Ocho.
(No sean lectores fantasmas xq me deprimo y no escribo😩.)
En el último mes todo parecía haber tenido un giro de ciento ochenta grados, ya nada era igual que al inicio del ciclo escolar en el que todos esperaban que fuera bueno.
La relación de Alexander y Zed había llegado a su fin después de tantas discusiones debido al temor del Weasley por aceptar todo, Zed también seguía escondiéndose de sus padres, evitando ir los fines de semana a trabajar e incluso cuando lo iban a buscar al viejo castillo prefería esconderse en cualquier lugar donde no se imaginarían que estaría, quizá algo muy bajo, pero aún no contaba con el suficiente valor para dar la cara y gracias a eso había alejado tanto a su prima, hermano y al peli plata.
Regulus John había cambiado de forma sorprendente, prefería concentrarse en otras cosas para mantener su mente y cuerpos ocupados, entraba a todas sus clases e incluso se quedaba horas de más en Sortilegios Weasley cuando le tocaba trabajar, ya que era el único junto con Freddos que se presentaba —algunas veces Anired también iba, pero ya eran contadas las ocasiones—, buscaba por todos los medios una forma de no pensar en todo lo que había sucedido con George Sirius, la relación con Anired estaba muy deshecha, no solían hablar ya que él se negaba a escuchar todo lo que tuviera que ver con el pelirrojo. Era demasiado normal verlo haciendo demasiado ejercicio como si no tuviera un autocontrol con eso. Freddos y él se habían vuelto mucho más unidos, mientras el rubio buscaba alguna forma de volver con su ex novia, después de darse cuenta lo mucho que la había cagado.
Scorpius Malfoy logro volver como ayudante del sanador Tarner, para sorpresa de los Malfoy las pociones aparecieron días después y Dylan se disculpó con el peli plata por haber creído que fue él quien las tomo. Claro, que Scorpius no lograba explicarse como que sucedió eso, todo era demasiado extraño, pero al volver el trabajo era demasiado, sumado a sus clases que no tenía ni tiempo para él mismo, así que no lo sobre pensó.
La única persona, que tal vez era feliz, era Stefan Denvers, que hasta esos momentos llevaba una buena relación con Valentia Romellie, aunque claro, tenía sus altibajos debido a que solía ser inseguro, pero poco a poco iba mejorando en eso, la chica comprendía demasiado bien sus apretados horarios, ya que dividirse entre la escuela y el trabajo era demasiado pesado, más que ya debía de decidir a que dedicarse, pues el próximo año sería su último en Hogwarts, y no tenía ni idea de que profesión ejercer.
Todos estos cambios no eran fácil para absolutamente nadie, algunos fueron más afectados que otros tal como la menor de la familia Black-Weasley, que al parecer nadie notaba como poco a poco iba perdiendo su brillo, ya no sonreía como antes, había días en los que ni siquiera salía de la cama e incluso sus hábitos no eran nada saludables, lo único que desayunaba era una taza de té y una manzana —cuando no se olvidaba de hacerlo—, en algunas ocasiones no llegaba ni siquiera a comer o cenar, llenándose con una excesiva cantidad de agua, cuando comía un pequeño dulce se ponía a hacer ejercicio como loca llegando a terminar con moretones y, si no era eso, tenía atracones en los que terminaba vomitando y llorando. Como sabia lo mal que estaba trataba de hacerlo a escondidas de sus compañeras de cuarto que eran las únicas que notaban sus cambios. Su pérdida de peso comenzaba a notarse, tan solo la falda del uniforme le quedaba enorme, más de una vez sus padres hablaron con ella sobre eso, pero Anired siempre se excusaba a que era debido al estrés de toda la situación, y les prometía cuidar de su salud, esa era una de las razones por las que ya no iba de forma seguida a Sortilegios Weasley, cuando ellos iban a verla al colegio se ponía ropa demás para que no lo notaran, ya que a pesar de todo no quería decepcionarlos. La soledad y la tristeza que reinaba a la azabache era tan grande que se aferró a aquella única persona que le ponía atención en ese colegio: Deyan Granger-Krum, hacia dos semanas que retomaron su relación, sin importar los malos ratos que la hizo pasar antes de que terminaran.
Por su parte, George Sirius, no estaba feliz, ni siquiera lograba dormir más de tres horas diarias provocando un desgaste y cansancio enorme, tan grande que dejo todas sus actividades de lados como los entrenamientos de vuelo, Sortilegios Weasley y el ejercicio que siempre hacia aumentan su estrés, parecía un león enjaulado que con cualquier cosa se ponía de mala y lo peor de todo, es que sentía como las pastillas para su control de ira poco a poco dejaban de funcionar.
—Es suficiente...
Mascullo con voz con voz cansada y soltando la cintura de la rubia para alejarse de ella.
—¿Qué? —Hannah, que estaba en cuatro sobre la cama se volteo de inmediato al sentir como el pelirrojo salía de ella— ¿Qué te pasa? Ni si quieras llegaste...ni siquiera lo disfrute, George.
El pelirrojo no pudo evitar poner los ojos en blanco para recoger su bóxer y ponérselo de inmediato seguido del pantalón.
—Ya me aburrí, no quiero hacerlo.
Respondió con simpleza buscando la camisa con la mirada en cuanto la vio la tomo para terminar de vestirse e ir al espejo del tocador de Hannah, donde se acomodó el cabello.
Hannah se puso de pie tomando su ropa interior para vestirse y lanzarle malas miradas al Black-Weasley que no parecía nada interesado en continuar.
—¿Qué demonios te pasa? ¡Ya nunca quieres tener sexo!
La rubia se encontraba completamente molesta por la actitud del pelirrojo, desde que estaban juntos todos los días se comportaba desinteresado e incluso aburrido cada que tenían sexo o tan siquiera cuando trataba de hacerle platica, creyó que cuando su magia funcionara George Sirius sedería finalmente a ella, pero eso ni siquiera funciono, solo lograba hacerlo actuar como ella quería en situaciones de estrés o en las que la ira de George era más fuerte que su raciocinio.
—No tengo ganas, Hannah—apretó los dientes al ver una marca roja en su pálido cuello—...te he dicho y repetido hasta el cansancio que odio las malditas marcas...
—¡Si sigues así me buscare a otro!
Advirtió ignorando su comentario, George se dio la vuelta para verla y sonreír de manera ladeada con una expresión demasiado confusa en el rostro.
—Inténtalo —su sonrisa no se borraba, al contrario, se volvía un tanto siniestra—...todos aquí saben cómo deje a mi propio hermano la última vez que peleamos ¿Crees que alguien es tan estúpido para tan siquiera intentar algo contigo, Hannah? —Hannah se quedó en silencio terminando de ponerse la blusa y viéndolo fijamente—...no seas tonta ¿Por qué crees que nadie ni siquiera trata de coquetearte? —ella no respondió, sabía muy bien la respuesta—...así que no seas tonta, Hannah, no me trates de amenazar con esas estupideces.
Hannah no lograba comprender porque el hechizo no funcionaba como debería, era, al contrario, lo tenía con ella, pero no eliminaba esa actitud arrogante que lo caracterizaba desde el inicio.
—Me alegro que lo entiendas, Hannah.
fue lo último que dijo el más alto para tomar sus cosas y salir de la habitación de la rubia sin decir nada más, lo único que deseaba era estar lejos de ella.
Hannah no lograba hacerlo feliz o tan siquiera interesado, todo lo contrario, pero cada que pensaba en terminar todo lazo con ella una fuerte punzada le golpeaba el pecho y la necesidad por seguir a su lado era lo único que existía.
No sabía qué hacer, como lograr ser libre, por otro lado también lo atormentaba esos extraños y molestos sentimientos que lo golpeaban cada que veía a la competidora de Beauxbatons, su corazón latía de manera desbocada, tan fuerte que la primera vez creyó que se le saldría del pecho, todo era aún peor cuando la escuchaba hablar en las clases que compartían, su voz era tan suave que lograba brindarle un a calma y tranquilidad inmensa, las cuales desaparecían en el momento que cualquier varón se acercará a ella, todo resultaba tan extraño, e incluso algunas veces al verla era como si hubiera perdido algo importante, algo que debía de recuperar antes de que fuera tarde.
Soltó un suspiro, por su mente paso la imagen de dos azabaches: Regulus y Georanne, toda su hermandad parecía haber dejado de existir, ese lazo tan fuerte y unido ya no estaba, ni siquiera se hablaban...los extrañaba muchísimo, pero cada que quería intentar hablar con ellos las cosas salían mal y terminaba con una laguna mental sin saber que había pasado.
Por primera vez en su vida no tenía ni idea de que hacer o como seguir.
Se sentía en el limbo.
Detuvo su caminar a unos pasos del campo de Quidditch al escuchar esa risa que hacía estragos en él, rápidamente guío la mirada hasta donde se encontraba ella en compañía de dos personas más: la amiga pelirroja y el rubio con cara de extrañado, ambos cada que lo veían le lanzaban miradas de odios, que si probablemente pudieran le lanzarían un avada Kedavra sin dudarlo.
¿Qué demonios había hecho?
Observaba a D'Acanto que platicaba alegremente con la pelirroja, ambas parecían demasiado entretenidas en su conversación que ni si quiera parecían percatarse que él las estaba observando.
Por inercia llevo la mano hasta su pecho dónde descansaba un péndulo que fungía como collar, nunca que se lo quitaba, era lo único que lograba mantenerlo un poco cuerdo antes de caer en cualquier ataque de ira momentáneo, aunque a veces no parecía funcionar muy bien.
Los ojos grises seguían cada movimiento de la rubia, desde su risa hasta como el cabello se le ondeaba con el poco viento que corría.
Amalie era como un imán que atraía con fuerza a George, a pesar de todo, el Black-Weasley siempre terminaba dónde ella se encontraba, sin importar la situación o momento.
Los ojos azules tan profundos como el océano atraparon la mirada curiosa que asemejaba el cielo de una tempestad, George Sirius al darse cuenta de eso desvío la mirada de inmediato y se dio la vuelta dejando llena de confusión a D'Acanto.
George agitaba la cabeza apurando el paso tratando de olvidar aquellos orbes azules con pequeñas tonalidades verdes, quería remplazarlos de sus pensamientos por los ojos castaños de Hannah, pero por más que lo intentaba no lo lograba, no provocaban ni la mitad de lo que la mirada de Amalie D'Acanto causaba en él.
Cada que pensaba en lo que Amalie el pecho le dolía, como si miles de agujas lo perforan y toda imagen de ella era remplazada por la de Hannah MoongBlaxott-Blyley.
Se detuvo al escuchar unos pasos acercándose así que evito chocar con la persona, al alzar el rostro, ya que iba viendo el piso, se topó con unos ojos grises casi idénticos a los suyos.
La mirada del menor se llenó de enojo al verlo y apretó los puños controlando las ganas de saltar sobre él.
—Regulus...
Menciono George, Reg lo observo, pero era un poco distinto a las veces anteriores, el masculino rostro era adornado por una extraña expresión, aquella que ponía cada que tenía un mal un mal día.
El azabache se mordió el interior de la mejilla al sentir la textura de la toalla empapada en sudor que llevaba en la mano, esa sensación lo hizo darse cuenta de la gran cantidad de fuerza que utilizaba para controlarse, ignorando al pelirrojo paso a su lado chocando los hombros.
No pudo ni dar dos pasos cuando lo tomaron de la muñeca para darle un enorme jalón con fuerza que lo hizo terminar en el suelo.
—¡¿Qué mierda quieres?!
Grito el azabache enojado y a los segundos un quejido escapó de su boca cuando George Sirius lo golpeó en la cara descolocándolo por uno minutos que el mayor aprovecho para sacar la varita y lanzar un extraño hechizo contra el brazo izquierdo de su hermano.
El brazo comenzó a arderle y la sangre se hizo presente, el pelirrojo se puso de pie para verlo con una sonrisa torcida.
—Púdrete, idiota...
Fue lo único que salió de sus labios para dejar a su hermano en el suelo, sin importarle los quejidos y maldiciones que soltaba el azabache al igual que la sangre que le escurría del brazo.
[...]
Regulus entró a la colorida sala común saludando a varios de sus compañeros en el trayecto, al menos ya no le seguían dando esas miradas de lastimas que últimamente acostumbraban, el brazo le seguía ardiendo de manera intensa y la sangre aún brotaba, no tenía ni idea de que hechizo o maldición uso su mellizo contra él.
Definitivamente cada día se ponía más loco, no le hizo nada, al contrario, trato de no iniciar una pelea y él imbécil lo atacaba solo porque, solo contaba los días para que el curso escolar terminara y así graduarse del colegio, por su mente había pasado la idea de mudarse de la casa Black-Weasley para ya no toparse a George Sirius, aunque no quería herir a sus padres, aun no estaba seguro de que haría, lo único que tenía en claro es que presentaría las pruebas para Auror.
Una vez que estuvo en su habitación se dirigió al baño para lavarse el brazo por segunda vez, tenía rastros de sangre seca y filos hilos de fresca se hacían presente, soltó una maldición y abrió el grifo dejando que el agua fría helara, sin pensarlo más metió el brazo para eliminar todo lo que pudiera.
Conforme la sangre desaparecía paso los dedos sobre aquellos extraños rasguños que le provoco el ataque de George Sirius, tenían relieve y formaban unas raras figuras que no lograba saber de qué se trataban.
—Imbécil de mierda, en serio que eres un enorme imbécil...
Mascullo cerrando el agua y tomando la toalla más cercana para cercarse, si eso no desaparecía en menos de una semana tendría que ir a la enfermería o tal vez con sus padres para que revisaran esas marcas, lo único que esperaba es que su mellizo no fuera tan ruin para ponerle una maldición.
Se miró en el espejo durante algunos segundos, en esa última vez todo se volvió tan diferente, especialmente con sus hermanos que ahora parecían unos completos desconocidos, tenía un gran resentimiento contra George Sirius y, aunque Anired no tuvo nada que ver, también lo sentía contra ella, pues la azabache seguía empeñada en excusar las acciones de su mellizo, e incluso ahora solo se la pasaba pegada con Deyan, que era su rival en la prueba y al cual seguramente estaría apoyando.
Ni decir con sus primos, todos estaban distanciados, parecía como si miles de problemas los golpearan de repente, uno tras otro; al menos aun tenia a Freddos a su lado, había sido su único apoyo y confidente en los peores momentos.
Varias veces deseaba que todo volviera a hacer antes, incluso pensó en buscar un gira tiempo para lograr cambiar las cosas, pero sabía muy bien que ya no existía ninguno.
Tenía otra opción que era usar algún invento de su tátara abuelo: Nicolas Flamel, pero no era tonto, si lo usaba el riesgo seria grande, ya que no conocía muy bien cómo controlar todo lo que invento el anciano, era probable que si utilizaba algo para volver al pasador alteraría todo y no quería poner las cosas peor de lo que ya de por si eran.
Dejo la toalla en el baño y volvió a la habitación donde se cambió de ropa, por su mente paso la imagen de cierta rubia, aquella rubia que era la manzana de la discordia entre él y su hermano.
¿Odiaba a Hannah?
Varias veces se lo pregunto, no tenía ninguna respuesta respecto a eso, ella aun provocaba sentimientos en él, que por más que trataba de evitar simplemente no podía, era como si una fuerza enorme lo controlara para no sacarla de sus pensamientos y no la dejaba ni odiarla.
Y lo peor, es que no la podía culpar, ya que la decisión de traicionarlo fue de George Sirius, si bien que Hannah lo cambiara de la noche a la mañana le dolió, el dolor y la tristeza fue más fuerte al ver que lo cambio por la persona en la que más confiaba en ese mundo y aquella que era su otra mitad.
Tomo la mochila agitando la cabeza para alejar aquellos pensamientos que solo lo deprimían y salir del dormitorio, ya que tenía que ir a la entrada del castillo donde Freddos lo esperaría para ir a Sortilegios Weasley.
Los rayos del cálido sol le golpeaban la piel causándole incomodidad, odiaba el clima caluroso como la primavera y el verano, tampoco toleraba mucho la sensación de estar sudoroso al menos que fuera por hacer ejercicio, ansiaba que pronto terminaran esas épocas, aunque claro, acababan de iniciar así que tendría que tolerarlo por más tiempo.
—¡Regulus!
Quiso ignorar aquella voz que lo llamaba, por todos los pedios quería dejarla pasar y no voltear, pero algo en él, como si un cable de tensión lo jalar con fuerza provoco que volteara encontrándose con los ojos castaños que figuraban a un tono chocolatoso.
El azabache no quería no hablarle, menos al sentir como el corazón le latía desbocadamente, ella le sonrió como tantas veces lo hizo provocando que las manos le sudaran por la sensación de nerviosismo que Hannah MoongBlaxott-Blyley causaba en él.
—Regulus —volvió a llamar con esa voz de niña regañada —...desde hace tiempo he querido hablar contigo, pero pareces que me ignoras...
Ella lo vio fijamente esperando una respuesta, Regulus desvió la mirada con dolor al recordar que ahora Hannah estaba saliendo con su hermano, verlos pasearse de la mano en todos lados ya era suficiente dolor como para tenerla frente de él con esas palabras y ese gesto que resultaba tan adorable.
—No tenemos nada de qué hablar...
Le sorprendió el propio tono de su voz, salió más ronco de lo normal dejando ver lo lastimado emocionalmente que se encontraba.
—¿Por qué pareces comportarte de forma tan fría conmigo? —el femenino rostro expresaba dolor tras cada palabra— ¿A caso me odias?
El Black-Weasley no quería verlo a los ojos porque sabía que era débil ante ella y sedería a tener una conversación, por todos los medios que lo trataba, pero no podía, había una fuerza más grande que él que lo obligaba a verla y a sentir algo por ella, algo que deseaba apagar por todos los medios, pero mientras más pasaba el tiempo alejado de ella el dolor se volvía intolerable.
—¿Alguna vez sentiste algo por mí?
Soltó de golpe, ansiaba una respuesta del porqué de la noche a la mañana lo dejo por George Sirius... ¿Su hermano siempre sería mejor que él en todo? Por más que trataba de no compararse era imposible, y terminaba sintiendo como una mierda, era por eso que se esforzaba en estudiar el doble, hacer mucho más ejercicio y trabajar más duro tratando de resaltar en cualquier cosa que George no hiciera bien.
—Regulus...sabes que sí—trato de tocarle la mejilla y él se alejó un poco—...nunca mentí con lo que siento por ti...
—¿Entonces? —alzo las cejas sin comprenderla—... ¿Po...por qué estas con mi hermano? —pidió una explicación con dolor en los orbes grises que comenzaban a opacarse por las lágrimas que intentaba contener —... ¿Por qué de la noche a la mañana me cambiaste por George? Se suponía que estábamos bien.
—Y...yo no...te cambia...Reggie —se encogió contra sí misma como si buscara donde esconderse y desvió la mirada de forma temerosa—...n...nunca lo haría...
—¿No me cambiaste? —paso la mano entre su cabello jalándole suavemente buscando como contener la frustración que albergaba su cuerpo, cada vez comenzaba a aumentar más al no entenderla— ¿Entonces? ¡Claro que me cambiaste, te fuiste con él sin siquiera pensar en lo que yo sentía por ti, Hannah! ¡Trate de hacerte feliz y de ser bueno para ti, y tú solo me dejaste sin una explicación para irte con mi hermano! ¡Me cambiaste por mi maldito hermano!
Los orbes de Hannah se llenaron de espesas lagrimas que rápidamente bajaron por las mejillas que tomaban un color rojizo al igual que su nariz.
—¡No quise hacerlo! —soltó de golpe dando grandes sollozos — ¡T...tuve que hacerlo...no tenía opción!
—¡Tenias la opción de no estar con George!
Hannah lo observo para bajar la mirada y ver sus pies que eran cubiertos por unos converse azules a juego con la blusa que usaba ese día, sonrió con suavidad y de inmediato volvió a la expresión de sufrimiento con terror.
—¡No...no tuve la opción! —alzo la mirada reflejando un gran miedo por lo que diría—...él...él...no me dejo otra opción.
—¿Que...qué?
Regulus la observo perplejo ante lo que acababa de confesar la rubia frente a él.
—¡Él me obligo a estar con él! —respondió viéndolo a los ojos, Regulus perdió esa postura de seguridad cambiándola por una de confusión—...Has visto cómo te dejo el día en que te golpeo...piensa...él me dijo que si no estaba con él...haría que me arrepintiera... ¿Sabes el temor que sentí? ¡No tuve otra opción!
Las palabras de Hannah fueron como agua helado cayendo sobre el cuerpo de Regulus, fue tanta la impresión que creyó caerse al suelo cuando las piernas se le desestabilizaron ante el peso de la declaración de MoongBlaxott-Blyley.
De todas las cosas que pasaron por su mente, nunca creyó que fuera algo como eso.
—¿Qué George Sirius hizo qué?
Lo peor que esa altura del panorama creía a su mellizo capaz de todo, últimamente desconocía la persona en la que se había vuelto, ya no existía ningún rastro de lo que alguna vez fue su otra mitad.
—Lo siento, Reg, no quiero meterte en más problemas...es mejor que me vaya, ya he dicho demasiado.
El azabache se encontraba tan consternado por la declaración que ni siquiera hizo el amago por detenerla, dejando que la rubia se alejara.
Hannah se alejó de la vista del Black-Weasley y cuando estuvo lo suficiente lejos se limpió las lágrimas parándose recta con su porte habitual. Sin evitarlo una enorme sonrisa le decoro el rostro sabiendo que Regulus había creído por completo en sus palabras, el pobre se encontraba tan decepcionado del pelirrojo que sin dudarlo aceptaría todo lo que ella dijera, solo era necesario que llorara un poco frente a él.
Regulus John era un alma tan pura e inocente que dejaba los sentimientos de los demás por delante de los de él, una gran ventaja para Hannah la cual solo tenía que usar un poco de esfuerzo en su magia, ya que el azabache era demasiado fácil de manipular a su antojo, todo lo contrario del pelirrojo, que parecía no caer con nada por más que lo intentaba, sin embargo sabía muy bien que ahora que le cambio las aquellas pastillas que controlaban su ira, todo fluiría en la manera que ella tanto deseaba.
Había logrado ver al matrimonio Black-Weasley abatido por el comportamiento de sus hijos, gozo de la preocupación de Anirak y sin duda haría todo hasta lograr bajarle esos aires de grandes tal y como lo estaba haciendo con su única hija: Anired Georanne, la que poco a poco dejaba de ser un obstáculo y se convertía en una muñeca de porcelana la cual era controlada por Deyan.
Sonrió con superioridad al toparse con unos ojos azules que la veía con una rara mezcla, pero para su sorpresa no fue como las veces pasadas, ella no desvió la mirada si no que le dedico una extraña sonrisa cuando un brillo mayor en el profundo azul que la obligo a apartarle la mirada.
Amalie había tomado la decisión, después de meditárselo por varios días, que no volvería a dejar que sus sentimientos dependieran de nadie más, por mucho que le gustara George Sirius, y que esos sentimientos que aun albergaba por él no desaparecían, no le daría el gusto a Hannah de volver a verla mal o tan siquiera llorando.
Estaba harta de que ella le diera esas miradas y sonrisas de superioridad, cansada por completo de ella, la ignoraría cada que pudiera, pero evidentemente no le desviaría la mirada cada que ella iniciara.
Prefería concentrarse en cosas más importantes, como el hecho de que ese era su último año de colegio o que la tercera cada vez estaba más cerca. No negaría que aun pensaba en George Sirius y cuando se lo topaba en los pasillos el corazón le daba miles de vueltas como si tratara de un gimnasta olímpico, al igual que cuando lo atrapaba mirándola, no comprendía esa actitud al igual que lo que reflejaban sus ojos, a pesar de no ser tan expresivos como los de Regulus o Anired, parecía demostrar algo de tristeza o incluso como si pidiera ayuda, era como si estuviera encerrado y a través de la mirada suplicara que lo liberaran.
Esos pensamientos golpeaban su mente una y otra vez, a pesar de tratar de alejarlos algo dentro de ella no lo permitía, y de repente la voz de Anired se hacía presente diciendo las mismas oraciones hasta el cansancio:
«Hannah le hizo algo, él no actuaria así»
«¡Conozco a mi hermano, sé que no es así!»
Se preguntaba si hizo mal al no escucharla como todos... ¿A caso ella tendría razón?
Era un enorme debate interno, lo peor del caso es que no tenía ni cara para ir a hablar con ella, la estuvo ignorando tratando de evitar el dolor que le causaba al recordar lo que tenía con George, incluso la evitaba en los pasillos y ahora, Anired era la que ni siquiera volteaba a verlos, incluso la azabache evitaba los lugares donde hubiera gente y solo se le veía acompañada de Deyan, justo como en esos momentos.
Los adolescentes se encontraban a unos metros, el búlgaro rodeaba los hombros de la azabache atrayéndola hacia él mientras mantenía una conversación con sus compañeros de colegios, pero al parecer Anired no se encontraba muy cómoda ya que no ponía ni una pizca de atención.
Amalie no fue la única que los vio, Maxence soltó un gruñido de enojo cuando Deyan los observo para besar a la menor sin un poco de disimulo, sino de una forma posesiva y domínate.
—Por Merlín, Maxence, ya deja eso —se quejó Itziar al ver cómo le daba otro trago a la licorera que siempre llevaba con él, anteriormente casi nunca la sacaba de su bolsillo donde la ocultaba, pero actualmente era normal verlo beber de ella una y otra vez—...casi todos los días estas ebrio y apestando alcohol. Si madame Dubois o cualquier profesor se dan cuenta te va a expulsar.
—Max, escucha a Itziar —pidió la gemela mayor viendo a Max—...deja de tomar tanto, no hay día que no estés ebrio.
Lie veía a su hermano menor sintiéndose mal, ya que por lo que paso con George Sirius el rubio se había alejado de la azabache, a pesar de que Maxence no hablaba mucho, conocía lo mal que la estaba pasando y le dolía ver como cada día se encontraba más deprimido, ya no había comentarios sarcásticos o bromas por parte de él, ni siquiera burlas o risas irónicas, la mayor parte se la pasaba callado y el color de su cabello pasaba por tonos azules opacos o incluso grises demostrando que su estado anímico era deplorable.
—Como si me importara una mierda.
Respondió de malas sin poder apartar la mirada de la joven pareja, apretaba la licorera con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, sabía muy bien que todo era su culpa, pero no podía evitar sentirse tan mal al saber que Anired había regresado con ese estúpido y lo peor era darse cuenta que ella ya ni siquiera volteaba a verlo.
Aunque no la culpaba, él la orillo a eso y era lo que lo estaba matando por dentro, lo peor era ver como ella no tenia de una pizca de esa felicidad y brillo que tanto la caracterizaba, cada día era como si se apagara poco a poco.
Sin decir nada decidió volver al carruaje sintiendo los pasos de la rubia y la pelirroja detrás de él, que definitivamente no lo dejarían solo, se sentía demasiado mareado debido a la gran ingesta de alcohol de esos días, era lo único que consumía últimamente, ya no entraba a sus clases y solo se la pasaba encerrado en su habitación, Scorpius a veces lo iba a ver, después de salir de la enfermería, donde tenía un trabajo excesivo, notaba como el peli plata trataba de mostrarse positivo, pero sabía que la pasaba igual de mal, Anired ya no le hablaba a nadie más que a Deyan.
El maldito búlgaro logro aprovechar bien todas las oportunidades que ellos mismos le dieron en bandeja de plata, haciendo más fácil que se acercara a la azabache que se encontraba completamente débil y vulnerable permitiéndole que volviera a entrar a su vida.
Maxence se culpaba una y otra vez a sí mismo, castigándose de cualquier forma posible, ya fuera bebiendo hasta el cansancio y quedando inocente o incluso con pensamientos deplorables sobre él mismo, no sabría muy bien como terminaría si algo le pasara a la menor por culpa de sus decisiones.
Se dejó caer en la cama una vez que entro a la habitación escuchando a Amalie e Itziar hablar.
—Sabes, si nos dijeras que pasa sería más fácil, Max, no debes de cargar con todo tú solo.
Pidió Amalie sentándose en la cama de enfrente seguida de Arwen.
—Lie tiene razón —comento Itziar que compartía el mismo sentimiento de Amalie, el estado de Maxence era deplorable—... tal vez podemos encontrar una forma de ayudarte.
Maxence guio su mano hasta su pecho donde descansaba un pequeño dije con forma de una extraña palmera que él apretó contra sí mismo y cerró los ojos con fuerza.
—No quiero hablar...
Fue lo único que murmuro, regañándose a sí mismo pos cerrar los ojos, ya que cada que lo hacia los recuerdos lo atormentaban una y otra vez, rompiéndolo cada vez más...
Los largos y masculinos dedos sostenían una púa de guitarra de color negra que pasaba lentamente sobre las cuerdas provocando un armonioso sonido, repitió la acción varias veces disfrutando de aquella melodía que provenía de su instrumento. Sin duda había sido una buena idea traerlo, ya que podía practicar mejorando cada día.
Alzo la mirada para ver a la cama frente a él y distinguir el fino cuerpo femenino recostado sobre las sabanas que hojeaba tranquilamente una revista muggle mirando cada parte con curiosidad y en algunas ocasiones frunciendo el ceño.
—Te van a salir arrugas si sigues haciendo eso.
La menor levanto la vista y le dedico una pequeña sonrisa que él considero más que hermosa, amaba saber que esos gestos solo iban dirigidos a él, nunca se cansaría de observarla.
—Los muggles son raros, sus revistas tienen cosas extrañas.
Explico dejando la revista a un lado y sentándose en la cama para ver a Maxence.
—¿Qué cosas raras?
—Habla de algo que se llama cáncer...y otras cosas más —se encogió de hombros—, entendí poco o nada de lo que leí.
—Sabes que si no entiendes me puedes preguntar, crecí en el mundo muggle.
Los ojos azules veían fijamente cada uno de sus movimientos, ella se puso de pie estirándose suavemente y recogiendo el largo cabello oscuro en una coleta alta.
—Te veías muy concentrado en la guitarra —comento acercándose a él—, y me gusta escuchar cuando la tocas.
—Me gusta tocarla cuando estás aquí —una incipiente sonrisa le adorno el rostro dejando la guitarra en la cama tras de él — ¿Cómo te fue en Sortilegios Weasley? ¿Tuviste mucho trabajo con tu padre?
Anired negó suavemente, regresando a su mochila de donde saco algo, D'Acanto la vio con curiosidad al observar que de nuevo se acercó quedando frente a él.
—No tanto, de hecho, le estuve ayudando a mi papá, estaba haciendo un regalo para mamá...me enseñó a hacer cosas con plata y magia...
—Pensé que tu papá era más de comprar los regalos.
Anired negó varias veces jugando con las manos detrás de su espalda algo dubitativa con lo que estaba a punto de hacer.
—Si suele comprarlos, pero tiene la costumbre de hacerle regalos a mamá, cosas de joyería especialmente...siente que son más especiales y que forman un lazo más fuerte entre ellos, aparte que es algo único, ya que nunca habrá otro regalo igual en ningún lugar —Max la escuchaba viéndola fijamente, Anired se sonrojo ante ese gesto ya que aún no se acostumbraba a que el rubio dejara todo lo que estaba haciendo para darle toda su atención sin importar qué—, y siempre les pone un toque de magia.
—¿Y qué te enseño a hacer?
—Un dije.
Se mordió el labio interior para acercarse aún más a él terminando sobre su regazo con las piernas a los costados del varón.
Maxence sonrió ante ese gesto rodeándole la pequeña cintura con los brazos, la acariciaba suavemente llevando los labios hasta la pálida mejilla que beso un par de veces.
—¿Qué forma tiene el dije que hiciste?
Anired recargo las manos en los varoniles hombros moviendo un poco la cabeza para que él pudiera besarle el cuello de forma húmeda robándole suaves suspiros.
—De una palmera—se removió llamando la atención del adolescente que dejo de besarle la piel para verla con curiosidad, una de las grandes manos termino sobre la mejilla izquierda moviéndola para que lo viera a los ojos—...o bueno...un intento de palmera.
—¿Me lo vas a enseñar? —cuestiono sonriendo y viéndole el rostro deteniéndose en los rojizos labios, después de unos segundos volvió la mirada a los expresivos ojos grises que brillaban como dos luceros—...que ojazos, mein herz...
—No te muevas—pidió la Black-Weasley con las mejillas completamente rojas por el comentario y la forma en la que se encontraban—...ni un poquito y cierra —llevo una mano a los ojos de Max bajándole los parpados con suavidad—...no se vale abrirlos.
Él solo asintió obedeciendo lo que le pidió, sentía los movimientos de Anired y se estremeció al sentir algo frio en el cuello.
—¿Ya puedo abrirlos?
Anired siguió moviendo las manos por el cuello de Max por unos segundos más, al finalizar dejo un pequeño beso de piquito en los labios del rubio, él no evito lamerse el labio inferior disfrutando del sabor del labial de cereza que le mancho.
—Ya puedes —Max los abrió lanzándole un guiño para bajar la mirada y tomar con la mano el pequeño dije que le adornaba el cuello—...no es tan perfecto...porque es el primero que hago...incluso si quieres no lo tienes que usar...solo quería que lo tuvieras...
La sonrisa de Maxence creció cada vez más.
—Ni pienses que me lo voy a quitar en algún momento.
Anired sonrió complacida.
—Cambia de color como tu cabello.
Señalo el corto cabello que en esos momentos era rosado, Maxence puso los ojos en blanco rodeándole el cuello con un brazo para que el rostro de la azabache terminara escondido en su pecho y apretando la cintura contra él, de esa forma se hizo hacia atrás quedando acostado en la cama con ella encima.
—Mi cabello no cambia de color, cómprate unos lentes que ya eres daltónica, Kleiner Hase.
—¿Dalto...qué?
Cuestiono, Max solo la apretó más ganando la risa de la azabache que también lo abrazo con fuerza, ella sabía que era muy probable que nunca le diría porque su cabello cambiaba de color...
El rubio sintió las espesas lagrimas recorrerle los pómulos bajando lentamente hasta perderse en la cama, estiro la mano hasta el mueble junto a la cama donde tomo la pequeña licorera y con facilidad la abrió dándole un enorme trago sin importarle que el alcohol le quemara la garganta, últimamente estaba siempre ebrio, ya que de esa forma su mente estaba en blanco y el dolor en el pecho era anestesiado por las excesivas cantidades de Vodka que consumía del diario.
Amalie e Itziar no evitaron verlo con preocupación, pues era evidente como sufría y cada día se hundía más y más en ese enorme dolor que lo atormentaba, lo peor es que él nunca les contaba nada.
⚜⚜⚜
No pudo evitar sonreír llevando las manos detrás de su cuello para estirarse, se sentía completamente relajado y feliz al darse cuenta de que las cosas por fin le estaban saliendo tal y como siempre debieron de ser, ahora ya no existían ningún obstáculo para obtener lo que siempre mereció.
Solo debía de seguir con esa farsa, ella estaba tan aferrada a él que por nada lo dejaría, todos volvía a hablar de ellos siendo la perfecta pareja e incluso el profeta ya había sacado fotos de ellos juntos hablando de un posible compromiso, era algo normal en familias que se conocían desde chicos y más cuando los hijos estaban cerca de cumplir su mayoría de edad, a pesar de que Anired era un año menor de él, todo el mundo tenia por seguro que una vez que él se graduara de Durmstrang ellos se casarían.
No le agradaba tanto la idea de casarse, pero no tenía otra opción ya que necesitaba de su lado el poder que tenía Anired, siendo hija de quien era, ella tendría el mundo a sus pies, y con solo un poco más de cariño, ella haría lo que él le pidiera.
Toco un par de veces la puerta de fina y obscura madera hasta escuchar un "pase" de Lyubomir y sin esperan a más entro de forma rápida.
—Buenas tardes.
Saludo tomando asiento en la silla frente al escritorio de caoba que albergaba diversas estatuillas de decoración al igual que documentos, la oficina era oscura solo por la tenue luz de los candelabros que alumbraban dándole un aura más tétrica sumado a las estatuas y retratos de directores antepasados y ni decir de la fea pintura que estaba detrás de la silla de Asen.
—Deyan, buenas tardes —saludo el mayor con una pequeña sonrisa mostrando la copia del Profeta que acaba de leer—...me alegro de ver que solo obtengo buenas noticias contigo.
—Le dije que las cosas se solucionarían —sonrió de manera orgullosa—, la pelea de los mellizos Black-Weasley me vino más que bien y ya que todos parecen concentrados en sus problemas, Anired no tiene a nadie más que a mí, era evidente que volveríamos en cuanto menos se lo esperara.
Asen asintió, podía controlar muy bien a Deyan, y ahora él tenía bajo sus garras a la menor de los Black-Weasley, si Deyan lograba ponerla completamente de su parte su poder y dominio en el mundo mágico sería mucho más grande, pronto podría hacer que los hijos de muggles dejaran de pertenecer a ese mundo logrando que las sangres puras tuvieran la grandeza que siempre merecieron, sin duda el Granger-Krum fue una excelente pieza de ajedrez en su tablero.
—¿Y el chico rubio de Beauxbatons? Era una piedra en el zapato ¿Lograras que este siempre lejos de ella?
Deyan asintió sentándose recto.
—Sí, ya me he encargado de eso, tenga por seguro que no se volverá a acercar a Anired y ella tampoco dejara que él se vuelva a acercar. Maxence D'Acanto ya no volverá a ser un fastidio—se trono el cuello con facilidad—, solo falta que gane el torneo y toda la gloria será mía.
—Espero no falles en nada, Deyan, ya una vez ese mocoso logro que Anired te dejara...y sobre la prueba, no te confíes aún están los otros dos competidores.
—Regulus se encuentra demasiado distraído por la pelea con George Sirius y Amalie no parece muy concentrada, con todos los problemas que tienes estoy seguro que no se podrán concentrar en nada más...Sobre Maxence, solo es un idiota, no hay más por hacer con él.
—Deyan...Deyan —murmuro Asen poniéndose de pie para caminar a un viejo mueble en la pared a lado izquierdo—...no debes de dejar de preocuparte por Maxence...
—Parece más preocupado por él que antes... ¿Hay algo que sepa acerca de Maxence como para tomarle tanta importancia?
—¿Eres ciego o tonto? ¿O Ambos? —cuestiono con molestia abriendo el primer cajón para revolotear en él— ¿A caso no has notado el gran parecido que tiene con el tío de tu novia? ¿Con Lyssandre Delacour?
Deyan abrió los ojos con sorpresa viendo a los movimientos de Lyubomir, si bien si había notado el gran parecido de los dos D'Acanto con Jerome, nunca le tomo importancia ya que creía que solo se trataba de una coincidencia.
—¿Tienen algo que ver con él?
Asen soltó un suspiro sacando una pequeña caja de terciopelo negra para volver a su silla de lujosa madera y un reluciente cojín negro que le servía para mayor comodidad.
—Lyssandre tiene una gran reputación de ser mujeriego—comenzó a contarle al menor todo lo que sabía—, la mayoría de mujeres siempre hablan de él y de su gran atractivo por lo que no es raro que haya tenido una enorme cantidad de parejas sexuales, por lo que no sería raro que incluso tuviera hijos regados...
—Pero...ellos dos son hijos de muggles...sus padres son muggles, no hay forma...
Asen viro los ojos viéndolo con enojo, a veces Deyan parecía ser más tonto de lo que realmente era, tanto que debatía su propio récor.
—No sería novedad que Lyssandre tuviera alguna relación con las muggles...hay ciertos rumores circulando, sobre que él rubio ha estado indagando en los certificados de nacimientos de todos los niños nacidos en dos mil cuatro, las fechas y el parecido coincide con esos dos mocosos...
—¿Ellos son sus hijos?
Asen se encogió de hombros.
—Aun nada es confirmado, pero los rumores en el ministerio son muy fuertes, más por que la mayoría ha notado el parecido de la competidora de Beauxbatons con él —vio fijamente al menor—, y si ese rumor es cierto, date por perdido contra Maxence —Deyan arrugo el rostro ante esas palabras—, a pesar de que la familia Delacour perdió todo su poder después del arresto de Pierre, Lyssandre se está encargo de recuperarlo tras su carrera como Auror y ahora director del departamento de seguridad mágica, si le sumas que es mano derecha y consejero de la ministra del ministerio mágico Británico y hermano de la ministra de Francia lo vuelve en un enemigo demasiado fuerte, que al reconocer a esos dos mocosos como sus hijos les dará un gran peso en el mundo mágico, gran peso a su palabras. Y sin dudar, contaran con el apoyo de familias importantes como los Weasley-Delacour, los Potter, los Black, porque bien sabes que con el de la familia Malfoy ya cuentan debido a que Maxence es muy amigo de Scorpius, y bueno...todo será peor teniendo el apoyo de los Black-Weasley y de los Black en general... ¿Realmente crees que no debes de preocuparte por él?
—A pesar de que cuente con el apoyo de todas las familias del mundo mágico, estoy seguro que Anired no volvería a dejar que Maxence se acerque a ella.
Afirmo con seguridad.
—¿En serio? Se lo que hiciste Deyan, no sé con qué, pero lograste amenazar a ese mocoso, pero piensa, cuando él habrá la boca ¿A quién crees que le crean? —Deyan borro la sonrisa dando paso a una expresión de enojo—...Anired lo va a escuchar, si no apuras las situaciones, todo se ira a la mierda, solo deja que Lyssandre lo reconozca como hijo y tú y todo tu plan se irán a la mierda definitivamente.
—¿Entonces qué tengo que hacer?
—Apura el compromiso —dejo la aterciopelada caja frente a Deyan la cual la tomo para verla con curiosidad—, es hora de que convenzas a Anired Black-Weasley de casarse contigo...
El búlgaro abrió la pequeña caja dejando ver una sortija con un enorme y reluciente diamante.
—¿Un anillo de compromiso? —murmuro para sí mismo y volvió a ver al director—...cumplo los diecisiete hasta septiembre y ella hasta el próximo año...es demasiado pronto...
—Deyan, tienes que hacerlo, cuando todos vean que ella usa la sortija, nadie se atreverá a siquiera pensar en coquetearle —chasqueo la lengua— ¿O quieres que Maxence se quede con todo lo que te pertenece?
Ante la pregunta los ojos de Deyan se oscurecieron, por ningún medio dejaría que ese rubio idiota arruinaría por lo que tanto se habría esforzado, se negaba a tan siquiera darle la oportunidad y si para eso tenía que comprometerse con Anired lo haría de inmediato.
—Lo hare hoy mismo —informo—, le entregare el anillo a Anired...
—Me alegro de ver tu voluntad, tienes que aprovechar este momento en el que ella no es el centro de atención o será muy tardes...retírate de una vez.
Deyan solo asintió guardando la caja en su bolsillo y despedirse del director para salir de ahí, sabiendo muy bien lo que tenía que hacer.
No aceptaría una negativa por parte de la menor, no estaba dispuesto a dejarle el camino libre al rubio, ya que si las suposiciones de Asen Lyubomir eran ciertas, solo sería cuestión de tiempo para que Maxence y Amalie D'Acanto fueran reconocidos como hijos de Jerome Delacour, y si eso pasaba, sus advertencias contra Maxence serían en vano.
Iba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera escucho como lo llamaban una y otra vez, hasta que lo tomaron de la muñeca con fuerza causando que frenara su andar.
—¡Deyan, te estoy hablando!
Soltó un suspiro al reconocer la voz, dándose la vuelta para toparse con la castaña que lo veía con decepción, al menos el pasillo del barco se encontraba completamente solo y nadie los escucharía hablar.
—Stella...no tengo tiempo ahora.
—¿Es en serio? ¿Piensas comprometerte con ella?
Cuestiono con temor en la voz y sin poder creer todo lo que logro escuchar de la oficina del director.
—¿Estuviste espiando? ¡Se suponía que no habría nadie en el barco!
Gruño con molestia.
—¡Te vi entrar y quería verte! —se encontraba demasiado herida por las decisiones del castaño—...no puedes hacer eso...tú no la amas...no te puedes casar con ella...
—Stella...tengo que hacerlo y lo sabes...
—¿Y qué hay de mí? ¿Qué pasa con lo que teníamos? —cuestiono al borde del llanto—...no me puedes dejar, así como así...
—Stella, si quieres continuar conmigo tendremos que seguir como hasta ahora...
—¿Qué? —lo miro sin creer lo que decía— ¿Esperas que siga siendo tu secreto a pesar de que te cases con ella?
—Escucha Stella, necesito estar a su lado si quiero tener el mismo poder y estatus que el de su familia...tal vez solo sea por un tiempo...hasta que logre que él —Stella sabía muy bien que se refería a Asen Lyubomir—...no tengo todo lo que tiene...y al estar con Anired lograre obtenerlo...
—Pero...dijiste que solo serían unos meses más y no que te casarías con ella.
—Stella...te quiero y lamento herirte...pero, no tengo otra opción.
La castaña no respondió nada para irse dejando completamente solo a Deyan el cual se encontraba dividido en dos: una parte de él ansiaba el poder que estaba a punto de conseguir y por otro lado ansiaba seguir a lado de Stella, a la única que realmente quería.
Esperaba realmente de no arrepentirse de su decisión.
[...]
Soltó un suspiro cuando las letras del libro frente a ella comenzaron a moverse, ya no era novedad que eso le pasara, últimamente los mareos eran más frecuentes y sabía muy bien el porqué.
A pesar de saber que se estaba haciendo daño no encontraba la forma de parar, llegaba un punto en el que seguía viéndose gorda a pesar de estar perdiendo tallas demasiado rápido, sin embargo, aún no era suficiente para ella.
Cerro el libro y bostezo, el cansancio era notable, estaba segura que se volvería loca de no ser por Deyan que aun la mantenía con los pies en la tierra.
Toda su vida cambio por completo, paso de estar rodeada de gente al quedarse completamente sola, ya no tenía absolutamente a nadie en ese colegio, y se negaba a atormentar a sus padres con sus problemas que no eran nada a comparación de los que ellos enfrentaban en el trabajo y también los que ocasionaban los mellizos, no quería atormentarlos más, no era justo para ellos.
Lloraba tanto que se sorprendía de no haber muerto por deshidratación, aunque en algunos momentos lo que más deseaba era morir al darse cuenta que no era suficiente para nada ni nadie.
No era lo suficientemente lista para lograr que George Sirius volviera a ser como antes;
No era lo suficientemente convincente y confiable para que Regulus John confiara en sus palabras;
No era lo suficiente para ayudar a Zed y Alex a volver a estar juntos;
No era lo suficiente para que sus amigos estuvieran con ella;
Y no fue lo suficiente para que desde un inicio Maxence se acercara a ella por ser ella y no por obtener algo a cambio.
Se daba cuenta de que de una u otra forma todos le hablaban o se acercaban a ella para obtener algo a cambio o beneficiarse de alguna manera.
Y eso, llegaba a ser demasiado cansado, tan cansado que no en varias ocasiones se llegó a preguntar si valía la pena en seguir con todo.
En seguir tratando de buscar una solución para George Sirius, intentar que Regulus le hablara y escuchara...
Tal vez solo debería de rendirse y no nadar en contra de la corriente.
Solo debía de aferrarse a algo que la guiara y como si fuera una señal unos pasos se hicieron presentes, alzo la mirada para toparse con su novio que se acercaba con una sonrisa.
—Es demasiado noche para que sigas en la biblioteca, Nir —comento deteniéndose frente a la mesa donde se encontraba—...vamos, es hora de que descanses de todo esto.
Anired asintió para comenzar a guardar sus libros y libretas en la mochila, Deyan solo la observaba esperándola, al terminar se puso de pie para tomar el peluche de conejo que llevaba a todos lados, ya que era lo único que le quedaba que le demostraba que sus hermanos alguna vez en serio la quisieron y protegieron.
Deyan arrugo el rostro al ver el conejo en los brazos de la azabache.
—Es demasiado infantil, Anired —comento con asco saliendo de la biblioteca a lado de ella—...déjalo en tu habitación o tíralo a la basura, deshazte de él.
Anired no respondió nada para abrazar el peluche con demasiada fuerza contra su pecho, Deyan siempre hacia esa especie de comentarios sobre su comportamiento e incluso físico, eran tanto que incluso la azabache acabo accediendo a que el escogiera desde su peinado, maquillaje y hasta forma de vestirse o portar el uniforme. Paso de los delineados negros y labiales rojizos, a no delinearse y usar labiales demasiado tenues, ya no usaba barnices oscuros ahora solo colores pasteles al igual que en la ropa, el cabello siempre peinado y recogido ya fuera en una coleta o con pasadores todo para conservar una apariencia más dulce y suave.
Deyan era demasiado posesivo y controlador, pero al menos era el único que no la había abandonado.
—Anired, deja de encorvarte, párate derecha que así te ves horrible...
Al escuchar la palabra horrible, está retumbo una y otra vez por su cabeza, de inmediato se paró de forma recta y con el mentón arriba corrigiendo su mala postura.
Las palabras de Deyan eran dolorosas, pero una vez que hacia lo que él decía, las cosas cambiaban y Anired escuchaba palabras dulces y cariñosas.
Estaba tan mal que se conformaba con las migajas de amor de Deyan le demostraba, porque no quería perderlo, no quería volver a quedarse sola.
Le temía tanto a la soledad.
Los pasos de los adolescentes se detuvieron frente a la entrada de la sala común de Slytherin, los pasillos ya se encontraban vacíos debido a la hora por lo que seguramente todos estarían descansando en sus habitaciones.
—Anired —llamo Deyan acercándose a ella para acariciarle la mejilla —...eres tan hermosa —le sonrió alabando la belleza que la caracterizaba—, con ese cabello tan largo y últimamente están delgada que cualquier ropa se te ve bien, sin duda que bajaras de peso te beneficio demasiado.
Deyan había notado que con solo unas cuantas palabras o halagos Anired caía fácilmente, sus ojos se iluminaban al ver que conseguía la aprobación que tanto necesitaba.
—¿Crees que soy hermosa?
Deyan se rozó sus labios contra los de ella.
—La más hermosa.
El más alto cerro la distancia con un beso, que al inicio era suave, Anired lo correspondía de forma lenta, pero conforme aumentaba la intensidad la azabache comenzó a sentirse demasiado incomoda, aun no se acostumbraba al volver con Deyan y besarlo, era extraño, ya que no le provocaba nada.
Anired rompió el beso viendo hacia otro lado, Deyan soltó un suspiro poniendo los ojos en blanco, a veces se cansaba de seguir con todo eso.
—Anired —llamo provocando que lo viera—...he estado pensando en algo...todo el mundo mágico sabe que tú y yo nos vamos a casar cuando nos graduemos ¿no es cierto? —la azabache no pudo ni responder ya que él continúo hablando—...y supongo que es normal que anunciemos que estemos comprometidos o algo así.
—¿Comprometidos? —cuestiono con confusión y abrió los ojos con sorpresa cuando el saco una caja que abrió de inmediato dejando ver una sortija de matrimonio con un enorme diamante—... ¿Un anillo de compromiso?
—Pensé que ya era hora, Anired—al ver que ella no reaccionaba la soltó de la mejilla sacando el anillo de la caja y tomando su mano izquierda—...nos conocemos desde niños y tenemos tiempo juntos, así que es normal que te diera la sortija de compromiso...
—Deyan...tengo quince años...
Respondió completamente confundida por eso, ya que en sus planes no estaba ni cerca el compromiso o matrimonio.
—Y yo dieciséis...mira no me respondas ahora —coloco la sortija con cuidado en su dedo anular izquierda—...pero utilízala, se te ve linda —menciono viendo como el anillo se adecuaba al tamaño del delgado dedo gracias a la magia que tenía en el—...y así ya será más fácil después anunciarlo.
Anired no dijo nada y solo respondió el beso de Deyan despidiéndose de él y entrando a su sala común.
Sentía que todo era demasiado rápido, un compromiso cuando solo tenía quince años ni siquiera pasaba por su mente, pero por otro lado sentía que se lo debía a Deyan, que era el que la estaba apoyando incluso para buscar una solución al problema de George Sirius.
Era un lio de sentimientos, y se daba cuenta que nadie más la voltearía a ver como lo hacía el Granger-Krum, que era el único que realmente estaba interesado en permanecer a su lado.
Tal vez su destino era casarse con él como todos alguna vez lo dijeron.
Al entrar a su dormitorio noto que sus compañeras ya estaban durmiendo y sin siquiera cambiarse o ir al baño se acostó en la cama, se sentía agotada y tras la propuesta de Deyan todo se volvía más confuso.
Dejo al conejo de peluche en el mueble de al lado y de debajo de la cama saco una sudadera azul que escondía, y la abrazo contra sí misma, como cada noche que no podía dormir, aspirando el aroma de vodka con tabaco y tierra mojada mezclado con loción masculina que poco a poco comenzaba a volverse más y más tenue.
Sin poder evitarlo las lágrimas salieron de sus ojos los cuales cerro con fuerza, sabía que debía odiarlo, pero aún se aferraba a aquello recuerdos y momentos que compartieron juntos, trato de deshacerse de todas las cosas que le recordaban a Maxence, pero no pudo tirar ni el peluche que le regalo o la gorra y sudadera que más de una vez le presto cuando hacia frio.
Entre llantos silenciosos maldecía el nombre del rubio una y otra vez, deseando nunca haberlo conocido.
¿Por qué ella fue la del corazón roto si Maxence fue el primero que se acercó?
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¡Hola!
¿Cómo están?
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Creen que Anired acepte casarse con Deyan?
En fin, nos leemos en unos días, las tqm, no se olviden de comentar y votar🖤
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