Capítulo 30
Meses después, un nuevo niño había nacido y esta vez, soportó de forma extraordinaria el cambio de ambiente. La diferencia había sido que esta vez Mitsuki decidió incubarlo aún de feto, con apenas siete meses.
Su crecimiento fue exponencial, por cada mes que pasaba, demostraba tres meses de adelanto en crecimiento. Y cada vez exigía más y más líquido reactivador. Anclado en el tubo y sin tomar consciencia, en un pestañeo presentaba una evolución que marcaba sus tres años.
La experimentación por fin parecía dar frutos, y todos no podían sentirse más afortunados, la esperanza de un cambio por fin podía ser palpada.
Hasta que las consecuencias de no escuchar a Inko Midoriya habían llegado a su fin.
La peliverde había acabado siendo arrinconada y secuestrada. Y Toshio al descubrir esto, simplemente perdió la cabeza.
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Desgraciado pasado
En todo tipo de relación, la comunicación es uno de los factores más importantes, representa el pilar que sostiene las múltiples ramas que conlleva la unión entre dos personas.
De no ser así, diferentes eventos asociados a ello comienzan a nacer y mantenerse presentes, como pequeños parásitos que se encargan de devorar la unión alguna vez formada.
Pero desde luego, al perseguir con desespero y ansiedad un ideal de tanto peso como lo era el cambio de la evolución de la humanidad, Toshio Midoriya olvidó la causa principal del porqué lo hacía; su familia.
Aisló a su hijo y lo mantuvo en constantes pruebas, le exigió cumplir sus expectativas en áreas que solo a él le apasionaban. Jamás se preguntó qué era lo que realmente le apasionaba a él. Le obligó seguir su propio ideal encargandole el futuro y como si esto no fuera poco, lo separó de su madre.
Opacó su propia infancia, convirtiendolo en una especie de rata de laboratorio que sigue órdenes como si se tratara de algún tipo de niño con el cerebro vacío de humanidad, pero lleno de conocimientos.
Mitsuki Bakugou no es muy diferente a Toshio. En busca de la propia evolución realizó innumerables pruebas lejanas a la ética, que no le hace diferente a lo que usualmente acostumbra a hacer, es decir, experimentar con los mutantes.
Se convirtió en una especie de incubadora humana caótica en busca de un éxito absoluto. A raíz de esta búsqueda lejana a una tazabilidad de éxito del 100% y más bien, una de solo el 25%, se había autocausado el dolor más grande que le podría ocurrir a una madre, la pérdida de sus pequeños. Y más aún en ella, a sabiendas que la responsabilidad de esas pérdidas recaía completamente en sus manos.
Así fue como la pérdida de sus propios hijos, siendo ella la única responsable al permitirse hacer una experimentación de ese nivel la volvió una demente llena de frialdad incapaz de volver a sonreír. Mitsuki Bakugou lentamente había comenzado a tener alucinaciones con sus niños perdidos y ya no era capaz de saber si lo que le envolvía era una especie de sueño o la realidad misma.
Ya sus propias manos las veía completamente rojas incluso si se frotara mil y una vez con antisépticos, generando inclusive rasguños e irritaciones en su piel.
La manchada e infernal sociedad convirtió a los salvadores anclados a una rebelión y en busca de un futuro mejor en unos cerebros lejanos al heroísmo y repletos de sangre.
Con unas mentes así liderando el movimiento, desde luego nada bueno podría salir por muy pura que fuese la causa inicial.
Por otro lado, Masaru Bakugou e Inko Midoriya sufrían en silencio, observando cómo sus respectivos compañeros de vida se habían transformado en seres completamente irreconocibles.
...
Los gritos furiosos de Inko Midoriya fueron invadidos en el calabozo. El sonido de las cadenas ha permanecido por horas.
La mujer solo añora poder ver a su hijo al menos una última vez.
—Investigué todo acerca de ti, Inko.
Un hombre alto y de cabellos rubios permanece mirándola sentado mientras fuma en su pipa.
Su nombre es Valhall y es perteneciente de las ramas de poder. Es el hombre que convirtió su amor en una obsesión lejana a la cordura.
Él observa aquellos ojos esmeraldas llenos de angustia e ira.
—Ese no es mi nombre.
Dice la mujer con su corazón acelerado.
—Un hijo de diez años que no está en el sistema. Eres la esposa de Toshio Midoriya y no eres una mutante, te has encargado de fingir que asesinas y cuando debes hacerlo frente a tus superiores, lo haces con el polvillo radioactivo que sintetiza tu esposo, fingiendo que de tus propias manos nace una especie de desintegración. Tus guantes oscuros que siempre llevas contigo previenen el daño en tu propia piel.
—No sé de qué hablas. —agrega la mujer negándose rotundamente.
Pero Valhall extrae de su bolsillo un pequeño saco gris y lo vierte sobre el piso, desintegrandolo suavemente. —Incluso causa daño a nivel inorgánico, qué curioso.
— ¡¡Yo no sé de qué es lo que estás hablando!! ¡¡Mi nombre no es Inko!! —exclama con sus ojos desesperados, solo reteniendo la primera frase de Valhall.
Un hijo de diez años que no está en el sistema.
Un hijo de diez años que no está en el sistema.
Su mente no deja de repetir aquella frase y causa suficiente desesperación para que su sensibilidad nazca, generando que sus ojos comiencen a llorar. —Yo... Realmente no sé de qué estás hablando. —solloza con su voz rota.
Valhall ríe satisfecho, por fin, luego de largos diez años tras ella la tenía ahí, frente a él.
Era la primera vez que podía entablar una conversación con ella. Todas las veces que se intentó acercar, ella huía.
Pero ella ya no podría huir más de él. Es por eso que Valhall ríe mientras deja a un lado su pipa y avanza hasta ella. Coge de sus propias mejillas con su gran mano y las presiona con satisfacción.
—Me pregunto qué tan desesperada te has de sentir para que estés llorando frente a mí. —susurra con sus ojos oscuros brillantes. —Qué afortunado soy, qué afortunado...
Inko intenta zafarse del agarre, pero el sujeto la tiene bien presionada. Intenta dejar de llorar, pero sus ojos no son obedientes. Quiere morderle, pero su boca no puede abrir de la presión que él ejerce sobre sus mejillas.
Lo único que puede hacer es mirar aquellos ojos sádicos y repulsivos a centímetros de ella, y su mente lo único que reproduce es el rostro de su pequeño Izuku.
—Te encontré.
Es la voz de Toshio Midoriya envuelto en una capucha con su corazón acelerado. Sus manos tiemblan y una sonrisa nerviosa sobresale en la pequeña ventanilla a raíz de la tierra.
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Tres horas antes
Masaru, pendiente de las cámaras abre sus ojos y se levanta con rapidez de su oficina. Sus pasos corren desesperados camino hasta el laboratorio.
Mientras Mitsuki y Toshio estudian a BX3003 dentro del tubo que ahora presentaba el desarrollo de un niño de diez años, Masaru irrumpe.
Ambos dejan sus anotaciones a un lado y clavan su mirada en el castaño, quien tiene un rostro horrorizado.
— ¡¡¡ES INKO!!! —exclama entrando y cogiendo los hombros de Toshio. — ¡¡¡INKO ENCENDIÓ SU UBICACIÓN DE URGENCIA, TOSHIO!!! ¡¡¡ESTÁ EN PELIGRO!!!
Los ojos de Toshio desorbitan y deja caer sus apuntes junto a su bolígrafo. —Dónde... Dónde está. —susurra ido mientras siente la adrenalina surgir.
— ¡¡¡En la rama principal!!! ¡¡¡En el calabozo!!! —exclama Masaru entregándole un pequeño dispositivo marcando su ubicación exacta.
—Para que Inko se haya visto obligada a presionar la ubicación de emergencias... —murmura Mitsuki con sus escarlatas abiertas, tragando duramente saliva. —Mierda.
Toshio había desparecido del lugar en cuanto el artefacto con su ubicación le fue dado, mientras Masaru se apega al tubo radioactivo en donde está el pequeño Bakugou y comienza a llorar.
— ¡Hijo! —solloza con sus ojos rotos mientras cae sentado y lo abraza con desespero. — ¡Perdónanos por lo que hemos hecho, hijo!
Lo que había sucedido era suficiente para entender que el final estaba cerca, muy cerca.
Y Mitsuki mientras observa a su esposo roto, actuó.
Corrió hasta donde tenían sentado a Izuku con sus correas en brazos y piernas observando los procedimientos y le liberó.
— ¿Recuerdas lo que hablamos hace un tiempo atrás, Izu? —inquiere la mujer con sus manos temblorosas mientras Izuku con sus esmeraldas vacías le miran.
—Proteger a BX3003 con mi vida.
Mitsuki parpadea y su mirada parece negar, mientras lanza un suspiro. — ¿Cuál es tu nombre?
—No tengo.
Mitsuki presiona sus labios y acaba acuclillandose frente a él, tomando de sus pequeños hombros y zamarrearlo levemente. — ¡¡No es BX3003, Izu!! ¡¡Es Bakugou Katsuki, jamás lo olvides!! —exclama la mujer con sus ojos llorosos. — ¡Y para tu familia siempre serás Izuku Midoriya! ¡BAKUGOU ES TU FAMILIA!
Izuku asiente con sus ojos vacíos, en silencio.
Mitsuki deja salir suspiros angustiosos. —Escucha, puede que todo se vaya al carajo en unas horas. ¿Recuerdas cuando te dije que de surgir alguna urgencia necesitaba que cuidaras de mi niño?
Izuku asiente.
—Puede que sea ahora, comenzaremos a almacenar todo lo que esta aquí en el cubo que te obsequiamos. —dice con rapidez mientras extrae el collar de Izuku con el pequeño cubo. —Luego te esconderemos, esperarás tres días y saldrás de aquí, ¿entendido?
Izuku asiente en silencio.
Es en ese momento en el que Mitsuki sintió el verdadero peso de sus propias decisiones. Ahí, frente a ella, tenía las consecuencias. Es por eso que sus manos no pueden dejar de temblar y su respiración se transforma irregular.
Su garganta presiona fuertemente.
El fruto de su tan anhelado sueño de romper el ciclo había acabado con la manipulación y experimentación de sus propios hijos.
Sus ojos no lo soportan más y lloran, cayendo destrozada en el suelo, quebrada por completo mientras Izuku de pie la observa romperse lentamente.
Es él mismo, quien al notar que la mujer es incapaz de sostenerse cuerda envuelta en aquella crisis personal, le quita el pequeño cubo de sus manos y comienza a guardar todo contenido en el laboratorio con naturalidad.
Izuku avanza máquina por máquina, informe por informe, material por material, y presionando el botón, lo guarda de forma automática.
Los llantos de Masaru y Mitsuki persisten en sus oídos, pero Izuku solo cumple con la misión encomendada. Es por eso que, aunque ve a Masaru abrazando a Bakugou sumergido en el tubo de manera insistente, él solo le observa con sus esmeraldas vacías.
—Por favor, permitame hacer mi trabajo.
Masaru desvía sus ojos de su hijo dormido y ve a Izuku a su lado, entonces corre y le abraza. — ¡¡Tú también, Izuku, perdónanos por todo el daño que te hemos causado!! —exclama mientras solloza desesperadamente, sin dejar de abrazarle.
Pero Izuku no corresponde su abrazo y mientras Masaru le ruega perdón, él solo apunta el cubo en el tubo de Bakugou y lo almacena.
Masaru le ve marcharse con una gran mochila sobre sus espaldas y con el cubo colgar de su pecho.
— ¿A dónde vas? —inquiere con temblores invadir su cuerpo.
—A esconderme por tres días en donde papá siempre me deja descansar de todos. —murmura perdiéndose entre los pasillos caminando en modo automático.
Masaru le observa alejarse mientras se ve ahora junto a Mitsuki sollozar rendida, en el gran laboratorio absolutamente vacío, sin pruebas, sin nada. Toda la información reunida durante los largos años de investigación ahora la tenía Izuku colgar de su cuello.
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—Te encontré.
Toshio Midoriya había llegado con apuro al lugar burlando todo el sistema de seguridad, gracias a su propia mujer que se había encargado de encontrar los puntos débiles de la fortaleza por los largos años que se mantuvo camuflada en la guardia real.
En cuanto la ve encadenada no lo duda y de inmediato vierte una sustancia líquida altamente tóxica sobre el metal desintegrandolo al instante, entrando en el lugar.
Valhall abre sus ojos y deja libre a la mujer mientras extrae una pistola, pero Toshio lejano a la cordura no siente amenaza alguna y se lanza en contra él.
Ambos pelean por el dominio del arma e Inko observa desesperada, temiendo que ocurra una tragedia.
— ¡El desintegrante, Toshio! —exclama la mujer desesperada. — ¡Usa el desintegrante!
—No se lo dejaré tan fácil. —responde Toshio entre forcejeos con la ira envenenar su sangre. — ¡No lo mataré tan fácil si se atrevió a tenerte así, Inko!
El forcejeo acaba cuando tres disparos emergen en el lugar y el aroma de la pólvora decora.
— ¡¡TOSHIO!!
El gran científico había sido lo suficientemente rápido para desviar los disparos de Valhall con sus manos capturando sus muñecas, pero al notarse casi acorralado debido a la fuerza de Valhall, no dudó en tomar el desintegrante y vaciarlo sobre su estómago.
La sangre corre y el rubio grita, y con sus manos intentando cubrir la herida que cada vez se hace más grande les sonríe escupiendo sangre. —Ya es tarde, me encargué de informar todo lo que descubrí... Incluyendo su estúpida rebelión sin senti—
Valhall muere, la desintegración le había borrado de la existencia transformandolo en solo un charco de sangre, ni siquiera dejó rastro de huesos.
Inko aún sollozando observa a Toshio de pie, mirando el charco con tranquilidad. —Hay que irnos de aquí, más guardias pueden llegar. —susurra con su voz quebrada.
—Oh, no te preocupes por eso, cariño. —susurra Toshio con sus ojos vacíos, mientras alza su rostro y le entrega una sonrisa tranquila, manchado en sangre. —Yo ya los maté.
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N/A: En el próximo capítulo será el final del pasado del origen de Bakugou e Izuku y a su vez, comenzará la nueva y verdadera realidad de ambos.
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