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Quince.

(Antes que nada les pido una disculpa por no actualizar el fin de semana como siempre, pero es que estás semana han sido demasiado pesadas en mi trabajo, dejándome menos tiempo para escribir. Espero les guste y disfruten del capítulo, ya saben 300 comentarios para la próxima actualización, ya que por lo regular la mayoría son lectores fantasma.😪)

Sentía la mirada de los mayores sobre ella, apretó los puños mientras se encogía como si de esa forma pudiera desaparecer de ahí.

De todas las formas, nunca pensó que se enterarían de esa manera.

Que su tío la atraparía provocándose el vómito.

Claro que quería pedir ayuda, pero aún no había reunido el suficiente valor por temor a esas miradas...esas miradas que antes reflejaban orgullo y cariño ahora se encontraban llenas de decepción.

O al menos eso era la perspectiva de Anired, la cual estaba lejos de la realidad. Los mayores claro que se sentían tristes y decepcionados, pero no de la menor que estaba en frente si no de ellos mismos por no haberse percatado antes de todo lo que estaba pasando la más delgada, tal vez si hubiera sido antes le habrían evitado bastante sufrimiento.

De una u otra manera todos se culpaban, era un sentimiento terrible dándose cuenta que los cuidados que le dieron no fueron suficientes.

—Y...yo—murmuro Anired sin alzar la mirada, no quería toparse con los ojos de sus padres y tío, no tenía cara para verlos—...no...no quería que vieras eso...

Murmuro, Jerome de inmediato supo que se lo decía a él.

—¿Desde cuándo? —fue lo primero que atino a preguntar, Anired no respondió—. Anired ¿Desde cuándo lo haces? ¿Desde cuándo te provocas el vómito?

Anired se quedó por unos minutos pensando.

¿Cuándo comenzó a hacerlo?

La primera vez fue porque Deyan le dijo que había subido de peso, recordaba la fecha exacta: en el cumpleaños de Maxence, veinticuatro de noviembre, después de que comiera el pastel de cumpleaños del rubio la culpa vino a ella y termino vomitando, a partir de ese entonces lo hacía ocasionalmente, desde hace casi medio año que llevaba haciéndolo.

—Noviembre —hablo con un hilo de voz, ya no tenía remedio tratar de seguir ocultándolo.

—¿Por qué nunca nos dijiste, cielo? —la azabache mayor se agacho frente a su hija tomándola de las pequeñas manos mientras trataba de verla a los ojos — ¿Por qué comenzaste a hacerlo, Nired?

Cuando los ojos de ambas azabaches se cruzaron, Anired no evito sentirse aún peor, su madre tenía los ojos irritados y llenos de lágrimas reflejando todo la tristeza que en esos momentos albergaba.

¿Qué tan mala hija estaba siendo para provocar la tristeza de su adorada madre?

Desde que era una niña le había encantado ser la persona que provocara la sonrisa de Anirak obteniendo esas miradas llenas de cariño y amor demostrando el gran lazo que compartían, y verla de esa manera solo la rompía un poco más, Anirak no merecía ser madre de alguien como Anired la cual estaba lejos de ser perfecta como ella.

—Y...yo solo quería ser bonita —murmuro desviando la mirada para no toparse con esos ojos grises tan parecidos a los propios—...no querías ser gorda o...todos dirían que soy horrible...

—Pero...si nunca has estado gorda, Nired —Anirak paso los dedos de manera delicada sobre el azabache cabello de su hija—...siempre has Sido preciosa ¿Quién te hizo creer lo contrario?

La Black-Weasley menor intento hablar para explicar todo desde el inicio, quería decir lo que Deyan le había hecho, pero al intentarlo unas horribles náuseas y un dolor de garganta la recorrió, fue tan fuerte que no lo pudo evitar.

—¡Anired!

Escucho la voz de su padre y tío Jerome, los ojos se volvieron a llenar de lágrimas mientras el dolor en su garganta y boca se hacía más fuerte, el vómito que se trataba de sangre no se detenía al intentar mencionar a Deyan se volvía peor.

—Está bien —la suave caricia de su madre en la espalda y sentir como le recogía el cabello resultó demasiado tranquilizador—...sh...sh, cielo...cálmate —su tono era dulce, Anired que creyó que la regañaría no evito dejar que más lágrimas salieran mientras escupía un poco más de sangre y tachuelas—...escúpelas todas, Nired —pidió la mayor, Fred fue a buscar agua mientras Jerome iba al sanitario por papel de baño para que la menor se limpiara—...todo está bien, mi amor, no estés nerviosa no asustada ¿Si?

—Ma...má...

Murmuró Anired dejando de vomitar viendo la sangre combinada con tachuela que manchaba el piso y parte del alfombra del salón principal.

—Necesito que te calmes —Anirak reconoció que la sangre y las tachuelas no eran un vómito normal o algo que su hija se provocaría—...tienes que decirme si te han regalado una joya o algo que lleves encima últimamente...

Anirak era una experta en artes oscuras, fácilmente podría identificar algo que tuviera magia negra y lo que acababa de salir de la boca de Anired era más que provocado por un objeto maldito.

Anired que cada que intentaba en hablar sentía aún más ganas de vomitar solo atino a alzar la mano izquierda donde el anillo resaltó en el dedo anular, Anirak tomo la pequeña mano deteniéndose a ver el anillo fijamente.

—¿Deyan te pidió matrimonio?

Anirak trato de mover el anillo, pero no pudo parecía estar fijo en el dedo de su hija sabiendo que no saldría tan fácil decidió tomar su varita.

—S...sí...

—Te prometo que no dolerá —Anirak le sonrió de manera reconfortarle—...después de esto me contarás todo ¿Si? Quiero ayudarte, todos queremos ayudarte, Anired...pero, para eso necesito que tú dejes que lo hagamos.

La más delgada solo asintió dejando que su madre se encargará de quitarle el anillo, cerró los ojos escuchando las voces de su padre y de su tío, después algunos hechizos con los que probablemente estaban limpiando la sangre del piso, alguien le limpio el rostro con delicadeza.

Una calidez recorrió su dedo que pronto se volvió más caliente sintió como si algo la quemara, pero prefirió mantener los ojos cerrados los apretó aún más cuando el anillo se volvió un poco más pequeño como si quisiera aferrarse a su delgado dedo, luego de varios intentos escucho un pequeño tintineo y su dedo finalmente fue liberado.

Cómo si acabarán de abrir su pequeño corazón todo el temor y ansiedad la invadió para soltarse a llorar con fuerza aferrándose a su madre que la abrazaba contra su cuerpo acariciándole el cabello y espalda buscando como tranquilizarla.

La sensación de ser libre la recorrió por completo era como si su cuerpo dejara de pesar y doler poco a poco como si los brazos de su madre se llevarán todas sus penas sintiéndose completamente protegida, el sentimiento de que nada la lastimaría resultó completamente relajante que no supo cómo ni cuándo, pero todo se volvió completamente negro.

[...]

Bulimia nerviosa...no sonaba tan feo el nombre, pero era horrible, un trastorno alimenticio que estuvo golpeándola por meses llevándola casi a una anorexia e inicios de anemia.

No estaba segura de cómo sentirse, el estar en una clase abstinencia era horrible, sus padres le habían quitado la puerta de la habitación y cerrado los baños, solo podía ir cuando ellos o algún adulto estuviera presente, al igual que todas las bolsas, cajas o lugares donde pudiera esconder el vómito, inclusive medían su ingesta de agua. No podía salir sola, prácticamente era como si volviera a ser una bebé, aunque a decir verdad no se sentía incomoda con eso último, el estar rodeada de sus tíos o de sus padres le daba un sentimiento de calidez y protección porque de esa forma sabía que nadie la volvería a dañar.

Aún no había juntado el suficiente valor para contarles lo que Deyan le hizo, se sentía demasiado avergonzada por no defenderse, pero sospechaba que de alguna manera todos ya lo sabían.

Soltó un suspiro dejando el libro a un lado.

—Tengo sed...

Murmuró viendo al castaño que le dedicó una pequeña sonrisa sin abrir los labios.

—De acuerdo —el mayor se levantó con facilidad del sillón para tomar la jarra en la pequeña mesa de al lado y servirle la mitad del vaso de agua—...no lo beba rápido, señorita.

—No era necesario que lo sirvieras—respondió aceptando el vaso, el solo arrugó el entrecejo ante sus palabras—...lo siento, no es que no lo agradezco, pero no me acostumbro a que seas ...tan... ¿Servicial?

—Le dije que le serviría en todo lo que pudiera—observó la chimenea a un lado de ellos— ¿No tiene frío? Si quiere puedo prender la chimenea...

Anired poco a poco se acostumbraba a la presencia de Khalil Roses, era demasiado educado y servicial, aún le costaba acostumbrarse a eso último, pero al menos tenía alguien con quien hablar cuando sus padres o tíos estaban ocupados, claro que su madre trataba de estar siempre con ella y su papá hacía todo lo posible para traerse el trabajo a casa e inclusive a veces Anired lo ayudaba, pero sabía que no le podían dedicar su atención todo el día, tampoco quería que por ella descuidaran esos trabajos por lo que tanto se habían esforzado, por lo que recurrió a sugerir que Khalil podría hacerle compañía cuando los demás estuvieran ocupados y como Anirak tanto Jerome confiaban en el joven auror aceptaron de inmediato.

Khalil era una persona inteligente y estaba consciente del trastorno de Anired por lo que le ayudaba con ciertas cosas como la comida, siempre debían de vigilar que la menor no tuviera atracones y que comiera, en esos momentos solo comía menos de un cuarto del contenido del plato, pero como dijeron el matrimonio Malfoy y la psicóloga, todo sería poco a poco.

—Estoy bien sin la chimenea —trató de beber el agua de manera lenta bajo la mirada de Khalil — ¿No te aburres de estar aquí y no haciendo cosas de auror?

—No realmente, me gusta ser auror—explicó sentándose frente a ella—, pero no considero esto aburrido... de hecho, lo disfruto de cierta manera.

Khalil sonrió, no negaría que se sintió feliz cuando lo mandaron a traer a la casa Black-Weasley por pedido de la menor de la familia, aunque también la preocupación y el sentirse mal se hizo presente al enterarse de la situación que pasaba.

—Eres extraño —frunció los labios dejando el vaso a un lado—...supongo que no me dejaras beber más agua.

—Ya lleva más de tres vasos, a pesar de que lo sirvo a la mitad...no trate de engañar el hambre saciándola con agua...

Los ojos de Khalil la vieron fijamente y antes eso la menor no evito sonrojarse al recordar a cierta persona que la veía de esa manera cada que estaban juntos, aunque con una intensidad mayor.

Azul.

Un nudo de nostalgia se le formó en el pecho al pensar en los ojos azules como el profundo océano de cierto rubio alemán, odiaba extrañarlo.

Y no negaría que aún le guardaba cierto coraje, cada que pensaba en Maxence D'Acanto volvía a ella el momento en el que el término de romper su ya herido corazón, no podía decir que lo odiaba, pero sí que seguía enojada a pesar de haber escuchado que él estuvo bajo una amenaza de Deyan a lo que su padre le había contado, Deyan hizo cosas horribles, lamentablemente aún no había lo suficiente como para llevarlo a juicio o para que su tío Jerome pudiera hacer algo, aunque tal vez las cosas cambiarían si ella hablara, pero...no estaba lista para enfrentarse a eso.

Maxence venía a buscarla cada noche, probablemente se escapaba del colegio con ayuda de Scorpius que también venía, sin embargo, ella no quería ver a ninguno.

Realmente no quería ver a nadie que hubiera estado durante su estadía en Hogwarts, de una u otra manera terminó dañada por ellos rompiendo toda la confianza que les tenía.

Tal vez era un pensamiento egoísta, pero prefería cuidar su propio corazón y sentimientos evitando ser herida nuevamente.

Un nudo se le formó en la garganta y las ganas de llorar se hicieron presentes, últimamente lloraba mucho aún se seguía odiando a sí misma, y el saber que si seguía con la terapia y el tratamiento subiría de peso la estaba matando lentamente.

—Estoy cansada —explicó parándose de pie, tuvo que detenerse antes de dar un paso pues se mareo—...iré a mi habitación...

—¿La he hecho enojar con mi comentario?

—No, Khalil —negó suavemente—. No te voy a mentir, tienes razón, prefiero llenarme de agua antes que comer —el castaño la vio, sus brazos eran delgados al igual que el rostro, su palidez era aún más notoria como las ojeras—...y sé que está mal, pero no puedo evitarlo.

—¿Por qué teme subir de peso?

—Porque seré horrible—respondió con facilidad— ¿Crees que alguien me quiera si soy horrible?

—Usted no es horrible —mencionó el mayor viéndola, estaba muy seguro que era una adolescente hermosa, aún a pesar de ese aspecto enfermizo seguía resaltando su belleza que hacía a más de uno voltear y él no era la excepción, desde que la había visto por primera vez hace dos años considero que era una niña muy bonita estando seguro que sería una mujer tan hermosa como Anirak—...a decir verdad es muy bonita físicamente, y estoy seguro que más allá de su físico existe aún más, sus padres y tíos se preocupan por usted lo que me hace estar seguro que no la quieren, si no que la aman —veía los ojos grises de la azabache fijos en él—, no estoy muy seguro si mis palabras le ayuden o incluso tal vez le resulten molestas, pero tenga por seguro que nunca será horrible y que la gente que la rodea siempre la querrá, porque usted provoca que cualquier persona que la conozca la quiera rápidamente.

Khalil vio como finas lágrimas recorrían los pómulos de Anired mientras ella permanecía sin ninguna expresión, sin poder evitarlo se levantó de su lugar para acercarse a la adolescente y guiar una mano hasta la mejilla izquierda que aún tenía el rastro de un pequeño moretón, con el dedo pulgar seco las delgada y fina línea de agua provocada por la lágrima fácilmente procediendo a hacer lo mismo con la izquierda.

Las palabras del castaño golpearon el corazón de Anired, no negaría que la hicieron sentir demasiado bien provocando que su pecho se oprimiera.

—¿Sabes? Mi complexión siempre ha sido algo delgada, tal vez gracias a que desde niña practicó ballet entre otros deportes, pero...siempre tuve una inseguridad desde mis piernas, cadera hasta el abdomen en el cual algunas ocasiones se marcaban rollitos —murmuró, las piernas de Anired era torneadas al igual que su trasero y cadera que eran proporcional con su cuerpo sin embargo para la azabache no resultaban de esa forma, Khalil la escuchaba atentamente—...nunca me importo lo que comía, mientras me gustará su sabor lo hacía...pero llegó un momento en el que no note que subía de peso haciendo todo más notable, comencé a escuchar los comentarios sobre mi cuerpo, había una persona que siempre me decía lo gorda que estaba, que nadie me iba a querer de esa forma...comencé a vomitar cuando me sentí insuficiente —se mordió el interior de la mejilla sin comprender porque le contaba eso al auror, pero él tenía algo que la hacía confiar a pesar de conocerlo tan poco—.Yo...sólo quería ser suficiente, pero ahora es como si a nadie le importará, mis hermanos se odian, y entiendo que todos tengan problemas, pero no tenía con quién hablar al respecto de lo que sentía...incluso Maxence lo dijo, soy una infantil y solo me hablaba para ayudar a su hermana...es como si todos se hubieran acercado a mí en busca de obtener algún beneficio y no por mí.

—Señorita...usted es más que suficiente para cualquier persona, estoy demasiado seguro que la gente no solo la quiere por obtener algo a cambio —Khalil le sonrió hablando con confianza en sus palabras—...y sobre el joven D'Acanto...no lo conozco mucho y tampoco me agrada su actitud, pero...tal vez debería de escuchar su versión de cómo estuvieron las cosas—después de que el rubio menor viniera a contarle todo al matrimonio Black-Weasley, Khalil fue enviado a Hogwarts para que investigará un poco a Deyan y al notar como era el búlgaro estaba más que seguro que era capaz de amenazar y dañar a quien fuera—...no le digo que lo perdone, porque hay ocasiones en las que no sabemos cómo hacerlo o simplemente no queremos perdonar a quien nos dañó y eso está bien, usted no tiene la obligación de disculpar a la gente, pero tal vez le haga bien escuchar lo que él tiene que decir —Anired bajo la mirada recordando a Maxence y todos los momentos que compartieron—...y cada que quiera hablar sobre cualquier cosa por insignificante que parezca, sólo tiene que llamarme, yo siempre querré escucharla.

—Eres muy amable, Khalil —Anired le dedicó una pequeña sonrisa —, las tomaré en cuenta—Khalil asintió—, quiero dormir un rato, así que subiré a mi habitación.

El más alto observó el reloj que se encontraba en su muñeca izquierda.

—En dos horas le toca su medicamento, le subiré agua así que descanse mientras tanto...

Anired asintió agradeciéndole suavemente para caminar a las escaleras mientras pensaba en las palabras del auror, hasta cierto punto ya las había escuchado de parte de su psicóloga y también de sus padres, pero le costaba demasiado aceptar que alguien la quisiera como decían, era como si tuviera miedo de las intenciones de las personas ya que creía que todos la utilizarían a para conseguir algo tal y como lo hizo Deyan.

Cada que pensaba en el castaño un escalofrío la recorría al igual que el miedo de volver a estar en una situación parecida, sin poder evitarlo se llevó la mano al cuello pasando los dedos suavemente sobre su piel, no toleraba que la tocarán en esa zona al menos que fuera ella misma, era como un acto reflejo evitar que rozaron su cuello o que tan siquiera se acercarán a él, cada que algo lo hacía la sensación de ahorcamiento se hacía presente

La falta de aire y sentir como la garganta parecía ser cerrada a la fuerza era horrible, no quería nunca volver a experimentar algo como aquello.

Agitó la cabeza cuando las lágrimas inundaron sus ojos, deseaba poder borrar esos recuerdos, sabía que existía esa magia, pero no quería pedirle a su madre que lo hiciera para que ella no viera esas horribles imágenes.

Al entrar a la habitación camino de manera inmediata a su cama, dónde se dejó caer y observó a Max.

Ese peluche con forma de shiba inu que el alemán le regaló en navidad, un vacío se le formó en el pecho al darse cuenta de todo lo que perdió en esos últimos meses, incluso hasta Copito seguía sin aparecer.

¿Algún día volvería a recuperar todo el tiempo perdido?

Se cuestionaba viendo al conejo de peluche entre sus manos, haces más de tres semanas que Anired se había ido de Hogwarts al mismo tiempo que él recupero a Copito.

Le tomo unos cuantos días lograr repararlo, incluso tuvo que aprender a coser con ayuda de Itziar —una actividad que le resultaba completamente aburrida y tediosa—, termino con los dedos llenos de piquetes por la aguja, pero de una u otra manera logro que quedara de manera casi intacta, incluso tuvo que buscar en varios lugares el ojo para que fuera idéntico al que aún conservaba Copito, pero al ver el resultado se sintió pleno, nunca se había esforzado tanto como por eso.

Suspiro apretando el peluche con suavidad, desde que estuvo listo fue de forma inmediata a buscar a la azabache menor, lamentablemente ella se negó a verlo, el lado positivo de la situación es que pudo hablar con el matrimonio Black-Weasley, contándoles toda la situación e incluso las amenazas de Deyan, temió que no le creyeran, pero para su sorpresa no dudaron de su palabra e incluso le aseguraron que se encargarían de todo para que su hermana y él estuvieran a salvo, de esa forma no debería de temer por las amenazas del búlgaro.

La familia Malfoy también era un gran apoyo para él y su hermana, estaban al pendiente de todo, y para su molestia, Lyssandre Delacour había intervenido, no sabía muy bien los detalles, pero era de su conocimiento que el Delacour fue a ver personalmente a Lyubomir, el cual termino con un ojo morado y una advertencia de destitución si no mantenía a raya a Deyan, no negaría que cierta parte de él estaba agradecido con Lyssandre, pero otra parte de él aun no confiaba en esa persona, aparte que aún mantenía sus sospechas sobre el lazo que compartían, algo en lo que prefería no pensar hasta que solucionara lo de Anired.

—¿No pasaras esta noche?—cuestiono la mujer mayor, el adolescente salió de su ensoñación al escuchar la voz de la Black-Weasley que lo veía con amabilidad—, es una noche fría, te vas a congelar ahí —Anirak le sonrió haciéndole la seña para que entrara, el rubio asintió subiendo las pequeñas escaleras hasta la puerta de la casa de fachada negra—, Scorpius y tu hermana ya están adentro, les prepare chocolate caliente con malvaviscos, deberías de tomar un poco—notaba el rostro del menor que parecía estar completamente pensativo y en su propio mundo—...solía ser la bebida favorita de Anired, le gustaba tomarla todos los días, especialmente si le ponía un poco de esos dulces muggles...que son de chocolate con menta...

—¿La bebía muy seguido?

Max vio a Anirak esperando la respuesta.

—Sí, no había día que no lo hiciera...desde niña le encantaba al igual que a Louis y a los mellizos —Maxence noto como el rostro de la mayor se entristecía al mencionar a los mellizos, era normal que estuviera preocupada por ellos, así que apretó su hombro en señal de consuelo—, como me gustaría volver a esos tiempos...

—¿Cómo esta Anired?

Decidió tratar de desviar la conversación, aunque en todo caso era un tema tal vez algo triste para ambos.

—Lleva apenas una semana con el tratamiento, a veces no quiere comer y me parte el corazón verla llorar cuando lo hace —la voz de Anirak se rompía ante cada palabra—, hay días en los que no quiere ni salir de su habitación, al menos hoy estuvo más platicadora que en días pasados.

—¿Platico más?

Anirak afirmó con un movimiento de cabeza guiando al salón principal.

—El día de hoy Fred y yo trabajamos, al igual que Jerome, Lys y George que tuvieron un día muy ocupado por lo que Khalil le hizo compañía a Anired —D'Acanto al escuchar el nombre del castaño no evito arrugar el rostro con notoria molestia—, por lo que me contó Khalil, Anired converso más que otras veces e incluso quiso salir a caminar un rato al jardín y ver las rosas —un diminuta sonrisa apareció en los rojizos labios, Max podía notar que con esa sonrisa Anirak y Anired se parecían aún más si eso era posible, estaba muy seguro que la mayor fue idéntica a Anired cuando tenía su edad—, antes ella amaba estar ahí, pasábamos mucho tiempo arreglando los rosales o plantando las nuevas rosas que me regala Fred, en estos últimos días no había querido hacerlo, pero al menos hoy Khalil logro que tomara un poco de sol...me alegro de saber que poco a poco se vuelve a sentir cómoda para esas cosas.

Un nudo de enojo se formó en el estómago del adolescente al imaginar a Anired caminando a lado de ese auror, una imagen demasiado molesta.

Odiaba tan solo pensarlo, recordando las veces que el camino por los jardines de Hogwarts tomando la mano de Anired, eran momentos que lo llenaban de paz y tranquilidad, el saber que otro compartía ese tipo de momentos con ella lo hacía enojarse y sentirse demasiado...celoso.

Desde que conoció a la azabache menor supo que tendría varios pretendientes y que atraía a las personas del sexo opuesto, era algo que no se podía evitar, al inicio no le provocaba nada, pero justo ahora hacia que su sangre hirviera y la rabia lo recorriera siendo la primera vez que algo tan molesto como los celos lo recorrieran, gracias a Anired Georanne Black-Weasley experimentaba sensaciones nunca antes conocidas, era sorprendente, pero también le asustaba de sobre manera.

—Espero pronto vuelva a ser la Anired de siempre —Maxence le sonrió con sutileza observando a su hermana que platicaba animadamente con Fred y Lyssandre, podía notar como se sentía cómoda con ellos, él también experimentaba la misma sensación con el padre de Anired, sin embargo con el rubio era lo contrario—...¿C...crees que pueda subir a verla?

Anirak pareció pensarlo por varios segundos, pero finalmente asintió notaba todo el esfuerzo que ponía Maxence tratando de disculparse con Anired, sin embargo su hija siempre evitaba verlo, esperaba que en algún momento las cosas volvieran a ser como antes, recordaba ver como Anired sonreía y parecía demasiado feliz cada que estaba Maxence, deseaba que recuperara ese brillo que tanto la caracterizaba.

—Está en su habitación, Khalil se encontraba en el pasillo así que pregúntale a él si Anired quiere verte antes de entrar —suspiro viendo al rubio—, no es por otra cosa, pero quiero respetar las decisiones de Anired...

—Sí lo entiendo, yo preguntare antes de entrar —le enseño a Copito y Anirak sonrió—, quiero ver si esta vez puedo entregárselo, tal vez le haga feliz tenerlo a su lado.

—Ha estado preguntando por él, sin duda le alegrara verlo.

—Voy a pasar, con permiso.

Maxence camino hacia las escaleras saludando con un movimiento de cabeza a los dos mayores y a su hermana junto con Scorpius.

Con rapidez y agilidad subió las escaleras llegando al enorme pasillo, conocía muy bien el camino al dormitorio de Anired así que sin detenerse se dirigió a él, antes de entrar —ya que no tenía puerta—, miro a los lados en busca del auror, al parecer habría ido al baño o algún otro lado pues no se encontraba a los alrededores como digo Anirak.

Maxence tomo una gran bocanada de aire cuando los nervios aumentaron, realmente necesitaba un cigarro para calmar su ansiedad, pero no lo haría adentro de esa enorme casa, solo apretó un poco a copito y soltó todo el aire juntando todo el valor que podía. Desde hace casi un mes que no había visto a la azabache y le aterraba él ni siquiera saber cómo iniciar una conversación con ella.

Pero, como si sus pies se movieran por si solos lo guiaron dentro de la habitación de la Black-Weasley, el característico y dulce aroma de frutos rojos mezclado con canela golpeo su nariz ante eso la comodidad, paz y calidez que Anired le brindaba lo invadió calmando su agitado corazón que parecía a punto de salir de su pecho.

Todo se encontraba tal y como la última vez que estuvo en ese lugar, observo la cama esperando verla, pero no había nadie, paseo la azul mirada por cada rincón hasta que vio la puerta de la terraza que daba al patio, estaba abierta y de inmediato se dirigió ahí.

El fresco aire resulto refrescante, era una terraza pequeña que tenía una espectacular vista al enorme jardín.

—Khalil—de inmediato reconoció la voz así que giro a dónde provenía, justo estaba sentada frente a una mesa en la que descansaba un juego de té —...ya encontré el a...

Anired dejo las palabras en el aire al darse la vuelta y reconocer de quien se trataba.

Maxence sintió la garganta seca y su corazón dio un brinco latiendo de forma desbocada, las manos le comenzaron a sudar e incluso estaba demasiado seguro que las piernas le temblaban.

El largo y oscuro cabello se movía con suavidad gracias al aire que corría de manera libre, un enorme jersey de Quidditch de Gryffindor la cubría dejando sus piernas descubiertas, seguramente usaría un short debajo. Su rostro era en extremo delgado y demacrado luciendo enfermiza, pero a pesar de eso seguía igual de hermosa. Esos ojos grises que tan loco lo volvían brillaban bajo la luz de la luna viéndolo fijamente como si tratara de leer sus movimientos conservando una alerta ante cualquier cosa.

—Anired...

El nombre de la menor salió como un pequeño murmuro que Maxence disfruto mencionar, nunca se lo había dicho pero realmente le gustaban los dos nombres: Anired Georanne, decirlo sonaba aún mejor, disfrutaba llamarla por su nombre al igual que por diversos apodos.

—¿Que...qué haces aquí?

Se manera cautelosa Max dio unos largos paso acercándose a ella, Anirak y Fred no habían mentido al decir que su aspecto era demasiado enfermizo y frágil como si se tratara de una muñeca de fina porcelana que ante cualquier movimiento se rompería.

—Necesitaba verte...

Respondió viéndola directamente a los ojos, Anired le mantuvo la mirada por unos segundos para después desviarla a la puerta donde cierto castaño observaba la escena.

—Señorita...escuche voces...perdón por tardar....

Khalil veía a ambos adolescentes, Maxence no evito hacer una mueca viendo al mayor, le molestaba de sobre manera su presencia, más al notar que parecía un perro fiel con la menor.

—No importa, Khalil —Anired sabía muy que Maxence no se iría de ahí aunque se lo pidiera, era una persona terca y testadura por lo que prefería evitar armar una pelea entre él y Khalil—...yo...Maxence y yo vamos a hablar por un momento...se quedara a tomar conmigo el té.

El rubio le dedico una sonrisa llena de sorna al auror que solo puso los ojos en blanco ante ese gesto tan infantil

—Estaré a fuera de su dormitorio, si necesita cualquier cosa solo llámeme...

—Gracias, Khalil —Anired acepto un pequeño frasco de cristal que contenía unas extrañas y pequeñas bolitas de color plateado—, también gracias por esto.

Khalil solo asintió pasando a lado de Maxence, ambas miradas se toparon, ambos se veían con la misma molestia y altivez como si quisieran leer los pensamientos del otro. Khalil Roses no era de odia a la gente, pero guardaba cierto resentimiento contra ese rubio ya que sabía que Anired había llorado por él, prácticamente guardaba un gran enojo y rencor con cualquiera que la hubiera llorado, por lo que no confiaba demasiado en dejarlos solos, temía que de nuevo ella terminara llorando.

—Si quieres siéntate —menciono Anired señalando con la barbilla la silla que se encontraba frente a ella—, aunque espero que lo que quieras decirme no tarde mucho, ya tengo sueño.

Murmuro abriendo con facilidad el frasco que le dio Khalil para tomar dos de esas extrañas bolitas y llevarlas a sus carnosos labios que se encontraban pálidos y deshidratados.

Maxence asintió tomando asiento donde le indico.

—Antes de hablar, tengo que entregarte algo.

—¿Qué cosa?

Anired trataba de mantener la compostura ignorando el pequeño aleteo que sentía en el estómago, no sabía si era por los días que no había visto a Maxence o qué, pero le resultaba aún más guapo que la última vez que lo vio.

El cabello dorado casi del color del sol había crecido un poco dándole un peinado despeinado por contradictorio que sonara, conservaba ese rostro de masculinas y marcadas facciones especialmente la mandíbula que Anired muchas veces beso y lamio robándole más de un ronco gemido a D'Acanto, ese sonido tan delicioso perforo los oídos de Anired, recordando las expresiones de Maxence como sus ojos se oscurecían llenándose de placer o como entre abría los labios jadeando su nombre entre largos suspiros.

La Black-Weasley tuvo que pellizcarse la pierna para tratar de sacar esas imágenes y ruidos de su cabeza.

Max tenía una fina capa de barba que parecía no tener más de tres días sin rasurar, usando ropa oscura dándole un aspecto "rudo" y de chico "rockero".

Había aceptado a tener esa conversación con él, ya que después de meditarlo durante toda la tarde cayo en cuenta que las palabras de Khalil tenían razón, tal vez le vendría un poco bien escuchar la versión de Maxence sobre como estuvieron las cosas.

—Te prometí que la próxima vez que te viera te lo daría.

Los ojos de Anired se abrieron con sorpresa y por primera vez en tantos meses se llenaron de un brillo de emoción mezclado con felicidad al reconocer al conejo de peluche que Maxence le entrego.

Las pequeñas manos de Anired disfrutaron del suave peluche, recorrió con el dedo sus iniciales grabadas en la pata del conejo y sin evitarlo las lágrimas nublaron su vista para ella abrazarlo con demasiada fuerza y cariño.

—Copito...

Murmuro con voz entre cortada, Maxence no evito sonreír al ver lo adorable que era emocionada.

La azabache cerro los ojos con fuerza sin dejar de abrazar al peluche, distinguió el olor de tabaco, vodka mezclado con colonia masculina, ese aroma tan característico del rubio frente a ella, al parecer el peluche absorbió el aroma por estar tanto tiempo con él, no le resulto desagradable, al contrario nuevamente la sensación de tranquilidad y protección la recorrió.

—Gracias, en serio...gracias, Maxence....

Las mejillas del mayor se volvieron completamente rosadas al igual que su cabello cuando Anired le sonrió tan abiertamente llena de felicidad... como había extrañado esas sonrisas.

—No tienes nada que agradecer, dije que lo recuperaría para ti.

Anired dejo al peluche descansando sobre sus piernas y acariciándolo ocasionalmente, se notaba lo feliz que estaba por volverlo a ver y tenerlo entre sus manos, esos días sin él fueron horribles.

—¿Sobre qué quieres hablar, Maxence?

No negaría que su corazón latió más rápido cuando él le devolvió eso que tanto ansió, de una u otra manera Max siempre sabía qué hacer para volverla feliz, sin embargo eso no borraba todo el coraje que sentía por él.

—Yo quería...explicarte lo que paso —se mordió el interior de la mejilla, Anired no dijo nada, pero lo miro el comprendió que quería que continuara hablando, así que no desaprovecharía la oportunidad para intentar solucionar las cosas con ella —...todas esas cosas que te dije ese día...no eran cierto, nunca las creí, nunca quise decirles —hizo una pausa viéndola a los ojos, tratando de demostrarle que decía la verdad—, Deyan me amenazo...yo...lo descubrí con Stella cerca del bosque...ya sabes besándose...ellos se dieron cuenta, yo te lo iba a contar, pero Deyan me atrapo...me dijo que si me atrevía a decirte algo o a estar tan solo cerca de ti...él se encargaría de que Scorpius no fuera sanador y mucho menos que entrara a San Mango, incluso él fue la persona que escondió las pociones con ayudar de Tarner, el sanador, de esa forma inculparon a Scorpius para advertirme que era capaz de todo — movía el pie contra el suelo tratando de liberar un poco de su ansiedad—, eso no fue lo peor...dijo que mataría a mi hermana...yo creí que si me alejaba de ti o solo te evitaba me dejaría en paz, después buscaría la manera de decirte lo que estaba pasando. Pero...Deyan al parecer investigo a mi madre, a que se dedicaba entre otras cosas y me obligo a decirte esas cosas si no quería que algo le pasara a ella —por fin soltó todo lo que tenía en su pecho, la primera vez que lo conto fue aliviante al igual que la segunda frente a los Black-Weasley, pero decirlo frente a Anired fue aún mejor—...nunca pensé que fueran infantil, ni siquiera te hable porque quisiera información o cualquier estupidez así...yo...comencé a molestarte desde la primera vez que te vi para llamar tu atención...soy demasiado idiota, Anired, por favor...perdóname por todo, nunca quise herirte...no te quiero perder.

Anired podía ver los ojos de Maxence que reflejaban el dolor y arrepentimiento en esos momentos, al parecer todo fue culpa de Deyan, sin duda el peor error que cometió fue haber conocido a ese búlgaro que jodio toda su vida.

Maxence veía a la azabache frente a él esperando una respuesta, albergaba la ilusión de que tras enterarse de todo las cosas volvieran a ser como antes, pero a pesar de sus esperanza no era ni cerca lo que quería escuchar.

—Yo...lo entiendo—los pequeños dientes de Anired se enterraron en el labio inferior para continuar—: no acepto tus disculpas—D'Acanto asintió sin decir nada—... no sé cómo perdonarte, Maxence...

Cierta parte de él se esperaba algo como eso.

—¿Crees que en algún momento las cosas vuelvan a ser como antes?

Anired se encogió de hombro para pararse con cuidado y de forma lenta ya que no quería volver a marearse frente a él.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Anired camino hacia su habitación sabiendo que Maxence la seguía, una vez adentro dejo al peluche en la cama y dio la vuelta para ver al rubio que se asemejaba a un Golden retriever completamente triste— ¿Por qué no me dijiste que Deyan te amenazo? Yo...te habría ayudado desde el inicio...

—Él dijo que no me creerías—explico viendo el suelo—...que soy tan insignificante que no te detendrías a escuchar las palabras de una sangre sucia como yo...al final de cuenta lo conocías desde niños y lo querías.

—Me gustabas, Maxence —soltó Anired de repente, Max alzo la mirada viéndola con sorpresa ante lo que acababa de confesar—...no sé qué hiciste, pero me gustabas más de lo que me llego a gustar Deyan jamás, creía en ti...sin dudarlo habría creído cada palabra que me dijeras, incluso si me decías que el cielo era rojo y no azul yo lo habría creído sin dudar.

—Anired...en serio...perdóname, sé que debí decírtelo...pero, creí que ni siquiera me ibas a querer escuchar, pensé que aun seguías enamorada de él...

La desesperación se escuchó en su voz, quería que ella lo perdonara, que le volviera a permitir estar a su lado.

Anired camino al cajón junto a su cama de donde saco una pequeña bolsa negra de piel, Max extendió la mano hacia ella queriendo acariciarle el rostro, pero antes de eso Anired lo freno entregándole la bolsa.

—Es la recompensa que ofrecí por Copito, como tú me lo entregaste te la doy, gracias por devolverlo.

Max frunció el ceño ante lo que decía.

—No lo hice por la recompensa, Anired...lo hice porque se lo importante que es para ti—se apresuró a explicar, trato de devolverla, pero ella se negó a aceptarla—...Anired...por favor...perdóname —murmuro viéndola con los ojos irritados por contener las lágrimas—...por favor...lo siento...sé que debí de confiar en ti...no quiero que me odies.

—La cosa aquí...es que no te odio...ni siquiera siento algo por ti —respondió de manera seria sin ningún sentimiento en sus palabras—, es por eso que no sé cómo perdonarte, Maxence...me dejaste sola —esas palabras perforaron al rubio de manera lenta y dolorosa—...te necesitaba, no sabes cuantos días suplique porque aparecieras como siempre que me metía en problemas, desee que volvieras a molestarme con uno de esos tontos apodos o que te metieras a mis clases, inclusos tus interrupciones en mi hora de estudio...pero...eso nunca paso, simplemente desapareciste dejándome completamente rota —lo vio a los ojos—...¿Para qué te voy a perdonar? ¿Para qué cuando las cosas se vuelvan oscuras me dejes sola? ¿Para qué cuando estés en problemas no confíes en mí y me cuentes lo que te aqueja? Yo confiaba en ti, sin embargo tú en mí no, Maxence...

—¿Ya no confías en mí? ¿Ya no te gusto?

Maxence estaba desesperado porque le dijera que aún le gustaba, porque lo volviera a ver con dulzura y le respondiera que todo estaría bien entre ellos.

—No sé...solo...no siento nada, es como si todo aquí —señalo en medio de su pecho, donde se encontraba su corazón—, estuviera apagado...solo...tal vez no me siento lista para perdonarte, Maxence.

—Supongo que es lo que me merezco por ser un idiota...

Admitió Maxence sabiendo que no cambiaría su forma de pensar.

—Le diré a Khalil que empaque tu sudadera, gorra y chaqueta —señalo las tres cosas que se encontraban pulcramente colgadas en un pequeño clavo en una de las paredes de la habitación, cosas que Maxence le había dado a Anired—, para devolvértelas...ya que dudo volver a Hogwarts.

—Siempre me has gustado —soltó de golpe Maxence—...y no solo porque eras bonita o por tu apellido, si no por ser Anired Georanne, si de algo sirve...siempre has sido tú la persona que me hacía ser mejor —la vio por unos segundos para poner la bolsa con los galeones sobre la cama—. Perdón por dejarte sola y por todo—le dio una triste sonrisa, Anired permanecía callada procesando cada una de sus palabras—...mein herz...perdón por no protegerte como debí hacerlo.

Max le acaricio suavemente la mejilla limpiándole una lagrima rebelde.

—¿Por qué lloras? Dijiste que no sentías nada ¿Tanta pena doy?

—Eres un idiota —murmuro bajando la mirada dejando que las lágrimas salieran sin detenerlas—...un tonto...sin cerebro—la voz se le cortaba tras cada insulto—...¿Por qué haces que mi corazón vuelva a latir como loco? ¿Por qué por más que quiero decir que no siento nada por ti, tú mueves todo?

Maxence le acariciaba la mejilla con suavidad y pronto llevo la mano libre a la otra mejilla que también tenía una lagrima recorriéndola, Max la limpio con calma.

—Nunca me ha gustado verte llorar, cada que lo haces es como si algo dentro de mi doliera —Max veía los ojos grises irritados y llenos de tristeza—, es peor que llores por mí, no merezco tus lágrimas, Anired —se mordió el interior de la mejilla—...he tratado de cambiar, de ser mejor persona desde que te conocí, pero hay algo que por más que lo intente no puedo cambiar...y es que soy demasiado egoísta —ambas miradas se veían fijamente, eran igual de profundas con brillos parecidos, demostrando el dolor que experimentaban por lo ocurrido en todos esos meses—...tan egoísta que no soy capaz de alejarme de ti, entiendo si no me quieres perdonar...pero no quiero alejarme de ti, no me pidas eso...no quiero ni puedo volver a estar lejos, ya perdí demasiado tiempo, todos los días son una mierda sin estar a tu lado, Anired—con suavidad alzo el rostro de Anired cuando ella intento bajar la mirada—, entiendo que las cosas no serán como antes, pero déjame venir a verte, si quieres podemos iniciar como completos desconocidos nuevamente...solo con verte por unos segundos me conformare...

—Maxence—murmuró Anired sin estar muy segura por la respuesta—...no voy a volver a Hogwarts...

—Puedo seguir escapando del castillo para verte, eso no me importa —respondió con franqueza—, lo único que quiero es que tú me dejes verte, que no me evites como estos últimos días...déjame volver a intentar todo lo que pueda para ganar tu perdón...

La voz de Max estaba llena de súplica porque ella lo aceptara, no toleraría más estar lejos de Anired, si eso seguía así seguramente se volvería loco.

Anired lo vio, su corazón se arrugo, parecía un niño lleno de tristeza, soltó un pequeño suspiro y asintió.

—Yo...me viene bien estar sola —murmuro con dificultad ya que Max seguía tomándola de las mejillas—...pero...podrías venir...no sé...¿una vez al mes? —enarco la ceja—...necesito tiempo y espacio para intentar sanar...

Maxence arrugo el rostro.

—Volveré a Alemania en julio...estamos en mayo —mascullo, pero pronto puso un mejor rostro— ¿Qué te parece tres veces a la semana?

—Una vez a la semana —pidió Anired—...podemos tomar el té y platicar de cualquier cosa...

Max sonrió pero asintió ante el pedido de Anired.

—No soy muy fanático del té...pero, me agrada la idea si puedo pasar tiempo contigo.

Maxence la soltó de las mejillas y la menor retrocedió unos cuantos pasos.

—No fuera alcohol porque no pones quejas —Maxence no evito soltar una pequeña risa por la broma de Anired que era apenas notable—...gracias por traer a Copito.

—No tienes nada que agradecer —Max se sentía un poco más aliviado al saber que había un mínimo de oportunidad porque las cosas fueran completamente diferentes —...te prometo que las cosas serán distintas.

—No hagas promesas, Maxence —cada que decía su nombre completo Max arrugaba el entrecejo, extrañaba que dijera el diminutivo o que lo llamara por algún apodo—...que acepte esto...no significa que confié en ti de nuevo.

—No importa, te demostrare que mis acciones son sinceras —la miro por unos segundo, parecía muy cansada así que observo el reloj viendo que ya casi era media noche—...creo que lo mejor será que descanses...entonces volveré...el próximo...martes...

—¿Te parece dejarlo para los viernes o de ser posible el fin de semana? —Max la miro con confusión—...yo...tengo que ir...al psicólogo —murmuro llevándose el dedo pulgar a los labios de manera pensativa—...también al sanador y tengo que seguir un tratamiento...le prometí a mis padres que haría mi mejor esfuerzo...también tienes que ir a clases por lo que no es bueno que te distraigas entre semana...sería mejor vernos en viernes o fines de semana.

—No es como que las clases sean demasiado importantes o interesantes...

—Es tu último año.

Sentencio la azabache.

—Entonces...está bien —se rindió Maxence, no conocía a persona más terca que la menor así que era en vano discutir con ella—, tú ganas... vendré los sábados, ya que de esa forma puedo venir más temprano y estar más tiempo contigo.

—Nos vemos de este sábado al otro.

Maxence le sonrió, llevo el dedo índice y medio a la frente de la azabache para darle un suave golpecito como siempre lo hacía.

—Nos vemos ese sábado, Anired Georanne.

La azabache lo siguió con la mirada hasta que salió de su habitación sintiendo el corazón latir con tanta fuerza, llevo la mano hasta su frente donde le había golpeado Max y deseo que no fuera una mala decisión lo que acababa de aceptar, temía volver a ser traicionada, estaba arriesgándose demasiado a confiar en él.

Pero...no podía alejarlo por mucho tiempo, su corazón dolía en tan solo pensar no volver a verlo.

Maxence sonreía bajando las escaleras de forma tranquila, estaba demasiado feliz, tal vez no era lo que espero, pero al menos podría volver a estar a su lado, aunque claro sabía que debía de ir con cuidado o podría arruinar las cosas con facilidad.

Se topó con Khalil, el cual solo lo observo, ambos se mantuvieron la mirada, podía notar como tomaban poses defensivas, pero lo paso de largo al escuchar varias voces en el salón principal al que fue de inmediato, luego se encargaría de ese molesto auror que se la pasaba sobre la azabache menor.

Detuvo sus pasos al ver a los dos mellizos Black-Weasley, Amalie ayudaba a George Sirius el cual sangraba de la nariz sin lograr detenerse, mientras Regulus era auxiliado por Jerome.

Escuchaba las voces de Anirak y Fred a lo lejos, en el pasillo y después los apurados pasos dirigiéndose al sótano de la casa.

—¿Hannah uso magia voodoo con ustedes? —cuestiono Jerome a los mellizos— ¿Por qué nunca pidieron ayuda?

—Mande cartas...pero...Hannah lograba interferir y evitar que pidiera ayuda—explico Regulus soltando una maldición cuando la varita de su tío golpeo contra su piel para curarle una herida—...tampoco podíamos hablar sobre eso...era como si algo no nos lo permitiera.

—Nos controlaba por medio de unos extraños muñecos...incluso tenia uno de Geori —George Sirius veía a Amalie que le arreglaba la nariz con ayuda de magia, parecía que sus palabras iban más hacia la rubia—...intente por todos los medios pedir ayuda, pero era como si me hubiera encadenado y controlado todos mis movimientos, como si fuera su estúpida marioneta, no podía hacer algo sin que ella se enterara, incluso parecía saber dónde me encontraba y cada palabra que decía.

—Es una magia muggle, difícil para nosotros...su madre...sabe cómo tratar con ella —explico Jerome—...estoy más que seguro que encontrara como romper por completo el hechizo.

—¿Cómo es que aprendió Hannah esa magia?

Cuestionaron los mellizos al unísono.

—Solo hay una bruja que conozco que puede practicar esa magia...se llama Ellie Yaxley...se me hace raro que Hannah conozca su uso es demasiado difícil y requiere años de práctica —analizo el rubio viendo a Regulus—...¿A caso ellas dos se conocen?

—Hannah solo vivía con su tía...se llama...algo como Samanta o Samara —respondió el azabache—...es una anciana, no creo que tenga la fuerza suficiente para hacer ese tipo de magia ¿o sí?

—En ese caso necesitare saber más de ella —Jerome se levantó —...llamare a un auror, es mejor que investigue de forma rápida, también deberé de mandar a alguno por Hannah, estoy seguro que intentara escapar al verse acorralada.

—La deje inconsciente —menciono George Sirius—...tal vez aun no haya despertado.

—Ojalá y nunca despertara.

Murmuro Regulus siendo consumido por el odio hacia la rubia.

—Ahora vuelvo.

Informo Jerome para ir a la cocina.

Regulus decidió apartar la mirada de su hermano, el cual seguramente querría hablar con la alemana a lado de él, Maxence aún no convencido decidió salir al para ir a fumar y no interrumpir lo que tuvieran que hablar.

—Ya paro la hemorragia —informo la rubia viendo al más alto—, me imagino que no volverá a sangrar por ahora.

—Gracias —murmuro George y vio a los ojos a D'Acanto sintiéndose culpable por lo que hizo a pesar de ser controlado—...creo que tú y yo debemos de hablar.

—No creo que sea el momento adecuado —Amalie le debido una pequeña sonrisa —, lo mejor es que descanses y una vez que logren romper el hechizo por completo hablaremos...

—Yo nunca quise hacer nada de lo que paso —explico el pelirrojo escuchando las voces de sus padres que lo llamaban al igual que Regulus—, tampoco lastimarte...lo siento en serio, después me disculpare de forma correcta.

Advirtió George Sirius poniéndose de pie al escuchar los pasos de su padre y verlo a unos cuantos metros llamándolo, se despidió de la rubia y fue de inmediato con él, Regulus ya se encontraba al lado del mayor así que lo siguieron de forma rápida al sótano.

Regulus y él intercambiaban miradas curiosas esperanzados por poder terminar con ese estúpido hechizo que parecía tenerlos amarrados.

—George, Regulus —los llamo Anirak cuando entraron al sótano, los adolescentes observaron un extraño circulo hecho de hierbas con los muñecos en medio—, no tengo tiempo para explicarles en que consiste todo esto, solo necesito que me hagan caso en lo que les diré ¿de acuerdo?

—Si rompes este hechizo —George Sirius fue el que llamo la atención pues Regulus se había acercado al extraño circulo de hierbas sin pensarlo — ¿Tendrás una maldición como hace años? ¿Saldrás herida?

Anirak le sonrió, de nuevo era su hijo, aquel dulce niño que se preocupaba por los demás sin importar que, aquel que ayudaría a cualquiera que lo necesitara.

—¿Mamá? ¿Lo que dice George es verdad? —cuestiono Regulus alejándose del circulo para trotar hacia la azabache—...sí. Si esto te arriesga a ti...no queremos que lo rompas, nos negamos a hacerlo.

—Hare todo lo necesario para mantenerlos a salvo.

Respondió Anirak acariciándole el rostro a cada uno con una mano, Fred volteo a verla de manera consternada, esa frase le trajo un amargo recuerdo de cuanto ella tuvo esa horrible maldición que casi la mata.

—Y para eso necesito estar viva, no puedo dejarlo aún, mucho menos a Anired, ni a Louis o a su padre —los mellizos y Fred se relajaron al escuchar lo que ella decía—...desde que nacieron me puse a estudiar ese tipo de magia...por lo que me es más fácil romperla sin sufrir ningún efecto secundario, así que tenemos que terminar con eso, aparte que este hechizo no es tan fuerte como el que tuvo su tío George, no se compara con la magia de Ellie, esta es muy débil.

—¿Segura?

Los tres varones hablaron al mismo tiempo viéndola fijamente, estaban seguros que si presentaba algún peligro para la azabache preferían que la maldición continuara, porque Anirak junto con Anired eran las luces que iluminaban sus vidas y no querían verlas apagadas jamás.

—Confíen un poco en mi ¿Quieren? —se quejó haciendo un pequeño puchero—...es hora de que rompan ese hechizo y vuelvan a ser ustedes mismos, que vuelvan a ser mis pequeños impostores.

Los mellizos cerraron por unos segundos los ojos relajándose ante el tacto de la mujer mayor y asintieron para caminar al círculo de hierbas, Fred se alejó por unos segundos y volvió con dos extrañas cosas que parecían ser velas y tenían un ardiente fuego azul que se tornaba rojo cada vez más.

—Es mi fuego maldito —señalo las velas que Fred les entrego—, tienen que encender las hierbas y dejar que las consuma hasta que llegue a los muñecos mientras conjuras: "Quia totus consientia mortis habes protestatem ignis"

Los mellizos comprendieron el hechizo de inmediato y caminaron a donde les indico la mayor para arrodillarse frente al extraño circulo, Fred acaricio los hombros de su esposa apretándolos suavemente para besarle la sien.

—Todo estará bien.

Murmuro Anirak y Fred le sonrió.

—Lo sé, siempre logras todo lo que te propones...te amo, muñeca.

—Te amo mucho más.

George y Regulus observaron a sus padres, se notaba su inmenso amor que los hacia ansiar con algo parecido.

Ambas miradas grises se toparon pro unos segundos y asintieron para llevar las velas a las hierbas que comenzaron a arder con intensidad.

— Quia totus consientia mortis habes protestatem ignis...

Conjuraron al unísono y el fuego se volvió más descontrolado avanzando de manera rápida quemando a todo su paso, llego de manera rápida a los tres muñecos que se quemaron soltando varias chispas.

Regulus John y George Sirius cayeron de rodillas, era como si sus cuerpos hubieran estado encadenados y de repente los hubieran soltado sin previo aviso.

De un momento a otro terminaron en el suelo boca abajo completamente cansado, pero sintiéndose por fin libres, todo aquello que los amarraba por fin había sido destruido.

George movió un poco la cabeza viendo un viejo reloj que marcaba las doce y cinco de la mañana, observo a su mellizo que se quejaba.

—Regulus —llamo con las pocas fuerzas que le quedaban, estaba seguro que pronto se quedaría dormido, el azabache volteo a verlo con el rostro lleno de cansancio—...es veinticinco de mayo —murmuro con una pequeña sonrisa—...feliz cumpleaños, idiota.

Regulus le sonrió.

—Feliz cumpleaños, bastardo.

Fred y Anirak negaron con unas sonrisas en sus rostros para acercarse a los mayores y ayudarlos a levantarse para llevarlos a su habitación, aunque la azabache tuvo que hablarle a Jerome, Maxence, Scorpius y Khalil ya que no podrían con el peso de los mellizos.

Veinticinco de mayo era el día en que los mellizos Black-Weasley volvían a ser ellos mismo y por fin cumplían dieciocho años en ese mundo, y en esa familia que tanto los amaba.

Justo en esos momentos se sentían en tanta paz que nada podría interrumpirla, ya después se preocuparía por todo lo que tendrían que hacer y las disculpas que le debían a más de uno.

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¡Hola!

¿Cómo están?

¿Qué les pareció el capítulo?

Al parecer ya todo está tomando su rumbo.

En este capítulo ya conocieron más a Khalil ¿Qué opinan de él? ¿Les agrada? Ya tienen alguna teoría sobre su futuro.

Bueno, nos leemos en unos días, no se olviden de comentar y votar, lovu♥ 

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