía una pequeña distancia para que el fuego no lo golpeara y sin apartar la mirada del espejo se acercó más, las llamas seguían saliendo, aumentando el incendio que parecía incontrolable.

Debía de romper el espejo para que el fuego se detuviera de una vez por todas.

Apuntó con la varita al objeto dispuesto a conjurar un hechizo de lleno para que lo partiera en mil pedazos.

—Si lo rompes solo causarás que el fuego se vuelva incontrolable al no tener algo que lo delimite.

Escuchó unos pasos corriendo hacia él junto con la voz que lo interrumpió, se dio la vuelta de forma rápida para encarar a la persona que lo siguió, al ver de quien se trataba no pudo evitar hacer una mueca de disgusto al ver de quien se trataba.

—¿Tú qué haces aquí? ¿Y quién te crees para decirme que hacer?

Escupió de inmediato tratando de controlar sus ganas por lanzarle un maleficio al estúpido frente a él.

—Vine a detener el fuego —explicó señalando la identificación que colgaba en el lado izquierdo de su camisa—, soy rompe maldiciones, Regulus.

Regulus miro la identificación leyendo los datos:

Ministerio Británico de Magia
Maxence D'Acanto
Departamento de Misterios
Rompe maldiciones.

El azabache no evitó chasquear la lengua, no lo toleraba y mucho menos quería trabajar con él.

—Solo vas a estorbar, mejor vete.

Soltó de forma seca para volver a tratar de conjurar el hechizo, pero fue detenido por un hilo de magia que lo obligó a apartar la varita.

—Mira, sé que me odias —Maxence lo miraba de manera seria—, y tienes muchos motivos para hacerlo, pero eso en estos momentos no nos va a llevar a nada, terminemos el trabajo y después si quieres golpéame o lo que quieras —rompió el hechizo con el que detenía al más alto—, ahora déjame parar el fuego, rompiendo el espejo no vas a lograr nada.

Regulus solo viro los ojos y señaló el espejo dándole a entender que hiciera lo que tenía que hacer para parar el fuego.

Max se acercó al espejo cuidando que las llamas no lo alcanzaran, se puso en cuclillas viendo fijamente el cristal roto dándose cuenta que cuando lo quebraron el fuego inicio.

Regulus seguía sus movimientos, estaba demasiado concentrado mirando el espejo, el azabache solo esperaba que Anired se mantuviera lejos de Londres por más tiempo o definitivamente se toparía al alemán que le había roto el corazón.

En menos de lo esperado una tenue luz cubrió el espejo y el ambiente se volvió completamente helado como si estuviera por entrar una fuerte nevada, claro que era algo normal en Londres, pero la época de nieve apenas iniciaría.

Regulus se encogió contra sí mismo y a los pocos segundos las llamas de fuego comenzaron a controlarse, disminuyendo su tamaño hasta desaparecer.

Con ayuda de magia, Maxence alzó el espejo roto cuidando de no romperlo más o perder alguno de sus pedazos ya que de esa manera podría estudiarlo y descubrir qué clase de maldición era, lo que ahora le preocupaba fueron las gotas de sangre ya que podría tratarse de la sangre de quien inició el fuego o en casa de que fuera alguien más, esa persona podría estar herida e incluso atraer alguna maldición por culpa del espejo.

—¿Qué fue lo que causó el fuego? —cuestiono un varón que tenía la mitad del cabello negro y la otra mitad castaña, resultando un estilo demasiado extravagante.

Regulus no sabía de quién se trataba y estaba dispuesto a pedir que se retirara de la escena hasta que Maxence le mostró el espejo.

—Se trata de un espejo maldito, al parecer cuando se rompió las llamas comenzaron a salir, es una maldición de fuego maldito incontrolable —explicó con seriedad—, tiene unas gotas de sangre, pueden ser de la persona que inicio todo o bien, de alguien herido, ¿Sabes si la persona que recibió el espejo por primera vez se encuentra aquí?

Regulus puso más atención en el hombre y pudo leer su identificación:

Ministerio Británico de Magia
Leiftan Core
Departamento de Misterios
Jefe del Área Rompe maldiciones.

Ahora comprendía porque Maxence le explicaba a detalle.

—Fue una de las modelos—una voz femenina se hizo presente mientras se acercaba trotando—, trate de hablar con ellas, pero la señora Dorothea Sufjan, que es la dueña de MagicDreams se niega a que sus modelos hablen al menos que se tenga una orden o bien, alguna de ellas decida hablar, vi a dos chicas, pero se encuentran aterradas.

—¿No lograste hablar con ninguna, Rosier?

Cuestiono Leiftan con la ceja enarcada, Regulus solo observaba a los tres escuchando su conversación con atención para tratar de comprender que más sucedía.

—No—negó la castaña con una mueca en el rostro—, solo están asustadas y lloran, trate de calmarlas, pero Sufjan me dijo lo de la orden.

—A lo mejor Dorothea sepa algo al respecto—Leiftan arrugó el entrecejo—, y probablemente esté tratando de encubrir a alguna de sus chicas.

El azabache carraspeo sintiéndose algo molesto debido al comentario, conocía a la mujer y sabía que solo quería cuidar de las modelos para no ponerlas en una situación estresante.

—Siempre que sucede algún altercado mágico que implica civiles, algunos de ellos piden que les entreguemos una orden para que den su declaración, es una forma de protegerse ante cualquier riesgo—explicó el azabache cruzando los brazos sobre su pecho—, no puede interrogar, así como así a la gente, debe esperar a tener la orden o a que sus representantes legales se encuentren en el lugar, más aun teniendo en cuenta que varias de las modelos aún no cumplen la mayoría de edad.

Sintió la mirada de Leiftan sobre él.

—Eres del departamento de Aurores ¿no?

El más alto asintió.

—Regulus John Black-Weasley —se presentó el azabache manteniendo esa mueca de arrogancia que tanto lo caracterizaba—, y por su identificación pude notar que es el jefe del área de Rompe Maldiciones.

Leiftan sonrió ladinamente.

—Así es, entonces haremos caso a lo que tú dices, esperamos que el departamento de aurores nos de la orden para hablar con los civiles.

Maxence se aclaró la garganta llamando la atención.

—Me preocupa que la sangre en el espejo sea de la persona atacada, podría terminar con una maldición si no revisamos de inmediato...quizá se podría hablar con la señora Dorothea para que al menos nos diga cuál de sus modelos fue la herida.

Leiftan asintió.

—Hablaré con Potter para que me de las órdenes de manera rápida para no alargar más esto.

Maxence lo vio alejarse siendo seguido por Andrea Rosier, dejando solo a Regulus y el alemán, alrededor diversos aurores caminaban vigilando la zona al igual que trataba de reparar los estragos provocados antes de que los reporteros muggles y mágicos comenzarán a llegar, quizá para poder mantener un poco de privacidad por el accidente.

—Regulus—Max fue el primero en hablar acercándose unos cuantos pasos al azabache que lo volteo a ver con una expresión de enojo— ¿Podemos hablar?

Regulus lo miró de arriba abajo, Maxence sabía que lo odiaba y no lo culpaba por nada, se lo tenía muy bien ganado por lo que le hizo a Anired a pesar de haber prometido que no le heriría.

—¿Qué es lo que quieres?

Probablemente no obtendría la respuesta que deseaba, pero no perdía nada con intentarlo.

—¿Sabes en dónde está—titubeó por unos segundos ante la gélida mirada del azabache, conociéndolo quizá lo golpearía de una vez—...Anired? ¿Está en Londres?

Regulus soltó una risa cargada de ironía y negó varias veces.

—¿Crees que te lo voy a decir? —cuestionó acercándose a paso decidido y amenazante, se paraba recto y con el mentón en alto—, te lo dije la última vez, mantente lejos de mi hermana, D'Acanto, la última vez no te golpee porque estabas ebrio—chasqueo la lengua—, pero, justo en este momento no lo estás, así que mejor abstente de preguntas estúpidas de las cuales no te interesan las respuestas.

Los ojos de Regulus parecían dagas que querían atravesar al rubio, el cual en lugar de encogerse o alejarse alzó el mentón con una expresión seria.

—Me vale un carajo si quieres golpearme, Regulus—le mantuvo la mirada al más alto—, espero te quede claro algo, no creas que voy a dejar de buscar a Anired solo porque tú me amenazas.

La sonrisa torcida de Max provocó que el Black-Weasley apretara los dientes con tanta fuerza que podría romperlos, incluso la vena de su cuello se tensó.

—¿Para qué quieres volver a buscarla? ¿No te bastó con herirla? —trataba de controlarse antes de soltar el primer golpe—, ella ya sufrió demasiado por tu culpa, déjala en paz—lo miro a los ojos—, recuerdo que prometiste no lastimarla como lo hizo Deyan, pero mira, terminaste siendo la misma mierda que él.

—Se los errores que cometí y por eso me quiero disculpar con Anired—Max veía a los lados sintiendo algunas miradas sobre ellos, el ambiente se había vuelto tenso y esperaba que al menos no escucharan su conversación—...así que te lo vuelvo a repetir, el hecho de que me golpees, amenaces o lances una maldición no van a cambiar las cosas, voy a seguir buscándola.

—D'Acanto, solo la lastimas, déjala ser feliz de una vez por todas —pidió exasperado el azabache mientras se sobaba las sienes—, ¿O es que acaso no basto con lo que ya le dijiste y que incluso Amalie la culpará porque terminaras en coma? ¿Crees que Anired está bien con eso?

Max lo miró sin comprender a qué se refería.

—¿De qué hablas? ¿Mi hermana hizo qué?

Regulus pasó la mano entre su cabello alejándose unos cuantos pasos para poner una distancia entre ellos al ver como Harry se acercaba, ya que seguramente pensó que se agarraron a golpes en cuestión de minutos.

—¿Por qué no le preguntas a Amalie? Al parecer los dos son expertos en decir cosas hirientes a Anired.

Fue lo último que dijo Regulus para alejarse del rubio, dejando al menor completamente confundido ante lo que acababa de decir.

Su hermana nunca le contó que se topara con Anired o que le dijera alguna cosa.

¿Acaso pasó algo de lo que él nunca se enteró?

Definitivamente le preguntaría una vez que su gemela volviera a Londres, estaba demasiado seguro que Regulus no mentiría con algo como eso.

[...]

—Lo mejor sería que mi chica vaya directamente a San Mungo—Dorothea, una mujer de cabello brillante color plateado que usaba un traje tipo sastre rosado y fumaba de una pipa mientras veía a los rompe maldiciones—, después acudirá a dar su testimonio sobre lo que sucedió este día, mi prioridad es que se encuentre sana y salva.

—Señora Dorothea, para nosotros también es prioridad que la señorita se encuentre bien por lo que es necesario revisar su herida—trató de razonar Leiftan viendo a la mujer—, puede ser que el espejo haya traído alguna maldición más y con la herida se traspase...

—¿Es por eso por lo que quieren hablar con ella? —enarco la ceja con inquisición dándole una enorme calada a la pipa y a los pocos segundos soltó el aire frente a la cara del jefe del área de Rompe Maldiciones — ¿O es por qué sospechan que una de mis chicas pudo iniciar todo esto?

Maxence y Andrea observaban a los dos mayores discutir, ninguno parecía querer aceptar la petición del otro, e incluso la señora Dorothea se encontraba demasiado reacia a dejar que interrogaran a la modelo herida.

¿Acaso fue ella quien inició todo ese accidente?

—En estos momentos todos los que estuvieron dentro son sospechosos—declaró Leiftan ganándose una mala mirada por parte de ella—, debemos de interrogarla para que nos aclare todo ¿O es qué buscas encubrirla?

Dorothea chasqueó la lengua dejando la pipa a un lado.

—Es por esa actitud que no quiero que interroguen a ninguna de mis niñas—señaló con el dedo a Core—, ellas son modelos no criminales, como se los dijeron antes, un niño le entregó un paquete a mi chica, ella lo abrió y estaba el espejo, sin querer lo tiro y se cortó, fue en ese momento que el fuego inició, ella no hizo nada.

—Entonces deja que hablemos con tu modelo.

Andrea paseó la mirada sobre Maxence, Leiftan y Dorothea, estaba a punto de intervenir cuando una quinta voz se hizo presente llamando la atención de todos, pero especialmente sobre una persona.

—Daré mi declaración, Dorothea —unos pasos se acercaron—, será lo mejor para que pueda irme, ellos solo están haciendo su trabajo, es normal que puedan sospechar de mí.

Era una voz dulce, pero al mismo tiempo segura con una mezcla de sensualidad resultando hipnotizante.

El cuerpo de Maxence se tensó por unos segundos para relajarse ante cada palabra de la persona que acaba de llegar, como si fuese un imán sus ojos se posaron sobre ella erizándole cada vello.

Un vestido largo color blanco cubría el delicado cuerpo dejando los hombros descubiertos, las gotas de sangre resaltaban más por el color de la tela que salpicó los olanes al igual que unas manchas de ceniza por el fuego.

La bruma de la noche parecía estar presente ese largo cabello que caía en ondas despeinadas por todos lados, probablemente el correr causó que el peinado terminara de esa forma, gracias a eso se podía comparar la pálida piel con la nieve que caía en invierno.

Facciones delicadas, pero al mismo tiempo marcadas, no era una belleza clásica llena de dulzura, sino más bien misteriosa con toques de sensualidad que aumentaban gracias al color carmesí de los carnosos labios perfectamente maquillados.

Pero, lo que robaba la atención de todos era los ojos, brillantes como dos diamantes en bruto, grandes y perfectamente delineados con color negro, espesas pestañas decoraban las joyas al igual que las cejas pobladas que le daban una expresión de seriedad.

La mezcla de cada pequeño detalle daba una belleza deslumbrante, misteriosa que hacía a más de una persona verla fijamente ante cada paso que cada que era como si desfilara, mantenía la espalda recta y el mentón en alto.

Maxence sintió la boca seca, pastosa, el corazón latía desbocado como si se tratara de cientos de corceles galopando por campo abierto causando estragos en su cuerpo, incluso las manos le sudaban y las piernas le temblaban.

Todo era demasiado intenso.

Incluso más intenso que la primera vez que la vio, cada uno de sus sentidos se encontraba a flor de piel, tan sensibles que podía sentir el suave aroma a frutos rojos y canela que tanto la caracterizaban, incluso el aroma a dulces de cereza que seguramente acababa de comer.

Andrea Rosier lo miró con una mezcla de curiosidad y confusión al ver como su cabello pasaba por tonalidades rosadas al igual que el masculino rostro, parecía tratar de contenerse de hacer o decir algo, la chica lo asocio a que era un gran fanático.

—Niña, te dije que permanecieras con tus demás compañeras —recalcó Dorothea al ver a su modelo estrella acompañada de su asistente personal—, Mary Jenell te pedí que la mantuvieras dentro o de ser posible que la llevaras a San Mungo.

La morena sonrió tímidamente ante el comentario de la mujer mayor.

—Los Aurores no nos dejaron salir...y la señorita quiso venir.

—Hable con mis padres sobre lo ocurrido y dijeron que lo mejor es que dé de una vez mi declaración—informó la azabache viendo a Dorothea y después a Leiftan—, de igual forma, no iré a San Mungo, solo dejare que me revise cualquier sanador perteneciente a los Malfoy —advirtió cruzándose de brazos dejando ver que la mano izquierda estaba vendada—, así que es mejor apurarse, mi madre ya mandó a llamar al sanador y no tardarán en estar aquí...también mis dos hermanos se encuentran en este lugar, así que en todo caso pueden fungir como mis representantes legales, aunque soy mayor de edad, dudo necesitarlos.

Dorothea suspiro ante la necedad de la mujer frente a ella.

—Le di primeros auxilios y la herida dejó de sangrar—explicó Mary Jenell—...así...que no está tan mal...

Dorothea frunció el ceño dejando que un suspiró escapara de sus labios, conociendo lo terca que era no cambiaría de idea por más que le insistiera.

—Leiftan Core, departamento del área de Rompe Maldiciones —Dorothea señaló al nombrado—, ella es mi modelo estrella, así que más te vale no intimidarla —advirtió dándole una mirada fulminante a Leiftan—, tampoco quiero que ninguno de tus chicos o chicas la atosiguen con preguntas extrañas —paso la mirada a la menor que veía todo con atención sin perder detalle a cada palabra de Dorothea—, Anired Georanne, mi modelo estrella, aunque me imagino que ya la habrán visto en cientos de revistas y comerciales.

Con orgullo dijo el nombre de la menor, gracias a un concurso de fotografía fue que la descubrió y estuvo decidida a utilizar todo ese potencial, hacerla brillar como la gran joya que era, gracias al talento de la azabache lo estaban logrando de manera excelente.

Leiftan la miro y sonrió suavemente.

—La hija menor de nuestra Ministra y de uno de los dueños de Sortilegios Weasley—reconoció a la menor, era imposible que alguien no supiese de quien se trataba—, es un gusto verla aun en esta situación, señorita Black-Weasley.

—Anired Georanne —recalco Anired mirándolo con una sonrisa sin abrir los labios—, no es un evento del ministerio o me está conociendo en otra situación, si no como modelo así que le pido que me llame de esa manera.

Anired era una Black-Weasley orgullosa, orgullosa de llevar ese apellido que tan reconocido era, orgullosa de la familia a la que pertenecía y todo lo que representaba.

Pero, quería formarse un nombre por sí misma, demostrar que a pesar de ser una Black-Weasley ella podía hacer su propio camino como modelo, que todo lo que iba logrando hasta ahora eran por méritos propios y no por el apellido, así que desde que inicio en el mundo del modelaje había pedido que su nombre artístico solo fuera Anired Georanne, sin ningún apellido.

—De acuerdo, Señorita Anired, entonces, si me permite me gustaría que mis chicos revisen su herida y le hagan algunas preguntas—sonrió con amabilidad—, le prometo que la trataran bien —señalo a las dos personas atrás de él—, ella es la señorita Andrea Rosier, probablemente se sienta más cómoda con ella, así que será quien revise su herida, pero si nos lo permite me gustaría que también él lo haga—dejó que las dos personas se acercaran para ver a Dorothea que parecía querer mirar a través de sus almas, así que decidió explicar—: como usted tiene su modelos estrella, yo tengo a mi chico estrella: Maxence D'Acanto.

Anired, que estaba más concentrada en terminar todo ese interrogatorio que ni siquiera se percató de la presencia de los demás, sintió como la fuerza de las piernas se le esfumo por completo, de no ser por Mary Jenell que sostuvo su brazo habría terminado de bruces en el suelo al escuchar ese nombre.

Los ojos azules se toparon con los grises que tenían una extraña expresión, como si acabara de ver a un muerto.

Maxence no sabía que decir, no se preparó para eso, claro que quería verla, pero no creyó que sería ese día y en esa situación.

—Es un gusto conocerla, señorita Anired—saludo animadamente Andrea—, me encanta su trabajo—le sonrió—, espero no le moleste que le haga algunas preguntas respecto al accidente ocurrido, mi compañero se encargara de revisar su herida... ¿Verdad, D'Acanto?

Lo codeo con suavidad, probablemente estuviera tan nervioso por ver a su modelos favorita que ni siquiera las palabras le saldrían, debía de aprovechar, tal vez seria su oportunidad de conseguir una foto con ella y hasta un autógrafo.

Aunque para Rosier no pasó desapercibido el contacto de miradas que mantuvieron Anired y Maxence, se vieron fijamente a los ojos por varios segundos, podría ser el día de suerte de Max, tal vez era amor a primera vista, quizá la modelos se habría sentido atraída por él, así que definitivamente tenía que ayudar a que hablaran de una vez por todas...quien sabe, incluso D'Acanto podría conseguir una cita.

—El g-gusto es mío...

Respondió Anired con voz nerviosa y tuvo que desviar la mirada de los intensos ojos de Maxence que parecían no querer dejar de verla, quería irse de ahí porque sabía muy bien lo que se avecinaba y para el peor de sus males no estaba lista para enfrentar a Maxence de una vez por todas, por más que trato de huir viajando entre diversas ciudades o países, incluso aceptando propuestas de trabajo lejos de Londres para evitar topárselo termino en la boca del lobo.

Mary Jenell no comprendía muy bien la situación, pero como asistente personal de Anired desde hace meses sabia cuando estaba incomoda, esa incomodidad por lo regular se presentaba ante las personas de sexo masculino, era de su conocimiento todo lo que vivió por culpa de su exnovio gracias a las noticias y a que en varias ocasiones la acompaño a Femmes Survivantes todo Anired trabajaba en sus tiempos libres y la escucho dar su testimonio como víctima de abuso sexual y físico a demás víctimas.

—Si fuese posible —intervino Mary Jenell viendo a Rosier—, la señorita se sentiría más cómoda si fueses tú quien se encargará de revisar su herida, digamos que esta algo abrumada por todo lo que acaba de suceder y se sentiría más cómoda entre mujeres.

Rosier asintió varias veces comprendiendo las palabras de Mary Jenell, tenían razón, si el espejo fue enviado a Anired, probablemente se tratar de un altercado contra su persona, y por lo regular siempre los fans obsesivos con modelos guapas eran varones, así que deberían de estar pensando lo mismo.

Rosier miró a Maxence esperando que él dijera algo, pero el alemán solo asintió.

—Me encargare del interrogatorio...

Veía como Anired parecía huir de su mirada, notaba que tenia el rostro cansado e incluso algunos pequeños rapones causados en el momento del accidente, sin duda estaba sin energías.

Deseaba que las cosas fueran como antes, poder acercarse a ella y preguntarle como estaba, revisar que no tuviera ninguna herida o incluso abrazarla hasta que ella se sintiera segura, pero sabia que las cosas no serían tan fáciles.

Al menos quería disculparse por las cosas horribles que dijo, esperaba que en algún otro momento pudiera hablar y lograr arreglar las cosas para recuperar todo lo que se perdió por su culpa.

Tuvo que ahogar un suspiro y comenzar el interrogatorio mientras Andrea revisaba la herida en la mano de Anired, fue algo profunda, gracias a los primeros auxilios de Mary Jenell Daugtherty Adach, asistente personal de la azabache, la herida dejo de sangrar evitando una hemorragia.

Las preguntas fueron sencillas, Anired conto cada detalle de lo sucedido en ese largo y pesado día, solo quería irse de ahí para volver a su casa en donde buscaría refugio en los brazos de sus padres que sin duda la consolarían, incluso les pediría consejo, esto de toparse a Maxence y del accidente tenían todas sus emociones a flor de piel dejándola completamente nerviosa y un estado de alerta.

Maxence trato de hacer el interrogatorio lo más corto posible y con preguntas sencillas para no presionar más a la Black-Weasley incluso la usteaba para no ponerla en una situación aún más incomoda, por sus movimientos y forma de hablar podía darse cuenta de lo nerviosa y ansiosa que se encontraba, lo que menos deseaba era alterarla, no sabia muy bien como iba con su TCA, pero no quería hacer nada que lograra causarle una recaída, dentro de él deseaba que lo que le dijo en su cumpleaños diecisiete no le hubiera causado volver a la bulimia o dañarla de otra manera.

Si algo así había pasado nunca se lo perdonaría a sí mismo.

[...]

Le dio otra nueva calada al cigarrillo en una tonta búsqueda de clamar su nerviosismo, cosa que era imposible, por más que lo trataba su corazón latía de manera desbocada y sin remedio, sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho.

Nunca pensó que su reencuentro con Anired fuera de esa forma, lo peor es que ni siquiera pudo hablar con ella.

Soltó un suspiro para ver la tarjeta en sus manos.

Pequeña y negra con letras rojas elegantes:

Anired Georanne
Modelo
Camden High Street #25
0755238536

Tenía su número, pero era evidente que era del teléfono de trabajo por lo que si marcaba las probabilidades de que le contestara su asistente eran demasiado altas, al menos ya sabia en donde estaba trabajando.

Tenia que ir a entregar los resultados de los análisis de su sangre en caso de que fueran positivos o negativos a algún tipo de maldición, así que tendría la excusa perfecta para volverla a ver, pero si Anired lo evitaba o era su asistente la que lo recibía sus planes se irían a la basura.

Pensó que sería más fácil una vez que supiera en donde se encontraba, pero al parecer las cosas seguirían igual de complicadas por más que quisiera arreglarlas.

Realmente quería volver a estar a su lado y hacer las cosas bien con ella.

No negaría lo asustado que estaba.

¿Qué tal si Anired ya tenía novio?

Lo pudo mantener en secreto debido a su carrera como modelo, y siendo sincero existían miles de personas mejor que él, personas que no la herirían de la manera en la que lo hizo.

No culparía a Anired si ella estaba con alguien más.

Pero, esperaba que las cosas no fueran así, dentro de Maxence la esperanza de que Anired aun quisiera estar con él se mantenía con vida, como una pequeña luz iluminando un abismo de oscuridad.

Quería creer que Regulus, George Sirius y Louis-Phillippe lo odiaban, pero Anired no, que ella seguía pensando que era bueno.

Aunque era solo un estúpido sueño el creer eso, lo más seguro es que lo odiaba y estuviera decepcionada, era por eso por lo que no quería verlo, lo bloqueo de toda red social e incluso regresaba todas sus cartas y regalos para tener contacto cero.

Guardo la tarjeta en su cartera en donde se detuvo al ver una pequeña foto que siempre llevaba con él.

Otro suspiro cargado de tristeza escapo de sus labios al ver la foto:

Anired besándole la mejilla en una vieja cabina de fotos que encontraron un día en la que ella le enseñaba Londres, en si se trataba de una de las dos tiras de cinco fotos que arrojo la máquina, pero había recortado una para poderla llevar a todos lados sumado a las dos fotos que Scorpius le regalo en uno de sus cumpleaños cuando aún estaban en Hogwarts, ver esas le daba fuerza y calma cuando más la necesitaba, justo como cada que sucedía algún problema e iba a refugiarse en los brazos de Anired que tan tranquilizantes eran.

Escucho unos pasos cerca por lo que cerro la cartera de forma rápida para volver a meterla en el bolsillo de su pantalón.

No estaba seguro si el destino era una mierda o algo muy bueno.

Pero, el ver esos ojos grises frente a él alegraron su día nuevamente.

Venia subiendo una pequeña escalinata, al parecer buscaba un poco de aire libre lejos de los reporteros que habían llegado al igual que los aurores que hacían cientos de preguntas.

Un enorme saco cubría sus hombros, probablemente perteneciente a Fred y tenia recogido el cabello en un extraño chongo que era sostenido por su varita.

Sus labios estaban entreabiertos, el labial rojo ya se había vuelto más tenue, pero ni siquiera eso hacia que perdiera su belleza.

Anired lo miro por unos segundos, deseando a ver tomado otra ruta para llegar al apartado donde había unos arboles escondidos, un buen lugar para descansar y tomar un respiro, algo que necesitaba.

Creyó que Maxence y el equipo de Rompe Maldiciones ya se habrían ido, pero al parecer no fue así o quizá el rubio se quedó un rato más a fumar, ni siquiera con el tiempo dejaba ese vicio, llevaba en los dedos menos de medio cigarro y un poco de humo escapo de los labios del más alto.

Fue la primera en apartar la mirada, sin estar muy segura de que hacer se dio la vuelta para comenzar a bajar los escalones.

—¡Anired! —escuchó la voz de Maxence y sus paso acercándose, lo que menos quería estaba por suceder—. ¡Detente, necesitamos hablar, por favor!

Anired no hizo caso a sus palabras para bajar casi trotando, gracias a los tacones que aun usaba no podía correr muy bien debido a que cuando fue el accidente se lastimo el tobillo al huir del fuego, le dolía ante cada paso que daba.

A pesar del dolor no se detuvo, al contrario, caminó lo más rápido que pudo en un intento por huir de Maxence, sin embargo, las piernas del alemán eran largas y podía correr por lo que rápidamente estuvo a unos centímetros de ella.

—Por favor, Anired, escúchame.

Maxence la tomó de la muñeca con un poco de brusquedad, misma brusquedad que la hizo tambalearse de no ser porque él la tomo rápidamente de la cintura, dejándola encerrada entre su pecho y largo brazo.

El rostro de Anired golpeo contra el pecho de Maxence por lo que soltó un gruñido ante el golpe.

—Lo siento...pero...estabas por caerte...

Murmuró el más alto de manera nerviosa, pero sin soltarla, si lo hacia era evidente que Anired saldría corriendo a la primera oportunidad que tuviera.

—Suéltame...

Pidió evitando verlo al rostro, miraba a todos lados menos a él.

—Anired, por favor, deja que hablemos.

La azabache entre sus brazos negó, se sentía mareada y abrumada debido al aroma a Maxence, seguía siendo tan intenso como la ultima vez que estuvo entre sus brazos, aroma a menta, tierra mojada y tabaco, pero esta vez ya no tenia ese aroma tan característico a alcohol, solo una loción masculina que resultaba demasiado fresca y embriagante, siempre le gusto su aroma, pero ahora sin el rastro a alcohol era mucho mejor.

La menor agito la cabeza tratando de no caer en la tentación y comodidad que le brindaba estar de esa forma con el D'Acanto, pero era su cuerpo el que respondía ante esa cercanía, temblaba suavemente relajándose ante el calor corporal del más alto y subiendo por sus mejillas para teñirlas de un tenue rojizo.

No era la única en ese estado, el cuerpo de Anired era pequeño, pero ya no delgado como antes, estaba en un tamaño medio, Maxence tuvo que tragar saliva y desviar la mirada cuando se detuvo en el escote del vestido que dejaba ver el canalillo de sus pechos, los cuales aumentaron de tamaño viéndose más antojables que nunca.

Tuvo que centrar su atención en un árbol para evitar tener una erección, tenerla de esa manera, tan cerca y entre sus brazos hacían que todo el calor se centrara en medio de sus piernas, las mejillas le ardían y el cabello pasaba de rosa a rojo en cuestión de segundos.

—Suéltame, por favor —volvió a pedir Anired—, hay muchos reporteros cerca y no quiero un escandalo —explico evitando verlo al rostro—...así que ya suéltame, si nos ven de esta manera saldremos en los diarios y revistas.

A Maxence no le importaba eso, le valía salir en una revista o periódico de chismes, siempre y cuando saliera con Anired y no con ninguna otra mujer.

Pero, al ver la expresión preocupada de Anired, como sus labios y ceño se fruncían viendo a los lados en busca de cualquier reportero o persona que los viera decidió soltarla con suavidad cuidando de no dejarla caer.

—Si sigues corriendo con tacones vas a terminar en el suelo.

Murmuró Maxence en un estúpido intento de evitar que se fuera, buscando la manera de iniciar una conversación.

—Estoy bien...

Respondió con monotonía, quería irse, pero las piernas le temblaban y el tobillo le dolía tanto que no podía dar ni un paso.

—Anired —llamó Maxence pasándose la mano entre el cabello tratando de acomodarlo para que no luciera tan despeinado y viendo a la menor —...por favor hablemos.

Anired negó, juntando toda la fuerza que le fue posible para dar un paso hacia atrás.

—No tenemos nada de que hablar, Maxence —se mordió el labio inferior, se sentía demasiado vulnerable, si seguía un minuto más ahí terminaría escuchándolo—...t-tengo que irme.

Titubeo al decir eso, pero finalmente se dio la vuelta para emprender camino.

—Espera, Anired—nuevamente Maxence la tomo de la muñeca deteniendo su paso—, por favor, aunque sea solo escúchame...

—Tengo que irme —lo encaró dándose la vuelta para terminar frente a frente—...no tenemos nada de que hablar, Maxence, todo lo que tenias que decir ya lo hiciste.

Max pudo ver ese reflejo de dolor en su mirada al recordar aquel horrible día, no se suponía que debía de ser así, al contrario, era el cumpleaños diecisiete de Anired, una fecha especial al cumplir la mayoría de edad...pero, él arruino todo dejándole un amargo recuerdo que aun la hacia sufrir al pensar en eso.

—Tengo muchas cosas que explicarte, Anired...ese día...no...y-yo...no...

Por más que buscaba las palabras no las encontraba, era difícil explicarle todo en ese momento, más aún debido a los nervios que le provocaba tenerla enfrente nuevamente, incluso se sentía ansioso por decirle todo lo que paso ese día, de disculparse e incluso rogarle.

Sus palabras e intentos quedaron al aire cuando una mano tomo su muñeca con cierta fuerza que resulto molesta.

Miro a la persona dueña de esa mano, topándose con unos ojos café que lo veían con un enorme enojo contenido.

—Te dijo que ya la soltaras—dijo entre dientes tratando de mantener un tono moderado para no llamar la atención de la gente que se encontraba a varios metros lejos de ellos—...suéltala de una vez, que la vas a lastimar.

—Khalil...

Llamó Anired al ver como los dos hombres tensaba el cuerpo y las mandíbulas como si en cualquier momento fueran a saltar a golpes en contra del otro.

Maxence terminó soltando la muñeca de Anired sin apartar la mirada de Khalil Roses, que finalmente lo termino de soltar.

—¡Señorita! —una cantarina voz interrumpió la tensión formada en ese ambiente—... ¡Te extrañe mucho, Khalil es un dolor en el culo! —chillo un castaño acercándose a largas zancadas para tomar de los hombros a Anired— ¡No me vuelvas a hacer viajar con él! ¡Es todo un gruñón!

Anired desvío su atención de los dos varones al sentir como Elijah Cortier la arrastraba consigo para seguirle diciendo sus quejas en contra de Khalil Roses, el cual en esos momentos no se encontraba para nada feliz.

—¿En la academia de aurores les enseñan a interrumpir conversaciones privadas o qué?

Soltó Maxence lleno de sarcasmo en la voz cruzando los brazos sobre su pecho colocándose a la defensiva.

Khalil también se mantenía a la defensiva viendo fijamente a Maxence sin eliminar la expresión seria en su rostro.

—¿Eso era una conversación? — cuestiono el mayor enarcando la ceja—...más bien parecía que estaba obligando a mi Señorita a escuchar nuevamente tus desvaríos, D'Acanto.

Maxence apretó la mandíbula con fuerza ante tales palabras y ese tono lleno de sorna que utilizo contra él.

—Estábamos conversando, aunque seas su auror no deberías de interrumpir en asuntos personales de Anired.

El nombre de la menor lo dijo con un tono meloso y demasiado dulce dándose cuenta como el cuerpo del castaño se tensaba.

—Después de las cosas horribles que le dijiste ni siquiera deberías de mencionar su nombre —escupió mirándolo con una ira iracunda brillando en los orbes castaños, una mirada que asustaría a más de uno— ¿No te cansas? Siempre que se ve contigo, ella termina herida o llorando de una u otra manera.

Max negó chasqueando la lengua.

—Cierra la boca—ordenó—, no sabes de lo que hablas, lo que pase entre Anired y yo no es asunto tuyo, auror.

Khalil sonrió falsamente.

—No es la primera vez que la veo llorando por tu culpa —no le importaba seguir hablando, ni tampoco como Maxence parecía perder la cordura poco a poco—, cuando estaban en Hogwarts la hiciste llorar diciéndole cosas horribles porque según tú estuviste amenazado por Deyan, la segunda vez que la hiciste llorar estuviste completamente ebrio porque no eras lo suficiente valiente para hacer algo en contra de Deyan, pero aun querías estar cerca de ella—enumeraba con los dedos tras cada palabra—, la tercera fue porque tu abuela te dijo cosas hiriente y como todo un cobarde preferiste alejarla antes de hablar con ella, por cuarta vez la haces llorar estando ebrio, diciéndole cosas horribles e incluso era su cumpleaños —enumero cada vez y el odio era más notable en su voz—, y ahora apuesto que va a ser la quinta vez que llore por ti...¿A caso no te cansas?...dices que quieres estar a su lado ¿Pero para qué? ¿Para seguirla haciendo llorar?

—¡Cállate, Khalil, tú no sabes nada! —Maxence aún se mantenía sin soltar el primer hechizo o golpe, pero tras cada palabra del castaño que, aunque lo quisiera negar eran ciertas—...a la única que le debo de dar explicaciones es a Anired y no a ti.

—No quiero tus estúpidas explicaciones, solo te digo la verdad —Khalil se alejó unos centímetros al sentir algunas miradas sobre ellos—, deja de ser tan egoísta, solo sufre por tu culpa, así que mejor mantente lejos tal como estabas antes.

Maxence soltó un carcajada irónica.

—Vete a la mierda —escupió—...siempre lo sospeche, pero...estas enamorado de Anired —afirmo sin apartarle la mirada—, si piensa que vas a sacar del camino de esta manera estas muy equivocado, porque no me voy a apartar de la vida de Anired, así que ni pienses que te voy a hacer caso—sentencio—, date cuenta que tu deseo de estar con ella esta cruzando la línea con tu trabajo, el cual es cuidarla no estar metiendo la cuchara donde no te importa.

Khalil chaqueo la lengua.

—Mis deseos no interfieren con mi trabajo, y mucho menos con mi debe con mi señorita —se acomodó el saco dándole una mirada de soslayo—, no es mi culpa que estes celoso, D'Acanto.

Max lo vio alejarse para soltar una maldición.

Nunca le cayo bien ese idiota, desde que lo conoció lo supo:

A Khalil ke gustaba Anired.

Era evidente para cualquiera, pero ahora parecía más que dispuesto por alejarlo de ella, Khalil estaba demasiado equivocado si creía que por sus tontas palabras se alejaría de Anired, eso no volvería a pasar, costara lo que le costara iba a hablar y solucionar las cosas con su azabache.

Se negaba a perderla.

Aparte, Khalil era un idiota, él no estaba celoso.

Suspiro.

¿A quién engañaba?

Claro que estaba celoso porque de cierta forma el castaño era más cercano a Anired y porque Khalil nunca había herido a Anired tal como él lo había hecho tantas veces.

Si que era un imbécil.

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¡Hola!

¿Cómo están?

¡Feliz año nuevo🎆! Espero que todos sus propósitos se cumplan, tengan mucha salud y sea un excelente año para todas, mis mejores deseos y gracias por estar otro año más leyendo mis historias.

¿Qué les pareció la primera actualización del año?

¿Teorías?

¿Con quién creen que estaba hablando Hermione?

¿Qué planeara hacer Deyan?

¿Qué les pareció el recuentro de Anired y Max?

Cuando Max la volvio a ver y visceversa se me vino de fondo la canción de Wildest Dreams de Taylor Swift, para cada uno de sus momentos tengo una casio de TS, jajsjaja ¿Ustedes relacionan a alguna de las parejas con alguna canción o algun momento del fic?

¿Se reconciliarán?

¿Creen que las sospechas de Max sean ciertas?

¿Qué opinan de lo que le dijo Khalil? ¿Creen que este enamorado de Anired?

En este capítulo también salieron dos nuevos personajes, Mary Jenell que fue creada por aphticelablack y Sophie Scamander que fue creada por SCaotica, espero les guste como hayan salido, aunque haya cambiado un poco su rol, si tienen dudas o cualquier comentario sobre su personaje no duden en preguntarme.

No se les olvide comentar y votar, nos leemos en unos días.

Las amoo❤️🫰

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