Catorce.
Jerome entro con elegancia a la sala contigua del comedor, se sentía un poco abrumado después de la selección de los tres campeones, y demasiado preocupado por su ahijado, sabía que era muy buen mago, sin embargo, las pruebas que él mismo evaluó eran peligrosas y cualquier error podría llevar a cualquiera de esos tres adolescentes a la muerte en cuestión de segundos, quizá tenían medidas de seguridad, pero a veces el destino les jugaba en contra.
Soltó un suspiro al ver lo orgulloso y feliz que parecía Asen Lyubomir en compañía de Deyan Granger-Krum, no tenía nada en contra del menor, pero algo dentro de él lo hacía sentir cierta molestica con su presencia, culpaba a la sobreprotección que tenía con Anired, ya que para él seguía siendo aquella bebé que cargo el día que nació y prometió cuidar.
Su mirada capto a Regulus John, en esos momentos quería golpearlo por ser tan imprudente, le dijeron miles de veces que no colocara el nombre en el cáliz, pero era un maldito necio y desobediente, no se imaginaba como se pondría el matrimonio Black-Weasley cuando se enterara, y lo peor que seguramente él les daría la noticia.
—Maldito idiota.
Murmuro Delacour dándole un golpe en la nuca al azabache.
—¿Qué? ¡Eso dolió! —se quejó sobándose la parte lesionada —... ¿Qué demonios tienes? Ni que hubiera interrumpido una de tus cogidas.
Gruño Regulus en voz baja y lanzándole una mala mirada.
—Todo mundo te dijo que no pusieras tu maldito nombre en el cáliz, pero, no, siempre el gran Regulus John tiene que demostrar que es un maldito osado y que nada lo detiene... ¿tan siquiera de pusiste a pensar en cómo se lo tomara tu madre y padre? ¡Sabes lo que paso en el torneo que presencio Fred, murió alguien!
Regulus no pudo responder ya que McGonagall interrumpió con un carraspeo de garganta.
—¿Pasa algo, Señor Delacour?
Jerome giro el rostro sonriendo falsamente.
—No, lo siento si interrumpí algo importante.
Paso a lado de la directora acercándose a Emmett que explicaba las reglas del torneo y de la primera prueba. Fue hacia la zona iluminada por el fuego de donde podía ver a todos los presentes, sus ojos vagaban en los diversos rostros, algunos conocidos como el de McGonagall y el profesor Flitwick, Madame Dubois le lanzo una sonrisa descarada, recordaba que esa mujer había tratado de seducirlo para obtener información de las pruebas, pero, al menos no cayó en la tentación.
—La primera prueba está pensada para medir su coraje—Explico el pelirrojo con voz seria—, así que no les vamos a decir en qué consiste. El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante...
Los ojos de Jerome se detuvieron sobre la única mujer que fue seleccionada, una rubia de facciones delicadas, le resultaba demasiado femenina y no logro explicarse la calidez que albergo su pecho, no era algo como lo que sentía con las otras mujeres, pudo notar que parecía ser delgada, no estaba seguro que fuera bueno que ella estuviera seleccionada en un torneo como aquel ya que eran como una sentencia de suicidio, quería pedirle que se retirara, la sensación de querer protegerle se hizo muy grande.
—La primera prueba se llevará a cabo el dieciocho de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal—continuo Pemberton continuaba hablado, pero Jerome no ponía atención en ninguna de sus palabras porque no podía apartar la mirada de D'Acanto—. A los campeones no les está permitido solicitar ni aceptar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo. Harán frente al primero de los retos armados sólo con su varita. Cuando la primera prueba haya dado fin, recibirán información sobre la segunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.
Amalie al parecer noto que la veían fijamente ya que alzo la mirada, en ese momento ambas miradas azules se conectaron, Jerome tuvo que parpadear varias veces al sentir una conexión tan abrumadora que incluso causo que se le nublara la vista sintiéndose mareado.
—¿Estas bien? —al parecer Emmett termino de hablar ya que Regulus se acercó de inmediato—, estas muy pálido, pareces apunto de desmayarte.
—¿Quién es ella?
Fue lo único que atino a preguntar, el azabache giro topándose con la rubia que platicaba con madame Dubois.
—Mmh... no la conozco mucho, entra a la clase de pociones que yo tomo —recordó verla algunas veces en los pasillos y saludarla, pero nunca tuvieron una conversación como tal —, se llama Amalie —el corazón del rubio mayo latió con fuerza al escuchar el nombre, lo mencionaron en la selección pero estaba más atento en que su ahijado no fuera elegido que en los demás —...Amalie D'Acanto, parece ser amable y a varios les gusta, no sé, es extraño, tiene algo que nos hace voltear a verla, es más hermosa que la mayoría.
Volvió a mirar a la chica, y asintió, era una adolescente guapa, pero no tenía una belleza normal, era tan llamativa que... lo hizo recordar a Lyssane, ella tenía el mismo efecto debido a sus encantos de veela.
—¿Tío? —llamó el menor al notar lo distraído que se encontraba incluso noto como veía a Amalie —...no...no —exclamo dándose una idea de lo que pasaba—...por favor, no...tío, ha de tener mi edad es demasiado joven aun para ti.
Los colores rojizos recorrieron las mejillas de Jerome entendiendo lo que quería decir, se sobo el puente de la nariz tratando de controlar sus ganas de estrellar esa cabeza azabache contra la pared.
—Regulus... ¿Por quién me tomas? —hablo entre dientes—, es una niña, no me metería con alguien de edad...Por Merlín, tu cabeza está muy dañada.
—Es que...me preguntas por ella y la estás viendo—alzo las manos en señal de rendición— ¿Qué esperas que piense?
—Solo...creo que la conozco —se encogió de hombros—, no estoy seguro.
—¿Por qué no le hablas?
Enarco la ceja con curiosidad, Jerome puso los ojos en blanco y vio a la directora.
—Mira, te habla tu directora, corre.
—Nos vemos, tío.
Se despidieron para que el azabache se alejara, Jerome movió la cabeza tronándose el cuello liberando un poco de tensión para salir de esa pequeña sala, el gran comedor se hallaba completamente vacío seguramente todos habrían vuelto a sus habitaciones.
Tenía la opción de quedarse en Hogwarts ahora que iniciaba el torneo, pero tenía otros planes en mente.
Las coincidencias del nombre de esa chica y de la niña de su sueño era demasiado grande, hasta los ojos azules con tonalidades verdes eran más que parecidas, pero no podía llegar de la nada y decirle:
"Hola, mira, fíjate que creo que soñé contigo ¿de casualidad no tienes un hermano que se parezca mucho a ti? Es que creo que están en peligro o compartimos algún lazo"
Chasque la lengua al darse cuenta lo estúpido que sonaba eso en su cabeza, tendría que encontrar otra forma de acercarse a ella, por el momento le pediría a Anirak que investigara sobre ella y él trataría de buscar alguna información en los documentos a los que tenía acceso.
Iba a cerrar la puerta del castillo una vez que estuvo afuera, cuando escucho unos pasos acercarse así que la sostuvo para dejar que la persona tras él.
—Gracias.
Una voz suave y femenina, con un gran acento marcado le llamo la atención así que bajo la mirada para toparse con aquella rubia sobre la que estaba pensando.
—De nada...señorita D'Acanto.
Hablo de manera formal, ya que no quería que alguien mal interpretara las cosas, sabía que tenía una gran fama de mujeriego y lo que menos quería es que la gente pensara que trataba de seducir a una adolescente.
—¿Es el director del departamento de seguridad mágica?
Él asintió devolviéndole la pequeña sonrisa.
—Sí, soy Lyssandre Delacour.
—Amalie D'Acanto —le extendió la mano—, un gusto.
El estrecho su mano, al parecer ella también sintió esa extraña sensación de comodidad pues sonrió de manera más natural, a los pocos segundos se soltaron.
—El gusto es mío, felicidades por ser la campeona de su colegio, le deseo las mejor de las suertes.
No mentía, sin embargo, al verla más de cerca su preocupación aumento, parecía una adolescente demasiado delicada y frágil, que provocaba que su instinto de protección creciera.
—Muchas gracias... ¿Ya se va? —Amalie abrazo su propio cuerpo brindándose un poco de calor ya que el frio viento la hacía temblar con suavidad —, el señor Pemberton se quedará todo el torneo en Hogwarts, crei que todos los organizadores se quedarían.
Jerome negó caminando a su lado.
—Teníamos la opción de quedarnos —le resultaba agradable que ella quisiera seguir conversando—, pero tengo cosas que hacer en la oficina, así que me resulta más cómodo viajar.
—Sí, me imagino que su trabajo debe de ser pesado.
—¿Se siente lista para las pruebas del torneo?
Ambos se detuvieron frente a la vieja y degastada reja, a unos cuantos metros de ahí se encontraba el carruaje de Beauxbatons.
—Si... bueno, me provoca un poco de nerviosismo no saber a qué me enfrento, pero espero lograr pasarlas, desde que me enteré del torneo supe que debía de poner mi nombre en el cáliz.
—¿No le resulta que es demasiado peligroso? Podría morir.
Amalie pareció pensar su respuesta por unos cuantos segundos, Jerome pudo percatarse que juntaba las cejas, un gesto característico de Louis-Philippe cada que pensaba, agito la cabeza, pero mientras más la observaba el parecido le resultaba mayor entre la rubia frente a él, sus hermanos y él mismo.
—Pero... ¿Qué sería de nosotros sin la adrenalina del peligro? —Jerome sonrió ante la respuesta —, la vida sería aburrida si no nos arriesgamos, y de una u otra manera podemos morir.
—Tiene razón, entonces, solo me queda apoyarla desde la tribuna—la nostalgia recorrió al Delacour al distinguir el escudo en el uniforme de Amalie, un uniforme que él uso muchos años atrás —...es hora de que me retire, que pase buena noche señorita D'Acanto.
—Amalie—él alzo las cejas con curiosidad —...por favor, llámeme Amalie.
—En ese caso, llámame Lyssandre—ella asintió—, hasta luego, Amalie.
—Que descanses, Lyssandre.
Jerome salió del colegio despidiéndose con un movimiento de mano y desaparecer detrás de un fuerte "¡Crack!", sin poder eliminar esa extraña sensación, como si acabara de conocer a alguien que siempre necesito en su vida.
[...]
El bosque parecía inmensamente profundo y oscuro, escuchaba como la llamaban una y otra vez, pero sabía que si hacía caso terminaría muerta.
Corría lo más rápido que las piernas le permitían, estás ya dolían y ardían, lo único que deseaba era llegar al final, a esas alturas se arrepentía de haber sido seleccionada, pensó que no estaría a punto de morir por una tonta prueba.
Alcanzó a ver a un hombre a lo lejos así que trato de ir hacia él cuando algo la detuvo sujetándola del tobillo con fuerza, trato de librarse con un poco de magia, pero fue imposible, utilizo un hechizo más fuerte, pero fue en vano.
Movió la boca sin lograr emitir un sonido, no podía gritar ni pedir ayuda.
El chico logro girar para verla y al reconocerla corrió hacia ella, su centelleante cabello se movía gracias al viento, justo cuando estaba a unos cuantos centímetros, una extraña bestia con un hocico enorme salto sobre él mordiéndole el cuello.
Amalie por fin pudo escuchar sus desgarradores gritos, trataba de librarse y acercarse a ayudarlo, justo cuando pudo correr algo le golpeo en la cabeza volviendo todo completamente negro
Su respiración estaba agitada y finas gotas de sudor le humedecían el cuerpo causando que el pijama se le pegara a la piel, parpadeo varias veces para notar que seguía en la habitación dentro del carruaje.
—Maldita sea.
Murmuró tallándose los ojos, la pesadilla fue agobiante, pero había algo más que le asustaba, era raro que soñaba, cuando lo hacía siempre salía ese chico pelirrojo que nunca lograba verle el rostro, solo reconocía su perfil y los ojos grises que se asemejaban a una profunda tormenta a punto de desatarse.
Con pesadez salió de la cama, observo a su amiga pelirroja que dormía plácidamente, después de la pequeña celebración que tuvo con los demás miembros de Beauxbatons terminaron rendida.
Tomo el reloj de mano que estaba sobre el pequeño mueble en medio de las dos camas notando que eran las cinco y media de la mañana, sabía que no podría volver a dormir así que fue al closet de donde saco una vieja caja de metal junto con un abrigo grueso y la bufanda para cubrirse del frio de Escocia, soltó la trenza mal hecha con la que se sostenía el cabello y lo peino con las manos.
Con varita en mano abandono la habitación haciendo el menor ruido posible para que nadie la descubriera, aunque podría excusarse con que cumplía sus obligaciones de prefecta vigilando que ningún otro alumno se encontrara fuera de la cama.
La rubia salió del carruaje acomodando la bufanda que cubría su fino cuello al sentir la brisa de la madrugada, el clima en Escocia a esas horas era demasiado frío, incluso provocaba que sus huesos dolieran.
Sacó la varita para conjurar un lumos de manera no verbal, la tenue luz le iluminaba el camino de los grandes jardines Hogwarts, era un lugar hermoso no lo negaría, pero extrañaba el palacio de Beauxbatons.
Caminaba con cuidado de no caerse, después de aquella pesadilla no lograría volver a dormir, y quizá un paseo la ayudaría a relajarse.
A veces no entendía el fin de esos sueños que la atormentaban, no conocía a nadie como aquel hombre que vio, si era una predicción del futuro no podría advertirle nunca, a parte que a quien se lo dijera la tomaría por loca, siempre era así, desde niña tenía pequeñas visiones que le mostraban algo que pasaría, varias veces las conto e incluso eso causo que terminara en un hospital psiquiátrico.
Se detuvo frente a un frondoso árbol, le extraño ver una camisa y sudadera verde donde estaba descansando un gato de pelo rojizo, pero tal vez sería alguna mascota de un estudiante que solo venía a pasar el rato lejos de los humanos. Sin importarle más se sentó a lado, dejando la pequeña caja de metal frente a ella, la abrió y saco un mazo de cartas de tarot, aprendió a leerlo gracias a su abuelo que tenía sangre de gitano, él era el único que creía en sus visiones y en que no estaba loca.
No sabía si podía hacer una tirada solo con la imagen de alguien, pero lo intentaría, se concentró en ese hombre que apareció su sueño, desde el color de cabello, complexión y cada facción, cerró los ojos por un segundo pasando las manos con suavidad sobre las cartas para abrirlo dejando ver un brillo en los ojos azules eléctricos que tanto la caracterizaba.
Tomo cada carta, eligiendo la tirada más fácil que era la de cinco cartas: dos para el pasado, una para la situación actual y lo que ocurrirá prontamente y dos para el pasado cercano.
—Veamos...
Murmuró acercando sus delgados dedos para tomar la primera carta, pero el maullar del gato y unos pasos rápidos la hicieron perder la concentración.
Alzó la mirada y tragó saliva al ver al chico que se acercaba a gran velocidad, un cuerpo tonificado que era recorrido por finas gotas de sudor, tanto el abdomen como el torso eran tonificados y salpicados por diversas pecas y lunares, se detuvo en el rostro cada facción era marcada y varonil, podría compararlo con las estatuas de mármol de Miguel Ángel que varias veces llegó a ver en el museo, un cabello del color del fuego de una fogata en medio del bosque y ni decir de los ojos, estaba acostumbrado a los colores verdes y azules, pero los de él eran tan distintos y misteriosos al mismo tiempo: un color gris brillante pero al mismo tiempo profundos como si pudiera ver sus más oscuros secretos con solo un vistazo...
Y que ahora, en esos momentos la veían fijamente con curiosidad.
—Hola — la voz del pelirrojo frente a ella era ronca y agradable, pequeños jadeos salían de sus labios al tratar de recuperar la respiración, al parecer estaba corriendo.
Amalie no entendía cómo podía estar haciendo ejercicio a las cinco de la mañana y lo peor, no llevaba camisa, pero el frío no parecía importarle.
—Hola...
La sonrisa coqueta que siempre caracterizaba a la rubia se hizo presente, llevo las manos a las cartas para recogerlas antes de que él la viera.
—Eres la competidora de Beauxbatons ¿No? La chica D'Acanto...
Él más alto se acercó un poco más al ver cómo unas cartas resbalaban de las blancas manos de su dueña, y ella no parecía percatarse.
—Si...prefiero que me llamen Amalie —comento metiendo el tarot dentro de la caja, tomó el mazo que dejó a un lado para colocarlo con las demás—...te pareces al competidor de Hogwarts, pero el color de pelo es distinto.
Recordaba que el otro chico tenía el cabello tan negro como la noche, pero sus ojos reflejaban un brillo distinto, mucho más expresivos y demasiado fácil de leer, una sonrisa ladina surco el rostro del ojigris.
—Sí, mi mellizo es el competidor de Hogwarts; Regulus —explico deteniéndose frente a ella—, mi nombre es George Sirius —le extendió las cartas entre sus dedos índice y medio—...creo que se te cayó esto...
—Gracias —ninguno de los dos podía dejar de ver a los ojos del contrario, era como si fueran dos imanes atrayéndose, al tomar las cartas las puntas de ambos se tocaron sintiendo una extraña chispa que no pasó desapercibida para ningún—... ¿no es demasiado temprano para hacer ejercicio?
—¿No es demasiado temprano para leer el tarot?
Amalie lo vio con sorpresa, estaba segura que ningún mago conocía muy bien esa magia gitana, o bueno, más bien pensaba que era como en Beauxbatons que no llevaban adivinación por ser considerado algo confuso e inexacto.
Desvió la vista para ver las cartas que le extendió el pelirrojo y vio que eran:
La muerte y diez de espadas.
George Sirius tenía en su tirada una muerte clara y cercana, y Amalie no sabía si era de su pasado o de su futuro.
—¿Estas bien? —el Black-Weasley se extrañó al notarla tan callada—, es como si acabaras de ver un muerto.
—¿Qué? No...lo siento, me distraje.
Metió las cartas en la caja, alzo la mirada nuevamente y abrió los labios con sorpresa al ver el perfil de George Sirius, lo conocía más que bien...era él, el que salía en todos sus sueños desde hace tiempo.
George se hizo el cabello hacia atrás para que no se le pegara en la frente y volvió la mirada a la chica, descubrió que le gustaba verla, tenía una belleza clásica angelical, como la de una protagonista de una novela romántica, facciones dulces y un cabello largo y liso con ondas apenas notables que podía notar gracias a la tenue luz, el rubio de su cabello se asemejaba a un oro suave y pálido, George sentía curiosidad por tocarlo ya que parecía tener una textura sedosa y suaves.
—No eres francesa —afirmo sin reconocer el acento y se alejó para tomar la playera y abrigo, el gato pelirrojo ronroneo a ver a su dueño tan cerca — ¿De dónde eres?
—De Alemania —su mirada vagaba en los músculos del más alto que se contraían cada que movía los brazos mientras se secaba el sudor con la playera —...mm—Amalie quería decirle que soñó con él, pero si lo soltaba de la nada George lo podría tomar a mal, así que decidió ir por otra rama: el día que detuvo la bludger —... ¿tú...fuiste él que detuvo la bludger?
George se colocó la sudadera y volvió a pararse frente a ella, se colocó en cuclillas para verla y escucharla mejor.
—Si...eres la rubia que casi golpean en la cara.
—La pude haber desviado con un hechizo.
Frunció los labios en un gesto que al mayor le resulto gracioso.
—Me imagino que sí, me alegro de ver que te encuentras bien.
—Gracias por evitar que me golpeara en la cara —hizo una pausa y agrego con gracia—, salvaste al mundo de perder una belleza como esta.
Se señaló la cara y él no pudo evitar soltar una pequeña risa.
—Me alegro de ser el salvado de una belleza como la tuya, me siento honrado.
Hablo de manera tan seria que Amalie no evito reír.
—¿Qué haces vagando a esta hora? Pensé que los de Beauxbatons eran más tranquilos y no les gustaba la aventura.
Ella negó.
—En que mal concepto no tienes, rothaarige.
(Pelirrojo)
George arqueo las cejas con curiosidad al no comprender la última palabra.
—¿«Rothaarige»? —trato de pronunciarlo, pero al no saber hablar alemán lo hizo mal, ganando un gesto de desaprobación de Lie—, lo siento, no sé nada de alemán... ¿Qué significa eso? ¿Ya tan pronto nos estamos insultando?
—¿Me vas a decir que eres sensible y no te gustan las malas palabras?
El arrugo la nariz y sonrió de manera con un aire de coquetería.
—Me gustan las palabras sucias...pero, ya sabes...en lugares más privados.
Le lanzo un guiño, Amalie puso los ojos en blanco si dejar de sonreír, George Sirius tenía una sonrisa demasiado contagiosa.
—¿Ah, ¿sí? ¿En cuáles?
—En la cama.
—¿Me estas coqueteando, rothaarige?
El paso la lengua sobre su labio superior y agrego
—: Depende ¿Está funcionando?
—Definitivamente...eres pésimo en eso.
George se encogió de hombros y asintió.
—Me lo han dicho algunas veces... entonces me dirás ¿qué clase de insulto en alemán me dijiste?
—No es ningún insulto —no estaba segura de cómo se decía esa palabra en inglés, por más que la buscaba en su memoria no la recordaba —...me quiero referir a tu...cabello.
—¿Ah? —George se llevó la mano al cabello y entendió —...es rojo... ¿me quieres decir pelirrojo?
—Si...eso «pelirgojo».
George se volvió a reír.
—Se escucha gracioso—la vio fijamente —...a ver, di mi nombre.
—No...te vas a burlar.
Lo miro acusadoramente.
—Anda, dilo, quiero escuchar como lo dice una alemana.
—Si te ríes, te golpeare —advirtió—... «Georrgre» —la lengua se le trabo en la última silaba y volvió a intentarlo —«Geogre»
El pelirrojo solo se reía silenciosamente.
—Si se te dificulta tanto, me puedes llamar "Mi amor"
Ella lo empujo con suavidad del hombro, y como no tenía buen equilibrio, él termino de bruces en el suelo.
—Lo siento.
—Bueno, si no querías decirme mi amor solo debiste decirlo.
Se acomodó para quedar sentado en el suelo.
—Eres tonto.
—Y guapo también.
—Más tonto que guapo, déjame y te digo.
—Lo pongo en duda.
Amalie se hizo el cabello hacia atrás, y George no pudo evitar verla, realmente era hermosa y había algo en él que no podía dejar de observarla.
—Eres divertida.
Amalie lo vio con sorpresa, estaba acostumbrada a cumplido sobre su físico, pero nunca nadie le decía lo divertida si era divertida.
—Y tú tonto.
—Entonces...gran competidora ¿Qué se siente ser tan popular? Todo Hogwarts está hablando de ti—Amalie enarco la ceja—...bueno de los otros dos idiotas también, pero no importa.
—No sé...no pensé que hablaran de mí, supongo que ¿bien? Aunque me imagino que los de tu escuela está deseando que me descalifiquen en la primera prueba.
—No te lo negare, tienen la esperanza de que tú o Granger-Krum deserten—soltó un pequeño bostezo de cansancio—, ya sabes, mientras menos rivales haya, más fácil sería que Regulus gane.
—Tú hermano fue escogido... ¿Pusiste tu nombre en el cáliz—George negó— ¿Por qué?
—No me interesaba participar en el torneo—decidió no contarle nada de lo que sabía para no asustarla, quizá lo haría más adelante, aunque no sería raro si supiera lo que paso en el torneo del noventa y cuatro—, no está en mis objetivos ganar la gloria eterna, mucho trabajo, estoy bien así.
—¿Estas preocupado por tu hermano?
—Es buen mago —Amalie observo como el rostro del pelirrojo era oscurecido por una expresión de confusión mezclada con miedo—...solo que...no sé, temo por él, algunas veces es demasiado impulsivo y si no hay nadie que lo frene se mete en problemas por actuar sin pensar —soltó un suspiro—, no me agrada la idea de que participe.
—Supongo que te entiendo, a mí tampoco me hubiera gustado que mi hermano participara.
—¿Tienes hermanos?
—Uno, gemelo...de hecho esta en el carruaje, probablemente durmiendo o despierto diciendo cuanto odia vivir...y ¿tú? ¿Tienes más hermano aparte de Regulus?
George asintió mientras arrancaba un poco de pasto que estaba bajo su mano.
—Dos más; uno mayor que yo, de hecho, es profesor de vuelo en Hogwarts —un poco de vaho salió de su boca mientras hablaba—, y una dos años menor, va en la misma que yo: Slytherin.
—La casa de las serpientes ambiciosas ¿no? he escuchado algunas historias sobre las casas de Hogwarts.
—Déjame adivinar sobre Slytherin—hizo una pausa para causar más misterio—...que Voldemort perteneció a esa casa y todos los magos oscuros estudian ahí ¿no?
—También que la mayoría son traidores y solo se preocupan por sí mismos, la gran mayoría de mortifagos estuvieron ahí.
—Uy...sabes más de lo que crei, creo que lo de los mortifagos y evidentemente lo de Voldemort es cierto...pero, no somos traidores —negó para dar más seriedad al asunto—, tampoco todos somos magos oscuros, solo son ideas arcaicas que tienen los mayores y las pasan de generación en generación.
—También que...solo los sangre pura son seleccionados en esa casa.
—Puede ser, bueno, también algunos mestizos, pero en su mayoría somos sangre pura.
—¿Eres hijo de ambos padres magos?
—Si...aunque eso no es lo que me hace sangre pura—explico, Amalie lo veía con atención—, mis dos padres provienen de familias que siempre había sido puras, o sea, no había ningún hijo de muggle o mestizo en la familia...bueno, en la de mi papá, algunos de sus hermanos se casaron con mestizos o hijos de muggles, así que solo por la línea de él sigue la sangre pura, por parte de mamá no hay nadie que no sea puro.
—Suena complicado todo eso de las sangres, entiendo poco o nada....
—¿Ninguno de tus padres son magos?
Amalie negó para hablar
—: Ambos eran muggles, mi padre falleció hace tiempo, así que solo conocemos a mamá y por lo que ella nos contó no tenemos ningún familiar mago o bruja.
—Siento lo de tu padre.
—No te preocupes, no lo conocí.
—¿Entonces...vives en el mundo muggle?
—Sí, solo estoy en el mundo mágico en temporada escolar.
Los ojos de George Sirius se iluminaron al escuchar eso.
—Entonces, Amalie, sabrás mucho de mí, porque hay varias cosas del mundo muggle que no entiendo y tú me vas a explicar.
—¿Es una amenaza?
Alzo las cejar, y una sonrisa ladina surco el rostro del pelirrojo.
—Yo no amenazo, Amalie, solo advierto lo que voy a hacer.
Amalie trago saliva ante sus palabras sin entender porque de repente comenzó a sentirse extremadamente nerviosa bajo la gris mirada que se encontraba fijamente sobre ella.
—Espero que hables enserio.
Lie se puso de pie y observo el reloj en su muñeca, pasaban de seis y media, sin darse cuenta estuvo más de una hora platicando con el pelirrojo.
—¿Ya es hora de que vuelvas?
George Sirius se puso de pie, y pudo notar la diferencia de alturas, le llevaba aproximadamente una cabeza.
—Sí, mi clase inicia a las ocho y tengo que alistarme.
—Te acompaño al carruaje.
Ofreció el Black-Weasley, su gato; Feorge, al notar que su amo se alejaba fue corriendo tras él.
George Sirius acompaño a la rubia hasta el carruaje azul, todo se notaba demasiado callado ya que la gran mayoría se encontraba aun durmiendo, Amalie se distrajo unos segundos con Feorge que maullaba paseándose entre sus piernas, momento que el pelirrojo aprovecho para volverla a ver.
Lo único que pasaba en la cabeza del George era lo hermosa que le resultaba Amalie, con la mejilla rojizas por el frio, tenía algo que lo atraía y no quería apartar la mirada hasta que ella lo noto.
—¿Pasa algo?
—¿Eh? No...no pasa nada —sonrió nerviosamente —...tu cabello...es lindo.
Se regañó mentalmente por ese comentario, de miles de cosas ocurrentes que pudo decir fue lo único que salió.
—Gracias.
Amalie se extrañó ante eso, George se inclinó para cargar al gato.
—Bueno, creo que es hora de que entre y yo me llevo a esta cosa de pelos porque si no, no te dejara en paz, con unas simples caricias y ya cayo.
—Es lindo —acaricio la cabeza del gato que ronroneo—...entonces...supongo que nos veremos después.
—Eso tenlo por seguro.
Amalie asintió y George espero hasta que entrara al carruaje para alejarse ahí sin dejar de pensar en ella y lo bonita que era.
El Black-Weasley regreso al castillo a paso rápido, aun tendría que bañarse y alistarse para sus clases, a pesar que hoy iniciaban hasta las nueve de la mañana, iba con el tiempo exacto para poder terminar de hacer ejercicio en su habitación mientras sus compañeros se bañaban o desayunaran.
La mañana paso rápidamente para todos los alumnos, últimamente todo parecía durar menos, quizá debido a la emoción porque llegara rápidamente la primera prueba, no era raro escuchar por el castillo los rumores y suposiciones sobre las pruebas; algunos decían que sería como el último torneo, por lo que utilizarían un dragón, otros apostaban por un basilisco o incluso por alguna prueba en la que no incluyeran ninguna bestia mágica.
La morena tomo su mochila para salir del salón despidiéndose del profesor Flitwick que acababa de dar por terminada la clase de encantamientos.
—¿Vas a la sala común?
Cuestiono un rubio llegando tras ella.
—Tenemos historia de la magia con los de Slytherin ¿lo olvidas?
El Weasley enarco la ceja con sorpresa.
—¿Qué? ¿Justo ahora?
—¡Por Merlín, Fred! ¿No te has aprendido el horario?
Él solo un gruñido sacando el pedazo de descuidado pergamino donde estaba el horario y soltó una maldición al darse cuenta que era cierto.
—Se me olvido, y quede de ir con Brooke al lago negro —guardo el papel despeinando el cabello de forma nerviosa — ¿Crees que Binns se dé cuenta de que no entre?
JJ pareció pensarlo.
—Si quieres, puedo decirle que te enfermaste del estómago de repente, y comete una pastilla vomitiva de las que siempre llevas contigo y ve a que el sanador te de un justificante o algo.
Los ojos olivos se iluminaron ante eso.
—Eres tan lista —despeino el cabello de Alyssa ganando un manotazo para que se alejara— ¡Gracias!
Exclamo para irse corriendo al otro lado del pasillo, Alyssa negó con suavidad, a veces su amigo era tan tonto, pero cierta parte de ella lo envidiaba porque al menos, los sentimientos de Fred si eran correspondido por Brooke, se alegraba por él, parecía muy feliz desde que comenzó a salir con la chica Hufflepuff.
De repente la imagen del alto pelirrojo volvió a su mente, realmente le gustaba más allá del físico, se conocieron desde niños, toda la vida estuvieron juntos, conocía lo que le gustaba, lo que le molestaba, sabia lo inteligente que era al igual que varias de sus virtudes y defectos.
Simplemente, George Sirius era su primer y gran amor, lo que sentía por él era tan fuerte que dolía, le dolía no ser correspondida, verlo hablar con otras y saber que en cualquier momento podría tener novia y no ser ella.
—Pareces muy distraída —la chica frente a ella el saco de su pensamiento — ¿Sigues pensando en el pelirrojo?
—Ah...hola, Hannah.
Le sonrió con suavidad y ambas comenzaron a caminar por el viejo pasillo.
—Pareces triste—analizo su rostro viéndola de reojo—...y es la misma expresión que tuviste ese día en el baño ¿viste algo que no te gusto?
—No...no es eso, solo que...el fin de semana anterior paso algo.
Hannah la observo con curiosidad.
—¿Quieres contarme?
A pesar de conocerla tan poco tiempo, Hannah le resultaba demasiado agradable, sabia escuchar y al parecer daba buenos consejos.
—Estuve en la casa de George Sirius, hubo un momento en el que pensé que...ya sabes...nos besaríamos...
Se formó un silencio cuando JJ recordó ese incomodo momento, a pesar de que el Black-Weasley hizo como si nada hubiera pasado ella no dejaba de pensar en eso.
—¿Pero?
—Me rechazo...bueno, comenzó a ahogarse, creo...y no pasó nada, en estos últimos días he visto como se le acercan algunas de Beauxbatons y escuchado como varias de mis propias compañeras que quieren con él.
Hannah soltó un suspiro palmeándole el hombro a la Jordan-Johnson en un intento de reconfortarla.
—Yo te di una solución sé que quizá no es tan buena, pero piensa, si se enamora con la poción, solo será cuestión de tiempo para que se vuelva real.
Alyssa recordó el pequeño frasco que aun traía en su mochila, había escuchado sobre la Amortentia y filtros amorosos, pero no sabía muy bien al respecto, aun no se los enseñaban en pociones.
—¿Y...si no funciona?
Hannah sonrió.
—Estoy segura que funcionara, solo tienes que dárselo sin que se dé cuenta. Dijiste que eras buena en la cocina ¿no? —Alyssa asintió—, puedes hacerle galletas o yo que sé...si quieres te ayudo, conozco una receta típica de Bulgaria, llevan nuez y son las más deliciosas que jamás he probado, estoy segura que con eso caerá.
El rostro de JJ se ilumino al escuchar esas palabras, no era el mejor método, pero, tal vez todo funcionaria.
—¡Hannah! —un varón castaño con ondas en el cabello se acercó de inmediato con el ceño fruncido—, Deyan te está buscando, dice que es urgente y esta de mal humor.
—Ya voy —Hannah vio a Alyssa —, nos vemos, te prometo que funcionara.
—Adiós...
Alyssa observo como se alejaba a paso rápido.
—No sé qué te dijo—la voz ronca y varonil llamo su atención, él fruncía las frondosas cejas —, pero, no deberías de hacer caso...por lo regular Hannah es un poco grotesca con sus ideas, puede meterte en problemas.
La pelinegra lo observo, era más alto que ella con un marcado lunar en el pómulo derecho y con una mirada relajada donde podía distinguir el color verde.
—¿De dónde la conoces exactamente?
Él chasqueo la lengua.
—Nos conocemos desde los once años, somos compañeros de Durmstrang, pero, es tu decisión si hacerme caso o no —soltó un suspiro para rascarse el cabello de la nuca—, por cierto, soy Lorenzo Moldovan.
Ella pensó las palabras por varios segundos y al regresar a la mirada donde el chico noto que ya no estaba, sin duda debía de dejar de distraerse con tanta facilidad.
Siguió su camino viendo a través de los grandes ventanales que el sol comenzaba a oscurecen, tener clase después de las dieciocho horas solo le provocaba una gran flojera, por otra parte, seguía pensando en donde se metería tan rápido ese chico llamado Lorenzo, pues en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba frente a ella.
Las palabras que le dirigió Lorenzo resonaron en su mente y volvió a dudar si estaba bien o no el usar la Amortentia en George Sirius, sabía que el amor no se podía forzar, pero un poco de ayuda no le haría daño a nadie.
¿O sí?
A parte, Hannah parecía saber cómo utilizarla.
Pero, ¿si dañaba a alguien? ¿O si George la terminaba odiando?
Agito la cabeza escondiéndose detrás de un pilar al notar al pelirrojo que en el que tanto pensaba, lo pudo distinguir conversando con una castaña que portaba el uniforme de Beauxbatons, el tenía una insípida sonrisa mientras ella le extendía una caja de color vino, el Black-Weasley la acepto de forma educada para despedirse de la más baja.
Los ojos grises captaron a su amiga así que se acercó de inmediato.
—¿A quién espías, JJ?
Alyssa alzo la mirada y sonrió al verlo, parecía cansado, tal vez a las clases, había metido muchas optativa por lo que siempre estaba ocupado, quizá debido a su espíritu competitivo que lo obligaba a resaltar tanto deportiva como académicamente.
—¡No espió a nadie! —respondió frunciendo los labios — ¿Tú a quien le coqueteabas?
Señalo los chocolates que llevaba en la mano, George sonrió para abrirlos.
—Una chica de Beauxbatons me ha estado invitando a salir, es la segunda vez que lo hace, sin embargo, no me interesa —abrió por completo dejando ver lo que parecían trufas decoradas con colores llamativos —, son lindas.
—Se ven deliciosas.
JJ iba a tomar una cuando el pelirrojo la detuvo.
—Espera —tomo una de las trufas dándole la caja a Alyssa—, no te las comas.
—¿Por qué? Envidioso.
Recrimino viendo como el mayor partía por la mitad la que tenía en la mano.
—Siendo sinceros, nadie regala chocolates sin un interés de por medio.
—¿A qué te refieres?
George Sirius acerco la trufa a su nariz por olerlas durante unos segundos y alejarla con el ceño fruncido.
—Tiene un filtro de amor.
—¿Qué? ¿Cómo te diste cuenta?
George volvió a poner la trufa en la caja.
—Mi padre y tío son los dueños de Sortilegios Weasley ¿recuerdas? —JJ asintió—, crecí entre estas cosas, puedo detectar cuando viene en la comida, aparte no soy muy fiado a comer algo que me de alguien más fuera de mi familia.
—¿Si yo te doy algo no lo comerías?
Él soltó una risa quitándole las trufas de las manos a Alyssa.
—La diferencia es que confió ciegamente en ti, sé que no me dañarías.
Le brindo una cálida sonrisa, Alyssa no la respondió sintiéndose un poco mal.
—Bueno, supongo que vas a clases y yo tengo que ir a hacer mi tarea, así que nos vemos, cuídate.
George se inclinó para besarle la mejilla e irse a la sala común de Slytherin, dejando a una muy atareada JJ, miles de pensamientos iban y venían, tomando los pros y los contras.
¿Sería tan egoísta como para usar Amortentia en su amigo?
Por un momento se estaba arrepintiendo, pero recordó una frase que alguna vez escucho.
"En la guerra y en el amor todo se vale"
⚜⚜⚜
Zed escuchaba atentamente a su prima mientras terminaba de escribir el ensayo de historia de la magia que resultaba demasiado aburrido.
—Y es que, me tope a Stella en el baño, y empezó a criticar mi ropa, en mi cara —mascullo con molestia la azabache que le colocaba un tutu de papel a la rata frente a ella—, llevo el uniforme de la escuela ¿qué espera? ¿Qué ande con los botones abiertos y la falda a medio muslo? Vengo a estudiar, no a ligar —se siguió quejando, Stefan solo tenía una sonrisa divertida en los labios al ver lo graciosa que sonaba — ¿Sabes qué es lo peor?
—¿Qué ella tiene el cabello como una muñeca vieja?
Cuestiono Alexander terminando el ensayo.
—¿Qué le ha coqueteado a Deyan?
Continuo Stefan
—¿Qué usa un perfume corriente?
Termino Zed, Anired soltó un gruñido.
—Cuando le dije que dejara de molestar y la llame arpía, me dijo que era una persona horrible por dentro y por fuera —vio a los tres varones —, pero se equivoca en la parte de afuera.
—Eres hermosa, está demasiado equivocada.
Alabo el peli plata estirándose.
—La mujer más hermosa que mis ojos han visto.
Stefan le sonrió con dulzura.
—Y extremadamente lista, solo tienes que existir para llamar la atención.
Zed dejo la pluma a un lado para verla, y soltó una risita viendo a la rata que ya tenía un tutu y comía un pedazo de pan.
—Son muy lindos ¿verdad, Kairo?
Anired acaricio a la pequeña rata frente a ella y sonrió al ver que el tutu le quedo demasiado bien.
—Aun así, no deberías de hacerle caso —comento Stefan revisando el ensayo de Zed—, solo quiere provocarte y molestarte.
—Pero, es que no le he hecho nada. Desde que me la tope por primera vez en el partido de Deyan me trato horrible.
Alexander que analizo todo lo que dijo agrego.
—: Esta celosa —Anired enarco la ceja viéndolo —, dices que le coquetea a Deyan, y es muy su amiga ¿no? tú eres la novia de Deyan, es evidente, le gusta él y se desquita contigo, aunque no tienes de que preocuparte, eres mucho más bonita que ella.
Anired soltó un suspiro dejando caer todo su cuerpo en una posición relajada.
—¿Desde cuando eres tan analista?
Zed observo al Malfoy.
—Me fijo en todos los detalles, como, por ejemplo, cuando algo no entiendes o te da curiosidad haces ese gracioso movimiento con la ceja.
Alexander movió las cejas para juntarlas y separarlas rápidamente.
—Yo no hago así.
Se defendió Zed.
—Si haces así —Stefan le entrego el pergamino—, solo corrige lo último que te marque y ya está bien... ¿Y esa lechuza?
Los menores giraron el rostro a la derecha para ver a un ave que no conocían, se detuvo en medio de ellos dejando una caja mediana de color celeste con un listón negro.
—¿De quién es?
Zed la miro con curiosidad moviendo las cejas como anteriormente lo hizo Alexander.
—Tiene una nota —Stefan tomo el pequeño sobre blanco — ¿" AGBW"?
—Son mis iniciales —Anired estiro la mano tomando el pequeño sobre para ver a la lechuza —...Que bonita es.
Con cuidado acerco la mano acariciando el plumaje del ave que variaba de tonalidades grises azulosas, luciendo muy brillante, la lechuza dejo que la acariciara durante unos segundos y cuando Zed desato el paquete emprendió vuelo.
—¿Quién te lo envió? ¿Qué te enviaron?
Los varones querían abrir la caja y también saber el contenido de la nota, Anired abrió el sobre sacando un pequeño pedazo de pergamino.
"La idea de que leas lo que escribo sobre ti me asusta muchísimo, pero al mismo tiempo, cada vez que escribo algo, solo espero que, de alguna manera, encuentre tu camino sin querer"
Las pálidas mejillas se volvieron rojas una vez que termino de leer en voz alta, repaso la ordenada caligrafía, pero no la reconoció —, no está firmada...
—Abre la caja, corre.
Pidió Zed emocionado, Anired deshizo el nudo con cuidado para quitar la tapa y una exclamación de asombro salió de los labios de todos.
—¿Qué son?
Anired observo los cuatro extraños ¿postres? No estaba muy segura que eran, pero reconoció algunas frutas como las uvas, fresas y unos trozos de fruta volcán.
—Tartaletas —menciono Stefan viéndolas —, es un postre muggle, tipo pastelito, está hecho a base de masa sable y una crema pastelera, algunas son rellanadas de chocolate blanco o alguna crema —explico con un tono de saber lo que decía —, a las frutas se les da un brochazo con algo llamado brillo para pastel...mis favoritas son las que llevan mouse por arriba.
—Nired, hay que probarlas —pidió Zed salivando al ver lo bien que se veían—...Vamos, Nired, te las mandaron, tienes que comerlas.
Alexander asentía dándole la razón.
—No sé —interrumpió Stefan—, no sabemos quién las mando, puede ser una broma...o incluso tener un filtro o Amortentia.
Anired observo la nota y le dio la vuelta para leer otras palabras más.
—"No te preocupes, no les puse Amortentia o cualquier cosa que pienses, lo que menos quiero es hacerte daño" —leyó en voz alta, ganando algunas risas y burlas por parte de Alex y Zed —... bueno, sabe que sospecharíamos.
—Tal vez sean de Deyan —intervino Alexander —, digo, tienen fruta Volca, esa solo crece en la época de frio en los nidos de los dragones, Rumania y Bulgaria están cerca y él ha de tener contactos para conseguir esa fruta...no sería raro que incluso las pidiera ¿no crees?
—Y si son de él ¿por qué no se la dio personalmente? —pregunto Stefan viendo los postres, tenían una pinta deliciosa, pero aún no se confiaba—, no sería necesario ni que pusiera una nota...
—Aparte...esa lechuza no es de Dey —Anired se relamió los labios, amaba lo dulce y los postres, todo eso era su debilidad—, Bistra, la lechuza de Deyan tiene un plumaje rojo, la cabeza café y ojos azules; la que vino es azul con gris y de ojos dorados...dudo mucho que tenga alguna nueva.
—¿Y Scorpius?
—Mi hermano tiene la misma lechuza de siempre, dudo que usara otra para mandarle algo a Nired, y conociéndolo se lo habría traído mientras grita a los cuatro vientos cuanto la ama.
Todos asintieron dando la razón.
—Si tiene frutas vulcan, significa que es alguien cerca a Rumania y que las conoce, digo son extrañas de conocer y conseguir, nosotros las comemos gracias al tío Charlie que las manda del santuario—analizo Stefan—, y la escuela más cercana a Rumania es la de Durmstrang.
—¿Estás diciendo que las mando algún compañero de Deyan?
Zed se estiro viéndolos.
—Uy, eso huele a drama romántico.
Alexander sonrió divertido.
—O podría ser una broma de Stella a Anired, ya saben que han estado discutiendo.
Stefan les lanzo una mirada seria a los dos varones que dejaron de reírse tomando la seriedad del asunto.
—Bien, quiero probarlas —Anired se sentó de forma recta—, si tiene Amortentia ustedes sabrán quien fue el que la puso porque estaré "enamorada", si tienen otra cosa fue culpa de Stella.
—Y si nada de eso pasa es que Anired tiene un admirador secreto —agrego Alexander—, si lo es déjame decir que es listo, te está llegando por el estómago y mantiene su identidad secreta para que no lo rechaces o Deyan lo golpee.
Anired tomo una tartaleta, Kairo se estiro como pidiéndole un pedazo del postre, Stefan lo cargo evitando que saltara sobre ella.
La Black-Weasley la acerco a sus labios disfrutando del aroma dulce y frutal que llego hasta su nariz abriéndole más el apetito, trago saliva y la mordió.
Mastico lentamente disfrutando del dulce sabes, todas las frutas mezcladas sabían deliciosas y más que resaltaba el sabor de la fruta vulcan que era extremadamente dulce.
—¿Y bien?
Cuestiono Zed, Anired sonrió con las mejillas aún más rojas, deseando que el sabor durara más en su paladar.
—Por Merlín —si creía que el pastel de calabaza de Hogwarts era el mejor estaba demasiado equivocada —...es como probar el cielo con la boca, o incluso algo mejor, sabe delicioso...quien sea que las haya hecho sabe cocinar muy bien.
—Ahora a esperar que Anired no actué como loca enamorada —Stefan soltó un suspiro mientras sonreía al ver lo feliz que estaba su prima.
Anired no podía dejar de alabar el sabor de la tartaleta que seguía comiendo, ya que, si tenía Amortentia, aunque la dejara haría su efecto.
Estaba demasiado feliz tanto que no noto la fuerte mirada que le lanzaban desde una de las mesas del gran comedor, el dueño de esa mirada solo sonrió gozando de ver que le gustaron.
[...]
Zed caminaba con el ceño fruncido a las orillas del gran lago negro, mientras Alexander lo seguía.
—Zed, por favor, deja de estar enojado conmigo.
Zed se dio la vuelta para encararlo.
—¿Cómo quieres que este? ¡Esa chica de Durmstrang te coqueteo y tú solo sonreías!
El Malfoy puso los ojos en blanco ante sus quejas.
—¡No me estaba coqueteando, solo hablábamos! ¡Por Merlín, ya te dije que no me interesa!
—Aja, lo que digas.
Alexander paso la mano entre su cabello buscando como sacar la frustración.
—En serio, Zed, me gustas, pero no te entiendo —hablo con voz cansada —, estoy cansado ¿sabes? Te pones celoso y me reclamas, pero no aceptas lo que sientes por mi...
—¿Crees que es tan fácil hacerlo? ¡No todos somos tú que de la noche a la mañana se da cuenta de lo que siente! ¡No tienes a todo el mundo mágico sobre ti, esperando a ver que la cagues!
—¿Es eso? ¿Te da vergüenza que sepan que tú y yo teníamos algo?
Ahora era Alexander el que parecía más molesto por las palabras del rubio.
—¡Es que no lo entiendes, es demasiado difícil! Sabes que todos hablaran sobre eso, y criticaran a mi madre....
—¡Merlín! Esa es la excusa más tonta que he escuchado —soltó de golpe —, mejor solo día que no sientes nada por mí, Zed, nunca te he querido presionar desde que iniciamos a hablar, pero yo no soy tu maldito juguete, al cual puedes hacerle una escena de celos para decir que no somos nada.
—¡Tú no entiendes nada! ¡Solo piensas en lo que tú sientes y no en lo que yo siento!
Alexander soltó una cínica risa y negó con la cabeza.
—¿Sabes qué? Olvídalo, me doy cuenta de lo que eres, Zed—hizo una pausa para escupir con asco—, eres un simple marica, que cree que el mundo solo gira sobre él.
Zed apretó la mandíbula junto con los puños, y sin dudarlo empujo a la peli plata de manera fuerte sin tomar en cuenta que estaban a las orillas del lago, Alexander lo tomo de la muñeca llevándoselo consigo.
Alexander abrió los ojos cuando estuvo dentro del agua para ver al rubio que nadaba tratando de salir a la superficie, antes de que subiera más lo tomo de la muñeca para atraerlo hacia él y estrellar sus labios.
Zed se quedó estático durante unos segundos, era extraño y húmedo, pero dejo que el contacto durara unos segundos, el Malfoy se alejó, pero el Weasley lo tomo de la mandíbula para repetir la acción dos veces más.
Cuando el aire hizo falta subieron a la superficie.
—Zed...
Murmuro Alexander, pero Zed no dejo que hablara tomándolo de las mejillas con ambas manos y esta vez dando inicio a un beso suave y algo descoordinado, más por parte del peli plata.
Zed sentía los fríos labios de Alexander que pronto se volvieron tibios.
No era el primer beso de Zed, pero se sentía mucho mejor que aquella vez, era vez lo estaba disfrutando demasiado, los movimientos lentos y el sabor a café de Alexander lo envolvían por completos y cegaban todos sus sentidos.
La pareja de adolescentes siguió besándose, disfrutando de por fin hacerlo después de desearlo tanto.
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¡Hola!
¿Cómo están?
¿Creen que JJ lo haga?
¿Alguna idea de quién mando las tartaletas?
Bueno, ya sabes comentarios= a actualización rápida, so, nos leemos, loviu✨
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