Doce.
(Hola, estoy de vuelta con otro capítulo, es algo largo así que a lo mejor se tardan en leerlo, jiji, buenos se los dejo.
300+ comentarios para la siguiente actualización❤️)
Deambuló por las oscuras calles de su ciudad natal, acomodándose una y otra vez la capucha de la sudadera para que nadie logrará reconocerlo, quería evitar los problemas ahora que estaba a unos días de por fin iniciar otra vida, lo mejor era mantener un bajo perfil y mantenerse lejos de quien pudiera volver a herirlo.
La noche parecía empeorar, la brisa se volvió más fuerte al igual que el frío que penetraba sus huesos, estaba acostumbrado a ese clima después de años viviendo ahí, pero ese día parecía mucho más fuerte que en ocasiones anteriores.
Entró al callejón que le indicó la nota, tras cada pisada su zapato producía un ruido extraño gracias a los charcos de agua, trataba de hacer el menor ruido posible, pero le era imposible.
Se detuvo a unos cuantos metros de una femenina figura que usaba una capucha cubriéndose el cabello, pero la reconocería en cualquier lado, no por nada habían sido amigos y compañeros por más de seis años, era imposible no reconocer a esa desquiciada rubia.
—¿Para qué me quisiste ver aquí?
Fue lo primero que escupió cruzando los brazos sobre su pecho y viéndola con la ceja alzada, ese jueguito de las notas secretas y todo el misterio no le gustaba para nada, aparte que no podía permitir que alguien lo atrapara con esa mujer que era buscada por los aurores.
—Vaya, no nos hemos visto en un año ¿y es así como me recibes? —llevó los largos dedos hasta su capucha para hacerla hacia atrás dejando ver ese cabello rubio y esos ojos llenos de diversión—, pensé que éramos amigos cercanos —se llevó la mano al pecho con fingido dolor—, pero me tratas de forma tan ruda ¿Qué diría Stella si te viera actuar de esa manera? Sin duda, necesitamos mano dura para corregir ese comportamiento.
—¿A qué viniste, Hannah? ¿No te sigues escondiendo? —ignoró sus fingidos lloriqueos, era mejor ir directo al grano para no perder más tiempo— ¿Para qué me buscaste?
Quería que todo eso terminara rápido, pues si no estaba en la casa antes de que sus padres regresaron del trabajo sin duda comenzaron a buscarlo y no sería nada bueno que se dieran cuenta que aún mantenía contacto con alguien como Hannah, que era buscada por lo aurores teniendo una celda segura en Azkaban, y él no estaba dispuesto a volver a ninguna prisión mágica, por lo que era imprescindible que nadie se enterara que aún era amigo de MoongBlaxot-Blyley.
—Me enteré que hace unos días por fin te liberaron de tu condena por todo lo que le hiciste a tu querida Anired —Deyan arrugó el entrecejo ante las palabras llenas de sorna de Hannah—, supongo que tu madre movió sus influencias para que todo fuera más rápido, si yo tuviera a alguien así sin duda tampoco tendría esos estúpidos cargos—soltó un suspiro de resignación—, tienes mucha suerte de que tu madre sea la ministra, si no probablemente nunca habrías salido.
—Salí porque se comprobó que yo no hice nada...
Hannah puso los ojos ante las palabras del castaño, esa necedad le resultaba cansada y tediosa, seguía creyendo que todos confiaban en sus palabras cuando era evidente que sin ayuda de Hermione nunca habría sido liberado.
—¿Eres estúpido? —cuestiono con una sonrisa torcida—, no sé comprobó nada, la mayoría no cree en ti, siguen estando seguros de que heriste a Anired. Y tú y yo sabemos muy bien que lo hiciste, así que deja esa estupidez de seguirlo negando frente a mí.
Deyan puso los ojos en blanco y apretó la mandíbula.
—¿Y eso qué? —frunció los labios—, ambos sabemos que se lo merecía ¿o me lo vas a negar?
—Sí, alguien debía de enseñarle su lugar—asintió Hannah dándole la razón—, pero, he escuchado que ahora planean huir, al parecer no puedes con la presión y con el hecho de que nadie te crea —Deyan solo la miraba—, a pesar de todo, no creí que fueras tan cobarde.
—No soy cobarde, solo hago lo necesario, mi madre dice que es lo mejor así que lo haré.
La sonrisa de Hannah se hizo más grande mientras negaba.
—¿No quieres que Anired pague?—cuestiono pasándose los dedos entre el rubio cabello que se humedecía por la tenue brisa—, por culpa de ella terminaste en esa asquerosa prisión mágica, por su culpa ya nadie cree en ti e incluso te corrieron del equipo de Quidditch, perdiste todo, ahora hasta tu madre quiere escapara de Bulgaria dejando su puesto como ministra—tras cada palabra de Hannah, Deyan apretaba los puños dejando que sus nudillos tomarán un color blanco por la fuerza que usaba— ¿Piensas dejar las cosas así como así? ¿No deseas vengarte?
—Y si lo deseo ¿acaso me vas a ayudar? —Hannah asintió— ¿Cómo me puedes ayudar tú cuando te buscan los aurores para meterte en Azkaban? ¡No puedes hacer nada, Hannah!
Hannah soltó una risa llena de cinismo.
—Me quiero vengar de los Black-Weasley, tengo que hacerlo y hay alguien más que lo va a hacer—Deyan la miró con curiosidad sin comprender a que se refiere—, hay una persona que los odia igual o más que yo, está dispuesto a ayudarnos en todo, a obtener lo que tanto queremos —continuó con entusiasmo en la voz—, con su ayuda podremos hacerlo, Deyan, por fin obtendremos lo que se nos ha quitado...
—¿De quién hablas?
—No te puedo decir nombres, porque es algo peligroso—hizo una pausa sumándole más misterio gracias a que bajó el tono de su voz—, pero él incluso ayudó a tu madre para que tu liberación fuera más rápida, está completamente de nuestro lado y, lo mejor es que tiene gran poder en el ministerio, así que con su ayuda lograremos lo que merecemos.
—¿Estás segura de lo que dices? ¿Por qué él quiere ayudarnos? ¿Qué motivos tiene?
Deyan no podía creer que alguien más quisiera destruir a la familia Black-Weasley, aunque quizá era algo normal, sabía que la matriarca de la familia había juntado varios enemigos gracias a su trabajo como auror, pero si era cierto lo que decía Hannah, esa persona seguramente tendría demasiado poder.
—Solo te diré que tiene un lazo muy cercano a Lyssandre Delacour y quiere vengarse de él, sabes que él es muy unido a los Black-Weasley, así que es de la mejor manera de obtener lo que quiere—Hannah sonreía demostrando su buen humor—, piénsalo Deyan, si no te vas por fin obtendremos lo que siempre hemos merecido, te necesitamos para lograrlo.
Deyan la miró, sus palabras eran como un rayo de esperanza, si decía la verdad por fin lograra darle su merecido a Anired y a la familia Black-Weasley que tanto trato de hundirlo, podría recuperar su paz e incluso tal vez podría volver a ser el de antes, sin ellos definitivamente toda su familia volvería a recuperar la paz y estabilidad que tanto merecían.
Miró a Hannah, sus ojos estaban rebosantes de un brillo de alegría y emoción, que reflejaba estar completamente segura de sus palabras, como si ya hubiera visto el futuro, un futuro donde ellos salían vencedores.
Los labios de Deyan se curvaron en una sonrisa, sintiendo el sabor de la victoria en la punta de la lengua, pero antes de por fin responder escuchó el ruido de unos zapatos golpeando contra el húmedo suelo por lo que giró de forma brusca para atrapar a la persona que seguramente escuchó su conversación.
—¿Qué fue eso?
Cuestiono Hannah siguiendo los pasos de Deyan, él que se detuvo junto a unos botes de basura mirando hacia todos lados en búsqueda de la persona que estaba espiando, pero no había ni rastro.
—Tal vez fue un gato o una rata—comentó Hannah—, o incluso un muggle, pero ellos nunca entenderían nuestra conversación, no deberíamos de preocuparnos.
—Dudo que haya sido un muggle —mencionó Deyan con una expresión estoica adornando su rostro en cuanto se agacho para recoger el trozo de periódico completamente húmedo—, dudo que ellos puedan leer el Profeta.
Hannah se acercó para observar con más detenimiento, a pesar que parecía a punto de romperse pudo distinguir el encabezado de la noticia:
"Hermione Granger-Krum decide renunciar al puesto de Ministra de Bulgaria después de todas las acusaciones contra su hijo..."
Sus ojos leyeron con curiosidad el encabezado de la noticia, soltó un suspiro y arrugó el papel completamente volviéndolo en una bola.
Con esa bola de periódico limpio su pincel por tercera vez en esa hora, trataba de desaparecer todos los rastros de pintura amarilla en las cerdas del pincel para que no se volviera duro.
Amaba dibujar, era lo que más disfrutaba en la vida desde que era un infante, pero en esos momentos se sentía frustrado.
Creyó que dedicarse a la ilustración sería lo mejor, pero nunca pensó que sería tan frustrante.
Lanzó el pincel al pequeño bote de agua para levantarse de la silla, tal vez lo mejor sería que tomara un pequeño descanso antes de continuar con las ilustraciones.
Después de graduarse de Hogwarts le llegó una gran oferta, la mejor oferta de su vida diría él, que era ilustrar los libros de texto de Defensa Contra las Artes Oscuras, Historia de la Magia y el de Criaturas Mágicas.
Estaba emocionado, le pagaban por hacer lo que más le gustaba, pero...era demasiado trabajo, hacer las ilustraciones de cada página, y si bien podía ayudarse con magia, necesitaba primero los bocetos hechos a mano para poderlos reproducir en las siguientes copias, era un trabajo cansado y tedioso.
Salió de su estudio de trabajo —que era el mismo donde su madre hacía sus arreglos florales, ya que debía de ser una zona ventilada por lo químicos que usaba—, estirando los brazos para destensar sus hombros y su vista se centró en las cajas frente a él.
Pronto, él y su madre se cambiarán de casa pues Kaira, después de tantos años, finalmente se casaría con Robert Burke, por lo que compraron una linda casa en la zona cercana al callejón Diagon, donde últimamente la población mágica quería mudarse, ya que era una especie de "zona residencial más que nada era considerada de esa manera porque vivían personas importantes del mundo mágico tal como los Black-Weasley, los Weasley-Delacour y Jerome Delacour, lo que brindaba un mayor estatus al lugar.
A él y a su familia no le interesaba nada de eso, pero se alegraba porque de esa forma podría estar aún más cerca de sus primos.
La nueva casa era más grande, así que ahí tendría un estudio para él solo, estudio que ya había visto y con ayuda de Robert lo había decorado y colocado todos los muebles y demás cosas que necesitará para su trabajo.
Por fin su vida era tranquila, al parecer con la noticia de que su madre se casa en unos meses, su papá biológico, Bill Weasley, ya no se acercaba a ellos, aunque probablemente se debía a que Stefan finalmente cumplió la mayoría de edad.
Sin duda, era un buen momento, si no fuera porque tenía tanta carga de trabajo, a veces deseaba ya unas buenas vacaciones.
El sonido del timbre lo hizo salir de sus pensamientos, le resultó extraño ya que la florería estaba abierta por lo que su madre recibiría a cualquier invitado y no dejaría pasar a nadie con facilidad, a excepción de sus primos o tíos, los cuales ni siquiera habrían tocado la puerta para entrar con facilidad.
Con curiosidad camino al escuchar nuevamente el timbre, y sin esperarlo a más finalmente abrió la vieja puerta de madera que hace unos días había pintado.
—¡Stefan! —el nombrado no evito sonreír al distinguir el marcado acento rumano—, pensé que no me abrirías—la morena entró a la pequeña casa para darle un corto beso en los labios, el pelirrojo no evito sonrojarse como normalmente le ocurrió — ¿Estabas pintando? Hueles mucho a pintura... tu madre me dijo que podía pasar.
—Sí, estaba terminando algunas ilustraciones del trabajo—sonrió guiándola a la pequeña sala que tenían a unos cuantos metros, no era muy grande pues siempre fue para su madre y para él— ¿Cómo estás? ¿Hoy no tenías trabajo en el santuario? —hizo una mueca parecida a un puchero—, desde la inauguración siempre estás ocupada, es raro que te pueda ver, y cuando tienes tiempo libre, yo tengo trabajo, esto de ser adultos apesta.
Se quejó el Denvers para sentarse a lado de ella y aceptar la pequeña caja que le extendió.
—El trabajo en el santuario nunca termina —se podía ver en el rostro de Valentia el cansancio reflejado debido al gran esfuerzo físico—, siempre supe que ser Dragonolista sería algo pesado, pero con la inauguración del nuevo santuario en Londres las cosas se han vuelto aún más pesadas, a pesar de los días no logramos terminar de instalarnos y aún hay muchos dragones libres que tenemos que lograr llevar con nosotros —soltó un suspiro recargando la cabeza en el respaldo del sillón sin apartar la mirada del pelirrojo que tenía un leve sonrojo por la intensa mirada chocolate de su novia—, en ocasiones extraño ser solo estudiante...tenía más tiempo para descansar.
—La vida de adulto es horrible.
Opino Stefan y Valentia asintió dándole la razón para señalar la caja.
—Son galletas, las hice siguiendo una receta de Rumania, espero te gusten.
—Seguro que son deliciosas —Stefan colocó la caja de galletas sobre la pequeña mesa ratona para ponerse de pie— ¿Quieres beber algo?
—¿Tú vas a tomar algo?
Cuestionó Romellie mirándolo con curiosidad, Stefan no respondió y se acercó a ella con una sonrisa que Val no supo interpretar, pero finalmente entendió cuando los labios del pelirrojo atraparon a los suyos.
Valentia correspondió de inmediato al beso con una sonrisa.
Los besos continuaron, volviéndose cada vez más fogosos hasta que la morena terminó recostada en el sillón con el pelirrojo encima de ella.
Las manos de la rumana quitaron con facilidad la camisa a cuadros que usaba ese día el más alto dejando con una musculosa blanca, Stefan sonrió entre besos para desabrochar la chaqueta de su novia que en esos momentos le resultaba estorbosa.
Las respiraciones agitadas y los suspiros inundaban la pequeña sala en la que se besaban.
El beso era húmedo y fogoso sin contener las ganas que tenían por el otro.
Los largos dedos de Valentia se perdían en el centelleante cabello que jalaba suavemente sin romper el beso, mientras la mano libre se perdía dentro de la camisa de Stefan dándole suaves caricias en el abdomen desnudo provocando que Denvers se estremeciera.
Stefan rompió el beso para alzarse y llevar las manos a la orilla de su musculosa, la cual subió hasta la mitad del torso, pero antes de poder continuar un carraspeo los interrumpió.
—Creo que para eso deberías usar tu habitación y no la sala en donde todos pasamos.
El rostro de Val pasó por diversos colores, y Stefan se bajó la camisa tan rápido y con movimientos bruscos que se cayó del sillón.
—¡Robert! ¡¿Qué haces aquí?!
Robert solo alzó las manos y se encogió de hombros.
—Dice tu madre que bajen a comer y dejen de comerse...
Los rostros de los adolescentes estaban rojos viendo como Robert Burke se alejaba con una sonrisa burlona.
⚜⚜⚜
Nuevamente le dio un sorbo al líquido disfrutando de su calidez y del sabor que era una mezcla entre lo amargo y lo dulce...simplemente delicioso, le encantaba demasiado el té, era su bebida favorita, especialmente el que ella había aprendido a preparar.
Era su pasatiempo favorito y con el que más se relajaba, claro, junto con experimentar con plantas y cosas con las que pudiera crear venenos...amaba demasiado tener libros de la familia de su madre, Nicolás Flamel definitivamente sabía cómo divertirse, simplemente maravilloso.
—Sé que planea huir, o bueno es el plan de la antigua ministra de Bulgaria —informó el castaño mayor viendo a la azabache, imitando su acción para darle un sorbo al té frente a él—, al parecer quieren iniciar una nueva vida, quieren hacerlo antes de que sea el juicio ya que con el testimonio de Lorenzo Moldovan sin duda sería acusado a una condena, y probablemente sea mucho más grande que la anterior—hizo una pausa poniendo la taza sobre el pequeño plato frente a él—, como fue absuelto por los cargos anteriores gracias a la nueva ley de la señora Granger-Krum, el juicio será peor si no recupera su puesto rápidamente.
—¿No lo podemos arrestar? —cuestiono Elijah con el ceño fruncido—, me refiero a que si tratan de huir antes de un juicio los deberíamos de poder detener, así tendrá que enfrentarse a una sentencia, aparte que nos beneficiario que su madre ya no sea la ministra, ya no podrá influir en más miembros del ministerio.
Khalil asintió dándole un poco de razón para después negar.
—Si bien logré conseguir esa información gracias a seguir a Deyan, no significa que tenga las pruebas suficientes para demostrarlo—suspiro con resignación—, si lo arrestamos podrían acusar a nuestra señorita por abuso de poder e inclusive meter en problemas a la ministra.
—Khalil tiene razón—Anired dejó la taza de té viendo a los dos varones frente a ella—, al menos hasta ahora sé que no planea atacarme o al menos eso aún no está en sus planes, y lamentablemente no podemos informarle a nadie que planean escapar ya que es meternos en un mayor problema, incluso podrían revocar a Khalil de su puesto de auror.
Elijah frunció el ceño molesto al no poder hacer nada, hubiera deseado que Regulus lo golpeará más fuerte, quería ver a Deyan sufrir.
—¿Entonces nos quedamos con las manos cruzadas?
Cuestiono Elijah viendo a Khalil, a pesar de que algunas veces chocaban por los caracteres tan contrarios que tenían, le guardaba un gran respeto como su superior a parte que conocía lo muy buen auror que era, no por nada fue el primero en encargarse de la seguridad de la adolescente frente a ellos, siendo la hija menor de la ministra, era la señorita más preciada del mundo mágico por lo que le pondrían a uno de los mejores aurores para cuidarla y protegerla de todo aquello que quisiera dañarla.
—Seguiré vigilando, y tengo algunos contactos en el ministerio que me informaran de cada paso de la ministra, al igual que algunos los vigilan en el vecindario en el que viven, es lo que podemos hacer en estos momentos.
Elijah soltó un gruñido de impotencia para ver a Anired la que parecía distraída y demasiado alejada de la situación, su mirada se encontraba perdida y suspiraba varias veces como si algo la molestara.
—¿Estás bien? —cuestiono ganándose una mala mirada por parte de Khalil, quien siempre lo reñía por tutear y no hablarle con respeto—, has suspirado tantas veces que podrías quedarte sin aliento.
—Sí...solo...no importa.
Murmuró para volver la mirada a la taza de té que ya casi estaba vacía.
—¿Tiene que ver con D'Acanto? —Ahora fue Khalil el que cuestiono, era demasiado analítico y lograba darse cuenta de cualquier situación en la que estuviera envuelto—...no lo he visto en días y es raro que no esté sobre la señorita como si se tratase de una garrapata.
—Ciertamente, no he visto a ese rubio y de hecho nunca aceptas vernos en sábado porque es el día en que ese mocoso viene a verte.
—Lo llamas mocoso y tiene casi tu edad, Elijah —Anired los miró y asintió—...sí, tiene que ver con él...sé que está pasando por un momento demasiado difícil por la muerte de su madre, pero...me hace sentir incómoda no verlo, tiene más de tres semanas que no nos vemos y cuando yo lo he ido a visitar se niega recibirme—recargo el mentón en la palma de su mano con una mueca de tristeza—, quiero estar a su lado en estos momentos, pero Maxence parece poner un muro entre los dos.
—Perder a una madre no es fácil—mencionó Elijah con la mirada apagada—, y sé que lo comprendes, pero quizá alejarse sea su forma de duelo.
—Sin embargo, no debería alejar a la señorita —comentó Khalil con el rostro serio—, me refiero a que ella siempre trata de apoyarlo en todo, no es justo que la aleje de esa manera...porque finalmente la terminará hiriendo.
Anired los escuchaba discutir sin poner demasiada atención a sus palabras, su mirada se centró en la lechuza de plumaje azul que se detuvo frente a ella, llevo la mano a sus brillantes plumas para acicalarla ganando que ululara al disfrutar de esa caricia para posteriormente tomar la nota que llevaba amarrada de la pata.
—Toma, Barlow...
Anired le dio una galleta que el ave disfruto, abrió la pequeña nota y se sintió vacía a leer las palabras escritas con una pulcra caligrafía.
"Lo siento, no podré ir a verte el día de hoy.
Te prometo que para el fin de semana de tu cumpleaños iré sin falta.
-MD'A"
Nuevamente, las mismas palabras que hace semanas, todas las cartas que le enviaban decían lo mismo, prometiendo que se verían a la siguiente semana.
Comprendía lo duro que la debía de estar pasando, quería apoyarlo, estar a su lado, pero Maxence la alejaba cada vez más, ni siquiera contestaba sus cartas, las veces que fue a visitarlo a su casa se negó a verla comunicándole por parte de Amalie que se sentía mal o que no estaba en casa, cuando era una mentira.
—¿Nuevamente no vendrá? —indaga Khalil al ver como los ojos grises se cubrían por una fina capa de lágrimas reflejando que estaba a punto de llorar y solo bastó esa pregunta para que una fina lágrima recorriera la pálida mejilla —...no debería de llorar por eso —murmuró llevando el dedo índice para limpiarla con suavidad—...estoy seguro que él pronto vendrá a verla...solo dele tiempo.
Anired se limpió las lágrimas con un rápido movimiento al sentir las miradas de Khalil y Elijah.
—Sí, seguro vendrá pronto...
Trato de aparentar seguridad en sus palabras, pero por más que trataba de creerlas sabía que al final se decepcionaría.
—Se ve mejor cuando sonríe —Khalil se puso de pie buscando algo en el bolsillo izquierdo de su pantalón—, tengo que ir al ministerio, me llamaron y será sospechosos si no voy —le entregó uno pequeños dulces a Anired—, son dulces muggles sabor a cereza, estoy seguro que le gustaran —le sonrió con suavidad cuando ella los aceptó—, vigilare a Deyan y cualquier cosa nueva que sepa se la informare de inmediato, igual vendré a verla, no me agrada que esté en el colegio sin protección a pesar de que diga que las cosas están tranquilas...
—No tienes que preocuparte, Khalil, estaré bien.
Le sonrió sin abrir los labios, quería evitar que se preocupara, pero le era imposible ocultar lo triste que se sentía en esos momentos.
—Por favor, ya no llore más por él, no es justo que gaste sus lágrimas en algo como eso—tomo la pequeña mano de Anired para guiarla a sus labios—, coma bien y tome sus medicinas—le beso el dorso de la mano como un gesto característico de él—, y disfrute de su último año en Hogwarts, recuerde que dentro de unos meses se graduara.
—Cuídate, Khalil, no te metas en problemas.
—No lo haré —sonrió para ver a Elijah—, más te vale no dejarla sola hasta que vuelva al castillo, si me entero que lo hiciste o algo le pasa a nuestra señorita te juro que pateare tu culo en el entrenamiento.
Elijah alzó las manos en señal de rendición en inocencia.
—La acompañaré hasta el fin del mundo si es necesario.
Khalil puso los ojos en blanco y se despidió por última vez para desaparecer ante la vista de Elijah y Anired que siguieron tomando el té mientras conversaban con tranquilidad, una tranquilidad fingida por la Black-Weasley, que solo quería largarse a llorar al sentirse tan alejada de Maxence, era como si todo lo que tenían y habían intentado durante ese año se fuera por la borda, se rompiera como un frágil cristal sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.
Los ojos grises recorrieron todo alrededor, no perdiendo detalle de la decoración, últimamente visitaba ese lugar de forma seguida y poco a poco le iba agarrando gusto.
Tomó un bocado del pastel de frambuesa frente a él, mientras esperaba que su café llegará.
Miro hacia la pequeña ventana que daba a la cocina distinguiendo una mata de cabello pelirrojo que estaba atada por un lazo y encima de esa cabellera un gorro de cocinero lucia de color azul haciendo un buen contraste.
Sintió como la mirada la perforaba por lo que soltó otro gruñido nuevamente, no entendía que, hacia ese estúpido troll en su cafetería, no era la primera vez que venía, había venido todos los días de la semana y eso que ya era viernes, siempre a la misma hora y siempre en la misma mesa que le daba vista hacia la cocina, era sumamente molesto.
—¿Estás segura de hacer ese pastel? —cuestionó el Potter de brazos cruzados—, no solo por el nombre lo puedes dar tan caro, no sé si alguien lo llegue a comprar, aparte hacer cinco es mucha inversión para algo que no tal vez no se venda, o si lo hace deberías de hacerlo más barato, diez galeones por un pastel es demasiado dinero.
—Tengo que recuperar la materia prima y la mano de obra, un pastel como el mil hojas no se puede dar tan barato, porque lo estaría casi regalando.
James puso los ojos en blanco.
—Por eso te dije que mejor hicieras otro tipo de pastel y no tan caro—se quejó el azabache tomando las siguientes órdenes—, aparte ese es el quinto que sacas ¿y si no se venden que vas a hacer con ellos? Dudo que los vendas el día de hoy, nadie compraría pasteles tan caros, vete por algo más barato.
Itziar termino de acomodar el pastel para hablarle a Dalila y pedirle que la ayudara a poner los pasteles en el mostrador, ignorando las quejas de James por los postres y por tener que llevarle el café al Black-Weasley que leía unos documentos con sumo interés.
James dejó el café de mala manera sobre la mesa del azabache que solo alzo la mirada para verlo con asco.
—¿Esa es la forma en la que tratas a los clientes? —cuestionó alzando la ceja y dejando la carpeta a un lado—, con ese mal trato solo los correrás, deberías de actuar mejor ya que eres un mesero.
James apretó la mandíbula.
—¡No tengo porque tratarte como si fuera la superestrella, estás tan acostumbrado a que lo hagan que piensas que todo el mundo actuara de la misma manera, pero yo no! ¡Solo eres Regulus, no te creas la gran cosa por ser un Black-Weasley!
Una sonrisa torcida adornó el rostro de Regulus.
—James, independientemente de tu complejo de inferioridad deberías tratarme como lo que soy en estos momentos, un cliente de la cafetería en la que trabajas ¿Acaso esa es tu forma de tratar a todos los clientes? Si ese es el caso, Itziar debería de buscar un mejor empleado antes de que le corras a toda la clientela.
—¡Ni que fueras un gran cliente, solo te crees mejor que todos!
Los demás comensales giraron las miradas para ver a los dos varones que parecían pelear, aunque Regulus permaneció completamente calmado mientras James figuraba a un perro chihuahua ladrando de manera nerviosa.
—James, yo no me creo mejor que los demás —su sonrisa se hizo más grande dándole un sorbo al café—...solo soy mejor que tú...
James buscó la varita en su bolsillo dispuesto a atacar.
—¡Tú, gran hijo de p...!
—¡James, ya basta!
Itziar se acercó a los dos varones con el rostro completamente rojo, aunque no le gustara, Regulus era un cliente frecuente por lo que lo debían de tratar con respeto.
—¡¿Qué?! ¡Pero...Regulus es un idiota, ni que fuera buen cliente!
Regulus observó a James y luego a Itziar.
—Como buena dueña del lugar, deberías de cambiar a tu personal si así trata a los clientes, no creo que sea lindo para los comensales ver las escenitas de tu novio —se metió otro bocado de comida a la boca—, por cierto, vi que acaban de exhibir esos postres llamados milhojas —cambio el tema con facilidad sabiendo que James no podría seguir con su charlatanería si no quería perjudicar a su novia—... ¿Tendrás cinco ya hechos?
James lo miró sin creer, e Itziar asintió.
—Sí, acaban de salir.
—En ese caso pónmelos para llevar, por favor, y dame la cuenta.
—¿Los cinco?
Itziar lo miraba sin creer, creía que a lo mejor se trataba de alguna broma.
—Sí, creo que esos serán suficientes, desde hace tiempo los estoy buscando, pero no he encontrado donde los vendan, si me gustan probablemente te compre cada semana la misma cantidad o hasta más.
Itziar asintió.
—¿Sabes cuánto cuestan? —cuestionó James con los brazos cruzados sobre el pecho—, tus padres se enojaron por gastar tanto dinero.
Regulus los miro con una mueca de confusión y asco al ver a James Potter.
—No me importaba el precio, pero al ver que estas tan preocupado en mis finanzas ¿Cuánto cuestan?
Itziar se quedó callada cuando le pregunto el precio, recordando las palabras de James, quizá sí era un precio demasiado caro pedir los diez galeones por pastel, si le decía el verdadero precio sin duda no los compraría.
James vio a Itziar y al ver que no contestaba decidió responder.
—Seis galeones...
Regulus le lanzó una mirada de enojo para ver a Itziar.
—Quiero que el precio me lo diga la dueña y repostera, no alguien que no sabe nada de postres.
Itziar alzó la mirada para toparse con los ojos grises que se mantenían fijos sobre ella, sintió el calor subir a sus mejillas por la intensidad de su mirada que parecía poder ver a través de ella.
—D-diez galeones...
No estaba segura, sin dudarlo Regulus no los compraría y James terminaría teniendo la razón.
—¿Diez galeones? —Itziar asintió y James la miró con reproche—...vaya...pensé que costaron más —la pelirroja lo miró con un poco de emoción en la mirada—, quiero los cinco —sonrió y observó a James—, veo que te preocupas demasiado por mis finanzas, pero solo son cincuenta galeones, no pensé que considerarías eso mucho dinero ¿Es que acaso tu cuenta de Gringotts está vacía? Eres un Potter al final de cuentas, eso no debería de ser ningún problema—hizo una pausa—, aunque si necesitas dinero, estoy buscando a alguien para que haga la limpieza de los areneros de mis gatos, si te interesa te puedo contratar, al final de cuentas la mierda va muy bien junta.
James casi salta sobre él de no ser porque Itziar casi se lo lleva a rastras a la cocina para que lo ayudara a empacar los pasteles y a preparar las cuentas para el azabache mayor.
Regulus mantuvo su sonrisa disfrutando de ver a James tan rabioso cuando le entregó los pasteles y la cuenta que pagó de inmediato e inclusive dejó un poco más de veinte por ciento de propina.
James cada día parecía hacerle más fácil todo, podía ver en todo lo que era mal novio, especialmente era demasiado codo y demeritar el trabajo de Itziar así que ya veía por dónde empezar de lleno.
—¿Regulus? —giro el rostro para ver la peli plata que lo llamaba — ¿Por qué llevas tantos pasteles?
—Hola, Scorpius—saludo sin borrar la sonrisa—, a...los compre porque...
No supo qué responder, los compró porque le molestó escuchar como James no valoraba el trabajo que la pelirroja hacía, estaba seguro que esos pasteles se venderían, pero quizá de forma no tan rápida, primero estaba en sus planes en comprar uno para su familia, pero no pudo contenerse y pidió los cinco para cerrarle la boca a su estúpido primo.
—¿Por qué...?
Y de repente sus neuronas funcionaron de manera rápida.
—Uno es para mi familia, otro para la tía Lys, para el tío Jerome—hizo una pausa pensando en quién más—...para la tía Kaira y para ustedes, pensaba en mandarlo por lechuza, pero ya que estás aquí, te encargo que se los entregues a tus padres.
—¿Y eso qué quieres mandar pasteles a la gente? ¿Te lo pidió tu madre?
Scorpius lo miraba confundido, la familia Black-Weasley eran demasiado dadivosos, siempre daban buenos regalos o lo que fuera, pero le era extraño que eso saliera de Regulus.
— No, solo que como ya estoy trabajando pensé en comprarle algo a los miembros de mi familia con mi propio salario—sonrió entregándole un pastel con cuidado de no tirar los demás—, así que te encargo que se los des, porfa, aparte es un nuevo pastel que saldrá a la venta en la cafetería de Itziar, así que será bueno que lo probemos antes de que se vuelva popular y sea difícil comprarlo ¿no crees?
—Sí, tienes razón, bueno te dejo, voy a la cafetería.
Regulus lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Ya la invitaste a salir?
Para Regulus no pasó desapercibido que la ayudante de Regulus había robado la atención de Scorpius.
—Estoy en eso...es solo que ha sido difícil invitar a Dalila.
Murmuró, no entendía porque, pero era la primera vez que se ponía demasiado nervioso al invitar a salir a alguien.
—Suerte...
Canturreo el azabache para despedirse e irse con sus ahora cuatro pasteles que tendría que repartir.
⚜⚜⚜
Era como si su vida estuviera en pausa, las cosas alrededor de ella transcurrían, pero todo parecía tan lejano a ella, tan extraño, como si la vida siguiera dejándola de lado.
Dejó la carpeta en el archivero para cerrar el cajón perdida en sus pensamientos sin poner atención a lo que sucedía a su alrededor e ignorando su celular sonó una y otra vez.
—¡Lie! —escuchaba una voz a los lejos, pero no hizo caso para seguir acomodando las carpetas llenas de documentos— ¡Amalie! ¡D ́Acanto!
Finalmente, volteo observando a su compañera de trabajo, odiaba distinguir esa mirada en las personas, una llena de lástima y compasión por ella, como si pudieran comprender su dolor.
—¿Me hablabas?
—¿No piensas irte? —cuestionó la chica frente a ella sonriéndole suavemente—, hace más de una hora que terminó tu horario, incluso tu celular lleva un buen rato.
—¿Qué? —confundida observo el reloj en su muñeca izquierda y como le dijo la mujer frente a ella, ya eran las tres de la tarde, cuando su salida ese día era a las dos—, se me fue el tiempo ¡Por Dios! me tenía que ir puntual...
Murmuró para ir a su escritorio por la bolsa y sacar el celular donde distinguió más de veinte llamadas perdidas de George Sirius, y varios mensajes los cuales abrió de inmediato.
GeorgeSirius_14:00
Ya estoy afuera de tu trabajo, te espero en el coche.
GeorgeSirius_14:20
¿Todo bien?
GeorgeSirius_14:35
Amalie ¿Estás bien?
¿Por qué no me contestas?
GeorgeSirius_14:55
Amalie, voy a ir a buscarte a la oficina si no me contestas.
La rubia tecleo una rápida respuesta y una vez que se despidió de sus compañeros salió de la oficina, caminando con rapidez por los largo pasillos del ministerio, miró en su bolsa y agradeció de al menos no haber olvidado los regalos de cumpleaños de la hermana menor de George Sirius y de Zed, sin duda el pelirrojo iba a estar muy enojado por hacerlo esperar por tanto tiempo, se suponía que debían de estar en Hogsmeade a las tres y media, y ahora por su culpa llegarían demasiado tarde.
—¡Lie! —la nombrada alzó la mirada para ver al mellizo mayor que se acercaba a paso rápido— ¿Qué demonios pasó? ¿Por qué no me contestabas? ¿Estás bien?
Amalie lo miró, llevaba una camisa azul oscuro que contrastaba con su pálida piel y resaltaba el centelleante cabello, bajo la mirada hasta su rostro notando como fruncía el ceño con notable preocupación.
—Yo...lo siento...se me fue el tiempo y no escuche el celular —respondió viendo hacia todos lados, evitando la profunda mirada gris—...no quise preocuparte.
—No...es solo que pensé que algo malo te había pasado...
George Sirius no quería decirlo, pero por un momento pasó por su cabeza la idea de que Amalie intentara algo contra su propia vida, sabía que era una mujer fuerte, pero, desde la muerte de Crystal D'Acanto la veía tan decaída que no sabía qué esperar y solo se imaginaba lo peor.
—Estoy bien —Amalie le sonrió sin mostrar los labios, una sonrisa falsa que George Sirius reconoció —, tenemos que irnos o llegaremos tarde para la fiesta de Anired y Zed.
A pesar de que había pasado casi un mes desde la muerte de Crystal, la tristeza en los gemelos rubios no desaparecida, cada quien llevaba su duelo de manera distinta, Amalie por su parte prefería enfocarse en el trabajo y en cosas que mantuviera su mente ocupada, por eso había ayudado a los Black-Weasley y Weasley-Delacour a organizar el cumpleaños de los menores de la familia y ahora iría a la fiesta.
La mente ocupada siempre la ayudaba, pero en cuanto estaba sola o sin hacer nada los recuerdos de su madre volvían causando que lloraba hasta quedarse dormida, a veces solo deseaba dejar de sentir.
—¿Segura que quieres ir?
Indagó el pelirrojo siguiendo sus pasos que lo guiaban a la salida, entendía todo lo que Amalie estaba pasando, pero extrañaba que fuera cariñosa con él, a veces sentía que incluso lo evitaba al igual que el contacto físico con él.
—Sí, ya compré los regalos de Anired y Zed, y prometí que iría, así que vamos.
George asintió y dio largas zancadas para poder caminar a su lado, la observaba de reojo, llevaba ropa formal debido al trabajo y el cabello recogido en una coleta alta al igual que un tenue maquillaje, cada día que la veía más le gustaba, quería volver a recuperar su sonrisa, volver a verla feliz y animada como antes, pero no sabía cuánto tiempo debía de pasar para eso, definitivamente haría cualquier cosa para que fuera feliz, pero ella se negaba a dejar que el más alto la consolara, prefería sufrir sola y en silencio para no preocupar a nadie más.
Los dos adolescentes salieron del ministerio para dirigirse al vehículo del Black-Weasley, George Sirius estaba a punto de abrirle la puerta, pero Amalie entró sin siquiera esperar, él solo pudo soltar un suspiro, sin saber qué más hacer por ella.
Rodeó el auto para entrar al asiento de piloto y sin decir nada se colocó el cinturón y puso el auto en marcha entrando al ajetreado tráfico de esa hora.
El viaje sería demasiado largo y aburrido con el silencio de Amalie, la que solo contestaba con monosílabos.
La rubia sentía que si hablaba de más una u otra cosa terminaría haciendo que recordara a Crystal cuando aún estaba viva y rompería en llanto, por lo que prefería evitarlo a toda costa.
George Sirius decidió encender el estéreo para que al menos la música de fondo de AC/DC le hiciera compañía callando sus pensamientos que lo sumían en el desconcierto del rumbo que llevaba su relación con Amalie.
Las rubias pestañas descansaron por unos segundos sobre los pómulos mientras de sus labios escapaba un bostezo.
Abrió los ojos con esfuerzo cuando la luz le resultó molesta y estiró los brazos para destensarlos, la luz aumentaba su dolor de cabeza y las náuseas no desaparecen.
Los estragos de la resaca persisten en su cuerpo a pesar de tomar una ducha helada, incluso sentía que aún el aroma a alcohol estaba en su piel, aunque se puso demasiada loción tratando de disfrazar el olor.
Si eso no era suficiente, Lyssandre lo había regañado en la mañana diciendo que no se la podía pasar todos los días ebrio, incluso le quitó varias botellas, al menos no fue lo suficiente listo como para revisar debajo de su cama en donde aún le quedaban tres que escondió.
El último día que vio a Anired le había prometido que no bebería ni fumaba, pero siendo sinceros era una promesa que no podía cumplir, los cigarrillos lo ayudaban a controlar su ansiedad y el alcohol a apagar sus pensamientos, aquellos pensamientos que siempre terminaban en lo mismo:
En Crystal, y en lo mal hijo que fue con ella, cargaba una culpa tremenda y la única manera en la que dejaba de sentirse tan mal y deprimido era sumiéndose en el alcohol.
Era por esa razón que había evitado por todos los medios ver a Anired, sabiendo lo decepcionada que estaría, y a decir verdad en esos momentos no toleraría la mirada gris llena de decepción y tristeza por no cumplir su palabra.
Le dio otra calada al cigarrillo esperando que el tabaco aliviará sus malestares, pero nada de eso servía, miro a todas las tiendas de Hogsmeade antes de dirigirse al restaurante donde sería la fiesta de cumpleaños de Anired, debía de buscar un lugar donde vendieran algo para la resaca y pudiera lavarse la cara para tratar de ocultar su pésimo estado.
Finalmente, su mirada se detuvo en las tres escobas, probablemente ahí encontraría lo que tanto ansiaba, sin más preámbulos se dirigió a grandes pasos para entrar a ese lugar.
Al verse ahí no evito sentir un poco de nostalgia al recordar las primeras veces que estuvo en ese lugar, como aquella vez en que Anired discutió con Stella, la azabache terminó bañada por una estúpida malteada de fresas, pero al menos eso le dio la oportunidad para hablar un poco más que ella, incluso pudo pasar parte de su cumpleaños con ella.
Definitivamente siempre actuaba como un tonto cuando se trataba de Anired.
«¿Y a Anired le gustaría ver como siempre estás ebrio?»
Su voz interior se hizo presente para reñir, aceptaba que estaba actuando mal, pero no conocía otra forma de calmar los deprimentes sentimientos y llenar ese vacío que su madre le había dejado, solo buscaba cómo callarlos.
Se sentó frente a la barra esperando que el cantinero lo atendiera, esperaba que fuera rápido o llegaría demasiado tarde al cumpleaños de Anired.
—¿Maxence? —escucho como lo llamaban y solo soltó un gruñido ante la molesta voz que no deseaba escuchar— ¡Qué milagro verte! ¡Hace más de un año que no te veía, sé que vienes a ver a Anired, pero nunca te detienes a ver a tus viejos maestros!
Miro al rubio que se detuvo frente a él, no entendía cómo no se cansaba de mantener esa sonrisa amigable en el rostro que lo hacía lucir como un maniquí de escaparate.
—Dean Roux —saludo de manera seria—, solo me diste unas cuantas clases, no fuiste como tal mi maestro.
—Si aún estuvieras en el colegio te regañaría por dirigirte de esa forma a tus mayores, pero como ya eres mayor de edad lo dejaré pasar —tomó asiento en el banco de al lado de Maxence—, hoy es el cumpleaños de Anired, creí que ya estarías en su fiesta ¿no piensas ir? —cuestiono viéndolo sin borrar esa sonrisa que tanto le molestaba a D ́Acanto—...son novios ¿no? Deberías de estar con ella, te recuerdo que la fila de sus pretendientes es demasiado larga, deberías de prepararte, ahora que cumplió los diecisiete seguramente serán aún más y ya no irán con tantos rodeos pues ya es mayor de edad... no vaya a ser la de malas que alguien más tome tu lugar.
El dolor de cabeza aumentaba y las palabras de ese idiota no ayudaban, siempre lo considero molesto y demasiado metido, pero en esos momentos era aún peor, solo quería que cerrara la boca.
—Iré en un rato más.
Respondió apretando los dientes y viendo al cantinero de forma insistente como si con eso pudiera captar su atención para que lo atendiera y poder largarse de ahí.
—Deberíamos de ir juntos, me invitó —comentó con una gran sonrisa que por cada segundo se volvía más molesta para el adolescente—, pase por su regalo y un trago, así que apenas voy... ¿Qué piensas tomar? Por tu aspecto puedo jurar que algo para la resaca, pareces un zombi andante.
—Aún no sé.
Respondió tajante, esperando que con eso se diera cuenta de que no quería su compañía y que por una vez por todas lo dejara en paz.
—Deja te invito un trago —se ofreció el mayor acercándose más a la barra—, conozco algo muy bueno que te ayudará con esa resaca, aguarda unos segundos, el cantinero es mi amigo así que nos atenderá rápido.
Max no respondió agradeciendo que se alejara, se llevó las manos a las sienes para sobarlas en busca de aliviar ese dolor de cabeza que parecía taladrarla una y otra vez.
Y como dijo Dean solo bastaron unos cuantos segundos para que regresara con un vaso lleno de un extraño líquido verde que incluso parecía burbujear, no evitó hacer una mueca de asco al verlo.
—Vamos, quita esa cara—puso el vaso frente a Maxence—, esto es lo mejor para cuando tienes resaca, así que bébelo, hasta el fondo.
Maxence acercó la mano con duda, parecía más veneno que algo que pudiera ayudarlo.
—Vamos —habló Dean—, bébelo, te ayudará, confía en mí, yo muchas veces lo he tomado y en menos de lo que dices expelliarmus te quitará la resaca.
Max lo miró y después observó esa horrible bebida, ciertamente, si era profesor de Hogwarts no le daría nada raro, en ese colegio de magia no contratarían a nadie peligroso para que diera clases.
Finalmente tomó el vaso para llevárselo a la boca y tuvo que contener una arcada al sentir el asqueroso aroma, finalmente contuvo la respiración y cerró los ojos para beberlo de forma rápida y sin rechistar ante la mirada del profesor Roux que bebía un vaso de whiskey de fuego.
—¿Ya mejor?
Cuestionó el profesor de Hogwarts después de unos segundos de que se terminara el contenido del vaso, y como dijo, la resaca desapareció por completo, la cabeza dejó de dolerle e incluso se sentía con más ánimo.
—Sí—se mantuvo en silencio por unos instantes para agregar—: mucho mejor, gracias.
—Entonces ya deberías de ir al cumpleaños de Anired, no deberías de hacerla esperar por tanto tiempo.
Maxence asintió para ponerse de pie dejando el vaso sobre la barra y miró de nuevo al profesor.
—¿Usted no irá?
Dean asintió sonriendo sin abrir los labios.
—Claro, solo que antes tengo que mandar mi regalo—le hizo una seña—, adelántate, yo estaré en un rato más.
Maxence se despidió con un movimiento de cabeza para salir de las Tres Escobas, debía de apurarse, ya había perdido demasiado tiempo.
Se dirigió de forma rápida al restaurante, casi tuvo que trotar mientras se acomodaba el cabello y la camisa tratando de verse lo mejor posible.
Entro para ver a varia gente en ese lugar, todas la familia y amigos de Anired y Zed se encontraban en ese lugar terminando de cantarles feliz cumpleaños mientras los menores apagaban las velas.
Llegó después de que apagara las velas, se sintió mal al darse cuenta de lo tarde que era.
Se topó con unos ojos azules demasiado parecidos a los suyos que lo miraban con reproche, se trataba de Lyssandre, por lo que no pudo evitar virar los propios con molestia, le caía tan mal.
Decidió quedarse junto de la puerta mientras observaba como felicitaban a la Black-Weasley y a Zed, entregándoles diversos presentes mientras ellos sonreían con emoción.
Verla resultaba refrescante como si todo lo demás dejará de importar, era como ver la noche estrellada y de luna llena de octubre, un espectáculo maravilloso ante sus ojos.
Como le gustaba esa azabache.
Su azabache.
Quizá decir que era suya sonaba demasiado posesivo y egoísta, pero quería que fuera suya como él era completamente suyo, en esos días estuvo poniendo demasiada distancia entre los dos debido a que él no era una buena compañía, no quería preocuparla o que mirara el pésimo estado en el que se encontraba, Anired no se merecía algo como eso, ya había sufrido mucho como para tener que afrontarlo.
Por un momento la mirada gris y la azul se toparon, Max alzó las comisuras de los labios en cuanto ella le sonrió, vio que le decía algo a Scorpius, Freddos y Stefan para alejarse pasando entre los varones y dirigiéndose a él.
Maxence tomó una postura recta.
—¡Maxence! —la voz de Anired llenó sus oídos y la abrazó con fuerza cuando ella se colgó de su cuello—...si viniste.
Notaba la emoción en su voz y los ojos brillosos que lo miraban fijamente mientras sonreía.
—Te dije que lo haría —recargó la frente en el espacio que se formaba entre el cuello y el hombro de la más baja, el aroma a frutos rojos mezclado con canela inundó sus fosas nasales, era como estar en casa nuevamente—...perdón por no llegar antes de que te cantaran feliz cumpleaños.
Murmuró apretándola hacia él con suavidad.
Los brazos de Anired apretaron la espalda de Maxence y le beso el cabello, olía a menta como siempre con ese pequeño toque de tabaco y loción masculina, le gustaba mucho su
—Lo importante es que ahora estás aquí—Maxence alzó el rostro y la soltó con delicadeza—, realmente tenía muchas ganas de verte, te extrañaba.
—Yo también te extrañaba.
Y no mentía, en esos días la había extrañado de sobre manera, pero no quería arrastrarla a su mierda.
Decidió dejar de pensar en eso y llevar una de sus manos a la mandíbula de la menor acariciando con suavidad para finalmente jalarla hacia él y cerrar la distancia chocando sus labios contra los de Anired.
La Black-Weasley solo pudo soltar un exclamó de asombro, al sentir los suaves labios del alemán, un intenso sabor a tabaco inundó su boca, pero sin importarle más correspondió al beso que se volvía cada vez más fogoso en cuanto la lengua de Maxence invadió la propia para iniciar una pequeña guerra por ver quién era más dominante.
Anired sentía el cuerpo arder estando segura que su rostro se volvería completamente rojo ante esa muestra de afecto frente a tanta gente.
Si bien de alguna manera estaban juntos, nunca le pusieron un nombre a su relación, nunca se había besado frente de nadie más que de sus hermanos o primos en algunas ocasiones, y que lo hiciera de esa manera la sorprendió de sobremanera porque prácticamente lo estaban haciendo formal delante de sus padres, tíos y en general de toda su familia.
Maxence tuvo que romper el beso al escuchar un carraspeo, probablemente se trataba del padre de Anired.
La miró y sonrió al ver lo roja que estaba y cómo sus labios se encontraban hinchados por el beso.
—Feliz cumpleaños, Anired...
Anired sintió los nervios recorrer su piel gracias a la ronca voz de Max y a las miradas sobre ella.
—Gracias, igualmente...
Max la miró con la ceja enarcada por la última palabra para soltar una pequeña risita al darse cuenta de lo nerviosa que se encontraba.
—Yo...yo...no te rías, Max —se quejó Anired con un puchero poniéndose aún más roja—...sabes a lo que me refería.
—Estamos a tres de octubre por lo que aún falta un poco más de un mes para mi cumpleaños, pero acepto tu felicitación adelantada —comento con burla inclinándose hacia el oído de la azabache frente a él—...no...no te traje un regalo —murmuró en su oído con las mejillas rojas—, perdón, pero esperaba que mañana saliéramos tú y yo...ya sabes...para celebrar solos...
Anired trago saliva y el corazón le latió desbordado antes las palabras del más alto.
—Sí, sí quiero que lo celebremos tú y yo— Anired sonrió y Maxence la imitó—, ven, vamos con los demás, no puedes quedarte apartado de todos.
Pidió tomándolo de la mano para guiarlo a donde ella se encontraba sentada en compañía de su familia y amigos, Max no evitó sonreír más al darse cuenta que Anired le había apartado un asiento a su lado.
Saludo educadamente a los padres de la azabache y a sus tíos, felicito a Zed y se dispuso a platicar con Scorpius y Stefan que se encontraban frente a él sintiendo las miradas asesinas de los varones que parecían querer desaparecer en esos momentos, especialmente los hermanos y padre de Anired, aunque también George Weasley, Draco Malfoy e incluso el mismo Lyssandre Delacour lo veían de la misma manera, quizá por haber besado de esa manera tan fogosa a Anired.
No pudo evitar sonreír y relamerse los labios al recordar ese buen beso, aún tenía el sabor a cereza de la boca de Anired, delicioso.
Continuó platicando con los dos varones frente a él, en ocasiones intercambiaba miradas llenas de coqueteo con Anired e inclusive le guiñaba el ojo ganándose el rubor de la azabache que la hacía ver más hermosa de lo que ya era con ese delicado vestido rosado que le llegaba a medio muslo y dejaba sus hombros descubiertos, un maquillaje delicado adornaba su rostro, el cabello oscuro recogido en una alta coleta y su sonrisa volvió al ver que de collar llevaba el anillo que le había dado cuando se fue de Hogwarts, siempre lo llevaba con ella, y Max ni siquiera se lo había pedido porque le lucía mucho mejor a ella.
La fiesta de Anired y Zed transcurría con tranquilidad y felicidad dejando ver lo amados que eran esos dos adolescentes que finalmente habían cumplido la mayoría de edad en el mundo mágico, por lo que la celebración era un poco más grande.
Maxence había intercambiado varias miradas con su hermana gemela que se encontraba a lado de George Sirius y Lyssandre con los que platicaba muy poco, desde la muerte de su madre que estaban alejados, preferían evitarse y hablar lo más mínimo posible, esa era la mejor manera para ambos, ya que al estar juntos los recuerdos volvía terminando con herirlos.
Era mejor de esa forma, ignorar el dolor de su corazón y acallar los pensamientos con alcohol para no sentirse peor.
Con ese último pensamiento aceptó el vaso de whiskey de fuego que le extendieron para darle un largo trago dejando que el fuerte sabor le quemara la garganta.
[...]
Tenía la vista borrosa y la cabeza le daba vueltas, no entendía porque, pero el alcohol parecía estarle haciendo más estragos de lo habitual.
¿Era porque estaba tomando muy seguido?
No se respondió a sí mismo para darle otro sorbo al nuevo vaso que había llenado, podía ver a Anired a lo lejos que platicaba con algunos compañeros de Hogwarts, no evitó arrugar el entrecejo al ver que unos eran varones, odiaba cuando los hombres se acercaban a ella.
—Maxence, creo que ya tomaste mucho.
Reconoció la voz de Scorpius a su lado.
—E-estoy bien...eshto no es nada para mi...
Logró articular con voz temblorosa ya que la lengua se le enredaba tras cada palabra que daba.
—Tienes el rostro completamente rojo y apestas mucho a alcohol, si Anired te ve de esa manera se pondrá triste, sabes que no le gusta verte ebrio.
Y Scorpius no mentía, Anired odiaba cuando se embriagaba sin motivo, quizá si fuera por estar participando en juegos de beber o que todos estuvieran igual lo dejaría pasar, pero estaba seguro que la azabache sabía que llevaba más de tres semanas completamente ebrio.
—Estoy bien, s-si tomo un poquio mash se me bajaria...
Murmuró tomando el vaso, pero ni siquiera pudo llevárselo a los labios porque alguien lo detuvo tomándolo de la muñeca.
—Ya has tomado demasiado, Maxence—apretó la mandíbula al reconocer esa voz—, lo mejor es que vayamos a tomar aire fresco y a conseguir algo que te bajé la borrachera...pensé que vendrías sobrio, es el cumpleaños de Anired.
—¿Y a ti que te importa?
Al parecer alzó mucho la voz ya que las miradas se giraron a él, incluso Anired lo miró con una extraña expresión en el rostro.
—Lo mejor es que vayan afuera —comentó Scorpius viendo a los dos rubios que parecían a punto de discutir, y viendo el estado de Maxence era evidente que explotaría sin importarle quien estuviera afuera—, anda Max, ve con tu papá.
—Él no es mi papá...
Rezongo el menor entre dientes para tratar de ponerse de pie, Lyssandre decidió ignorar sus palabras para ayudarlo a pesar de que el alemán no se dejaba, Scorpius también tuvo que ayudarlo ya que estaba demasiado ebrio y caminaba a trompicones golpeándose con todo.
—Yo, los dejo, iré a decir que Max se sentía un poco más y a tratar de que Anired no venga —vio a Maxence que se sentó en un escalón—, no creo que Maxence quiera que lo vea de esa manera.
—Sí, gracias, probablemente lo mejor sea que volvamos a casa.
Scorpius asintió ante las palabras del Delacour para entrar al restaurante dejándolos solos.
—¿Qué se supone que haces? —cuestiono Lyssandre frotándose el puente de la nariz con notable enojo—, llevas tres semanas completamente ebrio, y ahora vienes al cumpleaños de Anired de la misma forma, pensé que mínimo en este día no te ibas a poner de esta manera—lo miro sobarse la cabeza—...creí que no quería que ella viera como te hundes en alcohol y por eso la evitabas, pero al parecer ni siquiera te interesa arruinarle el cumpleaños.
Maxence alzó la mirada ferviente de enojo ante las palabras del mayor que lo miraba con reproche.
—¿Por qué no te callas? —cuestiono poniéndose de pie aun tambaleando—...estoy cansado de siempre escuchar tus reproches, deja de meterte en mi puta vida, yo nunca te pedí que lo hicieras ¡Así que ya déjame en paz de una puta vez!
—¡Me meto porque eres mi hijo! —respondió el mayor pasándose la mano entre el cabello—, ya estoy cansado de esa maldita actitud que tomas, te hundes en la mierda y alejas a todos los que queremos ayudarte ¿Crees que así puedes hacer algo? ¡Sé que duele, pero solo hieres a los demás poniéndote de esa forma!
—¡No necesito que nadie me ayude, y mucho menos alguien como tú! ¡Te llenas la boca de decir que eres mi padre, pero nunca lo fuiste!
Lyssandre trato de tomarlo del brazo cuando estaba por caerse, pero el menor lo alejó de manera brusca viendo aún con más enojo reflejado en la mirada, incluso su cuerpo temblaba.
—¡¿No lo entiendes?! ¡No te necesito, Lyssandre! —escupió iracundo sin importarle quien lo escuchara— ¡¿Dónde estuviste cuando te necesite?! ¡¿Dónde estuviste cuando me golpearon por primera vez?! ¡¿Dónde estuviste cuando hice mi primer hechizo?! ¡¿Dónde mierda estuviste cuando fue mi primer partido de Rugby o cuando me llegó mi carta de Beauxbatons?!—cada palabra la decía con dolor reflejado en su voz a pesar de estar ebrio, Lyssandre solo lo escuchaba en silencio— ¡¿Dónde estuviste cuando me hacías falta?! —la gente comenzaba a armar un pequeño círculo alrededor viendo la discusión de los dos rubios— ¡¿Dónde estuviste para evitar que mi abuela me pegara o me insultara?!
Lyssandre solo apretó la mandíbula y tomó una gran bocanada de aire tratando de mantener la calma.
—Maxence, hablaremos de esto en la casa, es mejor que nos vayamos, estás demasiado ebrio.
Se acercó para tomarlo de la mano, pero él se volvió a alejar buscando la varita en su bolsillo.
—¡No me toques, no iré a ningún lado contigo! ¡Estoy harto de que siempre digas que eres mi padre! —soltaba con más enojo y la voz le temblaba aún más— ¡Nunca te voy a considerar mi padre, porque no eres eso!
—Está bien, ya es suficiente.
Pidió Lyssandre, sabía que estaba ebrio, lo mejor era irse a la casa para que se le bajara la borrachera y finalmente hablarlo, sabía que Maxence no estaba pasando por un buen momento.
—¡No, te odio! —Maxence lo volvió a alejar y lo apuntó con la varita—¡No quiero que te acerques, lárgate de una puta vez y déjame solo!
Lyssandre tuvo que detener sus pasos al verlo de esa manera escuchando varios murmullos alrededor, miró a los lados buscando a los aurores que siempre estaban cerca y les hizo una seña para que no fueran a atacar a su hijo.
—Max, ya basta.
Pidió el mayor viendo como la varita de Maxence temblaba, sabía que a pesar de todo no lo atacara, pero estando ebrio quizá no medir las consecuencias de sus actos.
—¡Déjame en paz, te odio, desaparece de mi puta vida!
Lyssandre no pudo decir más al escuchar unos pasos y una voz.
—¡Maxence, baja la varita! —Anired llegó a lado de su tío viendo a Maxence fijamente—... ¿Qué demonios te pasa? ¡Tú no harías una estupidez como esa, ya baja eso y vámonos!
Lyssandre tuvo que poner el brazo enfrente de Anired al ver que Maxence no bajaba la varita, temía que se acercara a él en ese estado, pero a la menor no le importo para hacerlo a un lado y caminar hacia el rubio que solo la miraba.
—Maxence, por favor, detente...
Maxence no se movía solo la miraba, su mirada se encontraba tan borrosa y un pitido le golpeó los oídos con fuerza.
—Déjame en paz—pidió Maxence con una voz tan seca que Anired sintió un escalofrió en la espalda, sus ojos se encontraban completamente vacíos sin ninguna especie de brillo—...lárgate de aquí, Anired y no te metas, es algo que no te incumbe.
Anired ya lo había visto ebrio, recordaba la vez que se coló en su habitación, pero nunca de esa manera, nunca tan enojado y furioso.
Verlo así hizo que su instinto recordará las veces que Deyan parecía a punto de golpearla.
—Maxence, baja la varita, no puedes decirle esas cosas tan horribles a Jerome cuando él solo trata de ayudarte, estás ebrio, lo mejor es que te calmes y después hablen.
—¿No entendiste o eres tonta? —soltó apretando la mandíbula—...dije que te largues, Anired.
—¡Maxence, ya basta, no te desquites con ella!
Ordenó Lyssandre acercándose a ellos, temiendo que su hijo dijera cosas peores debido al alcohol, porque sabía que mañana se estaría arrepintiendo si hería a Anired.
—Maxence...por favor...
Pidió Anired tratando de mantener la calma.
—¡Por favor, nada! ¡Ya déjame en paz! —rugió con enojo viéndola con desdén— ¡Deja de meterte! ¡No todos tenemos la vida perfecta como la tuya, Anired, no todos vivimos en una mansión en la que nos tratan como una puta muñeca de cristal! —cada palabra que salía de sus labios no la podía controlar por más que quería callarse al ver como se encogió y se hizo hacia atrás, estaba asustada—... ¡Sal de tu maldita fantasía de niña mimada, Anired, y deja de meterte en los asuntos de los demás!
—¡Maxence!
Riño Lyssandre tratando de acercarse, pero el delgado brazo de Anired lo detuvo, tenía la mirada gacha.
—Me meto porque me importas, sé que estás sufriendo, pero tienes que calmarte...
Maxence dio un paso más quedando frente a ella.
—No sabes nada, Anired, solo eres una niña mimada que vive en su propia burbuja, nunca has sufrido, nunca has perdido a alguien a quien amabas—Lyssandre trataba de se callara de una vez por todas—, sigues siendo tan infantil al creer que el mundo es color de rosa, que toda la vida es fácil, no sabes lo que es sufrir realm...
Maxence no pudo terminar las palabras porque el puño de Anired terminó en su mejilla con demasiada fuerza causando que retrocediera y debido a su ebriedad cayera de bruces en el suelo.
—¿No he sufrido? —enarcar la ceja— ¡¿Sabes qué?! ¡Vete a la mierda, D'Acanto! ¡Jerome tiene razón, aleja a todos los que tratamos de ayudarte con esa maldita actitud de niño sufrido que odia a todo el mundo!—soltó conteniendo las lágrimas—...¡Y si soy tan infantil como tú dices olvídate de todo lo que sea que teníamos, fui una estúpida al creer que tú serías distinto a Deyan, al confiar en ti porque eres la misma mierda! —se llevó la mano al anillo que usaba de collar—...No me vuelvas a buscar ni cuando estés sobrio, no quiero volver a saber de ti, y créeme que si sigues con esa actitud vas a terminar completamente solo, aunque al parecer eso es lo que tanto quieres.
Fue lo último que dijo para jalar el collar con fuerza hasta que cedió y lanzárselo a Maxence que la miró con los ojos abiertos.
—Lo siento, tío...
Murmuró Anired para darse la vuelta y alejarse, a pesar de las miradas sobre ella no bajó la cabeza, se mantuvo con el mentón en alto.
Al verla alejarse fue como si un balde de agua fría cayera sobre el cuerpo de Maxence que a como pudo logró poner de píe y alzar el collar.
—Max, vámonos de una vez...
Pidió Lyssandre y tuvo que seguirlo al ver cómo iba tras Anired.
—¡A-anired, espera, no qui-se...!
Trató de tomarla de la mano cuando estuvo más cerca de ella, pero fue detenido sobre una masculina mano que lo tomó de la muñeca.
—Ya es suficiente, D'Acanto—los ojos grises lo miraban con enojo—, desde el principio nunca debimos de confiar en ti, la terminaste lastimando...
—Regulus, suéltame.
—¡No! —rugió el azabache—...ya hiciste más que suficiente, demostrándonos que eres igual que Deyan, así que ahora no te vuelvas a acercar a Anired, porque ya hiciste demasiado, desaparece de su vida de una vez por todas, no la vuelvas a buscar.
Maxence solo lo miro sin poder decir nada, miró a los lejos viendo a George Sirius y Louis que lo veían de la misma forma que Regulus, también a Fred que solo negó con la cabeza para ir con Anired que ya estaba con su madre tal vez pidiéndole que se fuera de ahí, también a Lyssane, George y Scorpius que lo miraban de la misma manera, llenos de decepción.
Solo bajo la mirada, ahora comprendía porque nadie confiaba en él, finalmente siempre decepcionaba y hería a la gente a su alrededor, al parecer el problema siempre era él.
[...]
Lanzó la botella vacía hacia la pared dejando que esta se rompiera en cientos de pedazos para tomar otra botella llena de vodka y abrirla con facilidad.
Sentía el agua fría de la regadera golpearle el rostro mientras estaba acostado en la bañera.
Logró poner un hechizo en la puerta para que nadie la abriera, aparte que solo estaba con su hermana pues Lyssandre fue llamado de emergencia al ministerio por lo que la conversación se la ahorraría por hoy.
Bebió de la botella sin ninguna pausa, el líquido bajaba rápidamente por su garganta y al recordar los ojos grises llenos de enojo y decepción tomo la otra botella vacía para lanzarla con más fuerza a la pared, el sonido le provocó dolor de cabeza, pero lo ignoro para seguir bebiendo y dejando que la regadera lo mojara.
Quería morir.
Ya no quería seguir vivo, el corazón le dolía, los ojos los sentía empañados, solo deseaba desaparecer.
Había dañado a la persona que más le importaba.
Finalmente se había quedado completamente solo.
Su madre ya no estaba.
Anired lo odiaba.
—¡Maxence, abre la puerta!
Escucho la voz de su hermana, pero la ignoro para seguir tomando, no quería saber nada de nadie, solo dejar de escuchar y de sentir, dejar de estar vivo.
Él era una mierda que siempre dañaba a todos, no merecía continuar más en ese mundo, nadie lo necesitaba.
Le dio otro trago más profundo a la botella y se hundió dentro de la bañera, el agua comenzaba a llenarla cada vez más, pero no le interesaba, al menos de esa manera ya no escuchaba nada.
—¡No abre la puerta!
Escuchaba unas voces a lo lejos, pero cerró los ojos con fuerza.
—¡¿Lleva mucho rato ahí?!
—Desde que te fuiste al ministerio, solo entro a su cuarto y de ahí al baño, pensé que tomaría un baño, pero no sale —las voces continuaban, pero cada vez se volvían más lejanas—...y después rompió algo, sonaban como botellas de cristal.
—¡¿Está tomando?!... ¡Maldita sea, Maxence abre o voy a entrar por la fuerza!
Fue lo último que escuchó el alemán, cuando el agua que se le metía a la nariz dejó de importarle y todo se volvió completamente silencioso.
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¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Creen que le haya pasado algo malo a Max?
¿Maxence podrá solucionar las cosas con Anired y Lyssandre?
¿Quién habrá escuchado a Deyan y Hannah?
¿Teorías?
Bueno, espero que les haya gustado.
¿Ya vieron la serie de Merlina? He de decir que me la terminé en un día y quedé encantada con ella, tanto que estoy pensando en tal vez escribir un fanfic de cierto personaje que me dejo flechada, jiji ¿lo leerían?
Bueno, nos leemos en unos días, loviu♥
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