Dieciséis.
(¡Hola!
Les traigo la actualización que debía, espero que la disfruten.
También espero en estos días traerles un mini maratón.
+300 comentarios para la próxima actualización.🖤)
El clima en el callejón Diagon en esa mañana era cálido, el lugar estaba lleno de bullicio mientras los comerciantes abrían sus locales, que le daban más color a ese mágico lugar que era el punto de reunión de varios magos.
Los pasos de los dos magos eran cortos y tranquilos, ya que llevaban el suficiente tiempo para pasar a la hermosa tienda de té que se robaba más de una mirada.
—Sí que eres popular —comentó la mujer con una sonrisa en los labios—, esas chicas no te sacan la mirada de encima desde hace rato.
Señaló con un movimiento de cabeza al lado izquierdo, el pelirrojo desvió la mirada de la manera más discreta que pudo para ver a las dos mujeres que los veían fijamente, se encogió de hombros restando importancia.
—Son clientas frecuentes de Sortilegios Weasley —explicó abriendo la puerta para dejar que la más baja entrará por delante de él—, supongo que me reconocieron.
—O es porque les gustaste —el tono de Andrea era burlón tratando de ver como George Sirius se avergonzaba, ya que siempre parecía muy seguro de cada movimiento o palabra que daba—...tal vez estén esperando el momento para invitarte a salir.
—No creo que sea eso —respondió George Sirius con una sonrisa forzada, siguiendo a Andrea al interior del lugar—, además, no estoy buscando nada serio en este momento. Tengo mucho trabajo en la tienda y no quiero descuidar el negocio familiar y los estudios.
—Vamos, no me digas que no te gustaría tener a alguien con quien compartir tu vida —insistió Andrea, caminando al mostrador—, alguien que te apoye, te comprenda, te haga reír...
—Ya tengo a alguien así —interrumpió George Sirius, mirando a su alrededor para ver cuántos clientes había y si tardaron mucho—, de hecho, a más de uno, mis hermanos y mis padres. No necesito a nadie más...
—¿Y una novia? —preguntó Andrea, frunciendo el ceño—, ¿no te gustaría tener a alguien que te amara y estuviera orgullosa de ti?
—Mi familia está muy orgullosa de mí —afirmó George Sirius, encogiéndose de hombros para formarse a lado de Andrea—, siempre me hacen saber que me quieren y que confían en mí. Así que en estos momentos no quiero ninguna distracción.
—No creo que sea una distracción enamorarte, George —dijo Andrea, suavizando su voz—, el amor es algo hermoso y natural, no tienes que tener miedo de sentirlo.
—No tengo miedo de sentirlo —replicó George Sirius, molesto por la insistencia de Andrea—, simplemente no lo siento por nadie. No hay nadie que me llame la atención, que me haga sentir mariposas en el estómago, que me quite el sueño... ¿entiendes lo que quiero decir?
El pelirrojo no quería ser grosero ni borde con Andrea; De hecho, le agradaba mucho su compañía. Sin embargo, había algo que le incomodaba profundamente: la presión de las personas para que se involucrara sentimentalmente con alguien o para que hablaran sobre relaciones. Esta sensación le recordaba a una experiencia previa con JJ, quien trató de imponer sus sentimientos hacia él, al igual que otras personas que intentaban decidir por él con quién debería estar.
—Creo que sí —admitió Andrea, bajando la mirada—, lo siento, no quería presionarte. Solo quería ayudarte a ser feliz.
—Comprendo, Andrea —respondió George con una sonrisa amable—. Valoro y aprecio mucho nuestra amistad, y la de otras personas en mi vida, pero no me gusta cuando intentan imponer decisiones sentimentales. Creo que el amor es algo que debe surgir de manera natural, sin presiones ni influencias externas. Por eso, prefiero mantenerme enfocado en lo que me apasiona en este momento.
George agradeció cuando llegaron al mostrador, dejando que Andrea ordenará primero, ya que llevaría té a la oficina por lo que su pedido era más largo que el de el pelirrojo.
Después de la noche que pasaron juntos, comenzaron a hablar más seguido, George no negaría que era una mujer guapa y que tenía una buena personalidad, pero en esos momentos no le interesaba nada más que una amistad y mucho menos tocar el tema de relaciones con ella, era una conversación que prefería tocar con su mellizo o Anired, tal vez con sus padres, pero fuera de eso con nadie más, ya que era demasiado personal.
—¿Qué va a ser para ti, George?
La chica que atendió del mostrador le habló, la reconoció, se trataba de Isela, desde que se inauguró Garden of Wishers trabaja para Anired, encargándose del mostrador y de la caja, era una mujer mayor que él, pero demasiado amable y rápida.
—Dos tés de manzana con canela, un earl grey y un té chaí—hizo una pausa dejando que Isalia apuntara el pedido—, dos órdenes de trufas de chocolate, una de galletas de té negro con galletas y tres tartas de frutas, por favor.
—En un momento estará su pedido.
El pelirrojo agradeció para ir a sentarse con Andrea.
Al estar los dos solos en una mesa un silencio incomodo los lleno, Andrea sentía que estaba molesto por la conversación de hace unos minutos, dándose cuenta que no debió de ser tan insistente sobre las relaciones, ya que a pesar de hablar y decir que eran amigos, se daba cuenta que no eran tan cercanos para tratar esos temas tan personales.
—Hola.
Andrea no estuvo más agradecía que en ese momento con la azabache que se acercó a saludarlos, observó lo cercanos que eran ambos hermanos, a pesar de seguro haberse visto unos instantes atrás, se saludaban con mucho cariño, sonriendo con complicidad luciendo más parecidos de lo que por sí ya eran.
—¿Cómo va el trabajo?
Andrea alzó la mirada cuando Anired le habló, sonrió para iniciar una conversación en lo que el pedido terminaba de ser preparado.
[...]
George Sirius entró a la colorida tienda, disfrutando del aroma a pólvora mientras se acercaba al mostrador para dejar los té y postres que llevó consigo, estaba dispuesto a ir a hablarle a su padre, tío y hermano cuando miro como Regulus John se acercaba con una caja en las manos.
—Vaya, hasta que vuelves—comentó el azabache dejando la caja en el suelo—, pensé que llegarías hasta la tarde y eso que la tienda de Anired está literalmente pegada de aquí.
—Me quede platicando y me tarde en llegar a la tienda de té de Anired...
Regulus lo miró con curiosidad entrecerrando los ojos, más cuando lo miro suspirar.
—¿Con quién hablaste? ¿Por qué ese suspiro?
Ambos se conocían muy bien, por lo que no había ni forma de mentir, así que lo mejor era ser sincero.
—Me topé con Andrea Rosier de camino a la tienda, estuvimos platicando...todo iba a bien —hizo una pausa—, hasta que sacó el tema de las relaciones, ya sabes que no me gusta hablar de eso, no es mi tema predilecto, pero...fue un poco insistente lo que me hizo perder la paciencia, creo que tal vez le conteste mal.
Regulus comprendía la facilidad con la que se culpaba de las cosas, a pesar de tomar medicamento e ir a terapia, el trastorno límite de la personalidad nunca desaparecería, por lo que cuando el pelirrojo hacía algo mal solía culparse con suma facilidad creyendo que se pasaba de sus límites, aun cuando era por culpa de la otra persona.
—No es justo que te culpes...si fue insistente es normal que cualquiera se moleste—se encogió de hombros—, de un lado, me imagino que ella quiere ser tu amiga o algo más, por lo que es normal ese tipo de conversaciones, pero también debe de saber que temas no te gusta tocar, más si tú no le preguntas por el tema de las relaciones.
—La veo como una amiga, sé que tuvimos sexo, pero...no me veo con ella en una relación —se recargo del mostrador—, es agradable y la pasamos bien...pero hasta ahí...
—Lo entiendo, sé que no te interesa ninguna relación...
Tomó su té para beber de el iba a decir algo más cuando la campanilla de la tienda sonó indicando que un nuevo cliente acababa de entrar.
—Bienvenido...
Saludaron los mellizos Black-Weasley al hombre pelirrojo que acababa de entrar, lo reconocieron de inmediato.
Regulus John al ver de quien se trataba quiso que la tierra se abriera y se lo tragara para escupirlo al otro lado del mundo o de la galaxia.
—Señor Arwen —al ver a su hermano quien parecía haberse quedado sin habla—... ¿En qué podemos ayudarle?
—Regulus John...
Llamó el pelirrojo acercándose y pasando de largo al mellizo mayor.
—Eh...señ...
Regulus no pudo decir nada más cuando el puño del patriarca de la familia Arwen golpeó el rostro del menor, quien al no esperarlo lo hizo retroceder para llevarse la mano a la nariz al sentir el líquido caliente bajar por sus fosas nasales.
—¡Tú, maldito mocoso! —trato de ir sobre él, de no ser porque George Sirius lo detuvo— ¡¿Cómo le hiciste algo como eso a mi hija?! ¡¿Quién te crees?! —trataba de moverse para zafarse del agarre del mellizo mayor, pero era difícil debido a la fuerza y tamaño— ¡¿Crees que puedes arruinarle la vida?!
Regulus John trataba de procesar todo, pero el golpe lo había descolocado dejándolo confundido sin entender porque le hablaba de esa manera.
—¡¿Qué está pasando aquí?!
La voz de George Weasley, el tío de los mellizos, se hizo presente, acercándose a ellos, seguido de su gemelo Fred, quien de inmediato fue a ver a su hijo al que le sangraba la nariz.
—¡¿Tú qué crees?!—se notaba lo exaltado que estaba Arwin, demostrando un enorme enojo— ¡Vine a ver este bastardo que le arruinó la vida a mi hija!
—¡Regulus no le arruinó nada a nadie! —defendió George a su sobrino—... ¡Ambos lo quisieron, no veo por qué vengas a reclamarle a Regulus John!
—¡Claro que tengo que reclamarle todo a él, todo el mundo está tachando a mi hija, cuando Regulus fue el...!
—¡Ya fue suficiente! —la voz de Fred retumbó por el lugar, al ver que el mellizo menor estaba bien lo dejó con George Sirius para que le ayudará a limpiarse—... ¡No entiendo por qué vienes aquí a golpear y culpar a mi hijo, él no obligo a tu hija a nada!
—¡Si él no hubiera intentado estar con ella...!
—No, no empieces con esa mierda—interrumpió Fred—, Regulus no la obligo, si quieres reclamarle a alguien hazlo con James o con tu hija, ellos fueron los que debían de respetar la relación...sé que Regulus no debió de meterse con ella, pero finalmente fue cosa de ambos...no puedes venir a gritarle a mi hijo y mucho menos a golpearlo solo porque tuvo sexo con tu hija, ambos son adultos y saben lo que hacen.
Fred estaba tratando de contenerse para no saltar sobre el pelirrojo que golpeó a su hijo, ya que no quería hacer más grande ese asunto.
—¡Lo dices tan fácil! ¡Tu hijo no debió de hacerlo, tener un poco de respeto! —ambos hombres se acercaron, tensos, dejando ver que Fred poco a poco perdía la paciencia—... ¡¿Dime cómo reaccionarías si fuera tu hija la que estuviera en esta situación?!
—No iría como un loco a golpear a alguien que no tiene la culpa, ve a reclamarle a James y aléjate de mi hijo.
Sentenció apretando la mandíbula.
—¡Claro, ahora entiendo porque a Deyan no lo detuvieron de inmediato, de seguro te quedaste de brazos cruzados!
Fred trató por todos los medios de guardar la calma, contenerse, pero escuchar esas palabras, que creyera saber lo que hizo o hará por defender a sus hijos fue la gota que derramó el vaso.
No pasó ni un segundo para que Arwin Arwen terminará en el suelo, con la nariz y labio roto, mientras Fred tenía sangre en el puño y era detenido por su hermano e hijo pelirrojo.
—¡Lárgate de aquí antes de que termine contigo!
Fred se movía para ir a golpearlo, pero gracias a que los dos George lo detenían fue casi imposible que lo hiciera.
—¡No quiero que tú ni nadie de tu familia se acerque a Regulus John! ¡No quiero ni siquiera ver a tu hija cerca de él!
George dejó a su gemelo con su sobrino mayor para ir con Arwin y ayudarlo a levantarse para que saliera de la tienda o estaba demasiado seguro que terminaron en una fuerte pelea llegando hasta los hechizos.
Fred se limpió la sangre contra el pantalón viendo a Regulus, él que no sabía ni que decir, no espero que pasara alguna cosa como esa, siempre vio al patriarca de la familia Arwen como una persona tranquila, nada que ver a los explosivos que eran él mismo y su familia.
—Regulus John—llamó Fred, el pelinegro asintió dándole a entender que lo escuchaba—...vete a limpiar y cambiar de ropa...
—Sí, voy de inmediato.
Reconoció ese tono, su padre estaba molesto, siempre lo usaba cuando discutía con alguien frente a ellos y los mandaba a hacer otra cosa para que quitaran la atención de la pelea.
—Y, Regulus—llamó al ver como su hijo caminaba a la puerta—, no te quiero ver cerca de esa mujer, ¿entendido? Ni de los Arwen.
—Sí, no te preocupes.
Sabía que hablaba en serio, conociendo lo rencoroso que era su padre no iba a volver a querer que ninguno de ellos tuviera contacto con los miembros de esa familia.
⚜⚜⚜
Sumida en un laberinto de pensamientos, sentía que la madeja mental se hacía más grande y no parecía tener fin por más que lo buscaba, recapitulando una y otra vez la conversación de hace rato, dándose cuenta que tal vez no debió de ser tan insistente, darse cuenta que existían temas que podía y no tocar, más cuando apenas se estaban conociendo.
Dejó los vasos de té a cada uno de sus compañeros para ir a la oficina del fondo que tenía la puerta abierta, la que tocó dos veces para entrar.
—¿Compraste té para todos?
Cuestiono el rubio despegando la mirada del documento que leía con interés.
—Sí, todos están contentos, se nota que son británicos y les encanta el té —se acercó para dejar un vaso de té y un pequeño traste—...a ti no te compre té, porque te mandaron esto.
Max miró con curiosidad el entrego para ver el té y abrir el traste, no evito sonreír al distinguir la pequeña nota:
"Max:
Que tengas un buen día.
Te amo y no sabes lo orgullosa que estoy de ti.
AGBW"
El emparedado de pan de centeno resaltaba por su color, pero lo que más llamó su atención fueron las pequeñas galletas que lo acompañaban, tenían forma de gatitos y no evito recordar cuando tuvo una conversación normal con Anired por primera vez a la orilla del lago negro cuando cumplió diecisiete.
Pero, lo que provocó que su corazón latiera aún más fue ver que las galletas estaban quemadas.
Una pequeña risa escapó de sus labios recordando que:
Anired odiaba cocinar.
Pero, a pesar de que lo odiaba y no sabía hacerlo muy bien, se esforzaba por mandarle almuerzos o postres como en esas ocasiones, y él lo agradeció de todo corazón más aún por las pequeñas notas que escribía, siempre se tomaba el tiempo para ser una mujer detallista a pesar del pesado trabajo que tenía siendo modelo y dueña de la tienda de té, sumado a que estaba estudiando su especialización en pociones y venenos mágicos.
—Pareces feliz a pesar de que están quemadas.
Comentó Andrea dejando unos documentos sobre el escritorio del alemán que la miro.
—Anired odia cocinar, sin embargo, cada que puede me hace galletas o algún postre —se encogió de hombros—, nunca ha tenido la necesidad de aprender a cocinar, así que considero que es lindo que lo haga.
—Pensé que como tiene la tienda de té y también vende postres sabría cocinar...
Maxence negó.
—No, no le gusta hacerlo y en su casa casi siempre son Fred o sus hermanos los que cocinan —hizo una pausa—, y cuando estamos juntos yo soy él que lo hace, así que no es necesario que lo haga.
—Se ve que te gusta cocinar para ella —analizó al verlo sonreír cada que mencionaba que Anired no cocinaba—, a la mayoría de hombres no le gustaría eso.
—Me gusta cocinar, y más cuando es para mi novia
Le dio un sorbo al té disfrutando del sabor a chocolate con menta, crema espumosa y pequeñas chispas de chocolate que Anired preparaba única y especialmente para él.
Después de esa breve conversación, Andrea salió de la oficina del alemán para continuar leyendo los informes mientras terminaba de comer.
Unos golpes en la puerta hicieron que alzara la mirada y viera una túnica blanca, seguida de una sonrisa juguetona.
—Hola, Max —saludo animadamente el peli plata entrando a la oficina para tomar asiento en la primera silla que encontró—... ¿no me extrañabas?
—Extraño más a Filch que a ti—respondió con sarcasmo dejando el reporte a un lado, sabiendo que con su amigo en la oficina no podría hacer mucho—... ¿Qué haces aquí? ¿No deberías de estar en San Mungo?
Scorpius suspiró negando para poner una botella de whisky de fuego sobre el escritorio del alemán.
—¿No quieres un trago?
Max asintió, para ponerse de pie y tomar su varita con la que hizo que los documentos fueran a otro mueble y la puerta se cerrara, mientras iba a la repisa sobre el frigobar en donde tomó dos vasos.
—¿Pasó algo?
Scorpius aceptó el vaso que le dio para comenzar a servir la bebida. Max conocía muy bien al Malfoy, no por nada eran mejores amigos y que llegará de improviso a su oficina significaba que algo le había pasado.
—Probablemente Dalila se vaya de Londres.
Max alzó las cejas confundido entendiendo porque parecía tan afligido debido a que su reciente novia tal vez se fuera de Londres.
—¿Cómo? ¿Por qué se va?
Max conocía a la chica, era una de las trabajadoras de Azus cuando estaba en funcionamiento, era amable y agradable, quien parecía querer mucho a Scorpius y él a ella.
—Con el reciente cierre de Azus se ha quedado sin trabajo y a su madre le ofrecieron un nuevo puesto en un ministerio de América —le dio un sorbo a su trago—...entonces le ofreció que se fuera con ella, y como en estos momentos Dalila no tiene un trabajo es muy probable que se vaya con ella...ya que la señora le seguirá pagando la especialidad de herbología.
—¿Y...buscar otro trabajo? —Max bebió de su vaso mirando a Scorpius sin saber muy bien que consejo darle—...sé que en ocasiones es difícil, pero probablemente sería bueno que cambiará de ambiente...
—Ya lo ha estado haciendo, pero no hay ninguno que se adapte a su horario para que pueda seguir estudiando la especialidad—dejo el vaso sobre el escritorio—...Itziar le daba la facilidad de trabajar en las mañanas o tardes dependiendo de la hora en la que tuviera clase, cosa que no encuentra en ningún otro trabajo.
—Mira, no soy bueno en dar consejos, pero creo que lo importante es que ambos estén en la misma página respecto a sus metas y sueños —comentó Maxence, pensativo, mientras daba vueltas al vaso entre sus manos—. La distancia no siempre significa el fin de una relación. Si se aman y están comprometidos a esforzarse, podrán encontrar una manera de hacer que funcione, aunque sea a larga distancia.
Scorpius asintió, agradeciendo la perspectiva de su amigo.
—Sé que tienes razón, Max. Pero es difícil pensar en no tenerla cerca. Además, ella ha estado trabajando duro para su especialidad en herbología, y no quiero que eso se vea afectado.
Maxence le dio una palmada en el hombro de manera reconfortante.
—Entiendo lo difícil que puede ser. Pero tal vez esta sea una oportunidad para que ambos crezcan individualmente. A veces, las circunstancias nos empujan a tomar caminos que no habíamos considerado, pero eso no significa que sea algo negativo.
Scorpius miró su vaso, sumergido en sus pensamientos. Maxence continuó hablando, recordando su propia experiencia con sus inicios con Anired.
—Anired y yo pasamos por algo similar cuando regresé a Alemania después del fin del torneo de los tres magos. Fue difícil al principio, pero nos esforzamos por comunicarnos, programar visitas y apoyarnos mutuamente en todo lo que pasaba en nuestras vidas. Al final, fortaleció nuestra relación en lugar de debilitarla, obviamente ignora lo que paso después —Scorpius comprendió que se refería al cumpleaños número diecisiete de Anired, que a pesar del tiempo nadie olvidaba—...pero sabes a lo que quiero llegar—Scorpius levantó la mirada, encontrando consuelo en las palabras de su amigo—. Quizás deberían hablar sobre sus expectativas y metas a largo plazo. Si ambos están dispuestos a comprometerse y trabajar juntos, pueden encontrar una solución que beneficie a ambos. Además, las distancias físicas no siempre se traducen en distancias emocionales.
Scorpius agradeció la sabiduría de Maxence, que dejaba ver lo mucho que había madurado en estos últimos meses, pensando más para decir las cosas correctas.
—Lo sé.
Murmuró el peli plata con desánimo, a pesar de comprender lo que le decía, sentía un vacío en el pecho al tan solo pensar en Dalila yéndose de su lado, cuando recientemente su relación había iniciado.
—Y recuerda, Scorpius, estar separados esencialmente no significa que tengan que estar separados emocionalmente. Si realmente se aman, encontrarán la manera de hacer que funcione, incluso a larga distancia.
Scorpius agradeciendo la amistad y el apoyo de Maxence en ese momento difícil. Sabía que las decisiones no serían fáciles, pero al menos tenía un amigo dispuesto a estar a su lado durante el proceso.
Platicaron por unos segundos más, para que Scorpius desviara a un tema que Maxence parecía pensar, se notaba en la mirada y la forma nerviosa de mover la pierna izquierda.
—¿Y cómo va tu relación con Anired? —preguntó Scorpius, dándose cuenta de que era ese el tema al ver cómo la mirada del alemán se apagaba —. Has estado enamorado de ella desde el primer día en que la conociste y cada que nos vemos me hablas de ella, es lo primero que haces o la menciona de una u otra manera, en cambio hoy no.
—Va bien, gracias por preguntar —respondió Maxence, tratando de ocultar el tono de culpa que sentía al pensar en su novia al recordar lo poco que se veían últimamente —Anired es una mujer increíble, me apoya en todo y me hace muy feliz...
—Me alegro por ti, Max. De verdad que se te ve enamorado —dijo Scorpius con una sonrisa sincera, notaba como Max quería decir algo más, pero no encontraba las palabras correctas —Pero... ¿pasó algo? ¿Discutieron?
—No...no es eso—hizo una pausa para continuar—...es solo que...por mi trabajo ya no pasamos tanto tiempo juntos, creo que estoy descuidando mi relación.
Maxence suspiró y bajó la mirada al vaso en su mano que ya estaba vacío. Era cierto que su trabajo le exigía mucho, y que a veces tenía que quedarse hasta altas horas de la noche para resolver algún caso difícil o peligroso.
También era cierto que extrañaba a Anired, y que le gustaría pasar más tiempo con ella, abrazarla, besarla, mimarla.
—¿Anired te ha reclamado por eso?
Pero, Anired nunca le había reclamado nada, al contrario, siempre le había demostrado su comprensión y su paciencia. Ella sabía lo importante que era su trabajo para él, y lo respetaba.
Además, ella también tenía su propia vida, su carrera como modelo, su tienda de té, sus estudios de venenos.
Anired era una mujer independiente y exitosa, que no dependía de él para ser feliz.
—No, Anired nunca me reclama nada —dijo Maxence, sintiendo un nudo en la garganta —. Ella es muy comprensiva y me da mi espacio. Además, también tiene sus propias ocupaciones, y no necesita que yo esté todo el tiempo con ella.
—Pero tú sí la necesitas, ¿verdad? —insistió Scorpius, notando la tristeza en los ojos del alemán. —. Max, no te ofendas, pero creo que deberías hacer un esfuerzo por dedicarle más tiempo a Anired. Ella te quiere mucho, y sé que tú también la quieres. Pero el amor no se alimenta solo de palabras, sino también de hechos. No dejes que tu trabajo te aleje de ella, porque podrías arrepentirte después.
—Trato de darle cosas que le gustan...joyas, vestidos, dulces, zapatos...le mandó un ramo de rosas del diario, comida cuando sé que tendrá un día ajetreado...trato de darle todo lo que puedo...quiero darle el mundo entero.
—Pero—tras escuchar las palabras de Max sabía más o menos lo que debía de decir tratando de no hacerlo sentir más culpable de lo que parecía—...creo que más que cosas materiales, Anired te quiere a ti, a su lado, que pases más tiempo con ella. Considero que deberías de tratar de balancear tu trabajo y cosas personales antes de que sea muy tarde.
Maxence se quedó callado, pensando en las palabras de Scorpius. Sabía que tenía razón, que debía hacer algo para demostrarle a Anired cuánto la amaba y la valoraba. No quería perderla, no quería que se sintiera sola o abandonada. Quería que fuera feliz, y que supiera que él era feliz con ella.
Los profundos ojos azules se entrecerraron para soltar un suspiro y tallarse la frente con un gesto cansado.
Miro el motor de la camioneta sin saber qué más hacer, ya que seguía sin arrancar y tenía que estar en el mundo muggle por asuntos de trabajo en menos de media hora, su hermano, que era el que sabe de mecánica desde temprano salió a trabajar y su padre poco o nada conocía de los motores muggles.
Al parecer tendría que hacer una aparición, pero las náuseas que sentía ese día no eran de ayuda.
—¿Qué? ¿Se descompuso?
La rubia movió el rostro para ver a su lado derecho de dónde provenía la voz.
—¿Eh? ¿George Sirius? —lo miro confundida sin saber porque estaba ahí—... ¿Qué haces aquí?
—Vine a dejar unos documentos para tu padre —mostró la carpeta que llevaba en la mano izquierda—...es de parte de mi madre, ¿qué le pasó a la camioneta?
—Trate de arrancarla, pero no encendió...y no sé si la magia funcione para arreglarla—explicó apenada—, y el mecánico no puede venir...ya sabes...es muggle, Lyssandre no sabe nada de motores muggles... y le prestó el coche a Max, así que bueno...estaba tratando que arrancara.
—¿Puedo?
Preguntó señalando la camioneta con la cabeza, Amalie asintió y el pelirrojo le entregó la carpeta que llevaba con él.
George Sirius se acercó a la camioneta, examinando el motor con curiosidad. No era un experto en mecánica muggle, pero había aprendido algunas cosas básicas de su padre.
Con un movimiento de su varita, que llevaba escondida en el bolsillo de su chaqueta, hizo que algunas piezas se ajustarán y que el motor volviera a funcionar.
—Listo, ya debería arrancar.
Dijo con una sonrisa triunfal, cerrando el capó y girando para ver a Amalie.
—Wow, ¿cómo lo hiciste?
Preguntó ella, impresionada y agradecida, sin duda George Sirius nunca dejaba de sorprenderla con su inteligencia.
—Es un secreto —respondió él, guiñándole un ojo—. No te preocupes, funcionará lo suficiente por unos días, pero deberías de llevarla al mecánico para que revise que otras fallas tiene.
—Gracias, George Sirius. Eres muy amable.
Agradeció con sinceridad.
—No hay de qué, Amalie. Me alegra verte de nuevo, aunque sea en estas circunstancias
Dijo él, mirándola con intensidad.
Ambos recordaron la noche que habían pasado juntos en la boda de los padres de ayer, hace unas semanas. El alcohol había influido mucho siendo el principal incentivo, pero no negarían que fue algo que deseaban desde hace mucho tiempo y conforme pasaban los días, poco a poco lograron recuperar los borrosos recuerdos, dándose cuenta de lo apasionada que había sido y cuánto disfrutaron
Y ahora, se encontraban de nuevo, frente a una camioneta averiada, sin saber qué decir o qué hacer.
—¿Te encuentras bien? —preguntó él, notando que ella se llevaba una mano al estómago.
—Sí, sí, estoy bien. Solo es que...algo me cayó mal anoche—mintió ella, tratando de ocultar su malestar ya que no quería que George Sirius fuera a decirle a su padre—. Creo que fue el sushi que pedí a domicilio
—¿Segura? Te ves un poco pálida.
Insistió él, preocupado al ver el semblante de la rubia, ya que normalmente su piel era apiñonada y no tan pálida como en esos momentos.
—Sí, sí, estoy segura. Solo necesito un poco de aire.
Respondió ella, respirando hondo.
—Bueno, si necesitas algo, voy a estar con tu padre —dijo él, acercándose a ella y despidiéndose con un beso en la mejilla—. Cuídate, Amalie, nos vemos.
La rubia miró como se daba la vuelta para adentrarse en la casa azul, tomando una bocanada de aire profundo para controlar ese malestar que tenía desde hace días y no parecía desaparecer.
⚜⚜⚜
Al entrar al camerino el opulento perfume golpeó su nariz, era exuberante y femenino, pero al mismo tiempo fresco y estimulante.
Conforme se adentraba el aroma se hacía más fuerte topándose con un enorme y elegante ramo de rosas que descansaba sobre la pequeña mesa frente a ella, el color rojo centelleaba bajo la luz, siendo tan llamativas que no podía quitarles la mirada de encima, cada rosa tenía un matiz diferente y único.
—Las vino a dejar un mensajero —comentó su amiga y asistente entrando tras ella—, junto con esa caja —señalo la que se encontraba a lado de las rosas—, venían dirigidas a ti, creo que sabemos de quienes son...o al menos que tengas otro admirador que te de rosas rojas.
La más joven se acercó a los obsequios, pasando los dedos suavemente sobre los pétalos de las flores, disfrutando de la suavidad de cada uno, para tomar la nota entre ella y abrirla con cuidado de romper el sobre.
Sus ojos reconocieron de inmediato la caligrafía que lucía sobre el fino papel, dándose cuenta que la escribió él mismo.
Le gustaba ese detalle, que lo hiciera a mano, tomándose unos minutos de más para escribirlo mediante un texto.
Bajo la mirada para leer la nota:
"Anired:
Te envío estas rosas como una muestra de mi amor y mi arrepentimiento. Sé que te prometí pasar más tiempo contigo, pero el trabajo me ha obligado a irme antes de lo previsto. No sabes cuánto lo siento y cuánto te extraño.
Espero que puedas disculparme y que sepas que eres lo más valioso para mí. Te juro que en cuanto pueda volveré a tu lado y te compensaré por todo lo que te he hecho esperar.
Te amo con todo mi corazón.
Maxence."
Anired sintió el corazón oprimirse al leer esas líneas, extrañándolo cada vez más, solo quería estar con él como antes.
—¿Si fueron de Maxence?
Escuchó la voz de Mary y asintió para ir por la caja a lado de las rosas, desatando el listón rojo que formaba un moño.
—Si...son regalos de disculpa.
Abrió la caja para ver el contenido.
—Son tan bonitos...se ve que conoce tus gustos.
Mencionó Mary viendo el lindo vestido de satín azul a juego con unos tacones del mismo color, con un tacón tan fino que parecía una aguja, eran demasiado femeninos, Mary miró la etiqueta distinguiendo la palabra "Chanel" en ellas, por lo que sin duda eran muy caros.
Anired sonrió viendo la ropa, era hermosa, y parecía ser de su talla.
—Sí, suele poner mucha atención en los detalles.
—¿Pelearon?
Anired suspiro colocando nuevamente la tapa de la caja, le encantaron los regalos, eran completamente preciosos, de eso no tenía duda, solo que se sentía extraña.
—No exactamente...nos vimos antier en la noche.
Explicó tomando asiento para beber agua, Mary la miró con curiosidad.
—¿En la noche? Si saliste algo tarde y me dijiste que él saldría hasta la madrugada.
Anired se encogió de hombros.
—Nos vimos en la madrugada, como las dos de la mañana —se mordió el labio inferior—...ya sabes...estábamos solos y mi familia dormía, así que...bueno—sus mejillas se volvieron rojas al recordar lo que paso esa madrugada—, tuvimos sexo... pero, no terminamos, ya que le llamaron por teléfono del trabajo, así que se tuvo que ir.
—¿Discutieron por eso? ¿Estás molesta con él?
Anired negó.
—No...me refiero a que comprendo perfectamente que fue por motivos laborales, si no le hubieran llamado de la oficina él ni siquiera se habría ido—bajo la mirada para ver sus dedos los que movía nerviosamente sobre las piernas—...que se fuera...me hizo sentir...no sé...¿abandonada?...y el sentimiento se hizo más fuerte porque por lo regular después de tener sexo, Max es demasiado cariñoso, se preocupa demasiado por mi bienestar y está al pendiente de cualquier cosa...ya sabes, si me lastimo de alguna manera o si hizo algo que no me gustara. Siempre nos quedamos acostados un buen rato, de cierta manera, después de tener sexo, me pongo demasiado sensible, tanto emocionalmente como físicamente, él lo sabe, por lo que me trata muy bien...pero...el hecho que se tuviera que ir a mitad...me hizo sentir abandonada y usada...
Mary le apretó el hombro, brindándole su comprensión.
—Es un sentimiento normal...le temes al abandono, Anired, es demasiado normal que te sientas de esa manera...
—Lo trato en terapia, a pesar de los años no puedo perder mi miedo al abandono—miró a Mary—, sé que Maxence no puede controlar cuando pase una emergencia, pero...me asusta, cuando sucede cualquier cambio por muy mínimo que sea en su actitud siento que va a volver a pasar lo mismo que en Hogwarts o que en mi cumpleaños diecisiete...
Mary suspiró sintiéndose mal por ella, ya que se veía completamente afligida por todo lo que sucedía en su relación con Maxence.
—Anired, tanto tú como él han pasado por diversas situaciones y existen cosas que no se superan tan fácilmente —comentó—, pero estoy segura que, si hablas las cosas con Maxence, y le explicas el cómo te sientes, él encontrará la manera de poder de balancear el trabajo y el tiempo en su relación
—No quiero distraerlo del trabajo —se mordió el interior de la mejilla—...pero, mañana nos vamos de viaje, así que aprovecharé este fin de semana para hablarlo.
Mary le sonrió para ir por la comida de la joven modelo y también llevarle una tableta electrónica.
—Cambiando de tema—Mary Jenell deseo hablarle de otra cosa para distraerla un poco—...ha salido una nueva noticia sobre ti y tú novio secreto...creo que deberías de leerla.
—¿Ahora qué dicen?
Mary le dio la tableta desbloqueada con la noticia antes mencionada, los ojos grises de Anired comenzaron a recorrer cada palabra:
"¡Última hora en el mundo de las celebridades!
Las especulaciones sobre la relación de Anired Georanne, la modelo más enigmática y deseada del momento, con el guapo actor surcoreano Cha Eun Woo, podrían estar a punto de convertirse en una realidad. Los rumores de un posible romance secreto entre estas dos estrellas de fama internacional han estado circulando durante algún tiempo, y ahora parece que están a punto de hacerlo oficial.
La pareja fue vista en una aparente cita romántica en un restaurante de lujo en el corazón de Londres, donde ambos se encontraban por motivos profesionales. Sin embargo, lo que realmente llamó la atención fue la química palpable entre ellos. Se les vio riendo, conversando animadamente y compartiendo miradas cómplices, lo que desató un sinfín de rumores sobre un posible romance en ciernes.
Las imágenes capturadas por los paparazis dejaron claro que Anired Georanne y Cha Eun Woo están más cerca que nunca. La modelo exótica lucía radiante con su característica belleza, mientras que el encantador actor surcoreano deslumbraba con su carisma y elegancia. Esta inesperada reunión ha alimentado las esperanzas de los fanáticos de que finalmente se haga oficial la relación entre estas dos estrellas.
A medida que los rumores se han vuelto cada vez más insistentes, algunos seguidores se atreven a soñar con la posibilidad de que Cha Eun Woo sea el novio secreto de Anired Georanne. La noticia ha generado una ola de emoción en las redes sociales, donde los fanáticos expresan su entusiasmo y apoyo a esta potencial pareja.
Hasta el momento, ninguno de los representantes de las celebridades ha comentado sobre el tema ni ha emitido una declaración oficial. Sin embargo, la especulación sobre una relación entre Anired Georanne y Cha Eun Woo parece estar llegando a su punto máximo. Los seguidores aguardan con expectación cualquier noticia que confirme o desmienta la relación, y el mundo de las celebridades está en vilo ante la posibilidad de un anuncio oficial. ¡Este es un escándalo que sin duda comenzará captando la atención de todos los amantes de las estrellas de fama mundial en todo el mundo!"
—Vaya —exclamó la azabache al terminar de leer la noticia—, siento que sus fans se me van a ir encima, he visto y leído cómo se comportan las fans de los Idols coreanos, suelen ser muy intensas y cancelar a las mujeres con las que se relaciona su favorito.
—Si—asintió tomando la tableta—, ya he leído algunos comentarios...y no son muy agradables...seguramente Byron va a estar feliz, había escuchado que quería relacionarte más con este Idol...Eun Woo, por cosas de aumentar tu popularidad en el mercado coreano.
Anired se levantó de la silla.
—Al parecer ya va siendo hora que haga pública mi relación Maxence —no evito sonreír sin ocultar su emoción en esas palabras—...lo haré en estos días que estemos de viaje, aún no sé si en un en vivo o por medio de una publicación en Instagram, de igual forma te avisare cualquier cosa o te mandare el borrador de mi publicación.
—Iré diciéndole a Zed para que vaya preparando el pasado e historia de Maxence como un muggle, te mando los detalles, ¿de acuerdo?
Anired asintió para volver a ver las flores, deseando que todo saliera bien.
[...]
—Ya que estaremos descansando este fin de semana, también podríamos salir de viaje —comentó el castaño con las manos en la cadera de su novia—...ir cerca para que estemos de regreso el domingo en la noche.
La morena se encontraba pensativa ante la propuesta de su novio.
—No sé, Eli, aún tengo que ver con Zed lo del pasado e historia de Maxence para enviárselo a Anired —comentó—...no estoy segura que nos dé tiempo.
Elijah frunció los labios y le beso la mejilla para entrar al elevador y seleccionar el piso del estacionamiento al que iban.
—Si nos dará tiempo, será cerca —insistió el auror—, aparte, ya necesitas despejarte del trabajo, siempre te la pasas tan metida que creo que ni descansas.
Mary Jenell suspiro dándole la razón.
—Nos podemos ir el sábado en la tarde y regresar el domingo, ¿te parece?
Los ojos de Elijah se iluminaron para asentir varias veces.
—¡Claro que sí! —sonrió acariciando las mejillas de las más baja—, yo me encargare de todo y tú solo de disfrutar, así que espero te relajes este fin de semana.
Mary sonrió y correspondió el beso que le dio el más alto, era suave y acompasado, mientras esperaban que el elevador llegara a su destino.
Ambos llevaban poco tiempo juntos, pero cada día sus sentimientos crecían con intensidad, causando que ya no quisieran mantener esa relación en secreto, sin embargo, aún no saben cómo decirlo por temor a que Mary Jenell perdiera el trabajo por el que tanto se esforzó.
Pero, como si su día no pudiera terminar así de bien, la campanilla del elevador sonó.
—¿Mary Jenell? ¿Elijah?
Al escuchar sus nombres se separaron, sintiendo el sudor bajar por sus frentes y perdiendo todo el color, como si acabaran de ver a un fantasma, y ambos estaban de acuerdo que nunca les había asustado uno de esa manera.
—Dorothea...
Murmuró Elijah reconociendo a la mujer de cabello plata, pero todo fue peor al ver al hombre junto a ella.
—Subdirector Byron.
El nombre salió de los labios de Mary como una exclamación de sorpresa dándose cuenta que estaban jodidos.
Completamente jodidos.
⚜⚜⚜
Salió del elevador acomodando unos mechones de cabello detrás de su oreja, se detuvo unos segundos sacando un pequeño espejo del bolso de mano que descansaba sobre el brazo izquierdo, para acomodar su rebelde cabello y fijarse que su maquillaje estuviera en completo orden, una vez que le gusto su reflejo guardó nuevamente el espejo acomodando la maleta de viaje que llevaba consigo y el bolso para caminar a su destino.
Estaba nerviosa y emocionada, no era la primera vez que iba a verlo a su oficina, pero aún se sentía nerviosa ya que cada que entraba se le quedaban viendo y escuchaba como susurraban cosas como:
"Ya viene la novia del jefe" "La novia del jefe es la hija de la ministro" "Era obvio que el jefe iba a tener una modelo como novia"
No le molestaba, pero eso no ayudaba a tranquilizar su ajetreado corazón dándose cuenta que estaba al ojo de todos los miembros del departamento de Rompe Maldiciones, quienes parecían querer conocer más de la vida privada y personal de Maxence, él que siempre trataba de mantener todo aparte.
Tomó una bocanada de aire y trago saliva para abrir la puerta de cristal, provocando que la voltearan a ver llenando la oficina de completo silencio.
—Buenas tardes—saludó la azabache adentrándose para ir a su destino—...con permiso.
—Buenas tardes...
Saludaron algunos, pronto los cuchicheos llenaban el lugar, los que Anired trataba de ignorar para no ponerse nerviosa.
Se detuvo frente al escritorio de la asistente de su novio, para saludarla, sintiéndose menos nerviosa al ver a alguien conocida.
—Hola —saludo con una diminuta sonrisa—... ¿está Max?
Andrea le devolvió la sonrisa.
—Hola ...tuvo que salir de inmediato a la sala de juntas, lo mandaron a llamar para una reunión de emergencia con el ministerio francés —la miró tratando de leer sus expresiones, regularmente cualquier mujer que escuchara que su novio tuvo que ir a una reunión cuando estaban a punto de salir de viaje se enojaría y probablemente haría un escándalo—...dijo que...trataría de no tardar.
Anired asintió dudando por lo que iba a preguntar.
—¿Puedo esperarlo en su oficina?
Con un movimiento de cabeza señalo la puerta que permanecía cerrada.
Andrea de inmediato abrió su cajón y sacó la copia de la llave que Maxence le dio en caso de cualquier emergencia.
—Sí, adelante, él ha dejado dicho que siempre que vengas y no este, te pase de inmediato a su oficina —le sonrió—, así que pasa.
—Gracias.
Anired tomó la llave para ir a la oficina y abrir la puerta con facilidad, una vez que estuvo adentro y cerró la puerta tras ella, sintiéndose más tranquila al no tener al personal del departamento observando cada uno de sus movimientos con curiosidad.
No le molestaba que la vieran, estaba acostumbrada, pero era un tanto incómodo y extraño que ahora fuera debido a su relación.
Dejó la maleta a un lado de una de las sillas frente al escritorio y su bolso de mano sobre esta para ir a la silla principal de respaldo alto y piel negra, era la que usaba Maxence y resultaba demasiado cómoda, cada que iba a verlo siempre se sentaba ahí.
Se dejó caer sobre la silla y frente a ella, en el escritorio miro que había una pequeña caja de chocolates con una nota encima, sus delgados y pálidos dedos se estiraron para tomarla y leer lo que decía:
"Mein herz:
Lo siento, tuve que salir de carrera, pero te prometo que no tardaré.
Por mientras, come uno de los chocolates que tanto te gustan.
Te amo.
Maxence."
Anired no evitó sonreír al leer la nota, y decidió hacer caso, mientras lo esperaba comería unos cuantos chocolates para pasar el tiempo, el cual esperaba fuera muy corto.
[...]
Soltó un bostezo lleno de aburrimiento para estirarse destensando el cuerpo que ya estaba cansado por estar en la misma posición por gran rato.
Parpadeo tallándose los ojos y observo la hora en su celular, eran las cinco de la tarde con quince minutos, dándose cuenta que llevaba más de tres horas en ese sillón, que antes era cómodo ahora resultaba demasiado molesto.
Se puso de pie entrando a ver sus mensajes y yendo directo a la conversación de Maxence.
Su última conexión fue a la una y cincuenta de la tarde, tampoco le llegó el último mensaje que le mando lo que le indicaba que no tenía internet ni señal.
Caminó al frigobar que se encontraba en la oficina del rubio, al abrir la puerta se topó con algunas botellas de agua, la comida que seguramente se llevó Maxence para desayunar y algunos snacks que necesitaban refrigeración por lo que tomó unas botellas y unas frambuesas con chocolate que guardaba el rubio para tratar de saciar el hambre que la golpeaba.
Sabía que las reuniones de Maxence en ocasiones se extendían, pero esperaba que esta ocasión no fuera así o que el alemán se pudiera salir antes.
Ese viaje había sido planeado desde hace varios días, ambos trataron de arreglar sus horarios para coincidir y que no hubiera ninguna cosa que los hiciera regresar, pero en ocasiones las cosas cambiaban justo como esa reunión que salió de imprevisto.
Se volvió a sentar en el sillón para abrir la botella de agua y el empaque de frambuesas en un intento de apaciguar su estómago que le exige comida.
Las frambuesas eran dulces y deliciosas, calmando el ruido en el estómago que se escuchaba por toda la oficina y el agua refrescaba su garganta.
Unos toques se hicieron presentes, la emoción la recorrió rápidamente al pensar en que se trataba de Maxence que ya estaba de vuelta y listo para irse, por lo que de inmediato alzó el rostro tratando de arreglar un poco el rebelde y oscuro cabello.
Pero tan rápido como apareció su emoción esta desapareció cuando la puerta se abrió.
—Anired —llamó la castaña—...vamos a pedir algo de comer ya que tenemos mucho trabajo... ¿no quieres que te pidamos algo?
Anired la miró con decepción, no tenía nada en contra de ella, pero realmente quería que fuera Maxence.
Negó con un movimiento de cabeza ante la pregunta que le hizo.
—No, gracias —le agradeció con una sonrisa—, quiero esperar a Maxence, para comer juntos.
Andrea asintió y dudó por unos segundos para hablar.
—Llevas mucho rato, probablemente la reunión de Maxence se alargó más tiempo—hizo una pausa—, si no te puedes comunicar con él, puedo llamarle a la sala de juntas para decirle que estaba esperándolo desde hace horas.
Anired al escuchar sus palabras rápidamente negó.
—No...no es necesario, Andrea, gracias...lo esperare otro rato más —la miro—...y...por favor, si te llega a llamar...no le digas que llevo aquí tanto tiempo, no quiero distraerlo de la reunión.
—Está bien, no le diré nada...igual, si quieres algo de comer, dime y te lo conseguiré.
—Gracias.
Anired vio a Andrea salir quedándose completamente sola, suspiro y se levantó para ir por la chamarra de Maxence que estaba en el perchero en una esquina trasera, una vez que la tuvo volvió a sentarse tapándose con la misma y encogiéndose en la silla buscando la posición más cómoda para seguir viendo videos.
Esperaba que Maxence ya no tardará más tiempo, quería ir a comer con él para que se fueran al viaje que tanto añoraba.
[...]
Una mano en su hombro hizo que se moviera suavemente de manera constante.
—Anired...Anired...despierta.
La llamaban repetidas veces, por lo que se obligó a abrir los párpados a pesar del sueño que sentía.
—¿Max?
Cuestiono tallándose los ojos aún adormilada, ni siquiera se dio cuenta en qué momento le venció el sueño en ese lugar.
—No...Anired, no soy Max.
Se dio cuenta que era la voz de una mujer.
Anired término de tallarse los ojos para enfocar la mirada y darse cuenta que efectivamente, no era Maxence, sino Andrea.
—Ya es de madrugada, Anired —explico la castaña alejándose para que Anired terminara de levantarse—...nosotros ya terminamos el trabajo y ya nos vamos, pues son las dos de la mañana.
Anired parpadeo confundida por la hora, dándose cuenta de que durmió por bastante tiempo.
—¿Las dos de la mañana?
Andrea asintió.
—Sí...la reunión de Maxence aún continúa...se extendió...y al parecer no hay hora en la que finalice —explicó sintiéndose mal por Anired, quien llevaba casi doce horas esperando a Max en ese lugar, ni siquiera había comido por esperarlo—...si quieres lo puedes esperar, no hay problema...pero, a lo mejor la reunión aún tarde mucho más.
Anired se levantó para tomar el celular que dejó sobre el escritorio y ver la hora, efectivamente ya eran las dos de la mañana. Entró nuevamente al chat de Maxence, y seguía sin conectarse ni recibir el mensaje.
Soltó un suspiro lleno de decepción dándose cuenta que el viaje no sucedería y ya no tenía caso que lo esperara más tiempo, porque podría salir en diez minutos o bien hasta muchas horas después.
—¿Siempre salen tan tarde? —cuestionó mirando a la castaña— ¿Max los explota laboralmente?
Andrea soltó una pequeña risa por el comentario de Anired y negó.
—No, casi siempre salimos a la hora que corresponde...pero, hubo una maldición sobre muggles el día de antier, fue en la madrugada y demasiado grande —Anired recordó que esa fue la razón por la que Max tuvo que irse—, lo que causó muchos problemas, teníamos mucho papeleo, por lo que nos quedamos horas extra —se encogió de hombros—, está bien, porque nos pagan al doble las horas extras...es raro que nos quedemos, Maxence es quien casi siempre se queda más tiempo, luego se va a las tres o cuatro de la mañana, y también es el primero que llega, me sorprende que encuentre tiempo para dormir.
—Quiere dar más de su cien por ciento, se está esforzando por ser un muy buen jefe —halago Anired—... ¿me puedes hacer otro favor?
—Sí, dime
Andrea la miró con curiosidad.
—No le digas que estuve esperándolo hasta esta hora, ¿sí? —pidió—...no quiero que se sienta culpable...su trabajo debe de ser lo más importante en este momento que está en un puesto tan importante—Andrea no respondió, ya que no estaba segura de no decirle—...lo más probable es que la reunión tarde aún más, por lo que es mejor que me vaya —llevo la chamarra de Maxence al perchero para colgarla de vuelta—, ya es muy tarde, tú también deberías de irte a descansar.
—Si quieres te puedo pasar dejando—ofreció Andrea viendo como la menor tiraba la basura que tenía sobre el escritorio de Maxence—, o llamar a alguien para que venga por ti.
—No...no te preocupes —le sonrió para sacar su abrigo y colocárselo—...haré una aparición en el callejón que está en la esquina, así llegare más rápido, aparte ahorita ya no hay casi nadie en la calle.
—De acuerdo, ve con cuidado.
Finalmente salieron de la oficina y se despidieron para que Anired fuera la primera en irse.
No podía ocultar su decepción, y mientras caminaba por el ministerio, el sentimiento de abandono y soledad se hizo presente nuevamente, al darse cuenta que cada vez parecía ser más difícil que Maxence y ella pasaran tiempo juntos.
El trabajo de su novio cada día se volvía más demandante, no era lo mismo ser empleado a ser jefe, su responsabilidad era mucho mayor debiendo de acudir a reuniones en cualquier momento que era llamado o atender personalmente los llamados de emergencias por maldiciones, más en ese momento que era el nuevo jefe y todos estaban viendo cada uno de sus movimientos, atento a cualquier error que pudiera cometer.
El frío de la madrugada le golpeo al salir del edificio, era una noche helada, tan helada que el abrigo no le era suficiente, sin embargo, no tenía la suficiente energía o ánimo como para detenerse y sacar otro abrigo, lo único que deseaba era llegar a su casa y acostarse en la cama para no saber nada más.
No quería enojarse con Maxence, no era justo para él, no cuando era por cosas de trabajo, cuando se estaba esforzando tanto por desempeñar un buen papel como el joven y nuevo jefe del departamento de Rompe Maldiciones, quien quería demostrar que estaba ahí por merecerlo, que todo era fruto de su esfuerzo y trabajo día con día.
Sin embargo, el sentimiento de decepción se apoderaba de ella, la que creció aún más cual el celular sonó, por unos momentos creyó que se trataba de Maxence.
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Ni siquiera terminó de leer el mensaje, cuando el enojo se hizo presente en ella al darse cuenta que Maxence ni siquiera se tomó la molestia para mandarle un mensaje o bien mandarle algún recado por medio de su asistente, nada, solo la dejo esperando durante doce horas a que él apareciera.
Cuando, ella siempre, de una u otra manera buscaba dejarse un poco de tiempo para comunicarse con él a pesar de que luego ni le daba tiempo de comer, aunque fuera con un solo mensaje, pero él ni siquiera le pudo mandar nada.
Tan pronto como se enojó, se regañó a sí misma, tratando de mantener la calma y comprender por lo que estaba pasando Maxence.
Sus pasos la llevaron al callejón, pero antes de poder tan siquiera concentrarse en el lugar a donde quería ir la tomaron con fuerza del antebrazo y un escalofrío le recorrió la espalda, al sentir como algo punzante se presionó contra la piel de la espalda baja.
—Si te mueves o no haces lo que te digo, te mato.
El miedo se apoderó de ella en un instante, como un manto oscuro que cubría todo su ser. El corazón comenzó a latir desbocado, como un tambor retumbante en sus oídos, sintiendo el cuerpo rígido, atrapado en un momento aterrador al no saber qué era lo que tenía en la espalda si una varita, una daga u otra cosa.
Sus instintos gritaban que debía escapar o protegerse, pero el objeto en la espalda la mantiene en estado de temor paralizante, más al no saber o reconocer la voz de quien se encontraba detrás de ella, incapaz de moverse o pensar con claridad.
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¡Hola!
¿Cómo están?
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Estuvo bien la reacción del padre de Itziar y la de Fred?
¿Dalila se irá de Londres?
¿Max encontrará la forma de arreglar las cosas?
¿Anired finalmente hará pública su relación? ¿La dejarán?
¿Qué pasará con Mary y Elijah que ya han sido descubiertos?
¿Anired y Max tendrán problemas por qué la dejó plantada?
¿Quién será la persona que amenaza a Anired?
En fin, nos leemos, loviu♥
No se olviden de comentar y votar
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