Diez.
(Bueno, la actualización pasada no llego a los 1k comentarios, pero si este llega a 300 subo otra actualización a no más tardar del domingo (igual puede que sea hoy), jiji❤️)
—Georgie...
Murmuró la rubia con fingida sorpresa alejando las manos de la espalda del azabache que se quedó estático al girar el rostro y toparse con su mellizo.
Regulus sintió como si un extraño destello de luz le golpeara el rostro provocando que se hiciera hacia atrás volviendo a encontrarse en un limbo, no tenía razón de lo que sucedía, era como si su cuerpo fuera manejado y su subconsciente se encontrara de vacaciones, en un lugar que lo relajara completamente.
George Sirius observaba la escena, paseando la mirada sobre MoongBlaxott-Blyley que se puso de pie y bajaba la falda alisándola con las manos, tenía el cabello despeinado y las mejillas sonrojadas; por otro lado, Regulus John trataba de acomodarse la ropa con un extraño rostro que lo hizo recordar a aquella vez que terminó completamente drogado en Hells Bar.
—¡¿Qué mierda, Hannah?! —cuestiono tan lleno de ira que el rostro pasaba por diversos tonos de rojos y la vena del cuello se marcaba y palpitaba tanto que parecía a punto de explotar — ¡Te acostaste con mi hermano! ¡¿Qué carajos te pasa?!
La respiración del mayor de los mellizos era irregular provocando que su pecho subiera y bajara sin fuerza, la ira subía rápidamente por su cuerpo como si se tratara de agua hirviendo recorriéndolo por dentro.
Por su lado aun Regulus se encontraba en esa extraña paz y tranquilidad, un cuarto completamente blanco donde nada sucedía, escuchaba voces a lo lejos, pero no reconocían lo que decían, nada ni nadie podía afectar ese momento que experimentaba, después de tantos días por fin tenía un poco de calma en medio de esa tempestad que lo golpeaba día tras día, quería quedarse por más tiempo, sin tener que preocuparse en lo que sucedía fuera de ese limbo.
—George —llamo Hannah asustada y viéndolo con nerviosismo, incluso algunas lágrimas escaparon de los castaño ojos—...te juro que puedo explicarlo...no es lo que parece—la
voz se le cortaba y de manera atemorizada se acercó al pelirrojo que apretaba con fuerza las manos llegando a hacerse daño con las cortas uñas contra sus palmas, ya que trataba por todos los medios contenerse, últimamente las pastillas no parecían funcionarle y explotaba con cualquier estimulo—...tienes que escucharme, por favor...Georgie...hay una buena explicación...
—¿Cuál maldita explicación, Hannah? ¡Acabo de ver como estabas teniendo sexo con mi hermano! —una sonrisa cínica adorno su rostro— ¡¿Desde cuándo lo haces?!
Hannah negó varias veces suplicando una y otra vez que la escuchara por un segundo, George Sirius parecía reacio al poner atención a sus suplicas mientras Regulus se encontraba en el mismo estado, había logrado acomodarse el pantalón, sin embargo, todos sus movimientos eran lentos estando en su propio mundo en el que no sucedía nada de importancia y ni siquiera prestaba la atención necesaria al lio en el que se acababa de meter sin darse cuenta.
Hannah interiormente se regocijaba de felicidad sabiendo todo lo que estaba por venir, podía ver el cuerpo tenso de George Sirius como la vena en el cuello se marcaba con fuerza y sus nudillos eran completamente blancos por la fuerza que empleaba al cerrar los puños tratando de controlarse, solo era cuestión de minutos para que explotara en contra del azabache, y con la magnitud del asunto tal vez los hermanos Black-Weasley podrían terminar al borde de la muerte, la vez pasada Regulus resulto demasiado herido, con suerte esta vez sería peor, realmente esperaba que Regulus se defendiera de forma feroz y que le diera una buena batalla a George.
—¡Responde, Hannah! —exigió el pelirrojo con la voz llena de ira misma que se reflejaba en la gris mirada que no tenía ningún brillo, por el contrario, parecía completamente vacía — ¡¿Desde cuándo te estas cogiendo a mi hermano?!
Hannah negó varias veces murmurando cosas inentendibles.
—¡Yo no quise hacerlo! —soltó con llanto la más baja viendo a George Sirius con un enorme arrepentimiento— ¡Fue él, él me sedujo!
Las lágrimas de Hannah aumentaban tras cada palabra que escapaba de su boca con sollozos en medio, sin embargo, el más alto no parecía muy convencido ante lo que decía, mucho menos al ver el estado de su mellizo que no parecía estar al pendiente de lo que sucedía, todo lo contrario, estaba en su propio mundo sin ocuparse de nada más, tenía la vista perdida en el muro frente a él, no entendía si solo estaba actuando como si estuviera loco o algo le pasaba.
Dejo de prestarle atención al azabache cuando volvió a escuchar la lastimera voz de la rubia.
—George...él se acercó y trato de coquetearme —explicaba acercándose a tomarlo del brazo tratando de obligarlo a que lo viera—...yo lo rechace, pero Regulus...Regulus se puso de necio conque debía de hacerle caso, que él siempre sería mejor que tú —sorbió la nariz tomando un aspecto más triste y dramático—...yo...yo le dije que solo me interesabas tú—logro tomar la mano de George Sirius, que la veía fijamente, los ojos grises parecían un pozo profundo y era como si viera a través de su alma—...aun así no me hizo caso, siguió insistiendo...rogando e insistiendo por tanto tiempo...hasta que...me...me beso a la fuerza...
El estoico rostro del Black-Weasley mayor cambio por uno lleno de confusión ante lo que decía la chica que sostenía su brazo, enarco la ceja con confusión demostrando, Hannah de inmediato se dio cuenta que él no parecía creer en sus palabras por lo que tuvo que aumentar su llanto y cambiando la voz para que el relato sonara lo más triste y desgarrador posible.
—Trate...te juro que trate de detenerlo...de hacerle entrar en razón...que comprendiera que estaba contigo —bajo la mirada dejando que unas gotas mojaran los zapatos del pelirrojo que se encontraba completamente quieto, en parte debido a lo que ella decía, pero también algo tenso por el contacto físico que ella le brindaba, a pesar de todo aún no se acostumbraba y seguía sin sentirse cómodo por más que lo intentaba —...pero...él no quiso y me arrastro a este sucio salón a pesar de que le dije miles de veces que se detuviera...no me escucho...y Regulus...
Hipeo dejando las palabras al aire.
Palabras que George Sirius de inmediato entendió, sin poder creerlo volteo a ver al azabache que se sobaba el puente de la nariz y apretaba los ojos con fuerza como si la tenue luz que apenas iluminaba el salón lo molestara.
Había una parte de él que no podía creer en lo que trataba de decir Hannah, él y Regulus crecieron juntos, nacieron juntos, se conocían a la perfección, y a pesar de ser muy impulsivo estaba seguro que Regulus John nunca se atrevería a hacer un acto tan bajo y ruin como aquel que insinuaba Hannah.
—¿Regulus que te hizo? Hannah...respóndeme.
Ordeno desviando la mirada para detenerse en Hannah que negó varias veces volviendo a bajar la cabeza, su cuerpo temblaba suavemente y suaves sollozos se volvieron a hacer presentes dejando ver el estado tan frágil en el que se encontraba.
—Regulus —hizo una pausa sorbiendo por la nariz y negando varias veces para alzar la mirada dejando ver aquellos orbes café llenos de dolor y angustia, después de unos segundos dijo unas palabras que descolocaron por completo al mellizo mayor—: Regulus...me obligo a tener sexo con él...
Las palabras de Hannah resonaron por todo el salón, haciendo eco en los oídos de los dos varones, George Sirius se negaba a creerlo, simplemente no podía pensar en que su hermano hiciera algo como eso, no era seguir aquellos valores y educación que tanto les inculcado sus padres.
Regulus podría ser un mujeriego, pero nunca un violador.
Lo que dijo la rubia fue como un balde agua fría en el cuerpo del pelinegro, que por fin logro salir de esa ensoñación para ver a todo a su alrededor, se hallaba en un salón al que no recordaba haber entrado, lo último que sabía que hizo fue toparse en el pasillo con Hannah la cual le insistió para que la escuchara, después de eso todo se volvió negro y pequeños cortos pasaban por su mente de él besándola y acariciándola de manera pasional, no lograba explicarse en qué momento llego a eso y mucho menos el porqué de las acusaciones de la rubia.
—¿Qué mierda acabas de decir, Hannah?
Exclamo Regulus viendo a su hermano que lo veía con una mueca extraña mientras la rubia era un mar de lágrimas aferrándose al brazo del pelirrojo.
Al ver que no hubo ninguna respuesta el azabache comenzó a frustrarse, ya era demasiado y fue peor al distinguir un condón usado a lado de unas bragas azules que seguramente pertenecerían a Hannah.
Maldijo por dentro, haciéndose una pequeña idea de lo que hizo, aunque seguía confundido por no recordar ni siquiera como llego a ese punto.
—¡Hannah, maldita sea, repite lo que dijiste!
Ordeno alzando la voz y acercándose a George Sirius, Hannah al ver eso se escondió detrás del cuerpo del pelirrojo viendo temerosa al mellizo menor.
—¡Aléjate, Regulus!
Pidió Hannah con la voz cortada aferrándose cada vez más a George que solo permanecía en silencio viendo a su hermano, era como si estuviera dividido en dos, una parte le decía que Regulus nunca haría eso, sin embargo, la otra le ordenaba que le rompiera la cara a su hermano por lo que acababa de hacer... o bueno, lo que decía la rubia.
—¡No, Hannah! ¡Explícame que mierda paso, porque lo último que recuerdo es que estábamos en el pasillo! —exigió tratando de ver a la rubia que solo se escondía detrás del mayor— ¡Yo no hice ninguna de esas mierdas que dices! —al no obtener una respuesta observo a su hermano que permanecía en completo silencio—...George...a pesar de todo...me conoces —explico viendo a los ojos grises del pelirrojo que se encontraban llenos de confusión y de un inmenso vacío—...somos hermanos...sabes que nunca haría como eso...seré lo que quieras...pero nunca violaría a nadie...
Veía a su mellizo con suplica esperando que creyera en sus palabras y no en las de Hannah, Regulus no podía ni siquiera creer que ella lo acusara de algo como eso, estaba demasiado seguro que no la obligo, todo lo contrario, era él el que no recordaba nada, ni siquiera entendía como termino en medio de eso, ya que nunca quiso volver a meterse con Hannah, ya que a pesar de todo no era capaz de hacerle algo como eso a su hermano, al cual decía odia, pero muy en el fondo sabía que no era así, ni siquiera estaba un poco cerca de hacerlo, tal vez tenía un gran enojo contra él, pero no intentaría nada que lo hiriera.
—Regulus...
Murmuro George Sirius dubitativo ya que el menor parecía demasiado consternado ante tal acusación, incluso su estado físico no parecía ser bueno, se encontraba más pálido de lo normal y ojeroso, todo su estado le recordaba a aquella noche en el bar, aquella noche que fue drogado...la noche en la que conoció a Hannah.
Por unos segundos una vaga idea surco su mente:
Hannah había drogado aquella noche a Regulus...y probablemente lo hizo este día, porque el azabache no era capaz de ni siquiera pensar en hacer algo así.
—¡No mientas, Regulus, tú me obligaste! —grito Hannah soltando a George Sirius para retroceder hasta el escritorio tras ella donde hace unos segundos se encontraba teniendo sexo con el mellizo menor— ¡Yo te dije que no querías, y a ti no te importo! ¡Dijiste que podía ser mejor que George Sirius y que le quitarías todo lo que él tenía! ¡Por eso me obligaste a tener sexo contigo!
—¡Claro que no, yo nunca haría algo como eso! —Regulus se trató de acercar a Hannah, pero fue detenido por George Sirius que lo hizo girar para quedar cara a cara—...George, escúchame...ella está mintiendo —al estar tan nervioso y frustrado por lo que decía la alumna de Durmstrang comenzaba a hablar demasiado rápido y a mover las manos de un lado a otro—...Yo me la tope en el pasillo, estuvo insistiendo para que habláramos y después de eso no recuerdo más...créeme, por favor...hermano.
George Sirius veía la desesperación de su hermano, observo de nuevo a Hannah por unos segundos y la idea anterior se hizo más fuer, más al darse cuenta que él mismo en algunas ocasiones tenia lagunas mentales de eventos al parecer importantes y que habían cambiado de forma importante en su vida, era como si ella hiciera algo...algo para controlarlos.
Ambas miradas grises se toparon nuevamente, el azabache pudo ver como el vacío que reflejaba la mirada de George pronto se llenó por el brillo que siempre tenía cuando estaba a lado de su familia o seres importantes.
La mano del pelirrojo se detuvo en el brazo de Regulus, brazo que seguía marcado por esas extrañas runas haciendo un poco de presión al darse cuenta de lo que estaba por venir, iba a ser igual que aquella vez, así que con voz baja y utilizando aquel extraño idioma que los impostores inventaron cuando eran tan solo unos niños murmuro
—: Hannah miente...
El rostro de menor se llenó de sorpresa al escuchar las palabras de su hermano, y darse cuenta que se refería a algo más allá de esa actual acusación.
—George Sirius —llamo Hannah y los ojos del nombrado perdieron ese brillo soltando con rudeza a Regulus—...no dejaras que Regulus me haya hecho esto... ¿verdad? ¿No harás nada?
La mente del pelirrojo se puso completamente en blanco y la ira comenzó a llenarlo por completo, esa ira que lo recorría sintiendo la sangre hervir dentro de sus venas, Regulus vio el estado del mayor dándose cuenta que de alguna manera Hannah provocaba que actuara de esa manera tan salvaje.
—¡¿Qué le haces a mi hermano?!
Hannah vio a George Sirius y después a Regulus con un aire lleno de burla y diversión notando la desesperación del menor y como el pelirrojo estaba a punto de perder el control.
—¡Deja de mentir y hacer lo que sea que le estás haciendo a mi hermano!
Ordeno el azabache buscando la varita en el bolsillo izquierdo de su pantalón, bolsillo donde siempre la guardaba ya que al ser zurdo le era más fácil tomarla, al sacarla amenazo a MoongBlaxott-Blyley con ella.
Hannah podía notar el enorme enojo en Regulus, conocía lo impulso y explosivo que era, así que sin pensarlo la atacaría, pero era obvio que a su propio mellizo no lo haría.
—¡Tú me obligaste! —grito Hannah, limpiándose las lágrimas y viendo al pelirrojo para volver a llamarlo—...George Sirius...has algo...tu hermano abuso de mi...
La voz lastimera de Hannah perforaba los oídos del más alto, la voz de su subconsciente se hizo presente gritándole que no intentara nada en contra del azabache, sin embargo, como si de una marioneta se tratara tomo la varita que yacía en el bolsillo derecho y sin dudarlo desarmo a Regulus, sin siquiera darle tiempo a defenderse.
George Sirius no quería hacerlo, trataba de detenerse, de no pronunciar aquello hechizo de ataque contra de su hermano, el cual cayo de bruces en el suelo y de inmediato buscaba como protegerse con alguna butaca en lo que intentaba recuperar la varita que estaba a unos cuantos metros de él.
—¡George, para con esto...sabes que no lo hice! —pedía Regulus tratando de usar magia sin varita sin embargo el hechizo no funcionaba — ¡Accio! ¡Accio!
Murmuraba una y otra vez extendiendo la mano al pedazo de madera, tuvo que rodar en el suelo aventándole a su hermano un lápiz que encontró a lado para desviar la atención, pero él con un simple movimiento de varita lo deshizo frente a él sin siquiera llegar a tocarlo.
—George Sirius...sabes que tu hermano me ataco de esa forma...no lo puedes dejar como sin nada...
George trataba de detenerse por todos los medios, incluso le rogaba a Merlín que intercediera de cualquier forma o que alguien los interrumpiera antes de hacer algo que no estaba bajo su control, pero era imposible, cada que Hannah hablaba era mucho peor, perdiendo el control por completo. Quería liberarse y decirle a Hannah que dejara de mentir, pero era completamente imposible.
—¡George Sirius, maldita sea, escúchame, por favor!
Pedía Regulus que por fin logro obtener la varita, después de tanto conjurarlo el hechizo resulto haciendo que el pedazo de madera volara hasta su mano, el menor desviaba los hechizos de su hermano logrando ponerse de pie, varios de esos hechizos habían destruido diversas mesas e incluso hecho un enorme hoyo en el pizarrón que se utilizaba en algunas clases de historia de la magia.
Los hechizos iban y venían, Regulus John era bueno en hechizos defensivos mientras George Sirius en ataques, ambos se complementaban muy bien cuando peleaba juntos, pero el enfrentarse resultaba en un completo desastre, más que el pelinegro no quería herir a su hermano, ya que se daba cuenta que no era su mellizo, era como si algo más lo controlara.
Se dio cuenta que después de todo...Anired siempre tuvo razón y él se negó a escucharla.
Maldijo internamente, debió de escucharla, debió de hacerle caso y buscar una solución...sin duda, de todos, Anired siempre sería la más inteligente y perspicaz...tenia...tenía que buscar ayuda de forma inmediata antes de que Hannah hiriera de otra manera a su hermano.
—¡George, sabes que yo nunca haría algo así! —hablo Regulus cuando los hechizos que ambos lanzaron de alguna forma se conectaron formando un gran rayo de luz entre ambos—...yo nunca le haría algo así a ninguna persona, mucho menos a alguien que te importa...
La cabeza de George Sirius daba vueltas, era como si estuviera encerrado y no lo dejaran salir, pedía ayuda por dentro, pero nadie parecía escucharlo, ni siquiera era dueño de sus propias palabras.
—¡Cierra la boca, puto bastardo!
Grito George cuando ambas varitas salieron volando y ellos igual, las respiraciones de ambos eran agitadas, mientras los varoniles pechos subían y bajaban. Tenían los uniformes completamente desarreglados, llenos de polvo al igual del cabello.
Hannah solamente jugaba con su varita pasándola de un lado a otro cuando quito los hechizos protectores con los que se cubría para no resultar herida, su sonrisa era enorme al disfrutar de lo que presenciaba, George Sirius varias veces estuvo a punto de conjurar una maldición imperdonable contra Regulus, solo necesitaba un impulso más, aunque ahora cambiaron su duelo por una pelea a golpes, no es que le importara de qué forma se enfrentaran lo único que quería era que quedaran al borde de la muerte o mejor si uno moría de una vez.
Ambos adolescentes se golpeaban en el suelo, George Sirius buscaba hacerle daño al azabache, mientras Regulus intentaba controlar los golpes de su hermano y poder someterlo para que lo escuchara, rodaron por el suelo tirando varias mesas en el proceso, por algunos momentos lograron ponerse de pie para golpearse el uno al otro terminando sobre las butacas y rompiendo varias debido al peso de ambos.
La pelea cada vez se tornaba más violenta, los golpes iban y venían dejando con ellos rastros de sangre tanto en la pálida piel de los dos Black-Weasley como en las ropas que portaban al igual que algunas gotas salpicaron el suelo.
George Sirius gritaba insultos mezcladas con palabras hirientes al menor, Regulus por todos los medios intentaba actuar racionalmente ignorando las palabras del mayor, el pelinegro hablaba buscando la manera de hacer reaccionar a su mellizo, se daba cuenta de que Hannah tenía un mayor control de lo que esperaba, no hallaba de qué forma lo hacía, llego a creer que tal vez por medio de algún hechizo, pero no veía a la rubia conjurar nada o murmurar, tampoco apuntaba al pelirrojo con su varita, así que debía de ser de otra forma que debía de descubrir antes de que fuera más tarde.
El ruido de la pelea al parecer fue tan fuerte ya que la puerta se abrió de golpe dejando ver a varios alumnos de distintas casas e incluso de otros colegios para presenciar el violento espectáculo, algunos vitoreaban apoyando al que era de su preferencia, Regulus quería que se callaran y se fueran de ahí, pero parecía ser contrario el caso ya que las personas aumentaban queriendo saber de qué se trataba todo el alboroto.
Regulus lo único que deseaba era calmar a su hermano para poder hablar con él o sacarlo de ahí y buscar a alguien que lo ayudara en encontrar una solución, pero no era fácil George Sirius tenia uno de esos ataques de ira en lo que no escuchaba ni pensaba y solo quería sacar la rabia que albergaba de la peor forma: a golpes sin sentido y a lo primero que encontrara, era como si la perdiera todo sentido de orientación y tuviera a su peor enemigo enfrente.
Hannah al notar al tumulto de gente que cada vez crecía más y más volvió a actuar dando inicio a un llanto inmenso, gritando que se detuvieran, que dejaran de pelear y no se dañaran, Regulus solo alcanzo a darle una mirada llena de odio y rencor pero un puñetazo hizo que volteara el rostro, todo el autocontrol que mantenía se fue a la mierda con eso y salto contra su hermano, esta vez no se media para nada y de una u otra manera logro ponerse encima del mayor para brindarle varios golpes en la cara, no negaría lo bien que se sintió consigo mismo ya que el resultado no fue igual que el de la pelea pasada.
Las exclamaciones de sorpresa y de ánimo hacia él se escucharon por todo el salón repitiendo varias veces el nombre del pelinegro en señal de apoyo aumentando su ego.
Sin embargo, eso duro poco ya que fue empujado con fuerza causando que terminara en el suelo de espalda, George Sirius soltó un quejido al unísono con Regulus John, a pesar de todos seguían manteniendo esa conexión que hacía que hicieran las cosas al mismo tiempo o hablaran al unísono.
Regulus alzo la mirada expectante, esperando a toparse con cualquier persona, incluso con algún compañero de George Sirius o con la misma Hannah siguiendo en su papel de víctima, pero la sorpresa fue demasiado grande.
—¡Ya basta, ya paren! —Regulus la observo por unos segundos, tenía un mal aspecto e incluso alcanzo a distinguir una extraña marca en el fino cuello—... ¡Si siguen así van a matarse! — se notaba la enorme preocupación de la menor que giro a ver al pelirrojo que a pesar de tambalearse logro ponerse de pie—... ¡George Sirius, por favor... deben de parar todo...tú siempre has sido el más sensato, por favor escúchame esta vez!
Anired lo veía con suplica, a comparación de sus hermanos parecía una niña pequeña por esa complexión tan delgada que últimamente la caracterizaba, incluso se notaba que el uniforme le quedaba tallas más grandes.
—Quítate de en medio, Georanne...
Ordeno George Sirius con una voz que no demostraba ningún sentimiento más que odio, Regulus también se puso de pie acercándose a su hermana que era la única que los separaba.
—¡No, ya deben de parar con esto, por favor, George, abre los ojos y date cuenta que Hannah solo te está usando!
Regulus detuvo los pasos viendo a sus hermanos y suspiro.
—Por favor, George...entra en razón...
Pidió Regulus viendo los ojos grises de George Sirius, él parecía completamente contrariado como si no supiera realmente que hacer o a quien escuchar, por unos segundos ambos azabaches creyeron que por fin entraría en razón, pero la voz de Hannah causo estrago
—Georgie...recuerda lo que me hizo Regulus...
Esa simple frase logro que el mayor perdiera el control de su cuerpo, si alguien le preguntara que paso no sabría cómo responder, solo recordaba como su puño golpeaba contra algo, un grito y un insulto para que después todo se volviera completamente silencioso.
—¡Eres un imbécil, idiota!
La voz de Regulus lo ayudo a enfocar la mirada y soltó un jadeo al ver a su hermana menor en el suelo cubriéndose la nariz con las manos llenas de la espesa sangre dándose cuenta que a quien le dio el puñetazo fue a ella y no a Regulus como lo esperaba.
La azabache fue auxiliada por algunas de sus compañeras de casa que de inmediato la ayudaron a ponerse de pie alejándola de los dos varones que parecían perros a punto de atacarse mutuamente.
El pelirrojo observo a su hermana y los ojos de ambos se conectaron por unos segundos, notando las lágrimas acunadas en los opacos orbes que parecían completamente apagados como si con esos quisiera darle a entender que se rendía en aquello que tanto intentaba, el pecho de George dolió mucho ante eso, y un enorme vacío se formó trato de acercarse a donde estaba, pero Regulus se interpuso en su camino.
—¡Maldita sea, George Sirius, ya daté cuenta de una vez, no eres tú, por favor! —lo tomaba de los hombros, George veía a todos lados menos a su hermano evitando esa mirada de reclamo, aunque tenía varios ojos viéndolo con reproche—...Abre los malditos ojos, George, tú nunca dañarías a Anired...prometiste siempre cuidarla...prometimos hacerlo...
Las palabras perforaron los oídos del más alto, volvió a ver a su hermana, su pequeña hermana a la que siempre había defendido de cualquier cosa que la pudiera lastimar, Anired se encontraba herida por su culpa... él mismo la había golpeado.
—George...no los escuches —Hannah se acercó a él para tomarlo de la mano—, ellos solo quieren separarnos y no quieren que tú seas feliz.
Todos los demás se encontraban prestando atención en Anired y no en la conversación de ellos tres.
—¡¿Qué?! ¡Hannah deja de decir estupideces, deja de manipular a mi hermano!
Los ojos grises observaban al trio a unos metros de ella, veía a Hannah discutir con Regulus y George que se encontraba completamente callado...
¿Por qué nadie se daba cuenta de lo desagradable que era? ¿De lo que le estaba haciendo?
Estaba harta y cansada, con el golpe que le proporciono su hermano se había dado cuenta de algo...era suficiente.
Suficiente de todo.
Ya no se esforzaría, ninguno quería escucharla a pesar de hacer todo el esfuerzo porque la escucharan y se dieran cuenta que ella no inventaba las cosas ni estaba loca, solo quería salvar a su hermano, pero al parecer ninguno de ellos querían ser salvados.
Anired se rendía, prefería alejarse.
Con ese pensamiento se limpió un poco la sangre que ya dejaba de escapar de su nariz, la cual le dolía demasiado, gracias a una chica de séptimo año esta fue arreglada con facilidad, agradeció suavemente a las personas que la rodearon para alejarse y caminar a ellos tres apretando los dientes.
—Anired...
Llamo Regulus al escuchar los pasos y verla, se notaba algo tambaleante por el golpe, de inmediato trato de acercarse a ella para ayudarla, pero Anired lo alejo de un manotazo viéndolo con un enorme enojo, Hannah solo sonrió con diversión ansiando a ver el espectáculo.
—¡Anired nada! —soltó la menor ignorando el nudo de la garganta—...he intentado por todos los medios para que me escucharan por tan solo unos minutos, pero solo me han tratado de loca, incluso salí golpeada por sus estúpidas peleas sin sentido —Regulus bajo la mirada y George solo vio a otro lado con una enorme culpabilidad—...pero, ya he tenido suficiente...me rindo...yo...yo ya no quiero saber nada de ustedes...a partir de este momento—hizo una pausa al sentir los ojos escocer aun así se aguantó las ganas de llorar—...yo no tengo ningún otro hermano más que Louis...para mi ustedes están muertos, no quiero volver a saber nada de ustedes o de sus estúpidas peleas...
Los mellizos se quedaron consternados ante las palabras de su hermana, trataron de hablar con ella, pero ni siquiera les prestó atención, ya que rápidamente se acercó a Hannah quedando a unos cuantos pasos lejos de ella.
—¿Estas feliz, Hannah? —enarco la ceja viéndola, la sangre comenzaba a secarse sobre sus labios al igual que en la barbilla y uniforme dándole un aspecto más deprimente—...al fin tienes todo lo que quieres, a Regulus y George peleando como locos por ti —le sonrió reflejando la gran tristeza que albergaba en su pequeño ser—¡Muchas felicidades!...yo ya no voy a interferir en tus estúpidos planes, has lo que quieras, solo mantenme completamente fuera de todas tus estupideces... ya ganaste, así que déjame fuera de todo esto.
Hannah la vio de arriba abajo con una extraña mirada, sin decir más Anired se retiró de ahí, dejando a todos completamente extrañados por su actitud, ya que esperaban que ella discutiría más con sus hermanos por el carácter que tenia o incluso que peleara con Hannah, pero simplemente se iba de ahí sin intentar algo más, completamente rendida y cansada de esa situación.
Regulus le dio un empujón a George Sirius con el hombro para seguir a su hermana menor, el pelirrojo estuvo a punto de ir detrás de ellos, pero la intención fue interrumpida por Hannah que lo tomo del brazo. el cuerpo dejo de responder a sus deseos para sumirse en la voz Hannah que resultaba como una melodía demasiado seductiva y adictiva.
El azabache trotaba por los pasillos siguiendo a Anired, que aún seguía siendo demasiado rápida, aparte que conocía muy bien los atajos —gracias al mapa del merodeador que su abuelo Sirius le había heredado cuando paso su primer año con calificaciones sumamente excelentes—, para llegar a la sala común de Slytherin.
Regulus tuvo que ir por otro lado, ya que Anired había puesto diversos hechizos para evitar que la siguieran y él había dejado la varita en el salón donde se dio la pelea, solo esperaba que alguien de su casa o cualquier persona que pensara en regresársela la tomara antes que su hermano o la misma Hannah.
Se sentía cansado por todo lo sucedido, e incluso respiraba de forma agitada y fatigada, pero logro llegar a la sala común de las serpientes, agradeció que Anired acaba de entrar ya que evito que cerrara la puerta e ingreso detrás de ella.
—¡Anired! —llamó, pero la menor de los Black-Weasley lo ignoro olímpicamente para dirigirse a las escaleras de sus dormitorios— ¡Anired, escúchame!
Pidió, pero ella hizo como si no existiera y sin siquiera bajo las escaleras, Regulus intentando seguirla, pero los escalones desaparecieron así que retrocedió cuando una resbaladilla se formó frente a él, soltó una maldición y un gruñido dándose cuenta que sus palabras fueron en serio.
—¡Anired! —sin importarle poder despertar a las demás serpientes comenzó a llamarla y gritar que bajar— ¡Anired, por favor...tenemos que hablar! ¡He sido un tonto! —la voz comenzaba a romperse tras cada que decía algo, cayendo en cuenta de la verdadera situación —... ¡Sé que debí de escucharte desde el inicio, pero por favor...hablemos! ¡No...no quiero perderte! —tuvo que bajar el tono de voz cuando por los ojos comenzaron a arderle—...no quiero perder a mi hermanita...Anired...por favor...
Lo último lo murmuraba sintiendo las espesas lagrimas recorrerle el rostro.
Hannah lo logro cegar, haciendo que no escuchara a nadie más que a ella, cayendo en sus garras una y otra vez como un imbécil, dejando de lado a sus hermanos, incluso trato de forma horrible a Anired sin importarle lo que ella sentía.
Y por culpa de Hannah había perdido a dos de las personas más importantes en su vida.
Con ese pensamiento llevo la mano al rostro limpiándose las lágrimas de forma brusca, no tenía ni idea de que hacer, pero de algo se encontraba demasiado seguro:
Le quitaría es mascara a Hannah, no le importaba el precio o lo que tuviera que hacer, recuperaría a sus hermanos, haría que George Sirius abriera los ojos y que Anired los perdonara.
[...]
El rubio soltó un suspiro reflejando lo aburrido y cansado que se encontraba por seguir escondiéndose para evitar a cualquier miembro de su familia, sabía muy bien que se comportaba como un completo cobarde al actuar de esa manera, pero no tenía opción.
Seguía sin juntar el valor suficiente para enfrentar a sus padres y hermano.
Y debido a esa decisión había perdido demasiado, lo que más le dolía era haber roto con Alexander Malfoy, todos los días lo extrañaba un poco más, era horrible verlo tan cerca y a la vez estar tan lejos de él.
También, Anired y él ya no se hablaban, desde la última vez que la trató de mala manera fue como si con aquellas palabras hubiera roto aquella relación de hermandad que tenían.
En si ninguno de los tres hablaba entre ellos, varias veces quiso intentar hablar con su prima, pero era imposible, siempre estaba al lado de Deyan, aparte que cada que por fin lo estaba por hacer no sabía ni que decir o como disculparse, lo mismo le sucedía con Alexander ya que no encontraba las palabras correctas.
Siguió caminando por los enormes jardines del colegio como ya le era costumbre, trataba de refugiarse entre los árboles o cualquier pequeño lugar que le sirviera para esconderse de cualquiera de sus compañeros, cuando no lo hacía sentía sobre él las miradas llenas de curiosidad e incluso burla, claro que todos recordaban ese estúpido trozo de pergamino que arruino su vida, creyó que tal vez con el tiempo lo olvidarían, pero fue demasiado ingenuo al pensarlo.
Pero, al parecer su día no podría ser peor hasta que alguien lo tomo con fuerza de la muñeca arrastrándolo unos cuantos pasos lejos de las miradas curiosas, al alzar las miradas reconoció ese cabello rubio tan parecido al de él y soltó una maldición al darse cuenta que no podría escapar.
—¡Suéltame, Frederick!
Ordeno Zed, pero su hermano lo ignoro olímpicamente hasta llegar a donde unos cuantos arboles los cubrían para poder hablar con un poco más de privacidad.
—¡No, ya estoy harto de que siempre huyas, Zed! —Freddos se dio la vuelta para encararlo, ambos hermanos tenían el ceño fruncido y una mueca de notable molestia — ¿Piensas huir toda la vida? Me ignoras a mí, ignoras a mamá y papá, a todo mundo ¿Qué demonios esperas para enfrentar la realidad?
—¡Eso no te interesa, solo déjame solo!
Freddos paso la mano libre entre su cabello en un gesto lleno de frustración tomando un parecido aun mayor a su padre, ya que el mayor también lo hacía cuando se sentía de esa manera.
—¡Claro que me interesa, eres mi hermano! —lo vio fijamente— ¿Tanto te aterra que sepamos que eres gay?
Al escuchar eso Zed apretó la mandíbula viéndolo con un enorme enojo.
—¡Mi orientación sexual no te incumbe, no me importa si eres mi hermano, solo no te metas en mis asuntos! —trato de soltarse, pero la fuerza de su hermano mayor era más grande a comparación de la suya— ¡Deja en paz, ya suéltame!
—¡Deja de tomar esa maldita actitud tan defensiva, solo quiero hablar contigo! —gruño Fred molesto por la actitud del menor, parecía empeñado en que todos se alejaran y quedarse completamente solo—¡Nos tienes preocupados a todos, papá y mamá hace lo imposible para poder hablar contigo y tú solo los ignoras sin importarte como ellos se sienten al respecto, incluso el tío Jerome vino a verte y tú preferiste actuar como si estuvieras enfermo para no verlo! ¡Has alejado tanto a Anired como a Alexander con esa actitud!
—¿T...tú como sabes eso?
Lo veía con una expresión llena de confusión.
—¡Por Merlín! ¡Es demasiado obvio, siempre estaban juntos y ahora ni siquiera se hablan! —lo soltó de golpe causando que tambaleara por unos segundos, al menos logro mantener el equilibrio sin llegar a caer de bruces en el suelo— ¿Piensas alejar a todos solo por actuar como un maldito cobarde? ¡Porque estas actuando como uno, escondiéndote sin querer dar la cara y afrontar la realidad de tus actos!
—¡Tú no lo entiendes, para ti es fácil decirlo...cuando tú no eres del que todos hablan...cuando tú no eres...!
Zed dejo las palabras al aire,
—¿Cuándo no soy qué? ¿Por qué no aceptas lo que eres y dejas de esconderte, Zed? ¿Qué es lo que tanto temes?
—¿Has escuchado los miles de burlas en los pasillos, los comentarios sobre lo que hice? ¿Crees que eso es poco? —la voz le comenzaba a temblar con cada palabra que decía— ¿Cómo crees que serán las cosas cuando todos sepan que soy...bisexual? —Zed no negaría que se sintió libre al aceptar su orientación sexual por fin—... ¿Has pensado en cómo se sentirá mamá? ¿Cómo se sentirá papá? Yo...soy una decepción para ellos, por mi culpa todos los van a juzgar...yo...yo no quería esto...
Murmuro lo último bajando la mirada al suelo para ver sus propios zapatos aguantando las ganas de llorar, estaba tan asustado por todo.
—¿Y por qué antes de sacar esas conjeturas no le preguntas a ellos como se sienten realmente?
—¿Qué?
Cuestiono Zed sin comprender la pregunta, pero palideció al escuchar unos pasos y darse la vuelta topándose con sus padres que al parecer habían escuchado todo, vio con nerviosismo a todos lados ya que no tenía como huir.
Sin siquiera esperárselo los cálidos brazos de su madre lo envolvieron en un cariñoso abrazo, abrazo que le había hecho demasiada falta durante todo ese tiempo.
—Mon douce amour —pronuncio en un perfecto francés la rubia al tener entre sus brazos al menor de sus hijos—... no sabes cuánto te he estado extrañando, no vuelvas a ocultarte de nosotros, Zeddie...
(Mi dulce amor)
Sin poder evitarlo se aferró a ella, teniendo que encorvarse un poco para ocultar la cabeza entre el hombro y el cuello de su madre siendo relajado en el momento que el aroma a mandarina golpeo su nariz.
Su madre: Lyssane Weasley, era una mujer cálida y dulce, que siempre lo sabía reconfortar con tan solo un abrazo y unas cuantas palabras.
Desde niño siempre fue más unido con su madre, debido a que ambos compartían un carácter tranquilo y suave, prefiriendo la serenidad y actividades tranquilas, teniendo más cosas en común que con su padre.
No tenía una mala relación con George Weasley, todo lo contrario, solo que Freddos y su padre eran más unidos al ser unos bromistas natos y siempre estar llenos de esa energía imparable que los volvía más intrépidos.
—Lo...lo siento, mamá—murmuró Zed, Lys sentía las húmedas lágrimas de su hijo y solo le sobaba la espalda tratando de brindarle un poco de consuelo—...y...yo no quise hacerlo...lo siento...
—¿No quisiste hacer que cosa, cielo? —la dulce voz de Lys daba una gran calma en el agitado corazón de Zed—... ¿Por qué te disculpas?
El pelirrojo solo observaba el cuadro frente a él, aun no estaba muy seguro de que palabras decir o cómo actuar, no negaría que se sintió un poco molesto por haberse enterado de esa manera, ya que hubiera preferido que fuera su propio hijo el que se lo contara y no por un pedazo de papel.
—Todo...yo...yo no quería ser así...s...solo paso...y...no quise...
—Zed, hijo —Lys lo soltó para alejarse unos centímetros y buscar los ojos azules del menor, las miradas de ambos se conectaron, ella le dedico una cálida sonrisa—...no hay nada de que disculparse ¿sí?
Los ojos de Zed se llenaron por completo de lágrimas y tuvo que sorber la nariz con fuerza tratando de romper en llanto ante sus palabras.
—Estábamos demasiado preocupados por ti, Zed —Lys le acaricio la mejilla y suspiro—, tratábamos de hablar contigo y tú nos evitabas, queríamos saber cómo estabas...que alguien hiciera pública tu intimidad...temía por ti, estando solo y que no nos permitieras apoyarte me aterraba...
—¿N...no están enojados conmigo?
Lys negó con la cabeza para continuar
—: Al inicio fue demasiado confuso...ya que no sabíamos que Alex y tú...están juntos, pero de ahí el ver esa foto en ese tonto pergamino y saber que cualquiera lo podría ver...nos asustó mucho.
—No quería...que ustedes fueran avergonzados por mi culpa.
—No, no...no nos avergonzamos, cielo...solo que es mucho para dos menores de edad, lo expusieron de una manera horrible, estábamos preocupados por saber cómo estabas.
—¿No...no te molesta que sea bisexual?
—¿Por qué me molestaría eso, Zed? —Lys enarco la ceja—...nunca me enojaría contigo por ser tú mismo...
Y con esas palabras las lágrimas del rubio menor escurrieron torrencialmente sin descontrol mientras su cuerpo temblaba.
—Y...yo solo quería ser aceptado —murmuro sorbiendo la nariz de cuenta nueva—...es difícil ser lo que soy por temor a ser juzgado...y—por unos segundos se topó con el rostro de su padre que permanecía completamente serio—...nunca quise que ustedes se decepcionaran de mí.
—Nunca estaríamos decepcionados de ti, Zed...nunca, nunca, te lo juro y mucho menos por algo como eso.
Las palabras de Lyssane fueron de completo alivio para el menor que veía a su padre, el cual suspiro y se acercó a ellos, Freddos solo escuchaba la conversación de los miembros de su familia.
—¿Tú...estás enojado?
Cuestiono Zed viendo al más alto, George negó y puso la mano en el rubio cabello de su hijo para despeinarlo como cuando era tan solo un niño de cinco años.
—No...no estoy enojado contigo, si no por enterarme de esa manera, me hubiera gustado más que tú nos lo dijeras —explico con tranquilidad y sin el tono de bromista que tanto lo caracterizaba—...también algo asustado, ya sabes...los comentarios son hirientes y tú siempre has sido demasiado sensible como tu madre...
—Oye...
Lys le dio un pequeño codazo en las costillas negando con la cabeza.
—Saben a lo que me refiero —sonrió suavemente—...siempre he creído que te tengo que proteger, tal vez porque eres el menor y a comparación de Freddos, que siempre está metido en líos o peleas —el rubio mayor le lanzo una mala mirada a su padre—, tú siempre te has puesto al margen y evitando esas cosas...me atemoriza que alguien te hiera y no estar ahí para yo poder cuidarte.
Zed no respondió las palabras de su padre para solo abrazarlo con fuerza, todo ese temor de ser rechazado fue desapareciendo al darse cuenta que ellos lo aceptaban tal cual era sin siquiera sugerirle que tendría que cambiar algo, al contrario, lo apoyaban.
—Te amo, Zed —murmuro George abrazándolo de la misma manera—, y no hay nada que puedas hacer para que yo deje de estar orgulloso de ti y, por favor a la próxima no huyas de nosotros, pequeño queso.
Zed sonrió al escuchar el apodo, su padre tenía la manía de llamarlos "quesos" tanto a él como a Freddos por el rubio de su cabello.
—También te amo, pa —respondió alejándose un poco para limpiarse las lágrimas—...y tú tienes un agujero, así que pareces más un queso que yo.
Freddos soltó una carcajada ante el comentario de su hermano menor, mientras Lys sonreía y George solo ponía los ojos en blanco por el comentario de su hijo menor para después sonreírle sintiéndose aliviado de poder hablar con su hijo nuevamente.
—Así...que un Malfoy ¿eh? —indago Freddos subiendo y bajando las cejas—...no pensé que te gustaran los hurones...
—Me agrada Alex...pero es demasiado parecido a Draco cuando joven—George hazlo la ceja y cuestiono—: ¿No había otro más guapo?
Zed solo puso los ojos en blanco, mientras su madre lo abrazaba, él le rodeo los hombros con el brazo ya que a pesar de usar tacones seguía siendo unos centímetros más baja que él.
Zed solo un suspiro para comentar
—: Alexander y yo terminamos...
—¿Qué? ¿Por qué terminaron?
Toda la familia lo veía sin comprender el motivo de su separación, a pesar que apenas se enteraron siempre habían notado lo cercanos que eran esos dos adolescentes.
—Por varias cosas...en la mayoría son mi culpa...
—Si quieres estar con él y sabes que es tu culpa e que terminaran debes de disculparte, Zed —animo Lyssane con el optimismo que la caracterizaba—...estoy segura que las cosas mejoraran...
—No es tan fácil, mamá...
Realmente no quería explicar más por qué terminaron, ya que solo lo hacía sentirse cada vez más y más culpable.
—Si es la persona que quieres harás lo que sea para estar con él —apoyo George viendo a su hijo—...vamos, eres mi hijo y los Weasley hacemos todo por la persona que queremos a nuestro lado... ¿o acaso no creciste con mi ejemplo? —hablo con un poco de ego, Lys no pudo evitar sonreír al recordar todo lo que su amado esposo había hecho para estar a su lado—...y si no te basta con mi genial ejemplo, también tienes el de tu tío Fred, los Weasley no nos rendimos tan rápido.
Freddos asintió varias veces ante las palabras de su padre, y Zed solo suspiro deseando que las cosas fueran tan fáciles como ellos lo hacían ver.
Aunque no negaría que tenían razón, claro que quería volver con Alexander y debía de encontrar la forma para hacerlo, pero antes de hacer eso...debía de recuperar la relación más importante que tenía, aquella de hermandad con Anired, ya que ninguno de sus planes funcionaria sin su otra mitad.
⚜⚜⚜
—Redhahan menelabi...
Murmuró leyendo las tenues letras que escribió en el pergamino frente a ella, desde aquel día que se topó a Regulus John en compañía de Itziar que no había dejado de pensar en esas palabras, buscaba descubrir algún significado, incluso consulto algunos libros que trataban de diversos idiomas, lenguas y hechizos, pero en ninguno encontró algo que le sirviera.
Lo peor, es que gracias a eso no podía sacar de su mente a George Sirius, últimamente soñaba con él de forma seguida, y lo peor es que no eran sueños exactamente normales.
En la mayoría de ellos se encontraba el pelirrojo encerrado en una especie de jaula, como si se tratara de una pequeña ave la cual no pudiera ser libre por ningún medio, ella tenía que buscar la llave correcta en una pila de estás, pero siempre que estaba cerca de obtenerla aparecía Hannah atacándola con diversos hechizos de los cuales no podía defenderse, y si no era ese sueño, era otro en el que el pelirrojo era un títere controlado por Hannah.
Se cuestionaba si se trataría de algún sueño profético o si su subconsciente intentaba advertirle de algo, quería ignorar eso porque al caer una y otra vez en lo mismo, la teoría de ser una veela —cosa que quería olvidar—, se volvía más cierta.
No quería inmiscuirse más, pero parecía ser imposible, cada que trataba de concentrarse en otra cosa o incluso cuando aceptaba alguna cita de los diversos chicos que la pretendían el rostro de George Sirius pasaba por su mente al igual que la ronca voz del varón pidiendo ayuda y si no era eso, lo veía en carne propia observándola fijamente con una mirada que simplemente no lograba interpretar.
Se maldecía internamente, no debió de haber ido a ese baño y seguir evitando a los Black-Weasley, pero al parecer eso sería imposible, ya que de una u otra forma ellos siempre aparecían en su vida fuera a dónde fuera justo como en esos momentos.
No entendía muy bien que había pasado con Maxence aquel día que desapareció, ya que su gemelo poco o nada le había dicho, solo apareció para encerrarse en su habitación por dos días enteros y después salir como sin nada, con ese mal carácter, de eso ya habían transcurrido algunas semanas, en las cuales el menor se comportaba de forma ante la mínima cosa e incluso sentía las malas miradas de Deyan Granger-Krum sobre ellos.
También alcanzó a ver cómo Anired lo evitaba, como si le tuviera miedo a Max, en si era así con todas las personas que mostraba un aspecto asustadizo, Amalie se preguntaba si se debía a la pelea con los mellizos.
Estuvo circulando el rumor de las pelea de los tres Black-Weasley en la que Anired salió golpeada, algunos decían que fueron los dos y otros le echaban toda la culpa a George o a Regulus, era un chisme a voces y nadie conocía bien el inicio de la pelea, a pesar de transcurrir los días de ese evento las cosas no tomaban su curso, todo era más raro que antes, el azabache parecía pasar más tiempo en la biblioteca o si no buscando la forma de hablar con la menor que evitaba a todos de todas las maneras posibles, solo se veía a lado de Deyan.
Amalie notaba su aspecto asustadizo, como si no quisiera resaltar y pasar desapercibida por todos, algunas veces —por seguir a Maxence—, termino en las clases de los de quinto grado, era normal ver a Anired participado y resaltando, en cambio ahora no hablaba para nada, siempre se sentaba sola y lo más alejada de las personas y maestros.
Observó a su hermano, justo en esos momentos ambos se encontraban en la clase de conocimientos muggles de los alumnos de quinto grado de Hufflepuff y Slytherin, Maxence veía a Zed Weasley que parecía buscar a alguien con la mirada, por unos segundos pensó que se buscaba a Alexander, pero el Malfoy ya había llegado y Zed seguía viendo como insistencia a la puerta, por lo que de inmediato supuso que ambos esperaban ver a la misma persona entrar a esa clase.
—Bien, el día de hoy la clase será más interactiva —la voz del profesor inundó el salón, robando algunos suspiros de las alumnas que lo consideraban demasiado guapo—, por lo que les pido que guarden el pergamino y pluma...
De mala gana, Maxence obedeció, ya que seguramente los haría ponerse de pie, Amalie guardo las cosas rápidamente agradeciendo por qué la clase fuera interactiva y no como todas las demás de ese día que solo fueron teoría.
Todos se encontraban guardando las cosas en sus mochilas cuando unos suaves golpes en la puerta llamaron la atención, el profesor Roux sonrió al reconocer la silueta femenina en la puerta.
—Buenos días, profesor Roux —la suave voz de la adolescente hizo que todos girarán a verla debido al retraso de más de veinte minutos —¿Puedo pasar a la clase?
Dean la recorrió y borro la sonrisa al ver que debajo del uniforme usaba una blusa de cuello alto, en incluso era como si con el cabello tratara de cubrirse la parte izquierda del rostro, lo más extraño fue notar que llevaba mallas cubriéndole las piernas y no calcetas como era normal debido al clima, ya que estaban en primavera y el calor era insoportable.
—Buenos días, señorita Black-Weasley—saludo acercándose unos pasos para tratar de verle el rostro de cerca, sin embargo, la menor parecía ver a otro lado evitando que observará con más detalle el lado izquierdo—...puede pasar... ¿No tiene calor? Usa ropa muy abrigada y estamos en invierno.
—Creo que me voy a resfriar, he tenido varios escalofríos... con permiso—explico suavemente y asintió para pasar al salón sintiendo las miradas de sus compañeros que parecían llenos de curiosidad ante su aspecto, Anired trato de ignorarlos para buscar una butaca vacía que estuviera lo más alejada posible.
—No es necesario que se siente —Dean camino a la pizarra—, ya que llega tarde usted será la primera en participar en esta actividad, solo deje sus cosas y venga aquí.
Maxence la veía fijamente siguiendo cada uno de sus movimientos aún demasiado confundido por la forma de vestirse, todos trataban de estar lo más frescos posibles y Anired parecía cubrirse con todo lo que pudiera, sabía muy bien que debía de mantenerse lejos de ella, ya que a pesar de que Deyan aún no intentaba nada, estaba demasiado seguro que solo era cuestión de tiempo para que lo hiciera como lo advirtió aquella vez.
—No entiendo...si discutieron por lo que pasó con su hermano —la voz de su hermana hizo que le diera su atención—...yo ya...lo estoy superando ¿Si? No es justo que tú te alejes de Anired, después de todo lo que intentaste para poder estar a su lado solo por esa estupidez...no me es justo que sufras viéndola a lado del búlgaro idiota cuando tú deberías de ser él que este a su lado, Maxence...
Gracias a que la rubia hablaba en su idioma natal nadie parecía ponerles atención, Dean ordeno que hicieran dos filas: la de lado izquierdo, que encabezaba Anired, era solo de magos que no habían crecido con muggles, la de lado derecho eran de hijos de muggles, mestizos o de aquellos que fueran criados por muggles así que los D'Acanto se dirigieron a la última.
—Ella no quiere saber nada de mí...
Murmuró en alemán, Amalie podía notar el dolor de su voz, era tristemente gracioso darse cuenta que los dos experimentaban un corazón roto, y lo más irónico es que eran por dos miembros de la misma familia.
—No sé, Max...tal vez...deberías de intentar algo —murmuro viendo a la azabache y arrugó el entrecejo al ponerle atención—...últimamente la veo tan sola y...parece muy enferma, incluso se ve que ha perdido mucho peso...
Maxence vio a la azabache que abarcaba todos sus pensamientos, se había dado cuenta que estaba demasiado delgada y, de hecho, su gemela tenía razón, el aspecto que tenía era enfermizo, como si en cualquier momento se fuera a desmayar.
—Créeme que a estas alturas del partido no hay manera de arreglar las cosas, menos teniendo al idiota de su novio en medio de todo esto.
Amalie suspiro deseando golpear a su hermano por ser un cabezota, aunque sentía que había algo más que Maxence no le estaba contando, ya que anteriormente el que la menor de los Black-Weasley estuviera a lado del Granger-Krum nunca fue problema para Max, y que ahora lo pusiera de excusa se le hacia una completa tontería.
La voz de Dean Roux llamándolos para que terminaran de formarse la saco de sus pensamientos y tomo lugar a lado de Maxence, el rubio mayor con un movimiento de varita apareció diversos artículos de uso muggles desde escobas, recogedores hasta herramientas de trabajo como: martillos, desatornilladores, taladros entre otras cosas.
Los jóvenes magos que pertenecían a familias que casi no convivían con muggles veían las cosas expectantes y con demasiada curiosidad sin saber para que servían.
—Bien, Anired —llamo Roux a la menor que lo observo—, tomaras una de estas cosas y quiero que en compañía de uno de tus compañeros aprendas el uso de ella, y en unos minutos más me explicaras como usarla al igual que harás una muestra.
Anired observo la fila frente a ella, conocía a varios, pero realmente no tenía nada de ganas de trabajar con alguno, sin embargo, no podía evitarlo ya que tenía que hacer todo lo posible para recuperar sus calificaciones pues gracias a sus faltas estaba segura que el promedio bajaría.
Cuando se topó con la mirada de los D'Acanto rápidamente observo a otro lado.
—Vamos, Anired, escoge uno...después todos los de esta fila —señalo la encabezada por la azabache—, harán lo mismo.
Anired suspiro para caminar a la mesa y ver las cosas frente a ella, gracias a que sus padres siempre habían tenido un enorme gusto por las cosas muggles reconoció varias de las herramientas y sin dudarlo tomo un desarmador, que alguna vez su padre habría usado para reparar algo manualmente. Escogería a cualquiera y lo haría callar hasta que tuviera que exponer el uso de esa cosa, no era tonta por lo que no necesitaba la ayuda de nadie.
Ese era su plan hasta que la vista se le nublo por completo y sin poderlo evitarlo soltó el objeto en su mano, escucho la voz del profesor Dean llamándola, las piernas le temblaron, pero antes de caer al suelo alguien la logro tomar evitando el golpe.
—¡Nired!
Escucho cuatro distintas voces que la nombraron, pero tenía la vista completamente borrosa que no lograba saber de quien se trataba, sus parpado pesaban demasiado, había tratado de evitar un desmayo por la falta de comida, pero al parecer esa vez sería imposible.
—Llévenla a mi oficina —pidió Dean—, que descanse unos minutos y alguno la acompaña a la enfermería...
Lo único que pensaba Anired es que si iba a la enfermería descubrirían aquellas marcas que intentaba tapar con toda la ropa, al igual que la que tenía en el rostro que a pensar y fue cubierta por un poco de maquillaje, no podía ir ahí de ninguna manera.
Sin saber cómo logro estar en la oficina donde se sentó en la silla que usaba Dean.
—Anired —por fin reconoció la voz, se trataba de Zed, su primo —... ¿Qué tienes? ¿Te sientes muy mal?
Con dificultad logro enfocar la mirada topándose con el rostro de Zed y seguido el de Alex...y el de Maxence que la miraba con notoria preocupación.
—Estoy bien...
Logro murmura bajando la mirada a sus manos que descansaban sobre las rodillas, al ver los nudillos rojos de inmediato les dio la vuelta para dejar las palmas visibles.
—¡Casi te desmayas, no estás bien! —soltó Alexander parándose a lado de Zed—... ¿Qué tienes, estas enferma?
—No tengo nada...solo es estrés...aparte ¿a ustedes que les importa? Déjenme, no necesito que me ayuden.
Trato de ponerse de pie, pero al pararse tan rápido volvió a marearse obligándose a sentarse de vuelta.
Todos estaban en completo silencio, se notaba la tensión, Maxence no le quitaba la mirada de encima, cosa que le resultaba molesta a Anired así que giro el rostro evitando quedar frente a él.
Max la vio fijamente y arrugo la nariz al distinguir una marca morada cerca de su ojo izquierdo, así que sin ningún preámbulo su acerco apartando a Alex y Zed de su camino.
—¿Qué te paso ahí?
Cuestiono llevando la mano hasta el rostro de la azabache, y sin ningún tacto hizo los mechones oscuros a un lado distinguiendo aún más la marca que casi cubría el ojo, parecía que la trato de cubrir con maquillaje, pero no funciono.
Anired de golpe alejo la silla poniéndose de pie, dejando una enorme distancia entre los varones y ella.
—¿Qué te interesa lo que me pase, D'Acanto?
Max suspiro viéndola fríamente, ella lo veía de la misma manera, mientras Zed y Alex le pedían a Anired que se calmara.
—¿Quién te golpeo?
Pregunto ignorando su pregunta olímpicamente.
No hubo ninguna respuesta y eso comenzaba a enojarlo aún más.
—Anired —otra voz se hizo presente dejando ver a Dean que veían la escena— ¿Quién te pego? Si alguien te está molestando o acosando, puedes decirme y te prometo que te ayudare a que eso pare.
Ofreció, Anired lo vio y negó.
—Me golpee con una puerta, profesor, no tiene nada que preocupar—mintió de la mejor forma posible pasando en medio de los varones—, iré a la enfermería, aun me siento un poco mareada —comento para caminar a la puerta—, no necesito que nadie me acompañe, iré sola, gracias por su ayuda.
No espero una respuesta para salir de ahí, dejando a los varones atrás escuchando como la llamaban.
Se negaba a aceptar la ayuda de nadie, muchas veces la pidió, muchas veces quiso que la escucharan, pero ellos no quisieron hacerlo, así que ahora no quería saber nada de nadie, no los necesitaba más.
Una vez la hicieron a un lado, dejándola completamente sola, por lo que esta vez no aceptaría la ayuda de nadie, podía sola al fin y al cabo aun tenía a Deyan.
Maxence salió unos segundos después buscándola con la mirada, pero ya no se encontraba, vio a su hermana que hablaba con Madame Dubois y al verlo le hizo una seña para que se acerca, soltó un bufido y fue con ellas.
—Profesor Roux, me llevare a mis alumnos, espero no haya ningún problema.
—No se preocupe, Madame.
Dubois pidió que fueran por sus cosas, Maxence podía ver el rostro lleno de preocupación de su gemela, y no pudo no pensar en su madre, a lo mejor algo malo le habría pasado, sin dudarlo tomo su mochila y fue tras la directora de Beauxbatons.
—Esto es una situación muy delicada —informo Camille—, no creo en lo que Asen dice, pero no puedo hacer nada.
—¿De qué habla?
Cuestiono Max deteniéndose frente al carruaje, el camino fue tan rápido que ni siquiera lo sintió.
—Asen dice que—se dio la vuelta viendo a Max—...te están acusando de robar un anillo de diamantes, Maxence.
—¿Qué?
Max se quedó completamente confundido.
—¡Mi hermano no haría eso!
—Vino Asen a mi oficina con dos de sus alumnos, diciendo que Maxence tomo el anillo de una de sus alumnas, y están seguros de eso...están en mi oficina, tenemos que aclarar las cosas.
Amalie tomo el brazo de su hermano demostrándole un poco de apoyo, el rostro de Maxence se encontraba completamente pálido por la acusación.
—Max...sé que no lo hiciste —menciono Amalie—...por favor, no actúes a la defensiva y de manera arrogante que te va a meter en más problemas con Lyubomir.
Maxence no contesto y no pudo sonreír con ironía al distinguir a los dos alumnos que se encontraban sentados:
Deyan Granger-Krum y Stella Domerling.
—Aquí están, Lyubomir.
Asen vio a Maxence de arriba abajo con aires de superioridad.
—Stella dice que has robado su anillo, y Deyan están demasiado seguro de haberte visto tomándolo de su mochila cuando se lo quito para la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.
Las miradas de Deyan y Max se toparon, el menor no evito sonreír y mover los labios formando una oración que el alemán de inmediato comprendió:
"Te lo advertí, idiota"
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¡Hola!
¿Cómo están?
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Ya tienen más teorías de lo que sucederá?
Bueno, nos leemos en rato más, tal vez, jeje♥
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