Cap. 6: Lo considero, criminalista
Capítulo dedicado a: melanypdf
«Cuanto más grande es la herida, más privado es el dolor»
Isabel Allende.
Es tan desgarrador saber...
—¿Amu?
—¿Si?
—¿Por qué llorabas?
Que todo lo que creías que era...
—No sé de que hablas...
—¿Qué pasó?
—No es nada...
En realidad nunca fue...
—¿Te golpeaste? ¿Te duele algo? ¿Te dijeron algo malo?
—¡Nicholas, no es nada!
Y ya nunca lo será...
"¡Es un maldito, Nico! ¡Ambos lo son! ¡Me vieron la cara de imbécil!" Quise gritar, pero no me salía la voz. Había caminado sin noción y sin rumbo, intentando reprimir mis lágrimas y calmarme, pero en cuanto volvían las imágenes mi vista se nublaba y cuando me di cuenta casi choco con alguien.
Nicholas siempre parece sumido en sus pensamientos, pero aun así siempre me escucha. En el momento que lo encontré parecía estar justo pensando en algo, algo que le molestaba, sin embargo, le bastó un segundo para saber que estaba mal y no perdió el tiempo en preguntarme.
Pudo ser mucha casualidad, para esa hora ya debería haberse ido; no obstante, apareció justo en el momento en que sentía que las fuerzas se me iban y me tomó entre sus brazos, muy oportuno, antes de que me derrumbara.
Su cuerpo es delgado, no es mucho más alto que yo, me pasa apenas algunos centímetros, lo más grande en él era su chaqueta color mostaza; pero aun así, no le costó envolverme y cubrirme parte de la espalda para refugiarme contra su plano pecho, el cual contaba con un olor peculiar, que no supe identificar por la mezclas de emociones, que me envolvía en calma.
Sus grandes y un tanto enjutas manos me acariciaron el cabello, metiendo los dedos entre los mechones y peinándolo hacia abajo. De alguna manera sentía que sabía que eso me calmaría con el tiempo, no se detuvo en ningún momento, incluso sabiendo que estaba mojado parte de su ropa.
No podía verlo a la cara... Me daba vergüenza yo misma.
Engañada en mis propias narices...
Que jodida mierda...
—Lo siento, creo que llegué en un mal momento... —Creo que susurró.
Negué, presionando la tela de su camisa con mis manos. "Llegaste justo cuando lo necesitaba. Gracias, Nico". Pensé en decirle, creo que lo hice, no estoy segura, no me contestó, así que supongo que solo estimé hacerlo.
No preguntó nada, me tuvo ahí en silencio hasta que mis sollozos censaron y mis ojos enrojecieron lo suficiente, ardiendo, seguro mi rostro también, sobretodo mi nariz, tal vez incluso el corrector se corrió y mis ojeras quedaron a la vista. No lo sé, solo asumo que debía verme horrible.
Justo como ahora, un día después, sola y encerrada en mi habitación. El reflejo de mi ventana es lo suficiente nítida para percibir mi cabello hecho nudos y mis ojos cansados, así como la piel enrojecida y marcada por las sabanas de mi cama.
Pensé que dormiría un poco más, pero el apetito me exige levantarme y comer todo lo que se cruce por mi camino. No comprendo como a algunas chicas se les va el hambre estando deprimidas, cuando yo, por el contrario, como de más: pan tostado con tocino, waffles con mucha crema batida, yogurt y fruta picada, jugo y, para rematar, una copa con mucho helado.
Y creo que para la noche pediré pizza...
Sonrío maliciosa, mamá me mataría.
No sé si llamarlo fortuna, pero cuando me quedo en casa de mi papá soy libre de hacer los desarreglos que desee con la comida, desvelarme e invitar a mis amigos cada vez que quiera. Cosas que tengo prohibido con mi madre.
¿Por qué? Prefiero ahorrarme los malo ratos: "¡comes demasiado, pareces una vaca!", "¡ya apaga ese maldito aparato!", "¿Otra vez? ¿Y ellos no tienen casa?". Odio decirlo, pero es desagradable. Creo que es la persona más cínica que conozco.
Viéndolo desde ese punto tuve bastante suerte, si ella supiera que falté a clases por un chico, es capaz de burlarse en mi cara y llevarme a rastras con los shorts de animalitos que uso para dormir; porque sí, luego de mis pantuflas de peluche, eran lo más cómodo de mi vida.
Ayer cuando llegué mi padre aun no se había ido al club nocturno en el que trabaja. Atravesé la puerta y me recibió como todas las tardes con una sonrisa mientras veía la tv, intenté devolvérsela y empezó a preguntarme como me fue en clases.
Me paseé hasta la cocina y fui por un vaso de agua mientras le contaba vagamente las cosas buenas, intentando que no se me notara mi estado fúnebre; cuando volteé estaba de pie a mi lado y me miraba preocupado, quise ocultárselo, pero al final no pude y terminé llorando de nuevo.
El trabaja de noche y llega a la mañana siguiente cuando me levanto a alistarme. Esta vez cuando amaneció sentí que entró a mi habitación y apagó el despertador en mi lugar, sentándose en la cama a mi lado para cubrir con las sabanas mis hombros expuestos. Antes de salir me dio un beso en la frente y me susurró que siguiera descansando.
—Oh... —Lo escucho bostezar, entrando a la sala mientras seguía comiendo de mi pila de helados sin miramiento—. Podrías haber dormido un poco más, avisé a Soff temprano de que faltarías.
¿Ya dije que amo a mi padre? Seguro que sí.
Sonrío relamiendo el helado de mis labios. Sofía es la madre de Ceci, quien además ocupa la secretaría general en la dirección. La conocimos cuando mis padres se divorciaron, yo me cambié de institución y me hice amiga de Ceci, debo agregar que se llevan extrañamente bien. Ceci y yo tenemos la idea de que algún día seamos hermanastras, pero de ese asunto me encargaré después.
—No podía dormir más... —digo dejando la cuchara en el vaso.
—Creo que está de más, pero... —Abre la puerta de la nevera, mirándome sobre su hombro—. ¿Cómo estás? ¿Mejor?
A pesar de estar comiendo helado siento como la garganta me quema, se cierra y mis ojos quieren arden, deseando llorar de nuevo. Mi pecho se comprime tomando de nuevo la cuchara, para llevar otra vez ese dulce frío y suavizar la amargura de mis emociones; una vez mejor, asiento, tratando primero de hacérmelo creer a mí misma.
—Lo estaré... —susurro, elevando la cuchara para señalarle el mesón—. Te dejé hecho unos waffles —Indico.
Mi papá niega y se sirve en un vaso un poco de limonada, desde hace unas semanas intenta dejar un poco su exceso de cafeína; aunque ambos sabemos que eso no dudará mucho, ¡vamos taquicardia!
—De verdad, no puedo creerlo... —murmura para sí mismo, sentándose del otro lado conmigo a comer.
—¿De que no lo supiera hasta muy tarde o que ellos estén juntos?
—Jerry es un chico recto y razonable, me impacta que haga algo tan poca honra y tu prima... Nunca me lo hubiese imaginado.
—Oye, ¿de que lado estás? —No hace falta que finja, la molestia en mi voz me delata.
—Claro que el tuyo, bebé, pero ¿qué quieres que te diga? Estoy tan sorprendido y cabreado como tú —Da un sorbo a su limonada—. ¿Ya se lo dijiste a Ceci? Tal vez pueda convencer a Soff para ayudar a enterrar sus cuerpos.
—Lo estoy considerando —Lo señalo con la cuchara mientras que él se ríe.
—Tienes mi permiso, no te detengas —Me guiña un ojo dándole una mordida a sus waffles.
Río un poco mientras elevo otra porción del helado a mi boca. Mi papá tiene una costumbre: no cortar los waffles, sino que los pincha con el tenedor y se los lleva entero a la boca; a veces lo muerde en el plato, otras se le cae en la cara, incluso se embarra de crema.
Aplano mis labios entre sí, saboreando el helado para evitar reír, al ver como esta vez lo pincha mal y, cuando cree que lo va a morder, se sale del tenedor y se cae en el plato, hincando los dientes en el aire.
Sí, tengo el mejor papá del mundo.
. . .
—Pero ¿y si...? —Intenta sugerir.
—No —Me niego.
—¿O también...? —Intenta de nuevo.
—Tampoco —Niego de nuevo.
—¿No podríamos? —Me mira suplicante.
—Ceci, debes dejar de ver la ley y el orden, Hawái 5.0, CSI y el mentalista; tantos casos criminales te están poniendo ku-ku —Hago danzar en círculos mi dedo índice al lado de mi cabeza—. ¿Entiendes?
—¡No me jodas, Amu! —Golpea mi pobre almohada, cabreada—. ¿Vas hacer como que nada pasó? ¿Lo perdonaras?
—No he dicho eso, pero tampoco me convertiré en sicario —Entorno los ojos, recostando la cabeza de mi brazo apoyado.
—¡Te-ha-mon-ta-do-los-ca-chos! —deletrea entre dientes, perforándome con sus ojos—. ¿Me vas a decir que mínimo no debemos castrarlos? Al menos así Verónica no tendrá en que montarse.
Me tapo la cara de solo imaginarlo, sintiendo como este se calienta de la vergüenza; algo que le hace falta a Ceci.
—Por el amor al Dios, ¿puedes ser menos graficas? —Suplico cansada.
—¿No me acabas de decir que la besó como si no hubiera un mañana? Bien se la quiere coger, tu prima es bien bonita de cara y tiene... —hace una pausa pensándoselo—. Setenta —Se toca las bubis—. Cincuenta —Pone las manos sobre su cintura—. Y setenta de nuevo —Palmea sus caderas—. Y es alta... Híjole, ¿por qué la pubertad no me golpea así? —Se cruza de brazos.
—Si el sexo fuera el problema lo hubiera descubierto antes, ¿no lo crees? —replico entre dientes, intentando no reí o sentirme intimidada por la realidad.
—¿Ah, sí? —Achicó sus ojos y me señaló—. ¿Cuándo fue la última vez que hicieron el delicioso?
—Por favor, Ceci —Tomo aire, sintiendo la cara caliente—, ¿cómo voy a recordarlo? No es como anotara en mi calendario todas las veces que lo hicimos.
—¡Ajá, eso significa que hace un buen tiempo! —Ruedo los ojos—. Por otro lado: ¿quién te oyera, cochina?
—¿Cuál era tu punto? —Suplico.
—Ah sí —Borra su sonrisa—. Jerry no es tan estúpido como para no borrar sus huellas.
—Pero tampoco es impenetrable y cuando algo cambia piensa tanto en ello que se le nota a lenguas, es un sujeto muy simple —Agito mis manos, alucinando—. Nunca actuó extraño con Verónica en frente de mí, nunca me dio señales de nada. Hasta hace unas semanas todo iba muy normal, no entiendo que pasó.
—¿Eso crees? Ellos se conocen desde siempre, mínimo ocurrió algo y tú no te percataste.
—Déjame pensarlo: La primera vez que me plantó no fue hasta hace un mes, luego la segunda ocurrió hace una semana, para por fin llegar a la que ocurrió hace dos días, el mismo tiempo en que siento que nuestra relación fue decayendo, pero nunca me culpó de nada, sino que... —Siento la boca seca—. ¿Cuál fue la excusa de todas esas veces?
—Su trabajo como delegado... —Completa cabreada, sentándose de vuelta en mi cama— ¿Y qué es Verónica? Una delegada. Tiene sentido... —Acepta de mala gana, tirándose de lado y abrazando un cojín—. En teoría pudo quedarse con ella hasta esas horas, pasó algo y empezó a olvidarse de ti.
—Gracias por decírmelo, no lo había pensado —Me cruzo de piernas en la alfombra. Ceci me ve desde arriba.
—En vista de que solo haces hipótesis significa que no le has dado bien duro en sus...
—Ceci —La detengo y ella rueda los ojos—. No, no lo he mandado a la mierda.
—¿¡Y qué esperas!? ¿Qué siga engañándote en tu cara?
—Créeme, esto no se quedará así...
—Y... —Su tono baja de pronto, llamando mucho mi atención. La veo abrazar más el cojín—. ¿Nadie te vio?
Dejo caer mis cejas... Es curioso que lo pregunte.
—¿Seguro qué estás bien?
—No... —Sorbo por mi nariz, limpiándome con mis manos los restos de las lágrimas—, pero espero estarlo.
—Yo también lo espero... —Levanté la mirada, sus ojos me miraban muy preocupados, pero a mi parecer eso lo dijo inconsciente.
Sonreí forzadamente y vi su mirada oscurecerse. El matiz de estos ya de por si eran saturados, pero nunca habían perdido su brillo como en ese momento. Por un momento Nico logró asustarme y para evitar que siguiera mirándome así lo tomé de una mano y lo traje de vuelta a la realidad.
Entonces sus mejillas adoptaron un rosado adorable y aquella chispa en su mirada volvió a presentarse. Sonreí de manera sincera, recordando de pronto lo que alguna vez me dijo:
—Solo es otro mal día.... —dicté con la voz quebrada, agradeciéndole con la mirada antes de besarlo en la mejilla y largarme, antes de que mis lagrimas cedieran de nuevo.
Miro a Ceci regresando de mis pensamientos, ella permanecía en silencio y a la expectativa, estudiándome visualmente mientras el cojín tapaba el resto de su cara. Con una respuesta en mi boca me preparo para contarle lo que pasó después, cuando una llamada hace sonar mi teléfono.
Me levanto para cogerlo, llevando mis cejas al centro al ver el remitente. El tono sigue reproduciéndose hasta que se acaba el tiempo y cae en la contestadora, perdiendo la llamada. Sin esperar tanto un mensaje se muestra en la ventana emergente, me duele tener que respirar tras leerlo.
Osito
Últ. Vez hoy a las 02:07pm
¿Aun sigues molesta? ¿Está todo bien? ¿Por qué faltaste hoy?
[Visto 02:10pm ✔✔ ]
"¿Aun no le dice...?".
—¿Ama? —pregunta Ceci al detectar mi silencio. Reacciono y dejo el teléfono de nuevo donde estaba, ignorando el mensaje.
—No pasa nada —Antes de voltear me quito disimuladamente una lágrima que logró salir—. ¿En qué estábamos?
—¿Era él? —No se deja engañar y pregunta directamente.
Mi silencio lo responde todo, pero antes de que Ceci pueda soltar una sola maldición de su boca, la puerta de mi habitación es tocada dos veces. Suelto un suspiro creyendo que es mi padre avisando del almuerzo, pero la verdad siempre es mucho más lamentable.
—¿Qué diablos haces aquí? —pregunto indignada de que mi propio padre le dejara pasar.
Dejándose intimidar, baja y sube los ojos, sosteniendo su mochila frente a su regazo con fuerza. Siempre he visto a Verónica portar educación y elegancia, siendo capaz de hablar alto y claro frente a cientos de personas sin ponerse nerviosa; pero ahora su mirada es frágil y por un momento duda en hablar, teniendo que dejar pasar unos segundos para no dejarse retroceder y hablar.
—Debemos hablar —Logra susurrar.
—No me dirás que fue una equivocación, un error o...
—No... —Niega—. Me gustaría que me escucharas... Quiero contarte la verdad de mis acciones, por favor...
—¿Estás jodiendo? —dice Ceci parándose de mi cama—. A saber donde ha estado esa boca.
—Yo... —Queda tan muda como roja al caer en la indirecta.
La miro en silencio. Está vestida como siempre, enfundada en un suéter blanco, metido por debajo de sus pantalones miel, calzada con zapatillas sobrias; su cabello rojizo natural está perfectamente peinado en una trenza ladina, su piel está expuesta y huele a crema, las pecas de su rostro resaltan tanto como las sombras marrones que marcaban sus ojos cafés, oscuros, pero brillantes.
Luce tan preocupada y parece tan nerviosa, ¿cómo alguien con su delicado carácter pudo engañarme así? ¿Cómo confiar en ella ahora? Incluso si tiene una razón por haberme mentido, nada justifica un engaño.
El engaño es una elección, no un error.
¿Soy tan estúpidamente buena como para todavía así querer escucharla?
"Ten algo de dignidad, Amada". Suspiro.
—Termina de pasar... —Ambas se quedan boquiabiertas
Dejo el paso libre y mientras Ceci abraza su cojín con rabia Verónica se queda de pie, recostándose de la puerta cerrada. Toma una gran bocanada de aire y, antes de que algunas de nosotras dos se desesperen, empieza a hablar.
En una relación de dos, existen variantes. Un mal cálculo puede ser un detonante.
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¡Holiwis, my loffes!
Es que coño, siempre es una vaina para publicar :'v la luz pareciera que conoce mis horarios de publicación, porque justo cuando voy a subir SAZ se va la luz.
SUPER F
Pero ajá, a la nota.
¿Saben? Mientras buscaba la imagen de la multimedia me sucedió algo interesante.
Bien, yo siempre busco dejar todo bonito en lo posible, y en esta ocasión buscando una imagen como siempre primero voy con señora Pinterest, pero no vi nada que me gustara así que fui con la confiable y visité a Mr Google.
Entonces encontré lo que quería, ¿y que pasa con eso? Pues que justo como yo buscaba imagenes de una tipa despechada, google me conoce y abajo de esta imagen me apareció un título interesante que llamó mi atención y le dí clik.
Les vengo a la pregunta: ¿Por qué no es bueno comer helado cuando estamos tristes o desanimados?
Decía, y en articulo mencionan entonces:
De acuerdo con por las universidades de Warwick y Lancaster (Reino Unido) en colaboración la de Humboldt, en Alemania, comer helado para curar tus penas no es el mejor antídoto.
Esto ocurre porque al ingerir este alimento lleno de azúcar refinada, se incrementa el cansancio y se disminuye tu estado de alerta aproximadamente una hora después de consumirlo.
Quedé como: Ah, coño, aprendí algo nuevo mientras buscaba publicar un cap, que chevere :'3
Quise compartirlo, así les dice a sus padres que si se aprenden cosas buenas en wattpad XD
No sé que tan cierto sea, pero está interesante, así que ahí está <3
Ya, ahora sí, el cap.
Coño, me doy cosita Amu :'c
Todos estamos de acuerdo con Ces, se tenía que decir y se dijo.
Que Jerry sufra por ahora, pero ¿Qué hará Veronica?
Por curiosidad: ¿Quien más ve series criminales?
ARRIBA MANITA ESOS CORAZONES ROTOS :'3
Y pos, hasta aquí llegamos, porque me pesan los hombros y tengo hambre XD
¡El próximo cap lo narra Nico! Espero que sepan guardar secretos, porque seremos confidentes ;3
¡Nos vemos!
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