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Diez.

(Jijij, ya llegué con el cap que prometí, espero que lo disfruten.
+400 comentarios para la próxima actualización)

Miro al adolescente castaño frente a ella que era acompañado por su padre, ambos se encontraban con la misma expresión seria adornándole los rostros.

—¿Estás seguro de querer declarar lo que viste frente a un jurado de magos? —Anirak miro a Lorenzo—, ellos te podrán someter a distintos hechizos e incluso pociones para asegurarse que digas la verdad, evidentemente tato el director de Seguridad mágica—señalo a Jerome con la mirada—, y yo estaremos al pendiente para que los hechizos y pociones no sean de tortura o te afecten de ninguna manera.

Lorenzo miró a la ministra y después a su padre, el cual le dedicó una pequeña sonrisa brindándole un poco de valentía, valentía que le hacía mucha falta en esos momentos.

—También debes de estar consciente que la parte demandada tratara de que todos crean que mientes—explicó Jerome con incomodidad al ver a Razvan, pero tratando de mantener un tono profesional—, puede valerse de cualquier cosa, e incluso como fuiste mejor amigo de Deyan podrán decir que lo estas acusando de esas cosas por envidia a él, evidentemente nuestra defensa te defenderá de todo, pero quiero que estés de acuerdo si vas a soportar todo eso, ya que puede ser demasiado pesado.

Jerome y Anirak sabían muy bien lo pesado que eran los juicios y en especial para los adolescentes, a los demandados no les interesaba qué métodos emplear para defenderse por cualquier medio.

Es por eso que trataban de mantener lejos de todo eso a Anired, lamentablemente sabían que una vez que cumpliera la mayoría de edad y si los juicios contra Deyan continuaban, en algún momento tendría que subir al estrado a declarar, y era algo que les asustaba, no querían exponerla a esa clase de situaciones.

Lorenzo escuchó cada una de las palabras de los mayores, pensó en todas las consecuencias que traería eso.

Después de considerarlas, decidió dar la respuesta

—: Declararé sin importar que—respondió con un tono confiado y seguro, tratando de demostrar que no le temía a eso, a pesar de ser todo lo contrario—, contaré lo que vi, si eso sirve para que Deyan regrese a la cárcel definitivamente lo haré.

Sentenció el rumano.

Jerome lo miró, se alegraba que él niño, que ahora era un adolescente, fuera una buena persona, ver que Razvan lo había criado bien le hacía darse cuenta que una de las mejores decisiones que tomó fue terminar la relación con él.

—De acuerdo, entonces estaremos en contacto, ya que deberemos prepararte para cuando debas dar la declaración frente a la corte. Prepararé una serie de preguntas básicas que siempre hacen, al igual que una u otra situación que pueda presentarse.

—Sí, me parece bien—respondió Lorenzo, sabiendo lo que estaba por venir, ya que ahora la diferencia era que tanto él como Deyan eran mayores de edad, cualquier cosa que dijeran tenía un peso mucho mayor—, haré todo lo que me digan, espero con esto poder ayudar a Anired, y que también a que Deyan vuelva a la cárcel.

Anirak y Jerome le agradecieron para despedirse de los dos Moldovan.

Por un momento las miradas de Razvan y Jerome se cruzaron, ambos recordaron todo lo que vivieron hace más de diecisiete años, era una sensación extraña, pero finalmente apartaron las miradas, era mejor mantener las cosas enterradas y no moverlas más, finalmente ambos ya tenían hechas sus vidas.

—Te agradezco mucho por esto—le habló la azabache al castaño que la miraba—, sé que no es fácil, sin embargo, tú estás dispuesto a hacerlo...

—No tiene nada que agradecer—las comisuras de sus labios se alzaron en una pequeña sonrisa—, al contrario, quiero disculparme por no hacerlo tiempo atrás, debí haberle dicho una vez que sucedió, quizá de esa manera las cosas habrían sido distintas.

Anirak negó suavemente.

—Está bien, Anired te pidió que no lo dijeras, tú solo quisiste respetar su decisión así que está bien.

Finalmente se despidieron para que los dos varones abandonaran la oficina de la ministra del ministerio mágico británico.

—¿Crees que con su testimonio Deyan vuelva a la cárcel?

Cuestiono Anirak mirando al rubio que se dejó caer en la silla para comer un caramelo de los que la azabache tenía en un refractario para las visitas, y meterlo a la boca después de abrirlo.

—Con su testimonio es demasiado probable, ya que alguien lo vio—la miró—, sería más eficiente si convencemos a esas dos chicas para testificar... ¿Una de ellas es la novia de Stefan? Y la otra la hija de Lee—hizo una mueca al recordar a JJ y que por su culpa casi muere uno de sus sobrinos—, quizá con sus testimonios todo avanzara más rápido.

—Probablemente con la novia de Stefan sea más sencillo—comentó pensativa—, pero no sé si Lee y Angelina dejen que Alyssa testifique, sabes que varias personas no quieren inmiscuirse debido a que Deyan es hijo de Hermione...

Jerome asintió dándole la razón.

—Aparte que después de lo que pasó con Regulus, ustedes ya no hablan con ellos, y yo mucho menos—tomó otro caramelo—, puedo mandar un citatorio...

—Sería buena idea—Anirak lo miró con curiosidad— ¿Estás bien? Casi nunca comes tantos dulces...

—No es nada...o bueno sí.

—¿Tiene que ver con Razvan?

Anirak enarcó la ceja indagando por saber qué era lo que aquejaba al varón rubio frente a ella, pero el francés negó rápidamente.

—No...digo, no sentí nada en cuanto lo vi, es como si finalmente ya todo estuviera superado—soltó un suspiro—, desde la pelea con Max que él me ignora y sigue sin hacer las cosas que le tocan—bufo lleno de frustración al recordar todas las discusiones con el rubio—, no sé qué hacer, lo peor es que ni siquiera quiere buscar un trabajo, o especializarse en algo...y por si no fuera poco, Crystal ni su madre me contestan las llamadas, no sé si Amalie o Max hayan hablado con ella—hizo una pausa—, quería preguntar qué hacer, a lo mejor ella tenga una solución para el comportamiento de Maxence.

—Deberías de seguir tratando de contactarte con ella o preguntarle a los niños por si saben algo—Anirak se sentó frente a él—, sobre lo de Maxence, el cambio para él está siendo más difícil de lo esperado, y sabemos que guarda cierto resentimiento por todo lo que ha pasado, quizá debes de ir más lento y si ves que él no cambia a pesar de todo, puede que sea necesario que busques ayuda psicológica—Jerome arrugó el rostro al escuchar eso—, la ayuda psicología no es para tí, aunque no te vendría mal. Pero, volviendo al tema de Max, al parecer su infancia no fue fácil y mucho menos la relación con su abuela, así que, si no quiere hablar contigo o con Amalie, debes de buscar quien le ayude de esa manera, no quiere decir que está loco o mal de la cabeza, pero sería lo mejor a lo que me has contado cómo actúa.

Jerome pensó en las palabras de la azabache, tenía razón, pero por lo poco que conocía a su hijo era evidente que lo mandaría por un tubo tan solo al darle la idea de que debería de ir al psicólogo, sin duda terminaría odiándolo más de lo que ya hacía.

¡Qué difícil era ser padre de adolescentes!

⚜⚜⚜

Entró a la cafetería mientras se aflojaba la corbata, quizá era debido al nerviosismo, pero le resultaba asfixiante en esos momentos.

Miro a la gente que estaba alrededor hasta que reconoció una rubia cabellera en una mesa junto a la ventana, así que sin pensárselo más se acercó a la mujer que lo esperaba.

—Hola—saludo parándose a un lado — ¿Llevas mucho rato esperándome?

Ella alzó la mirada, pero esta vez no le sonrió como en otras ocasiones.

—No hace mucho que llegué... ¿no te vas a sentar?

El más alto jalo la silla frente a ella para sentarse con facilidad y verla sin saber cómo iniciar o que hacer, finalmente habían quedado de verse para solucionar las cosas y las palabras ni siquiera le salían de la boca, era como si todo lo que había ensayado que diría con Regulus se le hubiera borrado de la mente.

—¿Ya ordenaste?

Fue lo primero que soltó, Amalie asintió.

—Un café americano y un emparedado, me imagino que la mesera no tardará en volver y podrás ordenar tú.

—Sí, supongo que tienes razón—desvió la mirada a sus dedos sobre la mesa que le parecía lo más interesante visto en años—... ¿Cómo estás? ¿Qué tal el trabajo?

—Estoy bien ¿y tú? —respondió la rubia aun con un tono serio, lo único que quería era ir directo al punto y no con rodeos—, todo tranquilo, ¿el tuyo qué tal? Pensé que no podrías salir.

—Tengo dos horas de comida—explicó el pelirrojo—, bueno de hecho más tiempo si quisiera, pero Regulus solo me puede cubrir por dos horas el día de hoy.

Finalmente, la mesera hizo acto presencia para entregarle su pedido a Amalie, George Sirius también ordenó un baguette de carnes frías y una malteada de frambuesa con crema batida.

La mujer desapareció para dejarlos solos, George seguía buscando las palabras correctas hasta que la voz de Amalie lo desconcentro.

—Me dijiste que querías que nos viéramos—Amalie le dio un sorbo a su café para hacerse el cabello hacia atrás ya que le molestaba un poco al beber o comer—...y acepte ya que prometiste que me contaras la verdad ¿Por fin me la dirás?

George Sirius suspiró y alzó la mirada para verla al rostro.

—Amalie—nombró a la alemana— ¿No te basta con que te diga que no hay nada entre Inara y yo? —su voz no sonaba enojada, si no tranquila y cansada, como si todas sus energías se hubieran desaparecido con tan solo pensar en Inara Delilah—, puedo jurarte que lo que pasó entre nosotros ya no importa ¿Puedes creerme?

Amalie soltó un suspiro y negó.

—No es que no crea en lo que tú dices—hizo una pequeña pausa—, pero...quiero comprender qué sucede entre ustedes, siempre dices que te gusto, tratamos de empezar a salir, pero...parece que me ocultas demasiadas cosas, sé que no puedo exigirte que me cuentes toda tu vida, pero quiero comprender porque actuaste de esa manera con Inara y porque ella te dijo todo eso, podría jurar que tenían algo o que quizá estuvieron saliendo antes de nuestra cita.

George Sirius se rasco la nuca.

—Conocí a Inara en primer año de colegio, pertenecía a la casa de Ravenclaw y nos llevamos bien, solía pasar el rato con Regulus y conmigo—comenzó a relatar—, pasamos mucho tiempo juntos, nos volvimos amigos demasiado cercanos por varios años, entre cuarto y quinto año las cosas comenzaron a cambiar, ya no nos veíamos como amigos—una sonrisa amarga surcó los labios, el labio inferior tenía un tono rojizo gracias a que se lo mordió con fuerza, el sabor a cobre inundó su boca—, iniciamos una relación, duró algunos meses...al inicio todo fue perfecto, pero las cosas cambiaron, pasaron algunos problemas entre nosotros demasiado fuertes, tan fuertes que incluso terminamos en una comisaría muggle al igual que con cargos en el mundo mágico.

Amalie lo escuchaba atentamente sin interrumpir ya que se daba cuenta que el pelirrojo parecía demasiado incómodo al hablar de eso.

—...Inara tuvo una orden de alejamiento debido al problema que tuvimos y yo termine con cargos, por ese motivo ella se fue de Hogwarts y comenzó a estudiar en Japón...terminamos mal así que perdimos toda clase de contacto—agradeció cuando la mesera dejó frente a él su plato con comida y bebida—, pensé que nunca la volvería a ver, hasta ahora, como te darás cuenta las cosas no están bien, y no, no tenemos nada, ni nos agradamos...

Amalie sintió un peso menos de encima al escuchar lo que dijo George, sin embargo, una nueva espinita creció en su curiosidad, que se volvía más y más grande por querer saber cuál fue el motivo tan grande para que terminaran en la cárcel, con cargos en el mundo mágico e incluso Inara con una orden de alejamiento, debió de ser algo demasiado fuerte como para que Inara Delilah tuviera que irse a Japón.

—George Sirius—llamó Amalie con algo de duda — ¿Cuál fue el problema que tuvieron?

El Black-Weasley negó.

—¿Si no te lo cuento te molestaras?—la veela lo observó sin saber que responder—, preferiría no decirlo, no es algo de lo que me guste hablar o de lo que me sienta feliz—esperaba que lo comprendiera, a pesar de todo, aun no había juntado el suficiente valor como para tocar ese punto tan incómodo en su vida, esa parte que incluso los únicos que la conocían eran sus padres y hermanos—...solo quiero que tengas en claro que entre Inara y yo no existe nada, no hay ni amistad o tan siquiera un lazo que nos haga compartir algo en común y nunca volverá a existir.

Amalie lo miró, sus ojos reflejaban un sentimiento extraño en ellos, como una mezcla de dolor y tristeza ante los recuerdos de su pasado, por lo que mejor opto por no indagar más, trataría de confiar en sus palabras, pero es que le era difícil, temía que las cosas entre ellos solo fueran un estúpida ilusión para después darse cuenta que George Sirius solo se siente atraído por su parte veela y no por ella misma.

—¿Y si ella te busca o te pide que lo vuelvan a intentar?

—créeme que eso no pasará—hizo una pausa—, y aun si lo intentara yo la rechazaría sin dudarlo, Amalie, solo me interesas tú, no Inara, ni nadie más—confesó y sus mejillas tomaron un tono rojizo causando que con el reflejo de su cabello destaca más—, quiero salir contigo, créeme que quería que tuviéramos una buena cita ese día, no se me paso por la cabeza que sería arruinada por culpa de ella, pensé que nunca me volvería a molestar.

Amalie se sonrojo ante las palabras de George Sirius, siempre le sorprendía la facilidad con la que podía decir eso.

Deseaba que sus palabras fueran verdad y no solo que se encontrara cegado, que los sentimientos reales hablaran por él y no los de un espejismo provocados por los encantos de una veela.

—Yo también quiero salir contigo—respondió Amalie—, es solo que...después de lo que sucedió con Hannah temo que vuelva a pasar algo parecido.

George extendió la mano para tomar la de Amalie y apretarla en un gesto comprensivo.

—Te prometo que no volverá a pasar nada parecido—le sonrió con confianza—, las cosas no serán igual que esa vez.

Y Amalie, optó por creer en las palabras del Black-Weasley que con tanta seguridad decía, aferrándose a que las cosas esta vez serían distintas y ella no saldría herida.

—Que lindo—la voz de la pelirroja interrumpió la conversación—, al parecer ya arreglaron las cosas.

Los dos varones alzaron la mirada para verla mientras colocaba sus bebidas frente a ellos.

—Bueno, era evidente que a George Sirius le gustaba Amalie desde el colegio y viceversa —comentó el Malfoy para tomar su frappe—, ¿no estás feliz?

Cuestiono viendo al gemelo menor que le daba un trago al capuchino frente a él y arrugó el rostro, no le terminaban de gustar las bebidas que llevaran café en ellas, el sabor a pesar de colocarle azúcar, caramelo o lo que fuera seguía resultando amargo.

—No es como que yo tenga algo que ver ahí, pero si Amalie va a dejar de tener cara de culo y gritar como loca por cualquier cosa, porque cuando está de malas se vuelve más molesta que un orangután aullando—se quejó Maxence—, por mí que salga con quien quiera.

—Tan dulce como siempre —soltó Scorpius con notable sarcasmo disfrutando de su frappe con una encantadora sonrisa—, al parecer ahora todos tienen pareja menos yo—soltó un quejido viendo con acusación a Maxence—, ya estuviste mucho tiempo con Anired, déjala, me toca a mí.

Itziar soltó una pequeña risa por las tonterías que decía Scorpius, le era divertido ver como Maxence perdía sus casillas poco a poco, a pesar de todo seguía siendo un completo gruñón como siempre.

—Acércate a ella y te voy a convertir en polvo, Scorpius.

Advirtió viéndolo fijamente y con los ojos azules brillosos como los de un animal a punto de encantar, Scorpius sonrió disfrutando de ver su reacción, desde que Anired había vuelto al colegio los celos de Maxence estaban incontrolables al igual que su mal humor, reaccionando a la más mínima provocación.

En más de una ocasión, Amalie y Scorpius lo tuvieron que detener para que no saltara a los golpes o maldiciones cuando en la calle mencionan a Anired y el tema de la demanda contra Deyan.

—Tranquila, fiera —pidió Scorpius—, pensé que tenías mejor sentido del humor ¿La abstinencia te tiene así?

El rostro y cabello de Maxence se volvieron rosados ante el comentario del peli plata, decidió apartar la mirada y hacer oídos sordos a lo que dijera, era mejor ignorarlo porque no podía controlar sus reacciones.

—Por cierto, Itziar —llamo Scorpius para verla, Itziar lo miro dándole a entender que lo escuchaba— ¿Quién es ella?

Cuestiono dirigiendo la mirada a la chica morena que mesereaba pasando los pedidos que James le entregaba.

—¿Ella? —Scorpius asintió—, es Dalila Nichelli, está trabajando en la cafetería ¿por?

—Es linda...

Comento con una pequeña sonrisa ladina para verla pasar entre las mesas, Maxence volteo a verlo con los ojos entrecerrados y de forma acusadora percatándose de ese aire coqueto que lo rodeaba.

Itziar dejó por un segundo a los dos varones cuando le hablaron en la entrada, por lo que fue de inmediato para toparse con un extraño repartidor.

Pero, lo más curioso de eso, fue lo que le entregó, una elegante caja negra con un moño elaborado por un fino listón rojo recibió de entregado y entró nuevamente para ir a donde se hallaban sus dos amigos que aún discutían.

—¿Y eso?

Cuestiono Scorpius viendo la caja en sus brazos, Maxence también la miro, pero no dijo nada.

—Vino un repartidor a dejarla—la puso en la mesa quedando en medio de ellos—, no tengo ni idea de que es.

—Ábrela, a ver que es.

Pidió Maxence sin ocultar su curiosidad por conocer el contenido, la pelirroja decidió hacerlo para quitar el listón con todo el cuidado del mundo y quitarle la tapa lentamente, un dulce aroma recorrió las fosas nasales de todas las personas que estaban cercas.

Itziar no evitó soltar un ruido de dulzura al ver las diversas flores de colores pasteles que llenaban la caja, reconoció de inmediato que se trataban de Plumerias rubra, sus flores favoritas de toda la vida, el aroma era precioso y delicado.

—¿Quién te las mando? ¿James?

Cuestionó a Scorpius observando las flores, estaba seguro que incluso brillaban como si les hubieran colocado magia.

Itziar vio una pequeña tarjeta colocada cuidadosamente encima de las flores, así que la tomó para leerla rápidamente.

"Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso"

Las mejillas de Itziar hicieron juego con sus cabello al leer esas líneas.

Y solo le bastó eso, para saber que quien fuese quien le envió las flores, no era su novio, James, porque él nunca había leído ni siquiera un poema de Gustavo Adolfo Bécquer.

Su estómago se contrajo debido a una extraña sensación de cosquilleo que la recorrió, dándose cuenta que se trataba de una especie de admirador secreto.

Itziar decidió no darle mucha importancia, porque bien se podría tratar de una mala broma.

Mala idea de parte de la francesa, porque eso solo era el inicio.

⚜⚜⚜

Observó el celular nuevamente y chasqueó la lengua con notable molestia dándose cuenta que el chat seguía de la misma manera.

Desde hace días que tanto él como Amalie trataban de comunicarse con su madre, pero no obtenían ninguna respuesta, trataba de ocultarlo, pero la preocupación comenzaba a aturdirlo con más fuerza, definitivamente si no obtenía ninguna respuesta a más tardar a la noche de ese día tendría que viajar a Alemania a su vieja casa para ver que su madre se encontrara bien, aunque cierta parte de él le decía que estaba de viaje de trabajo, cosa que era normal, algunas veces se iba hasta un mes entero y era algo difícil encontrarla.

Soltó un suspiró y agitó la cabeza para despejarse de todas esas cosas, seguramente todo estaría bien y su madre por distraída no había contestado.

Con ese pensamiento decidió seguir caminando hacia el viejo castillo en el que alguna vez estuvo, mientras más se acercaba nuevamente sus pensamientos comenzaban a azotarlo, pero esta vez eran referente al dinero que llevaba, ya que Lyssandre seguía sin levantarle el castigo por más de tres semanas, por lo que la cantidad de galeones que tenía en la bolsa eran mínimos.

Pudo no haber venido, pero le prometió a Anired que ese día saldrán a pasear en Hogsmeade, pues llevaban dos semanas sin verse debido a que las clases habían iniciado por ese motivo la azabache tuvo que regresar a Escocia volviendo más difícil el verse de manera seguida, se enviaban cartas cada que podían, pero extrañaba verla del diario o mensajear con ella, se había acostumbrado tanto que estar alejado de Anired dolía.

Se detuvo frente al castillo pensando una y otra vez en cómo hacer para que los galeones que llevaba consigo le alcanzarán para llevar a Anired a comer y para pasear por el pueblo mágico.

Miraba ocasionalmente la entrada en espera de ver a la azabache acercarse, en cualquier momento saldría, quedaron de verse a las dos de la tarde de ese sábado, y ya solo faltaban menos de dos minutos para la hora acordada.

Mientras los segundos pasaban su corazón se agitaba cada vez más, era como la primera vez que salieron juntos, poniéndose nervioso con las manos sudorosas, Anired tenía un enorme efecto en él, lo hacía sentir tan vivo y con las emociones a flor de piel, tan intensas que a veces le sorprendida sentir de esa manera.

—¡Max!

Dirigió la mirada al escuchar como lo llamaban y no evitó sonreír al verla correr hacia él de manera emocionada, le gustaba darse cuenta que venía hacia él cuando antes solo la veía a lo lejos para ir a los brazos de alguien más.

—Mein herz...

Murmuró tomándola de la cintura para alzarla un centímetros del suelo cuando ella le rodeó el cuello con los brazos.

—Hola...

Sonrío y él se inclinó para presionar sus labios, el beso fue suave, cariñoso y demasiado lento demostrando cuanto se habían extrañado en esos días sin verse, se movían a un compás tranquilo como si el tiempo alrededor no transcurriera.

Los delgados dedos se perdieron entre el corto cabello rubio que comenzaba a tomar una tonalidad rosada para dejar suaves caricias sin borrar la sonrisa de los labios mientras se besaban.

Los brazos del alemán rodeaban la pequeña cintura evitando que tocara el suelo y de esa forma no teniendo que agacharse debido a la diferencia de estaturas.

El beso duró por unos segundos más hasta que se separaron dándose un corto beso de piquito.

—¿Cómo estás? —cuestionó el alemán colocándola en el suelo— ¿Has estado comiendo bien? ¿No te has saltado ninguna comida?

—Estoy bien ¿y tú? —alejo los brazos del cuello de Maxence para tomarlo de la mano, el rubio entrelazo sus dedos para alzarla y poder besarle los nudillos con demasiado cariño—, si he comido todo, también tomado mis medicamentos, y no, no me he saltado ninguna comida.

—También estoy bien, me alegro de escuchar eso—ambos comenzaron a caminar con tranquilidad decidiendo no tomar el carruaje para poder estar más tiempo de esa forma—... ¿Las clases qué tal? ¿No se te está complicando nada?

Anired negó varias veces.

—Hasta ahora todas parecen sencillas, aun así, no me voy a confiar tanto porque no quiero bajar mi promedio.

—Cierto, que eres la señorita premio anual de este año—Maxence sonrió orgulloso recordando lo que Anired le había contado, gracias a su excelente promedio, actividades extracurriculares entres más había sido nombrada el premio anual de su generación aparte de capitana del equipo de Quidditch de Slytherin—, capitana del equipo de Quidditch, prefecta...literalmente eres como Barbie...

Anired soltó una suave risa por lo que decía Maxence.

—Diría que eres Ken —Max sonreía al escuchar su voz—, pero yo siempre le robaba los Max Steel a mis hermanos para que estuvieran con las Barbies, así que definitivamente eres mi Max Steel.

—Ahora entiendo porque me pusiste ese apodo, así que desde que me conociste querías adueñarte de mí, que posesiva —le beso la sien de manera juguetona—...me gusta eso.

—Tonto—puso los ojos en blanco son borrar la expresión de diversión que le adornaba la cara—, ¿A dónde quieres que vayamos primero? ¿Qué tienes ganas de hacer?...¿Tienes ganas de comer algo o solo quieres que caminemos?

—Quiero hacer lo que tú quieras, Kleiner Hase—al llegar al pueblo mágico pudieron observar la gran cantidad de gente que se encontraba en el lugar debido a que era la primera salida del año de los estudiantes de Hogwarts—...tienes que comer a las cuatro—observo el reloj en su mano—, tenemos un poco me una hora y veinte minutos para buscar a donde comer, ¿Quieres que caminemos por el pueblo? Podemos comprar un helado o algo que se te antoje.

—Sí, vamos, caminemos un rato.

Ambos adolescentes comenzaron a caminar por el pueblo, recorriendo las tiendas e incluso pasando frente a Sortilegios Weasley donde saludaron a Zed y Freddos los que trabajaron ese día, Anired había pedido permiso para no trabajar y poder pasar la tarde con el alemán, el próximo fin de semana se reintegrará al trabajo sin excusa.

—¿Cómo te ha ido en casa? —cuestiono Anired— ¿Ya no has peleado con el tío Jerome?

Maxence puso los ojos en blanco al escuchar el nombre de su padre, le había contado a Anired que tenía pequeña peleas con Jerome, pero no había entrado en muchos detalles y mucho menos le contó sobre la última pelea en la que terminó castigado como si se tratara de un niño pequeño.

—No—negó tratando de sonar seguro—, a veces tenemos desacuerdos, pero ya no peleas—mintió, prefería evitar decirle la verdad a la azabache para que no lo regañara—, la llevamos bien.

Anired sonrió al escuchar sus palabras y se dio la vuelta para frenar el paso del alemán.

—Entonces te has portado bien mientras no he estado en Londres, eh...

Max asintió tratando de leer que significaba esa sonrisa juguetona en los labios de Anired al igual que el brillo en sus ojos.

—Yo siempre me porto bien, cielo.

Anired no pudo evitar que el rubor subiera por sus mejillas al escuchar como la llamó, aún no lograba acostumbrarse del todo a que Maxence la llamara con apodos cariñosos como aquellos.

—Bueno, entonces como te has portado bien—revoloteo entre la bolsa de mano que llevaba con ella para sacar una pequeña bolsa de color negro—, te tengo un regalo.

—¿Un regalo?

Max enarcó la ceja con curiosidad, no era novedad que le diera regalos, desde que se habían vuelto más cercanos Anired tenía la costumbre de darle pequeños detalles como plumas, pulseras, púas para guitarras, collares e incluso a veces camisas que ella veía y le gustaban para él.

—Sí—le extendió la bolsa que Maxence aceptó, no pesaba mucho por lo que supuso que era algo pequeño—, lo pedí desde hace semanas, pero llegó más tarde de lo esperado, yo quería dártelo antes de volver a Hogwarts.

Maxence abrió la bolsa con cuidado para sacar una pequeña caja roja y trago saliva al leer el nombre de la marca "Ferragamo", la había visto, se especializaban en relojes.

—Anired...

Murmuró Maxence abriendo la caja quedando en completo silencio.

—En el mundo mágico se acostumbra a dar un reloj cuando los varones cumplen la mayoría de edad, sé que ya tiene casi dos años que tú cumpliste los diecisiete, pero quise dártelo—explico mordiéndose el interior de la mejilla sintiéndose nerviosa porque no le gustara el regalo—, en la parte de abajo mande a que grabaran tu nombre...

El rubio observo el regalo, lo había visto varias veces por internet y era más genial aun en físico, de color negro y un diseño moderno, el modelo del reloj Ferragamo Sapphire era más que precioso, lo que más llamaba la atención era su estética, con un cristal de zafiro que recubre por igual la esfera y bisel antirreflejo.

Pero fuera de lo hermoso que era lo que más le sorprendía a Maxence era el precio, pues ese reloj estaba en alrededor de mil quinientos euros* sin sumar el envío y la personalización, ya que al sacarlo de la caja pudo observar en la cara de atrás su nombre perfectamente grabado en una pulcra caligrafía que reconoció siendo la de Anired, así que ella misma lo escribió para que fuera aún más personalizado.

Volvió a meter el reloj en la caja y después en la bolsa sin saber que decir, poco a poco lograba acostumbrarse a recibir regalos de la azabache, pero nunca algo tan caro como ese reloj, de hecho, nunca había tenido un reloj tan caro en la manos.

No comprendía porque Anired le daba ese tipo de regalos, si él no le podría dar algo así, cosa que lo hacía sentir algo incomodo pues con eso se daba cuenta de los diferentes mundos a los que pertenecían.

Ese día ni siquiera llevaba suficiente dinero para salir y ella le daba un reloj caro.

¿Por qué le daba algo como eso?

—Max —llamo Anired al verlo tan callado— ¿No te gustó el reloj?

Max alzó la mirada para verla, tenía la mirada apagada y una mueca extraña.

—No es eso...solo...que...te debió de costar demasiado...

Murmuró el alemán y una opresión recorrió su pecho al ver la mirada desanimada de Anired, hace unos minutos parecía completamente emocionada, pero Maxence no sabía que decir o cómo reaccionar a algo como ese regalo, claro que le encanto, pero...era demasiado para alguien como él, para alguien que tal vez nunca le podría dar ni la mitad de eso a Anired.

Y había algo más, no quería ni imaginar lo que pensaba el matrimonio Black-Weasley ante que Anired gastara esa cantidad de dinero en él.

¿Qué tal si creían que se aprovechaba de ella o que él exige que se lo comprara?

—¿T-tus padres no te dijeron nada por comprarlo?

—No le pedí dinero a mis padres para comprarlo —respondió Anired de manera seria—, trabajo en Sortilegios y me pagan, aparte que antes de salir de vacaciones estuve dando tutorías a algunos de mis compañeros y a alumnos menores por las que me pagaron, así que no necesite pedir dinero...

El rubio miró el rostro serio de Anired, ya no demostraba la alegría de hace unos minutos, incluso se alejó unos pasos de él como si quisiera poner una barrera entre ambos, como un método de defensa para que no la lastimara con palabras o reclamos.

—Anired —llamó Maxence—, me encanto el regalo, te lo juro—buscaba su mirada ya que ella evitaba sus ojos y si se acercaba más se alejaría sin dudarlo—, es solo que...nadie me había regalado algo...tan...caro—se mordió la lengua por unos segundos buscando que palabras decir para no empeorar las cosas—...no...no debiste gastar tu dinero de esa forma... y mucho menos en mí.

—Desde que lo vi en internet...quería que lo usaras— lo miró sin ninguna expresión en el rostro—, pensé que se te vería genial y yo...quería regalártelo.

Ver el rostro de Anired, su labio inferior temblando y como sus bonitos ojos ya no brillaban lo hizo volver en sí dándose cuenta que con su actitud la heriría, porque ella se había esforzado para comprarle ese reloj.

—Me encanto —al notar que Anired lo veía se acercó a ella—, es de los mejores regalos que me han dado, y no por el valor, sino porque me lo diste tú—explico quedando más cerca de ella—, te lo agradezco mucho, perdón si no reaccione como debería...pero, me sorprendió mucho.

—¿Entonces si te gustó?

Lo miró con ojos curiosos a expensas de una respuesta que no tardó en llegar.

—Me gustó demasiado, en serio, muchas gracias...gracias por comprarlo y por tomarte el tiempo de mandarlo a personalizar.

Agradeció con sinceridad ganando la sonrisa de Anired que lo vio para preguntar

—: ¿Te lo puedo poner? —bajo la mirada al reloj—...me gustaría vertelo puesto.

—Me encantaría que lo hicieras—le extendió la bolsa con el reloj que Anired tomó.

La azabache sacó la caja y posteriormente el reloj mientras Maxence se quitaba el viejo reloj que llevaba en la muñeca izquierda, el cual le dio a la menor que lo guardó en la caja, y finalmente lo guardó en su bolso de mano.

Max le extendió la mano, Anired sonrió colocando el reloj con sumo cuidado en la masculina muñeca del rubio para abrochar y darle la vuelta logrando ver como se le veía y sonreír.

Como supuso, le quedaba perfecto y es que desde que lo vio en un anuncio supo que quería que Maxence lo usara, iba perfectamente con él.

Y no comprendía muy bien porque decía que era tan caro, si realmente fue casi una ganga debido a que las cosas muggles eran mucho más baratas que el mundo mágico tanto que juntó el dinero con lo de las tutorías y lo de dos meses trabajando en Sortilegios Weasley de esa manera no toco el dinero que le daban sus padres o el de la cuenta de Gringotts que abrieron los mayores para ella. A decir verdad, se sintió demasiado bien por poder comprar ese reloj con dinero obtenido a base de trabajo y lo mejor fue que se lo dio de regalo a Maxence.

—Sabía que se te vería muy bien —halago Anired mirando la mano de Maxence—, me encanta como se te ve...

—Me gusta mucho—confesó Max viendo el reloj en su muñeca y su sonrojo aumentó cuando Anired jalo su mano dejándole un cariñoso beso en el nudillo como él en ocasiones lo hacía—...Anired...

—¿Qué?

Preguntó alzando la mirada, los ojos grises brillaban con intensidad como si estuviera viendo una piedra preciosa.

—Tú siempre me besas los nudillos de esa forma—continuó Anired—... ¿no te gusta que lo haga?

Max parecía un niño tímido, en ocasiones se volvía de esa forma frente a ella, nunca nadie lo había tratado de esa manera, como si fuera algo demasiado precioso que debía de ser cuidado y querido por lo que en ocasiones no tenía ni idea de cómo actuar.

—No me molesta —se mordió el labio inferior—...me haces experimentar cosas nuevas, Anired...me gusta cómo me siento contigo, eres la primera persona que hace que me sienta de esta forma, en ocasiones me asusta porque es algo raro y no quiero arruinar las cosas al no saber cómo actuar...

—Tú también me haces sentir cosas nuevas —Anired le apretó la mano—, yo tampoco quiero arruinar las cosas contigo, Maxence.

Max se acercó a ella, le acarició la mejilla con delicadeza y la tomó de la mandíbula para que alzara el rostro y rozar sus labios con los carnosos de la más baja que tenían un dulce sabor a cereza.

—Du hast mich mit Leib und Seele verzaubert, Anired Georanne

(Me has hechizado completamente en cuerpo y alma, Anired Georanne)

Dijo en un perfecto alemán contra los labios de la más pálida, con una voz ronca que estremeció por completo a Anired causando que un escalofrío recorriera toda su columna vertebral.

—¿Qué significa?

Maxence solo le había enseñado unas cuantas palabras a la menor, pero no eran las suficientes para comprender una oración.

Él solo sonrió.

—Solo tienes que pensarlo y sabrás lo que significa, mein herz.

No dejo que respondiera para besarla, fue un movimiento lento para morderle el labio inferior pidiendo permiso para que le dejara meter la lengua en la cavidad bucal que tenía un sabor a dulces que tanto le encantaba.

Anired no evitó sonreír entre el beso a sabiendas que lo que había dicho Maxence era algo bueno y quizá algún día comprendería esas palabras.

[...]

Las grandes manos aprisionaron sus muñecas contra el áspero, grueso y saliente árbol, mientras él dejaba húmedos besos en la piel descubierta de su cuerpo. Podía escuchar como chupaba y mordía para dejar marcas rojas que tardarían días en desaparecer.

Anired echó la cabeza hacia atrás soltando suaves gemidos que provocaban más al varón, el cual movió la cadera para poder rozarse contra ella y que pudiera sentir la incipiente erección cubierta por el jean de mezclilla oscura y bóxer. Bajó una de las manos hasta el fin de la delgada blusa metiéndola y acariciando la suave piel del abdomen que se contraía contra su tacto.

La gran mano de Maxence subió lentamente a través de sus costillas las que acariciaba formando círculos imaginarios.

—¿Quieres que pare?

Murmuró con voz ronca, le besó la mandíbula hasta llegar al pequeño lóbulo de la oreja derecha que mordió con suavidad,

La mano del alemán se detuvo sobre uno de los pechos cubiertos por una fina tela de encaje, y no evito sonreír al darse cuenta que cada que se veían a solas Anired usaba prendas interiores de encaje, demasiado pequeñas y provocativas, incluso su piel estaba más suave y tenía un aroma delicioso, tan tentador que la boca de Max se volvió agua.

—Mmh—Anired negó, estremeciéndose al sentir la mano de Max por dentro del sostén, su piel fría y áspera provocó una corriente eléctrica sobre su pezón que se erecto—...no...no pares —pidió mordiéndose el labio inferior—...sigue...

La voz de la azabache era como un suave y dulce ronroneo, el más alto sonrió y comenzó con suave caricias al seno que se encontraba en sus mano sintiendo como el pezón se endurecía cada vez más, soltó las finas manos dejando que ella las pusiera en sus hombros.

Los labios de Maxence recorrieron las barbilla por algunos segundos y se detuvo sobre los carnosos labios rozándose con un sonrisa con la que se asemejaba a un lobo hambriento.

—Eres tan preciosa, Anired.

El marcado acento provocó que las piernas de la menor perdieran la fuerza, si no fuera porque él la sujetaba de las caderas habría terminado en el suelo.

Anired le sonrió y correspondió al fogoso beso, deleitándose con el sabor a menta y tabaco que tenía la boca del varón, acarició su espalda guiando los dedos hasta el sedoso cabello jugando con él, disfrutando de lo suave que era.

Le gustaba cada beso y caricia que le brindaba Maxence, tanto que no le importaba estar a mitad del bosque prohibido en medio de la noche, arriesgando a que cualquiera los pudiera descubrir.

En ese momento solo eran ellos dos, no existía nadie más.

Se sentía completamente húmeda y caliente, gimió nuevamente cuando una de las ásperas manos se coló por dentro de la corta falda que llevaba ese día y subió lentamente sobre el muslo dirigiéndose peligrosamente hacia su núcleo.

Rompió el beso con las mejillas completamente rojas y los labios hinchados.

—Quiero escucharte gemir mi nombre, Kleiner Hase.

Los profundos ojos azules parecían más brillantes que nunca viéndola fijamente, como si estuviera a punto de devorarla, y realmente ella no tenía ninguna objeción porque lo hiciera.

El roce de los dedos contra la braga derretía cada vez más a Anired, estaba segura que no podría soportar más sin sentir sus dedos directamente como días anteriores, conforme lo hacían y tenían más momentos íntimos descubría las cosas que le gustaban, una de ellas eran los dedos de Maxence recorriendo sus pliegues de forma lenta, pero erótica, como si el alemán supiera exactamente dónde tocarla para hacerla sentir tan bien.

Max atrapó el pezón entre el dedo medio e índice pellizcándolo con suavidad y amasándolo sin hacerle daño.

El rubio sentía su entrepierna cada vez más apretada, el bóxer le resultaba molesto, la necesidad de bajarlo le nublaba cualquier pensamiento raciocinio, ni siquiera tomando en cuenta el lugar en el que estaban, en el bosque prohibido donde alguna criatura mágica, alumno o mucho peor, un maestro del colegio de Hogwarts podría describir lo que estaban haciendo.

Un bochornoso jadeo escapó de los labios de la menor, por lo que ella desvió el rostro hacia otro lado para que no la viera tan directamente.

—Quiero verte, Mein Herz...por favor.

Pidió mordiendo la mejilla por unos segundos, después la llenó de pequeños besos y se dirigió a la mandíbula para hacer lo mismo.

—Es vergonzoso...

Respondió entre jadeos, los ágiles dedos de Maxence movieron la braga a un lado dejándola expuesta ante él y frotó con suavidad los labios vaginales completamente húmedos, la miro esperando la reacción de la azabache, ansiaba que volteara a verlo, siempre disfruto cada una de sus expresiones, pero esa nueva faceta llena de placer y deseo lo estaba volviendo loco, causando que toda la sangre se le fuera a la entrepierna provocando que su erección palpitara deseando entrar en esa apretada cavidad que parecía esperar por él.

—Maxence...

Jadeo cerrando los ojos, el placer que estaba experimentando era demasiado, su piel ardía por lo que la ropa le resultaba incómoda, necesitaba aliviar ese calor que parecía consumirla como si estuviera en el infierno, un infierno en el cual quería quedarse para siempre, siempre y cuando Max estuviera a su lado.

—Voltea a verme o no seguiré—ordenó, el tono burlón que siempre utilizaba ya no estaba, hablaba de manera seria y dominante, Anired sintió como los fluidos aumentaban más mojando sus ingles, el D'Acanto sonrió al percatarse de eso ya que sus dedos se volvieron más resbaladizos robándole varios gemidos—, quiero admirar cada una de tus expresiones cuando meta mi dedos en tu bonita y apretada vagina que parece hambrienta por mí.

—Eres un mando pervertido...

Masculló girando el rostro hacia él, con un gesto lleno de timidez, se sentía algo cohibida porque la viera tan fijamente con esos ojos lujuriosos.

—Buena niña...

Alabó con la voz ronca, paseaba los dedos por los labios vaginales. Ella entreabría los labios y cerraba los ojos, podía percibir el gozo en cada uno de sus movimientos, le resultaba demasiado excitante tenerla de esa forma, tan dulce...tan sumisa.

Abrió los pliegues con todo el cuidado del mundo procurando no lastimarla y llevó el pulgar hasta el clítoris hinchado y palpitante brindándole suaves caricias que poco a poco aliviaban el calor de Anired, pero aún no lo suficiente.

Anired no pudo contenerlo más y gimió el nombre del rubio de manera sonora.

Max saco la mano del sostén y blusa de la Black-Weasley para llevarla hasta largo y despeinado cabello, pasando los dedos varias veces, disfrutando de la suavidad, repitió esa acción y de forma brusca la tomó del cabello jalándola para que echara la cabeza hacia atrás.

—Max...

Gruño Anired abriendo los ojos para verlo.

Azul contra gris, ninguno pensaba apartar la mirada, las pupilas de la menor estaban completamente dilatadas y con un brillo hambriento.

Max estrelló los labios contra los de Anired besándola con fiereza y salvajismo, introduciendo la lengua volviendo el beso húmedo.

Le siguió acariciando el clítoris y bajando el dedo índice y medio en busca de su entrada, al llegar a donde quería, la tanteo un poco formando círculos y haciendo un poco de fuerza,

Metió los dedos lentamente, sentía como las apretadas paredes vaginales lo envolvían por completo, ella enterró las uñas en su espalda y se separó dejando un fino hilo de saliva entre ambos.

—¿Se siente bien?

Cuestionó el rubio con una sonrisa sin dejar de mover los dedos dentro de ella, Anired solo pudo asentir con la visión nublada por el placer, las caricias en su caliente clítoris y los largo dedos entrando y saliendo la llevaban al límite, sumado a la adrenalina de estar en el bosque prohibido.

Los jadeos llegaban a los oídos del alemán que se sentía complacido al saber todo lo que lograba provocar en ella, los movimientos se volvieron más rápidos, el ruido de los dedos entrando y saliendo en esa húmeda cavidad se mezclaban con los gemidos de Anired y las respiraciones agitadas de los dos.

Max formaba círculos inversos sobre el clítoris para moverlo de arriba abajo viéndola fijamente, era excitante cada mueca en ella.

El bóxer de Max ya estaba mojado gracias al líquido preseminal, los testículos le dolían por contenerse tanto tiempo.

Atrapó los labios de la menor en un beso profundo, metió la lengua recorriendo toda su cavidad bucal con la misma cadencia con la que sus dedos entraban tocando el punto más profundo de la menor.

—M...max—murmuró la azabache entre besos, Max solo hizo un ruido dándole a entender que la escuchaba—...¿T-traes un condón?

Max dejó de besarla y la miró a los ojos.

—¿Quieres hacerlo en el bosque?

Las mejillas de Anired se volvieron completamente rojas, se sentía nerviosa, pero sabía muy bien lo que quería.

—Sí...quiero hacerlo.

Max asintió sacando los dedos lentamente por lo que provocó un ruido ganando un mayor sonrojo de la menor al saber lo lubricada que estaba gracias a él.

El rubio se quitó la chaqueta para extenderla a la menor que la tomó sin comprender.

—Póntela en la cadera, no quiero que te vaya a lastimar el tronco.

—Está bien.

Se colocó la chaqueta como le dijo Maxence, amarrándosela en la cintura mientras el rubio sacaba el condón del bolsillo de su pantalón, ya que habían comprado un paquete de ellos pensando en ir a un hotel cercano, pero finalmente el tiempo se les fue y las ganas fueron más grandes.

Anired desvió la mirada al verlo bajarse el pantalón y bóxer, lo pensó por unos segundos y finalmente se metió las manos bajo la falda para bajar las pequeñas bragas por sus muslos y quitárselas.

Max terminó de colocarse el condón y sonrió con deseo al verla, tenía las diminutas bragas en la mano.

—Aun puedes decir que no.

Le dijo Max acercándose a ella.

—Si quiero hacerlo.

Lo miro con una suave sonrisa, Max se detuvo frente a ella y le quitó las bragas de la mano.

—Las guardaré para que no vayas a tirarlas —mencionó guardándolas en el bolsillo de su pantalón.

Anired rodeo el cuello de Maxence son sus brazos y los besos cariñosa y lentamente, el alemán disfrutó del beso acariciando la cadera, bajando las manos de forma lenta hasta el trasero lo apretó sobre la falda para introducirlas y sonreír al sentirlo desnudo, era perfecto, carnoso y grande, lo volvía loco.

Anired se estremeció al sentir los dedos de Max rozar en medio de sus nalgas, él solo sonrió y bajó las manos a los muslos para no incomodarla.

Con facilidad la alzó dejando que rodeara su cadera con las torneadas piernas que acariciaba y la recargó contra el árbol.

—Eres una pervertida, pidiendo que te haga mía en medio del bosque.

Maxence rozó la punta de su miembro contra la cavidad de Anired que estaba ardiente en espera de sentirlo dentro de ella, la azabache soltó un jadeo echando la cabeza hacia atrás para recargarla del árbol dejando un completo acceso a su cuello, cosa que el alemán aprovechó para besar todo lo que quisiera embriagándose con la esencia de esa dulce e inocente chica que estaba entre sus labios, el morbo en Max creció al darse cuenta que era él quien manchaba esa blanca pureza que tanto caracterizaba a Anired, era quien la corrompía haciéndola pecar entre sus brazos. Cosa que le excitaba de sobre manera.

Las uñas de Anired se aferraron a los hombros y un gemido escapó de los rosados labios, la sensación de incomodidad comenzó a ceder, la espalda golpeaba contra el tronco tras cada embestida, gracias a la chaqueta del rubio el trasero de Anired no era rasguñado.

Las piernas de Anired se apretaban a la cadera de Max haciendo fuerza para no caerse a pesar que el rubio la sostenía de manera segura, pero gracias a esos movimientos logró rozar su clítoris con el cuerpo viril de D'Acanto, la sensación fue tan deliciosa que volvió a repetirlo dándose cuenta que de esa manera disfrutaba la penetración, queriendo cada vez más.

Max la empujaba contra el árbol tratando de ir lo más profundo que podía, con cada gemido su virilidad se endurecía dentro de Anired, la humedad y las paredes vaginales lo envolvían sintiéndose en el paraíso era mucho mejor que cualquier sueño antes vivido, si por él fuera nunca saldría de ahí.

En esos momentos solo eran ellos dos, dos jóvenes amantes demostrando cuanto se deseaban el uno al otro en medio del bosque prohibido sin importar quién los pudiera describir, ya que lo único que deseaban era aliviar ese calor que llenaba sus cuerpos, disfrutando de cada pedazo de piel inundando el lugar de gemidos y sonidos que provocaban los testículos del alemán chocando con la azabache que jadeaba y suspiraba deseándolo cada vez más.

[...]

Terminó de acomodarse la falda viendo como Max se colocaba la chaqueta al salir del bosque prohibido, ambos con unas sonrisas llenas de diversión y de complicidad al saber lo que acaban de hacer.

Anired se daba cuenta que mientras más lo hacían más lo disfrutaba, ya no sentía tanta incomodidad si no que poco a poco lograba experimentar cosas que le gustaban.

—¿Segura que quieres que te deje aquí? Puedo llevarte hasta la entrada del castillo.

Anired negó para verlo mientras lo tomaba de la mano.

—No quiero que Filch o algún maestro te descubran ya que te meterás en un gran problema —explico—, no quiero que te metas en un lío, estaré bien, solo son unos cuantos metros, tú sal por medio del pasadizo de la casa de los gritos ¿Recuerdas cómo detener al sauce boxeador?

—Lo recuerdo perfectamente, mein herz—le acaricio la mejilla—, quisiera quedarme más rato contigo, pero seguramente Lyssandre empezara buscarme como loco y si sabe que me colé a Hogwarts no dudara en matarme.

—Se preocupa por tí—declaró viéndolo con una pequeña sonrisa cuando dejo un corto beso en sus labios—, no quiere que nada malo de pase, y nunca antes había experimentado lo que era tener hijos, es por eso por lo que está tan al pendiente de tí, solo tenle un poco más de confianza.

Max soltó un suspiro.

—Ya veremos—sonrió robándole otro corto beso—, regresa con cuidado, te mandaré cartas y dulces con Barlow—acuno su rostro con las manos—, y también, muchas gracias por el reloj, Anired, te juro que me encanto—le beso la frente con cariño—, cuídate y no te olvides de comer y tomar tus medicinas, te vere el próximo sábado.

—Tú también cuídate mucho ¿sí? —alzó el rostro para verlo y se levantó con las puntas de los pies para poder besarle la mejilla—, pórtate bien y no te metas en problemas, te estaré esperando el sábado.

Finalmente, los adolescentes se despidieron para que Anired caminara hacia el viejo y enorme castillo cuidando de no ser descubierta.

Dio unos cuantos pasos más para maldecir al recordar que sus bragas se las quedó Maxence, de repente el caminar se sintió incómodo, pero es que al estar con el rubio siempre perdía la noción de todo lo demás solo concentrándose en su propia burbuja.

Dirigió la mirada hacia el lejano bosque prohibido, pero ya era tarde, seguramente el alemán ya iba de camino a la casa de los gritos.

Soltó un suspiro y decidió apretar el paso para llegar rápidamente a su dormitorio, al menos su falda no era tan corta y cubría lo suficiente.

Y es que últimamente, cada que salía con Maxence y usaba falda ya no se colocaba la licra como antes, si no que buscaba las bragas más bonitas y provocativas que tuviera, para estar precavida por ocasiones como esta.

Con todo el silencio y cuidado posible entró al castillo vigilando que nadie estuviera cerca y tratando de afinar el oído para escuchar como Filch o su gata se acercaban.

Atravesó varios pasillos estando más cerca de la sala común de Slytherin, ya se sentía más tranquila sabiendo que pronto estaría en su dormitorio donde podrá bañarse y cambiarse, y, sobre todo, ponerse unas bragas, porque no era nada lindo estar sin ella ya que el aire entraba con facilidad.

—¿Señorita Black-Weasley?

Se quedó estática al escuchar la voz detrás de ella, trago saliva dándose la vuelta para encarar la persona frente a ella, mientras colocaba las manos sobre la falda para evitar que se fuera a alzar o mover dejando ver dentro.

—Buenas noches, profesor Roux.

Saludo educadamente y con la mejor sonrisa que pudo en esos momentos tratando de ocultar su nerviosismo.

Los ojos azules de Dean la recorrieron deteniéndose fijamente en el cuello, Anired recordó los labios de Maxence sobre su cuello por lo que con todo el disimulo que le fue posible emplear se llevó la mano tratando de cubrirlas.

—¿Apenas vas regresando? —cuestiono enarcando la ceja—...sabes que eso te puede traer serios problemas, se supone que eres el Premio Anual por lo que debes de ser un ejemplo para tus compañeros, especialmente para los de grados menores.

—Solo salí a dar una vuelta, profesor—explicó Anired con un tono calmado—, aun no tenía sueño por lo que quise cansarme caminando, aun así, tiene razón, sé que después de las diez de la noche no debemos de estar en los pasillos, pero aproveche para ver que ningún niño de primer año estuviera perdido, sé que algunas veces se salen debido a su gran curiosidad y se pierden o incluso Peeves los molesta.

Sonrió con amabilidad esperando que eso fuera suficiente para el profesor Roux.

—Solo me preocupo por tí, Anired —Dean se recargo de la pared de al lado mientras cruzaba los brazos sobre su pecho—, eres una excelente alumna, no me gustaría que estes metida en problemas.

—Lo sé, profesor y agradezco su preocupación.

Anired imploraba que la conversación terminara de una vez, no tenía nada contra el profesor, incluso era demasiado agradable, pero, justo en esos momentos que estaba sin bragas no era muy cómodo tener que formar una conversación con el rubio.

—No me gustaría que por malas compañías arruines tanto tu vida académica como personal, Anired—la menor lo miró sin comprender a qué se refería—...sé que quizá no tengo que meterme en tu vida, ya que solo eres mi alumna, pero no me gustaría volver a verte tan mal como hace tiempo, no es justo que alguien como tú sufra.

La azabache no comprendía porque decía esas cosas, no sentía que tuviera ninguna mala compañía, la gente que la rodeaba era muy buena cualquiera que los conociera lo sabía.

—Eh, sí, está bien, lo tendré en cuenta—le sonrió sin abrir los labios—, no debe de preocuparse por eso, así que, si me disculpa, ya me siento cansada por lo que volveré a mi dormitorio, que descanse.

Anired no espero ninguna respuesta para darse la vuelta e ir a paso rápido a su dormitorio bajo la atenta mirada del profesor Dean Alexandre Roux, que solo suspiro para pasar la mano entre su cabello y después sonreír de manera torcida.

Dean decidió volver a su dormitorio propio, sin saber si informar o no a la profesora McGonagall de las salidas nocturnas de esa azabache, ya que estaba más que seguro que no era la primera vez.

Finalmente decidió no hacerlo, quizá eso le serviría en un futuro.

Abrió la puerta con facilidad, le extrañó que la luz estuviera encendida, pero se encogió de hombros para cerrar la puerta y seguir con su camino.

Al guardar las llaves en su bolsillo se extrañó al sentir algo más por lo que metió la mano nuevamente y la sacó para sonreír recordando lo que pasó hace unas horas.

Miro las pequeñas bragas, era casi de puro encaje color azul oscuro, las apretó suavemente para volverlas a guardar, soltando un suave quejido al saber que Anired andaría por el castillo sin bragas, estaba seguro que si se enteraba de que alguien la miro de esa manera iría a matar a cualquier idiota sin importar quien fuera.

Con ese pensamiento se dirigió a las escaleras, pero antes de subir escuchó una voz.

—¡Maxence! —puso los ojos en blanco al escuchar quien lo llamaba, pensó en continuar subiendo las escaleras e ignorarlo, pero nuevamente lo llamo— ¡Maxence, ven!

El rubio suspiro y finalmente fue a la cocina en donde estaban Amalie y Lyssandre, los cuales parecían demasiado serios.

—¿Pasa algo? Quiero ir a dormir.

—Te estábamos esperando—explico Lyssandre señalando la silla—, siéntate.

Pidió, de mala gana el gemelo menor se sentó junto de Amalie.

—¿Acaso ya hablaron con mamá? ¿Pasó algo?

No supo qué era, pero algo dentro de él lo hizo preguntar de forma inmediata por eso a expensas de la respuesta, la ansiedad por la respuesta crecía en su interior provocando que moviera el pie golpeándolo contra el suelo.

—Yo le estuve marcando y mandando mensajes, pero la respuesta fue la misma —suspiro Amalie—, nada y tampoco la abuela contesta.

—¿No piensa hablarnos o ya se olvidó que tiene hijos?

Gruño Maxence de mala gana.

—Mañana pensaba que fuéramos a Alemania —comentó de forma pensativa—, le marque a su madre infinidad de veces, pero no tengo ninguna respuesta y tampoco de su abuela, incluso marque a ese teléfono muggle que tienen en las casas, pero solo suena y nadie atiende, es mejor que vayamos para ver que todo esté bien.

Por primera vez, Maxence estuvo de acuerdo en algo que dijo el Delacour.

—Sí, me parece bien.

—También yo estoy de acuerdo—Amalie miro su celular—, es extraño que no haya contestado aún, casi siempre nos contesta, quizá un día o dos días después, pero nunca tanto.

—Quiero creer que tiene mucho trabajo —comentó Lyssandre—, tal vez tuvo que viajar a algún lado donde la línea de teléfono no funcione o tenga algún fallo parecido.

Maxence solo los escuchaba a hablar, pero algo dentro de él causaba que él estomago se le revolviera, y no solo era él quien experimentaba ese sentimiento, si no también Amalie se sentía así.

La rubia se mordía las uñas arruinando la pintura que se había puesto ese mismo día, la cabeza le pulsaba y hasta náuseas tenía, no comprendía el sentimiento experimentado, pero la sensación era horrible, solo quería ver a su madre y que todo estuviera bien para poder tranquilizarse.

Lyssandre miraba a los dos adolescentes, si bien no tenía un fuerte sentimiento por Crystal, si los unía el lazo de ser padre de ellos dos, por lo que la preocupación también lo recorría, había hablado por ella hace un poco más de tres semanas y después no obtuvo respuesta, sin embargo, no le tomo mucha atención creyendo que al menos se comunicaba con los gemelos rubios, pero al enterarse que nadie sabía que ella la situación le resultaba extraña.

El sonido del timbre del celular hizo que pegara un pequeño brinco ya que lo asustó, pero se puso de pie para ir rápidamente al salón de la casa en donde dejó el saco que contenía su celular que timbraba sin parar.

—Probablemente el celular de mamá se haya averiado—dijo Amalie viendo a su hermano, tratando de animarlo—, ya sabes que a veces es muy dejada y no lleva a arreglar las cosas de inmediato.

—Pero, la anciana loca no contesta—frunció el entrecejo al recordar a Amanda—, es muy raro.

—Sabes que la abuela luego ni nos contesta cuando ve que somos nosotros—suspiró echando la cabeza hacia atrás—, y si Lyssandre le marcó, al ver el número no registrado menos va a contestar...

—Espero tengas razón, es preocupante esa actitud en mamá.

Murmuró Maxence recargando la frente en la mesa con una actitud deplorable, toda la felicidad de hace un rato había desaparecido con facilidad.

Amalie lo miro, y se sentía igual que él, no podía calmar su desbocado corazón, temiendo de lo que pudiera haberle pasado a Crystal D'Acanto, quizá debió de haberla ido a visitar un fin semana antes de que sucediera todo esto.

Pero, todo fue peor cuando Lyssandre entró a la cocina con el rostro completamente contrariado, incluso podía jurar que estaba más pálido que los Black-Weasley, y eso era mucho qué decir.

—¿Pasó algo?

Al escuchar la voz preocupada de su hermana, Maxence alzó la mirada para ver la misma apariencia de Lyssandre.

—Yo...ah—pasó la mano detrás de su cabeza rascándose la nuca—...es que...su abuela fue la que me marcó.

Los gemelos D'Acanto lo veían fijamente, sus estómagos se arremolinaron aumentando las náuseas al igual que el dolor de cabeza, las manos le sudaban e incluso el ambiente se sentía helado, como si la temperatura hubiese descendido sin explicación algunas.

—La llamada trató sobr...e su... madre—la voz se le cortaba tras cada palabra, costándole hablar, incluso la garganta se sentía completamente seca y pastosa—...ella...su madre...

Las palabras se escucharon con eco, repitiéndose una y otra vez en la cabeza de los gemelos que procesaban poco a poco la noticia.

A Max le zumbaban los oídos e incluso se sintió mareado sin saber que sucedía a su alrededor.

El cuerpo de Amalie perdió la fuerza, de no ser por la silla habría caído en el suelo, quedándose helada repitiéndose la noticia que acababa de dar su padre negándose a creerla.

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¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo?

*El reloj que le dió Anired a Maxence tiene un precio cercano a los 30k de pesos mexicanos que son aproximadamente 1552 dólares, Max suele referirse a Euros, ya que creció en Alemania y está acostumbrado a esa moneda.

¿Teorías del comportamiento de Dean Roux?

¿Qué creen que le haya pasado a Crystal?

En fin, nos leemos en unos días, no se olviden de comentar y votar♥

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