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Reflexión: "No seas una mascota"

Una joven castaña, ilusa, y fácil de manipular, se encontraba con su "mejor amiga".
  La chica de quién confianza tenía, solo buscaba usarla, o simplemente engañarla.
  Le inventó una historia, diciéndole que ella era la Diosa Luna, y que la chica castaña de inocente mirada era su guardián, y que la debía proteger.
  La chica que se hacía llamar Diosa, de nombre Denisse, le dijo que hiciera cosas, y ella no quería.
  La joven Sheccid, de aspecto frágil seguía tras ella, porque si no le decía la verdad, ¿Quién lo haría?
  Denisse le dijo que debía mostrar lealtad, y un día llegó a la preparatoria y le puso un collar, pero cuando Sheccid estaba distraída, feliz por el regalo dado, con una cuerda de llamativo color la amarró y la tomó entre manos.
  Sheccid cuando quiso salir se dió cuenta que la había amarrado, Denisse comenzó a tirar de la cuerda hacía afuera del salón.
  Las miradas no se hicieron tardar, y cuando Sheccid se quería quitar el collar, otro tirón más recibía, se sintió como un "perro", y para su orgullo, en vez del nombre que la chica le había otorgado, haciéndola sentir importante llamándola "Guardián", le dijo frente a todo el alumnado "Mascota".
  Se quedó estática en su lugar, no lloró, su celo se frunció, y con el enojo y la ira por haberse aprovechado decidió terminar con ello, ella no era una mascota, no era nada, y prefería ser un "nadie" a ser la mascota de alguien.
  No le habló, pero sí se soltó, le dolieron las palmas de las manos pero aún así lo logró. Con ambas manos sujetó la cuerda, y con toda la fuerza que tenía por la ira, aprovechó y tiró en sentido contrario hasta que esta se trozó.
  Horas más tarde, la Denisse la encontró, Sheccid no entró a clases y fue a buscarla, quería sentir poder sobre alguien, y ella era la indicada.
  El día estaba frío pero a ella no le parecía importar, sujetó Denisse a Sheccid por sus muñecas y ella la miró despectiva.
  Le sonrió, y comenzó a reír, su orgullo cayó al igual que otro poco de su cordura y le dijo:

—Que disfrutes de tu falta de atención, podré ser un perro, pero prefiero ser callejero a ser la mascota de quién no se quiere a sí mismo.

  La chica no le habló y se fue... Sheccid sólo se quedó sentada junto al pino, cerrando los ojos, oliendo el petricor y sintiendo como las primeras gotas de lluvia caían sobre su rostro.

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