Capítulo 34
No puede evitar sonreír con cierta nostalgia y con entendimiento profundo del porqué el pecoso es así. El porqué actuaba o reaccionaba de esa forma en aquellos momentos.
"Es el demente del pueblo."
"Todos dicen que es extraño."
"Era conocido como el mudo del pueblo de Nachi."
Bakugou niega con cierta ira al recordar aquello que le había mencionado Tokoyami.
—Que fácil es juzgar a los demás cuando no se sabe su historial. —lanza el rubio ceniza mientras mantiene su mirada fija. —Supongo que me encargaré de hacer feliz al maldito demente del pueblo... —lanza mientras sus escarlatas endurecen sintiendo una profunda ira navegar en su interior.
—Y el resto puede comer mierda.
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Desempolvando bitácoras
El día anterior había sido sin duda una especie de montaña rusa.
Aún si su corazón quería saltar de la felicidad por la cercanía que de pronto se había concretado junto a Bakugou, su lado racional se niega a hacerlo.
—No hay tiempo para eso. —dice releyendo sus anotaciones hasta el cansancio en su bitácora.
—Oye, Deku. —suelta Bakugou con un paño blanco sobre su cabeza, y con sus manos ocupadas con una caja. —Encontré esta mierda y quiero quemarla, ¿qué dices?
Izuku Midoriya gira su rostro y observa una caja vieja entre sus manos. — ¿De dónde la has sacado? —inquiere levantándose y tomarla.
Mientras la deja en el suelo y la abre, Bakugou se cruza de brazos y se apoya en el umbral de la puerta. —Estaba con el jodido Pickles. Esa perra quería salir un rato, entonces vi su chiquero y decidí limpiarlo.
—Es un pájaro, no un perro... —murmulla Izuku centrado en su contenido. — ¿Entonces estaba en la biblioteca? —inquiere al instante en que azota su palma al ver salir una enorme araña.
El rostro de Bakugou se ve asqueado. —Ve a lavarte esa mano ahora mismo. —ordena al instante en que Izuku asiente y va hasta el baño mientras Bakugou le sigue con la mirada.
—Es extraño... No recuerdo haber guardado esa caja nunca. —suelta el pecoso con su mano en el mentón y volver al sitio.
— ¡Como sea! ¿¡Sí puedo quemarla!? —exclama impaciente.
Pero los ojos de Izuku abren al instante en que saca tres libretas.
—1680... 1681 y 1682... —dice con sorpresa observando tres bitácoras de años consecutivos llenas de polvo, guardadas y olvidadas. Entonces alza su mirada. —Lo siento, Kacchan, no podrás quemarlas. —suelta dejándolas sobre su escritorio a un lado de su bitácora más reciente, año 1683.
— ¡Por un demonio!
—Pero puedes quemar la caja. —responde el pecoso mientras observa como los ojos escarlatas brillan. —Pero con cuidado.
— ¡Sí, sí, adiós! —suelta el rubio perdiéndose con la caja de forma inmediata.
Una sonrisa enternecida nace de Izuku al ver ese gesto, mas su mirada seria se centra en aquellas tres libretas con su mano en el mentón. —Kacchan es impresionante. —susurra sentándose y abrir la primera bitácora.
Las primeras anotaciones eran de fracasos y solo fracasos, tal y como recordaba había vivido esos años.
— ¿Será por eso? —inquiere apoyándose en la silla observando el techo, con sus brazos cruzados. — ¿Las oculté porque no quería leer mis reiterados fracasos para que Kacchan pudiera despertar?
Aún si era la explicación más sensata, Izuku Midoriya decidió leer cada una de las anotaciones que tenía.
Así, hasta que sus esmeraldas paralizaron por un segundo.
«02 de Octubre, 1680
Hoy, Bakugou Katsuki por fin despertó.»
— ¿Qué? —inquiere confuso encimandose sobre la libreta. —Bakugou despertó en 1683 según mis recuerdos... —suelta avanzando en su bitácora actual y pasar páginas más allá, hasta que señala con el dedo instantáneo. — ¡Aquí!
«02 de Octubre, 1683.
Mis estudios fueron acertados, es posible crear vida.»
Su cuerpo tiembla al efectivamente encontrar aquello. —Entonces, es real... —susurra con su voz un tanto quebrada por la profunda sorpresa que le genera bastante perturbación.
—El bucle es real. —piensa regresando páginas anteriores a aquella anotación y rememora las palabras de su maestro.
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"De no ser por estas redes infrarrojas que instalé y que interfieren con la comunicación, apenas has comenzado a contar la historia habríamos sido víctimas de un reseteo a nivel global por Shiozaki Ibara.
Esa mujer es una integrante de la guardia real, a lo largo de estos tres años, la población del Exilio ha sufrido un reinicio de siete veces, están metidos en una especie de bucle y no me extrañaría que ustedes también lo estuvieran.
Su poder es escuchar todas las voces de las personas que ella ha visto aún si está a kilómetros de distancia.
Si se manifiesta una aurora boreal de colores verdosos potentes, no debes mirarla directamente a los ojos o caerás en su reinicio."
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Aún si hasta hace unos minutos atrás no tenía idea de la existencia de tales bitácoras, era un hecho que jamás se había dado el tiempo de revisar sus eventos pasados con tanto detalle como ahora, más bien, hace más de un año que no lo hacía, centrado en el momento presente y en los avances futuros más que los pasados.
—Shiozaki Ibara. —piensa instantáneo sintiendo una gran sensación de peligro bajo su nuca, mientras escucha los gritos de Bakugou contra los animales.
Y el par de esmeraldas intensifican con cierta frustración ante aquello. —Ellos quieren arrebatar mi paz. Nuestra paz. —suelta frunciendo su ceño con evidente desprecio.
—Y si es así... Si realmente es así, estamos en una clara desventaja. —menciona Izuku a solas en su laboratorio, siendo consciente de la gran responsabilidad que tenía junto a Bakugou por cambiar el orden de las cosas a nivel global.
Pero no se queda estático y más bien continúa con la bitácora de 1680.
Sus pupilas mueven veloces mientras retrocede más y más páginas, hasta que de pronto, su palma azota contra una página en concreto.
«07 de Diciembre, 1680.
Bakugou despertó un extraño poder, todo se descontroló. En el pueblo alguien lo acusó injustamente de robo y él enfureció.
Aunque aún no sabe hablar bien, él entiende perfectamente cuando algo le está causando molestias.
De sus palmas salieron llamas y toda la feria ha sido quemada. Temo que nos acusen de herejía. Ahora estamos huyendo del pueblo, estamos cerca de la frontera. »
Sus esmeraldas abren sorprendidas. — ¿¡Llamas de sus palmas!? —exclama. — ¡Kacchan no ha manifestado ese poder aún! —insiste levantándose de su asiento con evidente sorpresa y continuar leyendo.
«08 de Diciembre, 1680.
Estoy sorprendido, una extraña aurora boreal de colores verdes se manifestó en el cielo cubriendo absolutamente todo.
No sabía que un fenómeno de tal calibre pudiera manifestarse aquí teniendo en cuenta las condiciones climáticas. A Kacchan le dio sueño en cuanto las vio y cayó dormido. A mí también me está generando cierto cansancio.»
El rostro de Izuku deforma horrorizado, y empeoró más al rebuscar en aquella bitácora y confirmar que aquella, efectivamente era la última anotación.
Sus manos actúan, guarda veloz todas las bitácoras en su bolso y sale corriendo hacia el jardín.
Ahí, Bakugou sonriente observa el fuego. Y su mirada desvía rápidamente hacia Izuku quien se ve tembloroso y pálido.
— ¿Qué rayos te pasa? —inquiere el rubio ceniza mientras le ve moverse de un lado a otro murmurando incansable.
Pero Izuku no le escucha y simplemente sigue avanzando con sus murmullos.
— ¡Te pregunté que qué demonios te pasa, Deku! —exclama Bakugou tomandolo de los hombros y zamarrearle.
Y entonces Izuku le mira con evidente desesperación. — ¡¡Nos tenían dormidos!! ¡¡Era verdad, todo lo que dijo Ai—exclama al instante en que Bakugou pega su palma en la boca de Izuku, callandolo a la fuerza.
Midoriya abre sus ojos sorprendido mientras ve aquel par de escarlatas amenazantes frente a él.
— ¡¡Por supuesto que estaríamos dormidos si bebimos toda la maldita noche, bastardo!! —exclama tan fuerte como dieron sus pulmones, al instante en que pega a Izuku en contra su pecho agarrándole de la camisa. — ¿Eres imbécil o quieres que nos duerman otra vez? ¿Hah? Ya controlate y ordena todo, nos largamos de aquí. —Le susurra casi tan bajo que apenas y se entendió, dejándolo ir.
El rostro de Izuku ahora mismo se ve arrepentido, siendo consciente que su arranque de desesperación casi arruina todo.
Su mirada baja, con su cuerpo un tanto tembloroso. —T-tenemos que buscar una carreta.
— ¿Para qué? —inquiere Bakugou apagando el fuego con el uso de un balde con agua.
—Para transportar el alimento de todos más rápido.
—Bien. Vamos por eso y luego me cuentas qué es lo que descubriste. —dice al instante en que toca su hombro con firmeza y le deja libre.
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El atardecer hace presencia en un día agrícola fructífero común para Tokoyami, quien con ayuda de una pala clavada en sus terrenos lanza un suspiro mientras bebe agua.
—Un día menos para que la destrucción se desate en el pueblo de Nachi. —murmura serio y con sus ojos profundos, mientras observa los colores anaranjados envolver los cielos.
De pronto, sus ojos desvían al sentir su portón de madera crujir por segunda vez.
Bakugou Katsuki, tal como había prometido, había vuelto hasta las tierras del hombre pájaro.
— ¡Oye, no te lleves mi carreta! —exclama Tokoyami incrédulo, dejando a solas su pala y correr hasta él al verlo caminar de lo más relajado a la salida.
— ¡Nos veremos pronto, hombre pájaro! —Es lo que atina a decir Bakugou mientras se despide.
Pero Tokoyami no se rinde y se pega hasta él, intentando detenerlo.
Así es como el pelinegro entiende la gran diferencia de fuerza física que existe entre él y Bakugou. Ya que, aún si le dio un par de puñetazos e intento sacarlo a empujones, el rubio ceniza ni siquiera se movió, solo le observa neutral y con casi burla por su ineficiencia.
Y como respuesta, Bakugou le había jalado de su capucha negra y lo había arrojado con brutalidad dentro de la carreta. —Eso es lo que consigues si tantas ansias tienes de tener tu maldita carreta de vuelta, idiota. —lanza Bakugou sonriente. —No te haré mierda solo porque me caes bien, pero no me tientes.
Tokoyami con sus largos cabellos negros le mira incrédulo, mientras apoya sus manos en el borde interno de la carreta, mirándole. — ¿Gracias? —lanza serio pero con interés. —Eres casi paranormal. —añade rendido moviéndose de forma ascendente y descendente por los movimientos bruscos de Bakugou al manejar la carreta.
Es entonces que no lo piensa demasiado para cuando sus ojos brillan, observando aquella inmensidad rubia ceniza cubrir justamente la despedida del sol.
— ¿Quieres hacer un pacto conmigo?
Es lo que pregunta en el momento que saca su navaja y corta su palma, emergiendo sangre abundante.
— ¡NO!
Una voz externa hace que tanto Bakugou y Tokoyami miren a su izquierda de forma instantánea.
— ¡E-él no es un demonio! —chilla de pronto Izuku saliendo de los arbustos con hojas pegadas en su cabello, apegandose a Bakugou como si su vida dependiera de ello.
Las carmines de Tokoyami bajan. —Ya veo, así que ya tienes un dueño. —murmura desanimado bajando su palma y limpiar su sangre. —Ahora entiendo tu interés por saber de Midoriya Izuku.
Bakugou ríe. —Hombre pájaro, no soy un demonio, pero soy algo... —lanza con sus escarlatas amenazantes mientras apega su frente a la de él. —Muchísimo peor que eso. ¿Quieres comprobarlo?
Tokoyami abre sus ojos al instante y asiente veloz, mientras que Izuku coge a Bakugou y le separa a la fuerza, con sus mejillas infladas. — ¡YA BASTA, KACCHAN!
El de largos cabellos negros medio sonríe ante aquella actitud del rubio, aún si la seriedad en su persona abunda. —Kacchan me agrada. —dice señalandole mientras mira a Izuku.
Y las cejas aceitunadas de Izuku fruncen. —Su nombre es Bakugou. —corrige al instante en que avanza junto a él y observa a Tokoyami. — ¿Quieres venir con nosotros?
—Él sabe información importante. —responde Bakugou instantáneo, neutral.
Y Tokoyami lanza un suspiro. —Solo estoy en busca de recuperar mi carreta.
El rostro de Izuku palidece. —Uh... ¿Kacchan no te la pidió prestada?
—No, él solo la sacó de mis tierras. —responde el joven con despreocupación.
Izuku Midoriya está a punto de disculparse por semejante falta de respeto, pero el sonido constante de la carreta cesa.
Bakugou Katsuki se detiene a medio camino cuando divisa a la lejanía dos sujetos sentados bajo el árbol que está frente a su hogar, en la sombra.
— ¿Qué demonios? —inquiere dejando la carreta a un lado y comenzando a avanzar, divisando a un sujeto de cabello bicolor y ojos heterocromáticos estar sentado junto a otro grandulón de cabellos oscuros cortos.
Los ojos de Izuku abren impresionados, comenzando a correr hasta ellos con excesiva confianza y sorpresa.
— ¿Eh? ¡Deku! —exclama Bakugou confuso mientras le observa ir hasta ellos. — ¿Qué demonios? —inquiere ahora frente a Tokoyami, quien también observa la escena de forma curiosa.
— ¡Todoroki-kun! —exclama Izuku corriendo hasta él con todo a lo que le dan sus piernas.
Todoroki Shoto se observa pálido, y sus piernas tiemblan. Se levanta como puede y se aproxima hasta Izuku. —M-Midoriya, hay algo importante que—
Y es en ese instante en que el joven cae inconsciente, e Izuku logra retenerlo entre sus brazos. — ¡Todoroki! —exclama con preocupación.
El hombre que le acompaña se levanta, dejando ver una gran estatura y masa muscular. —Mi maestro ha venido hasta aquí para informarle algo muy importante. —señala Inasa con su rostro serio.
—Shinsou está muerto y ahora vienen por ti, Midoriya Izuku.
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