Nueve.
(En este capítulo se menciona el abuso del alcohol al igual que violencia física e incluso insinuaciones de abuso sexual.
La próxima actualización estoy planeando que sea con maratón, así que si llegan a +1000 comentarios se viene el maratón, jiji, loviu.)
Poco o nada sabía de las relaciones románticas, contaba con el ejemplo de los matrimonios de sus tíos o incluso de la relación que su madre y Robert Burke compartían desde hace años, eran cariñosos y se demostraban amor de cualquier forma. Pero... ¿Por qué no era tan fácil?
Le gustaba mucho Valentia, pero en algunas ocasiones le era difícil demostrarlo.
Ella en ocasiones lo tomaba de la mano, pero el al sentir como comenzaba a sudar la soltaba de inmediato por temor a incomodarla, ganándose una mirada de confusión por parte de la azabache.
Se cuestionaba si lo estaba haciendo bien, era la primera persona con la que salía y realmente esperaba no arruinar todo lo que estaba logrando, aunque sienta parte de él se entristecía al saber que la morena dentro de unos meses debería de volver a Bulgaria junto con Durmstrang, pues el ciclo escolar ya estaba a tan menos de tres meses de llegar a su fin y con eso el Torneo de Los Tres Magos.
También le aterraba el hecho de terminar lo que tenía con ella, ya que se encontraba seguro que una relación a distancia no funcionaría tan bien, aunque claro, ahora que ya contaba con la mayoría de edad le era mucho más fácil poder viajar sin ser acompañado por su madre o Robert utilizando la red flu, ya que aún odiaba demasiado realizar apariciones.
—Las maldiciones Cruciatus, Imperius y Avada Kedavra fueron clasificadas como imperdonables en mil setecientos diecisiete —la voz de Robert reinaba todo el salón donde se impartía la clase de Defensas contra las Artes Oscuras—, la semana anterior terminamos de ver la maldición Cruciatus, por lo que seguiremos con la maldición asesina: Avada Kedavra..
El castaño continuaba con su clase, mientras el pelirrojo escuchaba sin dejar de dibujar distintos escenarios que pasaban en su cabeza, especialmente aquellos sobre la segunda guerra mágica en la que casi todos sus tíos participaron, se preguntaba si en alguna época se suscitaría una tercera guerra mágica, realmente esperaba que no, no se sentía preparado para enfrentarse a algo como eso, suficiente ya tenía con las peleas de sus primos.
Soltó un suspiro al recordar esa pelea, todos se encontraban tan alejados por todo el lío entre los mellizos y el chisme de Zed y Alexander que aun vagaba por los pasillos, él había preferido mantenerse al margen para no causar más problemas, siempre era mejor de esa forma, ya que no terminaría en malos términos con ninguno, aparte que ya tenía suficiente con tener que concentrarse en llevar una relación romántica y también las pláticas sobre su futuro lo agobian, si no era Flitwick, su jefe de casa, era Robert, cuestionando una y otra vez que haría una vez que se graduara —para lo que aún faltaba un año más—, Burke parecía muy interesado en que se convirtiera en Auror, como él alguna vez lo fue, pero a Stefan no terminaba de convencerle la idea, ya que ese tipo de trabajo no era para él.
Deseaba algo tranquilo y que le permitiera seguir con su más grande pasión: Dibujar.
Paso por su mente ser pintor o dibujante, pero también era de su conocimiento que no era una carrera muy bien remunerada, así que se debatía internamente porque hacer.
—Voldemort usaba esa maldición en los sangre sucia —la voz con un marcado acento búlgaro inundo el salón interrumpiendo la clase—, en sus épocas no toleraba a ningún desagradable hijo de muggles, mis abuelos dicen que eran épocas gloriosas...
Stefan aparto la mirada algo molesto, siempre le molestaba cuando se referían de esa forma a los hijos de muggles, pues su madre lo era, trataba de que no le afectara, pero al ver que el varón que lo dijo se encontraba sentado junto a Valentia no pudo evitar fruncir aún más el ceño.
—No sé en Durmstrang que clase educación tenga, pero Señor Reid, en Hogwarts no empleamos esos términos tan despectivos y mucho menos alabamos todo lo que hizo Voldemort, que le recuerdo fue un martirio para miles de nosotros...
—¿Para usted, Señor Burke? Si su familia es de sangre pura...acaso... ¿No extraña la época en la que nosotros teníamos todo el poder? —el menor puso una sonrisa divertida — ¿No extraña la época en las que con un Avada Kedavra —hizo una extraña voz, como si pujara mientras hablara tratando de imitar el tono que varios magos decían que empleaba Voldemort cuando lanzaba esa maldición ganando varias risas de sus compañeros por ese pésimo arremedo—...solucionaba todo?
Los ojos castaños de Denvers no evitaron atrapar a Valentia riéndose aumentando su molestia a un nivel inimaginable que apretó con tanta fuerza el lápiz entre su mano que sin evitarlo trono la punta contra la hoja de pergamino en la que dibujaba.
Burke trato de mantener el habitual rostro relajado que lo caracterizaba para no demostrar lo mucho que eso comentarios lo hacían enojar, esos meses le habían servido para conocer muy bien a los alumnos de Durmstrang, de los cuales la mayoría era elitistas y puristas de la sangre tal y como el director: Asen Lyubomir, no era la primera vez que escuchaba algún comentario como ese durante las clases, pero realmente se estaba cansado de esa arrogancia que los reinaba, soltó un suspiro y se apretó el puente de la nariz buscando un poco de calma.
—No, fueron épocas oscuras y dolorosas para cual quiera... cientos de muertes y una guerra en la que cuando nosotros éramos unos niños como ustedes tuvimos que participar —odiaba hablar de esas épocas, eran recuerdos dolorosos los cuales prefería callar aparte que se sentía demasiado avergonzado por las acciones de su familia—...no encuentro ninguna gracia a su comentario, y estoy seguro que le puede preguntar a sus padres para que sepa todo lo que sufrieron.
Philip Reid se quedó callado, ya que sus dos progenitores habían terminado en Azkaban cuando él era un niño y los aurores lograron encontrarlos para ser juzgados por la participación con los mortifagos quedando bajo la tutela de sus abuelos, a los que al menos no lograron probarles nada.
Los alumnos de Durmstrang comenzaron a cesar sus carcajadas, Valentia se sintió observada y giro hacia Stefan que se encontraba sentado al lado de Freddos Weasley, el cual permanecía con el rostro completamente estoico al igual que todos los estudiantes de Hogwarts.
Valentia provenía de una familia de sangre pura, si bien sus padres nunca tuvieron ningún estigma por la pureza de la sangre e incluso se llevaban bien con familias de mestizos o muggles, tal como su mejor amigo Lorenzo que era un mestizo, algunas veces la morena dejaba llevarse por los comentarios de sus compañeros terminando en risas, ya que era normal escucharlos por los pasillos del castillo donde habitualmente estaban o incluso en el comedor.
No compartía esa idea, pero en algunas ocasiones, justo como esa le era imposible no reírse y al parecer al pelirrojo no le había parecido ya que se encontraba demasiado enojado, de una forma que nunca lo había visto Valentia.
La clase continuo después de esas palabras de Burke sin ninguna interrupción más, Romellie buscaba la mirada de Stefan, pero él ni siquiera se dignaba a devolvérsela, nunca creyó que se enojaría por algo como eso, cuando ella ni siquiera dijo nada.
Robert termino el tema dejando una pequeña tarea para todos los alumnos, los cuales comenzaron a dispersarse rápidamente ya que aún se sentía la tensión en el ambiente, los alumnos de Durmstrang se ganaron varias malas miradas por parte de los de Hogwarts e incluso de los pocos de Beauxbatons que se encontraban ahí.
—Voy por Brooke —informo Freddos caminando a lado de su primo que aún conservaba esa expresión de molestia—, nos vemos en Herbología.
—Sí, nos vemos.
Fue lo único que pronuncio para ver como el rubio se alejaba y seguir con su camino sin detenerse a pesar de que escuchaba la voz de Valentia llamándolo, no se encontraba en condiciones como para hablarle, seguía sin creer que a ella le causaran gracia aquellos estúpidos comentarios.
Se dirigió a su sala común, siempre había sido de enojarse y alejarse, ya que se sentía más cómodo actuando así que enfrentando a las personas o cosas que provocaban su enojo.
—¡Stefan!
Valentia logro alcanzarlo y tomarlo del brazo antes de que entrara a la sala común de los Ravenclaw, Stefan suspiro tratando de que sus expresiones faciales no demostraran lo molesto que se hallaba en esos momentos, sin poder escapar tuvo que dar la vuelta para enfrentarse a Romelli.
—Valentia...
A él mismo le extraño su voz, ya que no tenía ningún tono en especial, ni siquiera el tono suave que utilizaba con ella.
La morena lo miro con extrañeza, nunca, en esos meses que llevaban conociendo, le había hablado con ese tono de voz.
—¿Por qué pareces tan enojado?
El más alto arrugo el entre cejo ante la pregunta.
—¿Cómo esperas que este ante esos comentarios? —Val se quedó callada dándose cuenta que no debió de reírse— ¿Tanto quieres que los hijos de muggles dejen el mundo mágico?
—¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¿Por qué te pones de esa manera? —entendía que la mayoría de estudiantes de Hogwarts fueran algo recesivos ante esos comentarios, pero nunca vio a Stefan de esa manera — ¡Solo fue un estúpido comentario!
—¡Del cual te estabas riendo! ¿Tan divertido es pensar en eso?
—¡Merlín! —paso la mano sobre su rostro— ¿Por qué te pones así? No pensé que te enojarías tanto por reírme un poco...
—¡Mi mamá es hija de muggles! ¡Mi mamá tuvo que soportar años de esos comentarios! —soltó viéndola molesto— ¡Yo también soy un sangre sucia!
Valentia se quedó helada ante lo que él decía, Stefan sin darle tiempo a responder se metió a su sala común a la que ella no podría entrar. Nunca se había sentido tan enojado como en esos momentos, como si algo dentro de él explotara aumentando todo, cierta parte sabía muy bien que era una estupidez actuar de esa forma, pero otra parte no pudo evitarlo al recordar a Valentia riéndose de esos comentarios.
Sin poder eliminar esa imagen de la morena con la risa en los labios subió a su habitación, tratando de calmarse cosa que parecía imposible.
Era una mezcla de tristeza y enojo, el segundo sentimiento más grande que el primero y era tan grande que apretaba la mandíbula con demasiada fuerza que incluso escuchaba sus dientes rechinar.
Apretó el tarro entre su mano con algo de fuerza, sin poder apartar la mirada de la joven pareja a unos metros de él, odiaba verla tan cerca del castaño, odiaba ver cómo Deyan podía abrazarla y besarla, lo peor era que Anired no hacía ningún esfuerzo por alejarlo, solo se quedaba estática con una sutil sonrisa adornándole los labios, con la que demostraba lo poco cómoda que se sentía al estar rodeada de puros alumnos de Durmstrang.
Deseaba ir y alejarla de él, gritarle a Deyan que no la volviera a tocar en su puta vida, pero eso resultaba imposible y solo sucedía en su imaginación, en la misma que formaba diversos escenarios en los cuales él era él se encontraba a lado a lado de la azabache y no ese imbécil.
Extrañaba demasiado a Anired, al menos antes tan siquiera podía acercarse a molestarla, en cambio ahora ni eso y ella ni siquiera lo volteaba a ver, era como si él no existiera, y comprendía demasiado bien que era lo que se merecía por haberle dicho esas cosas tan horribles que seguramente la hirieron, pero es que no existía otra manera, se encontró acorralado entre la espada y la pared, varias veces se preguntó si habría tomado la decisión correcta o si habría existido otra forma.
Soltó un suspiro viendo al castaño que sonreía con esa superioridad que tanto lo caracterizaba mientras rodeaba los hombros de Anired la que solo se dedicaba a tomar un vaso de agua.
Si, había tomado la decisión correcta.
O eso era lo que se repetía una y otra vez para tratar de sentirse mejor consigo mismo, aunque no funcionaba como esperaba.
Le dio otro trago al Whiskey de fuego dejando que quemara su garganta, últimamente se estaba acostumbrando tanto al sabor que ya no le resultaba tan molesto como antes o tal vez era porque la garganta la tenía entumecida debido a la gran ingesta de alcohol, ya que desde que se despertó en lugar de desayunar comenzó a beber.
—Que ganas de darle un golpe —una voz lo saco de sus pensamientos, dejo el tarro sobre la barra de madera virando los ojos, no tenía nada de humor para platicar, prefería estar a solas—...no sé cómo ella lo aguanta...
—¿Por qué me hablas? —cuestiono arrastrando las palabras ya que la lengua se le enredaba debido a su sobriedad incluso la vista comenzaba a tornarse borrosa—... métete en tus asuntos y déjame en paz.
—¿Sabes? No creo que esa sea la forma de hablarle a tus profesores, D'Acanto...
El menor chasqueo la lengua, la voz del mayor le resultaba demasiado molesta con ese tono de diversión, se giró topándose con los ojos azules del mayor que lo miraban fijamente, realmente parecía divertirse mucho con molestarlo de esa forma.
—Que yo sepa eres maestro de <<Hograts>> —comento de forma altanera para señalar el uniforme azul que portaba—...y...oh...sorpresa...soy de <<Baxbatons>>
Dean Alexander Roux, profesor de conocimientos muggles veía a D'Acanto, físicamente parecía destruido y estaba seguro que emocionalmente se encontraba igual o peor, gracias a los chismes y rumores que circulaban por el viejo castillo se pudo enterar un poco de aquel extraño ¿Triángulo amoroso? O tal vez sería un ángulo porque los dos varones se encontraban detrás de la misma chica.
Roux pensaba que era demasiado difícil entender esa clase de romance, pero comprendía un poco de lo que vivía Maxence, que al parecer era el más afectado por la pareja a unos metros de ellos, por otro lado, no lograba entender como la azabache, que no parecía nada feliz, estaba con alguien tan arrogante y engreído como ese búlgaro.
Trato a Anired un par de veces y se dio cuenta que era una niña demasiado dulce, no negaría que incluso llego a preocuparse por ya no verla de manera regular en las clases que él impartía. Incluso, trato de hablar con ella, pero nunca la veía en el gran comedor y cuando lograba encontrarla siempre estaba acompañada el Granger-Krum, sin duda deseaba que un dragón se comiera a ese insoportable mocoso.
Pero, más allá de eso, Maxence y Anired despertaban una enorme curiosidad en él, tal vez era porque le gustaba el drama que ellos representaban o quizá su curiosidad se debía a que era como ver a Anirak Black-Weasley y Lyssandre Delacour con varios años menos. Los adolescentes eran más parecidos a ellos, incluso la mirada de los dos rubios eran idénticas cuando veían a las azabaches, esas miradas profundas como si estuvieran viendo a lo más hermoso de su vida por lo cual estarían dispuestos a morir, demostrando una enorme fortaleza, pero al mismo tiempo una inmensa debilidad ante ellas.
Sin duda, debía de dejar de leer esos estúpidos libros de amor muggle que más de una vez les confisco a sus jóvenes alumnas por leer en su clase, aunque también sería un buen tema de clase: "Amor muggle Vs. Amor Mágico", si, definitivamente lo seria.
Con ese pensamiento volvió a ver al adolescente frente a él que seguía bebiendo Whiskey de Fuego, incluso aprovecho que se hundió en sus pensamientos para pedir más alcohol el cual ya estaba bebiendo como si no existiera un mañana, al parecer era su forma de demostrar lo mal que se encontraba.
—¿Si tanto te molesta por qué no haces algo? —alzo la ceja, negando suavemente con la cabeza—, luces asquerosamente mal...y con ese aroma estoy demasiado seguro que ella no te va a querer ni cerca...
La paciencia de Maxence comenzaba a terminarse al no saber cómo deshacerse de ese tonto profesor, había entrado a unas cuantas clases siendo obligado por Scorpius, realmente no le interesaba en absoluto esa tonta materia, pero como si no fuera suficiente tener que soportar esas estúpidas bromas, que no eran nada graciosas, en el castillo, ahora también las escuchaba fuera de Hogwarts, aunque gracias al alcohol eran un tanto tolerables, pero aun así deseaba que ese tonto rubio se fuera de una vez.
—¿No tienes algo más importante que hacer?
Dean acepto la cerveza de mantequilla que le entrego el mesero para darle un enorme sorbo disfrutando del sabor y volver la mirada azul al menor.
—¿Siempre eres así de amargado?
Respondió, Maxence le lanzo una mala mirada y sin poder evitarlo volvió los ojos a donde estaba la azabache que tanto extrañaba, arrugo el entrecejo dejando la bebida de golpe sobre la barra al notar como Deyan la tomaba con fuerza de la muñeca y le murmuraba algo al oído, nunca lograría escuchar que le decía por la distancia a la que se hallaban, pero estaba demasiado seguro que se trataba de algo que no le agradaba a Anired que no tenía ninguna expresión en el rostro, conociendo al castaño sin duda sería uno de los malos comentarios que siempre lanzaba contra ella.
—¿Realmente no piensas hacer nada? —Dean esperaba que Maxence hiciera algo en contra del castaño, no creyó que toleraría por mucho rato ver ese comportamiento hacia la menor—... ¿A caso no te molesta el ver como la trata?
—¿Y qué esperas que haga? —la poca conciencia que aun tenia le dictaba que no interviniera o empeoraría las cosas, claro si es que podían ser peor—...dudo mucho que Anired quiera que me meta...
—¿Crees que a ella le gusta que la traten de esa forma? —la mirada de Dean se posó sobre la menor de la familia Black-Weasley, se notaba de buenas a primeras lo mucho que ella intentaba disimular, pero parecía muy herida por la actitud del castaño, la más pálida solo bajaba o desviaba la vista a cualquier lado moviendo los ojos de forma rápida en un intento de no llorar—, estoy seguro que espera que alguien la aleje de él...
—Si tanto espera eso... ¿Por qué esta con él?
La pregunta le dolió a Maxence, ya que conocía que él mismo la orillo a eso, pero por otro lado no lograba explicarse porque Anired regreso con Deyan, de todas las personas...
¿Por qué él?
Anired tenía demasiadas personas a su alrededor al igual que pretendientes, tenía un mundo de personas sobre las cuales escoger...
Entonces ¿Por qué estaba con Deyan que era la persona que peor la trataba?
—Anired...es muy noble o eso he escuchado, me imagino que tú la conoces más que yo —Dean dejo el tarro de cerveza viendo al rubio menor que trataba de enfocar la mirada—, las personas nobles y buenas por lo regular siempre terminan con idiotas como él...
—¿P...por... qué la gente buena sale con alguien malo como él?
La cabeza de Maxence daba vuelta y el dolor era más fuerte que anteriormente, Dean soltó un suspiro encogiéndose de hombros.
—A veces las personas aceptamos el amor que creemos merecer —sonrió débilmente borrando aquel rastro de diversión que lo caracterizaba—...y quizá porque él le presto la cantidad justa de atención en el momento equivocado....
—¿Po...demos hacerles saber que merecen más?
El alcohol volvía a Maxence sumamente honesto y transparente dejándolo hablar sin su sarcasmo habitual.
—Puedes tratar —Dean le palmeo el hombro—...aunque tendrás un gran obstáculo, sabes que ese mocoso no te dejara el camino tan fácil.
Al recordar a Deyan, Maxence arrugo el rostro soltando un gruñido, Dean sonrió para agregar
—: Si yo fuera tú ya le habría roto la cara, lamentablemente soy profesor de Hogwarts y no puedo hacerlo yo mismo...
Maxence lo vio por unos segundos con curiosidad, justo en esos momentos parecía un niño pequeño.
—¿Por qué me dice eso?
—Puedes tomarlo como un consejo...ya sabes como si fuera un consejo paterno...
Le guiño el ojo con gracia y el menor hizo una mueca.
—No tengo papá...
—O tómalo como el consejo de tu tío divertido—observo a la azabache que caminaba a la salida dejando al búlgaro algo molesto—...si quieres hablar con ella, deberías de aprovechar, no tendrás otro momento como este...
Maxence asintió buscando unos cuantos galeones que dejo sobre la barra pagando lo que consumió, a trompicones logro caminar siendo observado por Roux.
—¡Granger-Krum! —Dean le llamo al castaño que paso frente a él—...ven un momento, necesito hablar contigo.
Deyan soltó un bufido y camino de mala gana hacia el profesor que sonreía con tranquilidad viendo de lejos como Maxence llegaba a la salida siguiendo a la azabache.
Caminaba concentrada en secarse las lágrimas, todo iba peor que al inicio, no había cosa que no le saliera más, ahora incluso por unos de sus mareos había tirado el vaso de agua mojando a Deyan y provocando que él se enojara, se sentía más tonta que antes e incluso ya ni siquiera tenía una buena retención memorial.
Tal vez era por la falta de la ingesta de alimento o por las noches que pasaba sin dormir, pero era como si todo dejara de importarle, como si algo se hubiera apagado dentro de ella, dándose cuenta de lo poco que valía.
Poco a poco caía en lo mucho que se odiaba, entendiendo cada vez más por qué las personas se alejaban o porque sus hermanos ni siquiera querían escucharla, y si seguía de esa forma pronto perdería a Deyan, que era la única persona que estaba a su lado.
—Anigget...
La menor se quedó helada al escuchar esa voz que reconocería en cualquier lado, una corriente eléctrica le recorrió toda la columna vertebral y las manos comenzaron a sudarle aún más cuando él la tomó de la mano para que no avanzara.
Las piernas le temblaron sin querer voltear, trato de alejarse, pero el cuerpo no le respondió.
Maxence ansiaba que girara, necesitaba verle el rostro, había estado tanto tiempo lejos de ella que justo ahora no deseaba que nadie lo interrumpiera, ni siquiera las inmensas nauseas que los estaban atacando por la enorme cantidad de alcohol que se encontraba en su sistema.
—Anigget.
Volvió a llamar, esperando que volteara a verlo y no se alejara dejándolo ahí parado como un idiota.
Anired no pudo más y se giró para toparse con el rostro del rubio, viendo la pésima condición que lo caracterizaba, el cabello dorado no tenía ningún brillo y estaba completamente despeinado, las ojeras marcadas eran extremadamente notables y ni decir del uniforme todo mal acomodado e incluso unas manchas se hacían presentes en el saco.
La Black-Weasley arrugo la nariz cuando el aroma a alcohol la golpeo, estaba acostumbrada al olor a vida tan característico de él, pero el que ahora tenía era mucho más fuerte resultando desagradable.
Maxence se quedó pasmado al verla, el corazón le dio un vuelco al volver a ver ese bonito rostro que tanto extraño, no estaba seguro si era por lo ebrio que estaba o si se trataba de algo real, pero la azabache parecía ser más delgada que antes y tenía una cara enfermiza: pálida, ojeras marcadas y demacrada, incluso los huesos de los pómulos se resaltaban más que antes haciendo más notable la pérdida de peso, pero seguía igual de hermosa que la última vez que la vio tan cerca.
Trago saliva al ver los ojos grises que tan loco lo volvían y no pudo evitar que el corazón se le oprimiera al notar lo irritados que se encontraban al igual que los rastros de lágrimas que los adornaban.
—D'Acanto...
Murmuro la azabache moviendo la mano para que la soltara, pero el rubio ni siquiera le tomo importancia a ese movimiento,
—Ne...necesito —tuvo que apretar la boca y tragar con fuerza al sentir el vómito en la garganta para poder continuar—...decirte...algo...
La azabache negó tratando de alejarse.
—Tú y yo no tenemos nada que hablar—se mordió el labio, el corazón le latía con vehemencia debido al nerviosismo que él le provocaba, pero también por la preocupación al notar lo mal que lucía, cierta parte de ella lo odiaba—... suéltame...
Max se iba a acercar más cuando nuevamente se mareo y las náuseas fueron tan fuertes que corrió hacia la primera pared que vio para poder vomitar.
La Black-Weasley se debatía entre ir a ver si estaba bien o no, realmente intentaba por todos los medios permanecer lejos de él, al recordar las horribles palabras que le dijo aquel día su corazón se marchitaba una y otra vez, pero no pudo no ir con él.
Su lado compasivo fue más fuerte aunado a lo que aun Maxence provocaba en ella, el más alto se sentía terriblemente mal, con una mano se agarraba de la pared agachándose tomando enormes bocanadas de aire para aliviar aquella horrible sensación, maldiciéndose internamente.
El cuerpo de Maxence se relajó al sentir una pequeña mano sobándole la espalda y de inmediato supo de quien se trataba, así que con la mano trato de limpiarse la boca para no verse tan mal, si es que eso era posible.
—Eres un maldito borracho...
Murmuro la menor, los luceros grises reflejaban la preocupación que sentía por Maxence, a pesar de repetirse una y otra vez que lo odiaba, no podía solo dejarlo ahí en ese estado.
El rubio dejo que le sobara la espalda por unos segundos más para pararse bien y voltear a verla, todo le daba vuelta y no estaba muy seguro de sus acciones, sabía que estaba metiéndose en un enorme riesgo, pero solo ansiaba poder estar al lado de Anired por más tiempo.
—¿A caso eres un ángel?
Balbuceo con la mejor sonrisa coqueta que pudo, Anired arrugo el entrecejo y se alejó unos pasos de él viéndolo con molestia por su intento de ligar como antes lo hacía.
—Si piensas que con eso provocas algo en mi—las miradas de ambos se conectaron provocando que la sonrisa de Maxence creciera más, amaba esa actitud defensiva de Anired—...solo es un enorme asco.
Max se relamía el labio inferior, los ojos brillaban con intensidad como si se tratara de un animal cazador y Anired la pequeña presa que tanto ansiaba.
—Dilo otra vez...
Anired alzo la ceja viéndolo confundida por su petición, sí que era idiota, pero ebrio lo era aún peor.
—¿Qué cosa?
La mano del rubio termino sobre la pared nuevamente tapándole el paso a Anired con su brazo que quedo en medio de su cuerpo y el muro tras ella, la menor alzó la mirada alejándose lo más que podía hasta chocar la espalda contra el frio cemento.
—Que te doy asco...se escucha tan jodidamente bien de tu boca
Anired desvió el rostro apartando la mirada de Maxence, los recuerdos la golpearon teniendo un enorme deja vu de todas las veces que él la acorralaba de esa forma.
—Quítate...apestas a alcohol y a vómito, cerdo oxigenado...
Al escuchar el apodo D'Acanto en lugar de molestarse se sintió mejor consigo mismo, al menos lo volvía a insultar como antes.
—¿Qué? ¿Vas a ir corriendo con tu estúpido novio?—soltó con enojo recordando que seguía con el búlgaro —...¿Por qué estas con él...Anigget? —se inclinó para estar a la altura de su oreja, las pequeñas manos de las adolescente frente a él terminaron sobre su pecho empujándolo, pero a pesar de estar ebrio la fuerza de Anired era diminuta—...yo podría ser mejor novio que él —murmuro rozando los labios contra la pequeña oreja—...podría hacer todo mucho mejor que él...y lo sabes—la mano libre vago por la pequeña cintura de la más delgada que era cubierta por la camisa del uniforme—...recuerdo lo mucho que te mojaba que hiciera esto...
Su voz era completamente ronca y bajo los labios para dejarle un húmedo beso en el cuello donde hizo un poco de succión rozando los dientes con suavidad para no herirla.
Esperaba un suspiro o algún balbuceo de Anired, cualquier otra respuesta menos un fuerte empujón que lo hizo terminar de bruces en el suelo.
—¡Deja de jugar conmigo! —grito la Black-Weasley con la voz rota y las espesas lagrimas recorriéndole el rostro, D'Acanto alzo la mirada quedándose consternado al verla tan afectada— ¡¿Qué demonios quieres, Maxence?! ¡¿Qué es lo que quieres de mí?! —tras cada palabra pequeños sollozos salían de sus labios— ¡Mis hermanos ya no me hablan, no puedo decirte nada sobre la tercera prueba!¡¿Qué mierda te hice para que juegues conmigo de esa manera?! ¡¿Tanto es tu odio?! ¡Dijiste que ya te habías aburrido de usarme o de intentar tener sexo...entonces solo déjame en paz!
Maxence con dificultad logro ponerse de pie, Anired no paraba de llorar y hablando con la voz cortada, incluso llego a ahogarse con sus propias lágrimas en algunas ocasiones.
—Anigget...no...no quería...
—¡¿No querías qué?! —se tallo los ojos bruscamente tratando de parar un poco de su llanto cosa que resulto estúpida pues no funciono—... ¡Ya estoy cansada de esto...de que me tomes como un maldito juguete...como un maldito objeto sin sentimientos...solo...solo déjame en paz...por favor...para con tus juegos... por favor! —pidió para murmurar—: ya no puedo seguir de esta forma...
Maxence se sintió demasiado mal al verla en ese estado, se encontraba completamente frágil. Nunca espero verla suplicar de esa forma...tan rota, ella temblaba llorando porque la dejara en paz.
Realmente lo odiaba, y era más grande su odio de que él creyó, como si eso no fuera suficiente la voz que más odiaba en ese mundo se hizo presente.
—¡Anired! ¿Qué paso? —el castaño se acercó de inmediato a la azabache sin comprender porque lloraba de esa manera— ¿Te hizo algo este imbécil?
Maxence casi salta sobre él de no ser porque una mano en su hombro lo detuvo, giro el rostro topándose con Dean que negó con un movimiento de cabeza.
—Estas ebrio...y dudo que quieras afectarla más de lo que ya está...
Maxence no respondió nada para ver como Deyan trataba de calmar a Anired la que no decía nada y solo lloraba.
Los ojos verdes de Deyan pararon sobre Maxence, Dean ponía fuerza en el agarre de su hombro para que no hiciera ninguna estupidez, claro que quería ver una pelea, pero sabía que la más afectada seria la chica que se encontraba a unos metros, y a pesar de todo no era tan idiota como para disfrutar de verla llorar de esa manera tan desgarradora.
—¡Te dije que te mantuvieras lejos de ella, al parecer no puedes entender! —sonrió de manera torcida, el rubio no aparto la mirada recordando la última vez que hablaron—...espero no te arrepientas de tus malditas decisiones, que él único culpable de todo eres tú por entrometido...
Dean los miraba confundido ya que al parecer había algo más profundo entre esos adolescentes, sin decir más el búlgaro tomo de la muñeca a Anired para alejarse de ahí dando largos pasos llenos de molestia.
Maxence solo los miro alejarse, dándose cuenta de que acababa de cavar su propia tumba...y por si no fuera poco, también la de Amalie.
[...]
El cuerpo de Deyan irradiaba una ira tan inmensa que ni siquiera media la fuerza con la que sostenía la muñeca de Anired que trataba de seguir sus pasos para no ser más lastimada por sus jalones.
El castaño logro que la sala de menesteres se abriera frente a ellos, ya que sería el lugar donde tendría más privacidad para platicar, pues varios ojos curiosos los estuvieron viendo sin ningún disimulo debido al estado en el que se encontraba la menor, era un mar de lágrimas y solo soltaba estúpidos sollozos que lo hacían enojar más.
¿Por qué el imbécil de Maxence siempre tenía que aparecer en el medio?
Trato de hacer todo lo imposible para alejarlo, pero el rubio al parecer no valoraba lo suficiente su vida...ni la de su hermana o la de Scorpius.
Pues, Maxence estaba muy equivocado si creía que él se quedaría de brazos cruzados, le daría una última amenaza y si con eso no comprendía, sabía muy bien lo que haría.
—¡¿Por qué estabas con ese imbécil?!
Estallo tras cerrar la puerta de golpe y sin ninguna delicadeza empujo a Anired dentro soltándola de forma brusca, la azabache casi pierde el equilibrio, pero al menos pudo mantenerse de pie.
—Él me hablo...
Respondió con un hilo de voz, Deyan se acercó más a ella, al notar su enorme enojo y mirada llena de odio, Anired retrocedió tratando de escapar, le daba demasiado miedo esa actitud que estaba tomando en su contra.
—¡Deja de mentir de una puta vez! ¡¿Tanto quieres estar con ese jodido imbécil?! —Deyan la empujo contra la pared, Anired soltó un quejido al pegarse con fuerza contra el duro muro— ¡¿No fue suficiente que te dijera esas cosas horribles?! ¡¿Qué más quieres?! ¡¿O es que tanto disfrutas de estar como una zorra arrastrada detrás de él?!
El cuerpo de la azabache no respondía, era como si se tratara de un títere siendo controlado por alguien más, no pudo hacer nada para intentar defenderse de alguna manera más que soltar sollozos pidiendo que Deyan la dejara.
Quería desaparecer de ahí, estar en cualquier lugar menos ahí.
—Deyan...por favor...
Su voz era un hilo y soltó un grito cuando la enorme mano del búlgaro termino en su garganta haciendo presión para obligarla a verlo.
—¡Si quieres ser una puta te voy a tratar como una! —no le importaba el daño que le causaba a la menor, la ira lo cegaba por darse cuenta que Anired aún se atrevía a tan siquiera mirar a D'Acanto— ¡Eres mi maldita prometida, eres mía! ¡¿Por qué tienes que estar de arrastrada con ese imbécil?!
La falta de aire no dejaba que la menor pudiera responder, solo podía tratar de dar grandes bocanadas, lágrimas seguían escurriendo dejando un camino húmedo hasta la mano del castaño que apretaba el cuello, Deyan la vio por unos segundos y una extraña sonrisa le adorno el rostro.
—Anired... ¿A caso deseas volver a quedarte completamente sola? —se acercó a ella besándole la mejilla de forma sonora—...no sabes cuánto te amo, pero odio que sigas poniéndole atención a D'Acanto, ya una vez te lastimo...no quiero que vuelva a pasar eso, Nir —al decir el apellido del alemán volvió aumentar la fuerza en el agarre volviendo más complicado para la azabache respirar—...mantente lejos de ese imbécil, Anired...
Tras decir eso la movió con fuerza y la empujó al suelo soltando el agarre dejando con eso una enorme marca roja con forma de dedos y mano, rodeando el delgado y pálido cuello.
Anired cayó al suelo, apenas y pudo meter las manos para evitar golpearse el rostro, tosía y trataba de recuperar el aire que tanto le hacía falta, la piel del cuello le dolía y ardía con demasiada vehemencia, llevo una mano hasta el rostro para limpiarse las lágrimas de manera brusca, odiaba llorar de esa forma...
Odiaba ser tan débil.
Deyan se puso de cuclillas frente a ella y la tomo de la barbilla.
—Realmente no te quiero tratar así, Anired, te amo tanto y me duele verte de esta manera—le acaricio el labio inferior de forma lenta dejando que se mojara de las lágrimas de la menor—...pero, debes de entender que si no eres mía no serás de nadie.
No dejo que la azabache respondiera para besarla de manera dominante al ver que no correspondía le mordió el labio con tanta fuerza que probo el sabor a hierro.
Anired ni siquiera podía hablar o moverse, había algo extraño que no la dejaba hacer no un solo movimiento o ni siquiera pronunciar una palabra más que llorar pidiendo internamente que el mayor parara, pero él no parecía querer hacerlo, sino todo lo contrario, dejo de besar los carnosos labios para bajar por la mandíbula dejando besos húmedos que provocaban mayor incomodidad en la adolescente.
Deyan recorrió el fino cuello llevando las manos a la blusa, beso la enorme marca roja que realizo con sus propias manos, como si con eso borrara el rastro, no le importaba el llanto de la menor, solo le interesaba obtener lo que él quería.
No pudo evitar soltar un gruñido de enojo y alejarse con fuerza como si Anired tuviera viruela de dragón al distinguir un pequeño chupetón rojo sabiendo muy bien que él no lo hizo.
—Qué asco me das —escupió con una mueca en la cara parándose recto y viéndola con superioridad—...más te vale que te quites esa asquerosa marca que te dejo aquel bastardo o yo mismo lo hare—ella solo bajo la mirada—...todo esto lo hago porque te amo, Anired, porque me lo debes, soy el único que ha seguido a tu lado ¿Recuerdas como todos te han dado la espalda? Uno a uno sin llegar a preocuparse por lo que tú sentías o te pasabas ¿Quieres volver a estar sola? —no hubo ninguna respuesta, Deyan solo sonrió con autosuficiencia—, antes de salir de aquí límpiate las lágrimas y cúbrete esa marca—le señalo el cuello—, no quiero escuchar más rumores o chismes sobre nosotros, Anired.
La observo por unos cuantos segundos más, ella seguía viendo el suelo dejando que el largo cabello le cubriera parte del rostro, se encogió de hombros para salir de la sala de menesteres sin importarle el dejarla ahí completamente sola.
La azabache lloraba en silencio deseando que todo parara de una vez, cuando Deyan se alejo fue como si aquello que no la dejaba actuar desapareciera y todo su cuerpo quedo sin fuerza para caer de lleno en el suelo, ni siquiera eso le importo.
Ya no le importaba nada, lo único que deseaba era que toda esa pesadilla acabara, que todo tuviera un final en ese momento.
No quería sentir más, con todas sus fuerzas deseaba no tener sentimientos o sensaciones, daría lo que fuera por ser solo una estatua de mármol o cualquier cosa que no tuviera esa tristeza y ese dolor que le golpeaba el pecho.
De todo, nunca creyó que Deyan fuera capaz de tan siquiera ahorcarla...
Al pasar ese pensamiento por su mente no pudo evitar sentir una enorme nausea y sin detenerlo o tener tiempo para ponerse de pie vomito todo lo que tenía en el estómago, que era solo agua.
Para su sorpresa el vómito...era sangre y por extraño que pareciera incluso alcanzo a distinguir unas pequeñas tachuelas mezcladas con esa sangre en el suelo.
Lo peor fue que cada que pasaba por su cabeza lo que Deyan le hizo hace unos minutos volvía a vomitar, como si fuera una clase de castigo por tan solo pensar en contar algo del maltrato que sufría por parte de su novio.
⚜⚜⚜
Por los pasillos pasaba diversos alumnos caminando a sus aulas comunes ya que la mayoría de clases llegaban a su fin y querían descansar.
Amalie e Itziar, que acababan de salir de adivinación buscaban por todos lados a Maxence que había desaparecido desde el inicio de la jornada escolar sin siquiera decir una palabra, las dos adolescentes temían que se metiera en problemas, ya que últimamente siempre estaba ebrio así que no pensaba en nada de lo que hacía, por otro lado, también se preocupaban porque se hubiera caído al lago o metido en alguna pelea que evidentemente no ganaría en ese estado.
—El único lugar en el que nos falta buscar es ahí...
Señalo la puerta del baño en desuso en el séptimo piso, ya habían recorrido todos los lugres accesibles del castillo, incluso los jardines y el carruaje al igual que varias de las habitaciones de este, hasta buscaron en el dormitorio de Scorpius, pero no encontraron ni rastro de Maxence, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Aunque Amalie sabia de un lugar en el que podría estar: Las Tres Escobas, pero realmente no quería ir porque sabría que se lo tomaría más ebrio de lo que estaba.
—Vamos, tal vez se haya metido a fumar o algo así...
La pelirroja asintió para caminar a lado de Amalie la que parecía de mejor humor últimamente, al parecer poco a poco comenzaba a superar todo aquello que paso con George Black-Weasley, aún le dolía, pero ya era mucho menor, al menos ya no centraba su atención en él.
Sin siquiera tocar ambas entraron para toparse con una escena demasiado extraña frente a ellas.
—Abi...maldita sea, duele....
Escucharon una voz masculina quejarse y de inmediato distinguieron de quien se trataba: Regulus John Black-Weasley, el menor de los mellizos en compañía de una morena de cabello extremadamente rozado.
—Es que esto no deja de sangrar —comento la menor apretando una gasa en contra del brazo del pelinegro que sangraba—...en serio, debemos de ir a la enfermería, tal vez es una maldición o algo.
Los ojos azules recorrieron al varón, seguía igual que antes, tal vez con la diferencia de que ahora su cuerpo parecía más tonificado.
Desde que paso lo de George Sirius no había vuelto a hablar con ninguno de sus hermanos o más bien con nadie de su familia o amigo—a excepción de Scorpius—, tal vez una medida infantil ya que ninguno tenía la culpa, pero era lo mejor para su salud mental.
—¿Qué te paso?
Cuestiono la pelirroja, Regulus al escuchar la voz de Arwen no evito poner los ojos en blanco.
—George me ataco la semana pasada, sangro un poco al inicio y después paro —explico, no tenía nada de ganas de discutir y mientras más rápido le dijera más rápido ella se iría—...y hoy de la nada volvió a sangrar.
Amalie que ya estaba un poco más cerca alcanzo a observar las extrañas marcas que le adornaban el brazo y que provocaban el sangrado.
—¿Qué es eso? ¿Acaso te escribió algo?
Itziar se acercó un poco más tratando de ver con más claridad, Regulus soltó un suspiro y otro quejido cuando Abigail Jordan-Johnson volvió a pasar una gasa con alcohol, ya habían intentado parar el sangrado con magia, pero fue en vano.
—No sé, creo que me puso una maldición...está loco, ya ni sabe lo que hace...
—Son runas —soltó de la nada la pelirroja, Regulus, Abi y Lie la observaron con curiosidad cuando menciono eso—, los alfabetos rúnicos se emplearon para escribir en lenguas germánicas principalmente en Escandinavia y las islas británicas...en algunas ocasiones se usan para escribir algunas maldiciones o hechizos —hizo una pausa para continuar con la explicación—...o también para tratar de dar un mensaje, antes lo usaban como forma de comunicación a través de cartas por si alguien las robaba no pudieras leerlas con facilidad.
—¿Estás diciendo que George Sirius le puso una maldición a su hermano?
Cuestiono la morena que aún no lograba asimilar toda la riña que tenían los dos Black-Weasley entre ellos.
—No sé si una maldición, no logro comprender muy bien las runas con toda la sangre —Itziar se detuvo junto a Abigail pidiéndole la gasa que usaba — ¿Puedo?
—Sí, ya estoy harta de sus tontas quejas.
Le entrego la gasa para cederle el lugar, Regulus solo seguía los movimientos de Arwen y sin decir más dejo que ella le limpiara la sangre que aun salía, al menos ya era una cantidad pequeña, llego a creer que moriría desangrado.
Itziar limpio por varios segundos bajo la mirada de la rubia, la morena y del azabache que veían con curiosidad cada movimiento, la pelirroja logro que la sangre parara pudiendo distinguir claramente las runas que adornaban la pálida piel.
— Rehit —señalo la primera runa —, significa "R" en nuestro alfabeto, después sigue Asch que sería "A" ...luego Thorn que vendría siendo "D" ...
Regulus escuchaba atentamente para poder formar la oración escrita en su brazo, fueron varias letras con runas que nunca en su vida conoció.
—¿Redhahan Mene...?
Cuestionaron al unísono las otras dos chicas, Regulus trataba de repetir la palabra con dificultad.
—Redhalan Menelabi —afirmo Itziar descubriendo la oración completa —...no es ninguna maldición que conozca o hechizo...
—¿Alguna frase en latín?
Pregunto Amalie.
—Se leer y hablar latín desde niño —agrego Regulus—, y estoy completamente seguro de que no es nada en latín o alguna lengua muerta...nunca escuche palabras parecidas...
—Tal vez sea un juego de palabras —comento la menor de los cuatro—, quizá si jugamos con las letras se forme una palabra importante...
Regulus vio a Abigail y se levantó de golpe.
—Te tengo que llevar a tu clase, Robert se va a enojar si se entera que estás perdiendo el tiempo en lugar de ir...
—Pero...
Regulus le lanzo una mala mirada y de mal modo Abigail fue por sus cosas sin reproche, los ojos grises se detuvieron en la francesa, se mordió la lengua por unos segundos y aparto la mirada para decir
—Al parecer eres tan molesta como inteligente —Itziar y Amalie lo vieron confundidos al no saber si se trataba de un insulto o un alago—, gracias por descifrar esto, molestia, te debo una.
Regulus se despidió con una seña para ir con Abigail dejando a las dos estudiantes de Beauxbatons confundidas.
—¿Eso fue un alago?
Indago Amalie.
—No lo sé, Regulus es extraño —Itziar tiro la gasa en el primer bote de basura para salir de ahí al no encontrar ni rastro de Maxence—, mejor vamos a buscar a tu hermano.
—Sí, mejor.
[...]
Regulus caminaba hacia su sala común concentrado en aquellas raras palabras que logro descubrir Itziar.
—Redhalan Menelabi...
Repitió una y otra vez tratando de entender que era lo que significaba, si no se trataba de una maldición ¿Por qué George le escribió eso tan extraño? ¿Y por qué utilizo runas? Regulus no conocía nada de eso, probablemente su hermano si porque era algo que el pelirrojo estudiaría
¿Cómo esperaba que averiguara si le puso una maldición?
¿O sería un insulto?
Conociéndolo sería una nueva forma de insultarlo, definitivamente, se trataba de eso y no debería de perder el tiempo que podría utilizar para prepararse y concentrarse en la última prueba, todo parecía ir tan rápido que el tiempo era muy poco ya, y ahora no tenía el apoyo de sus hermanos como antes, ni siquiera a sus primos o los D'Acanto.
Algunas veces le entraba una enorme nostalgia, extrañando aquellos momentos.
—Regulus...
Reconoció la voz de inmediato, pero decidió ignorarla, no quería más problemas.
—Regulus...por favor...
Soltó un suspiro regañándose a sí mismo al ser tan débil.
—¿Qué quieres, Hannah?
Cuestiono de mala gana dándose la vuelta para toparse con la rubia parada en la puerta de un salón vacío, ella solo le sonrió de una extraña forma y algo lo obligó a cerrar los ojos por unos segundos.
No entendía nada de lo que paso o como llego a eso, pero se encontraba besando de forma fogosa a la rubia que se encontraba sobre el escritorio, las manos de ambos se movían de forma dura sobre las pieles rozándose una y otra vez.
Hannah dejo de besarlo para lamer su cuello y morderlo provocándole varios gemidos al pelinegro que sentía una erección cada vez más grande, mientras sus manos bajaron hasta el cinturón para desabrocharlo junto con el pantalón.
Regulus se encontraba en una especie de trance en el que solo deseaba cogerse a Hannah como anteriormente lo hizo, nada era más importante que eso.
El ambiente se sentía demasiado caliente y tenso, la ropa interior de la rubia termino en el suelo al igual que el pantalón y bóxer del azabache.
—Vamos, Reggie —murmuro Hannah extendiéndole un pequeño sobre plateado—...sé que lo deseas tanto como yo...
Reg tenía la vista nublada, sin siquiera responder tomo el sobre y de inmediato lo abrió, a los pocos segundos se colocó el preservativo para hacer aquello que tanto ansiaba.
Ambos cuerpos se volvieron uno solo en un vaivén de lentos movimientos llenando ese salón de sonoros gemidos, las finas manos de Hannah acariciaban la masculina espalda del Black-Weasley aun cubierta por la camisa del uniforme.
Regulus echaba la cabeza hacia atrás disfrutando sentir las apretadas paredes de Hannah abrigando su erecto miembro, las embestidas pronto subieron de fuerza aumentando el sonido de sus cuerpos sudados chocas varias veces seguidas.
Hannah pedía por más, él no decía nada solo dándole lo que ella pedía.
Estaban tan concentrado en hacerlo que ni siquiera escucharon la puerta abrirse o más bien, el varón no escucho ni los pasos acercarse si no hasta que una voz que conocía de toda la vida interrumpió toda la faena.
—¡¿Qué mierda?!
Una sonrisa apenas notable recorrió el rostro de Hannah al ver que las cosas salían tal y como quería, pronto cambio la expresión por una de sorpresa y temor.
—¡Georgie!
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¡Hola!
¿Cómo están?
No pude actualizar el fin de semana que paso debido al trabajo, pero ya estoy de vuelta.
¿Qué les parecio el capitulo?
Bueno, ya empezó la pare "oscura" que varias veces comente, los siguientes serán un poco así, pero siempre pondré una advertencia por si no quieren leer esa parte.
Por otra parte, sobre el maratón, seria con la próxima actualización, aprovechando que tengo vacaciones, asi que si llegan a los mil comentarios de aquí al domingo, ténganlo por seguro, jeje, y conste que DariAr19 escogió la cantidad de comentarios 👀
Bueno, nos leemos en unos días, las amo
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