Entramos a mi casa y pongo al perro en el sofá, me parece muy tierna la imagen de él, con su pata izquierda doblada con esa venda. El veterinario me dijo que tenía que comer en cuanto llegara y voy a la cocina para servirle la comida. Regreso a la sala y bajo al perro del sofá, está un poco inquieto, y camina cojeando, pero al menos ya puede caminar y mantenerse de pie. Siempre me ha impactado lo rápido que los animales se componen. Recuerdo cuando mi perro Toby se enfermaba o aquella vez que también lo operaron porque se había tragado una piedra. Y sólo pocos días después ya estaba como si no hubiera pasado nada. Creo que los perros, los animales en general son muy valientes. Admiro eso de ellos, su valentía para todo, su supervivencia.

Le acerco la bandeja con comida y come con avidez, con mucha en realidad. Le dejo la bandeja ahí y me siento en el sofá, mi mente no para, no puedo dejar de pensar cosas. Hoy es el primer día del fin, el primer día de cinco. Ya lo pensé, el veterinario me dijo que en una semana el perro estará mejor, su pata en un poco más de tiempo mejorará. Pero yo no puedo esperar tanto.

Ya sé lo que haré.

Alguien más lo cuidará, alguien que estoy seguro lo cuidará muy bien. No podría dejarlo en mejores manos.

Suspiro y de nuevo aquellos pensamientos.

Estoy seguro que te parece que no sé sobrellevar nada, que todos hemos pasado cosas feas, cosas desagradables, que todos hemos sufrido y nos han lastimado. Y sí, probablemente tengas razón, probablemente yo no sé sobrellevar las cosas. Probablemente soy muy cobarde. Probablemente la muerte de mi abuelo, el acoso escolar, perder a mi novia y a mi trabajo, no es una gran causa para quitarme la vida. Pero tengo que contarte todo lo demás y sólo tú podrás llegar a tu conclusión. Y tal vez seguiré siendo un cobarde, pero al menos entenderás porque.

La muerte de mi abuelo, el jodido Jack molestándome y haciendome la vida imposible, te he contado eso. Quiero contarte la relación con mis padres, y mi hermana, a llegado la hora de hablar de mi familia.

Soy el mayor y Allison es la pequeña, dos años de diferencia, no mucho, creo que por esto nos llevamos siempre tan bien. Yo la cuidaba de todo y de todos, la protegía porque ella era mi hermanita y ella era, ella era realmente perfecta. No sé si me entiendas, ella es el tipo de hermana que eclipsa al otro u otros hermanos, en mi caso a mí. Ella fue la de las calificaciones perfectas, la de la conducta perfecta, la de las amistades perfectas.

Recuerdo a mis padres diciendome todo el tiempo:

-¿Por qué no puedes seguir el ejemplo de Allison, Bennet?

-Pídele ayuda a tu hermana, sal con sus amigos, júntate con ella.

-¿Te das cuenta como Allison si sacó las mejores calificaciones en el año?

Y muchísimas mas cosas así, y bueno, eso jodía y mucho.

Y no, no odio a Allie, al contrario, la amo, estoy orgulloso de ella, de la abogada que es ahora, de todo lo que ha hecho, de que sea feliz.

Tal vez envidié siempre que ella era todo el tiempo feliz. No importaba que pasara, ella sonreía, con ese tipo de sonrisa que te hace sentir bien. La veías y sabías que las cosas iban a estar bien.

Su cabello ondulado y claro, como el mío pero largo, sus ojos grandes y cafés, más oscuros que los míos, su espacio en la barbilla que le daba ese aspecto tan hermoso. No es porque sea mi hermana y todo eso, pero Allison es hermosa y su personalidad lo resaltaba más. Era como si la observaras y supieras el tipo de vida perfecta que tendría.

Y bueno, mis padres se encargaron de reafirmármelo cada día. Yo no pude ser como ella, nunca. Lo intenté pero no, yo no podía sonreír y arreglarlo.

Creo que mis padres siempre estuvieron decepcionados de mí, sobre todo cuando les dije que estudiaría arte y no derecho como mi padre.

¿Cómo iba a siquiera pensar en ser pintor?, ¡me iba a morir de hambre!, ¡tenía que seguir la profesión de la familia!... Tenía que ser el encargado del bufete después de mi papá, ¿cómo un jodido pintor?...

Recuerdo su cara cuando les dije que me iría a la universidad de arte al otro lado de la ciudad. Su cara de decepción y el enojo de papá. Recuerdo que mi mamá me dijo que sólo estaban preocupados por mi futuro, no querían verme fracasar, no querían que me faltara nada. Pero no lograron hacerme cambiar de opinión, yo amaba, amo pintar y eso nadie me lo pudo quitar.

Hace dos semanas que no hablo con mamá, ni con papá, ni con Allie. Lo cierto es que no les tengo coraje, creo que los padres tratan de hacer su mejor trabajo y ellos lo hicieron, de no ser así, Allie no sería lo que es ahora. Tal vez yo fui el que lo arruinó. Tal vez tuve que ser diferente. Pero así soy.

No he hablado con ellos porque no podría escuchar su voz por última vez.

Hace una semana Allie vino, supongo que está preocupada y que mamá le pidió que viniera, pero no salí, no le abrí. No podría verla una última vez.

Quisiera no hacerle daño a nadie con esto, menos a Allison, sé que ella sufrirá y en verdad lo lamento, es una de las pocas cosas que en verdad lamento, y en su carta se lo diré, ella no tiene la culpa de nada, ni siquiera mamá o papá tienen la culpa de nada. Y espero les quede claro, no les pienso reclamar nada, sólo te lo cuento a ti, para sacarlo de mí, para que sepas que a veces hacemos cosas sin pensar que vamos a hacerle daño a alguien más.

Creo que la gente tiene que pensar más de dos veces antes de decir algo, antes de insultar, de agredir o antes de comparar. Creo que la gente tiene que aprender a pensar más en el otro que sólo en sí mismo.

Frankie termina de comer y como puede se sube al sofá, y se recuesta a mi lado. Lo acaricio un poco y se me acerca más, dejo mi mano en él, cerca de su cara y empiezo a sentir que la lame. Supongo que es su manera de decir gracias. Y creo que quien tiene que agradecer soy yo.

Este perro me ha hecho recordar que aunque todo esté jodido, puedo hacer algo bueno por alguien, puedo ayudarlo, me ha hecho recordar algo que ya había olvidado hace mucho.