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Día 3

He decidido salir, y no porque quiera hacerlo, por mí me quedaría encerrado todo el día, pero creo que a Frankie le haría bien salir un poco.

Conduzco hasta aquel lugar al que mi abuelo me solía llevar de niño, sólo él y yo. Toda la familia sabía que yo era su nieto favorito, y creo que por eso a mí me dolió tanto perderlo. Tengo tantos recuerdos de él, aunque sólo pase 6 años a su lado. Pero recuerdo todo tan nítidamente.

Llegamos a ese lugar, no había venido hace mucho, la última vez fue antes de irme a la Universidad, en ese momento necesitaba sentir a mi abuelo cerca. No recordaba la belleza del lugar.

Camino con Frankie en mis brazos y nos vamos adentrando a él, hay naturaleza por todos lados, árboles de todos tamaños, plantas, pasto. Camino descendiendo, quiero llegar al lago donde me llevaba mi abuelo. Mientras más me sumerjo en el lugar, mejor me voy sintiendo y voy recordando aquellas veces ahí. Por fin llegamos al lago y lo observo, me doy cuenta que sigue igual de bello, que el agua sigue tan clara como la recuerdo. No puedo evitar sonreír.

Camino hasta ahí y pongo a Frankie en el suelo, me siento a su lado.

Nos recuerdo a mi abuelo y a mí, sentados observando el lago, lanzándole algo a Toby para que lo persiguiera y nos lo trajera, arrojándose al agua. Los recuerdos aparecen tan claros en mi mente, aún más claros que el agua que tengo enfrente.

Recuerdo a Toby, amaba a ese perro. Vivió 10 años con nosotros y perderlo fue otra enorme herida en mi vida. Lo envenenaron y desde ahí supe que la gente era mala, o al menos mucha lo es. ¿Por qué envenenar a un perro?... Gente idiota.

Recuerdo que Toby me seguía todos lados, se dormía conmigo, me esperaba cuando no estaba. Era mi perro. Yo lo elegí. Lo tuvimos desde que tenía un mes y desde ahí yo lo cuidé, jugué con él, lo saqué a pasear. Cuando murió yo iba a cumplir 15 años y estuve triste muchos meses. Allie también, ella también lo adoraba. Quisimos tener otro pero nuestros padres no quisieron y así, nunca más tuve otro perro.

Observo el agua y me doy cuenta que necesito nadar, necesito sentir el agua en mi cuerpo. El agua ha sido algo muy importante para mí. En la Universidad tomaba clases todos los domingos y era realmente bueno. Sentir el agua en mi rostro, en mis manos, en mis piernas, en todo mi cuerpo, es algo inexplicable. Y soy bueno nadando o al menos eso me decían y eso parecía. Gané algunas competencias en la escuela. Pude dedicarme a ello más en serio, pero no lo hice. No pude hacerlo.

Me quito la playera, los tenis y el pantalón y me aviento al agua. Y de nuevo, esa sensación tan magnífica en mi cuerpo. Es de las mejores sensaciones para mí, en verdad.

Me doy cuenta que Frankie me observa moviendo la cola.

-¡Después tú podrás sentir esto!-le grito con emoción y él ladea la cabeza sin dejar de mover la cola.

Me quedo un gran rato nadando, podría quedarme toda la vida ahí.

Esa era una opción para matarme, sumergirme y dejar que el agua hiciera su trabajo. Estaba entre esto y arrojarme de las alturas. Mi miedo enorme a las alturas me decía que eligiera el agua, sería más facil, relativamente hablando, pero no, elegí las alturas, tengo que vencer mi miedo, tengo que hacerlo antes de morir, tengo que morir así.

Por fin salgo del agua, con una sensación tan buena que me da miedo. No quiero sentirme así, no quiero aferrarme a ese sentimiento.


***





Frankie está profundamente dormido a mi lado, estoy en la habitación, puse una película de terror, solían ser mis favoritas. La película empieza, pero de nuevo lo único que escucho es ruido, no puedo concentrarme en la pantalla, sólo en mis pensamientos.

Vuelvo a recordar lo que sentí horas atrás al estar en el agua, había olvidado por completo esa sensación y me pregunto si tal vez si me hubiera dedicado a nadar, esa sensación sería lo que reinara mi vida. Tal vez el vacío, la soledad, la tristeza, que constantemente siento, no estarían tan presentes. Todo eso desaparece sólo en dos momentos, cuando estoy nadando y cuando pinto. Tal vez tuve que dedicarme más a ello, y dejar lo demás atrás. Tal vez, tal vez...

Otro recuerdo se posa en mi mente, recuerdo cuando entré a trabajar a la galeria, eso fue algo bueno, muy bueno en realidad. Conseguir ese trabajo me hizo sentir bien. Fue como si pudiera demostrarles a mis padres que si podía. Que podía trabajar de lo que había estudiado. Que no necesitaba su tonto bufete ni sus tontos reclamos. Y pensé que ellos estarían orgullosos de mí, que por primera vez mi padre me diría lo mucho que se enorgullecía de su hijo.

Y ese fin de semana cenamos todos en familia, yo ya no vivía ahí con ellos, estaba viviendo en un departamento con otro amigo, antes de comprar esta casa. Allie iba de visita de la Universidad, le faltaba dos años para terminar.

Y llegó el momento de la cena, los cuatro sentados ahí, con nuestros platos de lasagna hecha por mamá, la mejor lasagna del mundo. Y yo pensando que me felicitarían por mi nuevo trabajo. Y encontrándome con la realidad, con lo que dijo mi padre al hablar...

-Allie, muchas felicidades por haber tenido la mejor calificación de todo tu año... Estás en el cuadro de honor de tu escuela, eres la mejor hija que alguien puede tener. El bufete seguirá siendo un éxito cuando esté en tus manos...

Y yo ahí sintiendo ese nudo enorme en la garganta, sonriendo fingidamente, detestando a mi padre con todas mis fuerzas.

Allison, como siempre, salvándome, felicitándome a mí por mi trabajo. Tratando de recordarle a mi papá, que yo también era su hijo.

La cena arruinada por esto, mi papá peleando con mi mamá, mi mamá defendiéndome por primera vez y unas últimas palabras de mi papá, dichas como puñales...

-No sabes cuanto me avergüenzo que seas mi hijo...

Allison gritándole que no diga eso.

Yo queriendo decirle que yo estaba avergonzado de que él fuera mi padre.

Allison llorando.

Algunas lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas.

Lo siento mucho hermanita, en verdad lo siento...

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