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Dieciocho.

(Les traigo la nueva actualización ya que llegaron a los comentarios en la anterior.

Esta es extensa por lo que +350 para la próxima actualización🫰🏻❤️)

Las gotas de sudor recorrían lentamente su cuerpo, bajando desde la cabeza hasta el pecho y espalda desnuda, la respiración agitada y algunos jadeos inundaban la habitación, mientras que el golpe provocado tras cada choque se escuchaba más fuerte.

Su cuerpo ya se encontraba entumecido y cansado, llevaba más de dos horas de esa manera, pero aún no estaba demasiado seguro de detenerse, al menos de esa manera permanecía con la cabeza en blanco y en un punto relajado, su cuerpo se destensaba y se sentía más liviano a pesar del duro esfuerzo físico al que lo estaba sometiendo.

Su mano chocó con fuerza contra el saco de box por última vez, cuando el aire le hizo falta, quizá debido a la gran cantidad de cigarrillos que fumó en esa semana, debía de moderar el consumo o presentaría problemas con su respiración que le podrían impedir realizar tanto ejercicio de esa manera tan exigente como a la que estaba acostumbrado.

Pasó el dorso de la mano sobre sus ojos alejando las pequeñas gotas de sudor que le colaron de las cejas coloradas para caminar a la mesa que se encontraba a unos metros mientras se quitaba las vendas de las manos que utilizaba como protección cada que practicaba box.

Al llegar a la mesa tomó la toalla secándose el sudor de la frente y del pecho junto con el abdomen que ya estaban empapados, siempre terminaba sin camisa ya que era molesto cuando se le pegaba en la piel.

Alzó la playera que yacía en el suelo, tomando su varita con la que conjuró un hechizo no verbal que hizo volver todas las cosas a su sitio liberando de cualquier tipo de desorden.

Una vez que miro que todo estuviera en orden y finalmente salió de esa especie de gimnasio que tenían en la casa, contaba con una alberca enorme, un saco de box, algunas pesas, una bicicleta y como última adquisición de su hermana: una corredora y cuerdas de saltar, ya que últimamente las utilizaba de forma muy seguida por las mañanas, como parte de su rutina diaria como modelo.

Bajo las escaleras para caminar a su habitación, escucho algunas voces en la planta baja, voces femeninas y una masculina, las reconoció de inmediato ya que se trataban de sus padres y hermana los que seguramente estaban terminando el desayuno, ya que todos, o casi todos iniciaban con sus actividades diarias del trabajo.

Todos en la familia Black-Weasley trabajaban, pero siempre encontraban el momento para pasar tiempo juntos o realizar las tareas del hogar, las que dividían entre todos los miembros sin excepción alguna.

Al entrar a la enorme habitación pudo notar como una parte de ella se encontraba completamente ordenada, limpia y cada cosa colocada en su lugar, mientras la otra mitad era un completo desastre, ropa sucia por todos lados, basura y cobijas en las cuales Gred y Feorge se perdían tomando su siesta matutina.

Un ronquido provoco que colocara los ojos en blancos, quien lo hubiera escuchado podría pensar que se trataba de un troll durmiendo, pero no era así, se trataba de algo más su estúpido: su mellizo, que dormía profundamente, tanto que si la tierra temblara ni siquiera lo sentiría.

Sabiendo que, aunque le hablara no lo despertaría pasó de largo, tomando una toalla limpia y bóxer para adentrarse en el baño donde le esperaba una ducha de agua caliente que eliminara todo rastro de sudor y suciedad.

Al entrar al agua caliente, esta hizo su trabajo liberando la tensión de cada uno de sus músculos, movió la cabeza tronándose el cuello y procedió a tomar shampoo comenzando a lavarse el cabello, que ya necesitaba un corte, tenía como dos meses que no lo hacía y comenzaba a volverse molesto, aparte que odiaba lucir despeinado o desarreglado, y el cabello largo le daba ese aspecto.

Tomó la esponja con jabón comenzando a enjabonar sus hombros y pecho, hizo una mueca cuando sin querer rozó el reciente tatuaje que tenía en el pecho, se le había olvidado y aún resultaba algo molesto cuando lo tocaba.

Chasqueó la lengua y evitando volver a tocar esa parte siguió enjabonándose.

Últimamente se encontraba en un punto de su vida en la que la consideraría perfecta, Sortilegios Weasley como siempre iba de manera excelente, las ventas no bajaban en ningún momento y se alegraba de ellos, ya que en más de una ocasión se quedó completamente a cargo cuando su padre y tío se tomaron vacaciones, temió arruinar las cosas, pero no fue así.

La cosa fue también que finalmente decidió lo que quería hacer con su vida, comenzaría a abrir unas tiendas en el mundo muggle, no de bromas mágicas, pero de algo bueno sería, aún estaba decidiendo que vendería, pero sí o sí quería poner tiendas, quería ser negociante tal y como su padre lo había sido toda su vida.

Amaba ese trabajo.

Incluso, tenía planes con su mellizo, en el mundo mágico abrirían una tienda de artículos de Quidditch, hasta ya tenían en mente dos locales, uno en el callejón Diagon y otro en Hogsmeade, el plan y la inversión ya estaba listo por lo que no pasaría de ese mes para que se pusiera todo en marcha, estando seguros que las cosas saldrían tal y como lo deseaban.

Prácticamente su vida era perfecta, economía estable, buen trabajo, metas a futuro, una familia que lo amaba, hasta sus ataques de ira estaban más controlados gracias al nuevo medicamento que fabricó la familia Malfoy y también a la terapia, el estrés ya no acababa con él, y mucho menos tenía pensamientos pesimistas o pesadillas, simplemente todo era perfecto.

Pero, a pesar de eso a lo que podría llamar éxito, se sentía un completo tonto.

Demasiado tonto.

Todo por extrañar a cierta mujer.

Amalie D'Acanto.

De todas las maneras posibles había tratado comprenderla, pero por más que lo intentaba simplemente no encontraba un motivo de su actitud.

Siempre intento apoyarla en todo, en cada situación o momento que se presentara ya fuera bueno o malo, quiso estar a su lado, celebrando sus logros o dándole un hombro en el que llorar, tratando de demostrarle lo mucho que le importaba.

Claro, que no mentiría, le molestó demasiado las horribles cosas que le dijo a Geori, sin embargo, cierta parte de él entendía por todo lo que acababa de pasar en esos días, como en un abrir y cerrar de sus ojos había perdido todo, comenzando por la muerte de su madre y que después Maxence terminará en coma no fue nada fácil, no sé imaginaba lo que habría hecho en su situación.

Realmente quiso arreglar las cosas aun después de lo sucedido, la busco, le escribió y estableció cualquier tipo de comunicación con Amalie, pero la rubia siempre lo alejaba, poniendo un enorme y reforzado muro entre ambos, negándole un acercamiento o tan siquiera una conversación.

Todo eso lo cansaba de sobre manera, dándole un peso extra sobre los hombros, sus noches se llenaba de esos pensamientos como si quisiera buscar un porqué de las cosas a pesar de que sabía muy bien que no existía, no había hecho nada para que todo terminara así.

Sí que era un idiota, pero realmente extrañaba a Amalie D'Acanto.

Después de ahogarse en un profundo mar de pensamientos mientras se bañaba decidió salir de la ducha con una toalla cubriéndole la cintura, a pesar de usar bóxer tenía la costumbre de colocarla de esa manera, aunque estuviera solo.

Salió del baño y se fijó que la cama de Regulus se encontraba completamente vacía, incluso Gred y Feorge ya no estaban en la habitación.

Y entonces lo recordó, ese día al azabache le tocaba limpiar el jardín, por lo que sin duda tendría demasiado trabajo que podría llevarle toda la mañana o día, sabiendo que debía de hacerlo sin magia, ya que si la utilizaba y dañaba una de las flores de los rosales de su madre podría darse por muerto, la azabache mayor siempre las cuidaba como su mayor tesoro, ya que esas rosas se trataban de todas las que Fred le había regalado desde que eran novios, plantándolas con mucho esmero y brindándoles todos los cuidados posibles cubriendo de rosales los jardines.

Tomó el uniforme de Sortilegios Weasley que había planchado el día de ayer, no sin antes ver la hora y percatándose del poco tiempo que le quedaba para irse, si no se apuraba llegaría demasiado tarde.

[...]

Saludo a los trabajadores que terminaban de pintar la fachada y colocar el letrero con el nombre de la tienda, con cuidado de no mancharse o mover nada entro al local, dentro todo parecía ya estar en orden.

Camino unos cuantos pasos más hasta que distinguió una figura masculina moviendo unas tazas con magia, las tazas se iban acomodando en unas repisas que cubrían la pared que daba vista a la entrada.

Parecía pulir los pequeños detalles que faltaban para que todo quedara tal y como le gustaba, recordando lo quisquilloso que era en unas ocasiones no era raro que acomodara y desacomodara las cosas una y otra vez hasta obtener un resultado deseado.

—¿Crees que le guste? —al parecer el hombre mayor se percató de su presencia—...tu madre escogió la decoración.

La mirada del más joven se paseó por el lugar, paredes grandes en tono granate decoradas en ocasiones por unos cuantos cuadros de obrar famosas, y no eran replicas si no las originales, techo mágico con el que alumbraban el lugar gracias a la mágica, las mesas negras de madera y sillas iguales, pero con cojines de color a juego con las paredes.

Una barra con vitrina frente a la pared que era cubierta por tazas, la barra era del mismo color que la mesa, negra y por detrás había otra pieza la que fungía como cocina, en el piso de arriba se encontraba un pequeño departamento, siguiendo la misma estructura de Sortilegios Weasley, este se había adaptado como una bodega en una de las piezas, y dejando otra como habitación y una pequeña sala de estar.

—Estoy seguro que lo amara —respondió con seguridad y sonriéndole a su padre cuando lo volteo a ver —, es todo lo que a ella le gusta y siempre soñó, seguramente se pondrá feliz cuando lo vea —se recargo de una de las mesas—... ¿Ya está todo listo? La inauguración será pronto y Geori ni siquiera lo ha visto.

Fred sonrió genuinamente terminando de acomodar las cosas.

—Anir y yo lo hablamos, así que mañana la traeremos, por lo que no hagas planes para que también vengas, tu madre le diría a Regulus y se encargaría de hablar con la asistente de Nired para librar la tarde.

George Sirius asintió.

—Está bien, no haré ningún plan —George Sirius pasaba los dedos sobre la mesa sintiendo la madera—... ¿Qué otra cosa faltaría para tener todo listo?

—Aún no sé qué iría bien en los centros de mesas, pensaba dejarlas así, pero siento que le falta algo.

—¿Flores? —cuestionó el pelirrojo menor alzando la ceja, pero Fred negó— ¿Alguna estatuilla o algo así?

—No sé qué pueda ir con la decoración—soltó un suspiro haciendo una mueca—, pensaba en flores, pero eso requiere también floreros y no tengo ni idea de qué tipo de floreros quedarían con la decoración—paso la mano entre su cabello demostrando un poco de la frustración que sentía al no poder terminar las cosas por completo—, tal vez eso debería de escogerlo ella ¿no lo crees? Al igual que el nombre...

—Ciertamente, de esa manera llevará su toque —le sonrió tratando de animar a su padre, sabiendo lo mucho que se estaba esforzando porque las cosas salieran perfectas—, la decoración es muy de acuerdo a ella, ya que mamá y Geori tienen gustos parecidos fue fácil, pero estoy seguro que le encantará elegir los centros de mesas y otros detalles que hagan falta como el diseño de las cartas y más cosas de publicidad.

Fred se sintió aliviado ante las palabras de su hijo, desde que nació la menor de la familia se esforzaba en darle todo, tratarla como una princesa cumpliendo el menor de sus caprichos, quería hacerla feliz y darle todo lo que deseaba.

Era lo mismo con sus otros tres hijos, pero siempre había tenido una debilidad por la única niña.

—Sí, será lo mejor —Fred estuvo más seguro al escuchar las palabras de su hijo— ¿Y tú? ¿Cómo vas? —enarco la ceja— ¿Ya han escogido el local?

—Estoy en eso, quiero el que está junto a Sortilegios Weasley del otro lado —miró fijamente a su padre, el mayor reconoció esa mirada, la que utilizaban los mellizos cada que estaban por pedir algo—...tratamos de hablar con el dueño...pero...creo que nos odia, quizá porque hace años Regulus y yo le rompimos las ventanas al local con un salvaje magifuego—hizo un gesto pensativo y volvió a sonreír—...pero...tú o el tío George podrían hablar con él para ver si lo quiere vender...

—Tratare de hacerlo—lo miró—, espero y quiera venderlo, no diré que es exactamente para ti y tú hermano, pero veré que puedo hacer.

—Sabía que podía contar contigo —el menor sonrió—, en lo que terminas aquí, iré al local, hoy iba a entrevistar a unas cuantas personas que están interesadas en el puesto de ayudante en Sortilegios Weasley.

—No seas tan exigente, que por eso no encontramos quien nos ayude.

George Sirius se encogió de hombros.

—No lo soy...bueno tal vez un poco.

Fred solo puso los ojos en blanco para observar cómo su hijo salía de la futura tienda, dejando que terminará con los detalles que aún no le convencían.

El frío aire de la mañana causó que sus pómulos ardieran, lo más seguro es que hasta estuvieran tomando un color rojizo, a pesar de usar una abrigadora gabardina y bufanda el frío aún se sentía gracias a la nevada, le gustaba ese clima, pero lo hacía desear estar en su cama durmiendo.

Antes de entrar a Sortilegios Weasley, su mirada fue atrapada por un largo cabello color oro que se asemejaba a los galeones en su cuenta de Gringotts, reconocería esas ondas y ese color a donde quiera que fuera.

La figura femenina se movía con gracia y abrió la puerta de Azus, la cafetería que apenas iniciaba la jornada laboral.

Por unos cuantos segundos pasó por su mente la idea de seguirla y tratar de abrirla, estaba demasiado tentado a hacerlo, pero por su cabeza pasaron todos los momentos en los que lo evitaba y alejaba cada día más, quizá debía de dejar de buscarla de una vez por todas.

Y con ese pensamiento decidió volver a la tienda de bromas mágicas para iniciar con su jornada laboral, tratando de dejar de pensar en ese suave cabello rubio.

Al atravesar la puerta sintió el cambio de temperatura por una más cálida lo que le hizo quitarse la bufanda y el abrigo para colgarlos en uno de los percheros más cercanos sacudiendo los pequeños copos de nieve que se perdían en su cabello.

El aroma a café le llenó la nariz para acercarse al mostrador donde distinguió la mata de cabello pelirrojo siendo recogido por un lazo del mismo color que su delantal, llevaba un delantal azul pastel, color característico del uniforme de Azus, todos los empleados usaban el mismo color que la dueña.

—Buenos días.

Saludo con voz cantarina para que la propietaria volteara y sonriera al ver ese rostro tan familiar.

—Buenos días...pensé que vendrías más tarde.

—Eso pensé, pero hoy entro un poco más tarde por lo que decidí venir a verte de una vez—le sonrió tomando asiento en uno de los bancos—, me alegra ver que pareces más tranquila con lo de la inauguración de enfrente, incluso tu personal parece más feliz.

Señaló con un movimiento de cabeza a Dalila que acomodaba las mesas acompañada por una chica de largo cabello color cobrizo de nombre Alessia Norton, la nueva empleada de Itziar, ya que con las ventas tan elevadas necesitaba más apoyo aparte del de Dalila y de James.

—Decidí relajarme, de nada sirve que esté tan alerta, pase lo pase no me afecta —dijo con ánimo fingido, más que nada porque en esos momentos le preocupaba otra cosa más que el local de enfrente que estaba próximo a inaugurarse—...tengo otras cosas en que pensar.

La rubia puso mayor atención en el rostro de su amiga percatándose de esa mueca de intranquilidad que lo adornaba, parecía pensar en algo que la afectaba.

—¿Pasó algo?

Arwen la miro por unos segundos, pensando en sin contarle o no, porque quizá se estaba haciendo vueltas la cabeza por algo infundado, no debería de dejar que esos comentarios la afectan.

Pero, necesitaba hablarlo con alguien o la ansiedad la consumiría.

Soltó un suspiro y asintiendo decidida a contarle todo a su mejor amiga.

—Es que... ¿Crees que James me engañaría?

Amalie la miró sin comprender el porqué de esa pregunta, al inicio creyó que se trataba de alguna broma, pero viendo el rostro tan serio de la pelirroja notó que no se trataba de nada de eso.

—¿Por qué preguntas eso? ¿Sospechas de él?

Itziar se mordió el labio inferior, desde que ese estúpido troll azabache dijo esas palabras no dejaba de pensarlo, dándole vuelta una y otra vez al asunto tratando de buscar algo lógico.

—Hace unos días...vino Regulus—Amalie la miró con interrogación al no entender que tenía que ver el Black-Weasley en esa situación—...estuvo molestando y...pregunto que cuando me había cortado el cabello.

—¿Y eso que tiene que ver con James?

Amalie no lograba comprender a dónde quería llegar o cómo eso podía relacionarse con una posible infidelidad del Potter.

—Aun no llego al punto—le hizo una seña para que la dejara continuar y le pusiera atención—, le dije que ya tenía tiempo...y...dijo que hace unos días vino a la cafetería, al parecer yo no estaba—trago saliva, no quería decirlo, pero finalmente lo soltó—, ese día vio a James abrazando a una mujer de pelo largo.

—¿Qué? ¿Pero...si fue cierto que vino? Tal vez se trataba de una de sus tontas bromas.

—Eso fue lo primero que pensé...pero, le pregunté a Dalila si había venido antes Regulus, y me dijo que sí—hizo una pausa aun si saber si continuar por el nombre que estaba por mencionar—, el día que tuve que viajar a Francia porque mi padre se volvió a poner mal, Regulus vino acompañado de...Anired.

Casi dijo el último nombre en un murmullo recordando la fuerte pelea que tuvo Amalie con su padre y hermano.

Vio como Amalie hacía una mueca al escuchar el nombre, pero decidió no decir nada más.

—Así, que de que lo que vino es cierto —Itziar pasó la mano entre su corto cabello pelirrojo—...y cuando me dijo que vio a James abrazando a una mujer de cabello largo, justo el día que no estuve...parecía no estar bromeando

Amalie notaba que su amiga estaba muy preocupada y ansiosa por saber la verdad, la palabra del pelinegro la había afectado más que cualquiera de las bromas o apodos que le hubiera hecho.

—¿No lo diría para molestarte? —cuestiono D'Acanto en un intento por animarla—, digo, desde que se conocen siempre hace lo mismo, con esa clase de comentarios o hasta apodo, tal vez esta vez fue más lejos que antes, incluso puede ser que a quien estuviera abrazando se tratara de la propia mamá de James...la señora Potter tiene el pelo largo ¿no?

Al escuchar las palabras de su amiga su ánimo subió un poco, dándose cuenta que tenía razón, aunque había otra espinita que no la dejaba estar en paz.

—Sí, tienes razón...pero, es que últimamente James ha estado algo distante, sé que yo no he pasado mucho tiempo con él debido a que he viajado a Francia porque mi padre está enfermo—se notaba en su rostro que le dolía hablar de eso—...pero, James parece más alejado.

Amalie le acarició el hombro en un gesto de ánimo y cariño.

—Vamos, Itziar, James no es tan idiota como para engañarte—animo Amalie dedicando una sonrisa—, sabes que te adora con todo su corazón, no sería capaz de engañarte jamás, probablemente se trate de un error o de una muy mala broma de Regulus.

Itziar se sintió más tranquila ante las palabras de su amiga, logrando calmarse un poco, últimamente tenía muchas cosas juntas que aumentaban su ansiedad frustración, y lo que dijo Regulus no ayudó para nada, por el contrario, aumentó su nerviosismo.

Itziar, que ya no quería seguir pensando en lo mismo, decidió cambiar el tema de conversación con Amalie, prefiriendo centrarse en otra cosa que en su relación con James Potter.

—¿Cómo van las cosas en tu casa?

Cuestiono viendo a Lie suspirar y recargar su mejilla en la muñeca izquierda mientras la miraba con unos ojos llenos de cansancio y una mezcla de tristeza.

Las cosas en esa pequeña familia de tres no estaban muy bien después de la pelea entre los dos gemelos, Lyssandre y Maxence parecían estar de acuerdo en llevarle la contra Amalie, lo dos había tomado la misma actitud tachándola de mala y dándole una mirada que reflejaba toda la decepción, ninguno parecía siquiera querer escucharla.

—Max al parecer me odia y me ha aplicado la ley del hielo, quiere que me disculpe con ella —se mordió el interior de la mejilla—, Lyssandre no me dice nada, pero noto su actitud, se ha vuelto un poco cortante y siempre me ve con decepción, así que supongo que espera lo mismo que Maxence...parece que tanto Lyssandre como Maxence se volvieron tan unidos que hasta piensan lo mismo y ni siquiera escuchan mis razones.

Itziar la observó.

—Comprendo porque le dijiste esas cosas —Itziar estaba al tanto de toda la situación y había acompañado a Amalie en cada momento, incluso estuvo presente el día que le dijo todas esas palabras a la Black-Weasley menor—, probablemente si tuviera un hermano y algo así le hubiera pasado habría reaccionado igual o peor...pero...creo que ambas sabemos que ella no tuvo la culpa —trataba de hablar lento y con cuidado de no decir el nombre de Anired sabiendo que Amalie últimamente estallaba con poco, especialmente cuando decía ese nombre—...quizá te pasaste de la raya...no sé, igual y sería bueno que escucharas a tu padre y hermano e hicieras lo que te piden, puede que sea lo mejor.

Amalie no estaba segura de las palabras de la pelirroja, no negaría que cuando le dijo todo eso a la menor se sentía frustrada, desesperada y a punto de explotar, pero... aún creía que si su hermano no la hubiera conocido nada de eso habría terminado pasando.

Aparte que estaba completamente cansada de ver cómo era Maxence el que siempre buscaba a la azabache menor, como era él el que se arrastraba por solo una mirada de ella.

Maxence podría encontrar a alguien mejor, a alguien que nunca lo abandonará.

Itziar decidió no decir nada para ir a preparar algunas bebidas para las dos.

Las dos amigas pasaron un rato más en la cafetería, decidiendo no tocar los temas que las aquejan para centrarse en otras cosas y ponerse al corriente de lo que sucedía en sus vidas, ya que debido al trabajo y los horarios resultaba un poco complicado reunirse de manera constante para pasar el rato juntas tal y como lo hacía en Beauxbatons.

Al ver que faltaba poco para la diez de la mañana, Amalie se despidió de la pelirroja y salió de Azus tomando el camino que la llevaba al ministerio donde pronto comenzaría su jornada laboral.

Justo antes de entrar al viejo edificio distinguió una cabellera castaña y una sonrisa amigablemente conocida, así que sin dudar se acercó.

—Buenos días, Lie...

Lie le devolvió la sonrisa deteniéndose frente a la mujer.

—Buenos días, Inara...

En ese último año, la única persona que se había comportado como su amiga aparte de Itziar fue Inara Delilah, la poyo en su punto de quiebre y cuando creyó que no podría más, debido a que el departamento de la castaña también fue enviado a Australia para ayudar en la misión que tanto costó terminar.

—¿Cómo estás? ¿Cómo siguen las cosas en tu casa?

—Estoy bien—suspiro al escuchar la segunda pregunta—, exactamente igual, Lyssandre sigue pareciendo molesto, y Maxence me odia, continúa con la ley del hielo hasta que me disculpe.

Inara frunció el ceño al escuchar sus palabras para caminar con ella hacía el viejo edificio.

—Están tomando una actitud muy pesada ¿no crees? —Amalie asintió—, digo...se ponen en un plan súper feo sin importar lo que tu piense, aparte no dijiste mentiras, a lo que me contaste tuviste razón, Anired fue una completa egoísta al dejar a tu hermano, si ella lo hubiera apoyado cuando tanto la necesitaba, Maxence no habría terminado en coma.

Amalie se sentía por fin tranquila al escuchar que alguien la comprendía y no la juzgaba como todos los demás.

—Eso es lo que trato que comprendan, pero ellos no me escuchan...

—No es novedad —Inara le apretó el hombro en señal de comprensión—, todos parecen estar encandilados o hechizados por ella, nadie puede decirle que está mal en algo, porque la gente se pone de su lado, entiendo que es la hija de la ministra, pero...a veces se exceden, es como si fuera intocable, y si vieras luego el papel que toman sus hermanos—explicaba—, es horrible ver cómo incluso quien se supone que es tu papá y tu hermano se ponen de su lado solo por decirle sus verdades.

Amalie solo la escuchaba atentamente.

—Aun así, Amalie, no deberías de ceder cuando solo lo haces porque te preocupas por tu hermano, él es quien debe de darse cuenta de lo equivocado que estas al igual que tu padre, no es justo que tengas que disculparte por algo de lo que no tienes la culpa.

—Lo sé, me alegro que al menos tú si me escuches y comprendas.

—Por algo somos amigas ¿no?

—Lo sé, me alegro de tenerte.

—Estoy segura que con el tiempo ellos se darán cuenta de que tú siempre tuviste razón al tomar esa actitud, sin Anired nada de esto estaría sucediendo —entrelazo su brazo con el de la rubia—, tu padre debe de darse cuenta que tú eres su hija y no ella, creer en lo que dices y Maxence igual, espero que pronto abra los ojos y se dé cuenta de su error, porque te están haciendo a un lado por Anired, como si ella fuera parte de su familia, cuando no comparte ningún lazo sanguíneo con Lyssandre.

Amalie asintió y ambas entraron al elevador para decidir el piso al que irían mientras platicaban de diversas cosas y Amalie encontraba consuelo en las palabras de Inara Delilah, quien era la única que la apoyaba en todo lo que decía, escuchándola sin juzgar y brindándole un consejo cada que lo necesitaba.

El invierno era tan fuerte que la nevada no parecía detenerse, incluso el frío que se sentía dentro del ministerio era tan fuerte que diversos magos conjuraban hechizos de calefacción tratando de que la temperatura fuera tolerable para ellos.

Le gustaba el frío, en su ciudad natal el clima era semejante, pero sentía que en esos días el frío era mucho peor, porque a pesar de abrigarse bien el frío calaba sus huesos.

Apretó la taza de té, aun sin querer tomarlo, no le gustaba de ningún otro té que no fuera el chai con leche o crema, de ahí en fuera no disfrutaba de ningún otro, el sabor a hierbas no le agrada.

Con esos pensamientos se abotonó la gabardina negra que usaba sobre la ropa de vestir para salir de la oficina dejando la taza en el primer escritorio que se topó.

Sus zancadas eran largas y rápidas, trataba de ignorar el frío y saludaba a las personas que le resultaban conocidas, estar en el piso del departamento de Misterios no era muy bueno en esas épocas del año ya que la temperatura se sentía más baja de lo que por sí ya era.

No pudo evitar soltar un suspiro de alivio al entrar al elevador y seleccionar el segundo piso, conforme subía la temperatura también, hasta que le fue lo suficiente soportable para alzarse la manga izquierda de la gabardina, saco y camisa dejando a la vista el tatuaje mágico que le adornaba más de la mitad del brazo.

Sonrió al ver cómo se movía acercándose cada vez más al ministerio, muy a duras penas llegaría a tiempo a la oficina de Lyssandre para poder verla.

Estuvo toda la mañana al pendiente de su tatuaje, siguiendo todos los lados a donde se dirigen Moswen y Anired, primero estuvieron un gran rato en la casa Black-Weasley, después en Sortilegios Weasley gran parte de la mañana, poco tiempo paso en MagicDreams para dirigirse a un lugar llamado Elite, que se trataba de la agencia de modelaje del mundo muggle en la que trabajaba Anired, y finalmente dirigió su camino hacia el ministerio, al percatarse de eso dejo todo lo que estaba haciendo para emprender camino a la oficina de su padre, recordando las palabras de la azabache.

"Llevaré a Moswen al ministerio el día de mañana, pasare dejándola con el tío Jerome"

Así que era evidente a dónde se dirigía la menor.

Una vez que el elevador paró observó el tatuaje dándose cuenta que Anired acababa de entrar al ministerio, por lo que salió corriendo del elevador para ir a la oficina de su padre.

—¡Hola!

Saludo rápidamente a Daniel, el asistente de Lyssandre sin detenerse a más y sin siquiera tocar dentro.

—¿Qué?

preguntó Lyssandre al verlo entrar, sosteniendo una carpeta de documentos en la mano que estaba por archivar.

—¡Necesito que te vayas de aquí!

Pidió Maxence viendo a Lyssandre.

—¿Por qué me voy a ir de mi oficina?

Recalco la palabra "mi" para alzar la ceja viendo a su hijo sin comprenderlo.

Volvió a ver el tatuaje dándose cuenta que se estaban moviendo y entrando al elevador.

—No tengo tiempo de explicar, solo vete, necesito la oficina.

—No me puedes correr de mi propia oficina, Maxence, si quieres utilizar el baño, solo pasa, no me voy a ir solo porque te da pena que te escuche orinar —metió la carpeta de documentos en el archivero—, te he dicho que tienes que tomar más agua, no es mi culpa que tengas problemas en la vejiga o próstata.

Maxence soltó un gruñido ante el sermón de Lyssandre.

—¡Solo hice ruido esta vez en la mañana porque no me acomode bien para orinar, no tengo problemas en la vejiga o próstata!

Se defendió, Lyssandre se encogió de hombros y Maxence maldijo por lo bajo al escuchar la voz de Daniel saludando a alguien, al saber de quién se trataba no le quedó de otra que acercarse a Lyssandre y tomarlo por los hombros para empujarlo al baño.

—¡Max! —llamó Lyssandre sin poder detenerlo— ¿Qué demonios tienes?

—Solo diez minutos —pidió el rubio menor haciéndolo entrar al baño que se encontraba dentro de la oficina del mayor—, quédate ahí y no salgas por diez minutos.

—¡Necesito una explicación aho...!

Lyssandre no pudo terminar porque Max azoto la puerta al escuchar la puerta principal abrirse.

—Tío —la voz dulce y cantarina que utilizaba cada que visitaba a Lyssandre se hizo presente—...mira a quien traje...

El varón se dio la vuelta y Anired pudo darse cuenta que no se trataba de su amado tío, de espaldas pasaban por la misma persona.

—Tú no eres mi tío —acusó Anired— ¿Dónde está? Daniel me dijo que estaba aquí adentro.

Maxence la miró con una sonrisa en el rostro, tenía el cabello recogido en dos largas trenzas que eran casi cubiertas por un gorro de tela negra adornado con un pequeño escudo del Capitán América, bufanda negra, un largo abrigo del mismo color, botas altas y pantalón todo en color negro resaltando más lo pálida que era, y en brazos a un pequeño rubio que iba vestido exactamente igual de no ser porque usaba una pequeña chamarra negra en lugar del abrigo.

—Hola —saludó acercándose más y dándole una rápida mirada a la puerta esperando que Lyssandre no saliera —, tuvo que salir de emergencia...Hola, Gigi.

Hoda.

Saludo el niño reconociendo a Maxence, varias veces se lo había topado y pasado tiempo con él, pues eran primos y Louis solía visitar de manera seguida a Lyssandre y viceversa, causando que Maxence conviviera con el infante, incluso en más de una ocasión lo termino cuidando.

—Um, supongo que lo veré después —murmuró Anired más para sí misma —, entonces...aprovechando que estás aquí, te entregaré a Moswen.

La nombrada se encontraba parada en el hombro de Anired, viendo fijamente al rubio como si pudiera saber que estaba mintiendo sobre que Lyssandre no se encontraba en ese lugar.

Maxence miró a todos lados buscando con que más entretener a Anired o era evidente que se iría.

—¿Cómo estás?

Fue lo primero que se le ocurrió.

—Bien —respondió con simpleza para acomodarle el pequeño gorro a Gigi y quitarle unos cuantos copos de nieve—...bueno, no te quitó más el tiempo...

Maxence maldijo internamente al percatarse que Anired no parecía querer seguir su conversación.

—¿Vas a trabajar hoy?

—Eh...no...ya trabajé en la mañana, voy a cuidar a Gigi —respondió besando la mejilla del menor—, así que lo llevaré a pasear.

Niled...

Llamó el menor soltando una pequeña risa.

Maxence lo miró, Anired veía con un enorme amor al niño en sus brazos que parecía encantado de estar de esa manera, y por un instante la imagen de la azabache con la niña rubia de nombre Crystal paso por su mente, recordando cada parte de esa visión o sueño del futuro, lo real que se sintió y cómo sus sentimientos aún seguían a flor de piel.

No quería perder eso, deseaba que se volviera real, realmente quería estar al lado de Anired y formar una vida juntos.

Ansiaba que los ojos grises los volvieran a ver con cariño y escucharla decir lo mucho que le gustaba o que lo quería, sentirla abrazarlo o sus labios besarlo.

La extrañaba completamente y estaba asustado de perderla para siempre.

Sentir algo frío en el cuello lo hizo salir de sus pensamientos.

Dirigió la mirada a su propio hombro distinguiendo a la gecko que ya estaba con él.

Anired le acomodó el cabello a Gigi, quien se había quitado el gorro, para tomarlo en la mano pues ya lo había bajado.

—En ese caso, ya nos vamos —Anired miro a Moswen—, nos vemos, Moswen, me encanto que te quedaras conmigo —la pequeña gecko parecía entenderla pues la veía con ansias por estar más tiempo con ella—, gracias por dejar que se quedara conmigo —miro a Maxence—, me tengo que ir, me saludas al tío Jerome, le dices que pase a verlo.

Maxence no tenía idea de que más hacer para detenerla por un poco más tiempo, tampoco quería tener la conversación que se debían en un lugar en el que Lyssandre podría escuchar todo.

—No hay nada que agradecer, yo le diré —respondió con resignación—, nos vemos, Anired, Gigi.

Adiou.

Se despidió con un movimiento de mano, el menor siguiendo los pasos de su tía.

Anired le dedicó una última mirada para salir de ahí dejando solo al alemán que soltó un suspiro cansado, odiándose a si mismo por ponerse tan nervioso delante de ella.

Incluso ni siquiera las palabras o temas de conversación salían.

—¿En serio eres mi hijo?

La voz de Lyssandre lo hizo fruncir el ceño dándose cuenta que ya había salido del baño y que seguramente escuchó lo poco que habló con la azabache menor.

—Estoy seguro que yo nunca en la vida me he quedado sin palabras ante la mujer que me gusta, ya estoy dudando de que realmente sea tu padre, si sigues así nunca vas a poder hablar con Anired —hizo una pausa para dar dos zancadas más y agacharse a recoger una prenda negra que vio en el suelo—...debes de ser directo de una vez por todas, pudiste aprovechar este momento.

—No es tan fácil —murmuró Maxence viendo a la puerta por donde había salido la menor—...ella no quiere escucharme aún.

—Y si actúas como tonto nunca querrá escucharte —observo la prenda entre sus manos—, estoy entre la espada y la pared, de un lado comprendo a Anired y no quiero que vuelva a salir herida, de hecho debería de odiarte por todo lo que le dijiste —Maxence no tenía ninguna expresión en el rostro, sabiendo que Lyssandre tenía razón—, pero por el otro, eres mi hijo y no tolero verte sufrir de esta manera y dejar que la culpa te consuma —se acercó a Maxence—, debes de hablar con ella y arreglar las cosas, si no te quiere escuchar...¿Por qué no vuelves a conquistarla?—sonrió tratando de animarlo—. Una vez lo hiciste ¿no? en lugar de buscar recuperar las cosas como eran antes, quizá es un buen momento para tener un nuevo comienzo con Anired ¿no crees? Tanto tú como ella se extrañan, a mí no me engaña ninguno, es solo que los dos salieron heridos, si ya sanaron sus propias heridas es momento de que sanen las que se hicieron el uno al otro.

Maxence escuchó con atención el consejo de Lyssandre, dándose cuenta que tenía razón, tal vez en lugar de buscar recuperar lo que tenían, debían de tener un nuevo comienzo, ambos habían cambiado y madurado de distintas maneras.

—Tienes razón.

—Entonces ve —Lyssandre le extendió la prenda negra que había recogido del suelo—, con el frío que hace, no creo que sea bueno que Gigi esté sin gorro.

Maxence sostuvo la prenda para ver qué se trataba del gorro que utilizaba Gigi hace unos minutos, aquel que se había quitado.

Le sonrió a Lyssandre comprendiendo lo que debía de hacer para tomar el gorro y salir corriendo de ahí.

Odiaba no poder hacer apariciones en ese lugar gracias a los hechizos que reinaban en el ministerio.

Al salir del ministerio la nieve era más fuerte, pudo ver como el viejo edificio perdía su imagen de ministerio una vez que se alejaba de él dando la faceta de un lugar abandonado para que ningún muggle supiera que era lo que había en ese lugar.

—Ay, Gigi ¿en dónde dejaste tu gorro?

Cuestionó alzando al niño en brazos.

Apletaba muchito.

Murmuró el rubio menor abrazando a su tía.

—Pero, hace mucho frío, Gigi, te vas a enfermar, lo mejor será que volvamos a casa.

Gigi hizo un puchero frunciendo los pequeños labios resaltando más las rojas y regordetas mejillas.

Yo quelia paseal con Niled...iliamos al cine.

—Lo sé, podemos ir solo por otro gorro y de ahí al cine ¿qué te parece?

Gigi no parecía muy feliz con la idea, ya que cada que regresaban a la casa por una u otra cosa no volvían a salir.

Anired caminaba con su sobrino en brazos, comenzaba a cansarse ya que estaba pesado, pero aún no lo quería bajar porque gracias a la nieve siempre se quedaba atorado tras cada paso que daba, por lo que debía de cargarlo.

—Solo te abrigaré y después iremos a pasear, también te compraré lo que quieras —le decía Anired viendo cómo ocultaba la cara en su pecho—, te prometo que pasaremos mucho tiempo juntos.

Sabía lo mucho que le había afectado a Gigi el que se fuera a trabajar fueras, pues antes pasaban cada fin de semana juntos y si se podía lo veía en la semana, estaban muy apegados, el hecho de dejar a Gigi fue una de las cosas que más le dolió y a él también pues siempre lloraba diciendo el nombre de la azabache que tanto quería.

—Ya no me voy a ir, Gigi—murmuraba Anired besándole el cabello disfrutando del aroma a shampoo de bebé—, si no vamos hoy al cine, iremos mañana...tendremos mucho tiempo para pasear, jugar, incluso te llevare a la guardería e iré a recogerte ¿qué opinas? No quiero que llores, bebé.

Gigi solo se acercó a ella sin responder.

—¡Anired!

Escuchó como la llamaban así que se dio la vuelta para ver una mata de pelo rubio que se acercaba a gran velocidad, tuvo que evitar reírse al ver cómo casi se resbala con un poco de nieve.

—¿Por qué me seguiste?

Cuestionó la menor alzando la ceja.

Max sonrió al ver que se había detenido a esperar a que estuviera frente a ella.

—Gigi —dijo tomando una bocanada de aire helado—...dejo esto tirado —mostró el gorro en su mano—, pensé que lo necesitarían si es que van a pasear.

Gigi al escuchar la palabra pasear alzó la mirada para ver su gorro y no evitó sonreír.

Mads...Mads

Dijo extendiendo las manos hacia él para que lo cargara.

El rubio mayor sonrió dándole una pequeña mirada a Anired la que asintió dejando que lo cargara con facilidad.

—No debes de quitarte el gorro ahora que hace mucho frío —explicó Max sosteniéndolo con un brazo y con la mano libre colocando el gorro en su pequeña cabeza no sin antes quitar los pequeños copos de nieve que cayeron en el rubio cabello del niño—, si te lo pones podrás salir con Nired a donde quieran ir.

Gigi asintió sonriendo y quedándose quieto para que le colocara el gorro.

Niled —llamó a la azabache haciéndole una seña para que se acercara —...ya polemos paseal...

Se señaló así mismo para que viera que ya tenía el gorro cubriéndole la cabeza.

—Sí—le beso la mejilla cariñosamente—, ahora sí, ya podemos ir a pasear.

—¿Van a ir caminando?

Cuestiono Maxence dándose cuenta que la menor no traía coche.

—Hace rato hice una aparición para venir al ministerio por lo que no traje coche —explico viendo a Gigi que aún seguía siendo cargado por Maxence—, pensábamos tomar el metro para llegar al centro de Londres.

—¿No quieres tomar un taxi? Puedo conseguir uno para que no caminen hasta la estación.

Anired negó rápidamente, no se arriesgaría a subirse a un tres y mucho menos cuando llevaba a Gigi con ella.

—Estamos bien viajando en el metro ¿verdad, Gigi?

—¡Si, me gustan los tlenes!

Maxence sonrió al ver lo animado y emocionado que se encontraba por salir a pasear con Anired, aunque no lo negaría él estaría de la misma manera.

Quería ir con ellos, pero por el trabajo no podía simplemente irse y dejar todo botado, de hecho, ya se había desaparecido mucho tiempo de la oficina, así que tendría que inventar una excusa ante su jefe.

—Entonces...los acompañó a la estación.

—¿Y tu trabajo? ¿Te vas a ir, así como así?

—Estoy usando mis horas de comida —mintió, aunque podría decirle a Leiftan que se tomaría media hora de las dos de comida que le daban justo en ese momento—, así que los puedo acompañar a que tomen el metro.

Anired al ver como Gigi parecía feliz porque Maxence estuviera con ellos y lo cargará, terminó resignándose y asintiendo.

—Está bien, vamos.

Maxence sonrió y caminó a su lado, pasándole a ella lo más cerca de las casas y locales, y él quedándose al lado más cercano a la carretera.

—Iba a preguntar que cómo te va como modelo —Maxence fue el que inició la conversación—, pero te he visto en cientos de portadas, anuncios y más publicidad, así que supongo que te va muy bien... ¿Qué tal es trabajar de eso? nunca me dijiste que quisieras ser modelo...

Se mordió la lengua tras decir esas palabras, debían de comenzar de nuevo por lo que era mejor evitar sacar cosas del pasado.

—No lo había pensado antes, me gustaba posar para las fotos de Alex o también las que me sacaban cuando estaba con mis padres para el Profeta—habló viendo hacia enfrente—, cuando se dio la oportunidad decidí aceptarla, me gusta...me gusta posar para distintas sesiones de fotos, me gusta maquillarme, hacer anuncios, publicidad, poner distinta ropa, modelar en pasarelas...es como otra especie de mundo, otra especie de magia...me hace sentir viva cada que hago algo de modelaje, aparte que también puedo mezclar el ballet modelaje, así que me va bien eso.

Maxence podía notas que le gustaba su trabajo, se notaba en su expresión y cada palabra.

—Me alegra saber que lo disfrutas tanto.

Un silencio se volvió a formar entre ellos, pero para sorpresa del varón mayor ella fue quien lo rompió.

—Entonces... ¿rompe maldiciones? —cuestiono enarcando la ceja y viéndolo por unos segundos—...recuerdo que decías que no te interesaba ninguna rama de la magia... ¿Cómo fue que terminaste siendo rompe maldiciones?

—Después de terapia —Maxence sonrió—, tenía mucho tiempo libre, siempre fui bueno en maldiciones, defensa contra las artes oscuras, encantamientos e historia, eran de los temas que más me gustaban, creo que en Hogwarts varias veces lo dije...

—Me ayudaste en algunas ocasiones con las tareas de encantamientos o los temas de historia que no entendía.

Los labios de Anired se curvaron en una pequeña sonrisa nostálgica al recordar eso, y Maxence la imito.

—Sí, me gustaba hacerlo —confesó y antes de que todo se volviera incómodo decidió seguirle contando—, comencé a pasar más tiempo con Lyssandre y lo venía a ver a la oficina de manera seguida, encontré uno de los libros de maldiciones y como romperlas, ya me interesaba ese tema, pero cuando leí el libro quedé fascinado, así que quise hacer una especialización, al parecer no soy tan estúpido como creí, por lo que puede exentar varias materias...hice las pruebas para el puesto y bueno...heme aquí.

—Me alegro porque encontrarás algo que te gustara y que pudieras trabajar en ello.

Anired no negaría lo orgullosa que se sentía de él, más al recordar todas las veces que se quejaba por tener que estudiar o hacer tareas.

—¿Y tú? ¿Solo te dedicaste al modelaje?

La menor negó rápidamente.

—Hice una especialidad en artes oscuras y su defensa—hizo una pausa viendo que ya había llegado a la estación del metro—, y estoy por iniciar otra, aquí en Londres.

—Sigues haciendo un montón de cosas, tal como una Barbie.

Ambos recordaron esa broma, en la que ella era Barbie y él Max Steel.

—Sí, supongo que sí...ya llegamos.

Maxence asintió para bajar a Gigi el cual tomó de manera inmediata la mano de Anired.

—Vayan con cuidado —miró a Anired fijamente—, y no se te ocurra estar caminando a altas horas de la noche.

—Me gusta caminar—respondió sonriendo al ver como Gigi la abrazaba de las piernas, ella le acarició el cabello y lo abrazó con un brazo—, gracias por traernos hasta aquí.

—Gigi pesa, me sorprende que lo puedas cargar por tanto tiempo.

—Si no lo cargo se hunde en la nieve.

Maxence la miró y se acercó a ella.

Anired se estremeció al sentir sus dedos sobre su pómulo izquierdo.

—Tienes nieve en la cara —murmuró limpiándola con delicadeza—, listo.

—Nos tenemos que ir.

Maxence sonrió, el cálido aliento de Anired lo golpeó, de nuevo el aroma a dulces, pero ahora de menta lo inundó.

—Cuídate.

El corazón le latió desbocado, con tanta fuerza que estaba segura que golpeaba contra su caja torácica produciendo un ruido sordo que cualquiera podría escuchar, las mejillas de Anired se pusieron extremadamente rojas al sentir los suaves labios de Maxence.

Los cálidos labios del alemán hicieron una suave presión contra la fría mejilla de Anired que se quedó estática en su lugar para bajar rápidamente la cara viendo a Gigi.

—Nos vemos.

Fue lo último que dijo Anired para cargar a Gigi y comenzar a caminar lo más rápido que pudo.

—¡Adiou, Mads!

Gritó Gigi despidiéndose moviendo la mano, el más alto hizo lo mismo viéndolos alejarse y sonriendo al sentir como la esperanza volvía a él, quizá, no estaba todo perdido como él creía.

⚜⚜⚜

Su cuerpo se encontraba en un perfecto estado de inconsciencia, donde podía descansar plenamente sin que nada lo molestara.

Después de una ajetreada semana en donde tenía que seguir una apretada agenda al reunirse con más agentes del sector de figuras públicas, reuniones con fotógrafos, con patrocinadores entre más cosas, ese descanso le había caído como anillo al dedo.

Finalmente, un lunes en el que no había nada de trabajo más que descansar y pasar el rato con su familia.

¡Por Merlín, como extrañaba la vida de estudiante!

Ya no quería ser un adulto que tuviera que trabajar o tener responsabilidades más grandes que hacer la tarea.

Se dio la vuelta sobre su propio cuerpo en la enorme cama buscando la mejor postura que le gustara.

Vería en la tarde a su novio para salir a cenar, tanto a él como a Alexander finalmente les estaba yendo bien, buenos trabajos y podían demostrar su amor sin temor a ser criticados ya que la mayor parte del tiempo se encontraban trabajando en el mundo muggle.

Simplemente perfecto.

De no ser por las agendas tan apretadas de ambos varones pasarían más tiempo juntos.

Soltó un gruñido al escuchar el sonido de su celular, así que tomó una almohada cubriéndose la cabeza y oídos con ella en un intento de ignorarlo.

Soltó un suspiro de alivio cuando dejó de sonar, sintiendo nuevamente el sueño más pesado, poco a poco volvía a perder la conciencia para sumergirse en el mundo de los sueños.

Finalmente lo logro, estaba tan cansado que no pudo soñar, todo fue negro dejando que su cuerpo recuperara toda la energía perdida en esos días.

Todo iba tan perfecto hasta que los golpes en la puerta causaron que otro gruñido de molestia escapara de sus labios.

—¡Zed!

Lo llamaban, pero no quería despertarse, deseaba seguir durmiendo, aunque fuera una hora más.

Pero, al parecer las cosas no serían de esa manera.

Refunfuñando se sentó en la cama bostezando, estirando los brazos y parpadeando para tratar de enfocar la mirada.

La puerta se abrió dejando ver una mata de cabello pelirrojo.

—Zed, despierta.

—¿Qu-qué quieres, papá?

Murmuró el rubio menor frunciendo los labios.

—Mary Jenell y Dorothea te han estado marcando, como no contestabas llamaron a la casa, dicen que es urgente.

Zed abrió los ojos de golpe mirándolo con extrañeza al escuchar ese nombre.

—¿Algo le pasó a Nired?

Cuestionó angustiado, pero al ver que su padre no parecía preocupado descarto esa opción.

—Eso les pregunté, pero dijeron que no, que contestaras rápido, que era urgente.

—Está bien, ahora les marcó, gracias.

George asintió para ir a la puerta y verlo por unos segundos.

—Ya vamos a comer, así que después de tu llamada ya baja.

—Sí, ya voy.

Zed salió de la cama para tomar su celular que estaba en la mesa de noche junto a su cama, lo desbloqueo de inmediato viendo la enorme cantidad de llamadas perdidas.

Marco de inmediato llamó a Dorothea Sufjan temiendo que se trataran de malas noticias.

—¡Por Merlín, hombre, hasta que me contestas! —fue lo primero que dijo la directora de MagicDream—, tampoco he podido hablar con Anired.

—¿Qué sucede? ¿Por qué tanta urgencia?

Indago sin comprender que pasaba.

—¿No has entrado a redes sociales o visto la última nota de la BBC News?

Zed extrañado negó como si pudiera verlo, después se dio cuenta de que no lo veía y decidió hablar

—: Estaba durmiendo, no he visto ninguna noticia.

Entra de inmediato a cualquier red social.

Alarmado por la actitud de la mayor tomó la Tablet que se encontraba en su escritorio y entró a la primera red social quedándose helado al ver la mayoría de noticias y publicaciones.

—¿Qué mierda es esto?

—¡Eso es lo que quiero saber, Zed! —gruñó la mujer—, trate de contactarme con Anired, pero no me contesta, sé que luego apaga el celular, y con esa nota sabes que no tardando los patrocinadores y el director de Elite va a buscarla y a ti también como su representante para que aclaren todo eso, necesito que hables de inmediato con ella.

—Sí, sí ahorita voy a verla, te cuelgo, bye.

Se despidió de inmediato terminando la llamada para volver a ver las publicaciones en las que se repetía una y otra vez la misma nota incluso había fotografías.

Tuvo que soltar un quejido, él como representante de Anired debería de dar una explicación a los patrocinadores y demás directivos de las agencias de modelaje.

El solo pensar en eso hizo su cabeza doler, trato de marcarle a su prima, pero la mandó directo a buzón así que no tendría de otra que ir a su casa.

Pero, con el nivel de noticia y que hasta hubiera salido en el BBC News probablemente ya supiera al igual que toda su familia.

Sin duda, no iba a descansar ese día ni en los días siguientes.

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¡Hola!

¿Qué les ha parecido el capítulo?

¿Creen que George Sirius por fin deje todo?

¿Qué pasará con Amalie?

¿Cómo creen que está avanzando la relación de Max y Anired? ¿Pronto habrá reconciliación?

¿Cuál creen que sea el escándalo en el que Anired está implicada? ¿Será muy grave?

Espero lo hayan disfrutado, tanto como yo escribirlo.

En otras noticias, no sé si recuerden que iba a escribir un fanfic del mundo de Merlina, iba a ser con Xavier Thorpe, pero en vista de su cancelación había decidido dejar de escribirlo, sin embargo, me estaba gustando mucho por lo que había pensado en usar a otro actor ¿Qué opinan? ¿Lo leerían?

Bueno, nos leemos en unos días♥

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