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Capítulo 33

IMPORTANTE: En los inicios del fic he puesto que es de categoría MADURO y contenido YAOI KATSUDEKU.

En esta actualización se desarrollará contenido explícito sexual.

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—Izuku.

La respiración del pecoso cada vez es más irregular y su nerviosismo aumenta. No sabe bien qué es lo que planea, mas recuerda el primer beso que se habían dado y no puede evitar desearlo mientras se funde en aquel mar de aguas sangrientas.

Es por eso que no responde, ahora mismo Izuku Midoriya se siente embobado en contra la pared mientras Katsuki desvía las caricias de su mentón hasta sus propios labios carnosos.

Izuku siente el tacto de aquellos dedos ardientes que le entregan caricias suaves sobre sus labios inferiores, y no puede evitar sentir un remolino invadir su propio estómago.

— ¿Qué tal si nos consolamos mutuamente por esta vez? —inquiere el rubio acercándose hasta sus labios, notando como el pecoso no se resiste y más bien se mantiene quieto en su lugar.

Se detiene apenas a un centímetro de los labios de Izuku mientras observa fijamente aquel par de esmeraldas que decoran el sonrojo intenso sobre sus mejillas pecosas.

Y se queda ahí, por unos segundos y no planea moverse hasta escuchar una respuesta de parte del pecoso.

Izuku no lo soporta demasiado para cuando se rinde ante aquella mirada y extiende sus brazos envolviendolos tras su cuello, acortando la poca distancia existente. —Sí... Está bien. —susurra mientras ambas respiraciones chocan entre sonrojos evidentes.

Sus cuerpos tienen la necesidad de expresar todo lo que sienten a través del contacto físico, mediado principalmente por las emociones intensas que cada uno desencadena por si mismo, con el objetivo de convertirse en una sola.

Unión a través del deseo y la necesidad, una unión sumergida en emociones intensas.

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Caricias intensas

Sus respiraciones chocan y el par de esmeraldas derriten frente aquellos ojos demandantes frente a él.

La mano de Bakugou Katsuki baja de forma lenta y recorre cada centímetro de su espalda baja. A su vez, las mejillas de Izuku tiñen en el segundo justo en el cual su corazón azota en su pecho, asumiendo lo que sucedería a continuación.

Así fue como Bakugou de un jalón consume sus labios esta vez con intensidad. No sabía el porqué lo hacía exactamente, solo sentía la necesidad de hacerlo, porque a su lado se sentía bien.

Mientras lo besa abre levemente sus ojos para apreciarlo más de cerca, hundiendo su palma sobre sus cabellos verdosos. Así es como le observa detenidamente, apreciando cada uno de sus detalles y sientiendo su respiración profunda chocar en sus mejillas.

No lo entiende, pero tenerlo bien pegado sobre él sintiendo cada centímetro de su cuerpo, obediente y sonrojado genera cierto efecto impulsivo y dominante. Quería tenerlo para él, quería que aquella mirada esmeralda enamorada solo fuera hacia él.

La primera vez que lo besó comprendió que lo quería a su lado, ya no solo como un compañero, sino que más que eso. Su cuerpo hace ya bastante había expresado atracción hacia el joven científico, pero era su mente quien se hallaba confusa respecto a eso.

Para el día de hoy todas sus interrogantes habían sido resueltas, formando ya parte del pasado, y aquella desconfianza persistente había desaparecido por completo.

Sus labios despegan con sus escarlatas brillantes, cubiertas de amor y determinación. Izuku nota como aquel ceño fruncido expresa sola decisión.

Las manos candentes del rubio ceniza no se detienen aún si sus escarlatas se mantienen estáticas observando aquel par de esmeraldas. Es por eso que Izuku siente un tacto firme que baja de forma intensa por sus caderas, ahora subiendo y tocar bajo su camisa blanca, tratando directamente con su piel.

Y el pecoso respira agitado ante ello, con sus ojos casi hipnotizados por él.

—Quiero comerte.

Es lo que sale de los labios de Bakugou mientras forma una sonrisa orgullosa y extasiada, con un sonrojo más que claro y le apega lo más que puede en contra él. —Quiero comerte y hacerte mío. —repite dejando su izquierda bajo la camisa blanca de Izuku mientras con la diestra coger de su mentón dominante. —Deku.

Aún si desea formular alguna palabra ante aquella confesión, para Midoriya es como si el tiempo se hubiese detenido, como si se tratara de algún tipo de sueño en el que por fin se siente acogido y protegido.

Izuku Midoriya solo acaba alzando ambas manos y enredarlas tras su cuello, para besarle esta vez él.

Aquella respuesta para Bakugou había sido más que suficiente.

Habían llegado entre besos y jalones hasta la habitación misma. Jalones por las mismas manos de ambos que con desesperación se lanzaban caricias poderosas, dejando cierta rojez en sus pieles.

Izuku Midoriya ya lejano a su juicio neutral de un empujón estampa a Bakugou en contra la cama, simplemente dejándose llevar por la intensidad emocional que siente. El par de escarlatas abren un tanto sorprendidas por el cambio de papeles.

La mirada excitada de Izuku Midoriya posa sobre sus ojos en cercanía, ahora sobre él con ambos sexos rozar. — ¿Qué es lo que habías dicho hace un momento atrás? —inquiere el pecoso con amplio rubor cubrir sus mejillas y con sus manos inexpertas acariciar el cuello de Bakugou, manteniendo su frente pegada a la del rubio.

Bakugou mantiene su mirada un tanto sacada de sí mismo, mientras observa la sonrisa pícara del pecoso ahora sobre él, sintiendo inclusive un dolor excitante al sentir el miembro de Izuku despierto sobre el suyo, aún si ambos mantienen su ropa bien puesta.

Y sus mejillas están altamente sonrojadas mientras lanza suspiros. —Yo... Dije... —suelta el rubio ceniza intentado hilar sus palabras a pesar de aquella sensación nueva y placentera, al instante en que Izuku se mueve lento sobre él otra vez. Bakugou no puede evitar tragar saliva y tensar su cuello. —Dije... Agh. —susurra soltando un gemido ronco al sentir eso.

Izuku muerde de sus labios inferiores intentando ocultar su propio gemido al continuar moviéndose, sintiendo un placer evidente.

Y es en ese momento, cuando Bakugou ve esa expresión en el pecoso que su rostro endurece y de un ademán rompe su camisón.

— ¡Ihhh! —exclama Izuku saliendo de su extasis al notar la tela caer y la brisa recorrer por su piel. — ¡Esa camisa la tenía desde los dieciséis! —chilla con sorpresa.

—La tenías. —remarca Bakugou mientras coge de su cuello con su izquierda y lo estampa contra la cama. —Ya fue suficiente.

Izuku Midoriya parpadea incrédulo al instante en que observa a Bakugou quedar sobre él.

El rubio ceniza sonríe extasiado sin quitar su mano del cuello del pecoso.

—No sé qué demonios se hace exactamente, pero se siente malditamente bien. —lanza en un gruñido refiriéndose a aquel momento íntimo que ambos estaban viviendo.

Si algo había comprendido, era que tocar sus sexos en aquel momento de extrema sensibilidad se sentía casi tocar el cielo.

Es por eso que con una sonrida malvada y pícara posa su mano libre sobre la entrepierna de Izuku y la acaricia de forma ascendente y descendente.

El cuerpo de Izuku salta y tambalea ante aquello de forma inmediata.

—E-espera, Kacchan... —gime el pecoso con su respiración cada vez más agitada y el sonrojo máximo que pudiera alcanzar. —E-espera... —insiste al notar que el rubio ceniza no se detiene.

Las escarlatas le miran dominantes. — ¿Hah? Dame una buena razón de porqué debería hacerlo. —lanza Bakugou recostandose sobre él sin pausar su movimiento y comenzar a besar su cuello.

—P-porque y-yo nunca he hecho esto... C-con nadie. —suelta Izuku con vergüenza a sabiendas que lo que se venía a continuación era ya algo mucho más íntimo y desconocido para él.

Y esto hace que el rubio ceniza aumente el ritmo.

Bakugou pasa su lengua a través de su cuello y le entrega una mordida, dejándose llevar mientras siente como el miembro de Izuku bajo sus ropas comienza a palpitar y a crecer más de lo que ya estaba.

—K-Kacchan, espera, si sigues así... Y-yo—gime comenzando a respirar más agitado y sentir como un calor viaja con velocidad por todo su cuerpo. — ¡Y-yo! ¡Nghh! —exclama clavando sus uñas en la espalda de Bakugou al instante en que sus pantalones humedecen.

Bakugou abre sus ojos y parpadea incrédulo. —No puede ser. —suelta sentándose en la cama y observar fijamente sus pantalones ocre tener un color más oscuro en medio. —Deku, tú... Te hiciste pipí. —Es entonces que sonríe burlesco.

E Izuku abre sus ojos indignado al instante en que se cubre la entrepierna con ayuda de sus manos. — ¡Eso no es pipí! —exclama levantándose de la cama y caminar hasta el baño.

Bakugou le sigue sonriente. — ¿Y entonces qué es? ¿Huh? —inquiere mientras huele su diestra y le observa entrar. —Oi, Deku, ¿qué es? Huele a no sé, raro. —añade divertido sin dejar de olfatear su mano.

Izuku Midoriya solo cierra sus ojos. — ¡Es semen! —exclama avergonzado al instante en que le ve lamer su propia mano y un escalofrío de la vergüenza le invade. — ¿¡R-recuerdas la clase de educación sexual!? ¡¡C-como sea, ya deja de hacer eso y ve a lavarte las manos!! —exclama cerrando la puerta de un jalón.

Y Bakugou sonríe con satisfacción, mientras su pecho infla. — ¿Para qué? Si es tuyo entonces me lo comeré. Déjame pasar. —insiste golpeando la puerta del baño en el momento en que siente la ducha comenzar a funcionar.

—Oi, Deku, ¿quieres que nos duchemos juntos? —añade travieso.

— ¡Kacchan!

...

Aquel momento había sido suficiente para que ambos se sintieran más íntimos el uno con el otro.

Era la magia de la comunicación y el entendimiento de por fin comprender la dura realidad que a ambos les había tocado vivir.

Así es como Bakugou Katsuki permanece mirando la noche estrellada en silencio y en soledad, mientras Izuku Midoriya duerme profundamente en su habitación.

Sus manos navegan por la inmensidad estelar como si quisiera alcanzarlas o generar alguna especie de cambio. Finalmente, sus escarlatas desvían a su antebrazo notando las pequeñas cicatrices envolver cada centímetro de su piel.

—Mitsuki Bakugou y Masaru Bakugou...

La voz de Bakugou navega junto a la ventisca que arrastra pequeños pétalos de flores carmines, cruzándose por su campo visual en cuanto los nombra.

—La realidad es un asco. —lanza desolado recordando las palabras de Izuku Midoriya. —Y si realmente fuiste mi madre, ¿por qué permitiste que sucediera todo esto? —inquiere observando hacia la luna con sus escarlatas perdidas.

Rememora los centenares de cuentos leídos en donde relatan el instinto materno que cuida y protege de sus cachorros a como de lugar.

—La imagen que tengo de lo que es una madre o un padre no encajan con la que Deku me confesó. Y ni siquiera los conozco. —dice en un suspiro lleno de desilusión mientras observa la palma de su mano. —Y pensar que pude haber tenido hermanos, me duele... —suelta con sus escarlatas al borde del llanto. Bakugou muerde sus propios labios con frustración. —Aún si quisiera entenderlos, jamás lo podré hacer.

Su mente intenta rebuscar en cada rincón en busca de algún recuerdo, mas solo llega a cuando vio aquel par de esmeraldas por primera vez.

Se recuesta rendido sobre el césped frío y lanza un suspiro, con ambas manos tras su nuca. —La realidad es un asco, pero me encargaré de moldearla a mi maldito gusto. —dice decidido mientras su mirada neutral observa la noche.

Recuerda el sufrimiento de Izuku, las tantas veces que lo vio al borde de la locura, otras en las que solo se encargó de rogar que las cosas se mantuvieran en paz y otras más en donde comunicó fuerte y claro, con profunda desesperación su tan grande miedo al abandono.

No puede evitar sonreír con cierta nostalgia y con entendimiento profundo del porqué el pecoso es así. El porqué actuaba o reaccionaba de esa forma en aquellos momentos.

"Es el demente del pueblo."

"Todos dicen que es extraño."

"Era conocido como el mudo del pueblo de Nachi."

Bakugou niega con cierta ira al recordar aquello que le había mencionado Tokoyami.

—Que fácil es juzgar a los demás cuando no se sabe su historial. —lanza el rubio ceniza mientras mantiene su mirada fija. —Supongo que me encargaré de hacer feliz al maldito demente del pueblo... —lanza mientras sus escarlatas endurecen sintiendo una profunda ira navegar en su interior.

—Y el resto puede comer mierda.

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N/A: Miren, yo en mis tiempos mozos amaba escribir puercadas. Y ahora, que ya estoy en busca de colágeno me da mucha vergüenza escribir este tipo de cosas. 

Simplemente no tengo coherencia chiquis. Pero que sepan que estoy publicando esto con mucha verwenza -u-.

Por cierto, les debo dos actualizaciones más, así que dentro de esta semana les caigo otra vez.

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